Continuidad
del cap.5 de los Apuntes para una Historia del Mundo Entrerriano
“La ficción es el otro
reprimido de
la historia”
MICHEL
DE CERTEAU
“...Se armaban terribles
discusiones sobre
Bioy Casares, David Viñas,
el padre
Castellani, Manauta y la
política
de YPF...”
JULIO
CORTÁZAR
Rayuela
Juan José “Chacho” Manauta también nació en Gualeguay, en
1919. Su infancia y su juventud estuvieron marcadas por una escuela
sostenida por su madre maestra y por la historias del almacén de su
padre. A esto se le agregan sus lecturas en la Biblioteca de la
Sociedad de Fomento Educacional gualeya dirigida en ese tiempo por
Juan L. Ortiz y Carlos Mastronardi. Después, el joven Manauta
estudiará Letras en la Universidad de La Plata y será militante del
Partido Comunista, al igual que su paisano Amaro Villanueva. Los
textos del Chacho son una maravillosa síntesis dialéctica de esos
mundos culturales que lo formaron. La militancia, la cárcel y las
amenazas lo aventaron a BsAs. Escribió siempre con la memoria viva
de su tierra. Un mapa de nuestra provincia lo acompañó hasta el
final de sus días. Se recibió de maestro normalista en su pueblo,
pero enseñó poco y nada en las aulas: el catolicismo obligatorio y
otras incomodidades ideológicas y personales lo llevaron a dedicarse
a enseñar con el periodismo y con su literatura, con su poesía, sus
novelas, sus cuentos y sus guiones para teatro y cine. Para nosotros,
las páginas de Manauta expresan, con una claridad notable, la
conciencia crítica entrerriana contemporánea. Y mal que les
pese a sus lectores conservadores, en sus páginas hay fuertes
disparos literarios, históricos y políticos que retumban en el
presente. Esos disparos son indicios que podemos repensar hoy, son
las contraseñas que nos dejó el Chacho Manauta para que
comprendamos con agudeza los valores, el drama y los desafíos de
nuestro pueblo.
El gran trabajo de la Eduner
CONTRASEÑA:
LAS TIERRAS BLANCAS
“...El
hombre prudente debe elegir únicamente los caminos
trillados
por algunos varones insignes, e imitar a los de ellos
que
sobrepujaron a los demás, a fin de que si no consigue
igualarlos,
tengan sus acciones a lo menos alguna semejanza
con
las suyas. Debe hacer como los ballesteros bien
advertidos
que, viendo su blanco muy distante para la fuerza
de
su arco, apuntan mucho más alto que el objeto que tienen
en
mira, no para que su vigor y flechas alcancen a un punto
de
mira en esta altura, sino a fin de poder, asestando así,
llegar
en línea parabólica a su verdadero blanco...”
NICOLÁS
MAQUIAVELO
“De
las soberanías nuevas que uno adquiere
con
sus propias armas y valor”
La primer novela de Manauta fue “Los aventados”, publicada en
1952. La fuerte crítica que recibió lo llevó a ser un corrector
obsesivo de sus propios trabajos desde ese momento. Con ese
aprendizaje, escribió “Las Tierras Blancas”, novela que aparece
en 1956 y que recibe la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de
Escritores (SADE). La lectura de éste clásico de la literatura
argentina nos muestra la vida de esa familia humilde, empujada como
tantas por los intereses sistémicos a los márgenes de la vida
social, a las tierras que no son buenas para el cultivo, porque esas
están en manos de los que no aparecen en la novela, de los que no
sabemos su nombre. “Las tierras blancas” es la contraseña de
Manauta para reflexionar sobre el histórico problema de la tierra,
de sus propietarios formales, de los que la trabajan sin ser
propietarios y del uso de la misma. Está demás decir que esa
contraseña no ha perdido actualidad. El autor denuncia con fuerza el
hambre que persigue a Odiseo -el gurí protagonista- y a su familia,
que se acerca a comer las sobras que han quedado en el cuartel. La
metáfora histórica y política pudo tener un doble sentido en su
momento: una crítica al estado providencial peronista, que no pudo o
no quiso superar la macrocefalia geográfica, y sobre todo una
crítica a la autodenominada “Revolución Libertadora” que había
asumido de facto el poder en 1955. La alternancia entre el yin
liberal y el yan populista no fue muy lejos, más bien retrocedió:
en 2019, los tristes y violentos números estadísticos indican que
la pobreza -es decir, la política dominante- afecta a un 35% de los
argentinos y que más de un millón de niños y jóvenes no cuentan
con una cena en sus vidas.
A la miseria del alcoholismo, la prostitución, el robo sazonadas por
un electoralismo tan sucio como transversal se le contrapone la
conciencia de la madre, el otro personaje central de la novela del
escritor gualeyo. Los pobres tienen que aprender a organizarse y a
defenderse: esta madre toma nota mentalmente de lo que habría que
hacer, como lo hizo aquella madre escrita por Máximo Gorki, el
primer libro que Manauta dice haber leído en serio. Esta madre de
las tierras blancas aprende con otros, las ideas de organización,
empoderamiento y lucha:
“...Eso y muy poco más es todo lo que recuerdo de aquella
conversación. Pero don Olegario recomendaba a los pobres de las
tierras blancas que nos juntáramos para resistirles a los políticos
coimeros, a los estancieros y a los ricos. Formaban parte de un
partido de pobres o algo así, en el que los mismos pobres eran
candidatos a gobernar...”
"Odiseo": versión rumana de
"Las tierras blancas"
PASADO Y PRESENTE DE NUESTRA ODISEA
La hipótesis es muy leninista: la conciencia de la opresión va a
venir desde afuera del oprimido. Sigue siendo una provocación
polémica. En cualquier caso, ese anhelo socialista y popular se ha
postergado sin fecha. El pueblo pobre pelea todos los días de
diferentes maneras su lucha, pero todavía no encuentra la fórmula
de su organización y su soberanía confederal. No la encuentra en
esa novela de Manauta, tal vez porque el libro reflejaba la realidad
política y social del país. El gurí se llama Odiseo y su vida es
más trágica que la del personaje griego del mismo nombre que el
escritor seguramente leyó como parte de la formación clásica en
humanidades y letras. Leer, en el sentido reflexivo del concepto, es
reescribir dijo alguna vez Paulo Freire. Manauta es un ejemplo
extraordinario de lectura freireana en nuestra tierra.
Queda abierta la discusión sobre la personalidad de esa madre y
sobre esos seres marginados. Es cierto que la idea del poder popular
queda solo como idea en la madre de las tierras blancas: como hemos
dicho, refleja literariamente una época. Pero la intención queda
lanzada en la obra y llega hasta el presente. Tal vez esta sea la
odisea manautiana. Quien sabe si ese propósito combativo no se
frustró porque jugó con las mismas cartas del poder que enfrentaba.
Ese peligro late siempre, y no es muy fácil de evitar. La odisea de
la liberación nacional y social llegó a lo más alto de la ola en
1973 y no supo resolver los enigmas y las amenazas del Cíclope y de
la Diosa Calypso. Hoy el duro aprendizaje tal vez la haya dejado
cerca de Itaca aunque no se ha dado cuenta: el poder popular es ética
y justicia ambiental, cooperación, autogestión, planificación,
economía política y cultura propias: es autosustentabilidad
en el profundo sentido político del término. La odisea de nuestro
tiempo termina -es decir recomienza- en la autosustentabilidad, que
es la manera sólida y segura de volver a nosotros mismos y a los
valores originales de nuestra tierra. Contra todo pronóstico y todo
determinismo, la familia de las Tierras Blancas se quedó en Entre
Ríos: esa resistencia dolorosa e impresionante es el primer paso
para encontrarse algún día con la soberanía particular traducida
como autosustentabilidad. La madre piensa en lo que le pasa a su
esposo:
“...Me di cuenta entonces de que no nos abandonaría jamás,
que soportaría como un castigo nuestra vida junto a la suya, porque
nosotros le recordábamos la antigua colonia, su chacra, que todos
los años, siendo la misma, era distinta. Nosotros le recordábamos
esa tierra, de la que el nunca quiso separarse, y es posible que, sin
saberlo, tampoco quisiera olvidarla, pese a que sabía que jamás la
recuperaría, que jamás lo llamarían para que la labrara de
nuevo...”
Don Olegario explica la alternativa, y ésto también lo comenta la
Madre:
“...Y
le digo más: quizás algún día, esos mismos campesinos,
considerando que solos y aislados producían poco y ganaban poco,
decidirían juntar sus propias tierras en una gran tierra de todos,
de la que todos fueran dueños, y trabajarla en común para sacarle
mayor provecho ...”
En Setiembre de 2019, año del centenario del nacimiento de Manauta, dos noticias de la actualidad política nacional e internacional, parecen ser nuevos capítulos de nuestra larga novela sobre las tierras blancas y las otras: un referente de los movimientos sociales en Argentina volvió a plantear públicamente la necesaria discusión sobre una reforma agraria en nuestro país, sumándole criteriosamente las ideas de economía social, sustentabilidad y la devolución de tierras a nuestros pueblos nativos. Algunos salieron de nuevo fantasmagóricamente a rechazar la idea, diciendo que, mantener el actual orden económico, social, extractivo y envenenado es "defender la república". Es la vieja idea rivadaviana, mitrista y oligarca de república que no termina de morir.
En este mismo contexto, el joven argentino Bruno Rodríguez -19 años- se plantó junto a la adolescente ecologista sueca Greta Thunberg en la ONU y dijo con una claridad impecable de sobreviviente y resiliente de la república de las tierras blancas que, "vengo de un país de Latinoamérica. La historia de nuestra región es la de cinco siglos de saqueo. Para nosotros, el concepto de justicia ecológica y medioambiental está ligado a los Derechos Humanos, la justicia social y la soberanía nacional sobre nuestros recursos naturales".
En Setiembre de 2019, año del centenario del nacimiento de Manauta, dos noticias de la actualidad política nacional e internacional, parecen ser nuevos capítulos de nuestra larga novela sobre las tierras blancas y las otras: un referente de los movimientos sociales en Argentina volvió a plantear públicamente la necesaria discusión sobre una reforma agraria en nuestro país, sumándole criteriosamente las ideas de economía social, sustentabilidad y la devolución de tierras a nuestros pueblos nativos. Algunos salieron de nuevo fantasmagóricamente a rechazar la idea, diciendo que, mantener el actual orden económico, social, extractivo y envenenado es "defender la república". Es la vieja idea rivadaviana, mitrista y oligarca de república que no termina de morir.
En este mismo contexto, el joven argentino Bruno Rodríguez -19 años- se plantó junto a la adolescente ecologista sueca Greta Thunberg en la ONU y dijo con una claridad impecable de sobreviviente y resiliente de la república de las tierras blancas que, "vengo de un país de Latinoamérica. La historia de nuestra región es la de cinco siglos de saqueo. Para nosotros, el concepto de justicia ecológica y medioambiental está ligado a los Derechos Humanos, la justicia social y la soberanía nacional sobre nuestros recursos naturales".
La clave soberana
NO
MÁS RETROCESO. CONSTRUIR EL HOGAR EN PAZ
Otras
historias de Manauta aportarán más claves para pensar esta odisea
local y regional. Cierto es
que esta crónica se parece más a la situación de los troyanos en
desgracia y no a la de los aqueos invasores. Odiseo
podía haberse llamado Eneas, pero el Chacho prefirió
plantear así su lectura de
la tragedia homérica. El escritor gualeyo escribió sobre nuestra
no
siempre visible
Ilíada política y social. Al
poeta latino Virgilio lo
cita en “Las tierras del Mayor”: tal vez sea otra clave del
mismo asunto. ¿Hasta
adónde se puede retroceder en
la guerra política y económica no declarada?.
Escribió nuestro autor, en medio de la narración sobre
la vida en esas tierras ásperas que, “era posible
contemplar un miserable panorama de ranchos desperdigados y sin orden
desplegándose en las tierras blancas, con el lujo inaudito del río
y su corona tangencial brillante, que tras de limitar con una especie
de rúbrica lo habitable, propiciaba después el hirsuto paisaje de
ceibos y espinillos, donde retrocedía el pasado aborigen y matrero
de la soledad entrerriana”. Hoy retrocede también el paisaje.
Hay que enfrentar el retroceso.
En
una parte de esta novela, Manauta se pregunta ante el cuadro de
miseria si “¿pueden llamarse familias las que
viven en este rancherío? ¿Puede llamarse familia la mía?”.
La construcción amorosa y tranquila de un hogar parece anhelarse y
reiterarse en el bello cuento “Los horneros” que el autor incluyó
en su libro “Cuentos para la Dueña Dolorida”, su primer libro de
este género, publicado en 1961. El abuelo de ese relato mira
detenidamente a los pájaros caseros hacer su nido. “¿En qué
piensa el abuelo?”, se pregunta el chico… En 1957, la Editorial
Apis de Rosario distribuía la quinta edición de su manual de
lectura escolar “El hogar de los argentinos”, una antología
argentina y americana que leía nuestra madre en quinto grado. Había
una ilusión pedagógica, en el doble sentido del concepto. El
conservadurismo de las páginas del libro oficial no afecta en nada
su potencia formativa y su belleza. ¿Cómo pensar hoy un Hogar de
los Argentinos desde la Educación Popular, federal y democrática?.
Bien leída, “Las Tierras Blancas” nos muestra que para los pobres, la denominada sociedad líquida, es decir la situación de precariedad e inseguridad permanentes, se anticipó hace rato. Angélica y el primo, dos personajes de la novela, “no se juntan, por miedo a separarse después”. Nos explica esa madre, lúcida y resiliente, que “no es extraño, por lo tanto, que la Angélica y el Primo no parezcan querer juntarse, y juraría que ni siquiera se les ha ocurrido esa idea porque ambos llevan hasta en la misma sangre el recuerdo doloroso de la disgregación y la ruptura, de los adioses con lagrimas al lugar donde nacieron; y piensan, sin duda, o no lo piensan, sino que les tiembla en el corazón el miedo a juntarse, porque sospechan que al cabo de los años se verán obligados a separarse y disgregarse como antes para subsistir, a abandonar a los hijos y a darlos –como hay tantos, y el Primo es uno de ellos: dado, abandonado, recogido y vuelto a dejar-, porque se les haría difícil darles de comer, vestirlos, sin pensar ya en educarlos. La gente, pues, tiende a irse, a separarse, y yo, como don Olegario y el muchacho de anteojos, pienso que debiera ser al revés. Porque si a todos, al revés, se les diera por juntarse (pero todos), y por no abandonar las tierras que labraron, no veo, como no veían don Olegario y el muchacho corto de vista, que fuerza sería capaz de disgregarlos y aventarlos...”
SER MADRE, ANTES Y AHORA
“Mi
convicción profunda es que lo femenino y lo maternal
tiene
toda su originalidad por fuera del poder”
JULIA
KRISTEVA
“La
travesía amorosa”
Página
12, 18/11/2011
“...Ella era responsable
ante la superioridad de una
asistencia mínima de los
alumnos a la escuela,
aunque la superioridad no
se sintiera responsable
en absoluto por la miseria
que mermaba dicha
asistencia...”
JUAN
JOSÉ MANAUTA
“El
agachao”, en
“Los
degolladores” (1980)
La figura de la Madre podría pensarse tranquilamente como otra
contraseña de Manauta. Es un personaje fuerte en “Las Tierras
Blancas” y es una personalidad destacada en varios de sus trabajos.
“Para la madre, el hijo nunca termina de nacer”, escribe el
gualeyo, quién nos habla después de sus “tres madres” -la
biológica, una mujer del deseo y una buena vecina- en el muy
freudiano cuento “Pequeña Memoria”, incluido en su libro “Los
degolladores”, su segundo trabajo de cuentos publicado en el año
1980, en medio de la última dictadura militar que lo tenía marcado
en las denominadas listas negras. El rol de la madre fue un tema en
el que Manauta se diferenció de Hugo del Carril, cuando éste
presentó su versión de Las Tierras Blancas para el cine. El
escritor de Gualeguay actuó en la película pero marcó sus
diferencias en el trato que el cineasta dio a la figura materna. Una
copia de ese film pudo recuperarse cuando el Chacho entraba en el
final de sus días.
El
escritor confesó alguna vez que “Odiseo” había sido un alumno
de la escuela de su madre. ¿Sería hoy una escuela fumigada?. La
maternidad es un tema clave para Manauta y es, más que nunca, un
tema clave para nuestro tiempo. Para la semióloga y psicoanalista
europea Julia Kristeva, “la maternidad es un renacer
permanente porque nos ubica en el lugar de acompañar la fragilidad
de lo humano”, y es fundamental repensarla hoy frente al avance del
movimiento feminista. A la maternidad “le falta una filosofía”
-le dijo Kristeva en una entrevista a Verónica Gago en Página 12-,
agregando que “somos la única civilización, como laicos, que no
la piensa filosóficamente”, y que por eso, la “pasión maternal”
es un desafío para los feminismos. Para los feminismos y para todos.
CONTRASEÑA: LUCÍA
“Ni
Amaro, che, te salva de chabón
con
su arte de cebar el cimarrón”
Carta
de MANAUTA a un joven paranaense
al
que enseñó a leer y escribir y en la cárcel
"El cuento es como una piedra que cae en un estanque"
JUAN JOSÉ MANAUTA
"El cuento es como una piedra que cae en un estanque"
JUAN JOSÉ MANAUTA
El
cuento “Lucía (el señor Cervantes)” fue incluido por Manauta en
su primer libro de cuentos dedicados a esa dolorida dueña
cervantina. Es un texto sencillo, hermoso y directo para pensar las
relaciones entre el peronismo y las ideas socialistas, dos formas del
espíritu político quijotesco en Argentina. Por lo demás, nuestro
autor supo decir que la mitad del idioma español nos pertenece
después de 1492. A algunos le podrá parecer esquemático, pero la
reflexión crítica de la historia de “Lucía” es muy
provocadora. La muchacha, mucama de la pensión y adherente al
peronismo, está enamorada de Julio, estudiante de Letras y comunista
según dicen. Mientras lo espera, una noche ella toma uno de sus
libros: es de Cervantes. No entiende mucho, pero al azar se encuentra
con la frase “allí donde hay amor, hay dolor”. Después la chica
nos cuenta que en la pensión, además de decir que Julio es
comunista “o algo así”, lo llaman “filósofo”, “pero él
fue el único que no se rió de mí después del 16 de setiembre.
Tampoco se burló”. La joven está recordando el golpe militar
contra el gobierno de Perón, en 1955 y agrega que le dijo a su
compañero intelectual que “ya no está Perón. Ahora la gente de
la pensión me mira como faltandome el respeto, me miran como si
anduviera desnuda”. La respuesta de Julio es seria e interpelante
desde un punto de vista político: “entonces lo que te dio Perón
él mismo se lo llevó al huir”. Unos diez años después, Arturo
Sampay -vocero de la constituyente social de 1949- se hacía una
autocrítica en ese mismo sentido: la clase obrera y el pueblo
mayoritariamente habían apostado por un líder y no por el
fortalecimiento del poder popular y la autodeterminación colectiva.
La contraseña “Lucía” abre la puerta o el programa para
discutir las ideas políticas en Argentina y en el mundo, las ideas
de los gobernantes, la de los militantes y las del pueblo.
La
crítica de Manauta va dirigida a la autolimitación del peronismo
pero va dirigida también a sus compañeros del PC, de ese partido
que entendía a la formación de de Perón simplemente como una forma
de fascismo. El militante de izquierda no se burla de su compañera
peronista, le hace un llamado de atención ideológico estando junto
a ella. El escritor entrerriano se irá distanciando poco a poco del
comunismo. Su novela “Papá José” no fue bien vista por sus
camaradas stalinistas en 1958. Manauta seguirá pensando que el
marxismo es la mejor filosofía y que los soviéticos “ensuciaron y
desprestigiaron la idea del socialismo”. En Diciembre de 1994, la
Corte Suprema argentina falla a favor del escritor de nuestra
provincia en un juicio contra la Embajada Rusa por 28 años de
aportes laborales atrasados. El Chacho había sido redactor de la
Revista Novedades de ese país que pasó del poder a los soviets, a
la nomenklatura y a la perestroika como fase superior del
burocratismo. “Si algo aprendí en el PC -dijo Manauta- es que
las relaciones laborales deben ser sagradas. Los derechos del
trabajador son inalienables,aunque se trate de la Unión Soviética.
Ya se vio después que pasó allá: eso me quitó todo
escrúpulo para demandarlos”. Las convicciones de Manauta
triunfaban en la justicia, en los márgenes de nuestro cuestionado
sistema judicial. Y lo hacía en pleno menemismo y a cinco años de
la caída del Muro de Berlín: algunos bolaceros andaban hablando por
ahí del “fin de la historia”.
El
autor de “Lucía” conoció la cárcel un par de veces por su
militancia comunista. Estuvo a la sombra durante el gobierno militar
del GOU en dos ocasiones. En la última detención -en 1945- “el
jefe de policía -en Devoto, dice el escritor- nos reunió a los
presos entrerrianos para informar que por gestión del coronel Perón
saldríamos libres; aunque nos prohibía regresar a nuestra
provincia”. La guerra fría era implacable. Manauta regresó de vez
en cuando a Entre Ríos, para distintos encuentros y homenajes. Lo
seducía la idea de Mao Tsé Tung de incorporar “el ejército
cultural” a la lucha de todo el pueblo. En 1963, el propio escritor
de Gualeguay aparece como personaje en la novela “Rayuela”, de
Julio Cortázar. En 1976 viajó a Cuba para ser jurado en el Premio
Casa de las Américas. No se rindió nunca, como los partisanos
gauchos de sus cuentos. Sus cenizas fueron arrojadas al río
Gualeguay, tras su muerte en 2013, desde el Puente Pellegrini, el
mismo que cruzaron Odiseo y su familia para llegar a las tierras
blancas. Paradójicamente, la versión cinematográfica de esta
novela fue realizada por la gran voz del peronismo que fue Hugo del
Carril. El Chacho tuvo una buena relación con el cantor y director,
más allá de las citadas diferencia sobre el rol de la madre en el
film. Tal vez el cuento “Lucía” fue una vuelta de tuerca sobre
todo eso. Para Manauta, Del Carril era “un peronista de
izquierda, un hombre muy cercano al marxismo… era del mejor
peronismo, del peronismo proletario, de la clase baja. No nos
llevábamos mal, no nos peleábamos. Era un hombre muy lúcido... y
era peronista hasta por ahí nomás, porque el peronismo no lo trató
muy bien, incluso hasta estuvo preso”. ¿No es “Lucía” una
contraseña para entrar a la gran microhistoria política argentina?.
CONTRASEÑA: LA
TERCEROLA. EL PASADO PRÁCTICO
“...No
me pregunten la edad,
tengo los años de todos,
yo elegí entre muchos modos,
ser más viejo que mi edad.
Y los años de verdad,
son los tiros que he tirado,
nazco en cada fusilado,
y aunque el cuerpo se me muera,
tendré la edad verdadera,
del niño que he liberado...”
tengo los años de todos,
yo elegí entre muchos modos,
ser más viejo que mi edad.
Y los años de verdad,
son los tiros que he tirado,
nazco en cada fusilado,
y aunque el cuerpo se me muera,
tendré la edad verdadera,
del niño que he liberado...”
MILONGA
DEL FUSILADO
Carlos
María Gutiérrez y Pepe Guerra
“Observe
ese moro, le dije. Es mi caballo.
Nadie
lo comerá”
JUAN
JOSÉ MANAUTA
“El
jinete y su perro”, en
“Los
degolladores”
“La
Tercerola” es un cuento que Manauta publicó en su libro “Disparos
en la Calle”, en 1985, y hace referencia literaria a un fusil que
pasa de mano en mano entre milicianos jordanistas. El propio Ricardo
López Jordán (hijo) se lo obsequia al Mayor Ponciano Alarcón, gran
personaje de los cuentos manautianos, y éste al soldado Martin
Flaco. Alarcón fue un personaje real que se terminó transformando
en figura repetida de la literatura microhistórica del escritor
gualeyo. Alarcón y Martin Flaco son a la literatura de Manauta lo
que Menocchio es a la historia indiciaria de Carlo Ginzburg en “El
queso y los gusanos”, obra que según Alberto Manguel nos muestra
el cosmos según un molinero del siglo XVI, y que “éste último es
el ejemplo más conocido de un género nuevo, la “micro-historia”,
que Ginzburg definió como “la ciencia de lo real”. El término,
dice Ginzburg, proviene de la idea del microscopio, donde el prefijo
alude a la intensidad del escrutinio, no a la escala del objeto
escrudiñado”.
La tercerola
La
tercerola es un verdadero símbolo histórico en los textos de
Manauta. De ser un arma para la defensa de la soberanía provincial y
el federalismo, pasa a ser arma para la defensa propia cuando esos
gauchitos tienen que enfrentar a especuladores y estafadores,
mientras sobreviven con dignidad a la derrota militar frente a los
porteños. La tercerola está en poder de esos muchachos de pueblo
que también rechazan la trata y la prostitución. Los “porteños”
podría ser otra contraseña: la idea puede simbolizar -según como
la leamos- al poder dominante y opresor en 1873, en 1955, en 1966 y
en 1976, según como quiera leerse, o puede ampliarse la serie
numérica, si incluimos “Las tierras blancas” en la reflexión
crítica general. Para Amaro Villanueva, el sentido esencial del
Martin Fierro era que ese personaje y sus compañeros terminan
confundiéndose con el pueblo, calentando el fuego de las luchas por
abajo. Para Manauta, la tercerola jordanista tiene un destino
parecido: es la afirmación de la memoria y los valores del pueblo
entrerriano en manos del propio pueblo que no huye, ni se exilia ni
negocia con el roquismo en cualquiera de sus formas. “Es una
retirada, no una juida” dice Ponciano Alarcón en el cuento “El
nombre”.
El
pasado histórico, el pasado de unos cuantos libros de
Historia, nos habla de derrota, de gobiernos conservadores y de los
que aparentemente no lo son tanto, asociados al progreso sin mucha
democracia ni antes ni después del sufragio masculino obligatorio.
Otros transforman las luchas en anécdotas folklóricas, que es una
variante en la forma de hablar de la derrota. Pero hay otro pasado,
según Hayden White, que es el pasado práctico, el pasado vivo del
que se nutre la literatura manutiana. El excelente blog “Conceptos
e Historias” nos explica la idea del pasado práctico. Este, “es
esa porción del pretérito a la que acudimos cuando tenemos que
responder a la pregunta kantiana “¿qué debo hacer?”, es decir,
cuando lo que está en juego no es tanto establecer los hechos como
ponderar los valores y, sobre de todo, hacer algo.
Ese pasado se identifica con lo que Reinhart Koselleck llamó
‘espacio de experiencia’, ese pasado presente cuyos
acontecimientos hemos incorporado y podemos movilizar para guiar
nuestra conducta o pronosticar el futuro, y que tiene la textura
palpable de la vida”. Con
White nos acercamos a una reconciliación entre Literatura e
Historia, pero en nuestro caso no para abandonar los hechos y sus
consecuencias, sino para repensarlos en sentido microhistórico.
CONTRASEÑA:
ZAMBA DEL LINO
Manauta
escribió la letra de la Zamba del Lino en 1967. Oscar Matus le puso
la música y la canción fue parte del disco “Matuseando” que ese
compositor compartió con Rodolfo Mederos. Liliana Herrero la incluyó
en su discos, en 1973 y 1998. En internet hay varias versiones
hermosas que se suman a la de la artista de Villaguay radicada en
Rosario. Pueden escucharse por ejemplo, las de Clara Cantore, la de
Liliana Monai, César Spais y Chela Martínez, la de Ácido Criollo,
y una versión de Marina Luppi que en Youtube se oye con una
introducción del propio Chacho Manuta leyendo un fragmento de su
poema “El linar”.
Para
nosotros, la Zamba del Lino es una contraseña para pensar aquella
Entre Ríos no dominada por los agrotóxicos. Lee el Chacho:
“...La flor de lino.
Sobre
colinas íntimas, fugaces, ondula su pudor;
madura
al viento su colorido
que
una mirada a lo alto le concede.
Viene
con luz de arriba, desde las islas frágiles del cielo,
desde
un oleaje desgarrado, desde la lluvia,
con
su cristal deshecho, desde los pájaros,
como
en un vuelo mágico, dormida.
Pero
nace de abajo, desde napas celestes enterradas,
desde
las mariposas sumergidas,
desde
la tierra atenta de los surcos...”
La
producción tenía su belleza
más allá de los problemas y la dureza de esos tiempos, y esa
belleza idealizada aquí no
contaminaba la belleza de la naturaleza, ni tenía que dar
justificaciones a algún veneno extranjero.
El progreso mal entendido y no controlado política y culturalmente
le iba dando golpes importantes al campo, entendido todavía como
tierra. El progreso mal entendido iba empujando y expulsando. “¿Dónde
estarán los hombres?, ¿Qué fue de sus caballos?”, se preguntó
Manauta en “El linar”, y en “La alegría” dijo: “He vivido,
entre ríos, la alegría. He escuchado decir “esta es la tierra”.
Alguna vez habrá que ponerse firme y fomentar una agricultura con
agricultores y una tierra para los que la trabajen y la cuiden,
cuidando también a su comunidad, a su pueblo y a sus escuelas. Por
lo demás, es muy significativo escuchar una zamba con contenido
entrerriano y litoraleño. Es una zamba federal, mucho mejor que el
folklore “argentino” administrado por los medios y negocios
centralizados en BsAs.
El Chacho Manauta
CONTRASEÑA:
ENTRE DOS RÍOS
“Está bien el
tradicionalismo folklórico,
pero si coincide con el
nacionalismo.
Nada expresa por sí mismo”
RODOLFO
IRAZUSTA
“Es
bueno regresar a su primera imagen,
cuando el agua era nueva, balbuceando el
contorno.
¿Quién puede imaginar la soledad, el alba,
la brisa fundadora que animó las fogatas?”
cuando el agua era nueva, balbuceando el
contorno.
¿Quién puede imaginar la soledad, el alba,
la brisa fundadora que animó las fogatas?”
JUAN
JOSÉ MANAUTA
“Un
río”
En
2009, Manauta corregió y reeditó su segundo libro de poemas “Entre
dos ríos”, trabajo que había publicado originalmente en 1956 y
que revisó para festejar su cumpleaños número noventa. A esta
altura, los reconocimientos, premios y homenajes se multiplicaban
para el escritor entrerriano. En 2006, la EDUNER había publicado sus
cuentos completos. En 2015, la misma prestigiosa editorial
universitaria publica la Poesía Completa del gualeyo. En la primera
parte de su obra poética puede verse claramente la influencia de
Juan L. Ortiz: era imposible para la tierra salir de la órbita del
sol de la cultura en Gualeguay. Manauta tomó distancia prudente
después con su prosa, pero no dejó de expresarse bellamente con la
poesía, más allá de alguna palabra del viejo castellano muy
español que hoy nos hace ruido. El título es una clara contraseña
para pensar nuestra identidad entrerriana, nuestra historia, nuestro
paisaje, nuestra cultura y las contradicciones entre el pasado y el
presente. “Entre dos ríos” es una variante dialectal,
fenomenológica, del idioma poético de Juan L., de Mastronardi y de
buena parte de nuestros grandes escritores. “Entre dos ríos” no
habla de un fresco abrazo de agua, describe una situación, invita a
pensar una circunstancia. El mismo progreso descontrolado y ecocida
del que hablábamos antes afecta fuertemente hoy la posibilidad de
afirmar con vitalidad la vida en y entre nuestros dos ríos. “Entre
dos ríos” es una contraseña para pensar críticamente lo que
hemos sido, lo que somos y lo que debemos ser.
Pensemos
, si no, el poema “El paisaje y el hombre”, que el Chacho incluyó
en su primer libro de versos:
“Todo sube en la quietud levemente
azulada
de esta infinita mujer de tala y
sauce,
esta mujer de aquí,
asomada al cielo caído en el río
como un flor de luz.
La vida tenue se escapa,
casi transparente, por las chimeneas
de las casitas, loma arriba.
¿Qué será esto inclinado al
paisaje
mirador de lo verde y lo lejano?
Son tan tiernos el pájaro y la nube
que en un momento parecen escucharse
y comprenderse,
y la vaca, como un árbol más del
campo,
apenas vuelve sus ojos,
comprendiendo.
Pienso en el hombre que tiene su
raíz en esta tierra,
que alimenta su mirada hacia las
lomas rojizas
y así, con sus pies nacidos en lo
hondo de la hierba,
ha tenido que ponerle ruedas a su
rancho.
Mientras, el campo sigue bajando
hacia el atardecer
y la brisa pasa como blando
cuchillo,
cortándoles el olor a los retoños.
En cada hoja ondea un oculto deseo
de abrazar la tierra y morir
para nacer nuevo
y seguir siendo joven, húmeda y
brillante.
¡No, no! No tiene dueños la tierra
verdadera:
el chisperío rojo del seibo ¿para
quién florece?
O su hermano gemelo el cardenal
¿quién le ordena su canto?...
El río sigue llevando la tarde
y desata poco a poco su cinta roja
entre los juncos amorosos.”
Lo
mismo para el poema “Un río”, como para tantas otras expresiones
de nuestra cultura en la poesía, la prosa, el canto, el teatro:
¿cómo evitar la melancolía? ¿cómo evitar las lecturas
folklóricas -pasivas- y “culturales” que el propio autor
rechazaría?. ¿Cómo evitar que se apaguen las brasas de la cultura
encendida? ¿Cómo hacer para que nuestra cultura no quede sólo en
brasas o escombros de la historia, de la política posibilista y del
neocolonialismo mediático?. La afirmación política y educativa de
nuestra cultura debe ser parte de la reapropiación democrática y
comunitaria de nuestra tierra y nuestros derechos. Necesitamos
fortalecer solidariamente las redes educativas, sociales y culturales
que afirman lo nuestro.
CONTRASEÑA:
TREN GAUCHO
“Despierto, uno elige qué
soñar”
JUAN
JOSÉ MANAUTA
Manauta
publicó el cuento “Tren Gaucho” en su libro “Los degolladores”
de 1980. El texto había sido escrito en 1968. De la mano de la
cineasta Gabriela David, se transformó en un cortometraje realizado
en 1988, multipremiado, que puede verse en internet. Los gurises que
changuean en los basurales transforman una carretilla en un trencito
para presentar en el carnaval. Esa máquina, tierna y patética,
representa el primer tren que se puso en marcha en épocas de
Urquiza. “Tren Gaucho” es una contraseña fuerte para discutir la
historia de nuestros ferrocarriles y la política estatal
ferroviaria. Es una contraseña para volver sobre la historia de los
ferrocarriles de Raúl Scalabrini Ortiz y sobre ciertas
nacionalizaciones a favor de los ingleses que denunciara Julio
Irazusta. En Manauta, la idea quería representar el devenir real de
aquel anhelo progresista. Hoy, el cuento es una interpelación mucho
más fuerte, es un escupitajo sobre los versos políticos referidos a
las inversiones estratégicas y al desarrollo. “¡Viva Perón!”,
gritaban algunos durante el paso de la humilde pero orgullosa
carroza. Lo mismo gritaban otros durante el infame carnaval menemista
en los ´90.
El ex gobernador y sus sueños
caros para el pueblo
En
2010, el gobierno de Urribarri anunciaba con bombos y platillos la
reactivación del sistema ferroviario. En un par de años, los trenes
Paraná-Concepción del Uruguay, Paraná-Federal y
Basavilbaso-Villaguay quedaron suspendidos. Lo mismo para la
fantochada del “Tren de los Pueblos Libres” que iba a venir de
BsAs y despues de pasar por nuestra provincia, iba a ingresar a la
hermana República Oriental del Uruguay. Queda el ramal
Paraná-Colonia Avellaneda, que muchos habitantes de la capital
descubrieron cuando tuvieron que buscar una alternativa ante el paro
de colectivos realizado en julio de 2019. Ahí algunos medios se
pusieron a repensar la necesidad de una política más seria de
desarrollo ferroviario. Sería importante salir de los discursos de
ocasión y los impresentables e impunes shows electoraleros y definir
una política seria que haga del tren una solución para el traslado
del pueblo. Tal vez Manauta escribió el guión de un largo y
bochornoso sueño político entrerriano. Eso sí, sus personajes
tratan de no perder la dignidad.
CONTRASEÑA:
NIMUENDAJÚ
“La
tradición es la fe viviente de nuestros muertos y
tradicionalismo
es la fe muerta de los vivos”
RENÉ
KRÜEGER
“...En
toda época ha de intentarse arrancar la tradición al
respectivo
conformismo que está a punto de subyugarla.
El
Mesías no viene únicamente como redentor; viene como
vencedor del Anticristo. El
don de encender en lo pasado
la
chispa de la esperanza sólo es inherente al historiador
que
está penetrado de lo siguiente: tampoco los muertos
estarán seguros ante el
enemigo cuando éste venza.
Y
este enemigo no ha cesado de vencer. ...”
WALTER
BENJAMIN
“Tesis
de Filosofía de la Historia” (1940)
El “Chacho” Manauta
escribió el cuento “El nombre” en 1985. Este relato fue
publicado con el título “Voyage du sud”, en francés - “Viaje
al Sur” - como parte de un libro compartido entre escritores
argentinos y canadienses, en Quebec, en 1989. El autor lo incluyó
después en “Colinas de Octubre”, volumen difundido por la
Editorial de Entre Ríos en 1995 tras otorgarle el Premio Fray Mocho
dos años antes. El relato comienza con los gauchitos saliendo del
prostíbulo -no aparece este concepto, pero queda claro lo que
hacían- de la Juana Bogado. El duro realismo del autor da paso
después a la historia de un cocinero subalterno. “Nimuendajú”
es el nombre en guaraní con el que el personaje indio -primero
denominado Yeheró- quiere bautizarse antes de morir. Para nosotros,
“Nimuendajú” es la contraseña decisiva de Manauta. El escritor
le hace decir al Mayor Ponciano Alarcón, su gran personaje
microhistórico, que lo que sabe del idioma guaraní lo aprendió
-nada más ni nada menos- que de “Andrés Artigas”. Cuando el
Mayor le pregunta al nativo porqué eligió ese nombre, este le
contesta: “O marä´eÿ rä chupity ma va´e”. Con lo quiso
decirme, más o menos -explica Alarcón- “que él era el que ya no
podía sufrir daño, con ese nombre, y que ha alcanzado el estado
eterno, o más que eterno -me quiso decir- indestructible”.
Seguidamente, el Mayor habla
con el soldado Martín Flaco y hace una reflexión crítica
extraordinaria y profunda sobre las diferentes formas de bautizar y
sobre nuestra historia y nuestra cultura en general. Dice el viejo
miliciano federal:
“Nos han puesto un
nombre: a mí, Ponciano, y a vos, Martín. ¿Y qué quisieron decir
con eso nuestros padres?. Nada, Martín, nada.
Entre nosotros, dicen que
el bautismo borra el pecado original. Pero yo no me engaño. Debieran
decir el pecado que cometieron nuestros padres al concebirnos. Entre
los guaraníes, lo profano es sagrado, y todo se vuelve distinto. No
se apunta al pasado, cercano o remoto, sino al futuro del que
bautizan. De niños les ponen un nombre provisorio. Después cuando
el hombre es consciente, él mismo se lo cambia. Entonces, el nombre
se convierte en un pedazo del alma del poseedor, en un
comprometimiento. Hombre y nombre se identifican y forman un todo
inseparable. Esto me lo explicó una vez Andresito. Y más adelante,
enfermo o herido en el combate, cuando se han agotado todos los
recursos para salvar su vida, se apela al último, cambiarle el
nombre. El moribundo, con esa nueva dote, hasta cierto punto empieza
a ser otra persona. Y eso fue lo que quiso Yeheró -y agregó con
todo desparpajo, como si él mismo se hubiese vuelto de repente un
infiel-: sí que nos valdría. Ahora seríamos indestructibles, y tal
vez transparentes, y esos porteños no nos verían el pelo ni de
cerca...”
Andresito
LECTURAS CON FE
“…Indicios
mínimos han sido considerados, una y otra vez,
como
elementos reveladores de fenómenos más generales:
la
visión del mundo de una clase social, o bien de un
escritor,
o de una sociedad entera”
CARLO
GINZBURG
“Señales.
Raíces de un Paradigma Indiciario”
En diciembre de 2014, el
hermano presidente boliviano Evo Morales recibió el Doctorado
Honoris Causa en la UNER. Su visita se generó en el marco de la
costosa y discutida Cumbre del Mercosur en Paraná. Muchos de los que
aplaudieron eran los mismos que habían aplaudido la mentada
reactivación ferroviaria y otros sueños playeros y cosecheros.
Alguien tuvo la muy buena idea de regalarle al líder indígena y
socialista un ejemplar de los Cuentos Completos de Manauta. ¿Habrá
podido leer “El nombre”? ¿Podremos bautizarnos todos un día en
la pascua política del Buen Vivir que la propia constitución
boliviana reformada promete?.
Evo hojeando al Chacho
Antes
de “El nombre”, Manauta había citado un capítulo bíblico para
comenzar sus “Disparos en la calle”. Esa otra fe profunda se
presentaba como introducción a un libro que comenzaba con el cuento
“Las tierras del Mayor”. Un cristianismo social y solidario se
refleja en esas páginas sagradas: “Y la
multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y
ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que
tenían todas las cosas en común. Y con gran poder los apóstoles
daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante
gracia era sobre todos ellos.
Así que no había entre ellos ningún
necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las
vendían, y traían el precio de lo vendido,
y lo ponían a los pies de los apóstoles; y
se repartía a cada uno según su necesidad” (Hechos IV,
32-35). Los criollos fuertes de espíritu parecen siempre superar las
necesidades y compartir lo poco que tienen: el drama es que todavía
no han encontrado a los apóstoles que repartan todo con justicia.
Probablemente
no haya sido casualidad que ese gran cuento de Manauta haya sido
leído, valorado y publicado en Quebec. Esa provincia canadiense,
francófona en un país mayoritariamente angloparlante, ha
desarrollado batallas soberanistas y federales tan fuertes como las
nuestras. A una parte de su literatura contemporánea la discuten
como “la novela de la tierra”. Podría ser una caracterización
que también le demos a la nuestra. De esos lares es el Prof. Charles
Taylor, un imprescindible filósofo de nuestro tiempo. Las obras de
Taylor tratan de tender puentes entre fe y razón, ilustración y
comunitarismo, pensamiento y acción política, soberanías
particulares, federalismo, multiculturalismo y democracia. Si la
pretendida república argentina se fundó con lecturas muy
particulares de Rousseau o de Hamilton y Madison -otros se han
fanatizado hasta el sadismo insaciable con Adam Smith-, hoy debe
refundarse leyendo y discutiendo, entre otros, a Charles Taylor.
Taylor, Alejo Peyret, Marcos Sastre y las Instrucciones artiguistas
de 1813 podrían ser un buen punto de partida.
Manauta
se definía como jordanista pero no como antiurquicista. En eso
intentaba ser coherente como entrerriano. La memoria federalista late
en sus personajes. “La idea federal tendría mucho que
agradecerles” dice profundamente en “Las doradas colinas de
octubre” ( del libro “Colinas de Octubre” de 1995), hablando de
esos valientes y sufridos gauchos en retirada. La soberanía
provincial y el federalismo eran cuestiones sagradas para ese pueblo
que lo dio todo en la lucha. En “Forajido” (también de
“Colinas”), la protagonista es Dolores Puig, la mujer del ex
gobernador detenido López Jordán. Olivia Reinhardt y Guille Lugrin
incluyeron el personaje manautiano de “Bita” (del libro “El
llevador de almas”, de 1998) en su excelente obra de teatro,
“Jordán, un pueblo en armas”, que el Grupo Candilejitas presentó
en 2018. Bita discute fuerte con el caudillo en esta obra. En la era
del Ni Una Menos y de los pañuelos verdes en movimiento, “Bita”
es releída por Reinhardt y Lugrin como contraseña para volver a
pensar el rol de la mujer en nuestra historia federal y para repensar
al propio Manauta, que no era de darle mucha independencia a la mujer
en sus escritos, reflejando como hemos dicho una época, sin forzar
alternativas en este sentido. ¿Corregiría hoy sus relatos el
Chacho?.
La
literatura de Manauta espera nuestras lecturas y nuestras relecturas.
Ahí está la picardía de “Diana” en su visita y la paradoja de
“Hablando con el perro” ( en “Cuentos para la dueña
dolorida”), el mano a mano entre el paisano y “el tigre” ( de
“El llevador de almas”) -los chicos de la Villa 31 visitaban al
escritor para hablar de ese cuento-, la simple belleza de “Mi
pueblo en tres estampas” (en los “Relatos Breves”, en la
edición ampliada de los Cuentos por la UNER) , la divertida y
preocupante historia de “El aquelarre” (incluida en “Los
degolladores”), y esas narraciones inconclusas -incorporadas en la
2da edición que la EDUNER hizo de los Cuentos en 2014- que el Chacho
dejó abiertas, como “La vuelta del guacho”, cuya alma vuelve a
su pago en una bolsa traída por Jacinto Galarza o “La mujer del
administrador”, que comienza con un “cuando ella entró, se me
estancó la respiración”. Quizá los docentes, los estudiantes y
los lectores puedan pensar la o las formas de continuar esos relatos,
usando creadoramente las contraseñas que nos dejó el Chacho
Manauta.
Prof.Mauricio
Castaldo
María
Grande, Entre Ríos
NOTAS:
Nuestra primer lectura de los cuentos de Manauta fue realizada en la
1ra edición de los mismos por parte de la EDUNER en 2006. Gracias a
nuestro compañero Diego López, accedimos a la 2da edición
ampliada, en la que basamos buena parte de estos apuntes: ver JUAN
JOSÉ MANAUTA, “Cuentos Completos”, 2da edición
ampliada y comentada, Paraná, EDUNER, 2014, con introducción de
Sergio Delgado y Federico Bibbó y una impecable cronología escrita
por Gustavo Esteban Martínez. La edición de sus poemas también
bajo la dirección de Sergio Delgado, en J.J.MANAUTA, “Poesía
Completa”, Paraná, EDUNER, 2015. Una versión digital de “Las
tierras blancas”, en
http://www.autoresdeconcordia.com.ar/articulos.php?idArticulo=455
. Lo mismo para el poema “El paisaje y el hombre”, en
http://www.autoresdeconcordia.com.ar/articulos.php?idArticulo=1029
. El referente de los movimientos sociales que volvió a plantear la reforma agraria es Juan Grabois. Su propuesta puede leerse en "Grabois propuso una reforma agraria y redistribuir la tierra", Diario El Cronista, BsAs, 3/9/2019, en https://www.cronista.com/economiapolitica/Grabois-propuso-una-reforma-agraria-y-redistribuir-la-tierra-20190903-0034.html . Las palabras del ambientalista argentino, en "Bruno Rodríguez, el joven argentino habló junto a Greta Thunberg en la ONU: "No veremos cambios sin lucha", Diario Tiempo Argentino, 21/9/2019, en https://www.tiempoar.com.ar/nota/bruno-rodriguez-representante-argentino-en-el-evento-contra-el-cambio-climatico-en-la-onu-no-veremos-cambios-sin-lucha . Valiosas notas sobre Manauta pueden leerse en el archivo digital
del diario Página 12 de BsAs; por ejemplo, ANGEL
BERLANGA, “El Río del Futuro”, 5/5/2013,
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-5018-2013-05-05.html
, WALTER LEZCANO, “He vivido Entre Ríos”,
28/6/2015, en
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-5621-2015-06-28.html
, SILVINA FRIERA, “Un radiógrafo de la sociedad
argentina”, 25/4/2013, en
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/4-28469-2013-04-25.html
. Sus poemas “El paisaje y el hombre” y “La hora
dulce”, en
https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2016/12/juan-jose-manauta-19708.html
. La “Zamba del Lino”, versión de MARINA LUPPI con
la voz de Manauta, en https://www.youtube.com/watch?v=NI0HUXrIEvk
. Un buen análisis de la literatura de Manauta en el marco de la
historia política y cultural argentina realiza PABLO EDMUNDO
HEREDIA en “La Nación popular. Modelos políticos de
revitalización de las culturas regionales (Renovación narrativa y
representación discursiva. 1945-1976)”, Archivo del Cervantes
Virtual, en
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-nacion-popular-modelos-politicos-de-revitalizacion-de-las-culturas-regionales-renovacion-narrativa-y-representacion-discursiva-1945-1976/html/d78902ec-d5a1-11e1-b1fb-00163ebf5e63_3.html#I_0_
. Una mirada a la obra de Manauta junto a la del escritor brasileño
Graciliano Ramos hace FLORENCIA ROMINA VITERBO en
“Determinismo y denuncia en las periferias argentina y
brasileña: Las tierras blancas de Juan José Manauta y Vidas secas
de Graciliano Ramos”, BsAs, Octubre-Noviembre de 2008, I
Jornadas Internacionales de Investigación y Debate Político,
http://www.razonyrevolucion.org/jorn/PONENCIAS%20EN%20PDF/Mesa%2018/Ponencia%20Ramos-Manauta.pdf
. La farsa de la reactivación ferrocarrilera provincial en “El
fin del tren: Otro ejemplo del gran teatro”, Diario El Entre
Ríos de Colón, 24/8/2017,
https://www.elentrerios.com/actualidad/el-fin-del-tren-otro-ejemplo-del-gran-teatro.htm
. Sobre Ginzburg y la microhistoria, ver ALBERTO MANGUEL,
“La asociación de ideas como técnica, Clarín, BsAs,
Revista Ñ, 29/11/2016,
https://www.clarin.com/ideas/ideas-tecnica_0_Hkw1rLdPQl.html
. Sobre el concepto de pasado práctico de Hayden White, ver
Vladimir López Arcañiz, “El pasado práctico”,
30/9/2015, en https://chs.hypotheses.org/275
. El “Tren Gaucho”, en
https://www.youtube.com/watch?v=fsmMFfnNZOo
. El libro de Scalabrini Ortiz, en
http://www.labaldrich.com.ar/wp-content/uploads/2014/04/Ra%C3%BAl%20Scalabrini%20Ortiz%20-%20Historia%20de%20los%20Ferrocarriles%20Argentinos.pdf
, el de Julio Irazusta, en
https://kupdf.net/download/peron-y-la-crisis-argentina-julio-irazusta-pdf_58cb30aadc0d606f13c34614_pdf
. ¿Quién puede seguir siendo inocente después de leer a Manauta y al hispano Juan Marsé?, se preguntan sartreanamente DANELA GIRAUD e IRENE de ANGELI (UADER) en su ponencia "Contextos socioculturales en España y Argentina durante la década del 50: dos miradas de denuncia y acción política", en https://www.academia.edu/14263943/Ponencia_comparada_2014._Giraud
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