La encuesta se realizó en homenaje a la
familia Gill Gallego
1-VILLA URQUIZA 21 DE MAYO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Quince estudiantes de ambos
sexos en la Escuela Agrotécnica de Villa Urquiza.
En
Villa Urquiza, al noreste de Paraná, la escuela agrotécnica y sus espacios
amplios en más de 70 hectáreas dieron un marco adecuado para el diálogo con
estudiantes sobre la relación del ser humano y la tierra.
Casi
todos los entrevistados de sexto año admitieron alguna relación con el trabajo
campesino, además de la que promueve la institución educativa. Se referían
principalmente a abuelos y abuelas, o algún tío. Sin embargo, sólo un par podía
esperar una pequeña parcela heredada, donde desarrollar sus proyectos.
Un
estudiante explicó que su abuelo fallecido tenía ocho hectáreas y ocho hijos, y
la mamá del estudiante debía repartir una hectárea con sus hijos, de modo que
las posibilidades de trabajo se reducían con suerte a media hectárea.
Se
mostraron agradecidos por las enseñanzas no sólo de profesores sino de vecinos
que asisten al establecimiento para contar experiencias. “Fue una suerte que
eligieran a nuestro curso para traer a don Panito”, dijo una estudiante, en
referencia a una visita para aprender la elaboración artesanal embutidos.
Recordaron que el vecino les explicó que las carneadas se hacían de modo
comunitario.
Concluida
la encuesta, se vio a los alumnos pelando y cortando frutas para elaborar dulce
de mamón. Otros, en la quesería. La escuela tiene un tambo de 20 vacas en
ordeñe. Allí es ya famoso el dulce de leche casero.
Los
profesores recordaron que hace veinte años la escuela logró reunir sesenta
tambos pequeños y medianos, para buscar precio en fábricas que pagaban mejor
por cantidad. De esos 60 tambos hoy queda sólo uno: el de la escuela. El
panorama en ese rubro es desolador, en la economía familiar.
Y
en otros rubros no es muy distinto. Los profesores recordaron que hay escuelas
con cien años de vida en Villa Urquiza que
funcionaban a pleno en la zona rural y hoy reciben muy pocos alumnos,
debido al éxodo.
Los
estudiantes señalaron las diferencias entre la vida rural y urbana. Una chica
que vive en un barrio de Paraná admitió que sus vecinos y compañeros de la
ciudad se burlan cuando ella comenta, por caso, que estuvieron ordeñando vacas.
“Se ríen, no les va. Les parece raro… en la ciudad mis compañeros piensan a lo
grande, médico, abogado, policía, no piensan en la producción”.
También
dijeron que los abuelos que se fueron del campo a la ciudad “hoy están más
cómodos”, aunque siempre quieren hacer una huerta o algo vinculado a sus
oficios.
Algunos
estudiantes confesaron que eligieron la escuela agrotécnica porque no se
sienten a gusto en los edificios apretados. “No me gusta el cemento, prefiero
un lugar abierto antes que el encierro”, se escuchó. Otro confesó que en otra
escuela urbana sentía una suerte de discriminación. “Ahí no hay respeto”,
apuntó.
En
una recorrida por la escuela, se los vio caminando en grupos, conversando, y
tomando mate.
Cuestionario.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la
chacra, el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo,
los usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
-En un principio respondieron que los
conocimientos que tenían los aprendieron en la escuela. Allí está a la vista
que encaran diversos oficios. Pero poco a poco fueron recordando que con sus
padres y abuelos sabían de caballos, huertas, vacas, vida campesina, incluso
uno con familia en Paraguay y Formosa dijo que su abuela le sugiere que aprenda
sobre plantas medicinales. El joven que más practica la huerta aclaró que todo
lo hacen a pala, sin máquinas. Hablaron de tomates, zapallos, pimiento,
aromáticas… Uno contó que suele viajar a la casa de un tío de donde salen a
pescar.
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en
la zona que conocen?
-La mayoría delos jóvenes proviene de
familias vinculadas al campo que hoy viven en zonas urbanas. Pero para nuestra
sorpresa, estos jóvenes no dieron mayores testimonios sobre el éxodo, ni
mostraron una inquietud específica sobre este flagelo. Algunos apuntaron que en
sus zonas hay casas nuevas porque gente de Paraná por ejemplo, vive allí. (Nos
queda la impresión de que el éxodo más notable ocurrió aquí en tiempo de sus
padres y abuelos). En un caso, la familia debió dejar el tambo porque quedó
rodeado de casas y había quejas de los vecinos.
3-¿Cómo participan las comunidades de esa
zona en la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?
-El origen es el supermercado. Pero
varios comentaron de huertas de su
familia.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno
de la protección o la contaminación del ambiente?
-La mayor preocupación se dio en torno de los
basurales en los arroyos, o los fluidos de alguna industria hacia los cursos de
agua. En un principio no señalaron el sistema de agronegocios con herbicidas e
insecticidas entre sus inquietudes por el ambiente.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes
trabajando en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa
posibilidad para el futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los
impide?
-Todos por unanimidad se mostraron decididos
a encarar actividades en relación con la tierra.
6-En el supuesto de que decidieran hacer
huertas en la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros
servicios y herramienta? ¿Y para el intercambio o el comercio de los
productos?
7-¿Qué servicios consideran fundamentales
para arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría
tener vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos
para emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades
individuales?
-Aquí mostraron una mirada crítica sobre la
sociedad actual, que calificaron de individualista, y notamos un particular entusiasmo a la hora de
hablar de emprendimientos comunitarios. No salió
espontáneamente de los jóvenes la idea del trabajo comunitario, asociativo. Sin
embargo, cuando se los interrogó sobre esa alternativa se mostraron muy
dispuestos, y dieron vuelo a sus inquietudes solidarias, de vida en común.
“Hoy
no importa el que está al lado. A mí me
gustaría compartir, pensar en los demás, preferiría algo con todos juntos”, es
la frase que resume todas las expresiones. Dijeron que en la escuela hacen todo
en grupo. “Cuando alguien no quiere lo convencemos”, apuntó una alumna.
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la
vida en los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida
rural, ¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
-Si bien algunos admitieron que sus abuelos
viven más cómodos en el barrio, en relación con su vida anterior en el campo,
todos prefieren la vida campesina.
10-¿En qué rubro trabajan actualmente
(ustedes o sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por
algún motivo recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el
suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué
herramientas aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas,
tambo, gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas,
textiles, trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos,
herramientas, comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)
-Inesperadamente
se volcaron casi todos por la apicultura. Es cierto que estudiaron y
practicaron el trabajo con abejas en los últimos meses, es lo que tienen más
fresco. En el momento de la entrevista se empezaban a interiorizar en torno del
tambo, más adelante tratarán la producción de aves. Notable la variedad de
oficios que aprenden allí.
Palabras de Pedro Aguer luego de la
entrevista: “El amor en el corazón tiende las manos hacia
la solidaridad. La imaginación y el amor constituyen el poder para la creatividad
y la realización. Porque en ellos reside lo que probablemente sea lo único
verdadero en el camino del bello vivir y del buen convivir en libertad entre
los seres humanos en armonía con la naturaleza. Ayer en la escuela Agrotécnica
de Villa Urquiza pudimos sentirlo al escuchar a los alumnos y docentes
desarrollando sus tareas compartiendo el saber y el aprender como si nada.
Respiramos el aire y disfrutamos del paisaje de la naturaleza en perfecto
ensamble y la alegría del orgullo sano que contagia la satisfacción del deber
cumplido”.
Los jóvenes
mostraron un auténtico espíritu de trabajo, estudio y comunidad.
Cómo hicimos la
Encuesta:
1-Nos presentamos,
presentamos a la JAPL y las demás organizaciones, leímos algo de los
fundamentos de la Encuesta y explicamos algunas de las inquietudes. Por qué una
encuesta, qué interpretamos por el buen vivir, la armonía del ser humano con su
entorno, el comunitarismo, los problemas del desarraigo y el destierro...
Luego conversamos,
motivados por preguntas que llevamos escritas y que no leímos en el mismo orden
porque preferimos dejarnos llevar por el diálogo, y los interrogantes que
aparecían en forma espontánea. Nos ayudó mucho la presencia de dos profesores
(uno ingeniero agrónomo, el otro veterinario).
Terminado el
trabajo, dejamos copia de los fundamentos de la encuesta y los directivos de la
escuela nos invitaron a recorrerla. Decenas de jóvenes pelando y cortando
frutas para hacer dulce de mamón, quesería.
Si a estos jóvenes
les dan tierra y oportunidades, serán trabajadores de primera, preparados,
solidarios, decididos.
-0-0-0-
2-LARROQUE 7 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Reunión
de vecinos de barrio obrero organizado en Larroque.
Los vecinos de este barrio situado en el límite
urbano de Larroque están organizados desde que comenzaron a reunirse en pro de
la construcción de sus casas. Son empleados de dos importantes industrias
locales. Pudieron decidir en conjunto aspectos importantes en el diseño de sus
casas y en el uso de los espacios.
Nos encontramos con ellos durante una choripaneada
familiar, tuvimos oportunidad de sumarnos a los juegos de los chicos y a la
conversación informal que caracteriza estos encuentros. Se congregaron unos 15
adultos que evidenciaron un trato fluido y ameno entre ellos, hasta que se
formó una rueda de charla más formal alrededor de la mesa (antes de comer).
Nos presentamos todos, expresando situaciones
personales familiares e intereses y en un principio la conversación se encaminó
con naturalidad por lo que los centros de interés de la encuesta se fueron
respondiendo en un orden diferente al pautado. Sólo sobre el final hizo falta
explicitar algunas preguntas que no habían tenido comentarios anteriores.
Se consideran ellos mismos como guardianes de la
naturaleza. Llevaron adelante huertas comunitarias en la etapa de
construcción de las casas y si bien ahora la actividad hortícola ha decaído hay
varios vecinos que la continúan en sus propios terrenos. Decidieron arbolar
las banquinas con variedades frutales (naranjos, mandarinas, manzanas,
duraznos, ciruelos, limoneros) mezclados con los ornamentales (aguaribay,
lapacho, etc), no sin cierta resistencia de algunos que pronosticaban peleas
por las frutas. Varios limoneros y manzanos ya han dado sus frutas y los
pronósticos no se cumplieron. Estas actividades generaron un gran entusiasmo,
una buena relación interfamiliar, instancias de capacitación y una muy buena
motivación para reunirse y organizarse y “un gusto personal de hacer algo por
nosotros mismos y poder enseñarles a nuestros hijos”.
Como su ubicación geográfica es cercana a una cuenca
de desagüe pluvial aún natural y con un interesante espacio visual, han
solicitado al municipio local que impida los loteos de terrenos ubicados en el
interior del arroyo con el objetivo de evitar futuras inundaciones y preservar
el paisaje lo que ha tenido buena acogida de parte de las autoridades.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales,
la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las
plantas? ¿Dónde los aprendieron?
La gran mayoría recuerda hacer huerta desde pequeños con sus padres o
abuelos… “en cualquier pedacito de tierra plantábamos algo” y si bien reconocen
haber olvidado muchas cosas, también recuerdan muchas otras y piensan que con
un tiempo de práctica y alguna orientación profesional recuperarían las
olvidadas. Casi todos aportaron datos, que vienen de familia, sobre técnicas de
cultivos y usos de plantas. (orientación de los surcos de tomates, lo
imprescindible del limonero y de la albahaca, la barba de choclo, las hojas de
níspero, la manzanilla, la miel, lo fácil de tener perejil, orégano, acelga,
cebolla de verdeo, etc.)
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
Queda muy poca gente viviendo en el campo aunque muchos viven del campo,
pero se prefiere vivir en el pueblo… “la gente buscó la comodidad”. Se acortan
las distancias, se sale cuando quiere, se evita el aislamiento, se accede más
fácil a la tecnología.
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es
el origen de los alimentos que consumen?.
Piensan que mucha gente tiene aún al menos una pequeña huerta en el fondo
de su casa, o una maceta con perejil, aunque sea como pasatiempo, pero son
conscientes de que casi todo el alimento vienen de afuera, y desde lejos, y que
se han perdido las quintas y huertas tradicionales de la zona a donde iban los
pobladores a proveerse. Entienden que hay una nueva generación de chicos que no
saben (ni les interesa) de donde salen los alimentos ni como se producen.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la
contaminación del ambiente?
En parte este punto se trató al hablar de una de sus preocupaciones
fundamentales como barrio que es evitar los asentamientos en los bajos del
arroyo, pero además se enumeraron otras situaciones como las fumigaciones con
agrotóxicos aún dentro del pueblo y a pesar de las prohibiciones. La
proliferación de perros sueltos o sin dueño.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo,
en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les
interese ese camino, ¿qué se los impide?
Algunos manifiestan dudas al respecto, basados en que hoy se busca más la
comodidad, que se han perdido conocimientos y costumbres, en que se valora poco
la relación con la tierra, “se cena mirando la tele”… la huerta sí como
entretenimiento, pero no como forma de vida. Otros en cambio piensan que sí
sería posible, que habría mucha gente dispuesta a vivir en un campo de su
producción, unos pocos manifiestan que estarían dispuestos a hacerlo. Muchos
manifiestan que ven un cambio de mentalidad en la gente, que “se están dando
cuenta”, que se está abriendo al cambio, concientizándose. El mayor impedimento
sería la falta de tierras disponibles y la falta de formas de comercialización
de los productos con las cuales ponerse
más o menos a la par de las grandes cadenas mayoristas.
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas
hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para
el intercambio o el comercio de los productos?
Creen que con menos de una hectárea sería imposible, algunos piensan en 4
Ha. les permitirían tener algunas ovejas o cerdos. Y siempre y cuando haya un
plan de mercados locales y formas de mejorar la competitividad frente a los
hipermercados.
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos
pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto
construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos
comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
Estas dos preguntas fueron respondidas como parte de la realidad de la
comunidad. Todos tienen vivienda propia por un plan del Estado Nacional que los
involucró en la toma de decisiones y una intensa vida comunitaria donde están
muy contentos de vivir.
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles
los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos?
¿O les da lo mismo?
La mayoría piensa que Larroque es un pueblo con mucho de rural, en el
estilo de vida, en el uso de los tiempos (aunque aceptan que “se vive a mil”),
en el empleo de los espacios, por eso no ven mucha diferencia, más allá del
aislamiento que significa vivir en el campo por el estado de los caminos
rurales. En este barrio se ve todo positivo debido a la manera en que se
generó, “se lo vio crecer”… hay muchos chicos, que pueden jugar con mucha
libertad porque hay mucho espacio. El único aspecto negativo que se menciona es
la abundancia de perros callejeros.
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les
gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad
de realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo
primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían?
¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas,
agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e
industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas,
otras posibilidades, etc.)
(Está contestada entre
las anteriores)
-0-0-0-
3-LARROQUE 8 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos
de 6to año (último del secundario) de Colegio público de administración privada
con orientación en ciencias sociales en Larroque.
Nos encontramos con un grupo de más de 20 jóvenes de
entre 16 y 18 años y su profesora en un ambiente dinámico y bien dispuesto para
el diálogo, la mayoría proveniente de familias campesinas, algunos de ellos
incluso con la experiencia personal de haber colaborado con tareas del campo y
en algún caso muy particular se hizo notable una inclinación casi pasional por
las tareas rurales y el paisaje campesino.
Fueron unánimes en considerar a Larroque como un
pueblo casi rural con mucho espacio verde,
terrenos libres (de construcción), gallineros cercanos, paisaje rural,
rodeado de arroyos, tierras cultivables, etc. “lugar privilegiado”. “paisaje
maravilloso”.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales,
la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las
plantas? ¿Dónde los aprendieron?
La gran mayoría manifiesta conocer sobre la producción de carnes bovinas y
ovinas, donde y como, sobre la producción avícola y cerealera, algunos por
haberlo visto en su familia y otros por haberlo estudiado en el colegio. Saben
de los extensos recorridos que realizan
las frutas y verduras para llegar desde las zonas de producción hasta
nosotros. Conocen a algunas familias que tradicionalmente se dedicaron a la
producción hortícola en Larroque y algunos pocos saben que sus mayores aún
suelen ir a las quintas a buscar frutas.
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
Muchos piensan que sus familias se “vinieron” al pueblo por la educación de
sus hijos y por la salud… la cercanía de los colegios y los centros de salud
fue determinante en varios casos, pero también las facilidades que ofrece el
pueblo, el mercado, los boliches, las reuniones de amigos etc. El estado de los
caminos rurales también es un factor influyente.
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es
el origen de los alimentos que consumen?.
Está desarrollado en la primera pregunta, pero agregan que la calidad de lo
que se produce en casa es mejor... “el sabor, el color, la semilla, el olor…
todo es distinto”.
Reconocen que la mayoría de la gente no tiene interés por la producción o no lo
ven como prioritario… “Prefieren gastar plata y no tiempo” fue una frase
escuchada haciendo referencia a la comodidad del mercado en cada cuadra con
frutas y verduras de todas las estaciones, donde se usa dinero y la actividad
en la tierra donde se invierte tiempo.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la
contaminación del ambiente?
La deforestación, las fumigaciones, la falta de un parque industrial
(industrias sin control y muy cercanas al pueblo que generan olores
insoportables y tóxicos), la falta de planificación urbana y el negocio
inmobiliario, el desconocimiento y la ignorancia; se prioriza la posibilidad
económica antes que la salud. (los terrenos son baratos en las zonas inundables
o cercanas a una industria contaminante, de lo contrario tienen precios
inaccesibles) “Se juega con la necesidad” de la gente de tener un trabajo o una
vivienda.
Ven como muy importante el tema de la casa propia, como un proyecto personal o
familiar, como un legado para los hijos, aunque lo consideran inalcanzable.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo,
en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les
interese ese camino, ¿qué se los impide?
La mayoría piensa que hay gente con conocimientos y ganas de producir para
abastecimiento del pueblo pero creen que la gente no iría a comprar a las
quintas. “Si uno quisiera hacerlo en casa no tendría lugar”. No se ven (salvo
algunos casos puntuales) trabajando en producción agrícola u hortícola. Piensan
que los estudios (extendidos más allá de los 20 años de edad) los alejan del
contacto con la producción y después no se quiere o no se puede volver. Sin
embargo la mayoría acuerda en que si tuvieran que hacerlo los impedimentos
tendrían que ver con el espacio, no con los conocimientos, a los que suponen
volverían fácilmente de la mano de algún padre/madre o abuelo/a. Las cuestiones
legales serían otro impedimento, porque según expresan no ven que el país (las
disposiciones de los gobiernos) apuesten a desarrollar la industria nacional y
mucho menos las producciones locales.
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas
hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para
el intercambio o el comercio de los productos?
Aquí se desinteresan un poco del diálogo, algunos vuelven a insistir con la
casa propia, algunos piensan en más o menos una manzana (1 ha), algún otro
expresa la necesidad de campañas o acciones que movilicen a la población a
querer adquirir los productos de la huerta local. Pero el diálogo se agota.
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos
pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto
construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos
comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
Aquí es donde se insistió en la necesidad de un planeamiento urbano a largo
plazo, de la importancia que le dan a la casa propia, que muchos prefieren
gastar dinero y no tiempo. La mayoría de los presente dice que no se imagina a
si mismo/a produciendo o trabajando en el campo en el futuro, son pocos los que
manifiestan alguna duda al respecto
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles
los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos?
¿O les da lo mismo?
La cercanía de todo lo que parece que necesitamos, escuela, médicos,
mercado, diversiones, amigos, servicios,
etc. hace que se prefiera la vida de pueblo. Aún aquellos pocos que piensan que
podrían producir alimentos si se dieran las condiciones, dudan de poder dejar
estas cosas que consideran comodidades del pueblo.
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les
gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad
de realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo
primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían?
¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas,
agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e
industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas,
otras posibilidades, etc.)
(Está contestada entre
las anteriores) (y si no está es porque, no se contestó).
-0-0-0-
4-LARROQUE 8 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello
y buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos
de 6to año (último del secundario) de Colegio público estatal provincial con
tres orientaciones diferentes: Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y
Economía, en Larroque.
Nos encontramos con un grupo de unos 15 jóvenes de
entre 16 y 18 años con una docente que se prestó a acompañarlos, en un ambiente
más bien reservado, algo (aparentemente) desconfiado sobre nuestra presencia en
el lugar (debido quizás, a que los encargados no habían tenido la delicadeza de
informarles previamente que se
realizaría esta reunión). Tal vez por lo mismo no encontramos (salvo en dos o
tres chicos) una buena disposición para
el diálogo.
La mitad de los presentes o algo menos manifiesta
provenir de familias campesinas, pero casi todos dan a entender que no saben
nada del campo, su forma de vida o la producción de alimentos, sólo una chica
expresa la experiencia personal de haber colaborado con tareas del campo y su
gusto por hacerlas. No obstante ello, la mayoría (entre quienes logran expresar
una opinión) cree que Larroque es un pueblo con mucho de rural.
Ante la pregunta inevitable y textual sobre si
sabían de donde vienen los alimentos que consumimos, ninguno respondió.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales,
la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las
plantas? ¿Dónde los aprendieron?
Esta respuesta se desarrolla en la introducción, con el agregado de que,
casi todos los que opinan, son conscientes de que existen diferencias de gusto
y calidad que hacen preferible a un producto de huerta sobre uno de verdulería,
y al mismo tiempo indican que “no elegimos bien lo que comemos”.
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
No hubo opiniones
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es
el origen de los alimentos que consumen?.
Está desarrollado antes. No participan y parece no interesarles participar.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la contaminación
del ambiente?
La contaminación: se nombran empresas que, ellos entienden, son
contaminantes y están en medio de la ciudad como “Villa” (fábrica de
acumuladores de plomo) y “Globoaves” (incubadora de pollos).
Los olores desagradables del frigorífico de aves (tratamiento de plumas y
deshechos). La falta de control del cumplimiento de las ordenanzas… “el vecino
no puede fumigar pero lo hace igual”.
La falta de previsión en el desarrollo urbano… “no se pensó en evitar que se
hicieran casas tan cerca de las fábricas”.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo,
en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les
interese ese camino, ¿qué se los impide?
La gran mayoría no se ve a sí mismo/a en el trabajo de producción primaria
de alimentos, si tal vez en la elaboración (varios podrían ser ‘chef’). No
irían a trabajar en el campo “salvo que no te quede otra”. “Es más fácil gastar
más que trabajar más” Una sola chica ve como posibilidad para sí misma vivir
del trabajo en el campo.
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas
hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para
el intercambio o el comercio de los productos?
En este punto se miran sin saber qué decir. Uno arriesga que con media
hectárea pondría 2 galpones de pollos y usaría árboles frutales para la sombra.
Los demás hacen como un acuerdo tácito.
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos
pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto
construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
Sin Respuestas
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos
comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
No ven esa disposición. “En un barrio, si tres plantan algo, los otros se
lo roban”
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles
los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos?
¿O les da lo mismo?
“Queremos vivir en el pueblo por comodidad”. Hacen mención al mal estado de
los caminos rurales, la cercanía de los mercados en el pueblo, uno manifiesta
que su familia se vino a vivir al pueblo por la escuela. Dicen que Larroque
tiene una vida tranquila, pero aceptan que antes lo era más aún, “cuando éramos
chicos dormíamos con las puertas abiertas, ahora ya no”. Mencionan el ingreso
de “la droga” como un problema actual serio… “roban por droga” dicen, y no ven
que haya acciones de las autoridades o de la comunidad para solucionar este
problema.
-0-0-0-
5-TABOSSI MARTES 12 DE
JUNIO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Polideportivo en localidad de Tabossi.
Encuesta realizada a tres docentes (dos profesoras y una maestra) del
departamento Paraná.
En torno de los conocimientos: lo básico
nomás, dijo una profesora, y lo que sé viene de mi casa.
Doy clases en Viale, de ciencias naturales en
quinto grado. Allí los chicos no tienen relación con la huerta o las aves. No
hay cultura campesina. No saben. Ni huerta ni vacas. No tienen vínculos con la
naturaleza, sólo por el germinador.
Otra: antes mi abuelo tenía eso pero ahora
no, se han perdido las costumbres. Ver una huerta en Viale es una excepción. Mi
sobrina suele ir con mi mamá a los frutales. Como nosotros nos criamos en el
campo, mi mamá conserva algunas plantas de frutas. Mi sobrina lo vive por su
abuela, pero no lo haría con mi hermana. Yo tampoco tengo, sólo algo en una
maceta.
Otra profesora: a mí me gusta enseñar, a
mi hija de 10 años le gusta y sembramos
morrones en macetas.
En nuestra generación (entre 30 y 40 años)
todavía tenemos experiencias de huertas, frutales, hoy en día eso es muy raro.
Una tercera docente: yo sé algo de la
naturaleza, distinguir los pájaros, pero mis alumnos no. Salvo uno o dos que
vienen del campo, los demás no, no saben.
En mi escuela hay un quiosco con papas
fritas, esas cosas. El chico que lleva algo de la casa recibe las burlas de sus
compañeros. Uno lleva queso y dulce y come adentro del aula para que no se le
rían. Del quiosco sí, de la casa no.
Los alumnos de mi escuela al principio
tomaban té, y les daba vergüenza pedir té con leche. Entonces un día empezamos
a darles chocolate con leche, mate cocido con leche o te con leche, sin más
opciones, y tomaron eso. Ahora no hay problemas.
Una docente: ahora veo más eso de cuidarse,
hay chicas vegetarianas, veganas, está un poco de moda.
Sobre el éxodo.
Mis padres vivían en Las Tunas. Se fueron
ellos y sus vecinos, porque no había trabajo. Se marcharon a Córdoba en los
años 80. Cuando volvimos, mi padre hacía changas, era alambrador, y recuerdo
que no podía conseguir empleado.
Hoy los hijos somos urbanos. Dos docentes, el
ex marido de mi hermana también es docente, y mi ex, policía.
Dijo una profesora: mis abuelos eran gente de
campo, y mi mamá también. Hoy vive en la ciudad.
Otra: mis abuelos eran campesinos, mis papás
también, y mis tíos. Pero la zona, en la colonia Centenario, se ha despoblado.
Se han marchado.
En el barrio de mi mamá han comprado terrenos
familias del campo, gente grande que se viene.
Mi tío tiene problemas en las rodillas, le
cuesta caminar, pero nadie lo saca del campo. Sus hijos están todos en la
ciudad. Él no encuentra quién le ayude.
¿Qué hacen los hijos? Son empleados, uno en
una tienda, el otro despachante en YPF.
Una: fuimos la última generación con
experiencia en el campo. Y no queremos volver.
Otra: a mí me gusta, pero no para ir a vivir.
Somos cinco hermanos y no vamos a volver a Las Tunas.
Pregunta 3 sobre alimentos.
Las docentes admitieron que compran en las
verdulerías, y poco o nada cultivado en la zona.
Una aclaró: yo sí compro leche de campo. Y
comentó que por Viale andan vendedores de leche, huevos, pollos de campo,
queso, por las calles.
Sobre la pregunta 8- posibles emprendimientos
comunitarios, las respuestas fueron similares: hoy es cada uno por su lado. No
imaginamos algo comunitario. Trabajamos
con el otro, pero hasta ahí nomás.
-Por ahí te metés en líos.
-La gente se ofende (dificultades para
emprendimientos colectivos).Va a llevar mucho recuperar ese espíritu
comunitario.
-Los gobiernos han ido rompiendo los grupos.
A la más pequeña diferencia no se puede continuar.
Sobre la pregunta 7 – vivir en el campo
-No. Textual: “no puedo visualizar mi laburo
en relación con el campo. No los veo compatibles”.
-A mí me gustaba el campo. No quería ir al
secundario pero mi abuela me decía qué vas a hacer en el campo…
-A mí me gusta la paz, la tranquilidad.
Querría algo (una casa) para estar y disfrutar. No para hacer tareas del campo.
-Claro, tendríamos que aprender mucho.
-0-0-0-
6-MARÍA GRANDE JUEVES 14 DE
JUNIO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Escuela Héroes de Malvinas, en la localidad de María Grande.
Encuesta realizada a seis docentes de colegios secundarios del
departamento Paraná.
Los docentes dan clases en Hasenkamp, El
Pingo, María Grande, María Grande Segundo, Antonio Tomás y Alcaraz.
Admitieron que tienen conocimientos que les
vienen de la casa, sobre la producción de alimentos, y ofrecieron algunos
ejemplos.
Mi papá siempre hizo huerta, criaba pollos.
La familia lo hacía. Yo misma tengo huerta en casa, frutales, ahora limones,
naranjas, mandarinas, un ciruelo que nació guacho. Ahora no tengo gallinas
porque se las comen los perros, dijo una entrevistada.
Tengo conocimientos, me crie en una zona
rural. Ganadería, agricultura, todo para el consumo de la casa. Yo soy docente, y hoy sigue la producción en
ese campo, pero ninguno de mis hermanos trabaja en el campo, delegan.
Otro caso: entre mis alumnos hay dos que
saben, vienen del campo, y sólo uno de ellos con familia propietaria.
Una tercera docente: mis padres tenían
huertas, gallinas. Yo soy profesora de economía y presenté un proyecto de
huerta en la escuela, luego de hacer una capacitación en el INTA. Allí hacemos
tomates, lechugas, acelga, rabanito, zapallo, y llevé incluso unas frutillas.
Son estudiantes mujeres y varones, todos muy entusiasmados, incluso nos
quedábamos más tarde, fuera de hora. Iban
con mate, galletitas, compartíamos. Hay una gran diferencia con las actividades
en el aula, se muestran más animados en la huerta. Después me mandaban fotos,
hacían canelones y los vendían para juntar fondos.
Apuntó que los alumnos comparaban la frescura
y la calidad de las verduras de su huerta con las compradas.
En mi escuela acostumbran plantar un árbol en
el sexto año, y se identifican con él. Mis alumnos eligieron una granada por
ejemplo.
Una cuarta docente trabaja en una escuela de
jornada completa con técnicas agropecuarias. Su casa paterna abarcaba media
manzana, allí tenían gallinas ponedoras, gansos, huerta, higuera, quinotos,
durazneros. Pero todo eso es pasado. Hoy no tiene patio, sólo algunas
aromáticas.
Preguntamos: ¿dónde quedaron esos
conocimientos de tus padres y tuyos? La respuesta: quedaron en mí.
En ese punto los docentes se explayaron sobre
el éxodo rural. Se reconocieron como la última generación en relación con la
producción propia de alimentos.
Mis papás venían de Sauce Pinto, vivían en el
campo, mis abuelos también. Esos
conocimientos no llegan a mis hijos y a mis nietos. ¡No conocían una gallina!,
se asombró.
Coincidieron en que, con diferencias, están
en un punto de desapego casi total en relación con las actividades campesinas.
Una docente aclaró que tiene alumnos que
conocen bien la actividad agropecuaria. Por ejemplo, una familia con cinco
hermanos que saben de gallineros y trabajan en el tambo. Otro caso, una familia
con cinco hijas mujeres y dos varones más chicos. Cuando terminan el
secundario, el papá las hace trabajar un año en el campo y después pueden
estudiar en la universidad o el terciario. Hacen tambo. Es un año de trabajo,
tienen esa disciplina y la aceptan.
Otro caso: nunca di clases en escuelas de
campo, sí en escuelas urbanas, incluso en Paraná. Soy de Hasenkamp. Me crie en
casa de mis abuelos, en el campo, con un monte enfrente. Ahora ese predio quedó
adentro del pueblo. Ese montecito desapareció por completo. Había un tajamar, y
también desapareció, fue rellenado. Ahí
ya no hay vínculos con el monte, con el tajamar, se perdió. Mis abuelos tenían
una manzana. Había cerdos incluso, huerta, todo lo que comían salía de ahí.
Cuando tenía seis años vivíamos con lámparas,
sin electricidad ni agua corriente.
Luego nos cambiamos y seguimos con la huerta. Hoy ya no, no tenemos
animales y no nos hacemos tiempo para cultivar algo en el terreno. Mis hijos
conocen muy poco de eso, pero aunque no trabajemos nosotros en eso, tienen
contacto a través de sus amiguitos.
Hasenkamp cambió mucho. Se urbanizó, se
trazaron calles, mi abuelo tenía una manzana, hoy los terrenos son de 10 por
30, no se puede tener gallinas, ni hablar de los cerdos. Molesta el olor, el
ruido. Incluso hay restricciones municipales y se han hecho multas por las
gallinas. Los terrenos son chicos para la producción, aún en familias que
conocen esas prácticas y por razones de espacio no pueden desarrollarlas.
Sobre la pregunta 2, el éxodo: mi suegro es
molinero y siempre dice que no queda nadie en el campo. Que antes había
boliches, bares, y hoy nada.
En el primer año, las autoridades de las
escuelas tienen que ver si habrá alumnos. Este año tuvimos ocho porque llegaron
mellizos. La matrícula es una preocupación.
Una profesora dijo que en un tercer año
tienen dos alumnos. Otra dijo que en sexto tienen dos. Ocurre en distintas
escuelas de la zona.
Una docente apuntó que en El Pingo sorprende
la cantidad de taperas, incluso algunas casas hermosas abandonadas. ¡Dios mío,
cada vez más gente se va!, fue el comentario con unas amigas, de visita en casa
de descanso.
La gente busca oportunidades. La gente grande
que queda tiene celular, y dos por tres llaman a la policía porque se ha sumado
un problema: la seguridad. Viene gente de otro lado.
Una profesora dice que donde está en su
mayoría son obreros, peones, no dueños de campos. La estancia contrata al papá
y trabajan todos.
Si no son dueños, el propietario no los deja
hacer quintas porque descuidan lo demás… esa es la excusa. Incluso viven en casa prestada. Eso no
arraiga.
Algunos no tienen luz eléctrica y en la zona
el agua es salada. No es como en otras
escuelas, donde los chicos llegan en camioneta.
Acá es a caballo, en bicicleta, y si no los busca la traffic del Estado,
no van a la escuela.
Interviene un profesor. Dice que buena parte
del folclore de proyección en la región está formada por canciones con
añoranzas sobre el exilio, recuerdos del paisaje, la tierra, la comunidad.
Nombra al acordeonista Alcides Muller que siente, dice, una deuda moral con
María Grande. Recuerda obras de Federico Gutiérrez que nombrar a las familias
del éxodo.
Todos apuntas anécdotas sobre bailes y
encuentros culturales de mediados del siglo 20, incluso con visitas periódicas
de Tarragó Ros. Dicen que María Grande Segundo es “un país”, pero con muchos
desterrados.
Hay bromas sobre la comunicación, sin
tecnologías, y se preguntan cómo se enteraban las familias de los bailes y
recitales.
Una profesora acota: pero volver al campo es
difícil.
Para los chicos del campo, hoy la escuela es
el lugar de encuentro con otros chicos. No hay clubes cercanos, las distancias
son largas. Las familias se llaman
“vecinos” aunque estés a mil metros del otro, tan distinto a la ciudad donde a
veces uno no conoce al de al lado.
Unos chicos les preguntaban hace unos días:
¿otra vez van a hace paro? En la ciudad, un
paro suele ser festejado por los alumnos.
Destacaron el esfuerzo de peones rurales para
acercar a sus hijos a la escuela. El papá que llevaba a sus hijos a caballo y
así cruzaba el arroyo Burgos crecido, y del otro lado los esperaba la traffic.
A veces los deja la traffic y caminan luego
una hora para llegar a sus casas.
Dijo una profesora: donde yo vivía con mis
padres había unas 15 casas, y hoy quedan tres.
Comentaron que un grupo de hacheros que vivía
en una estancia fue desalojado cuando esa estancia se vendió. Hoy esas familias
viven de la asistencia en un terreno fiscal.
Hicieron casitas tipo monoambiente. Allí se
encuentran incluso familias de pueblos originarios y están “muy mal” en la zona
de Alcaraz. Las casas no tienen aberturas, y les añaden extensiones de silo
bolsa. Todo muy precario, con letrinas.
Dijo una profesora: “cuando los visitamos en
una misión, a los chicos los vimos felices. Corrían, se reían, jugaban con las
cabras. Descalzos y sucios pero felices. Nos decían que si te internás más en
el monte hay otras casas así. Van a la escuela que está cerca, allí tienen un
comedor”.
Una profesora reconoció que algunos de esos
chicos recibieron maltrato en la escuela primaria. Discriminación y maltrato,
incluso físico.
Comentaron que esas familias podrían hacer
huertas, tener gallinas, cerdos, pero carecen de recursos y espacio. Incluso en
la estancia no eran dueños de nada.
Una profesora contó que un día fue a buscar a un alumno a la casa porque
no asistía: cuando vi dónde vivía, casi lloro. Silo bolsa, sin cama, nada. Sin
luz, sin heladera, sin agua corriente, con el padre alcohólico… y el chico
llegó a sexto año del secundario con promedio 9, fue abanderado.
Los chicos cuentan que cazan jabalí para comer.
En la casa, varios perros con ese fin.
Sobre el origen de los alimentos que los
mismos profesores consumen: casi todo de afuera, incluso las papas, el tomate,
las frutas. Algunos chicos tienen producción para el auto consumo. A veces los
docentes les compran huevos.
Las familias son solidarias. Cuando se
realizan reuniones para juntar fondos, el que tiene animales dona.
Una docente puso de relieve la diferencia
(que entendimos, de oportunidades) entre el que es miembro de una familia de
propietarios y el indigente.
Respecto de la contaminación: lo que más se
nota es la fumigación. Hemos visto que limpian los mosquitos en el arroyo. De
tanto en tanto se ven peces muertos.
Mis hijos iban a pescar, pero hoy no quedan
peces, y no es seguro tampoco.
En Hasenkamp hay quejas contra las cerealeras
que largan un polvillo. Sería la causa de muchas alergias.
Los docentes también hablaron de cáncer, pero
no abundaron en ello.
También apuntaron contra los minibasurales en
arroyos y caminos, con plásticos, bidones, e hicieron hincapié en el desmonte.
Esos chañares de antes ya no se ven, dijo una
profesora.
Lo que era monte tupido, hoy es soja.
Reconocieron que algunos papás no están
dispuestos a discutir el problema de los agrotóxicos o las cerealeras, a veces
porque son empleados.
A la pregunta 5 sobre el trabajo rural.: a
mis hijos los veo muy urbanos. Desde que falleció mi papá dicen que vendamos
(el predio que recibieron por herencia).
Los docentes vuelven sobre el tema de las
taperas. Hablan de un lugar cerca de El Pingo donde había tres taperas, dos de
ellas ya destruidas. La que quedó tiene un molino que sigue sacando agua pero
el señor que lo compró no tiene animales, usa la superficie para cultivar soja,
y tiró abajo una casa hermosa.
Una profesora recerda palabras de un abuelo:
mientras yo viva nadie toca ese monte, dijo.
-0-0-0-
7-LARROQUE 21 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos
del último curso de la Escuela Secundaria de Adultos (ESA), con orientación en Ciencias
Naturales en Larroque.
Nos encontramos con un grupo de unas 20 personas
entre jóvenes (18 años) hasta adultos jefes de familia con hijos en la escuela
secundaria, algunos de ellos originarios de otras regiones entrerrianas e
incluso de la Patagonia Argentina. Obreros muchos de ellos, otros hijos de
obreros. Un tercio de ellos relacionados directamente con el campo. Algunos
vivían y trabajaban en el campo hasta hace muy poco tiempo y unos pocos aún
siguen trabajando allí aunque vivan en el pueblo. Unos pocos asistentes no
participan activamente del diálogo que se hace fluido, animado y por momentos
caótico aunque con mucho humor.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales,
la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las
plantas? ¿Dónde los aprendieron?
En general manifiestan mucho conocimiento sobre el trabajo del campo, sobre
la producción de alimentos y sus procesos de almacenamiento, conservación y
transformación, así como también el uso medicinal e incluso sobre las
relaciones comunitarias, vecinales o asociaciones económicas tradicionales.
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
“Nadie quiere vivir en el campo”; “queremos lo más fácil y cómodo”;
“Vivimos un mundo materialista, cómodo y consumista”; “teníamos animales,
ovejas, caballos, pollos, ahora se arrendó para soja”… son algunas de las
expresiones textuales que logramos anotar. “En el campo donde yo ando se patean
los tarros de glifosato (SIC) por donde camines”; “Sembramos en campos
pelados”. Dicen que el trabajo de campo es esclavo en referencia a los horarios
extendidos, la falta de feriados, las responsabilidades no terminan nunca.
Trabaja toda la familia para un mismo ingreso económico; el pueblo permite que
el hombre y la mujer y aún los hijos mayores tengan su empleo, cada uno con su
salario. (Al comentario de un compañero sobre que él podría trabajar en el
campo, otro, que ya lo ha hecho, le responde con humor: “yo tengo una pala, te
la presto, no me la devuelvas”)
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es
el origen de los alimentos que consumen?.
Son numerosos los que comentan haber trabajado alguna huerta, un almácigo o
al menos algunas macetas con plantas aromáticas. Recuerdan que en el campo
trabajaba la familia, se ayudaban los vecinos, se hacían dulces y conservas
para aprovechar la producción sobrante; alguno menciona el entrojado de papas o
batatas o limones, con paja o con papeles; las carneadas en grupos de familias
o vecinos para elaboración de chacinados y su preparación para que duraran en
buen estado casi todo el año, etc. En Rio Negro (comenta una señora) nos
juntábamos varias familias para comprar al por mayor frutas de descartes y nos
reuníamos para fabricar dulces y conservas para todos.
Son conscientes de que ese trabajo ya prácticamente no se hace, que compramos
productos que recorren miles de kilómetros que se seleccionan y preparan
especialmente para la vista, que se maduran a la fuerza y han perdido hasta el
sabor, que se traen desde el Mercado Central de Buenos Aires o de Rosario ya
que Entre Ríos no lo tiene.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la
contaminación del ambiente?
Aquí se concentraron exclusivamente en el uso de químicos, con un vivo
debate entre algunos que los usan y defienden su uso y otros que los consideran
entre las peores cosas que le ha pasado al campo en los últimos años y algunos
que incluso manifiestan haber sufrido los efectos con deterioro para su salud.
“antes salían del pueblo al campo a buscar aire puro, ahora nos venimos del
campo al pueblo para que no nos envenenen”.
También se hace referencia a cierta falta de controles que permite la
comercialización de productos con tóxicos, carnes de animales enfermos o
recientemente vacunados o llenos de antibióticos u hormonas.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo,
en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les
interese ese camino, ¿qué se los impide?
En parte este tema ya fue comentado más arriba, sin embargo ante una
pregunta directa al respecto, muchos opinan que sí, que habría gente dispuesta
a trabajar la tierra aunque nos llama la atención que casi todos esperan alguna
especia de ayuda gubernamental para hacerlo.
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas
hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para
el intercambio o el comercio de los productos?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos
comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
Aquí hay opiniones dispares: desde quienes dicen que se puede tener perejil
en una maceta, que no se necesita nada,
otros que en cualquier pedacito de 2m por 2m se puede plantar lechuga, hasta
quienes entienden que para vivir de ese “laburo” habría que tener más de 1 ha.
Algunos incluso se muestran dispuestos a dedicarse a ello siempre que se reúnan
algunas condiciones que van desde contratos de compra del Estado, provisión de
semillas y herramientas, hasta garantías de ganancias económicas.
La mayoría coincide en que sería necesaria la formación de grupos de
intercambio, de trabajo o cooperativas de comercialización de los productos.
“Uno solo sería imposible” y aun así muchos opinan que es imposible competir
con las grandes empresas o cadenas comerciales.
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles
los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos?
¿O les da lo mismo?
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les
gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad
de realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo
primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían?
¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas,
agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e
industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas,
otras posibilidades, etc.)
(Están contestadas entre
las anteriores)
-0-0-0-
8-LARROQUE 27 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos
de 6to año (último del secundario) de Colegio público de administración privada
con orientación en Economía y Administración en Larroque.
Nos encontramos con un grupo de casi 20 jóvenes de
entre 16 y 18 años y su profesora en un ambiente bastante participativo. Un
porcentaje no precisado pero que estimamos en algo menos del 50% proveniente de
familias campesinas.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales,
la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las
plantas? ¿Dónde los aprendieron?
Manifiestan conocer bastante, por sus padres o abuelos, o por haberlo
hecho, algunos más inclinados a la producción ganadera, manejan cifras sobre
hacienda, pasturas, hectáreas etc., otros más hacia lo agrícola, saben sobre la
soja, el trigo y el maíz; uno participa con su familia de la producción de
miel, otra ha tenido oportunidad de elaborar quesos.
Muchos hablan de la conservación de carnes en el freezer, pero hay quienes
saben cómo conservar limones entre papeles, o papas en un pozo, o frutas en dulces,
pasas o mermeladas, tomates en conservas o salsas
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
Aunque más escuetos en este punto, la mayoría parece coincidir en que el
pueblo ofrece mejores posibilidades en cuanto a escuelas, médicos, caminos,
servicios y por lo tanto resulta muchos más atractivo para vivir.
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es
el origen de los alimentos que consumen?.
“Comemos todo de afuera, todo modificado”, “Comés tomate y no es tomate”,
“Aun teniendo el árbol de mandarinas vas a la frutería y las comprás”. Estas
son algunas frases textuales con las que la mayoría coincide en ver a la
sociedad como muy cómoda, mercantilizada y desinteresada de los sistemas de
producción así como de la calidad de los alimentos que consume. Algunos opinan
que la gente ve con mejores ojos, como si fueran mejores los productos que
vienen de afuera, ya sea de otra provincia o importados. “Se produce en el
‘interior’, se lleva a Bs.As., se modifica, se sube el precio y después vuelve
a las provincias” expresa uno de los participantes y los demás acuerdan.
Repreguntados si saben de algún producto que sea más local, reconocen que sí,
que consumen leche de la zona, queso “de campo”, miel “de acá”, nueces, estevia
y otros d la propia casa, como poleo, burrito, cedrón, laurel, menta, perejil,
orégano, carqueja, palta, limones, etc.
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la
contaminación del ambiente?
Aquí se exponen como muy relacionadas varias cuestiones ambientales y
sociales: la basura, las papeleras uruguayas, las fumigaciones en el campo y en
el pueblo, el olor “insoportable” del frigorífico de aves y de las chancherías
cercanas, la contaminación (SIC), la falta de organización territorial con la
consiguiente pérdida de las zonas de chacras; el uso excesivo del automóvil
particular, la ruptura social, la intolerancia, la agresividad, las posturas
irreductibles… “la sociedad no acepta que estés en el ‘medio’”, el afán por imponerse
al otro, el menosprecio de las minorías, las ideologías de moda.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo,
en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les
interese ese camino, ¿qué se los impide?
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas
hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para
el intercambio o el comercio de los productos?
“Yo voy, de cabeza” expresa uno de los participantes, los demás tienen más
dudas, algunos piensan que podría ser si se empezara de a poco “hasta darnos
cuenta de que esto anda”; si se armaran grupos de trabajo o de intercambio.
Algunos hablan de estudios de mercado, análisis de demanda, prever si la gente
iría a comprar lo que uno produce.
Piensan en terrenos de una hectárea, otros un poco más para tener algunos
animales, un pozo de agua, herramientas acordes al amaño de la producción pero
que “revolviendo en los campos encontrás herramientas viejas para adaptar” o
“podés modificar un cuatriciclo”; abono, o ponerse a hacer compostaje,
conseguir la materia orgánica, recolectar ‘bosta’, o hacer convenios con la
Planta de Reciclado, por ejemplo, para que la provean, o con los productores
avícolas para la cama de pollo; planificar los ciclos; intercambiar los
cultivos; asesoramiento familiar.
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos
pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto
construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos
comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
Están tratadas en las anteriores.
Las últimas preguntas no llegaron a abordarse.
-0-0-0-
9-LARROQUE 27 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Un grupo de mujeres mayores
integrantes de la comisión de la Liga de Madres de Familia en Larroque, con
muchas ganas de contarnos cosas, de recordar historias y anécdotas, lo que
generó que el encuentro fuera distendido y ameno pero a la vez de difícil
registro de lo conversado.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales,
la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las
plantas? ¿Dónde los aprendieron?
“Antes vivíamos en el campo, uno iba a trabajar la tierra y los hijos iban
detrás” se dice como algo lógico o natural, sin conflicto; se cocinaba siempre,
se compraba poco, se producía la leche, la miel, los huevos, la carne: aves,
ovejas, vacas y animales de caza, muchas frutas, verduras y hortalizas, se
faenaba en casa, con ayuda de los vecinos, se fabricaban salames, chorizos y
otros tipos de embutidos, se preparaban para conservarlos todo el año, se hacían
dulces y conservas, quesos, con recetas heredadas o intercambiadas, (aquí se
extiende el diálogo en varias recetas antiguas sobre pucheros, dulces,
conservas, gallinas rellenas, etc.) se vendía el excedente, “Ahora vos vas a la verdulería y tenés de
todo” es la lacónica frase que cierra estos comentarios, pero alguien agrega “y
en las huertas y viveros trabajan bolivianos”, confirmando para sí misma y para
la aprobación tácita de las demás asistentes de que “hemos perdido la cultura
del trabajo”. Queda flotando la pregunta ¿Cómo la recuperamos?
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
El “modernismo”, el ritmo de vida, el estudio de los chicos, hace que los
chicos no vayan a la huerta. Lo que se ganaba en el campo no alcanzaba para
todos los que vivían allí, al agrandarse la familia se hacía necesario
conseguir más campo, lo que se fue haciendo imposible, entonces “tuvimos que salir a buscar otros rumbos”
otras fuentes de ingreso familiar. Además se menciona el estado de los caminos,
lo lejano o difícil que era ir al médico, la falta de servicios que en el
pueblo eran básicos como electricidad y teléfono. La concurrencia a las
escuelas: recuerdan que antes muchas tenían chicos internados para evitar los
largos viajes diarios y esos internados desaparecieron o se hicieron muy caros.
Consideran que, en comparación con la vida actual, el trabajo del campo era un
sacrificio, una esclavitud, que los chicos de hoy no la quieren tener. “A mí y
mis hermanas (3 mujeres) nos tocaba de chicas ir al almacén o a la escuela en
sulky[1], 5 km, abrir 8 tranqueras
para salir delos campos, de pollera porque ‘las mujeres no usaban pantalones’,
¿quién va a querer hacer eso de nuevo?”.
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es
el origen de los alimentos que consumen?.
Aquí ven también muchos cambios “antes se hacía casi todo en la casa” ahora
“conseguimos todo hecho”, Creen que de algún modo se ha perdido o transformado
la “cultura del trabajo”. Cuando en el devenir del diálogo se advierte que la
gente ahora trabaja y mucho, más de 8 hs. diarias para poder vivir, entonces
todas acuerdan en que se refieren al trabajo sacrificado en el que todo
“dependía de vos”… “¿Quién sale en carro del campo?” se preguntan… “Ahora todos
queremos la camioneta”. Dan a entender
que en un empleo, al terminar el horario de trabajo, el trabajador,
generalmente, de desentiende de su
trabajo, en el campo en cambio, había épocas del año en que se trabajaba poco,
pero nunca dejabas de estar atento a todo, “si a las tres de la mañana
escuchabas que ladraban los perros salías a ver qué pasaba”
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la
contaminación del ambiente?
Acuerdan en que parece haberse hecho más difícil la producción natural: las
semillas no sirven, el agua es mala, las plagas atacan con facilidad, se usa
todo tipo de venenos. “De nosotros a nuestros nietos hay un abismo” es la frase
que parece resumir las diferencias que
ven entre las formas de producción actuales y las de hace unos 50 o 60 años. Si no vivís en el lugar, comentan,
con ejemplos de anécdotas concretas, “los perros vagabundos te comen las
ovejas”, “los loros te comen las frutas”, “los zorros te comen las gallinas”, y
siguen…
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo,
en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les
interese ese camino, ¿qué se los impide?
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas
hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para
el intercambio o el comercio de los productos?
No todas pero varias de las mujeres
presentes piensan que sí es posible;
lo ven como necesario y como un desafío que “habría que intentar”. La
mayoría acuerda en que no se vive de una huerta, pero se podría integrar con
otras actividades
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos
pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto
construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
Ya está tratada antes
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos
comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
Aquí más que nada recuerdan que hace muchos años (se estiman en casi 60
años atrás) ya hubo en Larroque mercado de frutos tipo ferias semanales “en
calle Urquiza” “bajo unos techitos construidos por el municipio”. Hace unos
años se volvió a intentar, incluso con elaboraciones de dulces y conservas y
manualidades, pero no duró mucho. Lo ven como positivo pero piensan que la
mayoría de la gente prefiere ir a la verdulería o frutería donde consigue
variedad durante todo el año.
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles
los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos?
¿O les da lo mismo?
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les
gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad
de realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo
primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían?
¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas,
agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e
industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas,
otras posibilidades, etc.)
Estas preguntas están tratadas a medias en las anteriores y lo que falta no
apareció en el diálogo
-0-0-0-
10-CERRITO JUEVES 28 DE
JUNIO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Centro Cultural de Cerrito.
Encuesta realizada a seis docentes de escuelas rurales.
Los docentes dan clases en Colonia Crespo,
Cerrito, Colonia San Martín y cercanías de Hernandarias…
Las maestras consultadas mostraron
conocimientos de actividades rurales. Algunas tienen huertas propias y
promueven ese rubro en las escuelas. El trabajo asociativo, comunitario:
difícil. A veces por falta de tiempo y a veces por falta de espacio, los
proyectos de huertas en las escuelas quedan truncos.
A la primera pregunta sobre los
conocimientos, una docente que vive en Colonia Rivadavia y trabaja en una
escuela rural de Colonia Crespo se mostró en su salsa. “Siempre viví en el
campo, conozco las actividades por mis padres y por mi marido, tanto ganadería
como agricultura… Los alimentos de mi casa salen de la huerta propia, lo mismo
huevos, leche, carne, son de nuestra casa”.
“El año pasado implementamos una huerta en la
escuela. A los chicos les encanta, traen sus experiencias, y los alimentos son
consumidos en la escuela”.
“También conozco algo de yuyos medicinales,
lo que me han transmitido mis padres, mis suegros. Mi marido habla mucho del
cuidado de la tierra y eso le transmitimos a nuestros hijos (lo dijo con
emoción): el amor al campo con la ilusión de que ellos sigan, no sé si lo vamos
a lograr”.
“La huerta escolar tiene un proyecto
institucional pero este año no pudimos seguirla. Tuvimos colaboración para
cercar el predio, es un lindo espacio, una cocinera que es mamá de alumnos
aportó un tejido por ejemplo. Después se nos fue pasando el tiempo, pero pienso
que en este semestre vamos a volver. Tuvimos mucho trabajo y las hormigas nos
devoraron todo”.
“A los chicos les gusta mucho, cosechan
zapallitos, hacen unas tartas de zapallito”.
Otra maestra agregó: “algunos chicos que
venían de Paraná no sabían lo que era una huerta, de dónde salían los
alimentos. ‘Seño, de abajo de unas hojas sale tal fruta… comé tranquila’,
decían, y ellos comían con orgullo porque era su propia cosecha”.
Una tercera maestra comentó que da clases en
un jardín de infantes en colonia San Martín, camino a Curtiembre. “La mamá de
un nenito de jardín me preguntó si quería comprar calabazas y zapallos. Empecé
a preguntarle, el nene de 4 me contó en su media lengua cómo plantar, cómo
cuidar, me dio cátedra. En el jardín les apasiona, son investigadores natos.
Buscamos insectos, conocemos, los bichitos bolita…”.
“Son chicos que viven en campos heredados,
con sus padres y abuelos. Antes eran ladrilleros, ahora tienen huerta orgánica.
Otro nene es hijo de peones tamberos. Él sabe de vacas, pero no toma leche”.
“Surgió un proyecto, el director lo aprobó,
vamos a hacer minihuertas en cajones de manzana, todo pequeño, con nylon y
vidrio para que vean el crecimiento delas plantas”.
Una cuarta maestra: “tengo mi huerta en casa.
Mi hijo de 17 años se entusiasma, quiere hacer huerta, él va a la escuela con
orientación en conservación del suelo. En Aldea Santa María se hace cada año la
fiesta dela conservación del suelo”.
BIODIGESTORES
Una maestra resaltó el entusiasmo de los
alumnos que plantaron un árbol en su escuela con motivo del Centenario de la
institución. “Lo cuidan, lo riegan, el árbol es de ellos”.
Luego, todas resaltaron la gestión del biogás
en Cerrito, como un aporte extraordinario al cuidado del ambiente. Cerrito es
la capital provincial del biogás y cuenta con tres biodigestores.
Usan esa energía para la cocina en la escuela
y la iluminación, a través de un motor que funciona con biogás.
Hay programa para hacer una piscina
climatizada. Todo lo orgánico de la ciudad es recolectado por camiones y con
eso se proveen los biodigestores.
En Cerrito lograron la clasificación en
origen. “El basurero te abrochaba en la bolsa una notita, y te dejaba la bolsa.
‘Sr. Vecino, no clasificó bien la basura’. Y se hizo concientizacion en las
escuelas, los chicos hablaban del tema”.
Otra docente que trabaja en Colonia
Avellaneda se mostró más “urbana” que sus compañeras., “Yo compro en el súper”.
“Hicimos una experiencia en la escuela, pero
con muy poco espacio. Entonces sólo plantamos acelga, pero quedaron chochos.
Tenemos mucho cemento por todos lados, el espacio verde tiene 5 x 5. Pero es
distinto, cuando están afuera se sienten protagonistas”.
Otra maestra aportó: “leer un cuento abajo
del árbol es lo más lindo. Si el pájaro interrumpe no importa, los chicos
sienten placer”. Señaló así la diferencia con la educación dentro de cuatro
paredes.
Las dificultades de algunos docentes radican
en la falta de un terreno apropiado, a pesar de que existen muchos espacios
desocupados (especulación inmobiliaria). En un caso, una maestra contó que la
directora intentó disuadirlos. “ni se te ocurra, el seguro no cubre un
accidente que un alumno puede tener con la pala en la huerta”.
Señaló que pese a la buena voluntad de
docentes y alumnos, no se consiguen terrenos.
Otro ejemplo: en una clase hicieron macetas y
los alumnos las llevaban a casa. En principio pensaron que la idea podía caer
mal a los padres, pero al contrario, “las madres se mostraron muy contentas. Y
algunas decían: ‘ay, si en casa tuviéramos un lugar!’, pero no tienen”.
Algunas maestras explicaron que la forma de
trabajo no deja tiempo para actividades extras.
“Vienen con propuestas pero no podés llevarlas a cabo por falta de tiempo y presupuestos. Estuvimos
seis años para arreglar un tanque de agua… Las escuelas no están bien, incluso
las que fueron construidas en estos años, recién inauguradas”. Dieron varios
ejemplos.
“Con los problemas de los edificios y los
papeles que tenés que cumplir, hay días que no te acordás ni cómo te
llamás. Papeles, burocracia, planillas, el docente termina el día agotado.
Por eso muchos proyectos quedan en veremos”.
Una maestra subrayó los conocimientos de los
chicos del campo. En un viaje, mostraban las diferencias de unos animales con
los que había en su entorno, los colores, el tamaño… Comentaron de un caso de
un niño de la ciudad que había preguntado con su mamá si los molinos eran
ventiladores…
A la segunda pregunta de nuestro cuestionario
sobre el éxodo, todas respondieron que es una constante en su zona, y que hay
escuelas sin alumnos.
Apuntaron que hay lugares que antes tenían
una dinámica y hoy queda un par de casas habitadas, el resto: taperas.
También señalaron que algunas familias están
instaladas a los costados de las banquinas en casas precarias. En algunos casos
son casas viejas recuperadas, pero sin baño interno, con agua potable que toman
de la escuela, y en otros casos con agua de pozo (balde y cuerda).
“Donde yo vivía éramos unas cuarenta familias, ahora hay
tres. Tenían poco campo, se murieron los padres y vendieron o arriendan”. El
éxodo es marcado.
Otro caso: en la zona de Colonia Rivadavia, éramos
diez vecinos, ahora quedan dos.
En algunos lados han hecho viviendas del IAPV
en terrenos pequeños. Donde las familias no pueden tener granja.
En Cerrito está prohibido tener animales
domésticos, de granja. Algunos, igual, crían unas pocas gallinas.
“Cerca de Curtiembre vivíamos 12 familias.
Para 2015 se vendió todo. Queda sólo una
familia pero no vive ahí, va dos veces por semana”, contó una maestra. La
relación es de 12 a cero.
La zona era una buena cuenca lechera, ahora
quedan solamente tambos grandes.
A la pregunta 4 sobre contaminación, una
maestra respondió que en su familia defienden las buenas prácticas con las
sustancias químicas del agro, y están seguros de que si se cuidan, los
productos no son peligrosos. Pero admiten que los propios campesinos no tienen
cuidado, y muchos no saben qué hacer con los bidones de químicos,
Otra maestra contó que salió con los chicos a
buscar basura, y bajo una arboleda encontraron bidones amontonados.
En Hernandarias existe un frigorífico que
quedó dentro del casco urbano y despide olores irrespirables. Los docentes
también señalaron arroyos contaminados donde ya no se puede pescar.
Sobre la pregunta 5, referida al trabajo
futuro de los chicos, las maestras apuntaron: para algunos, la única salida es
hacer la huerta. Donde nosotras trabajamos, los chicos que van al secundario
están interesados en el campo. Si hay un título, que sea sobre el campo. De
todos modos, de cada diez chicos, uno puede llegar a la universidad.
Dijo otra maestra: en mi escuela hay hijos de
pequeños productores que les inculcan el estudio porque piensan que en el campo
no se van a poder quedar. Algunos ven la posibilidad del magisterio. Y si siguen la universidad, será veterinaria
o agronomía…
El hijo de una cocinera se cansó de trabajar
en negro en un tambo y decidió entrar en la escuela de agente de policía en
Villaguay.
Respecto de la pregunta 8, sobre
emprendimientos comunitarios. “Cada uno en su mundo. A mí me encanta trabajar
en grupo pero en muchos casos hay resistencia, prima el individualismo. Se
habla de proyectos hermosos, pero si hay que dedicar tiempo, ya no”.
Otra maestra dijo en cambio que en su
escuela, gracias a la buena disposición de la directora, pueden trabajar en
equipo. En su casa ve comportamientos distintos, unos más dispuestos, y otros
más individualistas. Sin embargo, esos
más reacios han constatado que con reuniones y encuentros lograron por ejemplo
mejorar los caminos rurales, ya que de lo contrario quedan aislados.
Las maestras reconocieron que en tiempos de
lluvia se cortan las clases porque los caminos son intransitables. Es que tanto
docentes como alumnos tienen que hacer muchos kilómetros por caminos sin
mejoras. Una docente reconoce que en algunos casos hace cinco kilómetros con
botas, caminando, para asistir. Y lo puede hacer porque no hay problemas de
seguridad. “Nosotros dormimos con las ventajas abiertas, con las bicicletas
afuera”.
Sobre la pregunta 9, la relación entre la
vida urbana y rural. “Yo soy nacida y criada acá en Cerrito, pero después de
conocer cinco escuelas rurales amo el campo, si tengo que vivir en el campo me
voy”.
“En la ciudad tenía una vecina que llamaba a
la policía porque, para mejorar el sueldo docente, yo cosía a la noche,
entonces a ella le molestaba el ruido de la máquina de coser”, se quejó con una
sonrisa otra maestra.
Otra: “tengo casa en el barrio pero no me
gusta, me vengo al campo. Ahí tengo pollitos bebé, huerta, jardín… Lo hago como
parte de mi vida, el sueldo docente no alcanza”.
-0-0-0-
11-VILLA URQUIZA 27 DE
JULIO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Escuela Nocturna Secundaria para Adultos El Estibador – Villa Urquiza
Primer grupo
Participan cuatro estudiantes de Villa
Urquiza, La Balsa y Paraná, y una docente oriunda del departamento Villaguay.
Los entrevistados
coinciden en que la mayoría ha tenido contacto con actividades rurales por vía
de sus padres y abuelos, y en que hay una tendencia manifiesta a abandonar esas
tareas y dedicarse a trabajos más urbanos. Notable la participación, la preocupación
manifestada por los jóvenes en torno de su futuro. En las expresiones sobresale
un conocimiento directo o indirecto de la chacra mixta pero, con un par de
excepciones, todo indica que seguirán en oficios urbanos y con pocas chances
para incorporar aquellos otros conocimientos generalmente por falta de espacio.
Algo similar escuchamos en una segunda entrevista en otro curso del mismo
establecimiento.
Pregunta 1) Vivir
bien y buen convivir
- Soy de familia
campesina y aprendo en el campo; mi padre trabajó en tambo con gente de afuera;
era peón. Yo trabajo ahora en la municipalidad de Villa Urquiza. Mis
padres no tienen tierras, los tambos en que trabajaron ya no existen. Eran
tambos chicos, de alrededor de 25 vacas en ordeñe, y cerraron. Mi padre se fue
antes del cierre anunciado.
- Trabajo en el
campo con mi abuelo, doy de comer a los animales. Mi padre dejó la escuela para
trabajar en ganadería y agricultura en el campo de la familia, que tenía entre
5 y 20 vacas. Hacían tambo, engorde y cría. También trabajó en una
estancia grande, que tendría unos 600 animales. Mi abuelo trabajó en su
campo y tiene una distribuidora. Mi padre es albañil y mi madre,
ordenanza. De vez en cuando voy a ayudar al abuelo. En Villa Urquiza
tengo un bar y ocasionalmente trabajo en el campo.
- Soy de
Paraná y ahora vivo y estudio en Villa Urquiza. Mi familia vive en
el barrio Pancho Ramírez (Entre el Antoñico y el parque Urquiza). Conozco el
campo, pero nunca trabajé en él; no tengo oficio campesino.
- (La única alumna
mujer del grupo). Nació y vive en La Balsa, cerca de Villa Urquiza junto
al arroyo Las Conchas. Con 23 años, tiene dos hijos pequeños. Trabajó en
el tambo y en la huerta, cuidando chivos y cerdos. Ahora estudia en
Villa Urquiza.
- (Una docente).
Su padre trabajaba en una estancia grande en el departamento Villaguay. Ella
tiene un hermano actualmente empleado de la misma estancia, y otro
hermano ingeniero agrónomo. Los dueños actuales de la estancia son franceses.
Antes fueron suizos y antes, cordobeses. De chica ella se fue del campo a vivir
en Paraná y no volvió al campo sino de visita.
Pregunta 2)
Exodo rural en la zona.
- El éxodo se
nota, hay taperas cerca de Villa Urquiza. Los moradores de esas viviendas
dejaron la agricultura y las abandonaron. Los propietarios arriendan los
campos y se van, algunos a Paraná. Sus compañeros de infancia están ahora
algunos en Villa Urquiza y otros en Paraná porque no había
aquí lo que querían.
- El que tiene
capital se queda, el que no tiene -por herencia del padre o del abuelo-
se debe ir. Casi todos mis compañeros se fueron. Una compañera se fue a Rosario
y no volvió.
- No tengo idea
(del éxodo) Yo vuelvo a veces al Pancho Ramírez, en Paraná. Está igual, pero
más poblado.
- En La
Balsa hay más gente que antes, es toda gente humilde que han hecho
sus casas donde pudieron, al borde del camino. Hay taperas. Cuando niña tenía
seis compañeros de escuela, todos siguen en La Balsa.
- (La
docente). En Villaguay se nota el éxodo rural. En la escuela primaria en el
distrito Raíces Oeste había 30 compañeros; ahora la mitad. De sus compañeros
quedó uno solo en Raíces Oeste. Han traído correntinos a la zona, pero no se
afincan. Los adolescentes estudian en Villaguay y luego se van. Los primos de
ella están ahora en Buenos Aires, Rosario, Santa Fe o Córdoba.
Pregunta 3)
Participación comunitaria en la producción
- Antes se comían
tomates, lechuga y acelga de la huerta, también se criaban pollos. Hoy
hay que comprarlos en el supermercado. El avance de la Villa quita espacio para
huerta, que actualmente no tiene, aunque no carece de conocimientos para
cultivarla.
- Todo se compra
en el supermercado. Antes criaba pollos, pero no rendía por los costos del
alimento. Podría hacer una huerta pero no la tiene. Los tomates no se
producen en la Villa.
- La joven de La
Balsa. Vive como antes. Si tiene que matar una gallina, lo hace.
- El tomate se
compra en los negocios
- (Docente)
No tiene huerta, pero está en proceso. El padre tiene huerta en
Villaguay, y el hermano campesino también, más abundante. En
Villa Urquiza, todo se compra en el supermercado.
Pregunta 4)
Contaminación del ambiente
- La zona rural
está contaminada por desmonte para soja y siembra: el desmonte continúa. Los
que arriendan los campos los desmontan, no dejan nada.
- En La Balsa
tengo que hacer entrar a la casa a mis hijos cada vez que vienen fumigando. El
arroyo (Las Conchas) está contaminado. El arroyo Las Tunas, que recoge las
cloacas de Paraná y San Benito, desemboca acá.
- El basural
municipal de Villa Urquiza es a cielo abierto. Arrojan basura y la
queman. Los pobres (marginales) van a buscar algo útil ahí. Yo les
robé una docena de huevos a mis padres para entregarlos a una
mujer que con sus siete hijos estaba revolviendo la basura, para que se
llevara algo.
- Acá hay
contaminación, como en el Pancho Ramírez de Paraná. Allá tiran la basura en el
arroyo Antoñico. Hicieron un alambrado, pero la situación no cambió.
- (Docente) Mi
cuñada se encierra con mis sobrinos cuando fumigan. Mi hermano
cuando vuelve de fumigar se baña y no deja que sus hijos lo toquen.
Otra profesora que
se suma: Está muriendo gente joven que trabaja en el campo. Hay embarazos que
no llegan a término y problemas respiratorios. Ayer murió un bebé de seis
meses. El agua que bebemos está contaminada porque los pozos negros
contaminan la napa
Pregunta 5)
Trabajo con el suelo
- (Docente) No hay
condiciones para que el campo interese a los jóvenes. Mi sobrino termina
la primaria pero no hay oferta laboral para él. Su padre estudió en la
escuela agrotécnica, pero el chico no quiere. La mayoría se va del campo porque
no hay nuevos puestos de trabajo. Se necesita capital para producir. Pocos
chicos se siguen formando para trabajar en el campo, todos quieren salidas rápidas.
- No hay
incentivación. Se perdieron los vínculos con el campo. La familia no incentiva
a trabajar en el campo. En Villa Urquiza no hay hospital; hay gente en
Colonia Celina (en el ejido municipal de Villa Urquiza, pero a
varios kilómetros) que vive sin servicios; pero esa gente no se va, se resiste
a morir en los geriátricos. Yo no me voy a vivir al ruido de Paraná.
- A mis hijos en
La Balsa les gusta el campo, pero cuando crezcan no sé. Ahora juegan con los
animales, luego decidirán. Toda mi familia es campesina.
- Los chicos
del barrio (Pancho Ramírez de Paraná) no prevén el futuro, viven el presente.
Son albañiles, trapitos o están "en la fácil". Pero tomarían
una alternativa si se la ofrecieran, salvo los que ya tomaron otro
camino.
Pregunta 6 Huertas
familiares
- La cuestión son
los precios. Acá se siembran sandías, zapallos y batatas; pero la gente no
compra la producción local, sino va a comprar las sandias locales en Paraná.
- Mi papá lleva su
producción a El Charrúa (mercado de abasto de Paraná). La gente del campo
le compra.
- Acá hay una
familia, los Peltzer, que desde hace décadas siembran batatas, todo a
mano. Son batatas muy diferentes de las que se pueden conseguir en otras
partes, mucho más grandes. Pero es un trabajo penoso que los está matando,
están hechos pedazos, el padre, la madre y el hijo. Plantan a mano
6 hectáreas de batatas trabajando todos los días desde las 6 de la
mañana. Acá los chicos prefieren la play, no quieren romperse el lomo.
Pregunta 7) Dónde
les gustaría vivir
- Yo me quedo acá
si tengo posibilidades, con una actividad agropecuaria.
- No me gusta
mucho el campo; pero lo prefiero a la ciudad.
- Es indiferente.
Viviría en el campo pero también en la ciudad. Si hay posibilidades de
capacitación, me quedo en el campo.
- No me gusta el
campo, no agarro viaje. Quiero ir a estudiar a la escuela de suboficiales
"Sargento Cabral" en Buenos Aires.
- (Docente) Me
gustan las ciudades chicas. Vivo en Colonia Avellaneda (lindante a
Paraná)
Pregunta 8
Emprendimientos comunitarios
- Acá las
actividades son individuales, no asociativas.
- A la gente de La
Balsa le gusta lo individual
- (Docente) Si se
dan las posibilidades, habrá cooperación. Si no, cada uno tira para su lado.
Hemos sido educados en lo individual y competitivo. Acá hubo cooperación (de
amigos de una pareja) para construir una casa
Pregunta 9 Vida en
los barrios
En el Pancho
Ramírez no hay oportunidades sino discriminación. Lo veo en mi
familia. Mi papá estuvo preso y tiene tatuajes y le niegan trabajo. Creo que mi
papá se hizo delincuente después de que le mataron el padre.
-0-0-0-
12-VILLA URQUIZA 27 DE
JULIO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Escuela Nocturna Secundaria para Adultos El Estibador – Villa Urquiza
Segundo grupo
Participa una decena de estudiantes de ambos
sexos, de Villa Urquiza, Colonia Celina, Ibicuy, Basavilbaso y Hasenkamp.
Pregunta 1)
Conocimiento del trabajo en chacras, cría, labranza
-(Nativa de Holt
Ibicuy) Aprendí el trabajo rural de mi familia en Ibicuy; mis abuelos
tenían huerta; pero mis padres no, y yo tampoco. Conozco el trabajo
pero no lo practico. Por falta de lugar no tengo gallinas. Estoy en Villa
Urquiza para terminar la secundaria.
-Mi padre criaba
gallinas y chanchos en Villa Urquiza. Mis abuelos murieron. Yo conozco el
trabajo pero no lo hago. Mi abuela abandonó la cría de gallinas porque había
animales que se comían los pollos.
-Mi papá era
panadero y trabajaba en el campo. Mamá tenía huerta pero yo no. No
puedo porque alquilo y no tengo lugar.
-El alimento de
las gallinas es caro. Mi papá tenía campo y criaba animales. Yo viví en
el campo. La huerta no resulta por los pájaros. Mi abuelo araba, pero el pueblo
creció y se extendió sobre el campo.
-Mi abuela
de Diamante tenía huerta e incorporó gallinas en corral,
tenía siete. Yo trabajé en huerta en Diamante y en Crespo, de donde somos.
- Yo viví en el
campo. Hacíamos ganadería, chanchos y gallinas.
Respuesta 7: Mis
abuelos y mis padres son del campo; tienen tambo. Papá trillaba y tenía
huerta. Abandonó el campo y hoy es mecánico en la Villa. Yo soy urbana.
- Soy de
Basavilbaso. No me gusta la huerta. Soy urbana pero hay huerta en mi casa y
árboles frutales. Mi marido cosecha lechuga, rabanitos, zanahorias. Mis abuelos
abandonaron el campo y mi padre es albañil.
Pregunta 2: Exodo
rural
-El pueblo de Holt
creció mucho y el campo está abandonado, porque trabajaba con el puerto.
Se fueron los habitantes de la isla, de Mazaruca y de La Argentina. No me dan
ganas de ir. El camino es de arena y está arruinado; se inunda.
- Soy
de Hasenkamp. Mis abuelos eran del campo. Ahora viven allá los tíos. Se ha
despoblado, los habitantes se fueron a Güemes (localidad cercana a
la ruta 8, entre Cerrito y Hernandarias)
-En Colonia Celina
hay taperas, eran casas habitadas hace 50 años. Mi abuelo se vino a
Villa Urquiza.
-Mi mamá es de
Crespo. Mi familia se fue a la ciudad. La gente quiere comodidad.
- Hay gente que se
va a la ciudad por la inseguridad.
En
Basavilbaso la gente no vive en el campo. Mucho trabajo se hace con máquinas.
-En Villa Urquiza
ahora hay más gente. La gente se fue hace 60 años y ahora vuelve en
verano, cuando hay trabajo gracias al turismo
Pregunta 3: Origen de los alimentos
-Los alimentos se
compran acá en negocios o a los vecinos.
-Matamos animales
y compramos. Compramos todo.
-Los Peltzer
plantas batatas; papas no hay.
Pregunta 3:
Contaminación
Respuestas
(conversación general): No hay liebres por abuso de los cazadores. Hay un
basural a cielo abierto. Viene gente de afuera a llevar cosas. Está delimitado.
En Mazaruca ya no
hay árboles. Había trabajo en la madera. Hay quejas por agroquímicos y
denuncias de vecinos.
En
Villa Urquiza una persona casi muere de asfixia junto al colegio de las
monjas. El tema de los químicos se comenta.
En Ibicuy
hay una papelera y un feed lot que provocan quejas.
Pregunta 4:
Trabajo en relación con el suelo
Antes se podía
vivir de eso. Ahora no hay tiempo para gallinas y además hay que pagar
servicios que antes no existían.
En el campo
trabajan las máquinas, pero huertas se puede hacer. La gente se va del campo
para estudiar y no trabajar tan duro.
-0-0-0-
13-HERNANDARIAS VIERNES 3 DE
AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Anfiteatro municipal Pitín Pérez de Hernandarias
Encuesta realizada a cuatro docentes de escuelas de la ciudad y rurales,
después de un encuentro sobre comunidad y biodiversidad. Los docentes trabajan
en Hernandarias. Antonio Tomás, Brugo, Paraná y La Piragua.
Pregunta 1 - Conocimientos
-Conozco las actividades del campo por mi
abuelo, toda la vida vivió en el campo, en la zona de Ombú. Ahí íbamos con mis primos los fines de semana
y pasábamos las vacaciones. Luego lo vendió, lo compró un señor de Buenos
Aires. Tres de los nietos éramos los más fanáticos, con un hermano y un primo.
De los 17 nietos ninguno sigue en el campo.
Hay un docente, un abogado, otros estudian...
Se dedican a actividades más urbanas.
Mi abuelo nos dejaba tener unos
terneros. Nos pegó el amor al campo. Más
a los nietos que a los hijos.
-De chica íbamos a la casa de mis tíos, unos
en Piedras Blancas, y otra cerca de Pueblo Brugo. Hacían trabajos de huerta,
granja, gallinas, cerdos. Ahora tenemos
familias conocidas en La Piragua, hacia Brugo.
Aprendí el cuidado de animales, hoy no tengo nada de eso. Tuve un
gallinerito chico, ya no. Acá en Hernandarias no nos dan los espacios. Ninguno
de mis hermanos sigue con tareas del campo. Mis hijas y mi hijo son bicheros,
les encanta. En mi casa tenemos duraznero, limonero, naranjos… Me encantaría tener
una granjita, sería feliz, pero el terreno no da. No tengo problema en levantarme temprano,
acostarme a las 12 de la noche…
-Vine de Buenos Aires, porque mi tío tenía
campos hacia el norte. Nos enseñaba los temas de la granja, cosechas, miel,
vacas. Luego vendió todo. Él era
marítimo e invirtió en campos. Nosotros los visitábamos en las vacaciones, y
nos vinimos a vivir acá. En casa tengo gallinero, lechuga, tomates. Una planta
de mandarinas, una de quinotos. Y eso
que el patio es chico, tengo 20 metros de fondo. Todo eso lo mamé acá. El amor
por el pueblo de mi padre, que era marítimo. Hice el gallinerito para que mis hijos no pierdan eso, que lo
defiendan. Yo, de tener una oportunidad, volvería a esa vida, haría algo
paralelo o dejaría la docencia.
-Tengo conocimientos básicos. De chicos hemos
tenido amigos encargados de campo, adonde íbamos de vacaciones unos días. Aprendíamos a montar. Tengo alguna idea sobre huerta pero no me
gusta, me gusta andar a caballo, llevar ganado. Lo nuestro era el arroyo. No
estaba contaminado como hoy. Ya no podés ir como antes.
Ha cambiado la forma de tratar el campo,
ahora hay máquinas, es menos accesible.
-En las escuelas no se sale mucho hacia los
espacios abiertos, es un compromiso, por la seguridad, los seguros. Los
docentes se ven muy limitados. Antes
bastaba una notita, “autorizo a mi hija a salir”, ahora hay que llenar
planillas… No estamos resguardados, si hay un problema viene el sumario. Es un
problema a nivel de los directivos y del Consejo de Educación.
Pregunta 2 - Éxodo
-Cada vez hay menos gente. Quedan los viejos,
están solitos y se los traen a la ciudad. Quedan pocos productores pequeños
-Íbamos a lo de una señora en la zona de
Piedras Blancas, los hijos se fueron, quedó sola, se marchó y la casa es una
tapera.
-Los campos de alrededor fueron comprados por
corporaciones, empresas. Ya no son campesinos.
-Una conocida se vino de Piedras Blancas con
los hermanos, y hace poco trajo al papá que quedó solo. Tenían tambo, ahora
ella trabaja acá y el marido también, son comerciantes. A la casa la mantienen, pero ya no trabajan,
van de vez en cuando.
-Para evitar el éxodo las escuelas tendrían
que cambiar el paradigma, que se enseñe sobre alimentos, sobre el trabajo con
la tierra.
-Mi suegra vivía en La Piragua con su
familia. Tenían gallinas, huerta, para
el sustento. Se fueron a la ciudad por
problemas de salud. Y vendieron. Creo que compraron empresarios de afuera.
-En la Piragua hay un tambo quesería que da
trabajo. Otros pobladores son cuidadores de estancia, los dueños son de afuera.
Se ha ido perdiendo también el peón rural, no se consigue gente que sepa
trabajar. Algunos chicos van a la escuela a caballo, llegan de muy lejos. Son hijos de peones, otros de empleados de la
quesería.
-Están desapareciendo la población y las
escuelas rurales. Sé de escuelas con 10 alumnos en total. Algunas están
sostenidas por el docente que lleva las criaturas.
Pregunta 3- Origen de los alimentos
-Compramos en la verdulería, ni el tomate ni
la papa son de acá.
-Hay una señora de campo que viene de Brugo
(otra dice Valle María, suponemos que son distintas), y le compramos a ella.
Viene dos veces por semana.
-Hemos comido de casa, calabazas, morrones. A
mi hijo le gusta porque conoce por el abuelo. Busca en youtube para aprender
sobre plantas. Está en 4to. de la secundaria.
-Mi nena va a la salita de cinco, los otros
días saltó una semilla del limón y me dijo que la llevaría al jardín para que
la planten.
Pregunta 4- Contaminación del ambiente
-La gente que visitamos en el campo tiene
problemas con las avionetas que fumigan y los corren a los tiros.
-Tenemos problemas con las piletas de
decantación, hay mucho olor, más que
nada cuando llueve. La gente que vive cerca sufre esa situación.
-También viene olor de una empresa avícola,
dan trabajo, pero los alimentos balanceados largan mucho olor a sopa, o hueso o
quemado.
-En el arroyo Las Piedras ya no podés
pescar. No es como antes, se ve
aceitoso.
-En 4to. Año hicimos un proyecto sobre
contaminación ambiental. Pudimos apreciar capas de grasa en Las Piedras.
Bolsas, residuos.
-En Hernandarias no tenemos separación de
residuos en origen.
Pregunta 5 – Relación con el suelo
-Si tuviera plata me compraría un campo y
trabajaría ahí. Qué me lo impide, la economía.
-Lo que pasa es que no se hace hincapié en
eso (en la vida campesina), hay gente que hace ladrillos o tiene colmenas y eso
no se fomenta.
-Los chicos de hoy tienen mayor conciencia.
Uno los ve cuando cierran la canilla al lavarse los dientes, por ejemplo. Se ha
puesto de moda ser vegetarianos, y hay más amor por los animales.
Pregunta 7 – donde les gustaría vivir
-Me gustaría vivir más en el campo, pero
cerca de la ciudad, con las comodidades.
Pregunta 8- disposición para lo comunitario
-Lo colectivo sería lo ideal pero
sinceramente hay mucho cinismo, mucho careta.
-De por sí es difícil trabajar en grupo.
Tanto en los chicos como en los docentes.
Llegar a acuerdos es muy complejo.
-Cada uno lleva agua para su molino.
-Con mi vecina nos llevamos bien, compartimos
plantas, comidas, y ella me ayudó mucho con el parto. Mi vecina me cocinaba
cuando tuve la nena.
-No hay capacitación para el trabajo
comunitario.
-En el barrio se mantiene la familia, sos
amigo con el vecino, en la gran ciudad nadie conoce a nadie. A veces no te
animás a que entre el otro.
Pregunta 10 – En qué rubro les gustaría
trabajar.
-Consultados sobre la posibilidad de recibir
capacitación en rubros como la chacra, todos al unísono respondieron en forma
positiva.
-Habría que incluir la obligatoriedad para
los chicos, cambiar el diseño curricular.
Acá hay contacto con lo rural, tenés caballos
a media cuadra, los gallos te despiertan a las 5,30 todos los días.
-En Hernandarias los empleados están en el frigorífico, la docencia, y
también hay embarcados, jubilados, comerciantes que se están fundiendo con la
llegada de supermercados… (Los entrevistados enumeraron las actividades para
mostrar que no hay muchas oportunidades de trabajo, y valorar la salida por el
lado del trabajo de la tierra).
-0-0-0-
14-EL QUEBRACHO VIERNES 10
DE AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Escuela Agrotécnica Paraje El Quebracho- El Quebracho- Departamento La
Paz.
Encuesta realizada a doce estudiantes de los últimos cursos, cinco
mujeres y 7 varones.
Pregunta 1-
-Tengo conocimiento a través de mis abuelos
que vivían en la entrada de Santa Elena, eran peones de una estancia. Aprendí a
andar a caballo, hacer huerta, pero no conozco mucho. Ellos se vinieron a la
ciudad cuando se jubilaron. Mi padre trabajo allí 12 años y renunció, hoy es
empleado municipal.
-Nací en el campo. Mis abuelos tenían
carnicería en Santa Elena. La actividad era más ganadera que agrícola. Trabaje
allí, y cuando dejé la escuela un año por razones económicas fui tractorista en
Córdoba. Ahora volví a terminar el colegio.
En la escuela agrotécnica aprendemos a
cultivar semillas, tipos de siembra, quesos, mermeladas, cerdos, apicultura…
-Conozco por la escuela de tambo, abejas,
huerta, queso no todavía porque me falta un año.
-Lo que conozco viene de la escuela, no de mi
casa. No sé andar a caballo. Mi mamá es enfermera. Elegí esta escuela porque me
gusta el campo, capaz sigo una carrera en estos temas.
-Vivo en el campo cerca de Santa Elena con mi
compañera (también estudiante), tengo huerta, cerdos, pollitos parrilleros,
ponedoras. Conozco la actividad de mi casa y también de la escuela. Sé hacer
alambrados, ser boyero, criar animales.
-Vine de Santa Fe porque aquí tengo un tío,
me gusta el campo, conozco poco.
Pregunta 2 – Éxodo
Tenemos amigos que se han ido. Terminaron el
secundario y no tenían trabajo. En las
empresas avícolas no toman profesionales para no pagar títulos.
-Cada vez hay
más taperas. Es un hecho, la
gente se va. Algunos abandonan porque, como están las cosas, no pueden mantener
lo que tienen. En mi familia muchos se fueron a tambos de
Córdoba y Santa Fe. Aquí cierran tambos. En La Vigilancia había dos y quedó
uno.
-A veces a la gente le dan una recomendación
para que se vaya a otro tambo.
-Conozco un matrimonio, el señor se jubiló,
se fue, y eso quedó tapera del todo.
Pregunta 3- origen de los alimentos
-Muy poco viene de acá, todo de afuera. Los
tomates vienen de Santa Fe.
-El Frigorífico cerró, ahora hacen mantenimiento nomás pero cerró el matadero.
La carne llega desde La Paz.
-De los 12 entrevistados, 5 dijeron que comen
algunos productos hechos en casa. Pero las papas, por ejemplo, vienen de
Corrientes. Algunos tienen huertas incipientes. “por ahora tengo achicoria
nomás”, dijo un estudiante.
-Se ocuparon en aclarar que en su lugar todos
los cultivos dan resultado y la actividad depende más del conocimiento y de lo
económico (rentabilidad), pero la naturaleza acompaña. Suelo, agua, clima.
-Falta plata para emprender cosas, y las
herramientas son caras, para hacer huertas acá.
Pregunta 4- Contaminación
-En la zona de Santa Elena hay basurales a
cielo abierto, como tres, y después, mini basurales en todos lados.
-En los montes las bolsas de nylon quedan en
la copa de los árboles cuando hay viento.
-Todo se tira al río, pañales, botellas,
bolsas.
-Vas en moto y te ponés una bolsa en la cara.
-En el basural andan familias que van a
seleccionar cosas, y también caballos y chanchos.
-Los caballos salen mareados por el humo.
-Tenemos problemas con el agua potable, a
veces sale marrón.
-Otro problema es la tala. Se sigue talando.
En la Laguna Blanca talaron todo, se ven chacras nomás.
-En la ciudad no seleccionamos la basura,
todo va junto.
Pregunta 5-Trabajar en el campo
-A mí me gustaría tener un vivero con árboles
frutales, plantas autóctonas…
-Yo tengo animales, caballos, para trabajar y
de carrera.
-La apicultura es difícil, hay que poner
mucha inversión de entrada. El problema con los insecticidas que usan en el
campo es que te matan las colmenas.
Pregunta 7 –Dónde les gustaría vivir.
Ocho de los doce dicen que prefieren vivir en
la zona rural.
-Me gusta la tranquilidad del campo. También
se puede vivir en el campo y viajar a la ciudad para trabajar.
-Para vivir en el campo hay que poner una
salita, una escuela, tener ripio… Agua, electricidad…
Pregunta 8 – emprendimientos comunitarios
-Somos más para trabajos individuales.
-Depende, si trabajás parejo…
-No estamos acostumbrados a vivir en grupo.
-Con apoyo sí, teniendo tierra, servicios.
-Faltan ideas nomás. Y confianza. Si nos enseñan, podemos hacer casas entre
todos.
-La mayoría de los estudiantes no tiene casa
propia. Un terreno en Santa Elena cuesta unos 200.000 pesos. Cuando se les
presenta un panorama asociativo, comunitario, con acompañamiento estatal, se
muestran entusiasmados.
Pregunta 9 – Aspectos positivos y negativos
-Lo positivo del barrio es que tenemos los
servicios cerca, el supermercado, un hospital.
-En los barrios hay más problemas de
seguridad.
-Los entrevistados coinciden en que el problema
de la droga está más instalado en el barrio que en el campo. Y dicen que ataca a todos los sectores.
Conocen a familias de clase media, con apellido, con hijos adictos.
-Hasta parece que los policías son cómplices,
dice un estudiante y su compañera agrega: los policías se drogan. Es cierto.
Preguntamos a los estudiantes si piensan
quedarse en la zona o marcharse.
-Con el título de esta escuela en Santa Elena
no tenés salida.
-Podés trabajar en la municipalidad, por dos
pesos. (Se burlan un poco del trabajo municipal, y saben que el empleo en el
estado suple un poco la falta de empleo en otros lugares).
-No hay fuentes de trabajo. Quedan los que se
acomodan porque tienen cuña en el trabajo público.
Casi todos aceptan que prefieren quedarse en
El Quebracho y Santa Elena, pero la mayoría admite que no hay fuentes de
trabajo. Eso genera cierta incertidumbre.
La juventud de El Quebracho se capacita y desafía al desarraigo
Enseñanzas de una escuela agropecuaria junto
al Feliciano. Una semana destinada a conocer la Pachamama con amplia
participación de estudiantes y docentes que imaginan un futuro con alimentos
sanos y cuidado de la biodiversidad.
Qué aliento nos llega desde la juventud que
estudia, trabaja con honestidad, proyecta y escucha y toma conciencia en los
asuntos del oficio, el arte, la biodiversidad, los saberes de su comunidad. Lo
vemos en muchos sitios, pero esta vez
nos referiremos a los estudiantes de El Quebracho, en el departamento La Paz,
que realizaron un homenaje a la Pachamama precisamente en agosto, cuando la
tierra se apronta con vistas a la primavera.
El contexto no es el mejor y lo sabemos. Hay
chicas y muchachos obligados en la Argentina a trabajar diez, doce horas
diarias, para sostener alquiler, servicios elementales y, con suerte, la cuota
de un autito que hoy cumple la función de una dependencia de la casa, con
ruedas. Pero cuántas frustraciones, en jóvenes que, sin cuñas políticas o de
clase, deambulan en busca de un empleo, aunque sea informal, o en algo que no
les agrade; empleo al fin, para empezar.
Con los parques industriales estancados por
décadas en nuestra provincia, los servicios copados por la tecnología y el
campo hundido en la economía de escala y los robots, las chicas y los muchachos
se preparan, se ilusionan, se enamoran, tejen planes, y el juego tiene muy
pocas sillas para los muchos que danzan alrededor. Sin embargo, como veremos,
no figura en el vocabulario de la juventud la palabra resignación.
No renuncian
Los jóvenes caminan “alvertidos”, como decía
Yupanqui. Van como blindados, un tanto desconfiados, y cuando encuentran una
grieta para desarrollar sus aptitudes, sea en forma independiente, en
cooperativas, empresas, corporaciones o el Estado mismo, entonces muestran todo
un potencial que los de alrededor ignorábamos.
En simultáneo tratan de que los viejos
operadores de esas entidades y organismos no se les peguen mucho, porque es
común eso de succionar prestigios por cercanía, para luego embarrarlo todo con
las picardías propias del poder.
Entonces las y los jóvenes marchan como se
marcha en nuestras rutas, observando todas las reglas del tránsito y a su vez
mirando lo que harán esos que van adelante, atrás, al costado, y aun así sin
mayores garantías. Pero se animan y emprenden, se dan fuerzas y presentan sus
currículos, hacen los trámites farragosos que les exige el sistema, es decir:
no renuncian. Y esa actitud, esa fortaleza auténtica puede contagiar a toda la
comunidad.
Hacer bien lo que se hace, estudiar a
conciencia, escuchar al otro y al entorno, practicar un oficio con compromiso
por los resultados y por la comunidad, todo eso es habitual en nuestros
jóvenes. Es una marea que está allí,
como latente, y no se manifiesta en situaciones de poder caracterizadas por
valijas, cuadernos, acusaciones mutuas, competencia sin reparos, todo un mundo
bien armado para ir fagocitando poco a poco a los jóvenes con sus mil formas de
engaño y soborno. Los vicios del poder llevaron a un presidente del Uruguay a
decir que los argentinos somos “una manga de ladrones del primero al último”.
¿Qué tiene que ver esa mala fama con la juventud que conocemos? Nada. Nada de
nada.
Cuando recorremos la provincia de Entre Ríos
en nuestra función de periodistas vemos esfuerzos indecibles para sostener la
familia, para gestionar un trabajo, para darle un camino a la comunidad, un
servicio básico. Esfuerzos para crear espacios donde la juventud se explaye con
sus modos auténticos. Hay, por caso,
establecimientos educativos que, lejos de resignarse al sistema y caer en el
abandono, alumbran cada día otros senderos, estimulan a los jóvenes para que desplieguen sus
conocimientos, dan valor a las identidades del lugar y las condiciones
regionales que el sistema suele menospreciar. Allí vemos trabajo, arte,
conciencia, y eso se replica en numerosas organizaciones, asambleas, foros, y
también en las escuelas.
Pachamama
Decimos esto, conmovidos por el Proyecto
Madre Tierra que conocimos esta semana en la Escuela Agrotécnica Paraje El
Quebracho. Por la creatividad de los docentes y estudiantes, la capacidad para
explicar, la buena onda para atender a
los propio compañeros de curso, el respeto de todos por los modos de hablar de
las chicas y los muchachos, sin ataduras, ni prejuicios ni afectaciones.
La institución organizó una Semana de
Enseñanza Agropecuaria, como expresión del Proyecto Madre Tierra. Allí
abordamos saberes antiguos y vigentes sobre la Pachamama y el vivir bien y
bello, y escuchamos exposiciones durante una de las jornadas, este viernes 10
de agosto, pero fueron cinco días de enseñanza/aprendizaje para alumnos,
docentes y visitantes, para toda la comunidad del establecimiento y los que
tuvimos el privilegio de compartir esas reuniones, en un frío galgón de chapas
que no pudo con la calidez de trabajadores y estudiantes.
Qué helada la del viernes, y la comunidad
firme, allí, desde horas muy tempranas.
Durante una mañana conocimos cómo hacer una
parra para tener uvas en casa, supimos de gramíneas y legumbres, escuchamos el
proceso de elaboración de los quesos más variados y el dulce de leche, con
participación en grupos: lo que uno sabía a medias, lo completaba el de al
lado. Chicas y muchachos, con lugar para todos y en un clima de amistad.
Forrajes, diferencias entre silos y fardos…
No faltaron exposiciones sobre la organización de la empresa, planillas, y
juegos para diferencias una semilla de la otra y reunir cada semilla con su
planta. Lechuga, arveja, haba. Nosotros mismos fuimos invitados y pudimos
reconocer las semillas gracias a una alumna que nos sopló el resultado. Como
era un juego, se permitían trampitas a la vista, para salvar a los neófitos.
Las y los profesores, participando de esos
juegos, aprendiendo en comunidad lo que ofrecen las distintas asignaturas,
escuchando las exposiciones de vecinos
de Santa Elena y Paraná, invitados para compartir con el estudiantado. Para
cerrar, el acordeón de un joven virtuoso de El Quebracho, a puro chamamé, con
los alumnos y las alumnas bailando aquí y allá con sus compañeros y sus
profesores.
Qué difícil lograr esa comunión en zonas
urbanas, en escuelas encerradas llamadas “peceras” donde los estudiantes y
docentes sufren el amontonamiento, y el ruido y el apuro interrumpen cualquier
intento de diálogo.
Un edificio nuevo
Cultura, trabajo, oficios, artes, humor,
manejo de tecnologías, todo a galpón, donde corría el mate en todas las filas,
para hacer más amigable aún la reunión.
Humor, decimos, por la expresión fresca de
los estudiantes, bien dispuestos a escuchar, y porque era el cierre además de
un concurso de manera que varios alumnos estaban vestidos de pollos, ovejas,
gatos, ratones, abejas, y se paseaban con sus trajes de buena factura y sus
rostros pintados.
Qué frío, el viernes, y qué jornada cálida
con estos entrerrianos, mayoría de El Quebracho, Santa Elena, Avigdor y
cercanías. Cuánto se aprende allí.
Nos contaron de un proyecto para construir un
edificio nuevo para la escuela, porque dan clases en el casco viejo de la
estancia y el auditorio es un galpón nomás, donde guardan las herramientas.
Lindo premio sería, al talento y el esfuerzo, que el Consejo General de
Educación y Arquitectura empezaran esa obra.
En las escuelas agropecuarias hay semillas
para un futuro de arraigo, trabajo y comunidad; futuro no muy claro, pero las
semillas están. El departamento La Paz expulsa a sus hijos. Emprendimientos
como éste pueden colocar una bisagra en ese proceso de destierro que va dejando
el tendal de taperas. Y el entusiasmo joven nos entusiasma.
Vivimos de ajuste en ajuste, promesas,
denuncias, pero allí están los estudiantes y los docentes calentando el galpón
con sus palmas, sentados sobre los fardos, bien dispuestos a afrontar heladas.
Qué sería, si los gobernantes nos sorprendieran con una devolución: el edificio
nuevo.
A veces, sin darnos cuenta, las sociedades
formamos un equipo, cada cual cumple allí una función. Si en ese equipo
encontramos un Maradona, hay que darle la pelota, es obvio. En nuestro sistema
que provoca el desarraigo y la expulsión desde hace décadas por falta de
trabajo, y con todas las críticas que conocemos y los males que ignoramos, hay
algunos Diegos y Lioneles que no necesariamente nos traerán la copa pero sí
servirán de estímulo para todos. Y nos referimos a escuelas que logran formar
una comunidad, con jóvenes a los que les gusta asistir, aprender, conversar.
El frigorífico, cerrado
Los estudiantes saben allí de colmenas,
tambo, aves, porcinos, ovinos, viveros, aromáticas, frutales, pero más que todo
eso, en un lugar así aprendemos a amar al monte y sus habitantes junto al
Feliciano, a compartir el trabajo y el estudio, y nos contagia la energía del
amanecer. Allí el dulce de leche la miel, el escabeche, los demás dulces con
frutos de la huerta.
No podríamos extendernos aquí sobre el
Proyecto Madre Tierra que conocimos hace un mes en un encuentro ecologista en
Avigdor. De allí la invitación para saber más del establecimiento en El
Quebracho, en la ruta de entrada a Santa Elena.
Todas las exposiciones de los alumnos fueron
realizadas con proyección de audiovisuales o imágenes en cartulinas, y con la
presentación de compañeras que ejercían de maestras de ceremonia. Nada quedó
librado al azar, y todo corrió sin acartonamientos y sin personalismos. Algunos
cursos imprimieron folletos explicativos, como uno que tenemos en la mano
realizado por 4to. Año de la Escuela 151, bajo el lema: “La tierra no es del
hombre, el hombre es de la tierra… cuidémosla”.
El folleto tiene imágenes de árboles, cada
cual con nombres vulgares y científicos, y de las llamadas malezas, y un
espacio para las máquinas y los equipos de la tarea rural.
Antes, un grupo de profesoras nos había
explicado su vivero de árboles autóctonos, todo un desafío para la escuela
porque los mismos docentes aprenden sobre la marcha. La desidia taló y sigue
talando, y estas mujeres y hombres de El Quebracho quieren repoblar.
Claro: no todas son flores para la zona. Si
la falta de trabajo expulsa a muchos, la clausura definitiva del Frigorífico
Santa Elena, que reunía a diez fábricas en una, produjo una explosión social y
todavía se notan las secuelas.
La entrega de parcelas del frigorífico a
empresarios de afuera no alcanzó para amortiguar siquiera el golpe, y los
alumnos cuentan que los estudiantes formados para ejercer un oficio en la
avicultura, por ejemplo, no encuentran empleo porque las empresas prefieren
pocos obreros y sin título… Así, como se lee. Un ejemplo más de las
dificultades que debe afrontar la juventud si quiere quedarse en su tierra,
desarrollar allí una familia, un emprendimiento. Hoy por hoy, casi todos
quieren quedarse y casi nadie cree que conseguirá un trabajo en la zona.
Desde el galpón
¿Y si los gobernantes ayudan a plantar esas
semillas, con un nuevo impulso?
Frente al bochorno de los cuadernos de la
corrupción, que corroboran lo que ya sabemos, y frente a las noticias que nos
permiten avizorar un futuro cercano con escasas fuentes de trabajo, regiones
como la nuestra favorecidas por el suelo, el agua, el clima, pueden abrir
caminos que parecen cerrados.
Los entrerrianos comemos alimentos que vienen
de afuera, y expulsamos a nuestros hijos porque no hay trabajo. Mansa
contradicción. Lo vamos constatando en la encuesta del vivir bien y buen
convivir que estamos realizando entre varios centros de estudio en la
provincia.
Como conclusión: escuchemos a las maestras y
los maestros, los profesores y las profesoras, las y los técnicos, las y los
estudiantes de El Quebracho; escuchemos a esta juventud, y veremos por dónde
pasa ese otro mundo panzaverde y bien tagüé, como dicen en la zona; un mundo
que no figura en aquellos cuadernos del chofer ni en los presupuestos del
ajuste.
“Ay, quién pudiera vivir como ese pájaro
hermano para nacer y morir en tus costas, Feliciano”, dice Linares Cardozo.
¿Podrá esta juventud cumplir el sueño de todos? ¿Y en qué se puede colaborar?,
como dijo Enrique Zucco cierta vez en Chajarí, en su lecho de muerte.
Escribimos esta columna agradecidos con las y
los docentes y estudiantes. Recibimos una cátedra de amor a la Pachamama. Hay
que estar en El Quebracho, beber de esa fuente felicianera, y mirar desde el galpón
un amanecer.
-0-0-0-
15-PARANÁ, AGOSTO.
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Siete estudiantes secundarios de Paraná
Curso 6to. Año – Lugar Bº San Agustín Paraná
De los 7 estudiantes sólo 2 son nacidos de Paraná, 3 provenientes de
otras provincias y 2 de otras localidades de Entre Ríos. Se entusiasman con la
encuesta.
Poseen recuerdos de actividades vinculadas a la tierra especialmente de
sus abuelos que criaban animales de corral, vacas, caballos…madrugaban siempre.
La totalidad asegura que en sus domicilios realizan algunas
plantaciones como tomates redondos, peritas, cherri, pimientos, lechuga,
albahaca, perejil. También manifiestan tener algunos frutales como higuera,
vid, limón, mandarina, pomelo…y antes ciruelos y duraznos.
Conocen como medicinal al burro, la salvia, aloe.
Identifican las taperas como el símbolo del éxodo rural
Se muestran a favor de la biotecnología de modo que no afecte la salud,
pero además en contra del uso de agrotóxicos.
Respecto de la contaminación “la sufrimos en carne propia con el Arroyo
Antoñico sin saneamiento, con basura, abundante vegetación por lo que se pone
peligroso, hay alimañas, ratas, cucarachas que afectan la salud de los
pobladores”.
Dicen que el Volcadero está un poco más controlado que tiempo atrás.
Apuntan su preocupación por los mini y grandes basurales, las cloacas, los
asentamientos inhumanos que viven en la más absoluta marginalidad pero con los
peligros consabidos como la venta de armas, drogas, robos y arrebatos (de este
último conocemos mucho en las cercanías del colegio).
El vecino solidario desapareció, dicen. También dentro de las
relaciones familiares, propio de estos tiempos del “sálvese quien pueda”.
La mitad de los encuestados dice que viviría en el campo, la otra lo
duda. Cinco tienen padres policías, otro se dedican a la refrigeración, otro es
remisero, sólo una madre trabaja casa afuera.
Todos van a seguir estudiando carreras universitarias y/o terciarias.
En el curso son 8 en total y comenzaron la secundaria 35 o más.
Aseguran que lo que impide acceder a bienes como la tierra es la falta
de ingresos y/o trabajo. Calculan que se necesitarían como mínimo 10 hectáreas
y según la actividad que se realice, para desarrollar una actividad vinculada a
la producción campesina. Además de tierra, ayuda para comenzar, centros de
referencias de la salud, la educación, comunicaciones, agua potable…
El 85% de los encuestados posee vivienda propia pero con muchas
limitaciones. Una de las encuestadas manifiesta que viven 9 personas con 3
ambientes (los padres, y una hermana casada con hijo) es decir hacinados.
Lo positivo del barrio: centro de salud, educación, “comisaria”,
comercios varios, bibliotecas, centro de recreación de El Sol, medios de
comunicación… les gusta la limpieza de los lugares públicos, lo verde, por eso
eligen ir al parque Urquiza.
Lo negativo del barrio: inseguridad, injusticia, contaminación,
narcotráfico, asentamientos.
Si hubiera condiciones, 3 de los encuestados aseguran que les gustaría
vivir en el campo.
-0-0-0-
16-GUALEGUAYCHÚ AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Encuestados: Juan y Andrea (esposos) y Angela y Ramón (esposos)
Viven en Barrio La Cuchilla de Gualeguaychú.
Los primeros pobladores del barrio La
Cuchilla fueron vecinos que llegaban desde las zonas rurales.
Al principio, muchos de ellos se dedicaron a
la fabricación de ladrillos, ya que el lugar se los permitía por la gran
extensión de terreno que había en el lugar. Con el correr del tiempo, la zona
comenzó a poblarse con otros vecinos que también llegaban de la zona rural y de
las zonas costeras de la ciudad. Muchos fueron erradicados de las zonas
inundables y pasaron a vivir en La Cuchilla.
Juan y Andrea son una pareja que oscila los
40 años. Juan hace changas de albañilería y Andrea trabaja como empleada
doméstica y percibe la asignación universal. En tanto Angela y Ramón son
adultos mayores, ya jubilados.
Todos ellos manifestaron tener conocimientos
sobre cultivo de vegetales y crianza de animales.
De hecho, ambas parejas hacen quinta en una
porción de terreno de sus viviendas. Lo hacen a través de programas del INTA,
que les provee semillas dos veces al año.
Cosechan tomates, cebollas, lechuga,
morrones, etc. Todo lo destinan al consumo del hogar.
Afirman sentirse muy satisfechos por eso,
porque les ayuda a su economía familiar, pero además porque aún pueden sentir
el buen sabor de los vegetales, lo cual no encuentran en los productos que se
compran en una verdulería.
Ninguno de ellos tiene conocimientos como
para trabajar la tierra a una escala mayor. Angela recuerda que su padre
trabajaba en el campo (en Almada).
También nos cuenta que tenía muchos
familiares en Almada dedicados al campo y que finalmente todos se vinieron a la
ciudad.
Sobre los motivos de tal éxodo, nos comenta que
todo comenzó cuando esos pueblos se quedaron aislados, por la falta de
transporte y caminos. No tenían modo de mandar sus hijos a la escuela y el
campo cada vez rendía menos.
Preguntados sobre si podrían estar dispuestos
a trabajar en el campo, Juan y Andrea dicen que podría ser, pero que no tienen
conocimiento para ello.
Sin embargo, aceptarían capacitación y lo ven
como una buena salida laboral más firme que lo que actualmente hacen.
También afirman que sería necesario contar
con las herramientas, al menos para comenzar, como también recalcan la
importancia de contar con servicios básicos como electricidad y transporte para
moverse y escuelas cercanas para sus hijos.
Andrea y Juan tienen cuatro hijos. Comentan
que uno de ellos, que tiene 18 años,
sueña con trabajar en el campo y que le gustan mucho todas las tareas rurales.
Nos dicen también que cada vez que puede, se va al campo de una familia amiga y
allí se queda ayudándoles y aprendiendo.
Hablamos sobre los agrotóxicos y la falta de
cuidado del ambiente. Angela y Ramón afirman que en algunas visitas que han
hecho al campo, en la zona de Almada, observan que los arroyos tienen un color
verdoso. Recuerdan que antes no era así. Saben que los pesticidas que se usan
terminan contaminando el agua de los arroyos y ríos.
“Pero nosotros no le echamos nada a nuestras
verduras en la quinta”, dice Angela con orgullo. “Corremos los bichos con las
aromáticas y las malezas las sacamos a mano”.
Preguntados si sería posible realizar
emprendimientos asociativistas, en conjunto con otros vecinos, trabajando la
tierra, nos comentan que alguna vez se intentó en el barrio con un terreno muy
grande que había lindero al barrio. La experiencia no fue buena, porque no hubo
forma de detener los robos. Ellos trabajaban y por las noches les robaban todo.
Otro de los problemas que surgió fueron los conflictos entre los integrantes,
porque comenzaron las discusiones porque unos trabajaban muchas horas y otros
muy poco, pero a la hora de recaudar era para todos igual. Eso hizo que con el
tiempo el proyecto fracasara.
En relación al acceso a la vivienda, todos
coinciden que les ha sido muy difícil tener la casa propia y que nunca la
hubieran alcanzado si no hubiesen tenido la ayuda del estado.
Coinciden todos en que el sistema de autoconstrucción
es una buena idea. De hecho, Angela nos cuenta que tres de sus hijos tienen su
casa propia lograda por ese sistema.
El problema es que les llevó muchos tiempo
hacerla y mientras tanto ella alojaba en su casa a sus hijos con sus familias.
Vivían muy hacinados. “Ahora es un alivio, tenemos la casa para nosotros
solos”, dice sonriente.
Sobre su vida en el barrio, Angela y Ramón
dicen que no lo dejarían por nada. Vivieron toda su vida allí. Andrea y Juan
hace algunos años que llegaron al barrio tras vivir en la zona inundable del
barrio Munilla y dicen que, a pesar de las inundaciones, extrañan la forma de
vida que tenían allí.
Todos se quejan de los problemas que se han
originado en el barrio con las drogas. Hay muchos robos y muchos episodios de
violencia. Ellos se sienten afortunados porque sus hijos y nietos (en el caso
de Angela y Ramón) no han caído en las adicciones.
También manifiestan su malestar por la
presencia de un hogar de recuperación de adictos que se ha instalado en el
barrio. Afirman que, por las noches, es un total descontrol y los jóvenes que
allí están salen por el barrio a robar lo que sea.
De todos modos, aprecian y agradecen estar
allí por tener su casa propia. No hubo ningun comentario respecto de las cosas
lindas del barrio.
-0-0-0-
17-GUALEGUAYCHÚ AGOSTO.
Encuesta
del vivir bien y bello y buen convivir.
Encuestados: una familia:
Ester, Julio, Marta y Ramona.
Barrio La Tablita,
Gualeguaychú.
Todos los integrantes de esta familia vivieron en el campo y por distintos motivos
emigraron a la ciudad y terminaron viviendo en la periferia de la misma.
Manifiestan tener conocimiento sobre las actividades rurales como siembra,
quinta, tambo y también trabajo en el monte.
Ellos vivían en la zona conocida como “El Potrero” y afirman que ya son muy
pocas las familias que quedan en la zona. Todos los campos han sido adquiridos
por inversores de Buenos Aires.
Julio trabajaba como peón en una estancia y renunció a su trabajo cuando su
patrón le exigió trasladarse a un lugar más lejano, donde tenía otro campo. Esa
situación no le permitía poder mandar sus cinco hijos a la escuela. Por lo
tanto, prefirió renunciar antes que dejar a sus hijos sin estudios. Así fue que
se trasladó a la ciudad y comenzó su trabajo de albañilería.
Las mujeres recuerdan que en el campo trabajaban mucho y hacían todo tipo
de actividades a la par de los hombres. Ordeñar vacas, juntar maíz, sacar
malezas a mano, cortar leña, además de las tareas hogareñas.
También recuerdan que no había luz eléctrica y por las noches sólo se
alumbraban con velas o candiles. Aseguran que la vida era muy dura. A pesar de
ello, sienten que era muy bueno trabajar en el campo. También dicen que ahora
no volverían a hacerlo porque “eso es para los jóvenes”.
Actualmente trabajan como empleadas en casa de familia, a excepción de
Marta que padece una enfermedad de columna que no le permite trabajar.
En este punto, preguntados sobre si los jóvenes tomarían la iniciativa de
trabajar en el campo, aseguran que muy pocos. Los jóvenes están habituados a la
vida urbana. No obstante, en sus familias tienen algunos jóvenes que sí lo
hacen y se encuentran trabajando actualmente en el campo.
Sobre las causas de la emigración a las ciudades, se reiteran las causas.
La falta de servicios, caminos intransitables, falta de medios de transporte,
falta de escuelas. Piensan que hoy día sería más fácil porque en muchos lugares
hay energía eléctrica y la telefonía móvil que los mantendría más comunicados.
De todos modos, también afirman que para hoy vivir en el campo es
imprescindible contar con un medio de movilidad.
Ramona cuenta que ella parió sus hijos en el campo, sin asistencia médica
alguna. Las otras mujeres aseguran que eso hoy sería impensable. Sólo pensar en
una situación de esas, aterroriza a las mujeres más jóvenes.
Respecto del asociativismo y la posibilidad armar proyectos con vecinos y
otros grupos de personas para encarar un trabajo rural, lo ven muy difícil.
Ellos creen en esa forma de trabajo, pero dicen que el mayor impedimento está dado
por lo complejo que se han vuelto las relaciones entre las personas. Hay mucho
celo y especulación. En ese sentido, Julio asegura que “las medias sólo sirven
pa los pieses”.
De todos modos, dicen que si pudieran acceder a una porción de terreno, no
demasiado grande, podrían emprender cantidad de proyectos productivos, como
sembrar cebollas, ajo, morrones, berenjenas, etc. que podrían venderse en la
propia ciudad.
Para ello, deberían tener un primer impulso del estado proveyéndoles
herramientas y maquinarias. Dicen que una vez que comenzaran a trabajar, luego
ya no haría falta más apoyo porque podrían proveerse por sí mismos de sus
herramientas e insumos.
Todos tienen su vivienda propia, de cierta precariedad. En el caso de
Ester, logró su vivienda por sistema de autoconstrucción. Le gusta el sistema,
pero dice que debería ser más ágil, porque tardó cinco años en tener su casa,
desde que comenzaron a construír el grupo habitacional donde ella vive.
Respecto de si prefieren la ciudad o el campo, todos afirman que prefieren
quedarse en la ciudad, a excepción de Marta que expresa sus deseos de volver al
campo, porque le gusta mucho, aún cuando implica mayores sacrificios.
En cuanto a la vida en el barrio, dicen que ellos viven bien y tranquilos,
pero les preocupa severamente la situación de los más jóvenes, afectados por
las drogas. Aseguran que la mayoría de los jóvenes del barrio no tienen futuro.
La mayoría, salvo excepciones, son adictos, no trabajan ni estudian, y se
encuentran en una situación de absoluta marginalidad.
-0-0-0-
18-CONCORDIA VIERNES 24 DE
AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Escuela 23 República Oriental del Uruguay, Calle Pellegrini 136,
Concordia.
Y conversaciones con integrantes del grupo ecologista Luz del Ibirá.
Escuchamos a un grupo de catorce estudiantes,
chicas y muchachos de los últimos cursos de la educación secundaria, bien
dispuestos a hablar de alimentos y biodiversidad y en general distantes de la
producción. Todos de Concordia, excepto una chica con cuna en Federal.
De entrada explicaron que en el
establecimiento educativo tenían una quinta con lechuga, acelga, zanahoria,
cebolla, perejil, pero aclararon que nunca cosecharon de allí, sino que
participaron de la primeras tareas, y no sentían que hubieran sembrado, es
decir, no tenían incorporada el concepto de siembra, por lo que entendimos que
el proyecto de huerta propia era incipiente.
Aunque muy urbanos y de barrio, las y los
estudiantes por alguna vía tenían vínculos con los alimentos. No es raro allí
tener padres o tíos en la cosecha de arándanos o citrus, o alguna vecina con
gallinas.
Si bien de los 14 hubo 7 que respondieron que
tenían un gallinero cerca, en la cuadra, sólo una de las alumnas dijo que su
mamá tenía gallinas, y cuando le preguntamos al conjunto por la posibilidad de
un gallinero pequeño, todos señalaron una dificultad principal: los perros.
Fue algo sorprendente: cada uno explicó que
con dos o tres perros y perras en casa se hacía imposible, y nos llamó la
atención por la abundancia de mascotas grandes que ocupan gran parte del escaso
espacio que poseen en los barrios.
Otros dijeron que no sabrían cómo criar las
aves. Y hubo bromas por otro problema: la inseguridad. “Te saltan por el
fondo”, dijo una alumna.
El problema del éxodo fue tomado en la charla
como algo natural. Dijeron que tienen compañeros en la cosecha de manzanas y
peras en el sur, por caso. “Siempre fue así, se van”, se escuchó.
Otros admitieron que tienen amigos que se
marcharon a Buenos Aires. Uno dijo que tenía primos y tíos en Paraná, en la
escuela de oficiales de la Policía.
A una pregunta sobre los alimentos, como era
de esperar todos pensaron en verdulerías y carnicerías, y sólo como excepción
uno dijo que en el barrio había paltas y otro que en la casa tenían tomates.
Al ser un grupo netamente urbano, no
sorprendió la distancia con la producción de alimentos, pero al mismo tiempo
nos llevó a reflexionar en torno de la pobreza, porque las características de
estos grupos llevan a pensar en lo necesario de la huerta propia, por caso,
para facilitar la alimentación familiar con productos cercanos y sanos.
Sobre el cuidado del ambiente: “hay basura
por todos lados, nadie limpia nada. Basurales grandes y chicos”. La deposición final de los residuos fue el
problema repetido. También comentaron de la tala de árboles.
Allí surgió una iniciativa del
establecimiento educativo que tiene a los estudiantes muy interesados: el
Sendero. Se trata de un espacio de monte junto al río, a pocas cuadras del
colegio. La militancia de los docentes
permitió que se declarara Sendero protegido por ordenanza municipal, con lo
cual rescataron un basural para facilitar el desarrollo de monte nativo.
Una profesora mencionó el caso de las algas
en el lago de salto Grande, y fue comentado por los estudiantes.
Consultados por la posibilidad de hacer algo
propio vinculado a los alimentos, de los 14 sólo uno dijo estar dispuesto.
Explicó que le gustaría vivir más en las afueras si hubiera posibilidades. “No
te vas a quedar toda la vida con tu papá, tenés que buscar un futuro”, comentó.
Los demás se mostraron inclinados a la docencia, la enfermería, o estudios
vinculados al ejército o la policía.
A la pregunta sobre la vida y el trabajo
comunitario, las opiniones estuvieron repartidas pero prevaleció el trabajo
individual, lo que sorprendió un tanto a profesoras que aclararon que dan
clases de cooperativismo y esperaban quizá otras respuestas.
“Prefiero trabajar solo y hacer las cosas
bien”, dijo uno.
“Mejor en grupo, si sale mal el otro te puede
corregir”, respondió otro.
“Me gustaría en grupo para conocer mejor a
los vecinos”, agregó una tercera.
“Yo me concentro mejor si trabajo solo”, dijo
otro.
“El trabajo comunitario es más fácil”,
manifestó uno. “Pero te complica”, le respondieron.
En general, no se registraron comentarios en
torno de experiencias comunitarias, cooperativas.
Sobre las bondades de vivir en el barrio,
explicaron que tienen cerca la escuela, el hospital, las calles asfaltadas, la
comisaría, el almacén.
Lo negativo: “te roban todo”. La inseguridad
fue lo más mencionado. Y no con mucha preocupación sino matizado con algunos
chistes. También salió el tema de las adicciones, no porque alguien lo apuntara
entre los entrevistados sino porque lo consultó muy especialmente el encuestador.
Uno aclaró. “y dónde no está” (la droga).
Luego coincidieron en que hay más droga en
barrios de casitas precarias. “La casa se les cae pero venden droga”, señaló un
estudiante.
Respecto de los beneficios de la vida
campesina todos hablaron de “la tranquilidad” y uno dijo “el trabajo propio”.
Consultados sobre la disposición que tendrían
para la capacitación en distintos rubros, todos recibieron la propuesta de
buena gana. Eligieron abejas y tambo. “Ayuda un poco más si sabés un oficio”.
Como observación: el diálogo fue un tanto más
forzado que en escuelas de campo o pueblos chicos, pero resulta interesante la
atención que prestan los estudiantes. Es decir, el hecho de que estén distantes
de la producción no los hace desinteresados. En un momento, un poco en broma,
señalaron a manera de reproche amistoso que en la escuela no se trataban los
temas apuntados en la encuesta, aunque era obvio que el establecimiento no está
pensado como escuela agrotécnica.
Luz del Ibirá
Docentes de la Escuela República Oriental del
Uruguay, junto a pares de otros establecimientos, fundaron en Concordia el
grupo ambientalista Luz del Ibirá. El nombre deriva de un Ibirapitá plantado en
el patio del establecimiento educativo.
Las docentes explicaron la actitud para
articular sus trabajos educativos con su vocación ambientalista, y mostraron a
la escuela como un ámbito para el encuentro y el debate, más allá de los temas
exigidos por el sistema.
Señalaron que en algunos establecimientos
sirve la formación de este tipo de organizaciones para sortear la burocracia
impuesta para salir de los cursos con los estudiantes o emprender iniciativas
que cruzan las jurisdicciones. Y
explicaron que a través de distintos proyectos, como la participación en las
olimpíadas de ambiente y desarrollo sustentable, logran estimular la
participación de los estudiantes en asuntos de la comunidad. Como ejemplo: la
limpieza y la visita periódica al Sendero protegido de la zona sur, y la
comprensión de las fuentes de trabajo de la zona, no siempre amigables con el
entorno.
Luz del Ibirá lanzó una colección de
historias mágicas de diversidad, con cuentos ilustrados sobre habitantes del
monte y el río.
-0-0-0-
19-PARANÁ LUNES 10 DE
SETIEMBRE.
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Escuela 59 Toma Nueva, de Paraná. Barrios Toma Nueva, Lomas del Golf y
Los Arenales.
Entrevista con tres estudiantes adultas que viven en esos barrios.
Las tres comentaron que conocen algo de
huertas, y añoran los tiempos en que el barrio tenía más espacio y menos violencia
y drogas, y coinciden en la dificultad de hacer emprendimientos cooperativos o
comunitarios por la falta de confianza en la vecindad.
“Mi marido sabe un poco, hemos sembrado
tomate, lechuga, acelga, calabazas, zapallos, pero ahora solo tenemos muchos
pimientos. Como tenemos un patio grande, ahí hay mandarinos, manzanos,
limoneros, ciruelos. En un momento tuvimos gallinas, ahora no.
Lo que sé, lo aprendí de mi marido, él es
inmigrante.
Una segunda entrevistada dice que tenía
gallinas y patos, sacaba huevos y criaba también algunos parrilleros en el
patio. Pero los regaló porque los perros empezaron a matarlos.
Ahora se quedó con un solo perrito, entonces
cuando le da de comer en el patio llegan palomas y otros pájaros del monte.
Aprendió estos trabajos de chica. Ella vivía
con sus padres en Santa Elena, el padre debió emigrar por el cierre del
Frigorífico. En este momento, ella vive en Paraná, y su padre es ladrillero en
Casilda, provincia de Santa Fe. La familia está compuesta por ocho hermanos de
los cuales solo una, la mayor, vive en Santa Elena, los demás se fueron todos,
incluso los padres.
La tercera entrevistada comenta que en la
casa de su madre tenían naranjos y mandarinos, pero los sacaron para construir
e hicieron piso. Solo queda una planta que se está secando.
Dice que su abuela cosechaba paltas y
naranjas. También tenía patos y gallinas y los fue regalando porque se los
mataban los perros (el mismo comentario que la segunda consultada).
En estos meses, el hermano tiene tres
gallinas, y huerta no, por falta de espacio.
Ante la pregunta 2 sobre el éxodo, la
santaelenense se explaya sobre la
ausencia de oportunidades de trabajo en su ciudad. Dice que ahí ni siquiera se
puede vender pan casero por las calles porque hay mucho control y cobran
impuestos, a diferencia de Paraná donde los vendedores ambulantes no se los
molesta.
También recuerda que los tíos de su marido
(hermanos de su suegra) son todos de Nogoyá, y se fueron a Buenos Aires por
falta de trabajo.
Otra entrevistada dice que los hijos de ella
y de su marido son profesionales, se fueron a otras provincias (Médico,
ingenieros en petróleo…). Lo ve natural, aunque el único oficio que aquí no
podría practicarse sería el petrolero.
Sostiene que si bien su terreno es grande
porque se juntó con otros linderos, la mayoría de los espacios en estos barrios
son muy reducidos, la gente vive amontonada. Los hijos construyen arriba de la
casa de sus padres, o atrás, porque no tienen terreno.
La tercera dice que su abuela vino al barrio
desde Sauce de Luna, y que le comenta que en la Toma en su juventud era todo
verde, con montes naturales.
Sus abuelos emigraron a Buenos Aires por
trabajo (su abuelo era panadero), y más adelante se afincaron en la Toma.
Ante la tercera pregunta sobre la producción
y el origen de los alimentos, dicen que compran casi todo en supermercados. Una
de las encuestadas colabora en un comedor y saca de allí algunas verduras. Hay
en el barrio un comedor que da viandas a 350 personas del barrio, de lunes a
viernes, con ayuda del Estado Nacional. El comedor se llama Pancitas llenas,
corazón contento.
Aclaran que hay dos alimentos que obtienen de
vecinos del barrio: pescados y carne de cerdo, y que a veces pasa un carrito
con un vendedor de huevos, pero no hay quintas en la zona. Comentan que lejos
de allí, en el Acceso Norte (varios kilómetros) que existen quintas trabajadas
por bolivianos.
A la pregunta 4 sobre el ambiente, responden
que saben de un vecino que vive con problemas de asma por el polvillo de una
arenera.
También lamentan que la orilla del río esté
llena de botellas de plástico, bolsas y otros residuos.
En el barrio hay mini basurales, “pero no
tanto como antes”.
Sostienen que la municipalidad ha colocado
contenedores, y muchos ven el contenedor lleno pero dejan igual sus bolsas.
También admiten que se empezó con la selección en origen pero el plan no sigue.
Pregunta 5, si imaginan a sus hijos
trabajando en relación con el suelo. Una encuestada cuenta que tiene un hijo en
una escuela rural en Las Tunas, donde trabaja en la huerta, cuida animales. “Le
gusta mucho”. Aspira a que el joven en
un futuro trabaje en la misma escuela, adonde hoy vive de lunes a viernes.
“Le habían hecho una cesárea a una oveja, y
venía contento”, dice.
Acepta que con su marido decidió mandarlo a
esa escuela “por la situación del barrio, hay mucha droga y todo eso”.
Otra entrevistada no imagina a ninguno de sus
hijos en relación con la producción de alimentos. La tercera comenta que le
gustaría estudiar maestra jardinera y educación física, y nada en relación con
la tierra.
A la pregunta 7 sobre vivir en el campo: “A
mí me gusta acá, el barrio”, dice la mujer que manda su hijo a Las Tunas por
razones de seguridad, aunque parezca una contradicción.
Admite que no le desagradaría vivir en el
campo porque ama la tranquilidad.
Otra dice que no, no se iría, porque no se
aguantaría la soledad.
La tercera se marcharía al campo sí, pero no
a trabajar, sino a una casa quinta, para disfrutar del paisaje. Antes gozaba
del silencio, del trino de los pájaros, ahora desde temprano se escuchan los
camiones.
Ante la pregunta 8 sobre emprendimientos
asociativos, las tres optan por trabajos individuales, y no cooperativos. “Para
formar un grupo está complicado, tenés que fijarte bien, cómo es la persona. Han
hecho microemprendimientos y no han funcionado. Individual sería más fácil, es
la responsabilidad de cada uno”.
Otra dice: “familiar sí, con vecinos sería
complicado. No sé qué responsabilidad tiene él”.
La tercera: “Comunitario no, individual. Los
vecinos no se pueden ni ver. Están todos peleados, por lo menos en mi cuadra
están todos peleados” (agrega con una sonrisa).
“No se usa mucho el diálogo, si los chicos se
pelean por ejemplo, no hay diálogo: van y te amenazan”.
Pregunta 9 sobre aspectos positivos y
negativos del barrio: Los positivos, la escuela cerca, el río cerca, y lo mismo
el centro de salud. Una dice que su abuela también vive a pocos metros de su
casa.
Lo negativo: la droga y la violencia. “La misma adicción los lleva a robar,
amenazar, a matar. Le roban a sus padres incluso”.
Una aclara que ellos no tienen miedo, porque
“con los del barrio no se meten. Saludan, a mí nunca me faltaron el respeto”.
Dicen que existe violencia, se escuchan
gritos, tiros. Una de las entrevistadas debió abandonar la entrevista por un
llamado telefónico, debido precisamente a un hecho de inseguridad justo cuando
hablaban del tema. Cuando los entrevistadores salieron, ya concluida la
consulta, había una cuadra conmocionada, con los vecinos afuera y dos patrulleros.
“Ahora está un poco mejor porque hay varios
presos. Falta que metan adentro a dos o
tres. A esos les espera la reja o cuatro metros bajo tierra, por el camino que
van”, comenta una.
Consultadas sobre la posibilidad de
capacitación en rubros de la producción, las dos entrevistadas que quedan
aceptan que asistirían a cursos. Aunque una quiere ser maestra o profesora de
educación física y la otra guardiacárcel.
Comentan que en el templo vecino solían
entregar pollitos pero exigían para ello una capacitación de tres días. Lo mismo con planas frutales. Pero este año
eso no se dio.
Recuerdan que la municipalidad entrega
pollitos en calle Colón, sin capacitación previa. Hasta 10 aves por familia.
Consultadas por el plan Pro huerta del Inta,
dicen que no lo conocen.
Las dos sugieren que si un día llegara
capacitación tendría que ser algo permanente, con continuidad, “que no se
pierdan”, porque de lo contrario los emprendimientos se abandonan.
-0-0-0-
20-MOJONES SUR – SETIEMBRE
2018
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Encuesta a joven docente rural de Mojones Sur, departamento Villaguay.
1) Los Conocimientos los obtuve de libros,
investigando en internet y con miembros de pueblos originarios y campesinos. En
relación al cultivo de vegetales conozco
la importancia de la asociación de cultivos, rotación, y preparación de
biofertilizantes orgánicos a base de bosta de vaca y otros. Mucha información
de agricultura regenerativa en especial sobre la utilización de caldos y algo
de agricultura biodinámica. Aunque todavía no pude realizar muchos preparados.
En labranza utilizamos diversas técnicas, dependiendo de la dimensión del
espacio lo hacemos con Laya, asada o arado y tractor. En el sector huerta
incluimos gallinas ponedoras que colaboran con la labranza y brindan huevos. En
el sector ganadería bovina prácticamente no participo aunque tengo varios
saberes sobre manejo de monte mediante parcelas, destete, alimentación. Y sobre
usos medicinales de las plantas sigo aprendiendo pero considero que todas las
plantas en diferentes medidas son medicinas, tengo algunos libros y materiales
al respecto.
2) El éxodo ha sido notable cada vez quedamos
menos luego del boom de la soja y las precarias condiciones laborales.
3) Muchos productores son ganaderos, aunque hay
grandes estancias agrícolas que se dedican elementalmente a la soja, aunque
actualmente algunas se encuentran en crisis por tener las tierras cada vez más
infértiles y depender de las multinacionales. Acá en casa la mayoría de
verduras las obtenemos de nuestra producción, estamos iniciándonos cómo
productores agroecológicos con mi compañera.
4) He visto grandes hectáreas de desmontes,
fumigaciones con agrotóxicos y sus innumerables problemas para la salud,
mortandad de peces y abejas, eliminación de la biodiversidad, contaminación en las aguas, dependencia a las
multinacionales por parte de los productores, perforaciones termales (para
extraer hidrocarburos), eliminación del monte nativo y una casta política orientada
a sostener este sistema.
5) Lo veo por eso volví al campo con mi
compañera para hacer agroecología. Es la salida generando gran cantidad de
empleos y produciendo alimentos de calidad. Soberanía alimentaria.
6) Es muy relativa la cantidad de hectáreas
pero de una para arriba. En cuanto a servicios luz eléctrica y agua. Además de
algún tractor y arado para ahorrar en labranza. Para el intercambio el
principal problema en este momento es el transporte de la cosecha
7) Servicios fundamentales para la producción
son agua y luz. No vendría mal educación y salud de calidad. No tenemos
vivienda propia, paramos en la casa de mis padres, aunque estamos intensionando
una bioconstrucción. Nos gustaría vivir
al lado de un algarrobo.
8) Aún hay algunas resistencias a lo
colectivo. Pero con paciencia lo vamos logrando.
9) Vivo en una zona rural y me encanta este
espacio. Aunque no tuve inconvenientes con los barrios cuando me tocó.
10) Trabajo en muchas cosas: producción
hortícola, albañilería, cuando salen suplencias docentes, estoy tratando de
volver a hacer apicultura. Me encantaría poder dedicarme enteramente al trabajo
en la tierra, mejor aún si es colectivo. Y estoy dispuesto a cualquier
capacitación.
-0-0-0-
21-AVIGDOR – SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
PRIMERA ENCUESTA.
Técnica Agropecuaria, egresada de Antequeda, despedida de la SAF el 29
de abril 2018, edad 33 años aprox.
1. El conocimiento es una mezcla de lo empírico heredado de mi madre y
de científico (por decirlo de alguna manera) adquirido en la escuela secundaria.
Y luego con capacitaciones.
2 El éxodo rural se ha manifestado en mi zona de igual manera que en
zonas aledañas, se nota mucho en jóvenes de un rango de edad que va desde los
15 a los 24 años aprox. Y en su mayoría se van
a Santa fe o Córdoba en busca de fuentes de trabajo que faltan en la
zona. Y si bien no van por trabajos dignos, encuentran allá casa y un sueldito.
La otra franja es de personas mayores (en edad jubilatoria) que han
trabajado sus tierras (de 30 a 100 ha)
toda su vida y hoy cansados de tanto trabajo y poca recompensa deciden
vender o arrendar sus tierras e irse a vivir a los pueblos más cercanos, donde
además cuentan con servicios que el campo son impensados, sobre todo de salud.
3 En esta zona se ve cada vez menos la cultura de cultivar los
alimentos, el 80% de los alimentos provienen de otras ciudades. Y no es por
falta de tierra o de saberes, simplemente que se está perdiendo el hábito del
consumo de frutas y verduras frescas. Basando la alimentación al consumo de
proteína animal y carbohidratos. Además el mal manejo los lleva a perder la
batalla con las hormigas, gallinas de los vecinos, aviones fumigadores que
pasan por sobre las casas perdiendo venenos (se han secado gran cantidad de
frutales y muerto muchas colmenas). Y el clima que en verano el sol está
demasiado fuerte y en invierno las heladas se notan cada vez más. Además de las
terribles sequías e inundaciones que viene sufriendo nuestra provincia.
4 Como ver se ha visto mucho. Y nada bueno. La contaminación se ve en todos
los espacios, desde algo tan chico como
la contaminación que genera una familia en su casa como la q generan grandes
empresas.
En el campo, tanto pequeños productos,
campesinos y trabajadores transitorios agropecuarios queman su basura o
la entierran en pozos hechos por ellos mismos, esto se debe a la falta de
recolección de residuos y a la escasa información que tienen sobre los agentes
contaminantes.
En cuanto a los grandes productores: es común verlos cargar agua o lavar
sus herramientas en cauces de agua que están en las mismas chacras en las que
están trabajando. Como así también dejar en el campo los contenedores de
agroquímicos o regalárselos a los vecinos o puesteros para que usen lo que les
queda de veneno y luego reutilicen los envases para transportar líquidos, en
muchos casos agua para consumo humano y animal.
5 Lo imagino, pero para eso debe haber muchos cambios en la forma de
trabajar y cultivar la tierra. Se necesitan políticas que favorezcan el
desarrollo rural y la economía regional. Se debería apuntar a la producción
responsable con medio ambiente y económicamente rentable achicando las
distancias (intermediarios) entre quien produce y los consumidores. También
acercar servicios, a los centros rurales,
básicos como salud, energía y agua
potable. Y otros como internet y buena señal para la telefonía celular.
De esta manera los jóvenes no tendrían necesidad de irse de sus tierras
porque tendrían todo en sus propias casas.
6 En mi opinión no es una cuestión de espacio el tema de la huerta. Pero
se estima que con 40 o 50m2 una familia de 4 integrantes puede abastecerse de
frutas y verduras de estación. Personalmente creo que es un problema de tiempo,
esfuerzo y dedicación que generalmente recae en la mujer de la casa (que es
esposa, madre, lavandera, cocinera, recolectora de leña y en muchos casos de
agua. Qué ganas puede tener una persona de hacer huerta si no tiene tiempo y si
además debe trabajar la tierra y acarrear agua, cuando muchas veces es la única
que consume las verduras porque a la gran mayoría de los hombres se les ha
inculcado que deben consumir proteína animal por el trabajo que realizan.
Es necesaria la incorporación de talleres y jornadas (los temas serían:
alimentación saludable, cocina, roles y funciones de todos los integrantes del
grupo familiar, etc. Asistencia técnica productiva y de comercialización,
recuperación de saberes, conservación consciente de los alimentos) donde
asistan todos los integrantes de la familia, no solo la mujer como acurre
siempre.
7) Los servicios fundamentales ya los fui nombrando anteriormente, pero
en lo personal creo que se trata de que no haya diferencia en los servicios con
los que cuentan las personas de ciudades y los habitantes rurales (no tener que
hacer 25km para poder colocarse una inyección o medirse la presión arterial, y
todo lo que tenga que ver con salud, caminos intransitables todo el año,
cajeros automáticos, terciarios o facultades, comercios justos, todo esto más
cerca)
En cuanto a la autoconstrucción de viviendas me parece que primero se
debería avanzar con la solución al problema de tenencia legal de la tierra y
que cada familia. Una vez siendo realmente dueños de sus tierras recién avanzar
con capacitaciones y permanente acompañamiento en el proceso de construcción.
8) En la actualidad se ha perdido de tal manera el sentido de
asociativismo que la gran mayoría prefiere pagar el doble por la misma cantidad
de insumos a tener que correr el riesgo de hacerse cargo de pagar un extra si
al vecino le va mal un año.
Son totalmente consientes de los beneficios del asociativismo y el
cooperativismo pero la desconfianza es mayor. Llevarían muchos años de trabajo
contínuo y acompañamiento.
9) Antiguamente se prefería la vida del campo pero hoy es tal "la
soledad del paisaje" que la mayoría prefiere vivir en un pueblito o ciudad
pequeña y viajar todos los días al campo a trabajar. De hecho es tanto el
aislamiento (ni hablar en temporadas de lluvias) que se van generando
adicciones (alcoholismo por ejemplo), que sumado a otras vivencias terminan en
violencia doméstica (aclaro que no estoy justificando la violencia de ningún
tipo). Sé de casos de mujeres que están solas todo el día en el medio del campo
porque sus hijos crecieron y se fueron lo antes posible del campo, y su marido
está trabajando en otros campos desde que sale el sol hasta que oscurece. Y en
esa soledad aparecen enfermedades tales como obesidad, estados de ansiedad,
hipertensión arterial, depresión, etc
Lo bueno de vivir en el campo es la posibilidad de producir mayor
cantidad y variedad de alimentos (huevos, leche y sus derivados, corderos,
chivos, aves, caza y pesca, etc. )
10) En la actualidad me desempeño como comerciante, pero trabajé 15 años
asesorando y acompañando a pequeños productores agropecuarios y mujeres
campesinas.
Siempre soñé con poder volver a vivir en el campo produciendo mis
propios alimentos de manera sana y con los tiempos propios de cada producción.
Pero veo cada vez más lejos esa posibilidad ya que hoy por hoy no basta con uno
producir sanamente, sino que se debe estar
pendiente de la forma de trabajar
de los linderos ya que con solo una deriva de fumigación se puede perder meses y años de trabajo, sin
contar con los efectos nocivos en la salud.
-0-0-0-
22-AVIGDOR – SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
SEGUNDA
ENCUESTA. Madre e hija (70 y 40 años aproximadamente),
llegadas al poblado de Avigdor junto a su familia a finales de los 80,
principios de los 90, asentados en terrenos donados por una de las estancias
que rodea el pueblo destinados a barrios que hasta el día de hoy no tienen
escritura.
1-El conocimiento
viene de los hábitos en las huertas familiares transmitidos generacionalmente
para autoconsumo, y luego con las capacitaciones de los programas de prohuerta
y SAF. Ahora en el pueblo se vende el excedente a vecinos, y se pasa la
información de venta de boca en boca. El uso medicinal de las plantas ha sido
reemplazado químicamente pero en la actualidad está volviendo. Saber
transmitido de generaciones.
2-La juventud se fue
mucho a la ciudad en busca de trabajo. Es igual año tras año porque en el
pueblo no hay suficiente trabajo.
3-Se participa en
proyectos familiares que propone el INTA, grupos solidarios “fundación
judaica”, aportes, donaciones de familias particulares de afuera.
4-En esta pregunta
tuvieron reparos en responder, aduciendo que preferían no contestar, pensando
en que solo iba direccionada al uso de agrotóxicos. Luego de explicar el
sentido amplio de la pregunta responden “ El humo de los basurales domiciliario,
el reciclado etc.”
5-“A largo plazo sí,
mientras están estudiando, mis gurises dicen que quieren aprender en la
Agrotécnica seguir estudiando afuera y volver al pueblo con una profesión
relacionada al trabajo del campo.
6-Hay gente que le
falta incentivo para trabajar, en el pueblo la mayoría tiene un mínimo espacio
para al menos una pequeña huerta.
7-A la casa de
material al fuimos haciendo de a poco, y ahora van construyendo los demás hijos
en el terreno. Antes prefería la zona rural, vivíamos en un puestito de una
estancia donde era peón mi marido, pero no teníamos luz ni agua corriente,
ahora prefiero acá el pueblo, no la ciudad.
8-Falta trabajar en
comunidad. En particular en ocasiones hay preferencia en trabajar individual
por cuestiones de comodidad personal en la administración de los tiempos.
9-Lo negativo es la
quema de residuos, animales sueltos y sus desechos en la vía pública. Positivo
sería la solidaridad en tema de seguridad, prevención, ayuda mutua. “Cuando se
trata de enfermedad o urgencia no se mira si es el enemigo”.
10-Lo negativo es la
quema de residuos, animales sueltos y sus desechos en la vía pública. Positivo
sería la solidaridad en tema de seguridad, prevención, ayuda mutua. “Cuando se
trata de enfermedad o urgencia no se mira si es el enemigo”.
11-Capacitaciones y
herramientas entraban y entran, con proyectos en su momento con el ministerio
de desarrollo social, enfermera rural, la SAF y con proyectos del INTA.
-0-0-0-
23-AVIGDOR – SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
TERCERA
ENCUESTA. Estudiante de escuela Agrotécnica
Antequeda 17 años,
1) Los conocimientos que tengo sobre temas de producción agropecuaria
los he aprendido de diversas maneras, principalmente en el cursado de la
escuela E.E.AT N°15 M. P. Antequeda, otro, desde la enseñanza de mis padres
heredada de sus padres y así sucesivamente. Tengo conocimientos básicos.
2) Para mí el éxodo rural se ha manifestado hace mucho, en esta época es
prácticamente nulo. Admito desconocimiento en el tema, pero creo que por falta
de trabajo y políticas que impulsen a los pequeños y medianos productores y por
ende atraso tecnológico.
3) Las comunidades participan de la producción como obreros o peones de
agricultura extensiva o producción ganadera.
El origen del alimento que consumen en su mayoría es industrializado,
como en la ciudad. Son muy pocas las huertas familiares y las vacas carneadas
por la familia consumidora.
4) Me preocupa la utilización indiscriminada de agroquímicos, sobre todo
cerca de los asentamientos de personas (puestos, escuelas, pueblos). También el
mal uso de prácticas agrícolas que llevan a la degradación del suelo.
5) Me parece que sí, que se está introduciendo cada vez más la cultura
de cuidar, me parece que se está comenzando a entender que el tiempo es hoy. Me
parece que falta acompañamiento estatal, una fuerte política orientada a la
creación de fuentes laborales teniendo en cuenta el cuidado ambiental.
6) Las hectáreas dependerían de la familia, el problema radica en que no
todas las familias tienen un espacio suficiente y una huerta comunitaria no
creo que funcionaria. No sabría responderla con fundamento.
7) Me parece que sería importante impulsar a los pequeños y medianos
productores, para que la gente pueda vivir de su producción, no que sea una
forma de ingreso complementaria. Me parece que así se formaría empleo y el
campo en cierta medida se repoblaría, aunque sea algo. Creo que la mayoría
tiene vivienda perteneciente al dueño del establecimiento. Yo pienso que sí. En
mi caso, me cuesta imaginar mi vida en Avigdor. Quiero vivir en un lugar donde
pueda trabajar de lo que me gusta, pero tener la posibilidad de elegirlo yo.
8) En mi caso, que tengo ya mi huerta prefiero individual. Pero no
tendría problemas en emprender en
conjunto.
9) Los aspectos positivos de la vida en los barrios de Avigdor es la
tranquilidad y confianza de su gente, mucha paz. Todavía se pueden ver todos
los gurises del barrio jugando, o cerras sin llave las puertas y vehículos.
Como negativo no creo que haya mucho, quizás la calle de tierra que se hace
barro cuando llueve, no se me ocurre
mucho. No prefiero ni puramente una ni otra, rescato cosas de ambas.
10) Mi madre es directora de radio de Jardines de Infantes en Bovril. Mi
padre docente jubilado, productor pecuario y apícola. Me gustaría trabajar de
médico. Me interesan mucho las prácticas
de conservación del suelo y de los demás bienes naturales. No se me ocurre nada
a aplicar en este momento. Con gusto aceptaría capacitación.
-0-0-0-
24-MACIÁ - SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Encuesta a Estudiante Terciario.
1-Conozco la chacra donde se puede trabajar
las tierras, sembrar diferentes variedades de cultivos (frutas, verduras,
plantas medicinales, pastoreos, cereales), cultivar, criar diferentes clases de
animales. Estos cultivos pueden ser tratados con agroquímicos y fertilizantes,
y eso no beneficia al entorno humano y animal.
Yo en particular he aprendido en la escuela
Agrotécnica y en el campo.
2-El éxodo en la zona se ha manifestado en la
manera que algunas personas se han ido a otro lugar para llevar a cabo sus
estudios y en algunos casos trabajar en la ciudad donde los desempeñan, o en
otros directamente por falta de trabajo en la zona por sus formaciones,
personas mayores que dejan a cargo sus campos a herederos o los venden o los
arriendan, u otros motivos algunos.
3-Las comunidades de la zona participan en la
producción, algunos trabajando como propietarios en familia y otros con
personal.
Los alimentos que consumimos son cosechados
en la chacra (verduras, frutas, carne, etc.).
4-Hemos visto y nos preocupa en torno a la
protección y contaminación del ambiente que no se tiene cuidado en el contacto
con los bidones y su sustancia en cuanto a la vestimenta y el roce con la piel,
tampoco la dirección y velocidad de los vientos ya que la persona lo aspira o
entra por los poros, ni tampoco la distancia que hay con las viviendas,
escuelas, lugares en si donde circulan seres vivos, muchas veces te pueden
estar fumigando y es un veneno.
5-Sí maginamos a los chicos trabajar con el
suelo y en algún rubro relacionado a él ya que no hay nada que se los impida,
ni tampoco en algunos casos que ellos requieran el cuidado en cuanto a las
fumigaciones y/o luchen para que se prohíban, se ve un tanto complicado ya que
se ha luchado mucho tiempo con eso y no se ha logrado “nada” como lo hacía
Fabián Tomasi.
6-Para hacer huerta en la familia necesitaría
1 hectárea para los que vivimos en la casa; necesitaría un arado, disco,
rastra, tractor, azada, pala, rastrillo, semillas, agua, personas laborables,
etc. Para el intercambio o comercio de los productos necesitaría estar
autorizado para poder llevarlo a cabo, un transporte para trasladar la
mercadería, tener elementos varios para llevar los productos (cajones, bolsas,
etc).
7-Los servicios que consideramos
fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas como por ejemplo viveros,
criaderos de pollos, tambos: siempre y cuando sean puestos laborales en blanco
y, con seguridad y permanencia del mismo.
Se les haría una vivienda para cada familia.
Sí nos gustaría tener vivienda por auto
construcción.
Nos gustaría vivir en el campo, pero según
las circunstancias donde tenga trabajo se puede dar que emigre hacia la ciudad
por falta de empleo.
8-No, no veo disposición con los vecinos para
emprendimientos comunitarios, asociativos.
Preferimos actividades individuales ya que
podemos tomar decisiones por nuestra cuenta.
9-De la vida en los barrios, lo negativo es
el ruido continuo, las “malas caras”, al no conocer no poder dejar confiado
algo a la vista, etc.
Lo positivo, en caso de que me suceda poder
pedir una ayuda inmediata, tener buena relación con el entorno en algunos
casos, ser servicial, etc.
La vida rural a comparación de la urbana, es
más tranquila, lejana al pueblo o ciudad, es otra vida muy diferente, etc. Y la
urbanidad es más poblada, cerca al pueblo o ciudad y más insegura.
Preferentemente elijo la vida rural.
10-Actualmente yo trabajo en un supermercado
y mi madre en tambo en zona rural.
En el futuro me gustaría volver a mis raíces
pero como lo veo complicado: me gustaría llegar a mi objetivo, ejercer mi
profesión.
En el caso de recibir la posibilidad de
realizar tareas en relación con el suelo elegiría sembrar cereales y
oleaginosas, pasturas.
Tractor, arado, disco, rastra, desencontrada,
sembradoras, cosechadoras y otras maquinarias necesarias.
Si aceptaría capacitación de alguno de esos
rubros.
-0-0-0-
25-PARANÁ– OCTUBRE 2018
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Encuesta a 11 a estudiantes de ambos sexos de
quinto y sexto año del secundario en la escuela Guadalupe, en la zona oeste de Paraná cerca del Volcadero
(residuos).
Lunes 1ro. de octubre 2018
-Los estudiantes se mostraron atentos con el
tema propuesto, interesados, cuatro de ellos muy participativos. Los profesores
explicaron que en la zona son “bicheros” porque viven cerca del río, con
espacios abiertos. De los once, diez se mostraron abiertos a recibir
capacitación en temas de la producción y alimentos.
1-Una estudiante explicó que en su casa
tienen unas quince gallinas, con pollitos, alimentadas con maíz quebrado,
cuatro patos, conejos, y supo tener una nutria.
Dice que cuando ella era chiquita su madre
cultivaba una “huerta gigante” pero ya no, porque se mudaron y carecen de
espacio.
Otra alumna dijo que se crio en la zona rural
de Tabbosi, conoce de campo, tambo, andar a caballo y ha visto colmenas.
Otros explicaron que conocen rudimentos de
huerta gracias a los profesores que se encontraban presentes. La escuela tiene
un predio pequeño.
Un estudiante dijo que sus abuelos vivían en
el campo y se vinieron a la ciudad. Admite que esos conocimientos se fueron
perdiendo, pero en su casa se habla de asuntos rurales.
2-Los estudiantes no dieron detalles
importantes sobre el éxodo. Una alumna explicó que sus primos del campo se
fueron a estudiar a Paraná y Santa Fe y estimó que no regresarán a su zona.
3-Casi todos coincidieron en que la fuente de
sus alimentos es la verdulería y la carnicería, no hay productos del barrio.
Una alumna dijo que una vecina (medio
pariente) los convida con calabazas, choclos, que saca de su huerta. Casi todos
se mostraron alejados de la producción de alimentos, aunque admitieron en
algunos casos tienen un par de naranjos, por caso, o un limonero. En el barrio,
una de las alumnas tiene verdulería en su casa, pero compran afuera, no hay
producción propia. Algunos saben que pasan vendedores ambulantes, pero no es
habitual que sus padres les compren.
Consultados sobre el espacio en sus casas, la
mayoría admitió que tendría un pequeño lugar donde cultivar alimentos. No
tienen gallinas ni huerta, pero de los 13 presentes (incluidos los profesores),
11 admitieron que sí tienen entre uno y dos perros y otras mascotas.
4-Sobre la contaminación, admitieron que la
costa del río está contaminada y que existen minibasurales. En varios casos
explicaron que vándalos quemaron los contenedores colocados por el
municipio. Reconocieron que desde hace
un tiempo ha disminuido la quema de basura en el Volcadero, ubicado a dos
cuadras de la Escuela. Admitieron que la mayoría de sus casas no tienen
cloacas.
Invitados por los profesores, varios alumnos
participan de marchas a favor del ambiente y contra el uso del glifosato, que
se realizan los mares en el centro de Paraná.
5-Sobre la posibilidad de emprender trabajos
en relación con el suelo, cuatro de ellos dijeron que sí lo harían, si
existieran posibilidades. En los otros no hubo mayor interés.
7-“Yo me quiero ir a vivir al campo”, dijo una
estudiante. Otros admitieron que lo harían, pero en una zona cercana a la
ciudad. Todos, con excepción de uno, dijeron que les gustaría tener una casa
por autoconstrucción.
8-Sólo una alumna, de los 11, dijo que le
gustaría trabajar en algo comunitario, asociativo. Todos optaron por una labor
individual. ¿Las razones? “Los vecinos
son una lacra de mierda”, sintetizó una de ellas. Otra dijo: “son malas
personas, se roban mutuamente”. La que estuvo de acuerdo con lo comunitario
hizo bromas pero dijo que mientras en otros lugares los vecinos se pelean, no
ocurre eso con sus propios vecinos. Ella misma se mostró muy participativa y
desenvuelta.
9-Los aspectos positivos de vivir en un
barrio, según los estudiantes: -jugar al fútbol con amigos; -todos van a la
escuela caminando, les queda entre dos y cinco cuadras, y lo mismo el centro de
salud. Los negativos: -a mala onda con algunos vecinos, la inseguridad. “Este
año en mi barrio hubo sólo dos muertos”, celebró una joven. Dijeron que también
en la escuela el año anterior se vivieron varios episodios de violencia
interna, y en este ciclo la situación se había calmado. Lo mismo reconocieron
los profesores “En enero, al empezar el año, mis vecinos se cagaron a
trompadas”, explicó una estudiante.
Otra hizo hincapié en algo que consideró muy
negativo: la venta de drogas. “Hay muchos vendedores”, lamentó. Nadie la
contradijo.
Otro aspecto negativo: hay muchos estudiantes
que dejan la escuela y se van a trabajar al “Volca” (por el Volcadero de
residuos).
10-Todos los estudiantes se mostraron
dispuestos a recibir capacitación en temas vinculados a los alimentos. Aunque
sus expectativas pasan por otro lado: una quiere estudiar enfermería, otra ser
peluquera, los demás proyectan estudiar abogacía, artes visuales, contabilidad,
educación física, diseño gráfico (o veterinario de exóticas) y uno militar.
La escuela da el título de bachiller. Los
estudiantes admitieron que salen sin un oficio definido.
Todos los estudiantes se mostraron
desenvueltos y con ánimo, participativos y atentos. Casi todos admitieron que
en su familia podrían pagar sus estudios aunque con esfuerzos, pero algunos
(tres o cuatro) dijeron que trabajarán y estudiarán al mismo tiempo. No
supieron decir en qué rubro. “Yo pienso pedir en el municipio para tener algo
aunque sea”, arriesgó un estudiante. Pese a ello, se mostraron dispuestos a
encarar diferentes oficios.
-0-0-0-
26-PARANÁ– MIRCOLES 3 DE OCTUBRE
2018
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Segunda Encuesta Escuela Guadalupe de Paraná
16 chicas y muchachos más un profesor.
Sólo cuatro de los 16 estudiantes
reconocieron que aún no tienen decidido qué estudiarán.
Los demás eligieron educación física,
acompañante terapéutico, gendarmería, maestra jardinera, contadora, criminalística,
escuela Sargento Cabral, bioingeniería, trabajo social. Todos se mostraron
dispuestos a una capacitación en rubros de la producción, y entusiasmados con
la auto construcción de sus viviendas. En general, no tienen conocimientos de
producción de alimentos pero sí lazos a través de sus vecinos, parientes, y
abuelos que fueron campesinos. Aunque son de Paraná, están terminando el
secundario y sólo dos de los 16 dijeron que saben nadar. Tampoco el profesor
sabe. Como en otros casos, mostraron cierta tensión con la vecindad, y por eso
poco entusiasmo por probables emprendimientos comunitarios, aunque sí se
mostraron dispuestos a vivir en zonas rurales o semiurbanas.
1-Los estudiantes dijeron conocer poco sobre
agricultura y chacra en general. Su vida es más urbana. Pero a poco de indagar,
una dijo que sus vecinos tienen gallinas, otro que tienen una pequeña huerta
con calabazas y cebollas. Uno tiene una parra con uvas negras en casa, otra
toronjas, dos hablaron de sendos limoneros, otro un naranjo, otro tiene un vecino con níspero y los
convida.
Un estudiante dijo que tiene abuelos cerca de
Rincón del Doll y que suele visitarlos, por eso conoce algo de animales y sabe
andar a caballo.
Otro sabe que sus abuelos vinieron desde el
norte, en el límite entre Paraná y La Paz, donde eran peones en ganadería. Una
estudiante dijo que sus abuelos vinieron de Nogoyá, adonde quedaron unos tíos
con los cuales no se visitan. Lo mismo dijeron otros, que tienen un tío en la
zona de Nogoyá, en una ciudad que no recordaban si es Hernández o Aranguren,
donde crían pollos.
3-El origen de los alimentos que consumen es
la verdulería, la carnicería, los comercios vecinos, el supermercado Walmar que
queda a 12 cuadras de allí. En casi todos los casos.
Una dijo que tienen orégano y albaca en casa,
otra comentó que en el patio tienen algo de perejil y otra, lechuga, pero en
general, nadie sabe de huertas con excepción del estudiante que había comentado
de sus abuelos en Rincón del Doll.
Consultados por el espacio en sus casas para
hacer una huerta, 4 de los 16 dijeron que no cuentan con espacio, los demás
tienen terrenos aunque pequeños. Y 5 no tienen perros, los demás tienen uno o
dos perros en cada familia, una estudiante tiene 4 y otro más de 7 u 8 perros.
Nadie tiene gatos. Uno tenía, pero se lo mataron los perros. Por eso deduce que
sería difícil tener gallinas. Lo de perros sí, huertas no, se reitera en muchas
entrevistas.
4-De los problemas ambientales no hubo quejas
importantes. Sí dijeron que se forman minibasurales alrededor de los
contenedores, que en el volcadero suelen producir humo aunque todos
coincidieron en que el problema es menor que en años anteriores, y que la
planta recicladora larga cierto olor. Dijeron que el río está contaminado, pero
no agregaron más, y consultados por los agrotóxicos, no agregaron nada.
7-Preguntados por la posibilidad de la
construcción de viviendas propias, hubo una respuesta positiva con entusiasmo.
“Sería un sueño cumplido”, sintetizó un estudiante. Sólo una de las entrevistas
dijo que no le gustaría porque en caso de pelearse con su pareja no sabrían qué
hacer, y ese comentario sirvió de comidilla para distintas bromas. Uno adelantó
que le gustaría vivir en la tranquilidad del campo.
8-Sobre probables emprendimientos comunitarios,
cooperativos, la respuesta de todos casi por unanimidad fue contraria.
Prefieren acciones individuales. “Teniendo en cuenta cómo son los vecinos,
prefiero algo individual”, dijo uno y recibió la aprobación de los demás.
Otro se preguntó por qué no intentar algo en
grupo. Una agregó que “si no queda otra”, trabajaría en grupo.
Para resumir, insistimos en preguntar si
harían algo con los vecinos y respondieron que no. Alguien aportó “depende con
qué vecinos, porque algunos son unas víboras”.
“Cuando no los precisás salen a chusmear,
cuando los precisás porque te roban, nadie aparece”, agregó una alumna.
9-Preguntados sobre aspectos positivos del
barrio, reconocieron que la cercanía con la escuela, la atención de la salud y
los comercios. Todos gozan del servicio de agua potable aunque reconocieron que
se corta varias veces en el año.
“Lo positivo de mi barrio es que los vecinos
te dan hielo cuando no tenés heladera, y yo los convido con sal”, dijo una
estudiante como ejemplo.
Entre los aspectos negativos mencionaron, en
principio. “la música a pleno, siempre”.
Luego mencionaron los olores de la planta de
reciclado. La violencia “trompadas todos los días”, “un par de muertos”,
“bastante droga”, sumaron.
Sobre la inseguridad dijeron que son
habituales los robos del celular. Preguntamos a quién le han robado el celular,
y alguien dijo “a quién no”, pero luego admitieron que sólo dos de los 16
habían sufrido ese tipo de robo.
Consultados sobre la posibilidad de vivir en
una zona rural o semi urbana, casi todos dijeron que les gustaría contar con un
terreno grande con árboles, y hubo expresiones de entusiasmo en ese sentido.
10-En general los alumnos eligen carreras
vinculadas a los servicios (como anticipamos en el primer párrafo), pero con la
excepción de una sola estudiante, todos se mostraron dispuestos a una
capacitación en temas de la producción, sea sobre apicultura, gallinas, huerta,
etc.
La mayoría de ellos no trabaja actualmente,
sólo una dijo que hace changas, y otro reconoció que en vacaciones es albañil.
Una alumna asiste con su hija de dos años, y
otras dos tienen familia.
-0-0-0-
27-PARANÁ– 30 DE OCTUBRE
2018
Encuesta del vivir bien y
bello y buen convivir.
Encuestados: 27 estudiantes y profesores, de
ambos sexos, de la Escuela Neuquen
en turno noche, que involucra a los barrios Belgrano, Mitre, la Delfina y Villa
351 de Paraná.
Los
estudiantes y docentes se mostraron participativos e interesados en la
problemática del arraigo, el origen de los alimentos, la producción, y a la vez
bastante alejados de las tareas de la chacra pero con algunos vínculos por sus
abuelos. Solo una chica de los 27 entrevistados dijo que no estaba interesada
en capacitación, por caso.
Fue
llamativo que, luego de hacer una valoración conjunta de las prácticas comunitarias
y asociativas en nuestra historia regional, todos se manifestaron a favor de
trabajos individuales y no comunitarios.
En
el grupo nos encontramos con estudiantes y docentes con padres y abuelos en
Carcarañá, Villaguay, Nogoyá y Diamante, que en esas localidades tenían
relaciones con la tierra, criaban animales y hacían huerta. Pero ellos, en
Paraná, no pueden en general por falta de espacio o de costumbre.
A
la pregunta primera sobre los conocimientos, una decena de los 27 aportó algún
vínculo con las huertas. Una alumna tiene en su casa un espacio de cuatro por
cinco metros, más o menos, con choclos y zapallos. Una profesora planta
aromáticas en macetas. Sus abuelos, que
vinieron de Mendoza, tenían huertas y olivares. También tienen en su casa un
limonero, una lima y frutillas.
Un
alumno anotó en su casa un naranjo y un pomelo. Una docente dijo que un vecino
tiene níspero. Otra docente, que su mamá tiene frambuesas, frutillas, limoneros
y naranjos. “Siempre tuvimos terreno, mi papa tenía huerta, y mi abuela
gallinero cuando éramos chicas”.
Una
profesora apuntó que sus sobrinos en Rosario reciben conocimientos de huerta
desde el jardín de infantes, y por eso su mamá (la hermana de la encuestada) se
mudó de un departamento a una casa con terreno, para hacer huerta.
Una
estudiante dijo que sus padres y abuelos son de Carcaraná (Santa Fe). Su abuelo
criaba pollos y trabajada en un frigorífico.
Pero hoy ella vive en un departamento en Paraná.
Otra
docente explicó que tiene abuelos en Villaguay. Siempre tuvieron gallinas,
cerdos. Algunos de sus tíos siguen trabajando en el campo en la zona de
Villaguay. Tiene sobrinos que hacen compost y cuentan con una pequeña huerta
con perjil…
Otra
docente explica que es oriunda de Nogoyá. Sus abuelos por parte materna vivían
en el campo. En Nogoyá queda parte de la familia.
Otra
encuestada es de Diamante, sus abuelos crían animales (en la actualidad). Ella
vive en un departamento en Paraná. “A los nietos no nos interesa mucho el
campo, es mucho trabajo, todos los días, levantarse temprano”…
Pregunta
2. Sobre el éxodo. No hubo respuestas. No fue visto, en este grupo, como un
problema. La mayoría dejó la impresión de que no conocen el éxodo. Solo una
profesora dijo que tiene una prima mayor que se fue de Villaguay a una zona
rural de Santa Fe a hacer el tambo con su familia.
Pregunta
3. Sobre el origen de los alimentos. La mayoría absoluta admitió que compra en
comercios del barrio, verdulerías, carnicerías, y algunos en supermercados. Un
estudiante dijo: “Mi abuela tiene huerta pero saca para consumo de ella nomás”,
lo cual provocó la risa de sus compañeros.
Quedó
claro que nadie produce sus alimentos, y nadie tiene vecinos que compartan algo
de la huerta o huevos.
Una
encuestada explicó que, como es celíaca, su madre le prepara mermeladas y
dulces con frutillas de su casa u otras frutas regaladas, duraznos por caso.
Un
estudiante dijo: “es mejor cosechar en casa”. Con la idea de que los frutos
serán frescos y sanos.
Una
profesora aportó que los dueños del departamento que ella alquilaba solían
comprar en el campo y convidarla. Otros valoraron algunas ferias donde se
venden verduras y productos caseros, incluso algunas ferias organizadas por el
sindicato Agmer.
Pregunta
4. Contaminación. Lo primero que se escuchó fue: basura en el barrio, y
pesticidas en el campo.
“Tengo
un conocido que alquila campo y la mamá tiene cáncer culpa de los
agroquímicos”, dijo un estudiante.
Sobre
los basurales, dijeron que hay menos que antes, pero en general ¡es una mugre!
Los
residuos domiciliarios no se separan, y algunos contenedores de basura son
quemados por vándalos.
Dos
estudiantes dijeron que ha disminuido la plantación de árboles en el frente de
las casas y en los fondos.
Pregunta
5. Si imaginan trabajando en relación con el suelo. Varios admitieron que sí,
imaginan trabajar la tierra. “Mi gusta,
mi abuela me inculcó hacer una huerta”, dijo un estudiante. Otro dijo que lo
haría para consumo personal. No hubo rechazo a esta alternativa.
Pregunta
7. Sobre los servicios para vivir en zona rural y la vivienda por
autoconstrucción. Se escucharon expresiones de aceptación, con la idea de hacer
viviendas incluso con materiales de la zona.
Una profesora puso como reparo el problema de la distancia con el
trabajo actual. Respecto de los servicios necesarios apuntaron: luz, agua, gas,
internet, cable, asfalto o vivir cerca de la ruta.
“Yo
me iría pero cerca de la ciudad, tengo miedo de arrepentirme”, comentó una
profesora.
Pregunta
8- Sobre emprendimientos comunitarios o individuales. Lo primero que se escuchó
fue: “individual, porque hay uno más vivo que el otro”. Lo siguiente: “mis vecinos son aislados,
tienen una frialdad… ni pelota te dan”. Un estudiante aclaró: “tendría que
haber mucha confianza”. No hubo, entre los 27, ni un solo comentario a favor
del cooperativismo o la vida o el trabajo comunitario. La pregunta se prestó
para ciertas bromas sobre la vecindad.
Pregunta
9. Los aspectos positivos de la vida en el barrio. “Todo cerca, el quiosco, el
transporte, la carnicería, la escuela. La mayoría vive a dos o tres cuadras de
la escuela Neuquén, con excepción de un estudiante o que dijo vivir a 20
cuadras. También valoraron tener a los familiares cerca y a los amigos.
En
cuanto a los aspectos negativos, mencionaron “los robos”, y una alumna
relativizó: “hay de todo”. Dijeron que se vive cierta violencia, pero no lo
presentaron como un tema inquietante.
¿Y
en la escuela? Preguntamos. “A la noche es tranqui, pero a la tarde y a la
mañana vienen los peores. Los otros días entré y se estaban peleando en la
puerta”.
Nadie
mencionó la palabra “droga”. Tampoco preguntamos específicamente sobre el
asunto.
Preguntamos
a los estudiantes si tienen elegida una carrera o un oficio, para cuando
egresen: dijeron enfermería, administración de empresas, profesorado de
matemáticas, policía, arquitectura, educación física, maestra jardinera…
Ninguno tiene el propósito de seguir alguna carrera vinculada con la tierra.
“Yo pensaba en veterinaria, pero cuando
me dijeron que tenía que meter un termómetro en el…”, bromeó una alumna.
Sólo
uno de los estudiantes dijo que trabaja desde hace 5 años, en una fábrica de
aberturas.
Preguntados
sobre la posibilidad de capacitación en distintos rubros vinculados a la
chacra, hubo aceptación general. “Me gustaría trabajar con animales, me
gustaría”, confesó una de las alumnas con entusiasmo.
Sobre
el espacio para desarrollar cultivos o tener gallinas en casa, dialogaron sobre
la falta de espacios pero sí admitieron que cuentan con lugares pequeños con
excepción de cuatro o cinco que habitan en departamentos pequeños. De los
27consultados sólo dos dijeron que no tienen en casa ni perros ni gatos. Una
alumna comentó que en su casa hay 6 perros y 5 gatos. Otra explicó que no sería
problemas la convivencia porque un vecino suyo “tiene como siete perros y
gallinas y pollos”.
-0-0-0-
Junta Abya yala por los Pueblos Libres
Programa Por Una Nueva
Economía, Humana y Sustentable de la Facultad de Ciencias de la Educación de la
UNER
Colectivo
Trabajadores Por la Ventana
Grupo de Reflexión
Ambiental Mingaché
_________________________________________________________
Encuesta del vivir bien y
bello y el buen convivir
Organizaciones sociales del
litoral lanzaron el 22 de abril de 2018 en Entre Ríos la Encuesta del
vivir bien y bello y el buen convivir, para conocer las
expectativas en zonas urbanas y rurales en torno de la vida en armonía con la
naturaleza y la producción de alimentos sanos y en cercanía, y las
posibilidades de promover chacras biológicas comunitarias.
La Encuesta se propone
tomar conciencia de la distancia actual entre el ser humano, la naturaleza y
el cultivo de los
alimentos y
sus efectos degradantes en las personas y en todas las especies, con vistas a
propiciar caminos para el reencuentro, y descolonizarnos. También buscaobservar las demandas de diversas formas de
relación con la tierra. Permitirá alentar estudios, reunir conocimientos
dispersos, difundir el estado
de cosas y, una vez concluida la consulta,
presentar el panorama para que los pueblos recuperen vínculos con su entorno y decidan con autonomía los pasos a seguir.
Desde nuestras
organizaciones aclaramos que no
es lo nuestro repartir tierras sino conocer experiencias sociales y de la agricultura,
relacionarlas y difundirlas; analizar las derivaciones de esa distancia notable
entre lo urbano y lo campesino, y estimular el amor a la Pachamama (madre tierra en
equilibrio), la sintonía del ser humano en el paisaje y la producción de
alimentos como un hábito en la solidaridad, bajo el principio de mínima
invasión.
Con la determinación de no dar recetas sino de
crear puentes y abrir caminos tal vez clausurados, somos cuidadosos de la
autonomía de las comunidades para darse sus propios modos y relaciones. Por eso
entendemos a la chacra en un sentido amplio, como un conjunto
de situaciones, vínculos y actividades en la relación ser humano/tierra en
forma armónica, integral, con particular inclinación en este caso a la
producción de los alimentos y acento en la salud y la diversidad.
Biológica alude a la producción orgánica, no sostenida
en herbicidas, insecticidas o transgénicos, y sobre una base de respeto al
suelo y la biodiversidad. Y comunitaria porque esta iniciativa
busca conocer causas y efectos del individualismo, y promover el uso
sustentable de las riquezas y en grupo, con criterios solidarios, de
cooperación, y con respeto a la soberanía particular de los pueblos, es decir:
esos modos propios del relacionamiento, contra las fórmulas niveladoras de las
diferencias, impuestas por el colonialismo.
La Encuesta de tipo exploratoria permitirá conocer
problemas de los barrios hacinados, bajo la luz del antiguo contacto de esas
comunidades con la producción y el amor a la naturaleza, de donde fueron
expulsadas, con la intención de descubrir caminos de retorno a la vida plena
desde la infancia.
La soberanía particular de los pueblos sintoniza
con los principios de las luchas feministas que buscan revertir el
patriarcalismo etnocéntrico. La mirada integral y la valoración de las
identidades regionales (con distintos modos de conocer y relacionarse), son
expresiones de resistencia a la opresión vertical, uniformadora, colonial,
imperialista, patriarcal. El conocernos mediante el diálogo, la comunicación,
será entonces un modo de curarnos de colonialidad, es decir: superar el estado
de resignación.
El principio de complementariedad entre especies,
comunidades, personas, donde importan el equilibrio, el paisaje, supera las
jerarquías que reducen al “otro” a un estado de servidumbre.
Diagnóstico
1-Por un lado la situación
actual de la biodiversidad en la Argentina y países hermanos, con los graves
efectos de la tala rasa, la fumigación con sustancias químicas peligrosas en la
agricultura, la erosión del suelo y la contaminación por distintas vías, sobre
la vida en todas sus expresiones.
2-Por otro lado, el
amontonamiento de millones de personas en barrios sin servicios adecuados, con
dificultades para acceder a los alimentos sanos por la miseria que padecen, con
una acumulación de problemas sociales que se potencian mutuamente y dejan a
multitudes bajo la línea de lo humano (racismo). El hambre, la malnutrición y la dependencia
alimentaria nos exigen una respuesta. Millones de personas han sido víctimas
del destierro de sus lugares por falta de trabajo, con la consiguiente pérdida
de culturas lugareñas (epistemicidio), y frente a ese flagelo estamos
atentos a los conocimientos preservados de una u otra forma, con vistas a una
paulatina recuperación.
3-El buen vivir
supone tiempo para la contemplación y la emancipación, y que las libertades,
oportunidades, capacidades y potencialidades de las
comunidades se amplíen y florezcan en el equilibrio. Ese mundo contrasta con el apuro de hoy, la violencia impuesta a nuestros barrios, la
dominación de unos sobre otros y el saqueo capitalista de los bienes.
4-La distancia ficticia
generada por el sistema entre millones de seres humanos, por una parte, y por
otra parte amplios espacios hoy deshabitados, usados en muchos casos para una
economía de escala con
enormes máquinas y prácticas impuestas por intereses ajenos; un sistema que no
contempla los daños producidos por el desarraigo y el amontonamiento, ni los
derroches de energía, y que es responsable principal del ecocidio en
amplias zonas.
5-La naturalización de un
vicio muy extendido que permite la apropiación de vastas superficies por
particulares (50 mil hectáreas, 200 mil hectáreas, un millón de hectáreas),mientras se talan los montes, y millones de
personas son condenadas al destierro; y la necesidad de recuperar tradiciones
que ven en la tierra no una mercancía para la especulación y el saqueo sino a
la Pachamama donde el ser humano comparte su vida con los demás seres, en
sintonía y equilibrio, y con la convicción de que la tierra no es del hombre
sino el hombre de la tierra.
Vida comunitaria y
emancipación desde la niñez
La Encuesta del
vivir bien y bello y el buen convivir será desarrollada desde el
22 de abril en homenaje al Día internacional de la Madre Tierra, hasta el 10 de
setiembre en memoria del revolucionario Reglamento de Tierras de Artigas. No se
nos escapa que estamos en el territorio de la Liga de los Pueblos Libres, de
antiguas y vigentes resistencias, y donde el apellido Artigas trascendió a Don
José a través de su hijo Santiago Artigas, para la época fundacional de las
comunidades de inmigrantes, promovidas en tiempos de la Confederación y de
Alejo Peyret.
La Encuesta será un mapeo
de conocimientos y expectativas de familias que aspiren a vivir en relación
armónica con el resto de la naturaleza, lo cual incluye la producción de alimentos sanos,
diversos y en cercanía, la elaboración de esos alimentos, y el despliegue de
múltiples actividades en base a la filosofía del vivir bien. Se anotarán
facilidades y obstáculos, así como puntos vinculados a la organización, la
tenencia de la tierra, el consumo de los alimentos, la comercialización, la
salud, la conciencia solidaria, por ejemplo.
No vamos por nuevas apropiaciones capitalistas. No
buscaremos remedios en la enfermedad. Promovemos una vida comunitaria, no
individualista; una vida de complementariedad con las distintas especies y no
de saqueo; una vida basada en el compartir y no en el competir, en la comunidad
y no en la ganancia, donde el concepto biodiversidad incluya a los árboles, los
ríos, el aire sano, los animales y entre ellos el ser humano con su cultura,
sus conocimientos, sus artes, sus oficios, sus luchas, sus modos
regionales. Y una vida que permita, desde el primer momento, liberar a la niñez del
flagelo del hacinamiento que se ha convertido en hereditario, y recuperar los
valores de la comunidad, la soberanía alimentaria y la soberanía particular de
los pueblos, como bases para la constitución de un país plurinacional, federal
e independiente, en hermandad con los demás países de la región. Sabemos que en
un estado conviven varias naciones, que la confusión del estado con una nación
ha marginado a muchos, y sabemos que las autonomías fortalecen la unidad.
Intenciones
La Encuesta permitirá escuchar voces acalladas,
familiarizar a los habitantes de la región con las riquezas naturales (a la
comunidad en general), intercambiar conocimientos, abrir horizontes impensados,
analizar con espíritu crítico a la tecnología, y facilitar a las comunidades el
trazado de planes con participación multisectorial para revertir el proceso de
hacinamiento del ser humano y su distanciamiento con el resto de la naturaleza.
Eso nos ayudará a poner sobre la mesa un problema clave. Los propósitos se
sintetizan en:
1-Facilitar en el ser
humano las condiciones para una relación serena con la naturaleza. Revalorizar
la conciencia del vivir bien y bello y el buen convivir, la armonía y la
complementariedad, que heredamos de nuestras culturas milenarias, bajo el lema
“nadie es más que nadie”. Superar los daños de la concepción antropocéntrica y
eurocéntrica.
2-Recuperar las actitudes y
las posibilidades de vida y trabajo comunitarios. Subrayar el valor de la
gauchada y la solidaridad como fuentes de vida sustentable, y curarnos del
individualismo.
3-Conocer experiencias de contaminación y
depredación, y preservar vastas superficies de la presencia predadora del
humano.
4-Analizar las posibilidades de compartir
superficies fértiles con sentido comunitario, donde cultivar alimentos sanos en
cercanía, en base a la consigna artiguista: “que los más infelices sean los más
privilegiados”.
5-Compartir el agua.
6-Combatir el nuevo racismo, liberándonos del
hacinamiento.
7-Devolver los caminos al trabajo y la vida serena
para todos, frente al terrible flagelo de la desocupación masiva, cuando se
presentan multitudes desprovistas de herramientas y oficios porque el mismo
sistema pretende convertirlas en sobras.
8-Evitar transportes de grandes volúmenes a grandes
distancias, con el consiguiente ahorro en energías, rutas y riesgos.
9-Aniquilar los problemas crecientes de inseguridad
por la falta de servicios elementales para muchos, y por el abismo que separa a
los sectores miserables de las mercaderías que ofrece la propaganda y que
exhiben los ricos.
10-Generar expectativas personales, familiares,
sociales, plurinacionales, no con el consumismo y el crecimiento económico sino
con la vida plena y austera, el conocimiento, el amor al paisaje y el trabajo
digno y compartido. Vida feliz y austera en el sentido de evitar excesos y derroches,
evitar el gasto de energías no renovables o contaminantes.
11-Tomar conciencia del rol de los sectores
concentrados y minoritarios de la economía que dominan la propiedad y el uso de
la tierra, el comercio, los precios, el poder, los medios, la propaganda, y los
votos por sus prerrogativas en el acceso a medios y propagandas.
12-Ayudar a nuestras comunidades a sanar heridas
del desarraigo, el destierro y el hacinamiento, con medidas reparadoras, y
prevenir nuevos ataques a la biodiversidad.
Gradual
La Encuesta será desarrollada como plan piloto de
abril a setiembre de 2018 en el territorio de la provincia de Entre Ríos.
Esta elección se fundamenta
en que Entre Ríos es (con Santa Fe) la provincia más expulsora de habitantes de
la Argentina, donde el desarraigo ha generado miles y miles de taperas y
pueblos fantasmas, al mismo tiempo que las familias expulsadas se amontonan en
los barrios de las ciudades mayores y en otras urbes del país como Rosario,
Buenos Aires o Córdoba.
También se explica porque Entre Ríos posee suelos
feraces, clima benigno y geografías cercanas a sectores de alto movimiento
económico, lo cual hace más injustas las migraciones.
Se agrega a ello una tradición de luchas, en el
litoral, por el arraigo de las familias, el reparto de la tierra y la
diversidad biológica y productiva (frutas, pollos, huevos, cereales, carnes,
montes, pesca, etc), que contrastan con la resignación al proceso migratorio
expulsivo.
Son incontables los llamados de atención de
historiadores, economistas, agraristas, políticos, artistas, docentes,
periodistas, sindicalistas, cooperativistas, sociólogos, a lo largo de los
siglos, y más aún los testimonios de campesinos, en torno de los daños del
sistema sobre las comunidades, muchas de ellas literalmente destruidas por la
expulsión, el desmonte y la concentración de las riquezas en pocas manos.
Adioses, taperas y nostalgias por la comunidad perdida marcan el cancionero
regional y la literatura. “Paraná, enferma del mismo mal que todo Entre Ríos,
no sabe retener a sus hijos. Los entrerrianos emigran”, escribía Arturo
Capdevila hace ya 80 años.
La energía puesta por decenas de asambleas
ecologistas en estas dos décadas colabora con la comprensión. También sabemos que la
conciencia contra el extractivismo, la contaminación y la puesta en peligro de
la salud y el ambiente no puede estancarse en el rechazo o el repudio a las
nuevas embestidas del sistema, sino que requiere de una puesta en cuestión del
sistema mismo. De lo contrario nos quedaremos llorando o en el mejor de los
casos enfrentando los efectos, con dificultades crecientes para cubrir todos
los flancos.
Los habitantes del litoral argentino ya no nos
podemos hacer los distraídos ante la expulsión porque los resultados hieren los
oídos y los ojos. Las voces de alarma no bastaron para revertir el proceso, de
modo que las normas siempre resultaron parches, gotas de agua en el mar. Y lo
llamativo es que todos los partidos, reformistas o conservadores, han
manifestado en sus orígenes inquietudes por el problema del arraigo, y los
continuadores suelen relativizar los alcances del mal.
En esto de llorar consecuencias en sociedades
alienadas por el amontonamiento, no faltan algunos que buscan un consuelo
bajando la edad de imputabilidad, por caso, es decir: cargando las
responsabilidades históricas sobre los niños.
Desde nuestras organizaciones hemos estudiado la
relación del ser humano y la tierra, hemos recibido colaboraciones diversas, y
promovimos en su momento la declaración del maíz como semilla venerable e inviolable,
en homenaje a la biodiversidad, a la soberanía alimentaria y la simbiosis del
ser humano y sus alimentos. En todos nuestros documentos redactados durante una
década figura la inquietud por el paisaje, desde una mirada de cuenca.
La Encuesta se constituirá en una fuente de
información e interpretación fundamental para el necesario análisis de
situación de la economía, y de la sociedad argentina víctima de macrocefalia y
migraciones forzadas. También facilitará el encuentro de familias en situación
de hacinamiento y con actitud para emprender otros compromisos.
Requisitos
Mientras se desarrolle la Encuesta durante cinco
meses, nuestras organizaciones evaluarán con sus miembros y distintas entidades
hermanas e instituciones los requisitos necesarios para cumplir con el arraigo
y la organización de comunidades, y con la preservación del ambiente sano.
Temas: encuentros de estudio y concientización,
saberes de los pueblos sobre la relación con la naturaleza; trazado de
corredores de biodiversidad en las cuencas de los principales ríos y arroyos;
modos de preservar, recuperar y difundir conocimientos campesinos; estado de la
educación pública; experiencias cercanas de agricultura familiar; capacitación,
herramientas, intercambios; caminos transitables, tecnología de comunicación;
tierras del estado, modos de adquisición de parcelas en cercanía de las
centenares de comunas de la región para el trabajo comunitario; estado de las
distintas comunas y zonas que en los últimos 70 años perdieron habitantes y
condiciones para revertir el proceso; participación de personas, organizaciones
e instituciones y modos de decisión en base a los conocimientos.
A la vez se analizarán con mayor detenimiento (y
con el auxilio de estudiosos de estos temas), los obstáculos que se presentan
en los distintos barrios, no sólo las villas miseria sino también otros
asentamientos, para el cumplimiento de condiciones de vida saludables y el
desarrollo de lazos comunitarios. Y se observarán las ofertas de trabajo real
de las zonas con mayor concentración de la propiedad de la tierra, considerando
que no pocos terratenientes ofrecen un puesto cada 1.000 hectáreas, con el
auxilio de tecnología no apropiada.
Compromisos
Todas las actividades de
nuestras organizaciones son gratuitas, sin excepción, tanto los encuentros de
concientización como la Encuesta en sí, las gestiones y la difusión del
proyecto.
Los resultados de la
Encuesta ayudarán a diagnosticar el estado de cosas con mayor amplitud, y
promover un cambio profundo en la concepción del humano en relación con la
Pachamama. Y servirán para la organización de las comunidades con fines
propios, autónomos. Convencidos de que el conocimiento colaborará con la
emancipación.
Paraná, Entre Ríos. Verano
de 2018.
*Junta Abya yala por los Pueblos Libres
*Programa Por Una Nueva
Economía, Humana y Sustentable de la Facultad de Ciencias de la Educación de la
UNER
*Colectivo Trabajadores Por la Ventana
*Grupo de Reflexión
Ambiental Mingaché
-0-0-0-
Cuestionario.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra,
el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los
usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona
que conocen?
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en
la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la
protección o la contaminación del ambiente?
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando
en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el
futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en
la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y
herramienta? ¿Y para el intercambio o el comercio de los productos?
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para
arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener
vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para
emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades
individuales?
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en
los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural,
¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o
sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo
recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma
cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas
aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo,
gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles,
trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas,
comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)