viernes, 28 de diciembre de 2018

Conclusiones de la Encuesta del vivir bien y bello y buen bonvivir, en Entre Ríos


·         Junta Abyayala por los Pueblos Libres –JAPL-
·         Programa Por Una Nueva Economía, Humana y Sustentable de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER
·         Colectivo Trabajadores Por la Ventana
·         Grupo de Reflexión Ambiental Mingaché

El estudio se realizó en homenaje a la familia de 
campesinos Gill Gallego, desaparecida hace 17 años.


Estudio dedicado a María Ofelia Gill,
Osvaldo José Gill,
Sofía Margarita Gill,
Carlos Daniel Gill,
Noma Margarita Gallego
y Rubén José Mencho Gill,
a 17 años de su desaparición.


Alejarse de la tierra y relegar
saberes alimentarios, un proceso
de corrupción que puede revertirse


Un relevamiento entre personas de treinta ciudades y zonas rurales de nuestra provincia registródificultades que padecen las comunidades entrerrianas para acceder a un espacio que les permita la producción propia de alimentos, y reveló una extrema dependencia de alimentos con origen en un circuito ajeno a la vecindad. La “Encuesta del vivir bien”, realizada durante 2018 por cuatro organizaciones sociales, logró testimonios auténticos del distanciamiento paulatino de las familias con las fuentes de sus despensas, y con los saberes regionales, pero a su vez mostró una cierta avidez de mujeres y varones, mayoría jóvenes, por conocer oficios campesinos y por vivir más tranquilos.
El estudio realizado en ciudades como Paraná, Concordia o Gualeguaychú y localidades más pequeñas como El Quebracho, Avigdor, Villa Urquiza o Larroque, constató una ampliación de la brecha entre la mesa de las familias y la huerta, el gallinero, el corral, el monte o el río; y desnudó una descomposición de los conocimientos populares en esa materia, a raíz del abrupto éxodo rural y del proceso de urbanización con tendencia al amontonamiento.
El documento que transcribe las respuestas contiene expresiones impactantes sobre la corrupción de las prácticas comunitarias y los saberes heredados, sea por el abandono de la vida campesina o por el hacinamiento en los barrios, ambos resultados de un sistema que no da respuestas al ser humano ni al resto de la biodiversidad, si se considera que los mismos testigos denuncian problemas gravísimos de contaminación ambiental.
Pese a todo, la experiencia puso al descubierto una poco explorada sintonía entre los entrerrianos de distintas latitudes con la vida campesina. Al correr de las charlas realizadas en distintos ámbitos, los entrevistados mostraron un interés creciente (durante el breve encuentro), en las actividades de la granja familiar y la economía sostenible que, hasta allí, a muchos no se les mostraba como alternativa. En algunas aulas, por caso, las chicas y los muchachos dieron señales de entusiasmo por un camino que no estaba en sus planes. Esa actitud podría alimentar proyectos integrales ambiciosos, en los sectores ocupados de modo práctico en el futuro socioeconómico de la provincia.
Más allá de las respuestas registradas, uno de los hallazgos que marcan los encuestadores es, precisamente, el ánimo en alto de los entrevistados (que a veces no se expresa en palabras) para encarar la relación del ser humano con la Pachamama (madre tierra en equilibrio); la buena disposición para los intercambios en torno de la biodiversidad, la armonía y los alimentos frescos, el vivir bien y buen convivir. Incluso aquellos que no ven posible hoy el trabajo o la vida comunitaria, por los roces en el barrio, dejan entrever que les agradaría pero la situación no lo permite por ahora.
Las dificultades para tener una chacra, la soledad en el campo por el cierre masivo de plantas que generan arraigo (como el tambo), los obstáculos para la comercialización de los productos y la ausencia de servicios elementales (caminos, por caso), fueron algunos de los puntos más comentados entre los encuestados en zonas rurales. En los barrios urbanos sobresalieron los problemas vinculados al hacinamiento, la violencia y las drogas.
“Los  chicos del barrio (Pancho Ramírez de Paraná) no prevén el futuro, viven el presente. Son albañiles, trapitos o están ‘en la fácil’. Pero tomarían una alternativa si se la ofrecieran,  salvo los que ya ‘tomaron otro camino’”. Eso dijo un encuestado. Con “la fácil” y “otro camino” se refería al robo y al último eslabón del narcotráfico.
Hubo ejemplos muy precisos en torno del quiebre de un tipo de vida vinculado a la huerta y las aves, en nuestro territorio, para pasar a una casa pequeña o un departamento, de modo que entre abuelos y nietos se esfumaron conocimientos, modos, técnicas, o peor aún: se lesionó la familiaridad con la tierra. Pero resulta muy ilustrativo observar diversas experiencias, en el mismo territorio, algunas como alerta, otras para la esperanza.

En memoria de los Gill Gallego

El relevamiento de tipo cualitativo fue encarado durante seis meses de 2018 por cuatro organizaciones sociales; laJunta Abyayala por los Pueblos Libres, el Programa Por Una Nueva Economía, Humana y Sustentable de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER, el Colectivo Trabajadores Por la Ventana, y el Grupo de Reflexión Ambiental Mingaché, en este caso con un exhaustivo estudio en Larroque bajo el lema “Mingaché escucha”.
Las entidades difundieron una síntesis de las conclusiones bajo esta dedicatoria: “Estudio dedicado a María Ofelia Gill,Osvaldo José Gill, Sofía Margarita Gill, Carlos Daniel Gill,Noma Margarita Gallego y Rubén José Mencho Gill, a 17 años de su desaparición”.
La decisión de escuchar, entre docentes, periodistas, historiadores, cooperativistas, dirigentes sociales, cerró un primer capítulo que consistió en 27 encuestas grupales, en las que fueron entrevistadas más de 250 personas que conocen una treintena de comunidades grandes y pequeñas, en algunos casos tomando diferentes barrios. En el listado de localidades mencionadas por los entrevistados figuran Alcaraz, Antonio Tomás, Avigdor, Basavilbaso, Brugo, Cerrito, Colonia Avellaneda, Colonia Crespo, Colonia Rivadavia, Colonia San Martín, Concordia, Diamante, El Pingo, El Potrero, El Quebracho, Gualeguaychú, Hasenkamp, Hernandarias, Ibicuy, La Balsa, La Piragua, Larroque, Las Tunas, Maciá, María Grande Segundo, María Grande, Mojones Sur, Nogoyá, Paraná, Rincón del Doll, Santa Elena, Tabossi, Viale, Villa Celina, Villa Urquiza, Villaguay.
La Encuesta del vivir bien y bello y el buen convivir fue lanzada el pasado 22 de abril enhomenaje al Día internacional de la Madre Tierra, cuando recibieron los reconocimientos “Conciencia Abyayala”, en Paraná, Nora Cortiñas, Damián Verzeñassi y Rafael Lajmanovich, por su contribución a la protección el ambiente y la conciencia ecológica.
Allí los organizadores de la encuesta explicaron que se proponían “conocer las expectativas en zonas urbanas y rurales en torno de la vida en armonía con la naturaleza y la producción de alimentos sanos y en cercanía, indagar en las posibilidades de promover chacras biológicas comunitarias, y tomar conciencia de la distancia actual entre el ser humano, la naturaleza y el cultivo de los alimentos, y de los efectos degradantes de ese distanciamiento en las personas y en todas las especies”.
La persistencia del proceso de éxodo rural y hacinamiento urbano generó la idea de escuchar a la vecindad, por ser Entre Ríos la provincia con menor crecimiento demográfico del país en las últimas ocho décadas, fenómeno atribuido a la expulsión de habitantes principalmente.
Los comentarios de los encuestados están concentrados en un documento de casi 80 páginas.

Tierra para pocos

La encuesta se dirigió a estudiantes, docentes, amas de casa, individuos, grupos, familias, que dieron testimonios a veces sorprendentes sobre expectativas, modos de organización y esfuerzos sin estímulos, con diferencias marcadas entre unos y otros, y con un punto de intersección: la pobreza entre campesinos y la pobreza en las familias de barrios urbanos.
Aquí, algunos puntos sobresalientes de las respuestas, bajo la letray la interpretación de los propios encuestadores.
1-Lejos de la tierra y los alimentos: la mayoría de las personas encuestadas no tiene acceso a la tierra, y consume alimentos que no son producidos por ellas o sus familias. En las ciudades más pobladas, algunos grupos reconocieron que compran todos sus alimentos, es decir, no producen nada de nada, y la mayor parte de ellos les llegan desde afuera de su zona, aunque allí abunden los suelos feraces y el agua.Comprobamos la existencia de barrios muy humildes en los que no hay huertas ni gallinas, es decir: ningún alimento de casa y muy pocos de cercanías. En los barrios, la pérdida de vínculos con la producción es tal que no se escuchan planteos importantes o masivos sobre el acceso a la tierra para cultivar algo, como sí se comenta la necesidad de terrenos donde vivir. No pocos contaron que la familia construye en el mismo predio de padres y abuelos, y se priva así de espacios verdes donde cultivar algo.Los entrevistados encuentran costosos los loteos urbanos, casi inaccesibles para muchos; los más vinculados al campo saben que hay espacios alejados más baratos, perosin servicios (caminos, agua, electricidad). Suponen que el espacio necesario para la producción es reducido (una a cuatro hectáreas), y entienden que la viabilidad depende de servicios y cierta reorganización del comercio. Algunos presumen que, aunque produzcan, nadie les comprará, porque esa ha sido su experiencia, dado que los circuitos comerciales establecidos no los contemplan. Las respuestas nos llevan a reflexionar en torno del sistema que permite la compra de parcelas con fines de especulación inmobiliaria en zonas cercanas a las viviendas actuales; y a la progresiva concentración de la propiedad y el uso de la tierra, con una economía de escala que se sostiene en distintas gestiones de gobierno. Pero más aún: la naturalización de la distancia de las familias con la producción de sus alimentos, cuando la casi totalidad de sus ingresos se destina precisamente al plato.
2-Escuelas agrotécnicas: en los entrevistados de localidades vinculadas a la actividad rural o escuelas agrotécnicas se nota una dinámica en torno de diversos rubros de la producción. La diferencia es notable si se compara con barrios de ciudades grandes. Eso lleva a pensar en la posibilidad de consensuar cambios en la producción de alimentos desde los sectores más cercanos a esa actividad, y que en simultáneo ellos transfieran esos conocimientos y colaboren con aquellos menos relacionados, es decir, se promueva un círculo virtuoso. Hay reservas de conocimientos sobre alimentos, y se nota muy especialmente en escuelas agrotécnicas y pueblos pequeños, y eso permite pensar en darles mayor impulso y tender puentes, para aventar las “soluciones” centralizadas que suelen menospreciar los modos locales, zonales. Así, cada zona podría contar con su propio color.
3-Perros: comprobamos el espacio harto escaso para las familias en las zonas urbanas, y la ocupación de esos espacios mezquinos con perros principalmente. Los perros fueron mencionados por distintas razones en una decena de oportunidades. Los entrevistados aceptan que ocupan mucho del poco espacio que tienen, de manera que ni los perros ni las personas logran un estado de comodidad. A veces viven en las calles con los consiguientes riesgos para los vecinos, y otras veces molestan a los humanos por los ataques a los animales de corral. El amontonamiento de las familias, con escasa planificación, hace que las mascotas desplacen actividades vinculadas con los alimentos sanos y cercanos. No vemos que mascotas, huertas, gallineros seanexcluyentes, si se aborda la problemática desde el equilibrio. Tomamos como ejemplo este tema, porque muestra que pequeñas variaciones en las costumbres, a partir de la conciencia sobre los alimentos sanos, pueden abrir espacios impensados, incluso en parques públicos.
4-Fuentes de trabajo: en las zonas más vinculadas al campo los encuestados son conscientes de la clausura abrupta de fuentes de trabajo y arraigo como los tambos, en pocas décadas. Son testigos del cierre de chacras, como una de las razones del desarraigo y el destierro durante mediados y fines del siglo 20 y principios del siglo 21. Testimonio en Villa Urquiza: “hace veinte años la EscuelaAgrotécnica logró reunir sesenta tambos pequeños y medianos, para buscar precio en fábricas que pagaban mejor por cantidad. De esos 60 tambos hoy queda sólo uno: el de la Escuela. El panorama en ese rubro es desolador, en la economía familiar”.
5-Distancia: la distancia creciente entre la vida rural y urbana se nota en el desconocimiento de muchos sobre las experiencias del otro, y las burlas generadas por oficios que se practican muy cerca pero, a algunos entrevistados, les parecen de otro planeta. Aun así, cuando se formó un clima durante la encuesta en torno de la problemática de los alimentos y el trabajo,se recibieron comentarios que demostraban interés en el asunto. Eso dejó la impresión de que los temas están lejos porque de ellos no se habla o se habla muy poco, pero eso no equivale aindolencia o apatía. Notamos un cambio a medida que nos introducíamos en el meollo de la temática. En principio, en zonas urbanas, los entrevistados se mostraban distantes, como que eso no era lo suyo. Pero a medida que algunos contaban sus vidas, sus saberes a través de abuelas y abuelos, amigos, tíos, en fin, se lograba una apertura a experiencias que ni sus propios compañeros ni sus profesores habían escuchado. El distanciamiento del campo y la ciudad ha sido severo en pocas décadas, y por eso mismo, porque es reciente,quedan vasos comunicante, y los mismos entrevistados se sorprenden con esa herencia familiar, desgastada pero viva. No en bienes materiales, sí en gustos, historias a veces idealizadas. Con excepción de los estudiantes de las escuelas agrotécnicas, la mayoría de los encuestados dijo que los conocimientos que poseían fueron transmitidos por la familia.
6-Transmision oral y capacitación: un ejemplo de esa transmisión de conocimientos lo vemos en esta respuesta registrada por entrevistadores de Larroque: “la gran mayoría recuerda hacer huerta desde pequeños con sus padres o abuelos… ‘en cualquier pedacito de tierra plantábamos algo’ y si bien reconocen haber olvidado muchas cosas, también recuerdan muchas otras y piensan que con un tiempo de práctica y alguna orientación profesional recuperarían las olvidadas”.
Al contrario de lo que podríamos esperar en sectores urbanos que se muestran distantes de la producción de alimentos (aun sin menospreciar los oficios), cuando preguntamos sobre las posibilidades de capacitación en huerta, apicultura, tambo, avicultura y otros rubros encontramos receptividad. Es decir, incluidos aquellos jóvenes que ya tienen decidido cursar estudios no vinculados a la tierra (enfermeros, policías, docentes, etc.), asistirían a talleres de capacitación; la mayoría de los consultados dejó las puertas abiertas.
7-Expectativas y desconfianza: el mayor espacio para vivir con tranquilidad despierta expectativas en los entrevistados. No muestran esa alternativa de inmediato en los barrios urbanos, pero a medida que reflexionan, se escuchan mutuamente y se crea el ambiente propicio, dejan fluir una actitud favorable, con alegría.
Si el mayor espacio para vivir y trabajar seduce, no se nota lo mismo en torno de la vida y el trabajo comunitarios. Aún después de conversar un rato sobre tradiciones cooperativas, beneficios, aspectos propicios de la vida comunitaria y los sistemas de reciprocidad milenarios, en general las respuestas de los encuestados en los barrios se inclinaron por el trabajo individual, a lo sumo familiar. La vida ultra urbana alejada de la producción de alimentos parece una problemática mucho más fácil de abordar que la vida individualista, consolidada por la falta de confianza en la vecindad. Los comentarios fueron, en algunos casos, demoledores para graficar la desconfianza reinante.
Dijo un encuestador de Gualeguaychú sobre la relación comunitaria: “creen en esa forma de trabajo, pero dicen que el mayor impedimento está dado por lo complejo que se han vuelto las relaciones entre las personas. Hay mucho celo y especulación. En ese sentido, Julio asegura que ‘las medias sólo sirven pa’ los pieses’”.
Otro ejemplo en un barrio del oeste de Paraná: “Los vecinos son una lacra de mierda”, “son malas personas, se roban mutuamente”. Anotamos estas frases porque resultaron habituales.

Contradicciones

Esa falta de confianza se muestra, en muchos casos, irreversible, pero no sin contradicciones. Algunos se quedarían en su lugar porque se sienten cómodos donde están, pero no harían algo junto a sus vecinos, e incluso prefieren que sus hijos estudien lejos de allí. En escuelas agrotécnicas, en cambio, los estudiantes y docentes se muestran más familiarizados con la posibilidad de encarar actividades comunitarias. Escuchamos manifestaciones entusiastas en torno a la posibilidad de trabajos asociativos en algunas escuelas agrotécnicas, en las antípodas de las experiencias de algunos barrios urbanos.
Pese a la abundancia y contundencia de las manifestaciones sobre el deterioro de la vida social en barrios amontonados, dejamos constancia de que este flagelo requiere estudios más detenidos, porque las respuestas espontáneas corresponden en general a jóvenes que se muestran muy tocados por un pasado reciente, de diez o quince años, que abarca toda su vida consciente. Hay otros elementos que podrán mostrar fibras de una vida comunitaria, fibras que darían paso a una reanimación desde adentro.
En algunos casos observamos un deterioro en el sentido de pertenencia, al punto de la desconfianza con los de la propia clase social y vecindad; un desprestigio naturalizado. Es lo que algunos autores observan en los colonizados, listos para reconocer virtudes en los colonizadores pero no a la vuelta de la esquina. Sin embargo, la cordialidad, el buen trato, la excelente disposición e incluso el modo sincero de sus relatos, y cierto empaque en muchos de ellos, habla, en cambio, de una vecindad con terreno fértil para el diálogo, la comprensión, el intercambio y la superación de dificultades con actitud. Es decir: lo que los entrevistados decían de su entorno socialse chocaba con lo que los encuestadores veían en ellos mismos, como miembros de esa vecindad, llenos de energía positiva y proyectos, capaces de conversar en profundidad sobre temas comunes.
No encontramos personas que se mostraran totalmente desinteresadas en la problemática de la relación con la tierra, y en ella la vivienda, los alimentos, el trabajo. Si bien en zonas rurales o pueblos pequeños esa relación se presenta más natural, en zonas urbanas registramos un respeto por el tema que por ahí sorprende. Esas respuestas desbarataron los conocidos prejuicios, que postulan una cierta incapacidad o desinterés de las y los jóvenes de los barrios urbanos por la producción. Notamos allí, al contrario, un interés por conocer. No fueron pocos los casos en que la juventud lamentó que no hubieran huertas en los colegios, por caso. Los reproches a los profesores fueron con humor. Pero también allí, una contradicción, porque algunos que podían colaborar en casa con la huerta, la veían como cosa de viejos, como algo distante. Es decir, falta por ahí un detonante o un conjunto de condiciones objetivas, para que la alternativa latente se convierta en expectativa, para que el trabajo con la tierra recupere un prestigio. Este punto nos pareció esencial.
8-Éxodo: la problemática del desarraigo y el éxodo está más visible en las sociedades campesinas. Allí los consultados hacen extensas referencias a las taperas. “Donde yo vivía  éramos unas cuarenta familias, ahora hay tres. Tenían poco campo, se murieron los padres y vendieron o arriendan. El éxodo es marcado”, manifestó una docente en Cerrito. Otro caso: en la zona de Colonia Rivadavia, “éramos diez vecinos, ahora quedan dos”.
En los barrios encontramos vecinos llegados de distintos lugares de la región, o con padres o abuelos campesinos, es decir, ellos mismos protagonistas de las migraciones forzadas; pero no apareció un planteo crítico sobre esa situación. Entendimos que son víctimas de desplazamientos pero no conscientes del fenómeno integral; escuchan hablar del éxodo como algo que sufren otros, y es que admiten que, al contrario, sus barrios crecen en cantidad.
9-Contaminación: notamos una especial preocupación por la salud ambiental. En Concordia, los docentes y estudiantes se mostraron entusiasmados con la recuperación de un “Sendero” a orillas del río Uruguay. Las actividades fuera del aula les resultan particularmente atractivas.
En casi todas las consultas, la mayor inquietud se dio en torno de los basurales en los arroyos, las bolsas de nylon desparramadas en los montes, los fluidos de alguna industria hacia los cursos de agua, y las fumigaciones con agrotóxicos, tema reiterativo en distintos lugares: “Mi cuñada se encierra con mis sobrinos cuando  fumigan”, contó unadocente.“En Villa Urquiza una persona casi muere de asfixia junto al colegio de las monjas”, agregó otra.
También se escucharon reclamos por elesparcimiento de bidones de agroquímicos usados;los perros callejeros; la tala; la falta de planificación urbana. Y lo mismo por los riesgos de las fábricas de acumuladores,los frigoríficos de aves, las chancherías o losfeedloty las papeleras cerca de los centros poblados; el tratamiento de los residuos, los basurales a cielo abierto, el uso excesivo del automóvil particular, la proliferación de “plagas” que comen las frutas y los granos; los arroyos con basuras (aceitosos), los cursos de agua donde antes se pescaba y hoy no existen peces, la falta de cloacas (abundan pozos negros que contaminan las napas), los olores de piletas de decantación, el abuso de cazadores, la quema de contenedores por vándalos…Los inquietudes parecen inconexas, pero no es difícil ver que se vinculan con un sistema que necesita sostener la tasa de ganancia, y por eso depreda.
10-violencia y droga: en los barrios urbanos surgió con mayor fuerza la problemática de la inseguridad, la violencia y la proliferación de adicciones en los jóvenes. Cuando preguntamos lo negativo del barrio, aparecieron la violencia y la droga. Veamos esta expresión de encuestadores en Gualeguaychú: “En cuanto a la vida en el barrio, dicen que ellos viven bien y tranquilos, pero les preocupa severamente la situación de los más jóvenes, afectados por las drogas. Aseguran que la mayoría de los jóvenes del barrio no tienen futuro. La mayoría, salvo excepciones, son adictos, no trabajan ni estudian, y se encuentran en una situación de absoluta marginalidad”.
Ahora veamos lo que dice un joven que estudia en Villa Urquiza pero ha vivido en un barrio de Paraná: “en el Pancho Ramírez no hay oportunidades sino discriminación.  Lo veo en mi  familia. Mi papá estuvo preso y tiene tatuajes y le niegan trabajo. Creo que mi papá se hizo delincuente después de que le mataron el padre”.
11-Soledad: al tiempo que todos, casi sin excepción, aprecian la tranquilidad de la vida campesina, algunos campesinos comentaron el problema de la soledad, que los llevó a emigrar como en una sucesión negativa: cuanta más despoblamiento, más soledad, y viceversa. También hay vecinos más urbanos que dudan de vivir en el campo, por la soledad.En el barrio son conscientes de la cercanía de servicios como la educación, la salud, el comercio…
Rescatamos esta explicación de un encuestado en Avigdor: “Antiguamente se prefería la vida del campo pero hoy es tal ‘la soledad del paisaje’ que la mayoría prefiere vivir en un pueblito o ciudad pequeña y viajar todos los días al campo a trabajar. De hecho es tanto el aislamiento (ni hablar en temporadas de lluvias) que se van generando adicciones (alcoholismo por ejemplo), lo que sumado a otras vivencias termina en violencia doméstica (aclaro que no estoy justificando la violencia de ningún tipo). Sé de casos de mujeres que están solas todo el día en el medio del campo porque sus hijos crecieron y se fueron lo antes posible del campo, y su marido está trabajando en otros campos desde que sale el sol hasta que oscurece. Y en esa soledad aparecen enfermedades tales como obesidad, estados de ansiedad, hipertensión arterial, depresión, etc”.
Registramos no pocos testimonios que dieron cuenta del aislamiento que sufren familias campesinas por el estado intransitable de los caminos naturales, y la pérdida de días de clases por ese motivo también.
12-Indigencia: docentes de María Grande comentaron que un grupo de hacheros que vivía en una estancia fue desalojado cuando esa estancia se vendió. Hoy, esas familias viven de la asistencia en un terreno fiscal.Hicieron casitas tipo monoambiente. Allí se encuentran incluso familias de pueblos originarios y están “muy mal” en la zona de Alcaraz. Las casas no tienen aberturas, y les añaden extensiones de silo bolsa. Todo muy precario, con letrinas.
Dijo una profesora: “cuando los visitamos en una misión, a los chicos los vimos felices. Corrían, se reían, jugaban con las cabras. Descalzos y sucios pero felices. Nos decían que si te internás más en el monte hay otras casas así. Van a la escuela que está cerca, allí tienen un comedor”.Una profesora reconoció que algunos de esos chicos recibieron maltrato en la escuela primaria. Discriminación y maltrato, incluso físico.
Hubo más referencias a casas precarias al borde de las banquinas, en otras encuestas, es decir: campesinos marginales, sin tierras.
Unas docentes del departamento Paraná explicaron que para algunos jóvenes “la única salida es hacer la huerta. Donde nosotras trabajamos, los chicos que van al secundario están interesados en el campo. Si hay un título, que sea sobre el campo. De todos modos, de cada diez chicos, uno puede llegar a la universidad”. Agregó otra maestra: “en mi escuela hay hijos de pequeños productores que les inculcan el estudio porque piensan que en el campo no se van a poder quedar. Algunos ven la posibilidad del magisterio.  Y si siguen la universidad, será veterinaria o agronomía…El hijo de una cocinera se cansó de trabajar en negro en un tambo y decidió entrar en la escuela de agente de policía en Villaguay”.

Modalidad de la encuesta

Nos propusimos detectar las motivaciones más hondas sobre la relación humano/tierra, creando un ambiente para el sinceramiento de los entrevistados. No hubo entonces preguntas cerradas, se dejó lugar a que fluyeran las consideraciones durante una o doshoras, con fuerte intervención grupal. Fue así que pudimos escuchar, por caso, este testimonio sobre una familia que siembra batatas a mano: “es un trabajo penoso que los está matando, están  hechos pedazos, el padre, la madre y el  hijo”. Es decir: los encuestados expresaron sus prevenciones entorno del sacrificio actual para sostener una quinta. Muchos relatos así hubieran quedado sin lugar en una encuesta cuantitativa y con preguntas cerradas.
La base del diálogo con las y los encuestados fue un cuestionario de diez temas: origen de sus conocimientos en torno de la chacra, éxodo rural, origen de los alimentos que consumen, contaminación, trabajo futuro en relación con la tierra, requerimientos (servicios, herramientas) para vivir y trabajar en zonas rurales, expectativas respecto de la vida y el trabajo comunitarios y la autoconstrucción de viviendas, aspectos positivos y negativos de la vida rural y en los barrios, e interés en capacitación.
Decidimos conversar con grupos, varios de ellos de entre diez y veinte personas, con la suposición de que la interacción podía aceitar el ámbito y dejar aflorar datos y reflexiones. Y hacerlo en general en sus lugares de encuentro, para aprovechar la familiaridad del entorno.
Hubo encuestas unipersonales, y a familias, muy significativas pero fueron las menos.
De hecho nos encontramos con la ayuda de los interlocutores, porque a muchas respuestas sucedían aclaraciones, diálogos, intervenciones, entre quienes se conocían y podían completar los aportes, profundizarlos en algún caso.
Además, las expresiones de los más extrovertidos animaban al resto a contar experiencias propias y sensaciones. Por ejemplo: algunos en principio entendían que no tenían ningún contacto con la producción de alimentos hasta que, escuchando otros comentarios, reconocían que en el fondo de la casa había un espacio con perejil, un naranjo, un níspero, o recordaban que de niños visitaban la chacra de sus abuelos. Al mismo tiempo, surgían meditaciones de los propios entrevistados, que advertían durante la charla el paulatino distanciamiento entre las familias y la producción de alimentos, y eso se hacía más visible porque compartían experiencias similares.
En la mayoría de los casos empezamos a leer el cuestionario después de una charla. Lo hicimos buscando un equilibrio entre dos riesgos: por un lado, nos exponíamos a la posibilidad de orientar las respuestas con esa interacción previa, y por otro lado, sin presentación de la problemática podíamos chocarnos con interlocutores que se sintieran como investigados, como rindiendo examen.
Consideramos que la decisión fue acertada. Al punto que en algunas encuestas, luego de abordar con detenimiento las bondades del trabajo colectivo, las experiencias diversas de la vida comunitaria, la cooperación, por caso, al momento de preguntarles sobre las posibilidades de emprendimientos comunitarios la respuesta fue negativa por unanimidad, es decir: los entrevistados se sintieron con libertad para expresar la situación en el aquí y ahora, de acuerdo a sus propias experiencias y la observación de su contexto.
La mayoría de las encuestas fueron realizadas en aulas, y como a las aulas asisten profesores y estudiantes de distintas extracciones sociales y sectores, eso garantizó de alguna manera la diversidad de voces.
Otro aporte positivo para destacar en el relevamiento fue la variedad de encuestadores, preguntando desde experiencias muy distintas.

Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir Informe. Diciembre de 2018.



La encuesta se realizó en homenaje a la
familia Gill Gallego


1-VILLA URQUIZA 21 DE MAYO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Quince estudiantes de ambos sexos en la Escuela Agrotécnica de Villa Urquiza.

En Villa Urquiza, al noreste de Paraná, la escuela agrotécnica y sus espacios amplios en más de 70 hectáreas dieron un marco adecuado para el diálogo con estudiantes sobre la relación del ser humano y la tierra.
Casi todos los entrevistados de sexto año admitieron alguna relación con el trabajo campesino, además de la que promueve la institución educativa. Se referían principalmente a abuelos y abuelas, o algún tío. Sin embargo, sólo un par podía esperar una pequeña parcela heredada, donde desarrollar sus proyectos.
Un estudiante explicó que su abuelo fallecido tenía ocho hectáreas y ocho hijos, y la mamá del estudiante debía repartir una hectárea con sus hijos, de modo que las posibilidades de trabajo se reducían con suerte a media hectárea.
Se mostraron agradecidos por las enseñanzas no sólo de profesores sino de vecinos que asisten al establecimiento para contar experiencias. “Fue una suerte que eligieran a nuestro curso para traer a don Panito”, dijo una estudiante, en referencia a una visita para aprender la elaboración artesanal embutidos. Recordaron que el vecino les explicó que las carneadas se hacían de modo comunitario.
Concluida la encuesta, se vio a los alumnos pelando y cortando frutas para elaborar dulce de mamón. Otros, en la quesería. La escuela tiene un tambo de 20 vacas en ordeñe. Allí es ya famoso el dulce de leche casero.
Los profesores recordaron que hace veinte años la escuela logró reunir sesenta tambos pequeños y medianos, para buscar precio en fábricas que pagaban mejor por cantidad. De esos 60 tambos hoy queda sólo uno: el de la escuela. El panorama en ese rubro es desolador, en la economía familiar.
Y en otros rubros no es muy distinto. Los profesores recordaron que hay escuelas con cien años de vida en Villa Urquiza que  funcionaban a pleno en la zona rural y hoy reciben muy pocos alumnos, debido al éxodo.
Los estudiantes señalaron las diferencias entre la vida rural y urbana. Una chica que vive en un barrio de Paraná admitió que sus vecinos y compañeros de la ciudad se burlan cuando ella comenta, por caso, que estuvieron ordeñando vacas. “Se ríen, no les va. Les parece raro… en la ciudad mis compañeros piensan a lo grande, médico, abogado, policía, no piensan en la producción”.
También dijeron que los abuelos que se fueron del campo a la ciudad “hoy están más cómodos”, aunque siempre quieren hacer una huerta o algo vinculado a sus oficios.
Algunos estudiantes confesaron que eligieron la escuela agrotécnica porque no se sienten a gusto en los edificios apretados. “No me gusta el cemento, prefiero un lugar abierto antes que el encierro”, se escuchó. Otro confesó que en otra escuela urbana sentía una suerte de discriminación. “Ahí no hay respeto”, apuntó.
En una recorrida por la escuela, se los vio caminando en grupos, conversando, y tomando mate.

Cuestionario.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
-En un principio respondieron que los conocimientos que tenían los aprendieron en la escuela. Allí está a la vista que encaran diversos oficios. Pero poco a poco fueron recordando que con sus padres y abuelos sabían de caballos, huertas, vacas, vida campesina, incluso uno con familia en Paraguay y Formosa dijo que su abuela le sugiere que aprenda sobre plantas medicinales. El joven que más practica la huerta aclaró que todo lo hacen a pala, sin máquinas. Hablaron de tomates, zapallos, pimiento, aromáticas… Uno contó que suele viajar a la casa de un tío de donde salen a pescar.

2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
-La mayoría delos jóvenes proviene de familias vinculadas al campo que hoy viven en zonas urbanas. Pero para nuestra sorpresa, estos jóvenes no dieron mayores testimonios sobre el éxodo, ni mostraron una inquietud específica sobre este flagelo. Algunos apuntaron que en sus zonas hay casas nuevas porque gente de Paraná por ejemplo, vive allí. (Nos queda la impresión de que el éxodo más notable ocurrió aquí en tiempo de sus padres y abuelos). En un caso, la familia debió dejar el tambo porque quedó rodeado de casas y había quejas de los vecinos.

3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?
-El origen es el supermercado. Pero varios  comentaron de huertas de su familia.

4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la contaminación del ambiente?
-La mayor preocupación se dio en torno de los basurales en los arroyos, o los fluidos de alguna industria hacia los cursos de agua. En un principio no señalaron el sistema de agronegocios con herbicidas e insecticidas entre sus inquietudes por el ambiente.

5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
-Todos por unanimidad se mostraron decididos a encarar actividades en relación con la tierra.

6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para el  intercambio o el comercio de los productos?
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
-Aquí mostraron una mirada crítica sobre la sociedad actual, que calificaron de individualista, y  notamos un particular entusiasmo a la hora de hablar de emprendimientos comunitarios. No salió espontáneamente de los jóvenes la idea del trabajo comunitario, asociativo. Sin embargo, cuando se los interrogó sobre esa alternativa se mostraron muy dispuestos, y dieron vuelo a sus inquietudes solidarias, de vida en común.
“Hoy no importa el que está al lado. A  mí me gustaría compartir, pensar en los demás, preferiría algo con todos juntos”, es la frase que resume todas las expresiones. Dijeron que en la escuela hacen todo en grupo. “Cuando alguien no quiere lo convencemos”, apuntó una alumna.

9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
-Si bien algunos admitieron que sus abuelos viven más cómodos en el barrio, en relación con su vida anterior en el campo, todos prefieren la vida campesina.

10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)
-Inesperadamente se volcaron casi todos por la apicultura. Es cierto que estudiaron y practicaron el trabajo con abejas en los últimos meses, es lo que tienen más fresco. En el momento de la entrevista se empezaban a interiorizar en torno del tambo, más adelante tratarán la producción de aves. Notable la variedad de oficios que aprenden allí.

Palabras de Pedro Aguer luego de la entrevista: El amor en el corazón tiende las manos hacia la solidaridad. La imaginación y el amor constituyen el poder para la creatividad y la realización. Porque en ellos reside lo que probablemente sea lo único verdadero en el camino del bello vivir y del buen convivir en libertad entre los seres humanos en armonía con la naturaleza. Ayer en la escuela Agrotécnica de Villa Urquiza pudimos sentirlo al escuchar a los alumnos y docentes desarrollando sus tareas compartiendo el saber y el aprender como si nada. Respiramos el aire y disfrutamos del paisaje de la naturaleza en perfecto ensamble y la alegría del orgullo sano que contagia la satisfacción del deber cumplido”.

Los jóvenes mostraron un auténtico espíritu de trabajo, estudio y comunidad.
Cómo hicimos la Encuesta:
1-Nos presentamos, presentamos a la JAPL y las demás organizaciones, leímos algo de los fundamentos de la Encuesta y explicamos algunas de las inquietudes. Por qué una encuesta, qué interpretamos por el buen vivir, la armonía del ser humano con su entorno, el comunitarismo, los problemas del desarraigo y el destierro...
Luego conversamos, motivados por preguntas que llevamos escritas y que no leímos en el mismo orden porque preferimos dejarnos llevar por el diálogo, y los interrogantes que aparecían en forma espontánea. Nos ayudó mucho la presencia de dos profesores (uno ingeniero agrónomo, el otro veterinario).
Terminado el trabajo, dejamos copia de los fundamentos de la encuesta y los directivos de la escuela nos invitaron a recorrerla. Decenas de  jóvenes pelando y cortando frutas para hacer dulce de mamón, quesería.
Si a estos jóvenes les dan tierra y oportunidades, serán trabajadores de primera, preparados, solidarios, decididos.

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2-LARROQUE 7 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Reunión de vecinos de barrio obrero organizado en Larroque.

Los vecinos de este barrio situado en el límite urbano de Larroque están organizados desde que comenzaron a reunirse en pro de la construcción de sus casas. Son empleados de dos importantes industrias locales. Pudieron decidir en conjunto aspectos importantes en el diseño de sus casas y en el uso de los espacios.
Nos encontramos con ellos durante una choripaneada familiar, tuvimos oportunidad de sumarnos a los juegos de los chicos y a la conversación informal que caracteriza estos encuentros. Se congregaron unos 15 adultos que evidenciaron un trato fluido y ameno entre ellos, hasta que se formó una rueda de charla más formal alrededor de la mesa (antes de comer).
Nos presentamos todos, expresando situaciones personales familiares e intereses y en un principio la conversación se encaminó con naturalidad por lo que los centros de interés de la encuesta se fueron respondiendo en un orden diferente al pautado. Sólo sobre el final hizo falta explicitar algunas preguntas que no habían tenido comentarios anteriores.
Se consideran ellos mismos como guardianes de la naturaleza. Llevaron adelante huertas comunitarias en la etapa de construcción de las casas y si bien ahora la actividad hortícola ha decaído hay varios vecinos que la continúan en sus propios terrenos. Decidieron arbolar las banquinas con variedades frutales (naranjos, mandarinas, manzanas, duraznos, ciruelos, limoneros) mezclados con los ornamentales (aguaribay, lapacho, etc), no sin cierta resistencia de algunos que pronosticaban peleas por las frutas. Varios limoneros y manzanos ya han dado sus frutas y los pronósticos no se cumplieron. Estas actividades generaron un gran entusiasmo, una buena relación interfamiliar, instancias de capacitación y una muy buena motivación para reunirse y organizarse y “un gusto personal de hacer algo por nosotros mismos y poder enseñarles a nuestros hijos”.
Como su ubicación geográfica es cercana a una cuenca de desagüe pluvial aún natural y con un interesante espacio visual, han solicitado al municipio local que impida los loteos de terrenos ubicados en el interior del arroyo con el objetivo de evitar futuras inundaciones y preservar el paisaje lo que ha tenido buena acogida de parte de las autoridades.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
La gran mayoría recuerda hacer huerta desde pequeños con sus padres o abuelos… “en cualquier pedacito de tierra plantábamos algo” y si bien reconocen haber olvidado muchas cosas, también recuerdan muchas otras y piensan que con un tiempo de práctica y alguna orientación profesional recuperarían las olvidadas. Casi todos aportaron datos, que vienen de familia, sobre técnicas de cultivos y usos de plantas. (orientación de los surcos de tomates, lo imprescindible del limonero y de la albahaca, la barba de choclo, las hojas de níspero, la manzanilla, la miel, lo fácil de tener perejil, orégano, acelga, cebolla de verdeo, etc.)

2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
Queda muy poca gente viviendo en el campo aunque muchos viven del campo, pero se prefiere vivir en el pueblo… “la gente buscó la comodidad”. Se acortan las distancias, se sale cuando quiere, se evita el aislamiento, se accede más fácil a la tecnología.

3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?.
Piensan que mucha gente tiene aún al menos una pequeña huerta en el fondo de su casa, o una maceta con perejil, aunque sea como pasatiempo, pero son conscientes de que casi todo el alimento vienen de afuera, y desde lejos, y que se han perdido las quintas y huertas tradicionales de la zona a donde iban los pobladores a proveerse. Entienden que hay una nueva generación de chicos que no saben (ni les interesa) de donde salen los alimentos ni como se producen.

4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la contaminación del ambiente?
En parte este punto se trató al hablar de una de sus preocupaciones fundamentales como barrio que es evitar los asentamientos en los bajos del arroyo, pero además se enumeraron otras situaciones como las fumigaciones con agrotóxicos aún dentro del pueblo y a pesar de las prohibiciones. La proliferación de perros sueltos o sin dueño.

5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
Algunos manifiestan dudas al respecto, basados en que hoy se busca más la comodidad, que se han perdido conocimientos y costumbres, en que se valora poco la relación con la tierra, “se cena mirando la tele”… la huerta sí como entretenimiento, pero no como forma de vida. Otros en cambio piensan que sí sería posible, que habría mucha gente dispuesta a vivir en un campo de su producción, unos pocos manifiestan que estarían dispuestos a hacerlo. Muchos manifiestan que ven un cambio de mentalidad en la gente, que “se están dando cuenta”, que se está abriendo al cambio, concientizándose. El mayor impedimento sería la falta de tierras disponibles y la falta de formas de comercialización de los productos  con las cuales ponerse más o menos a la par de las grandes cadenas mayoristas.

6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para el  intercambio o el comercio de los productos?
Creen que con menos de una hectárea sería imposible, algunos piensan en 4 Ha. les permitirían tener algunas ovejas o cerdos. Y siempre y cuando haya un plan de mercados locales y formas de mejorar la competitividad frente a los hipermercados.

7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
Estas dos preguntas fueron respondidas como parte de la realidad de la comunidad. Todos tienen vivienda propia por un plan del Estado Nacional que los involucró en la toma de decisiones y una intensa vida comunitaria donde están muy contentos de vivir.

9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
La mayoría piensa que Larroque es un pueblo con mucho de rural, en el estilo de vida, en el uso de los tiempos (aunque aceptan que “se vive a mil”), en el empleo de los espacios, por eso no ven mucha diferencia, más allá del aislamiento que significa vivir en el campo por el estado de los caminos rurales. En este barrio se ve todo positivo debido a la manera en que se generó, “se lo vio crecer”… hay muchos chicos, que pueden jugar con mucha libertad porque hay mucho espacio. El único aspecto negativo que se menciona es la abundancia de perros callejeros.

10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)
(Está contestada entre las anteriores)

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3-LARROQUE 8 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos de 6to año (último del secundario) de Colegio público de administración privada con orientación en ciencias sociales en Larroque.

Nos encontramos con un grupo de más de 20 jóvenes de entre 16 y 18 años y su profesora en un ambiente dinámico y bien dispuesto para el diálogo, la mayoría proveniente de familias campesinas, algunos de ellos incluso con la experiencia personal de haber colaborado con tareas del campo y en algún caso muy particular se hizo notable una inclinación casi pasional por las tareas rurales y el paisaje campesino.
Fueron unánimes en considerar a Larroque como un pueblo casi rural con mucho espacio verde,  terrenos libres (de construcción), gallineros cercanos, paisaje rural, rodeado de arroyos, tierras cultivables, etc. “lugar privilegiado”. “paisaje maravilloso”.

1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
La gran mayoría manifiesta conocer sobre la producción de carnes bovinas y ovinas, donde y como, sobre la producción avícola y cerealera, algunos por haberlo visto en su familia y otros por haberlo estudiado en el colegio. Saben de los extensos recorridos que realizan  las frutas y verduras para llegar desde las zonas de producción hasta nosotros. Conocen a algunas familias que tradicionalmente se dedicaron a la producción hortícola en Larroque y algunos pocos saben que sus mayores aún suelen ir a las quintas a buscar frutas.

2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
Muchos piensan que sus familias se “vinieron” al pueblo por la educación de sus hijos y por la salud… la cercanía de los colegios y los centros de salud fue determinante en varios casos, pero también las facilidades que ofrece el pueblo, el mercado, los boliches, las reuniones de amigos etc. El estado de los caminos rurales también es un factor influyente.

3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?.
Está desarrollado en la primera pregunta, pero agregan que la calidad de lo que se produce en casa es mejor... “el sabor, el color, la semilla, el olor… todo es distinto”.
Reconocen que la mayoría de la gente no tiene interés por la producción o no lo ven como prioritario… “Prefieren gastar plata y no tiempo” fue una frase escuchada haciendo referencia a la comodidad del mercado en cada cuadra con frutas y verduras de todas las estaciones, donde se usa dinero y la actividad en la tierra donde se invierte tiempo.

4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la contaminación del ambiente?
La deforestación, las fumigaciones, la falta de un parque industrial (industrias sin control y muy cercanas al pueblo que generan olores insoportables y tóxicos), la falta de planificación urbana y el negocio inmobiliario, el desconocimiento y la ignorancia; se prioriza la posibilidad económica antes que la salud. (los terrenos son baratos en las zonas inundables o cercanas a una industria contaminante, de lo contrario tienen precios inaccesibles) “Se juega con la necesidad” de la gente de tener un trabajo o una vivienda.
Ven como muy importante el tema de la casa propia, como un proyecto personal o familiar, como un legado para los hijos, aunque lo consideran inalcanzable.

5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
La mayoría piensa que hay gente con conocimientos y ganas de producir para abastecimiento del pueblo pero creen que la gente no iría a comprar a las quintas. “Si uno quisiera hacerlo en casa no tendría lugar”. No se ven (salvo algunos casos puntuales) trabajando en producción agrícola u hortícola. Piensan que los estudios (extendidos más allá de los 20 años de edad) los alejan del contacto con la producción y después no se quiere o no se puede volver. Sin embargo la mayoría acuerda en que si tuvieran que hacerlo los impedimentos tendrían que ver con el espacio, no con los conocimientos, a los que suponen volverían fácilmente de la mano de algún padre/madre o abuelo/a. Las cuestiones legales serían otro impedimento, porque según expresan no ven que el país (las disposiciones de los gobiernos) apuesten a desarrollar la industria nacional y mucho menos las producciones locales.

6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para el  intercambio o el comercio de los productos?
Aquí se desinteresan un poco del diálogo, algunos vuelven a insistir con la casa propia, algunos piensan en más o menos una manzana (1 ha), algún otro expresa la necesidad de campañas o acciones que movilicen a la población a querer adquirir los productos de la huerta local. Pero el diálogo se agota.

7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
Aquí es donde se insistió en la necesidad de un planeamiento urbano a largo plazo, de la importancia que le dan a la casa propia, que muchos prefieren gastar dinero y no tiempo. La mayoría de los presente dice que no se imagina a si mismo/a produciendo o trabajando en el campo en el futuro, son pocos los que manifiestan alguna duda al respecto

9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
La cercanía de todo lo que parece que necesitamos, escuela, médicos, mercado, diversiones, amigos,  servicios, etc. hace que se prefiera la vida de pueblo. Aún aquellos pocos que piensan que podrían producir alimentos si se dieran las condiciones, dudan de poder dejar estas cosas que consideran comodidades del pueblo.

10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)
(Está contestada entre las anteriores) (y si no está es porque, no se contestó).

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4-LARROQUE 8 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos de 6to año (último del secundario) de Colegio público estatal provincial con tres orientaciones diferentes: Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y Economía, en Larroque.
Nos encontramos con un grupo de unos 15 jóvenes de entre 16 y 18 años con una docente que se prestó a acompañarlos, en un ambiente más bien reservado, algo (aparentemente) desconfiado sobre nuestra presencia en el lugar (debido quizás, a que los encargados no habían tenido la delicadeza de informarles previamente que  se realizaría esta reunión). Tal vez por lo mismo no encontramos (salvo en dos o tres chicos) una buena  disposición para el diálogo.
La mitad de los presentes o algo menos manifiesta provenir de familias campesinas, pero casi todos dan a entender que no saben nada del campo, su forma de vida o la producción de alimentos, sólo una chica expresa la experiencia personal de haber colaborado con tareas del campo y su gusto por hacerlas. No obstante ello, la mayoría (entre quienes logran expresar una opinión) cree que Larroque es un pueblo con mucho de rural.
Ante la pregunta inevitable y textual sobre si sabían de donde vienen los alimentos que consumimos, ninguno respondió.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
Esta respuesta se desarrolla en la introducción, con el agregado de que, casi todos los que opinan, son conscientes de que existen diferencias de gusto y calidad que hacen preferible a un producto de huerta sobre uno de verdulería, y al mismo tiempo indican que “no elegimos bien lo que comemos”.

2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
No hubo opiniones

3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?.
Está desarrollado antes. No participan y parece no interesarles participar.

4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la contaminación del ambiente?
La contaminación: se nombran empresas que, ellos entienden, son contaminantes y están en medio de la ciudad como “Villa” (fábrica de acumuladores de plomo) y “Globoaves” (incubadora de pollos).
Los olores desagradables del frigorífico de aves (tratamiento de plumas y deshechos). La falta de control del cumplimiento de las ordenanzas… “el vecino no puede fumigar pero lo hace igual”.
La falta de previsión en el desarrollo urbano… “no se pensó en evitar que se hicieran casas tan cerca de las fábricas”.

5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
La gran mayoría no se ve a sí mismo/a en el trabajo de producción primaria de alimentos, si tal vez en la elaboración (varios podrían ser ‘chef’). No irían a trabajar en el campo “salvo que no te quede otra”. “Es más fácil gastar más que trabajar más” Una sola chica ve como posibilidad para sí misma vivir del trabajo en el campo.

6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para el  intercambio o el comercio de los productos?
En este punto se miran sin saber qué decir. Uno arriesga que con media hectárea pondría 2 galpones de pollos y usaría árboles frutales para la sombra. Los demás hacen como un acuerdo tácito.

7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
Sin Respuestas

8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
No ven esa disposición. “En un barrio, si tres plantan algo, los otros se lo roban”

9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
“Queremos vivir en el pueblo por comodidad”. Hacen mención al mal estado de los caminos rurales, la cercanía de los mercados en el pueblo, uno manifiesta que su familia se vino a vivir al pueblo por la escuela. Dicen que Larroque tiene una vida tranquila, pero aceptan que antes lo era más aún, “cuando éramos chicos dormíamos con las puertas abiertas, ahora ya no”. Mencionan el ingreso de “la droga” como un problema actual serio… “roban por droga” dicen, y no ven que haya acciones de las autoridades o de la comunidad para solucionar este problema.

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5-TABOSSI MARTES 12 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Polideportivo en localidad de Tabossi.
Encuesta realizada a tres docentes (dos profesoras y una maestra) del departamento Paraná.

En torno de los conocimientos: lo básico nomás, dijo una profesora, y lo que sé viene de mi casa.
Doy clases en Viale, de ciencias naturales en quinto grado. Allí los chicos no tienen relación con la huerta o las aves. No hay cultura campesina. No saben. Ni huerta ni vacas. No tienen vínculos con la naturaleza, sólo por el germinador.
Otra: antes mi abuelo tenía eso pero ahora no, se han perdido las costumbres. Ver una huerta en Viale es una excepción. Mi sobrina suele ir con mi mamá a los frutales. Como nosotros nos criamos en el campo, mi mamá conserva algunas plantas de frutas. Mi sobrina lo vive por su abuela, pero no lo haría con mi hermana. Yo tampoco tengo, sólo algo en una maceta.

Otra profesora: a mí me gusta enseñar, a mi  hija de 10 años le gusta y sembramos morrones en macetas.
En nuestra generación (entre 30 y 40 años) todavía tenemos experiencias de huertas, frutales, hoy en día eso es muy raro.

Una tercera docente: yo sé algo de la naturaleza, distinguir los pájaros, pero mis alumnos no. Salvo uno o dos que vienen del campo, los demás no, no saben.
En mi escuela hay un quiosco con papas fritas, esas cosas. El chico que lleva algo de la casa recibe las burlas de sus compañeros. Uno lleva queso y dulce y come adentro del aula para que no se le rían. Del quiosco sí, de la casa no.

Los alumnos de mi escuela al principio tomaban té, y les daba vergüenza pedir té con leche. Entonces un día empezamos a darles chocolate con leche, mate cocido con leche o te con leche, sin más opciones, y tomaron eso. Ahora no hay problemas.

Una docente: ahora veo más eso de cuidarse, hay chicas vegetarianas, veganas, está un poco de moda.

Sobre el éxodo.
Mis padres vivían en Las Tunas. Se fueron ellos y sus vecinos, porque no había trabajo. Se marcharon a Córdoba en los años 80. Cuando volvimos, mi padre hacía changas, era alambrador, y recuerdo que no podía conseguir empleado.

Hoy los hijos somos urbanos. Dos docentes, el ex marido de mi hermana también es docente, y mi ex, policía.

Dijo una profesora: mis abuelos eran gente de campo, y mi mamá también. Hoy vive en la ciudad.

Otra: mis abuelos eran campesinos, mis papás también, y mis tíos. Pero la zona, en la colonia Centenario, se ha despoblado. Se han marchado.
En el barrio de mi mamá han comprado terrenos familias del campo, gente grande que se viene.
Mi tío tiene problemas en las rodillas, le cuesta caminar, pero nadie lo saca del campo. Sus hijos están todos en la ciudad. Él no encuentra quién le ayude.
¿Qué hacen los hijos? Son empleados, uno en una tienda, el otro despachante en YPF.

Una: fuimos la última generación con experiencia en el campo. Y no queremos volver.
Otra: a mí me gusta, pero no para ir a vivir. Somos cinco hermanos y no vamos a volver a Las Tunas.

Pregunta 3 sobre alimentos.
Las docentes admitieron que compran en las verdulerías, y poco o nada cultivado en la zona.
Una aclaró: yo sí compro leche de campo. Y comentó que por Viale andan vendedores de leche, huevos, pollos de campo, queso, por las calles.

Sobre la pregunta 8- posibles emprendimientos comunitarios, las respuestas fueron similares: hoy es cada uno por su lado. No imaginamos algo comunitario. Trabajamos  con el otro, pero hasta ahí nomás.
-Por ahí te metés en líos.
-La gente se ofende (dificultades para emprendimientos colectivos).Va a llevar mucho recuperar ese espíritu comunitario.
-Los gobiernos han ido rompiendo los grupos. A la más pequeña diferencia no se puede continuar.

Sobre la pregunta 7 – vivir en el campo
-No. Textual: “no puedo visualizar mi laburo en relación con el campo. No los veo compatibles”.
-A mí me gustaba el campo. No quería ir al secundario pero mi abuela me decía qué vas a hacer en el campo…
-A mí me gusta la paz, la tranquilidad. Querría algo (una casa) para estar y disfrutar. No para hacer tareas del campo.
-Claro, tendríamos que aprender mucho.

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6-MARÍA GRANDE JUEVES 14 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela Héroes de Malvinas, en la localidad de María Grande.
Encuesta realizada a seis docentes de colegios secundarios del departamento Paraná.

Los docentes dan clases en Hasenkamp, El Pingo, María Grande, María Grande Segundo, Antonio Tomás y Alcaraz.
Admitieron que tienen conocimientos que les vienen de la casa, sobre la producción de alimentos, y ofrecieron algunos ejemplos.
Mi papá siempre hizo huerta, criaba pollos. La familia lo hacía. Yo misma tengo huerta en casa, frutales, ahora limones, naranjas, mandarinas, un ciruelo que nació guacho. Ahora no tengo gallinas porque se las comen los perros, dijo una entrevistada.
Tengo conocimientos, me crie en una zona rural. Ganadería, agricultura, todo para el consumo de la casa.  Yo soy docente, y hoy sigue la producción en ese campo, pero ninguno de mis hermanos trabaja en el campo, delegan.
Otro caso: entre mis alumnos hay dos que saben, vienen del campo, y sólo uno de ellos con familia propietaria.
Una tercera docente: mis padres tenían huertas, gallinas. Yo soy profesora de economía y presenté un proyecto de huerta en la escuela, luego de hacer una capacitación en el INTA. Allí hacemos tomates, lechugas, acelga, rabanito, zapallo, y llevé incluso unas frutillas. Son estudiantes mujeres y varones, todos muy entusiasmados, incluso nos quedábamos más tarde, fuera de hora.  Iban con mate, galletitas, compartíamos. Hay una gran diferencia con las actividades en el aula, se muestran más animados en la huerta. Después me mandaban fotos, hacían canelones y los vendían para juntar fondos.
Apuntó que los alumnos comparaban la frescura y la calidad de las verduras de su huerta con las compradas.
En mi escuela acostumbran plantar un árbol en el sexto año, y se identifican con él. Mis alumnos eligieron una granada por ejemplo.
Una cuarta docente trabaja en una escuela de jornada completa con técnicas agropecuarias. Su casa paterna abarcaba media manzana, allí tenían gallinas ponedoras, gansos, huerta, higuera, quinotos, durazneros. Pero todo eso es pasado. Hoy no tiene patio, sólo algunas aromáticas.
Preguntamos: ¿dónde quedaron esos conocimientos de tus padres y tuyos? La respuesta: quedaron en mí.
En ese punto los docentes se explayaron sobre el éxodo rural. Se reconocieron como la última generación en relación con la producción propia de alimentos.
Mis papás venían de Sauce Pinto, vivían en el campo, mis abuelos también.  Esos conocimientos no llegan a mis hijos y a mis nietos. ¡No conocían una gallina!, se asombró.

Coincidieron en que, con diferencias, están en un punto de desapego casi total en relación con las actividades campesinas.
Una docente aclaró que tiene alumnos que conocen bien la actividad agropecuaria. Por ejemplo, una familia con cinco hermanos que saben de gallineros y trabajan en el tambo. Otro caso, una familia con cinco hijas mujeres y dos varones más chicos. Cuando terminan el secundario, el papá las hace trabajar un año en el campo y después pueden estudiar en la universidad o el terciario. Hacen tambo. Es un año de trabajo, tienen esa disciplina y la aceptan.
Otro caso: nunca di clases en escuelas de campo, sí en escuelas urbanas, incluso en Paraná. Soy de Hasenkamp. Me crie en casa de mis abuelos, en el campo, con un monte enfrente. Ahora ese predio quedó adentro del pueblo. Ese montecito desapareció por completo. Había un tajamar, y también desapareció, fue rellenado.  Ahí ya no hay vínculos con el monte, con el tajamar, se perdió. Mis abuelos tenían una manzana. Había cerdos incluso, huerta, todo lo que comían salía de ahí.
Cuando tenía seis años vivíamos con lámparas, sin electricidad ni agua corriente.  Luego nos cambiamos y seguimos con la huerta. Hoy ya no, no tenemos animales y no nos hacemos tiempo para cultivar algo en el terreno. Mis hijos conocen muy poco de eso, pero aunque no trabajemos nosotros en eso, tienen contacto a través de sus amiguitos.

Hasenkamp cambió mucho. Se urbanizó, se trazaron calles, mi abuelo tenía una manzana, hoy los terrenos son de 10 por 30, no se puede tener gallinas, ni hablar de los cerdos. Molesta el olor, el ruido. Incluso hay restricciones municipales y se han hecho multas por las gallinas. Los terrenos son chicos para la producción, aún en familias que conocen esas prácticas y por razones de espacio no pueden desarrollarlas.

Sobre la pregunta 2, el éxodo: mi suegro es molinero y siempre dice que no queda nadie en el campo. Que antes había boliches, bares, y hoy nada.
En el primer año, las autoridades de las escuelas tienen que ver si habrá alumnos. Este año tuvimos ocho porque llegaron mellizos. La matrícula es una preocupación.
Una profesora dijo que en un tercer año tienen dos alumnos. Otra dijo que en sexto tienen dos. Ocurre en distintas escuelas de la zona.

Una docente apuntó que en El Pingo sorprende la cantidad de taperas, incluso algunas casas hermosas abandonadas. ¡Dios mío, cada vez más gente se va!, fue el comentario con unas amigas, de visita en casa de descanso.
La gente busca oportunidades. La gente grande que queda tiene celular, y dos por tres llaman a la policía porque se ha sumado un problema: la seguridad. Viene gente de otro lado.

Una profesora dice que donde está en su mayoría son obreros, peones, no dueños de campos. La estancia contrata al papá y trabajan todos.
Si no son dueños, el propietario no los deja hacer quintas porque descuidan lo demás… esa es la excusa.  Incluso viven en casa prestada. Eso no arraiga.
Algunos no tienen luz eléctrica y en la zona el agua es salada.  No es como en otras escuelas, donde los chicos llegan en camioneta.  Acá es a caballo, en bicicleta, y si no los busca la traffic del Estado, no van a la escuela.

Interviene un profesor. Dice que buena parte del folclore de proyección en la región está formada por canciones con añoranzas sobre el exilio, recuerdos del paisaje, la tierra, la comunidad. Nombra al acordeonista Alcides Muller que siente, dice, una deuda moral con María Grande. Recuerda obras de Federico Gutiérrez que nombrar a las familias del éxodo.
Todos apuntas anécdotas sobre bailes y encuentros culturales de mediados del siglo 20, incluso con visitas periódicas de Tarragó Ros. Dicen que María Grande Segundo es “un país”, pero con muchos desterrados.
Hay bromas sobre la comunicación, sin tecnologías, y se preguntan cómo se enteraban las familias de los bailes y recitales.
Una profesora acota: pero volver al campo es difícil.

Para los chicos del campo, hoy la escuela es el lugar de encuentro con otros chicos. No hay clubes cercanos, las distancias son largas. Las familias  se llaman “vecinos” aunque estés a mil metros del otro, tan distinto a la ciudad donde a veces uno no conoce al de al lado.
Unos chicos les preguntaban hace unos días: ¿otra vez van a hace paro? En la ciudad, un  paro suele ser festejado por los alumnos.

Destacaron el esfuerzo de peones rurales para acercar a sus hijos a la escuela. El papá que llevaba a sus hijos a caballo y así cruzaba el arroyo Burgos crecido, y del otro lado los esperaba la traffic.
A veces los deja la traffic y caminan luego una hora para llegar a sus casas.
Dijo una profesora: donde yo vivía con mis padres había unas 15 casas, y hoy quedan tres.

Comentaron que un grupo de hacheros que vivía en una estancia fue desalojado cuando esa estancia se vendió. Hoy esas familias viven de la asistencia en un terreno fiscal.
Hicieron casitas tipo monoambiente. Allí se encuentran incluso familias de pueblos originarios y están “muy mal” en la zona de Alcaraz. Las casas no tienen aberturas, y les añaden extensiones de silo bolsa. Todo muy precario, con letrinas.
Dijo una profesora: “cuando los visitamos en una misión, a los chicos los vimos felices. Corrían, se reían, jugaban con las cabras. Descalzos y sucios pero felices. Nos decían que si te internás más en el monte hay otras casas así. Van a la escuela que está cerca, allí tienen un comedor”.
Una profesora reconoció que algunos de esos chicos recibieron maltrato en la escuela primaria. Discriminación y maltrato, incluso físico.
Comentaron que esas familias podrían hacer huertas, tener gallinas, cerdos, pero carecen de recursos y espacio. Incluso en la estancia no eran dueños de nada.
Una profesora contó que un  día fue a buscar a un alumno a la casa porque no asistía: cuando vi dónde vivía, casi lloro. Silo bolsa, sin cama, nada. Sin luz, sin heladera, sin agua corriente, con el padre alcohólico… y el chico llegó a sexto año del secundario con promedio 9, fue abanderado.
Los chicos cuentan que cazan jabalí para comer. En la casa, varios perros con ese fin.

Sobre el origen de los alimentos que los mismos profesores consumen: casi todo de afuera, incluso las papas, el tomate, las frutas. Algunos chicos tienen producción para el auto consumo. A veces los docentes les compran huevos.
Las familias son solidarias. Cuando se realizan reuniones para juntar fondos, el que tiene animales dona.
Una docente puso de relieve la diferencia (que entendimos, de oportunidades) entre el que es miembro de una familia de propietarios y el indigente.

Respecto de la contaminación: lo que más se nota es la fumigación. Hemos visto que limpian los mosquitos en el arroyo. De tanto en tanto se ven peces muertos.
Mis hijos iban a pescar, pero hoy no quedan peces, y no es seguro tampoco.

En Hasenkamp hay quejas contra las cerealeras que largan un polvillo. Sería la causa de muchas alergias.
Los docentes también hablaron de cáncer, pero no abundaron en ello.
También apuntaron contra los minibasurales en arroyos y caminos, con plásticos, bidones, e hicieron hincapié en el desmonte.
Esos chañares de antes ya no se ven, dijo una profesora.
Lo que era monte tupido, hoy es soja.
Reconocieron que algunos papás no están dispuestos a discutir el problema de los agrotóxicos o las cerealeras, a veces porque  son empleados.

A la pregunta 5 sobre el trabajo rural.: a mis hijos los veo muy urbanos. Desde que falleció mi papá dicen que vendamos (el predio que recibieron por herencia).

Los docentes vuelven sobre el tema de las taperas. Hablan de un lugar cerca de El Pingo donde había tres taperas, dos de ellas ya destruidas. La que quedó tiene un molino que sigue sacando agua pero el señor que lo compró no tiene animales, usa la superficie para cultivar soja, y tiró abajo una casa hermosa.
Una profesora recerda palabras de un abuelo: mientras yo viva nadie toca ese monte, dijo.

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7-LARROQUE 21 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos del último curso de la Escuela Secundaria de Adultos (ESA), con orientación en Ciencias Naturales en Larroque.

Nos encontramos con un grupo de unas 20 personas entre jóvenes (18 años) hasta adultos jefes de familia con hijos en la escuela secundaria, algunos de ellos originarios de otras regiones entrerrianas e incluso de la Patagonia Argentina. Obreros muchos de ellos, otros hijos de obreros. Un tercio de ellos relacionados directamente con el campo. Algunos vivían y trabajaban en el campo hasta hace muy poco tiempo y unos pocos aún siguen trabajando allí aunque vivan en el pueblo. Unos pocos asistentes no participan activamente del diálogo que se hace fluido, animado y por momentos caótico aunque con mucho humor.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
En general manifiestan mucho conocimiento sobre el trabajo del campo, sobre la producción de alimentos y sus procesos de almacenamiento, conservación y transformación, así como también el uso medicinal e incluso sobre las relaciones comunitarias, vecinales o asociaciones económicas tradicionales.

2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
“Nadie quiere vivir en el campo”; “queremos lo más fácil y cómodo”; “Vivimos un mundo materialista, cómodo y consumista”; “teníamos animales, ovejas, caballos, pollos, ahora se arrendó para soja”… son algunas de las expresiones textuales que logramos anotar. “En el campo donde yo ando se patean los tarros de glifosato (SIC) por donde camines”; “Sembramos en campos pelados”. Dicen que el trabajo de campo es esclavo en referencia a los horarios extendidos, la falta de feriados, las responsabilidades no terminan nunca. Trabaja toda la familia para un mismo ingreso económico; el pueblo permite que el hombre y la mujer y aún los hijos mayores tengan su empleo, cada uno con su salario. (Al comentario de un compañero sobre que él podría trabajar en el campo, otro, que ya lo ha hecho, le responde con humor: “yo tengo una pala, te la presto, no me la devuelvas”)

3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?.
Son numerosos los que comentan haber trabajado alguna huerta, un almácigo o al menos algunas macetas con plantas aromáticas. Recuerdan que en el campo trabajaba la familia, se ayudaban los vecinos, se hacían dulces y conservas para aprovechar la producción sobrante; alguno menciona el entrojado de papas o batatas o limones, con paja o con papeles; las carneadas en grupos de familias o vecinos para elaboración de chacinados y su preparación para que duraran en buen estado casi todo el año, etc. En Rio Negro (comenta una señora) nos juntábamos varias familias para comprar al por mayor frutas de descartes y nos reuníamos para fabricar dulces y conservas para todos.
Son conscientes de que ese trabajo ya prácticamente no se hace, que compramos productos que recorren miles de kilómetros que se seleccionan y preparan especialmente para la vista, que se maduran a la fuerza y han perdido hasta el sabor, que se traen desde el Mercado Central de Buenos Aires o de Rosario ya que Entre Ríos no lo tiene.

4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la contaminación del ambiente?
Aquí se concentraron exclusivamente en el uso de químicos, con un vivo debate entre algunos que los usan y defienden su uso y otros que los consideran entre las peores cosas que le ha pasado al campo en los últimos años y algunos que incluso manifiestan haber sufrido los efectos con deterioro para su salud. “antes salían del pueblo al campo a buscar aire puro, ahora nos venimos del campo al pueblo para que no nos envenenen”.
También se hace referencia a cierta falta de controles que permite la comercialización de productos con tóxicos, carnes de animales enfermos o recientemente vacunados o llenos de antibióticos u hormonas.
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
En parte este tema ya fue comentado más arriba, sin embargo ante una pregunta directa al respecto, muchos opinan que sí, que habría gente dispuesta a trabajar la tierra aunque nos llama la atención que casi todos esperan alguna especia de ayuda gubernamental para hacerlo.

6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para el  intercambio o el comercio de los productos?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
Aquí hay opiniones dispares: desde quienes dicen que se puede tener perejil en una maceta, que no se  necesita nada, otros que en cualquier pedacito de 2m por 2m se puede plantar lechuga, hasta quienes entienden que para vivir de ese “laburo” habría que tener más de 1 ha. Algunos incluso se muestran dispuestos a dedicarse a ello siempre que se reúnan algunas condiciones que van desde contratos de compra del Estado, provisión de semillas y herramientas, hasta garantías de ganancias económicas.
La mayoría coincide en que sería necesaria la formación de grupos de intercambio, de trabajo o cooperativas de comercialización de los productos. “Uno solo sería imposible” y aun así muchos opinan que es imposible competir con las grandes empresas o cadenas comerciales.

9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?

10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)
(Están contestadas entre las anteriores)

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8-LARROQUE 27 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Alumnos de 6to año (último del secundario) de Colegio público de administración privada con orientación en Economía y Administración en Larroque.

Nos encontramos con un grupo de casi 20 jóvenes de entre 16 y 18 años y su profesora en un ambiente bastante participativo. Un porcentaje no precisado pero que estimamos en algo menos del 50% proveniente de familias campesinas.

1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
Manifiestan conocer bastante, por sus padres o abuelos, o por haberlo hecho, algunos más inclinados a la producción ganadera, manejan cifras sobre hacienda, pasturas, hectáreas etc., otros más hacia lo agrícola, saben sobre la soja, el trigo y el maíz; uno participa con su familia de la producción de miel, otra ha tenido oportunidad de elaborar quesos.
Muchos hablan de la conservación de carnes en el freezer, pero hay quienes saben cómo conservar limones entre papeles, o papas en un pozo, o frutas en dulces, pasas o mermeladas, tomates en conservas o salsas

2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
Aunque más escuetos en este punto, la mayoría parece coincidir en que el pueblo ofrece mejores posibilidades en cuanto a escuelas, médicos, caminos, servicios y por lo tanto resulta muchos más atractivo para vivir.

3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?.
“Comemos todo de afuera, todo modificado”, “Comés tomate y no es tomate”, “Aun teniendo el árbol de mandarinas vas a la frutería y las comprás”. Estas son algunas frases textuales con las que la mayoría coincide en ver a la sociedad como muy cómoda, mercantilizada y desinteresada de los sistemas de producción así como de la calidad de los alimentos que consume. Algunos opinan que la gente ve con mejores ojos, como si fueran mejores los productos que vienen de afuera, ya sea de otra provincia o importados. “Se produce en el ‘interior’, se lleva a Bs.As., se modifica, se sube el precio y después vuelve a las provincias” expresa uno de los participantes y los demás acuerdan.
Repreguntados si saben de algún producto que sea más local, reconocen que sí, que consumen leche de la zona, queso “de campo”, miel “de acá”, nueces, estevia y otros d la propia casa, como poleo, burrito, cedrón, laurel, menta, perejil, orégano, carqueja, palta, limones, etc.

4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la contaminación del ambiente?
Aquí se exponen como muy relacionadas varias cuestiones ambientales y sociales: la basura, las papeleras uruguayas, las fumigaciones en el campo y en el pueblo, el olor “insoportable” del frigorífico de aves y de las chancherías cercanas, la contaminación (SIC), la falta de organización territorial con la consiguiente pérdida de las zonas de chacras; el uso excesivo del automóvil particular, la ruptura social, la intolerancia, la agresividad, las posturas irreductibles… “la sociedad no acepta que estés en el ‘medio’”, el afán por imponerse al otro, el menosprecio de las minorías, las ideologías de moda.

5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para el  intercambio o el comercio de los productos?
“Yo voy, de cabeza” expresa uno de los participantes, los demás tienen más dudas, algunos piensan que podría ser si se empezara de a poco “hasta darnos cuenta de que esto anda”; si se armaran grupos de trabajo o de intercambio. Algunos hablan de estudios de mercado, análisis de demanda, prever si la gente iría a comprar lo que uno produce.
Piensan en terrenos de una hectárea, otros un poco más para tener algunos animales, un pozo de agua, herramientas acordes al amaño de la producción pero que “revolviendo en los campos encontrás herramientas viejas para adaptar” o “podés modificar un cuatriciclo”; abono, o ponerse a hacer compostaje, conseguir la materia orgánica, recolectar ‘bosta’, o hacer convenios con la Planta de Reciclado, por ejemplo, para que la provean, o con los productores avícolas para la cama de pollo; planificar los ciclos; intercambiar los cultivos; asesoramiento familiar.

7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
Están tratadas en las anteriores.

Las últimas preguntas no llegaron a abordarse.

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9-LARROQUE 27 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Mingaché Escucha
Un grupo de mujeres mayores integrantes de la comisión de la Liga de Madres de Familia en Larroque, con muchas ganas de contarnos cosas, de recordar historias y anécdotas, lo que generó que el encuentro fuera distendido y ameno pero a la vez de difícil registro de lo conversado.

1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
“Antes vivíamos en el campo, uno iba a trabajar la tierra y los hijos iban detrás” se dice como algo lógico o natural, sin conflicto; se cocinaba siempre, se compraba poco, se producía la leche, la miel, los huevos, la carne: aves, ovejas, vacas y animales de caza, muchas frutas, verduras y hortalizas, se faenaba en casa, con ayuda de los vecinos, se fabricaban salames, chorizos y otros tipos de embutidos, se preparaban para conservarlos todo el año, se hacían dulces y conservas, quesos, con recetas heredadas o intercambiadas, (aquí se extiende el diálogo en varias recetas antiguas sobre pucheros, dulces, conservas, gallinas rellenas, etc.) se vendía el excedente,  “Ahora vos vas a la verdulería y tenés de todo” es la lacónica frase que cierra estos comentarios, pero alguien agrega “y en las huertas y viveros trabajan bolivianos”, confirmando para sí misma y para la aprobación tácita de las demás asistentes de que “hemos perdido la cultura del trabajo”. Queda flotando la pregunta ¿Cómo la recuperamos?

2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
El “modernismo”, el ritmo de vida, el estudio de los chicos, hace que los chicos no vayan a la huerta. Lo que se ganaba en el campo no alcanzaba para todos los que vivían allí, al agrandarse la familia se hacía necesario conseguir más campo, lo que se fue haciendo imposible, entonces  “tuvimos que salir a buscar otros rumbos” otras fuentes de ingreso familiar. Además se menciona el estado de los caminos, lo lejano o difícil que era ir al médico, la falta de servicios que en el pueblo eran básicos como electricidad y teléfono. La concurrencia a las escuelas: recuerdan que antes muchas tenían chicos internados para evitar los largos viajes diarios y esos internados desaparecieron o se hicieron muy caros. Consideran que, en comparación con la vida actual, el trabajo del campo era un sacrificio, una esclavitud, que los chicos de hoy no la quieren tener. “A mí y mis hermanas (3 mujeres) nos tocaba de chicas ir al almacén o a la escuela en sulky[1], 5 km, abrir 8 tranqueras para salir delos campos, de pollera porque ‘las mujeres no usaban pantalones’, ¿quién va a querer hacer eso de nuevo?”.

3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?.
Aquí ven también muchos cambios “antes se hacía casi todo en la casa” ahora “conseguimos todo hecho”, Creen que de algún modo se ha perdido o transformado la “cultura del trabajo”. Cuando en el devenir del diálogo se advierte que la gente ahora trabaja y mucho, más de 8 hs. diarias para poder vivir, entonces todas acuerdan en que se refieren al trabajo sacrificado en el que todo “dependía de vos”… “¿Quién sale en carro del campo?” se preguntan… “Ahora todos queremos la camioneta”. Dan a entender  que en un empleo, al terminar el horario de trabajo, el trabajador, generalmente,  de desentiende de su trabajo, en el campo en cambio, había épocas del año en que se trabajaba poco, pero nunca dejabas de estar atento a todo, “si a las tres de la mañana escuchabas que ladraban los perros salías a ver qué pasaba”

4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la contaminación del ambiente?
Acuerdan en que parece haberse hecho más difícil la producción natural: las semillas no sirven, el agua es mala, las plagas atacan con facilidad, se usa todo tipo de venenos. “De nosotros a nuestros nietos hay un abismo” es la frase que parece resumir las diferencias que  ven entre las formas de producción actuales y las de hace unos 50 o  60 años. Si no vivís en el lugar, comentan, con ejemplos de anécdotas concretas, “los perros vagabundos te comen las ovejas”, “los loros te comen las frutas”, “los zorros te comen las gallinas”, y siguen…

5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para el  intercambio o el comercio de los productos?
No todas pero varias de las mujeres  presentes piensan que sí es posible;  lo ven como necesario y como un desafío que “habría que intentar”. La mayoría acuerda en que no se vive de una huerta, pero se podría integrar con otras actividades

7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
Ya está tratada antes

8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
Aquí más que nada recuerdan que hace muchos años (se estiman en casi 60 años atrás) ya hubo en Larroque mercado de frutos tipo ferias semanales “en calle Urquiza” “bajo unos techitos construidos por el municipio”. Hace unos años se volvió a intentar, incluso con elaboraciones de dulces y conservas y manualidades, pero no duró mucho. Lo ven como positivo pero piensan que la mayoría de la gente prefiere ir a la verdulería o frutería donde consigue variedad durante todo el año.

9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?

10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)

Estas preguntas están tratadas a medias en las anteriores y lo que falta no apareció en el diálogo

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10-CERRITO JUEVES 28 DE JUNIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Centro Cultural de Cerrito.
Encuesta realizada a seis docentes de escuelas rurales.

Los docentes dan clases en Colonia Crespo, Cerrito, Colonia San Martín y cercanías de Hernandarias…

Las maestras consultadas mostraron conocimientos de actividades rurales. Algunas tienen huertas propias y promueven ese rubro en las escuelas. El trabajo asociativo, comunitario: difícil. A veces por falta de tiempo y a veces por falta de espacio, los proyectos de huertas en las escuelas quedan truncos.
A la primera pregunta sobre los conocimientos, una docente que vive en Colonia Rivadavia y trabaja en una escuela rural de Colonia Crespo se mostró en su salsa. “Siempre viví en el campo, conozco las actividades por mis padres y por mi marido, tanto ganadería como agricultura… Los alimentos de mi casa salen de la huerta propia, lo mismo huevos, leche, carne, son de nuestra casa”.
“El año pasado implementamos una huerta en la escuela. A los chicos les encanta, traen sus experiencias, y los alimentos son consumidos en la escuela”.
“También conozco algo de yuyos medicinales, lo que me han transmitido mis padres, mis suegros. Mi marido habla mucho del cuidado de la tierra y eso le transmitimos a nuestros hijos (lo dijo con emoción): el amor al campo con la ilusión de que ellos sigan, no sé si lo vamos a lograr”.
“La huerta escolar tiene un proyecto institucional pero este año no pudimos seguirla. Tuvimos colaboración para cercar el predio, es un lindo espacio, una cocinera que es mamá de alumnos aportó un tejido por ejemplo. Después se nos fue pasando el tiempo, pero pienso que en este semestre vamos a volver. Tuvimos mucho trabajo y las hormigas nos devoraron todo”.
“A los chicos les gusta mucho, cosechan zapallitos, hacen unas tartas de zapallito”.

Otra maestra agregó: “algunos chicos que venían de Paraná no sabían lo que era una huerta, de dónde salían los alimentos. ‘Seño, de abajo de unas hojas sale tal fruta… comé tranquila’, decían, y ellos comían con orgullo porque era su propia cosecha”.
Una tercera maestra comentó que da clases en un jardín de infantes en colonia San Martín, camino a Curtiembre. “La mamá de un nenito de jardín me preguntó si quería comprar calabazas y zapallos. Empecé a preguntarle, el nene de 4 me contó en su media lengua cómo plantar, cómo cuidar, me dio cátedra. En el jardín les apasiona, son investigadores natos. Buscamos insectos, conocemos, los bichitos bolita…”.
“Son chicos que viven en campos heredados, con sus padres y abuelos. Antes eran ladrilleros, ahora tienen huerta orgánica. Otro nene es hijo de peones tamberos. Él sabe de vacas, pero no toma leche”.
“Surgió un proyecto, el director lo aprobó, vamos a hacer minihuertas en cajones de manzana, todo pequeño, con nylon y vidrio para que vean el crecimiento delas plantas”.

Una cuarta maestra: “tengo mi huerta en casa. Mi hijo de 17 años se entusiasma, quiere hacer huerta, él va a la escuela con orientación en conservación del suelo. En Aldea Santa María se hace cada año la fiesta dela conservación del suelo”.

BIODIGESTORES
Una maestra resaltó el entusiasmo de los alumnos que plantaron un árbol en su escuela con motivo del Centenario de la institución. “Lo cuidan, lo riegan, el árbol es de ellos”.
Luego, todas resaltaron la gestión del biogás en Cerrito, como un aporte extraordinario al cuidado del ambiente. Cerrito es la capital provincial del biogás y cuenta con tres biodigestores.
Usan esa energía para la cocina en la escuela y la iluminación, a través de un motor que funciona con biogás.
Hay programa para hacer una piscina climatizada. Todo lo orgánico de la ciudad es recolectado por camiones y con eso se proveen los biodigestores.
En Cerrito lograron la clasificación en origen. “El basurero te abrochaba en la bolsa una notita, y te dejaba la bolsa. ‘Sr. Vecino, no clasificó bien la basura’. Y se hizo concientizacion en las escuelas, los chicos hablaban del tema”.

Otra docente que trabaja en Colonia Avellaneda se mostró más “urbana” que sus compañeras., “Yo compro en el súper”.
“Hicimos una experiencia en la escuela, pero con muy poco espacio. Entonces sólo plantamos acelga, pero quedaron chochos. Tenemos mucho cemento por todos lados, el espacio verde tiene 5 x 5. Pero es distinto, cuando están afuera se sienten protagonistas”.

Otra maestra aportó: “leer un cuento abajo del árbol es lo más lindo. Si el pájaro interrumpe no importa, los chicos sienten placer”. Señaló así la diferencia con la educación dentro de cuatro paredes.

Las dificultades de algunos docentes radican en la falta de un terreno apropiado, a pesar de que existen muchos espacios desocupados (especulación inmobiliaria). En un caso, una maestra contó que la directora intentó disuadirlos. “ni se te ocurra, el seguro no cubre un accidente que un alumno puede tener con la pala en la huerta”.
Señaló que pese a la buena voluntad de docentes y alumnos, no se consiguen terrenos.

Otro ejemplo: en una clase hicieron macetas y los alumnos las llevaban a casa. En principio pensaron que la idea podía caer mal a los padres, pero al contrario, “las madres se mostraron muy contentas. Y algunas decían: ‘ay, si en casa tuviéramos un lugar!’, pero no tienen”.

Algunas maestras explicaron que la forma de trabajo no deja tiempo para actividades extras.  “Vienen con propuestas pero no podés llevarlas a cabo  por falta de tiempo y presupuestos. Estuvimos seis años para arreglar un tanque de agua… Las escuelas no están bien, incluso las que fueron construidas en estos años, recién inauguradas”. Dieron varios ejemplos.
“Con los problemas de los edificios y los papeles que tenés que cumplir, hay días que no te acordás ni cómo te llamás.  Papeles, burocracia,  planillas, el docente termina el día agotado. Por eso muchos proyectos quedan en veremos”.

Una maestra subrayó los conocimientos de los chicos del campo. En un viaje, mostraban las diferencias de unos animales con los que había en su entorno, los colores, el tamaño… Comentaron de un caso de un niño de la ciudad que había preguntado con su mamá si los molinos eran ventiladores…

A la segunda pregunta de nuestro cuestionario sobre el éxodo, todas respondieron que es una constante en su zona, y que hay escuelas sin alumnos.
Apuntaron que hay lugares que antes tenían una dinámica y hoy queda un par de casas habitadas, el resto: taperas.
También señalaron que algunas familias están instaladas a los costados de las banquinas en casas precarias. En algunos casos son casas viejas recuperadas, pero sin baño interno, con agua potable que toman de la escuela, y en otros casos con agua de pozo (balde y cuerda).
“Donde yo vivía  éramos unas cuarenta familias, ahora hay tres. Tenían poco campo, se murieron los padres y vendieron o arriendan”. El éxodo es marcado.

Otro caso: en la zona de Colonia Rivadavia, éramos diez vecinos, ahora quedan dos.

En algunos lados han hecho viviendas del IAPV en terrenos pequeños. Donde las familias no pueden tener granja.
En Cerrito está prohibido tener animales domésticos, de granja. Algunos, igual, crían unas pocas gallinas.

“Cerca de Curtiembre vivíamos 12 familias. Para 2015 se vendió todo.  Queda sólo una familia pero no vive ahí, va dos veces por semana”, contó una maestra. La relación es de 12 a cero.
La zona era una buena cuenca lechera, ahora quedan solamente tambos grandes.

A la pregunta 4 sobre contaminación, una maestra respondió que en su familia defienden las buenas prácticas con las sustancias químicas del agro, y están seguros de que si se cuidan, los productos no son peligrosos. Pero admiten que los propios campesinos no tienen cuidado, y muchos no saben qué hacer con los bidones de químicos,

Otra maestra contó que salió con los chicos a buscar basura, y bajo una arboleda encontraron bidones amontonados.
En Hernandarias existe un frigorífico que quedó dentro del casco urbano y despide olores irrespirables. Los docentes también señalaron arroyos contaminados donde ya no se puede pescar.

Sobre la pregunta 5, referida al trabajo futuro de los chicos, las maestras apuntaron: para algunos, la única salida es hacer la huerta. Donde nosotras trabajamos, los chicos que van al secundario están interesados en el campo. Si hay un título, que sea sobre el campo. De todos modos, de cada diez chicos, uno puede llegar a la universidad.

Dijo otra maestra: en mi escuela hay hijos de pequeños productores que les inculcan el estudio porque piensan que en el campo no se van a poder quedar. Algunos ven la posibilidad del magisterio.  Y si siguen la universidad, será veterinaria o agronomía…
El hijo de una cocinera se cansó de trabajar en negro en un tambo y decidió entrar en la escuela de agente de policía en Villaguay.


Respecto de la pregunta 8, sobre emprendimientos comunitarios. “Cada uno en su mundo. A mí me encanta trabajar en grupo pero en muchos casos hay resistencia, prima el individualismo. Se habla de proyectos hermosos, pero si hay que dedicar tiempo, ya no”.

Otra maestra dijo en cambio que en su escuela, gracias a la buena disposición de la directora, pueden trabajar en equipo. En su casa ve comportamientos distintos, unos más dispuestos, y otros más individualistas.  Sin embargo, esos más reacios han constatado que con reuniones y encuentros lograron por ejemplo mejorar los caminos rurales, ya que de lo contrario quedan aislados.
Las maestras reconocieron que en tiempos de lluvia se cortan las clases porque los caminos son intransitables. Es que tanto docentes como alumnos tienen que hacer muchos kilómetros por caminos sin mejoras. Una docente reconoce que en algunos casos hace cinco kilómetros con botas, caminando, para asistir. Y lo puede hacer porque no hay problemas de seguridad. “Nosotros dormimos con las ventajas abiertas, con las bicicletas afuera”.

Sobre la pregunta 9, la relación entre la vida urbana y rural. “Yo soy nacida y criada acá en Cerrito, pero después de conocer cinco escuelas rurales amo el campo, si tengo que vivir en el campo me voy”.
“En la ciudad tenía una vecina que llamaba a la policía porque, para mejorar el sueldo docente, yo cosía a la noche, entonces a ella le molestaba el ruido de la máquina de coser”, se quejó con una sonrisa otra maestra.
Otra: “tengo casa en el barrio pero no me gusta, me vengo al campo. Ahí tengo pollitos bebé, huerta, jardín… Lo hago como parte de mi vida, el sueldo docente no alcanza”.

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11-VILLA URQUIZA 27 DE JULIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela Nocturna Secundaria para Adultos El Estibador – Villa Urquiza
Primer grupo
Participan cuatro estudiantes de Villa Urquiza, La Balsa y Paraná, y una docente oriunda del departamento Villaguay.

Los entrevistados coinciden en que la mayoría ha tenido contacto con actividades rurales por vía de sus padres y abuelos, y en que hay una tendencia manifiesta a abandonar esas tareas y dedicarse a trabajos más urbanos. Notable la participación, la preocupación manifestada por los jóvenes en torno de su futuro. En las expresiones sobresale un conocimiento directo o indirecto de la chacra mixta pero, con un par de excepciones, todo indica que seguirán en oficios urbanos y con pocas chances para incorporar aquellos otros conocimientos generalmente por falta de espacio. Algo similar escuchamos en una segunda entrevista en otro curso del mismo establecimiento.

Pregunta 1) Vivir bien y buen convivir
- Soy de familia campesina y aprendo en el campo; mi padre trabajó en tambo con gente de afuera; era peón. Yo trabajo ahora en la municipalidad  de Villa Urquiza. Mis padres no tienen tierras, los tambos en que trabajaron ya no existen. Eran tambos chicos, de alrededor de 25 vacas en ordeñe, y cerraron. Mi padre se fue antes del cierre anunciado.
- Trabajo en el campo con mi abuelo, doy de comer a los animales. Mi padre dejó la escuela para trabajar en ganadería y agricultura en el campo de la familia, que tenía entre 5 y 20 vacas. Hacían tambo, engorde  y cría. También trabajó en una estancia grande, que tendría unos 600 animales. Mi abuelo trabajó en su  campo y tiene una distribuidora. Mi padre es albañil y  mi madre, ordenanza. De vez en cuando voy a ayudar al abuelo. En Villa  Urquiza tengo un bar  y ocasionalmente trabajo en el campo.
- Soy de Paraná  y ahora vivo y estudio en Villa  Urquiza. Mi familia vive en el barrio Pancho Ramírez (Entre el Antoñico y el parque Urquiza). Conozco el campo, pero nunca trabajé en él; no tengo oficio campesino.
- (La única alumna mujer del grupo). Nació y vive en La Balsa, cerca de Villa  Urquiza junto al arroyo  Las Conchas. Con 23 años, tiene dos hijos pequeños. Trabajó en el tambo  y en la huerta, cuidando chivos y cerdos. Ahora estudia en  Villa Urquiza.
- (Una docente). Su padre trabajaba en una estancia grande en el departamento Villaguay. Ella tiene un hermano actualmente empleado de la  misma estancia, y otro hermano ingeniero agrónomo. Los dueños actuales de la estancia son franceses. Antes fueron suizos y antes, cordobeses. De chica ella se fue del campo a vivir en Paraná y no volvió al campo sino de visita.

Pregunta 2)  Exodo rural en la zona.
- El éxodo se nota, hay taperas cerca de Villa  Urquiza. Los moradores de esas viviendas dejaron la agricultura  y las abandonaron. Los propietarios arriendan los campos y se van, algunos a Paraná. Sus compañeros de infancia están ahora algunos  en Villa  Urquiza y  otros en Paraná porque no había aquí lo que querían.
- El que tiene capital se queda, el que no  tiene -por herencia del padre o del abuelo- se debe ir. Casi todos mis compañeros se fueron. Una compañera se fue a Rosario y no volvió.
- No tengo idea (del éxodo) Yo vuelvo a veces al Pancho Ramírez, en Paraná. Está igual, pero más poblado.
- En La Balsa  hay más gente que antes, es toda gente humilde que han  hecho sus casas donde pudieron, al borde del camino. Hay taperas. Cuando niña tenía seis compañeros de escuela, todos siguen en La Balsa.
-  (La docente). En Villaguay se nota el éxodo rural. En la escuela primaria en el distrito Raíces Oeste había 30 compañeros; ahora la mitad. De sus compañeros quedó uno solo en Raíces Oeste. Han traído correntinos a la zona, pero no se afincan. Los adolescentes estudian en Villaguay y luego se van. Los primos de ella están ahora en Buenos Aires, Rosario, Santa Fe o  Córdoba.

Pregunta 3) Participación comunitaria en la producción
- Antes se comían tomates, lechuga y acelga de la  huerta, también se criaban pollos. Hoy hay que comprarlos en el supermercado. El avance de la Villa quita espacio para huerta, que actualmente no tiene, aunque no carece de conocimientos para cultivarla.
- Todo se compra en el supermercado. Antes criaba pollos, pero no rendía por los costos del alimento. Podría hacer una huerta pero no la tiene. Los tomates no se producen  en la Villa.
- La joven de La Balsa. Vive como antes. Si tiene que matar una gallina, lo hace.
- El tomate se compra en   los negocios
- (Docente)  No tiene huerta, pero está en proceso. El padre tiene huerta en Villaguay,  y el hermano campesino también,  más abundante. En Villa  Urquiza, todo se compra en el supermercado.

Pregunta 4) Contaminación del ambiente
- La zona rural está contaminada por desmonte para soja y siembra: el desmonte continúa. Los que arriendan los campos los desmontan, no dejan nada.
- En La Balsa tengo que hacer entrar a la casa a mis hijos cada vez que vienen fumigando. El arroyo (Las Conchas) está contaminado. El arroyo Las Tunas, que recoge las cloacas de Paraná y San Benito, desemboca acá.
-  El basural municipal de Villa Urquiza es a cielo abierto. Arrojan basura y  la queman. Los pobres (marginales) van a buscar algo útil ahí. Yo les  robé  una docena de huevos a mis padres para entregarlos a  una mujer  que con sus siete hijos estaba revolviendo la basura, para que se llevara algo.
- Acá hay contaminación, como en el Pancho Ramírez de Paraná. Allá tiran la basura en el arroyo Antoñico. Hicieron un alambrado, pero la situación no cambió.
- (Docente) Mi cuñada se encierra con mis sobrinos cuando  fumigan. Mi hermano  cuando vuelve de fumigar se baña y no deja que sus hijos lo toquen.
Otra profesora que se suma: Está muriendo gente joven que trabaja en el campo. Hay embarazos que no llegan a término y problemas respiratorios. Ayer murió un bebé de seis  meses.  El agua que bebemos está contaminada porque los pozos negros contaminan la napa

Pregunta 5) Trabajo con el suelo
- (Docente) No hay condiciones para que el campo interese a los jóvenes. Mi sobrino  termina la primaria  pero no hay oferta laboral para él. Su padre estudió en la escuela agrotécnica, pero el chico no quiere. La mayoría se va del campo porque no hay nuevos puestos de trabajo. Se necesita capital para producir. Pocos chicos se siguen formando para trabajar en el campo, todos quieren salidas rápidas.
-  No hay incentivación. Se perdieron los vínculos con el campo. La familia no incentiva a trabajar en el campo. En Villa  Urquiza no hay hospital; hay gente en Colonia Celina (en el ejido municipal de Villa  Urquiza, pero a varios kilómetros) que vive sin servicios; pero esa gente no se va, se resiste a morir en los geriátricos. Yo no me voy a  vivir al ruido de Paraná.
- A mis hijos en La Balsa les gusta el campo, pero cuando crezcan no sé. Ahora juegan con los animales, luego decidirán. Toda mi familia es campesina.
- Los  chicos del barrio (Pancho Ramírez de Paraná) no prevén el futuro, viven el presente. Son albañiles, trapitos o están "en la fácil". Pero tomarían  una alternativa si se la ofrecieran,  salvo los que ya tomaron otro camino.

Pregunta 6 Huertas familiares
- La cuestión son los precios. Acá se siembran sandías, zapallos y batatas; pero la gente no compra la producción local, sino va a comprar las sandias locales en Paraná.
- Mi papá lleva su producción a El Charrúa (mercado de abasto de  Paraná). La gente del campo le compra.
- Acá hay una familia, los  Peltzer, que desde hace décadas siembran batatas, todo a mano. Son batatas muy diferentes de las que se pueden conseguir en otras partes, mucho más grandes. Pero es un trabajo penoso que los está matando, están  hechos pedazos, el padre, la madre y el  hijo. Plantan a mano 6  hectáreas de batatas trabajando todos los días desde las 6 de la mañana. Acá los chicos prefieren la play, no quieren romperse el lomo.

Pregunta 7) Dónde les gustaría vivir
- Yo me quedo acá si tengo posibilidades, con una actividad agropecuaria.
- No me gusta mucho el campo; pero lo prefiero a la ciudad.
- Es indiferente. Viviría en el campo pero también en la ciudad. Si hay posibilidades de capacitación, me quedo en el campo.
- No me gusta el campo, no agarro viaje. Quiero ir  a estudiar a la escuela de suboficiales "Sargento Cabral" en Buenos Aires.
- (Docente) Me gustan las ciudades chicas. Vivo en Colonia Avellaneda  (lindante a Paraná)

Pregunta 8 Emprendimientos comunitarios
- Acá las actividades son individuales, no asociativas.
- A la gente de La Balsa le gusta lo individual
- (Docente) Si se dan las posibilidades, habrá cooperación. Si no, cada uno tira para su lado. Hemos sido educados en lo individual y competitivo. Acá hubo cooperación (de amigos de una pareja) para construir una casa

Pregunta 9 Vida en los barrios
En el Pancho Ramírez no hay oportunidades sino discriminación.  Lo veo en mi  familia. Mi papá estuvo preso y tiene tatuajes y le niegan trabajo. Creo que mi papá se hizo delincuente después de que le mataron el padre.

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12-VILLA URQUIZA 27 DE JULIO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela Nocturna Secundaria para Adultos El Estibador – Villa Urquiza
Segundo grupo
Participa una decena de estudiantes de ambos sexos, de Villa Urquiza, Colonia Celina, Ibicuy, Basavilbaso y Hasenkamp.

Pregunta 1) Conocimiento del trabajo en chacras, cría, labranza
-(Nativa de Holt Ibicuy) Aprendí el trabajo rural de mi familia en  Ibicuy; mis abuelos tenían  huerta; pero mis padres no, y  yo tampoco. Conozco el trabajo pero no lo practico. Por falta de lugar no tengo gallinas. Estoy en Villa Urquiza para terminar la secundaria.
-Mi padre criaba gallinas y chanchos en  Villa Urquiza. Mis abuelos murieron. Yo conozco el trabajo pero no lo hago. Mi abuela abandonó la cría de gallinas porque había animales que se comían los pollos.
-Mi papá era panadero  y trabajaba en el campo. Mamá tenía huerta pero  yo no. No puedo porque alquilo y no tengo lugar.
-El alimento de las gallinas es caro. Mi papá tenía campo  y criaba animales. Yo viví en el campo. La huerta no resulta por los pájaros. Mi abuelo araba, pero el pueblo creció   y  se extendió sobre el campo.
-Mi abuela de  Diamante tenía huerta e incorporó gallinas  en  corral, tenía siete. Yo trabajé en huerta en Diamante y en Crespo, de donde somos.
- Yo viví en el campo. Hacíamos ganadería, chanchos y gallinas.
Respuesta 7: Mis abuelos y mis padres son del campo; tienen tambo. Papá trillaba  y tenía huerta. Abandonó el campo y hoy es mecánico en la Villa. Yo soy urbana.
- Soy de Basavilbaso. No me gusta la huerta. Soy urbana pero hay huerta en mi casa y árboles frutales. Mi marido cosecha lechuga, rabanitos, zanahorias. Mis abuelos abandonaron el campo y mi padre es albañil.

Pregunta 2: Exodo rural
-El pueblo de Holt creció mucho  y el campo está abandonado, porque trabajaba con el puerto. Se fueron los habitantes de la isla, de Mazaruca y de La Argentina. No me dan ganas de ir. El camino es de arena y está arruinado; se inunda.
-  Soy de Hasenkamp. Mis abuelos eran del campo. Ahora viven allá los tíos. Se ha despoblado, los habitantes se fueron a Güemes (localidad  cercana a la ruta 8, entre Cerrito y Hernandarias)
-En Colonia Celina hay taperas, eran casas habitadas hace 50 años. Mi abuelo se vino a Villa Urquiza.
-Mi mamá es de Crespo. Mi familia se fue a la ciudad. La gente quiere comodidad.
- Hay gente que se va a la ciudad por la inseguridad.
En  Basavilbaso la gente no vive en el campo. Mucho trabajo se hace con máquinas.
-En Villa Urquiza ahora hay más gente. La gente se fue hace 60 años y ahora vuelve en verano, cuando hay trabajo gracias al turismo

Pregunta 3: Origen de los alimentos
-Los alimentos se compran acá en negocios o a los vecinos.
-Matamos animales y compramos. Compramos todo.
-Los Peltzer plantas batatas; papas no hay.

Pregunta 3: Contaminación
Respuestas (conversación general): No hay liebres por abuso de los cazadores. Hay un basural a cielo abierto. Viene gente de afuera a llevar cosas. Está delimitado.
En Mazaruca ya no hay árboles. Había trabajo en la madera. Hay quejas por  agroquímicos y denuncias de vecinos.
En Villa Urquiza una persona casi muere de asfixia junto al colegio de las monjas. El tema de los químicos se comenta.
En Ibicuy  hay una papelera y un feed lot que provocan quejas.

Pregunta 4: Trabajo en relación con el suelo
Antes se podía vivir de eso. Ahora no hay tiempo para gallinas y además hay que pagar servicios que antes no existían.
En el campo trabajan las máquinas, pero huertas se puede hacer. La gente se va del campo para estudiar  y no trabajar tan duro.

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13-HERNANDARIAS VIERNES 3 DE AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Anfiteatro municipal Pitín Pérez de Hernandarias
Encuesta realizada a cuatro docentes de escuelas de la ciudad y rurales, después de un encuentro sobre comunidad y biodiversidad. Los docentes trabajan en Hernandarias. Antonio Tomás, Brugo, Paraná y La Piragua.

Pregunta 1 - Conocimientos
-Conozco las actividades del campo por mi abuelo, toda la vida vivió en el campo, en la zona de Ombú.  Ahí íbamos con mis primos los fines de semana y pasábamos las vacaciones. Luego lo vendió, lo compró un señor de Buenos Aires. Tres de los nietos éramos los más fanáticos, con un hermano y un primo.
De los 17 nietos ninguno sigue en el campo. Hay un docente, un abogado, otros estudian...  Se dedican a actividades más urbanas.
Mi abuelo nos dejaba tener unos terneros.  Nos pegó el amor al campo. Más a los  nietos que a los hijos.

-De chica íbamos a la casa de mis tíos, unos en Piedras Blancas, y otra cerca de Pueblo Brugo. Hacían trabajos de huerta, granja, gallinas, cerdos.  Ahora tenemos familias conocidas en La Piragua, hacia Brugo.  Aprendí el cuidado de animales, hoy no tengo nada de eso. Tuve un gallinerito chico, ya no. Acá en Hernandarias no nos dan los espacios. Ninguno de mis hermanos sigue con tareas del campo. Mis hijas y mi hijo son bicheros, les encanta. En mi casa tenemos duraznero, limonero, naranjos… Me encantaría tener una granjita, sería feliz, pero el terreno no da.  No tengo problema en levantarme temprano, acostarme a las 12 de  la noche…

-Vine de Buenos Aires, porque mi tío tenía campos hacia el norte. Nos enseñaba los temas de la granja, cosechas, miel, vacas.  Luego vendió todo. Él era marítimo e invirtió en campos. Nosotros los visitábamos en las vacaciones, y nos vinimos a vivir acá. En casa tengo gallinero, lechuga, tomates. Una planta de mandarinas, una de quinotos.  Y eso que el patio es chico, tengo 20 metros de fondo. Todo eso lo mamé acá. El amor por el pueblo de mi padre, que era marítimo. Hice el gallinerito  para que mis hijos no pierdan eso, que lo defiendan. Yo, de tener una oportunidad, volvería a esa vida, haría algo paralelo o dejaría la docencia.

-Tengo conocimientos básicos. De chicos hemos tenido amigos encargados de campo, adonde íbamos de vacaciones unos días.  Aprendíamos a montar.  Tengo alguna idea sobre huerta pero no me gusta, me gusta andar a caballo, llevar ganado. Lo nuestro era el arroyo. No estaba contaminado como hoy. Ya no podés ir como antes.
Ha cambiado la forma de tratar el campo, ahora hay máquinas, es menos accesible.

-En las escuelas no se sale mucho hacia los espacios abiertos, es un compromiso, por la seguridad, los seguros. Los docentes se ven  muy limitados. Antes bastaba una notita, “autorizo a mi hija a salir”, ahora hay que llenar planillas… No estamos resguardados, si hay un problema viene el sumario. Es un problema a nivel de los directivos y del Consejo de Educación.

Pregunta 2 - Éxodo
-Cada vez hay menos gente. Quedan los viejos, están solitos y se los traen a la ciudad. Quedan pocos productores pequeños

-Íbamos a lo de una señora en la zona de Piedras Blancas, los hijos se fueron, quedó sola, se marchó y la casa es una tapera.

-Los campos de alrededor fueron comprados por corporaciones, empresas. Ya no son campesinos.

-Una conocida se vino de Piedras Blancas con los hermanos, y hace poco trajo al papá que quedó solo. Tenían tambo, ahora ella trabaja acá y el marido también, son comerciantes.  A la casa la mantienen, pero ya no trabajan, van de vez en cuando.

-Para evitar el éxodo las escuelas tendrían que cambiar el paradigma, que se enseñe sobre alimentos, sobre el trabajo con la tierra.

-Mi suegra vivía en La Piragua con su familia.  Tenían gallinas, huerta, para el sustento.  Se fueron a la ciudad por problemas de salud. Y vendieron. Creo que compraron empresarios de afuera.

-En la Piragua hay un tambo quesería que da trabajo. Otros pobladores son cuidadores de estancia, los dueños son de afuera. Se ha ido perdiendo también el peón rural, no se consigue gente que sepa trabajar. Algunos chicos van a la escuela a caballo, llegan de muy lejos.  Son hijos de peones, otros de empleados de la quesería.

-Están desapareciendo la población y las escuelas rurales. Sé de escuelas con 10 alumnos en total. Algunas están sostenidas por el docente que lleva las criaturas.

Pregunta 3- Origen de los alimentos
-Compramos en la verdulería, ni el tomate ni la papa son de acá.
-Hay una señora de campo que viene de Brugo (otra dice Valle María, suponemos que son distintas), y le compramos a ella. Viene dos veces por semana.
-Hemos comido de casa, calabazas, morrones. A mi hijo le gusta porque conoce por el abuelo. Busca en youtube para aprender sobre plantas. Está en 4to. de la secundaria.

-Mi nena va a la salita de cinco, los otros días saltó una semilla del limón y me dijo que la llevaría al jardín para que la planten.

Pregunta 4- Contaminación del ambiente
-La gente que visitamos en el campo tiene problemas con las avionetas que fumigan y los corren a los tiros.
-Tenemos problemas con las piletas de decantación, hay mucho olor, más que  nada cuando llueve. La gente que vive cerca sufre esa situación.
-También viene olor de una empresa avícola, dan trabajo, pero los alimentos balanceados largan mucho olor a sopa, o hueso o quemado.
-En el arroyo Las Piedras ya no podés pescar.  No es como antes, se ve aceitoso.
-En 4to. Año hicimos un proyecto sobre contaminación ambiental. Pudimos apreciar capas de grasa en Las Piedras. Bolsas, residuos.
-En Hernandarias no tenemos separación de residuos en origen.

Pregunta 5 – Relación con el suelo
-Si tuviera plata me compraría un campo y trabajaría ahí. Qué me lo impide, la economía.
-Lo que pasa es que no se hace hincapié en eso (en la vida campesina), hay gente que hace ladrillos o tiene colmenas y eso no se fomenta.
-Los chicos de hoy tienen mayor conciencia. Uno los ve cuando cierran la canilla al lavarse los dientes, por ejemplo. Se ha puesto de moda ser vegetarianos, y hay más amor por los animales.

Pregunta 7 – donde les gustaría vivir
-Me gustaría vivir más en el campo, pero cerca de la ciudad, con las comodidades.

Pregunta 8- disposición para lo comunitario
-Lo colectivo sería lo ideal pero sinceramente hay mucho cinismo, mucho careta.
-De por sí es difícil trabajar en grupo. Tanto en los chicos como en los docentes.  Llegar a acuerdos es muy complejo.
-Cada uno lleva agua para su molino.
-Con mi vecina nos llevamos bien, compartimos plantas, comidas, y ella me ayudó mucho con el parto. Mi vecina me cocinaba cuando tuve la nena.
-No hay capacitación para el trabajo comunitario.
-En el barrio se mantiene la familia, sos amigo con el vecino, en la gran ciudad nadie conoce a nadie. A veces no te animás a que entre el otro.

Pregunta 10 – En qué rubro les gustaría trabajar.
-Consultados sobre la posibilidad de recibir capacitación en rubros como la chacra, todos al unísono respondieron en forma positiva.
-Habría que incluir la obligatoriedad para los chicos, cambiar el diseño curricular.
Acá hay contacto con lo rural, tenés caballos a media cuadra, los gallos te despiertan a las 5,30 todos los días.
-En Hernandarias los empleados  están en el frigorífico, la docencia, y también hay embarcados, jubilados, comerciantes que se están fundiendo con la llegada de supermercados… (Los entrevistados enumeraron las actividades para mostrar que no hay muchas oportunidades de trabajo, y valorar la salida por el lado del trabajo de la tierra).

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14-EL QUEBRACHO VIERNES 10 DE AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela Agrotécnica Paraje El Quebracho- El Quebracho- Departamento La Paz.
Encuesta realizada a doce estudiantes de los últimos cursos, cinco mujeres y 7 varones.

Pregunta 1-
-Tengo conocimiento a través de mis abuelos que vivían en la entrada de Santa Elena, eran peones de una estancia. Aprendí a andar a caballo, hacer huerta, pero no conozco mucho. Ellos se vinieron a la ciudad cuando se jubilaron. Mi padre trabajo allí 12 años y renunció, hoy es empleado municipal.

-Nací en el campo. Mis abuelos tenían carnicería en Santa Elena. La actividad era más ganadera que agrícola. Trabaje allí, y cuando dejé la escuela un año por razones económicas fui tractorista en Córdoba. Ahora volví a terminar el colegio.
En la escuela agrotécnica aprendemos a cultivar semillas, tipos de siembra, quesos, mermeladas, cerdos, apicultura…

-Conozco por la escuela de tambo, abejas, huerta, queso no todavía porque me falta un año.

-Lo que conozco viene de la escuela, no de mi casa. No sé andar a caballo. Mi mamá es enfermera. Elegí esta escuela porque me gusta el campo, capaz sigo una carrera en estos temas.

-Vivo en el campo cerca de Santa Elena con mi compañera (también estudiante), tengo huerta, cerdos, pollitos parrilleros, ponedoras. Conozco la actividad de mi casa y también de la escuela. Sé hacer alambrados, ser boyero, criar animales.

-Vine de Santa Fe porque aquí tengo un tío, me gusta el campo, conozco poco.

Pregunta 2 – Éxodo
Tenemos amigos que se han ido. Terminaron el secundario y no tenían trabajo.  En las empresas avícolas no toman profesionales para no pagar títulos.

-Cada vez hay  más taperas.  Es un hecho, la gente se va. Algunos abandonan porque, como están las cosas, no pueden mantener lo que tienen.  En  mi familia muchos se fueron a tambos de Córdoba y Santa Fe. Aquí cierran tambos. En La Vigilancia había dos y quedó uno.

-A veces a la gente le dan una recomendación para que se vaya a otro tambo.

-Conozco un matrimonio, el señor se jubiló, se fue, y eso quedó tapera del todo.

Pregunta 3- origen de los alimentos
-Muy poco viene de acá, todo de afuera. Los tomates vienen de Santa Fe.
-El Frigorífico cerró, ahora hacen  mantenimiento nomás pero cerró el matadero. La carne llega desde La Paz.
-De los 12 entrevistados, 5 dijeron que comen algunos productos hechos en casa. Pero las papas, por ejemplo, vienen de Corrientes. Algunos tienen huertas incipientes. “por ahora tengo achicoria nomás”, dijo un estudiante.

-Se ocuparon en aclarar que en su lugar todos los cultivos dan resultado y la actividad depende más del conocimiento y de lo económico (rentabilidad), pero la naturaleza acompaña. Suelo, agua, clima.

-Falta plata para emprender cosas, y las herramientas son caras, para hacer huertas acá.

Pregunta 4- Contaminación
-En la zona de Santa Elena hay basurales a cielo abierto, como tres, y después, mini basurales en todos lados.
-En los montes las bolsas de nylon quedan en la copa de los árboles cuando hay viento.
-Todo se tira al río, pañales, botellas, bolsas.
-Vas en moto y te ponés una bolsa en la cara.
-En el basural andan familias que van a seleccionar cosas, y también caballos y chanchos.
-Los caballos salen mareados por el humo.
-Tenemos problemas con el agua potable, a veces sale marrón.
-Otro problema es la tala. Se sigue talando. En la Laguna Blanca talaron todo, se ven chacras nomás.
-En la ciudad no seleccionamos la basura, todo va junto.

Pregunta 5-Trabajar en el campo
-A mí me gustaría tener un vivero con árboles frutales, plantas autóctonas…
-Yo tengo animales, caballos, para trabajar y de carrera.
-La apicultura es difícil, hay que poner mucha inversión de entrada. El problema con los insecticidas que usan en el campo es que te matan las colmenas.

Pregunta 7 –Dónde les gustaría vivir.
Ocho de los doce dicen que prefieren vivir en la zona rural.
-Me gusta la tranquilidad del campo. También se puede vivir en el campo y viajar a la ciudad para trabajar.
-Para vivir en el campo hay que poner una salita, una escuela, tener ripio… Agua, electricidad…

Pregunta 8 – emprendimientos comunitarios
-Somos más para trabajos individuales.
-Depende, si trabajás parejo…
-No estamos acostumbrados a vivir en grupo.
-Con apoyo sí, teniendo tierra, servicios.
-Faltan ideas nomás. Y confianza.  Si nos enseñan, podemos hacer casas entre todos.
-La mayoría de los estudiantes no tiene casa propia. Un terreno en Santa Elena cuesta unos 200.000 pesos. Cuando se les presenta un panorama asociativo, comunitario, con acompañamiento estatal, se muestran entusiasmados.


Pregunta 9 – Aspectos positivos y negativos
-Lo positivo del barrio es que tenemos los servicios cerca, el supermercado, un hospital.
-En los barrios hay más problemas de seguridad.
-Los entrevistados coinciden en que el problema de la droga está más instalado en el barrio que en el campo.  Y dicen que ataca a todos los sectores. Conocen a familias de clase media, con apellido, con hijos adictos.
-Hasta parece que los policías son cómplices, dice un estudiante y su compañera agrega: los policías se drogan. Es cierto.

Preguntamos a los estudiantes si piensan quedarse en la zona o marcharse.
-Con el título de esta escuela en Santa Elena no tenés salida.
-Podés trabajar en la municipalidad, por dos pesos. (Se burlan un poco del trabajo municipal, y saben que el empleo en el estado suple un poco la falta de empleo en otros lugares).
-No hay fuentes de trabajo. Quedan los que se acomodan porque tienen cuña en el trabajo público.
Casi todos aceptan que prefieren quedarse en El Quebracho y Santa Elena, pero la mayoría admite que no hay fuentes de trabajo. Eso genera cierta incertidumbre.

La juventud de El Quebracho se capacita y desafía al desarraigo

Enseñanzas de una escuela agropecuaria junto al Feliciano. Una semana destinada a conocer la Pachamama con amplia participación de estudiantes y docentes que imaginan un futuro con alimentos sanos y cuidado de la biodiversidad.

Qué aliento nos llega desde la juventud que estudia, trabaja con honestidad, proyecta y escucha y toma conciencia en los asuntos del oficio, el arte, la biodiversidad, los saberes de su comunidad. Lo vemos en  muchos sitios, pero esta vez nos referiremos a los estudiantes de El Quebracho, en el departamento La Paz, que realizaron un homenaje a la Pachamama precisamente en agosto, cuando la tierra se apronta con vistas a la primavera.
El contexto no es el mejor y lo sabemos. Hay chicas y muchachos obligados en la Argentina a trabajar diez, doce horas diarias, para sostener alquiler, servicios elementales y, con suerte, la cuota de un autito que hoy cumple la función de una dependencia de la casa, con ruedas. Pero cuántas frustraciones, en jóvenes que, sin cuñas políticas o de clase, deambulan en busca de un empleo, aunque sea informal, o en algo que no les agrade; empleo al fin, para empezar.
Con los parques industriales estancados por décadas en nuestra provincia, los servicios copados por la tecnología y el campo hundido en la economía de escala y los robots, las chicas y los muchachos se preparan, se ilusionan, se enamoran, tejen planes, y el juego tiene muy pocas sillas para los muchos que danzan alrededor. Sin embargo, como veremos, no figura en el vocabulario de la juventud la palabra resignación.

No renuncian

Los jóvenes caminan “alvertidos”, como decía Yupanqui. Van como blindados, un tanto desconfiados, y cuando encuentran una grieta para desarrollar sus aptitudes, sea en forma independiente, en cooperativas, empresas, corporaciones o el Estado mismo, entonces muestran todo un potencial que los de alrededor ignorábamos.
En simultáneo tratan de que los viejos operadores de esas entidades y organismos no se les peguen mucho, porque es común eso de succionar prestigios por cercanía, para luego embarrarlo todo con las picardías propias del poder.
Entonces las y los jóvenes marchan como se marcha en nuestras rutas, observando todas las reglas del tránsito y a su vez mirando lo que harán esos que van adelante, atrás, al costado, y aun así sin mayores garantías. Pero se animan y emprenden, se dan fuerzas y presentan sus currículos, hacen los trámites farragosos que les exige el sistema, es decir: no renuncian. Y esa actitud, esa fortaleza auténtica puede contagiar a toda la comunidad.
Hacer bien lo que se hace, estudiar a conciencia, escuchar al otro y al entorno, practicar un oficio con compromiso por los resultados y por la comunidad, todo eso es habitual en nuestros jóvenes. Es una  marea que está allí, como latente, y no se manifiesta en situaciones de poder caracterizadas por valijas, cuadernos, acusaciones mutuas, competencia sin reparos, todo un mundo bien armado para ir fagocitando poco a poco a los jóvenes con sus mil formas de engaño y soborno. Los vicios del poder llevaron a un presidente del Uruguay a decir que los argentinos somos “una manga de ladrones del primero al último”. ¿Qué tiene que ver esa mala fama con la juventud que conocemos? Nada. Nada de nada.
Cuando recorremos la provincia de Entre Ríos en nuestra función de periodistas vemos esfuerzos indecibles para sostener la familia, para gestionar un trabajo, para darle un camino a la comunidad, un servicio básico. Esfuerzos para crear espacios donde la juventud se explaye con sus  modos auténticos. Hay, por caso, establecimientos educativos que, lejos de resignarse al sistema y caer en el abandono, alumbran cada día otros senderos, estimulan a los  jóvenes para que desplieguen sus conocimientos, dan valor a las identidades del lugar y las condiciones regionales que el sistema suele menospreciar. Allí vemos trabajo, arte, conciencia, y eso se replica en numerosas organizaciones, asambleas, foros, y también en las escuelas.

Pachamama

Decimos esto, conmovidos por el Proyecto Madre Tierra que conocimos esta semana en la Escuela Agrotécnica Paraje El Quebracho. Por la creatividad de los docentes y estudiantes, la capacidad para explicar, la buena onda para  atender a los propio compañeros de curso, el respeto de todos por los modos de hablar de las chicas y los muchachos, sin ataduras, ni prejuicios ni afectaciones.
La institución organizó una Semana de Enseñanza Agropecuaria, como expresión del Proyecto Madre Tierra. Allí abordamos saberes antiguos y vigentes sobre la Pachamama y el vivir bien y bello, y escuchamos exposiciones durante una de las jornadas, este viernes 10 de agosto, pero fueron cinco días de enseñanza/aprendizaje para alumnos, docentes y visitantes, para toda la comunidad del establecimiento y los que tuvimos el privilegio de compartir esas reuniones, en un frío galgón de chapas que no pudo con la calidez de trabajadores y estudiantes.
Qué helada la del viernes, y la comunidad firme, allí, desde horas muy tempranas.
Durante una mañana conocimos cómo hacer una parra para tener uvas en casa, supimos de gramíneas y legumbres, escuchamos el proceso de elaboración de los quesos más variados y el dulce de leche, con participación en grupos: lo que uno sabía a medias, lo completaba el de al lado. Chicas y muchachos, con lugar para todos y en un clima de amistad.
Forrajes, diferencias entre silos y fardos… No faltaron exposiciones sobre la organización de la empresa, planillas, y juegos para diferencias una semilla de la otra y reunir cada semilla con su planta. Lechuga, arveja, haba. Nosotros mismos fuimos invitados y pudimos reconocer las semillas gracias a una alumna que nos sopló el resultado. Como era un juego, se permitían trampitas a la vista, para salvar a los neófitos.
Las y los profesores, participando de esos juegos, aprendiendo en comunidad lo que ofrecen las distintas asignaturas, escuchando las exposiciones  de vecinos de Santa Elena y Paraná, invitados para compartir con el estudiantado. Para cerrar, el acordeón de un joven virtuoso de El Quebracho, a puro chamamé, con los alumnos y las alumnas bailando aquí y allá con sus compañeros y sus profesores.
Qué difícil lograr esa comunión en zonas urbanas, en escuelas encerradas llamadas “peceras” donde los estudiantes y docentes sufren el amontonamiento, y el ruido y el apuro interrumpen cualquier intento de diálogo.

Un edificio nuevo

Cultura, trabajo, oficios, artes, humor, manejo de tecnologías, todo a galpón, donde corría el mate en todas las filas, para hacer más amigable aún la reunión.
Humor, decimos, por la expresión fresca de los estudiantes, bien dispuestos a escuchar, y porque era el cierre además de un concurso de manera que varios alumnos estaban vestidos de pollos, ovejas, gatos, ratones, abejas, y se paseaban con sus trajes de buena factura y sus rostros pintados.
Qué frío, el viernes, y qué jornada cálida con estos entrerrianos, mayoría de El Quebracho, Santa Elena, Avigdor y cercanías. Cuánto se aprende allí.
Nos contaron de un proyecto para construir un edificio nuevo para la escuela, porque dan clases en el casco viejo de la estancia y el auditorio es un galpón nomás, donde guardan las herramientas. Lindo premio sería, al talento y el esfuerzo, que el Consejo General de Educación y Arquitectura empezaran esa obra.
En las escuelas agropecuarias hay semillas para un futuro de arraigo, trabajo y comunidad; futuro no muy claro, pero las semillas están. El departamento La Paz expulsa a sus hijos. Emprendimientos como éste pueden colocar una bisagra en ese proceso de destierro que va dejando el tendal de taperas. Y el entusiasmo joven nos entusiasma.
Vivimos de ajuste en ajuste, promesas, denuncias, pero allí están los estudiantes y los docentes calentando el galpón con sus palmas, sentados sobre los fardos, bien dispuestos a afrontar heladas. Qué sería, si los gobernantes nos sorprendieran con una devolución: el edificio nuevo.
A veces, sin darnos cuenta, las sociedades formamos un equipo, cada cual cumple allí una función. Si en ese equipo encontramos un Maradona, hay que darle la pelota, es obvio. En nuestro sistema que provoca el desarraigo y la expulsión desde hace décadas por falta de trabajo, y con todas las críticas que conocemos y los males que ignoramos, hay algunos Diegos y Lioneles que no necesariamente nos traerán la copa pero sí servirán de estímulo para todos. Y nos referimos a escuelas que logran formar una comunidad, con jóvenes a los que les gusta asistir, aprender, conversar.

El frigorífico, cerrado

Los estudiantes saben allí de colmenas, tambo, aves, porcinos, ovinos, viveros, aromáticas, frutales, pero más que todo eso, en un lugar así aprendemos a amar al monte y sus habitantes junto al Feliciano, a compartir el trabajo y el estudio, y nos contagia la energía del amanecer. Allí el dulce de leche la miel, el escabeche, los demás dulces con frutos de la huerta.
No podríamos extendernos aquí sobre el Proyecto Madre Tierra que conocimos hace un mes en un encuentro ecologista en Avigdor. De allí la invitación para saber más del establecimiento en El Quebracho, en la ruta de entrada a Santa Elena.
Todas las exposiciones de los alumnos fueron realizadas con proyección de audiovisuales o imágenes en cartulinas, y con la presentación de compañeras que ejercían de maestras de ceremonia. Nada quedó librado al azar, y todo corrió sin acartonamientos y sin personalismos. Algunos cursos imprimieron folletos explicativos, como uno que tenemos en la mano realizado por 4to. Año de la Escuela 151, bajo el lema: “La tierra no es del hombre, el hombre es de la tierra… cuidémosla”.
El folleto tiene imágenes de árboles, cada cual con nombres vulgares y científicos, y de las llamadas malezas, y un espacio para las máquinas y los equipos de la tarea rural.
Antes, un grupo de profesoras nos había explicado su vivero de árboles autóctonos, todo un desafío para la escuela porque los mismos docentes aprenden sobre la marcha. La desidia taló y sigue talando, y estas mujeres y hombres de El Quebracho quieren repoblar.
Claro: no todas son flores para la zona. Si la falta de trabajo expulsa a muchos, la clausura definitiva del Frigorífico Santa Elena, que reunía a diez fábricas en una, produjo una explosión social y todavía se notan las secuelas.
La entrega de parcelas del frigorífico a empresarios de afuera no alcanzó para amortiguar siquiera el golpe, y los alumnos cuentan que los estudiantes formados para ejercer un oficio en la avicultura, por ejemplo, no encuentran empleo porque las empresas prefieren pocos obreros y sin título… Así, como se lee. Un ejemplo más de las dificultades que debe afrontar la juventud si quiere quedarse en su tierra, desarrollar allí una familia, un emprendimiento. Hoy por hoy, casi todos quieren quedarse y casi nadie cree que conseguirá un trabajo en la zona.

Desde el galpón

¿Y si los gobernantes ayudan a plantar esas semillas, con un nuevo impulso?
Frente al bochorno de los cuadernos de la corrupción, que corroboran lo que ya sabemos, y frente a las noticias que nos permiten avizorar un futuro cercano con escasas fuentes de trabajo, regiones como la nuestra favorecidas por el suelo, el agua, el clima, pueden abrir caminos que parecen cerrados.
Los entrerrianos comemos alimentos que vienen de afuera, y expulsamos a nuestros hijos porque no hay trabajo. Mansa contradicción. Lo vamos constatando en la encuesta del vivir bien y buen convivir que estamos realizando entre varios centros de estudio en la provincia.
Como conclusión: escuchemos a las maestras y los maestros, los profesores y las profesoras, las y los técnicos, las y los estudiantes de El Quebracho; escuchemos a esta juventud, y veremos por dónde pasa ese otro mundo panzaverde y bien tagüé, como dicen en la zona; un mundo que no figura en aquellos cuadernos del chofer ni en los presupuestos del ajuste.
“Ay, quién pudiera vivir como ese pájaro hermano para nacer y morir en tus costas, Feliciano”, dice Linares Cardozo. ¿Podrá esta juventud cumplir el sueño de todos? ¿Y en qué se puede colaborar?, como dijo Enrique Zucco cierta vez en Chajarí, en su lecho de muerte.
Escribimos esta columna agradecidos con las y los docentes y estudiantes. Recibimos una cátedra de amor a la Pachamama. Hay que estar en El Quebracho, beber de esa fuente felicianera, y mirar desde el galpón un amanecer.

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15-PARANÁ, AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Siete estudiantes secundarios de Paraná
Curso 6to. Año – Lugar Bº San Agustín Paraná

De los 7 estudiantes sólo 2 son nacidos de Paraná, 3 provenientes de otras provincias y 2 de otras localidades de Entre Ríos. Se entusiasman con la encuesta.

Poseen recuerdos de actividades vinculadas a la tierra especialmente de sus abuelos que criaban animales de corral, vacas, caballos…madrugaban siempre.
La totalidad asegura que en sus domicilios realizan algunas plantaciones como tomates redondos, peritas, cherri, pimientos, lechuga, albahaca, perejil. También manifiestan tener algunos frutales como higuera, vid, limón, mandarina, pomelo…y antes ciruelos y duraznos.
Conocen como medicinal al burro, la salvia, aloe.
Identifican las taperas como el símbolo del éxodo rural
Se muestran a favor de la biotecnología de modo que no afecte la salud, pero además en contra del uso de agrotóxicos.
Respecto de la contaminación “la sufrimos en carne propia con el Arroyo Antoñico sin saneamiento, con basura, abundante vegetación por lo que se pone peligroso, hay alimañas, ratas, cucarachas que afectan la salud de los pobladores”.
Dicen que el Volcadero está un poco más controlado que tiempo atrás. Apuntan su preocupación por los mini y grandes basurales, las cloacas, los asentamientos inhumanos que viven en la más absoluta marginalidad pero con los peligros consabidos como la venta de armas, drogas, robos y arrebatos (de este último conocemos mucho en las cercanías del colegio).
El vecino solidario desapareció, dicen. También dentro de las relaciones familiares, propio de estos tiempos del “sálvese quien pueda”.
La mitad de los encuestados dice que viviría en el campo, la otra lo duda. Cinco tienen padres policías, otro se dedican a la refrigeración, otro es remisero, sólo una madre trabaja casa afuera.
Todos van a seguir estudiando carreras universitarias y/o terciarias. En el curso son 8 en total y comenzaron la secundaria 35 o más.
Aseguran que lo que impide acceder a bienes como la tierra es la falta de ingresos y/o trabajo. Calculan que se necesitarían como mínimo 10 hectáreas y según la actividad que se realice, para desarrollar una actividad vinculada a la producción campesina. Además de tierra, ayuda para comenzar, centros de referencias de la salud, la educación, comunicaciones, agua potable…
El 85% de los encuestados posee vivienda propia pero con muchas limitaciones. Una de las encuestadas manifiesta que viven 9 personas con 3 ambientes (los padres, y una hermana casada con hijo) es decir hacinados.
Lo positivo del barrio: centro de salud, educación, “comisaria”, comercios varios, bibliotecas, centro de recreación de El Sol, medios de comunicación… les gusta la limpieza de los lugares públicos, lo verde, por eso eligen ir al parque Urquiza.
Lo negativo del barrio: inseguridad, injusticia, contaminación, narcotráfico, asentamientos.
Si hubiera condiciones, 3 de los encuestados aseguran que les gustaría vivir en el campo.

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16-GUALEGUAYCHÚ AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Encuestados: Juan y Andrea (esposos) y Angela y Ramón (esposos)
Viven en Barrio La Cuchilla de Gualeguaychú.

Los primeros pobladores del barrio La Cuchilla fueron vecinos que llegaban desde las zonas rurales.
Al principio, muchos de ellos se dedicaron a la fabricación de ladrillos, ya que el lugar se los permitía por la gran extensión de terreno que había en el lugar. Con el correr del tiempo, la zona comenzó a poblarse con otros vecinos que también llegaban de la zona rural y de las zonas costeras de la ciudad. Muchos fueron erradicados de las zonas inundables y pasaron a vivir en La Cuchilla.

Juan y Andrea son una pareja que oscila los 40 años. Juan hace changas de albañilería y Andrea trabaja como empleada doméstica y percibe la asignación universal. En tanto Angela y Ramón son adultos mayores, ya jubilados.
Todos ellos manifestaron tener conocimientos sobre cultivo de vegetales y crianza de animales.
De hecho, ambas parejas hacen quinta en una porción de terreno de sus viviendas. Lo hacen a través de programas del INTA, que les provee semillas dos veces al año.
Cosechan tomates, cebollas, lechuga, morrones, etc. Todo lo destinan al consumo del hogar.
Afirman sentirse muy satisfechos por eso, porque les ayuda a su economía familiar, pero además porque aún pueden sentir el buen sabor de los vegetales, lo cual no encuentran en los productos que se compran en una verdulería.
Ninguno de ellos tiene conocimientos como para trabajar la tierra a una escala mayor. Angela recuerda que su padre trabajaba en el campo (en Almada).
También nos cuenta que tenía muchos familiares en Almada dedicados al campo y que finalmente todos se vinieron a la ciudad.
Sobre los motivos de tal éxodo, nos comenta que todo comenzó cuando esos pueblos se quedaron aislados, por la falta de transporte y caminos. No tenían modo de mandar sus hijos a la escuela y el campo cada vez rendía menos.

Preguntados sobre si podrían estar dispuestos a trabajar en el campo, Juan y Andrea dicen que podría ser, pero que no tienen conocimiento para ello.
Sin embargo, aceptarían capacitación y lo ven como una buena salida laboral más firme que lo que actualmente hacen.
También afirman que sería necesario contar con las herramientas, al menos para comenzar, como también recalcan la importancia de contar con servicios básicos como electricidad y transporte para moverse y escuelas cercanas para sus hijos.
Andrea y Juan tienen cuatro hijos. Comentan que uno de ellos, que  tiene 18 años, sueña con trabajar en el campo y que le gustan mucho todas las tareas rurales. Nos dicen también que cada vez que puede, se va al campo de una familia amiga y allí se queda ayudándoles y aprendiendo.

Hablamos sobre los agrotóxicos y la falta de cuidado del ambiente. Angela y Ramón afirman que en algunas visitas que han hecho al campo, en la zona de Almada, observan que los arroyos tienen un color verdoso. Recuerdan que antes no era así. Saben que los pesticidas que se usan terminan contaminando el agua de los arroyos y ríos.
“Pero nosotros no le echamos nada a nuestras verduras en la quinta”, dice Angela con orgullo. “Corremos los bichos con las aromáticas y las malezas las sacamos a mano”.
Preguntados si sería posible realizar emprendimientos asociativistas, en conjunto con otros vecinos, trabajando la tierra, nos comentan que alguna vez se intentó en el barrio con un terreno muy grande que había lindero al barrio. La experiencia no fue buena, porque no hubo forma de detener los robos. Ellos trabajaban y por las noches les robaban todo. Otro de los problemas que surgió fueron los conflictos entre los integrantes, porque comenzaron las discusiones porque unos trabajaban muchas horas y otros muy poco, pero a la hora de recaudar era para todos igual. Eso hizo que con el tiempo el proyecto fracasara.

En relación al acceso a la vivienda, todos coinciden que les ha sido muy difícil tener la casa propia y que nunca la hubieran alcanzado si no hubiesen tenido la ayuda del estado.
Coinciden todos en que el sistema de autoconstrucción es una buena idea. De hecho, Angela nos cuenta que tres de sus hijos tienen su casa propia lograda por ese sistema.
El problema es que les llevó muchos tiempo hacerla y mientras tanto ella alojaba en su casa a sus hijos con sus familias. Vivían muy hacinados. “Ahora es un alivio, tenemos la casa para nosotros solos”, dice sonriente.

Sobre su vida en el barrio, Angela y Ramón dicen que no lo dejarían por nada. Vivieron toda su vida allí. Andrea y Juan hace algunos años que llegaron al barrio tras vivir en la zona inundable del barrio Munilla y dicen que, a pesar de las inundaciones, extrañan la forma de vida que tenían allí.

Todos se quejan de los problemas que se han originado en el barrio con las drogas. Hay muchos robos y muchos episodios de violencia. Ellos se sienten afortunados porque sus hijos y nietos (en el caso de Angela y Ramón) no han caído en las adicciones.
También manifiestan su malestar por la presencia de un hogar de recuperación de adictos que se ha instalado en el barrio. Afirman que, por las noches, es un total descontrol y los jóvenes que allí están salen por el barrio a robar lo que sea.
De todos modos, aprecian y agradecen estar allí por tener su casa propia. No hubo ningun comentario respecto de las cosas lindas del barrio.

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17-GUALEGUAYCHÚ AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Encuestados: una familia: Ester, Julio, Marta y Ramona.
Barrio La Tablita, Gualeguaychú.

Todos los integrantes de esta familia vivieron en el campo y por distintos motivos emigraron a la ciudad y terminaron viviendo en la periferia de la misma.

Manifiestan tener conocimiento sobre las actividades rurales como siembra, quinta, tambo y también trabajo en el monte.

Ellos vivían en la zona conocida como “El Potrero” y afirman que ya son muy pocas las familias que quedan en la zona. Todos los campos han sido adquiridos por inversores de Buenos Aires.

Julio trabajaba como peón en una estancia y renunció a su trabajo cuando su patrón le exigió trasladarse a un lugar más lejano, donde tenía otro campo. Esa situación no le permitía poder mandar sus cinco hijos a la escuela. Por lo tanto, prefirió renunciar antes que dejar a sus hijos sin estudios. Así fue que se trasladó a la ciudad y comenzó su trabajo de albañilería.

Las mujeres recuerdan que en el campo trabajaban mucho y hacían todo tipo de actividades a la par de los hombres. Ordeñar vacas, juntar maíz, sacar malezas a mano, cortar leña, además de las tareas hogareñas.
También recuerdan que no había luz eléctrica y por las noches sólo se alumbraban con velas o candiles. Aseguran que la vida era muy dura. A pesar de ello, sienten que era muy bueno trabajar en el campo. También dicen que ahora no volverían a hacerlo porque “eso es para los jóvenes”.
Actualmente trabajan como empleadas en casa de familia, a excepción de Marta que padece una enfermedad de columna que no le permite trabajar.

En este punto, preguntados sobre si los jóvenes tomarían la iniciativa de trabajar en el campo, aseguran que muy pocos. Los jóvenes están habituados a la vida urbana. No obstante, en sus familias tienen algunos jóvenes que sí lo hacen y se encuentran trabajando actualmente en el campo.

Sobre las causas de la emigración a las ciudades, se reiteran las causas. La falta de servicios, caminos intransitables, falta de medios de transporte, falta de escuelas. Piensan que hoy día sería más fácil porque en muchos lugares hay energía eléctrica y la telefonía móvil que los mantendría más comunicados. De todos modos, también afirman que para hoy vivir en el campo es imprescindible contar con un medio de movilidad.

Ramona cuenta que ella parió sus hijos en el campo, sin asistencia médica alguna. Las otras mujeres aseguran que eso hoy sería impensable. Sólo pensar en una situación de esas, aterroriza a las mujeres más jóvenes.

Respecto del asociativismo y la posibilidad armar proyectos con vecinos y otros grupos de personas para encarar un trabajo rural, lo ven muy difícil. Ellos creen en esa forma de trabajo, pero dicen que el mayor impedimento está dado por lo complejo que se han vuelto las relaciones entre las personas. Hay mucho celo y especulación. En ese sentido, Julio asegura que “las medias sólo sirven pa los pieses”.
De todos modos, dicen que si pudieran acceder a una porción de terreno, no demasiado grande, podrían emprender cantidad de proyectos productivos, como sembrar cebollas, ajo, morrones, berenjenas, etc. que podrían venderse en la propia ciudad.
Para ello, deberían tener un primer impulso del estado proveyéndoles herramientas y maquinarias. Dicen que una vez que comenzaran a trabajar, luego ya no haría falta más apoyo porque podrían proveerse por sí mismos de sus herramientas e insumos.

Todos tienen su vivienda propia, de cierta precariedad. En el caso de Ester, logró su vivienda por sistema de autoconstrucción. Le gusta el sistema, pero dice que debería ser más ágil, porque tardó cinco años en tener su casa, desde que comenzaron a construír el grupo habitacional donde ella vive.

Respecto de si prefieren la ciudad o el campo, todos afirman que prefieren quedarse en la ciudad, a excepción de Marta que expresa sus deseos de volver al campo, porque le gusta mucho, aún cuando implica mayores sacrificios.

En cuanto a la vida en el barrio, dicen que ellos viven bien y tranquilos, pero les preocupa severamente la situación de los más jóvenes, afectados por las drogas. Aseguran que la mayoría de los jóvenes del barrio no tienen futuro. La mayoría, salvo excepciones, son adictos, no trabajan ni estudian, y se encuentran en una situación de absoluta marginalidad.

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18-CONCORDIA VIERNES 24 DE AGOSTO.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela 23 República Oriental del Uruguay, Calle Pellegrini 136, Concordia.
Y conversaciones con integrantes del grupo ecologista Luz del Ibirá.

Escuchamos a un grupo de catorce estudiantes, chicas y muchachos de los últimos cursos de la educación secundaria, bien dispuestos a hablar de alimentos y biodiversidad y en general distantes de la producción. Todos de Concordia, excepto una chica con cuna en Federal.

De entrada explicaron que en el establecimiento educativo tenían una quinta con lechuga, acelga, zanahoria, cebolla, perejil, pero aclararon que nunca cosecharon de allí, sino que participaron de la primeras tareas, y no sentían que hubieran sembrado, es decir, no tenían incorporada el concepto de siembra, por lo que entendimos que el proyecto de huerta propia era incipiente.
Aunque muy urbanos y de barrio, las y los estudiantes por alguna vía tenían vínculos con los alimentos. No es raro allí tener padres o tíos en la cosecha de arándanos o citrus, o alguna vecina con gallinas.
Si bien de los 14 hubo 7 que respondieron que tenían un gallinero cerca, en la cuadra, sólo una de las alumnas dijo que su mamá tenía gallinas, y cuando le preguntamos al conjunto por la posibilidad de un gallinero pequeño, todos señalaron una dificultad principal: los perros.
Fue algo sorprendente: cada uno explicó que con dos o tres perros y perras en casa se hacía imposible, y nos llamó la atención por la abundancia de mascotas grandes que ocupan gran parte del escaso espacio que poseen en los barrios.
Otros dijeron que no sabrían cómo criar las aves. Y hubo bromas por otro problema: la inseguridad. “Te saltan por el fondo”, dijo una alumna.

El problema del éxodo fue tomado en la charla como algo natural. Dijeron que tienen compañeros en la cosecha de manzanas y peras en el sur, por caso. “Siempre fue así, se van”, se escuchó.
Otros admitieron que tienen amigos que se marcharon a Buenos Aires. Uno dijo que tenía primos y tíos en Paraná, en la escuela de oficiales de la Policía.

A una pregunta sobre los alimentos, como era de esperar todos pensaron en verdulerías y carnicerías, y sólo como excepción uno dijo que en el barrio había paltas y otro que en la casa tenían tomates.
Al ser un grupo netamente urbano, no sorprendió la distancia con la producción de alimentos, pero al mismo tiempo nos llevó a reflexionar en torno de la pobreza, porque las características de estos grupos llevan a pensar en lo necesario de la huerta propia, por caso, para facilitar la alimentación familiar con productos cercanos y sanos.

Sobre el cuidado del ambiente: “hay basura por todos lados, nadie limpia nada. Basurales grandes y chicos”.  La deposición final de los residuos fue el problema repetido. También comentaron de la tala de árboles.
Allí surgió una iniciativa del establecimiento educativo que tiene a los estudiantes muy interesados: el Sendero. Se trata de un espacio de monte junto al río, a pocas cuadras del colegio.  La militancia de los docentes permitió que se declarara Sendero protegido por ordenanza municipal, con lo cual rescataron un basural para facilitar el desarrollo de monte nativo.
Una profesora mencionó el caso de las algas en el lago de salto Grande, y fue comentado por los estudiantes.

Consultados por la posibilidad de hacer algo propio vinculado a los alimentos, de los 14 sólo uno dijo estar dispuesto. Explicó que le gustaría vivir más en las afueras si hubiera posibilidades. “No te vas a quedar toda la vida con tu papá, tenés que buscar un futuro”, comentó. Los demás se mostraron inclinados a la docencia, la enfermería, o estudios vinculados al ejército o la policía.

A la pregunta sobre la vida y el trabajo comunitario, las opiniones estuvieron repartidas pero prevaleció el trabajo individual, lo que sorprendió un tanto a profesoras que aclararon que dan clases de cooperativismo y esperaban quizá otras respuestas.
“Prefiero trabajar solo y hacer las cosas bien”, dijo uno.
“Mejor en grupo, si sale mal el otro te puede corregir”, respondió otro.
“Me gustaría en grupo para conocer mejor a los vecinos”, agregó una tercera.
“Yo me concentro mejor si trabajo solo”, dijo otro.
“El trabajo comunitario es más fácil”, manifestó uno. “Pero te complica”, le respondieron.
En general, no se registraron comentarios en torno de experiencias comunitarias, cooperativas.

Sobre las bondades de vivir en el barrio, explicaron que tienen cerca la escuela, el hospital, las calles asfaltadas, la comisaría, el almacén.
Lo negativo: “te roban todo”. La inseguridad fue lo más mencionado. Y no con mucha preocupación sino matizado con algunos chistes. También salió el tema de las adicciones, no porque alguien lo apuntara entre los entrevistados sino porque lo consultó muy especialmente el encuestador. Uno aclaró. “y dónde no está” (la droga).
Luego coincidieron en que hay más droga en barrios de casitas precarias. “La casa se les cae pero venden droga”, señaló un estudiante.
Respecto de los beneficios de la vida campesina todos hablaron de “la tranquilidad” y uno dijo “el trabajo propio”.

Consultados sobre la disposición que tendrían para la capacitación en distintos rubros, todos recibieron la propuesta de buena gana. Eligieron abejas y tambo. “Ayuda un poco más si sabés un oficio”.

Como observación: el diálogo fue un tanto más forzado que en escuelas de campo o pueblos chicos, pero resulta interesante la atención que prestan los estudiantes. Es decir, el hecho de que estén distantes de la producción no los hace desinteresados. En un momento, un poco en broma, señalaron a manera de reproche amistoso que en la escuela no se trataban los temas apuntados en la encuesta, aunque era obvio que el establecimiento no está pensado como escuela agrotécnica.

Luz del Ibirá

Docentes de la Escuela República Oriental del Uruguay, junto a pares de otros establecimientos, fundaron en Concordia el grupo ambientalista Luz del Ibirá. El nombre deriva de un Ibirapitá plantado en el patio del establecimiento educativo.
Las docentes explicaron la actitud para articular sus trabajos educativos con su vocación ambientalista, y mostraron a la escuela como un ámbito para el encuentro y el debate, más allá de los temas exigidos por el sistema.
Señalaron que en algunos establecimientos sirve la formación de este tipo de organizaciones para sortear la burocracia impuesta para salir de los cursos con los estudiantes o emprender iniciativas que cruzan las jurisdicciones.  Y explicaron que a través de distintos proyectos, como la participación en las olimpíadas de ambiente y desarrollo sustentable, logran estimular la participación de los estudiantes en asuntos de la comunidad. Como ejemplo: la limpieza y la visita periódica al Sendero protegido de la zona sur, y la comprensión de las fuentes de trabajo de la zona, no siempre amigables con el entorno.
Luz del Ibirá lanzó una colección de historias mágicas de diversidad, con cuentos ilustrados sobre habitantes del monte y el río.

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19-PARANÁ LUNES 10 DE SETIEMBRE.
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Escuela 59 Toma Nueva, de Paraná. Barrios Toma Nueva, Lomas del Golf y Los Arenales.
Entrevista con tres estudiantes adultas que viven en esos barrios.

Las tres comentaron que conocen algo de huertas, y añoran los tiempos en que el barrio tenía más espacio y menos violencia y drogas, y coinciden en la dificultad de hacer emprendimientos cooperativos o comunitarios por la falta de confianza en la vecindad.

“Mi marido sabe un poco, hemos sembrado tomate, lechuga, acelga, calabazas, zapallos, pero ahora solo tenemos muchos pimientos. Como tenemos un patio grande, ahí hay mandarinos, manzanos, limoneros, ciruelos. En un momento tuvimos gallinas, ahora no.
Lo que sé, lo aprendí de mi marido, él es inmigrante.
Una segunda entrevistada dice que tenía gallinas y patos, sacaba huevos y criaba también algunos parrilleros en el patio. Pero los regaló porque los perros empezaron a matarlos.
Ahora se quedó con un solo perrito, entonces cuando le da de comer en el patio llegan palomas y otros pájaros del monte.
Aprendió estos trabajos de chica. Ella vivía con sus padres en Santa Elena, el padre debió emigrar por el cierre del Frigorífico. En este momento, ella vive en Paraná, y su padre es ladrillero en Casilda, provincia de Santa Fe. La familia está compuesta por ocho hermanos de los cuales solo una, la mayor, vive en Santa Elena, los demás se fueron todos, incluso los padres.

La tercera entrevistada comenta que en la casa de su madre tenían naranjos y mandarinos, pero los sacaron para construir e hicieron piso. Solo queda una planta que se está secando.
Dice que su abuela cosechaba paltas y naranjas. También tenía patos y gallinas y los fue regalando porque se los mataban los perros (el mismo comentario que la segunda consultada).
En estos meses, el hermano tiene tres gallinas, y huerta no, por falta de espacio.

Ante la pregunta 2 sobre el éxodo, la santaelenense  se explaya sobre la ausencia de oportunidades de trabajo en su ciudad. Dice que ahí ni siquiera se puede vender pan casero por las calles porque hay mucho control y cobran impuestos, a diferencia de Paraná donde los vendedores ambulantes no se los molesta.
También recuerda que los tíos de su marido (hermanos de su suegra) son todos de Nogoyá, y se fueron a Buenos Aires por falta de trabajo.

Otra entrevistada dice que los hijos de ella y de su marido son profesionales, se fueron a otras provincias (Médico, ingenieros en petróleo…). Lo ve natural, aunque el único oficio que aquí no podría practicarse sería el petrolero.
Sostiene que si bien su terreno es grande porque se juntó con otros linderos, la mayoría de los espacios en estos barrios son muy reducidos, la gente vive amontonada. Los hijos construyen arriba de la casa de sus padres, o atrás, porque no tienen terreno.

La tercera dice que su abuela vino al barrio desde Sauce de Luna, y que le comenta que en la Toma en su juventud era todo verde, con montes naturales.
Sus abuelos emigraron a Buenos Aires por trabajo (su abuelo era panadero), y más adelante se afincaron en la Toma.

Ante la tercera pregunta sobre la producción y el origen de los alimentos, dicen que compran casi todo en supermercados. Una de las encuestadas colabora en un comedor y saca de allí algunas verduras. Hay en el barrio un comedor que da viandas a 350 personas del barrio, de lunes a viernes, con ayuda del Estado Nacional. El comedor se llama Pancitas llenas, corazón contento.
Aclaran que hay dos alimentos que obtienen de vecinos del barrio: pescados y carne de cerdo, y que a veces pasa un carrito con un vendedor de huevos, pero no hay quintas en la zona. Comentan que lejos de allí, en el Acceso Norte (varios kilómetros) que existen quintas trabajadas por bolivianos.

A la pregunta 4 sobre el ambiente, responden que saben de un vecino que vive con problemas de asma por el polvillo de una arenera.
También lamentan que la orilla del río esté llena de botellas de plástico, bolsas y otros residuos.
En el barrio hay mini basurales, “pero no tanto como antes”.
Sostienen que la municipalidad ha colocado contenedores, y muchos ven el contenedor lleno pero dejan igual sus bolsas. También admiten que se empezó con la selección en origen pero el plan no sigue.

Pregunta 5, si imaginan a sus hijos trabajando en relación con el suelo. Una encuestada cuenta que tiene un hijo en una escuela rural en Las Tunas, donde trabaja en la huerta, cuida animales. “Le gusta mucho”.  Aspira a que el joven en un futuro trabaje en la misma escuela, adonde hoy vive de lunes a viernes.
“Le habían hecho una cesárea a una oveja, y venía contento”, dice.
Acepta que con su marido decidió mandarlo a esa escuela “por la situación del barrio, hay mucha droga y todo eso”.

Otra entrevistada no imagina a ninguno de sus hijos en relación con la producción de alimentos. La tercera comenta que le gustaría estudiar maestra jardinera y educación física, y nada en relación con la tierra.

A la pregunta 7 sobre vivir en el campo: “A mí me gusta acá, el barrio”, dice la mujer que manda su hijo a Las Tunas por razones de seguridad, aunque parezca una contradicción.
Admite que no le desagradaría vivir en el campo porque ama la tranquilidad.
Otra dice que no, no se iría, porque no se aguantaría la soledad.
La tercera se marcharía al campo sí, pero no a trabajar, sino a una casa quinta, para disfrutar del paisaje. Antes gozaba del silencio, del trino de los pájaros, ahora desde temprano se escuchan los camiones.

Ante la pregunta 8 sobre emprendimientos asociativos, las tres optan por trabajos individuales, y no cooperativos. “Para formar un grupo está complicado, tenés que fijarte bien, cómo es la persona. Han hecho microemprendimientos y no han funcionado. Individual sería más fácil, es la responsabilidad de cada uno”.

Otra dice: “familiar sí, con vecinos sería complicado. No sé qué responsabilidad tiene él”.
La tercera: “Comunitario no, individual. Los vecinos no se pueden ni ver. Están todos peleados, por lo menos en mi cuadra están todos peleados” (agrega con una sonrisa).
“No se usa mucho el diálogo, si los chicos se pelean por ejemplo, no hay diálogo: van y te amenazan”.

Pregunta 9 sobre aspectos positivos y negativos del barrio: Los positivos, la escuela cerca, el río cerca, y lo mismo el centro de salud. Una dice que su abuela también vive a pocos metros de su casa.
Lo negativo: la droga y la violencia.  “La misma adicción los lleva a robar, amenazar, a matar. Le roban a sus padres incluso”.
Una aclara que ellos no tienen miedo, porque “con los del barrio no se meten. Saludan, a mí nunca me faltaron el respeto”.
Dicen que existe violencia, se escuchan gritos, tiros. Una de las entrevistadas debió abandonar la entrevista por un llamado telefónico, debido precisamente a un hecho de inseguridad justo cuando hablaban del tema. Cuando los entrevistadores salieron, ya concluida la consulta, había una cuadra conmocionada, con los vecinos afuera y dos patrulleros.
“Ahora está un poco mejor porque hay varios presos.  Falta que metan adentro a dos o tres. A esos les espera la reja o cuatro metros bajo tierra, por el camino que van”, comenta una.

Consultadas sobre la posibilidad de capacitación en rubros de la producción, las dos entrevistadas que quedan aceptan que asistirían a cursos. Aunque una quiere ser maestra o profesora de educación física y la otra guardiacárcel.
Comentan que en el templo vecino solían entregar pollitos pero exigían para ello una capacitación de tres días.  Lo mismo con planas frutales. Pero este año eso no se dio.
Recuerdan que la municipalidad entrega pollitos en calle Colón, sin capacitación previa. Hasta 10 aves por familia.
Consultadas por el plan Pro huerta del Inta, dicen que no lo conocen.
Las dos sugieren que si un día llegara capacitación tendría que ser algo permanente, con continuidad, “que no se pierdan”, porque de lo contrario los emprendimientos se abandonan.

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20-MOJONES SUR – SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Encuesta a joven docente rural de Mojones Sur, departamento Villaguay.
1) Los Conocimientos los obtuve de libros, investigando en internet y con miembros de pueblos originarios y campesinos. En relación al  cultivo de vegetales conozco la importancia de la asociación de cultivos, rotación, y preparación de biofertilizantes orgánicos a base de bosta de vaca y otros. Mucha información de agricultura regenerativa en especial sobre la utilización de caldos y algo de agricultura biodinámica. Aunque todavía no pude realizar muchos preparados. En labranza utilizamos diversas técnicas, dependiendo de la dimensión del espacio lo hacemos con Laya, asada o arado y tractor. En el sector huerta incluimos gallinas ponedoras que colaboran con la labranza y brindan huevos. En el sector ganadería bovina prácticamente no participo aunque tengo varios saberes sobre manejo de monte mediante parcelas, destete, alimentación. Y sobre usos medicinales de las plantas sigo aprendiendo pero considero que todas las plantas en diferentes medidas son medicinas, tengo algunos libros y materiales al respecto.
2) El éxodo ha sido notable cada vez quedamos menos luego del boom de la soja y las precarias condiciones laborales.
3) Muchos productores son ganaderos, aunque hay grandes estancias agrícolas que se dedican elementalmente a la soja, aunque actualmente algunas se encuentran en crisis por tener las tierras cada vez más infértiles y depender de las multinacionales. Acá en casa la mayoría de verduras las obtenemos de nuestra producción, estamos iniciándonos cómo productores agroecológicos con mi compañera.
4) He visto grandes hectáreas de desmontes, fumigaciones con agrotóxicos y sus innumerables problemas para la salud, mortandad de peces y abejas, eliminación de la biodiversidad,  contaminación en las aguas, dependencia a las multinacionales por parte de los productores, perforaciones termales (para extraer hidrocarburos), eliminación del monte nativo y una casta política orientada a sostener este sistema.
5) Lo veo por eso volví al campo con mi compañera para hacer agroecología. Es la salida generando gran cantidad de empleos y produciendo alimentos de calidad. Soberanía alimentaria.
6) Es muy relativa la cantidad de hectáreas pero de una para arriba. En cuanto a servicios luz eléctrica y agua. Además de algún tractor y arado para ahorrar en labranza. Para el intercambio el principal problema en este momento es el transporte de la cosecha
7) Servicios fundamentales para la producción son agua y luz. No vendría mal educación y salud de calidad. No tenemos vivienda propia, paramos en la casa de mis padres, aunque estamos intensionando una bioconstrucción.  Nos gustaría vivir al lado de un algarrobo.
8) Aún hay algunas resistencias a lo colectivo. Pero con paciencia lo vamos logrando.
9) Vivo en una zona rural y me encanta este espacio. Aunque no tuve inconvenientes con los barrios cuando me tocó.
10) Trabajo en muchas cosas: producción hortícola, albañilería, cuando salen suplencias docentes, estoy tratando de volver a hacer apicultura. Me encantaría poder dedicarme enteramente al trabajo en la tierra, mejor aún si es colectivo. Y estoy dispuesto a cualquier capacitación.

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21-AVIGDOR – SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
PRIMERA ENCUESTA. Técnica Agropecuaria, egresada de Antequeda, despedida de la SAF el 29 de abril 2018, edad 33 años aprox.
1. El conocimiento es una mezcla de lo empírico heredado de mi madre y de científico (por decirlo de alguna manera) adquirido en la escuela secundaria. Y luego con capacitaciones.
2 El éxodo rural se ha manifestado en mi zona de igual manera que en zonas aledañas, se nota mucho en jóvenes de un rango de edad que va desde los 15 a los 24 años aprox. Y en su mayoría se van  a Santa fe o Córdoba en busca de fuentes de trabajo que faltan en la zona. Y si bien no van por trabajos dignos, encuentran allá casa y un sueldito.
La otra franja es de personas mayores (en edad jubilatoria) que han trabajado sus tierras (de 30 a 100 ha)  toda su vida y hoy cansados de tanto trabajo y poca recompensa deciden vender o arrendar sus tierras e irse a vivir a los pueblos más cercanos, donde además cuentan con servicios que el campo son impensados, sobre todo de salud.
3 En esta zona se ve cada vez menos la cultura de cultivar los alimentos, el 80% de los alimentos provienen de otras ciudades. Y no es por falta de tierra o de saberes, simplemente que se está perdiendo el hábito del consumo de frutas y verduras frescas. Basando la alimentación al consumo de proteína animal y carbohidratos. Además el mal manejo los lleva a perder la batalla con las hormigas, gallinas de los vecinos, aviones fumigadores que pasan por sobre las casas perdiendo venenos (se han secado gran cantidad de frutales y muerto muchas colmenas). Y el clima que en verano el sol está demasiado fuerte y en invierno las heladas se notan cada vez más. Además de las terribles sequías e inundaciones que viene sufriendo nuestra provincia.
4 Como ver se ha visto mucho. Y nada bueno. La contaminación se ve en todos los espacios,  desde algo tan chico como la contaminación que genera una familia en su casa como la q generan grandes empresas.
En el campo, tanto pequeños productos,  campesinos y trabajadores transitorios agropecuarios queman su basura o la entierran en pozos hechos por ellos mismos, esto se debe a la falta de recolección de residuos y a la escasa información que tienen sobre los agentes contaminantes.
En cuanto a los grandes productores: es común verlos cargar agua o lavar sus herramientas en cauces de agua que están en las mismas chacras en las que están trabajando. Como así también dejar en el campo los contenedores de agroquímicos o regalárselos a los vecinos o puesteros para que usen lo que les queda de veneno y luego reutilicen los envases para transportar líquidos, en muchos casos agua para consumo humano y animal.
5 Lo imagino, pero para eso debe haber muchos cambios en la forma de trabajar y cultivar la tierra. Se necesitan políticas que favorezcan el desarrollo rural y la economía regional. Se debería apuntar a la producción responsable con medio ambiente y económicamente rentable achicando las distancias (intermediarios) entre quien produce y los consumidores. También acercar servicios, a los centros rurales,  básicos como salud,  energía y agua potable. Y otros como internet y buena señal para la telefonía celular.
De esta manera los jóvenes no tendrían necesidad de irse de sus tierras porque tendrían todo en sus propias casas.
6 En mi opinión no es una cuestión de espacio el tema de la huerta. Pero se estima que con 40 o 50m2 una familia de 4 integrantes puede abastecerse de frutas y verduras de estación. Personalmente creo que es un problema de tiempo, esfuerzo y dedicación que generalmente recae en la mujer de la casa (que es esposa, madre, lavandera, cocinera, recolectora de leña y en muchos casos de agua. Qué ganas puede tener una persona de hacer huerta si no tiene tiempo y si además debe trabajar la tierra y acarrear agua, cuando muchas veces es la única que consume las verduras porque a la gran mayoría de los hombres se les ha inculcado que deben consumir proteína animal por el trabajo que realizan.
Es necesaria la incorporación de talleres y jornadas (los temas serían: alimentación saludable, cocina, roles y funciones de todos los integrantes del grupo familiar, etc. Asistencia técnica productiva y de comercialización, recuperación de saberes, conservación consciente de los alimentos) donde asistan todos los integrantes de la familia, no solo la mujer como acurre siempre.
7) Los servicios fundamentales ya los fui nombrando anteriormente, pero en lo personal creo que se trata de que no haya diferencia en los servicios con los que cuentan las personas de ciudades y los habitantes rurales (no tener que hacer 25km para poder colocarse una inyección o medirse la presión arterial, y todo lo que tenga que ver con salud, caminos intransitables todo el año, cajeros automáticos, terciarios o facultades, comercios justos, todo esto más cerca)
En cuanto a la autoconstrucción de viviendas me parece que primero se debería avanzar con la solución al problema de tenencia legal de la tierra y que cada familia. Una vez siendo realmente dueños de sus tierras recién avanzar con capacitaciones y permanente acompañamiento en el proceso de construcción.
8) En la actualidad se ha perdido de tal manera el sentido de asociativismo que la gran mayoría prefiere pagar el doble por la misma cantidad de insumos a tener que correr el riesgo de hacerse cargo de pagar un extra si al vecino le va mal un año.
Son totalmente consientes de los beneficios del asociativismo y el cooperativismo pero la desconfianza es mayor. Llevarían muchos años de trabajo contínuo y acompañamiento.
9) Antiguamente se prefería la vida del campo pero hoy es tal "la soledad del paisaje" que la mayoría prefiere vivir en un pueblito o ciudad pequeña y viajar todos los días al campo a trabajar. De hecho es tanto el aislamiento (ni hablar en temporadas de lluvias) que se van generando adicciones (alcoholismo por ejemplo), que sumado a otras vivencias terminan en violencia doméstica (aclaro que no estoy justificando la violencia de ningún tipo). Sé de casos de mujeres que están solas todo el día en el medio del campo porque sus hijos crecieron y se fueron lo antes posible del campo, y su marido está trabajando en otros campos desde que sale el sol hasta que oscurece. Y en esa soledad aparecen enfermedades tales como obesidad, estados de ansiedad, hipertensión arterial, depresión, etc
Lo bueno de vivir en el campo es la posibilidad de producir mayor cantidad y variedad de alimentos (huevos, leche y sus derivados, corderos, chivos, aves, caza y pesca, etc. )
10) En la actualidad me desempeño como comerciante, pero trabajé 15 años asesorando y acompañando a pequeños productores agropecuarios y mujeres campesinas.
Siempre soñé con poder volver a vivir en el campo produciendo mis propios alimentos de manera sana y con los tiempos propios de cada producción. Pero veo cada vez más lejos esa posibilidad ya que hoy por hoy no basta con uno producir sanamente, sino que se debe estar  pendiente de  la forma de trabajar de los linderos ya que con solo una deriva de fumigación se  puede perder meses y años de trabajo, sin contar con los efectos nocivos en la salud.

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22-AVIGDOR – SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
SEGUNDA ENCUESTA. Madre e hija (70 y 40 años aproximadamente), llegadas al poblado de Avigdor junto a su familia a finales de los 80, principios de los 90, asentados en terrenos donados por una de las estancias que rodea el pueblo destinados a barrios que hasta el día de hoy no tienen escritura.
1-El conocimiento viene de los hábitos en las huertas familiares transmitidos generacionalmente para autoconsumo, y luego con las capacitaciones de los programas de prohuerta y SAF. Ahora en el pueblo se vende el excedente a vecinos, y se pasa la información de venta de boca en boca. El uso medicinal de las plantas ha sido reemplazado químicamente pero en la actualidad está volviendo. Saber transmitido de generaciones.
2-La juventud se fue mucho a la ciudad en busca de trabajo. Es igual año tras año porque en el pueblo no hay suficiente trabajo.
3-Se participa en proyectos familiares que propone el INTA, grupos solidarios “fundación judaica”, aportes, donaciones de familias particulares de afuera.
4-En esta pregunta tuvieron reparos en responder, aduciendo que preferían no contestar, pensando en que solo iba direccionada al uso de agrotóxicos. Luego de explicar el sentido amplio de la pregunta responden “ El humo de los basurales domiciliario, el reciclado etc.”
5-“A largo plazo sí, mientras están estudiando, mis gurises dicen que quieren aprender en la Agrotécnica seguir estudiando afuera y volver al pueblo con una profesión relacionada al trabajo del campo.
6-Hay gente que le falta incentivo para trabajar, en el pueblo la mayoría tiene un mínimo espacio para al menos una pequeña huerta.
7-A la casa de material al fuimos haciendo de a poco, y ahora van construyendo los demás hijos en el terreno. Antes prefería la zona rural, vivíamos en un puestito de una estancia donde era peón mi marido, pero no teníamos luz ni agua corriente, ahora prefiero acá el pueblo, no la ciudad.
8-Falta trabajar en comunidad. En particular en ocasiones hay preferencia en trabajar individual por cuestiones de comodidad personal en la administración de los tiempos.
9-Lo negativo es la quema de residuos, animales sueltos y sus desechos en la vía pública. Positivo sería la solidaridad en tema de seguridad, prevención, ayuda mutua. “Cuando se trata de enfermedad o urgencia no se mira si es el enemigo”.
10-Lo negativo es la quema de residuos, animales sueltos y sus desechos en la vía pública. Positivo sería la solidaridad en tema de seguridad, prevención, ayuda mutua. “Cuando se trata de enfermedad o urgencia no se mira si es el enemigo”.
11-Capacitaciones y herramientas entraban y entran, con proyectos en su momento con el ministerio de desarrollo social, enfermera rural, la SAF y con proyectos del INTA.


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23-AVIGDOR – SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
TERCERA ENCUESTA. Estudiante de escuela Agrotécnica Antequeda 17 años,
1) Los conocimientos que tengo sobre temas de producción agropecuaria los he aprendido de diversas maneras, principalmente en el cursado de la escuela E.E.AT N°15 M. P. Antequeda, otro, desde la enseñanza de mis padres heredada de sus padres y así sucesivamente. Tengo conocimientos básicos.
2) Para mí el éxodo rural se ha manifestado hace mucho, en esta época es prácticamente nulo. Admito desconocimiento en el tema, pero creo que por falta de trabajo y políticas que impulsen a los pequeños y medianos productores y por ende atraso tecnológico.
3) Las comunidades participan de la producción como obreros o peones de agricultura extensiva o producción ganadera.  El origen del alimento que consumen en su mayoría es industrializado, como en la ciudad. Son muy pocas las huertas familiares y las vacas carneadas por la familia consumidora.
4) Me preocupa la utilización indiscriminada de agroquímicos, sobre todo cerca de los asentamientos de personas (puestos, escuelas, pueblos). También el mal uso de prácticas agrícolas que llevan a la degradación del suelo.
5) Me parece que sí, que se está introduciendo cada vez más la cultura de cuidar, me parece que se está comenzando a entender que el tiempo es hoy. Me parece que falta acompañamiento estatal, una fuerte política orientada a la creación de fuentes laborales teniendo en cuenta el cuidado ambiental.
6) Las hectáreas dependerían de la familia, el problema radica en que no todas las familias tienen un espacio suficiente y una huerta comunitaria no creo que funcionaria. No sabría responderla con fundamento.
7) Me parece que sería importante impulsar a los pequeños y medianos productores, para que la gente pueda vivir de su producción, no que sea una forma de ingreso complementaria. Me parece que así se formaría empleo y el campo en cierta medida se repoblaría, aunque sea algo. Creo que la mayoría tiene vivienda perteneciente al dueño del establecimiento. Yo pienso que sí. En mi caso, me cuesta imaginar mi vida en Avigdor. Quiero vivir en un lugar donde pueda trabajar de lo que me gusta, pero tener la posibilidad de elegirlo yo.
8) En mi caso, que tengo ya mi huerta prefiero individual. Pero no tendría problemas  en emprender en conjunto.
9) Los aspectos positivos de la vida en los barrios de Avigdor es la tranquilidad y confianza de su gente, mucha paz. Todavía se pueden ver todos los gurises del barrio jugando, o cerras sin llave las puertas y vehículos. Como negativo no creo que haya mucho, quizás la calle de tierra que se hace barro cuando  llueve, no se me ocurre mucho. No prefiero ni puramente una ni otra, rescato cosas de ambas.
10) Mi madre es directora de radio de Jardines de Infantes en Bovril. Mi padre docente jubilado, productor pecuario y apícola. Me gustaría trabajar de médico.  Me interesan mucho las prácticas de conservación del suelo y de los demás bienes naturales. No se me ocurre nada a aplicar en este momento. Con gusto aceptaría capacitación.

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24-MACIÁ - SETIEMBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Encuesta a Estudiante Terciario.
1-Conozco la chacra donde se puede trabajar las tierras, sembrar diferentes variedades de cultivos (frutas, verduras, plantas medicinales, pastoreos, cereales), cultivar, criar diferentes clases de animales. Estos cultivos pueden ser tratados con agroquímicos y fertilizantes, y eso no beneficia al entorno humano y animal.
Yo en particular he aprendido en la escuela Agrotécnica y en el campo.
2-El éxodo en la zona se ha manifestado en la manera que algunas personas se han ido a otro lugar para llevar a cabo sus estudios y en algunos casos trabajar en la ciudad donde los desempeñan, o en otros directamente por falta de trabajo en la zona por sus formaciones, personas mayores que dejan a cargo sus campos a herederos o los venden o los arriendan, u otros motivos algunos.
3-Las comunidades de la zona participan en la producción, algunos trabajando como propietarios en familia y otros con personal.
Los alimentos que consumimos son cosechados en la chacra (verduras, frutas, carne, etc.).
4-Hemos visto y nos preocupa en torno a la protección y contaminación del ambiente que no se tiene cuidado en el contacto con los bidones y su sustancia en cuanto a la vestimenta y el roce con la piel, tampoco la dirección y velocidad de los vientos ya que la persona lo aspira o entra por los poros, ni tampoco la distancia que hay con las viviendas, escuelas, lugares en si donde circulan seres vivos, muchas veces te pueden estar fumigando y es un veneno.
5-Sí maginamos a los chicos trabajar con el suelo y en algún rubro relacionado a él ya que no hay nada que se los impida, ni tampoco en algunos casos que ellos requieran el cuidado en cuanto a las fumigaciones y/o luchen para que se prohíban, se ve un tanto complicado ya que se ha luchado mucho tiempo con eso y no se ha logrado “nada” como lo hacía Fabián Tomasi.
6-Para hacer huerta en la familia necesitaría 1 hectárea para los que vivimos en la casa; necesitaría un arado, disco, rastra, tractor, azada, pala, rastrillo, semillas, agua, personas laborables, etc. Para el intercambio o comercio de los productos necesitaría estar autorizado para poder llevarlo a cabo, un transporte para trasladar la mercadería, tener elementos varios para llevar los productos (cajones, bolsas, etc).
7-Los servicios que consideramos fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas como por ejemplo viveros, criaderos de pollos, tambos: siempre y cuando sean puestos laborales en blanco y, con seguridad y permanencia del mismo.
Se les haría una vivienda para cada familia.
Sí nos gustaría tener vivienda por auto construcción.
Nos gustaría vivir en el campo, pero según las circunstancias donde tenga trabajo se puede dar que emigre hacia la ciudad por falta de empleo.
8-No, no veo disposición con los vecinos para emprendimientos comunitarios, asociativos.
Preferimos actividades individuales ya que podemos tomar decisiones por nuestra cuenta.
9-De la vida en los barrios, lo negativo es el ruido continuo, las “malas caras”, al no conocer no poder dejar confiado algo a la vista, etc.
Lo positivo, en caso de que me suceda poder pedir una ayuda inmediata, tener buena relación con el entorno en algunos casos, ser servicial, etc.
La vida rural a comparación de la urbana, es más tranquila, lejana al pueblo o ciudad, es otra vida muy diferente, etc. Y la urbanidad es más poblada, cerca al pueblo o ciudad y más insegura.
Preferentemente elijo la vida rural.
10-Actualmente yo trabajo en un supermercado y mi madre en tambo en zona rural.
En el futuro me gustaría volver a mis raíces pero como lo veo complicado: me gustaría llegar a mi objetivo, ejercer mi profesión.
En el caso de recibir la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo elegiría sembrar cereales y oleaginosas, pasturas.
Tractor, arado, disco, rastra, desencontrada, sembradoras, cosechadoras y otras maquinarias necesarias.
Si aceptaría capacitación de alguno de esos rubros.
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25-PARANÁ– OCTUBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.

Encuesta a 11 a estudiantes de ambos sexos de quinto y sexto año del secundario en la escuela Guadalupe, en la zona oeste de Paraná cerca del Volcadero (residuos).
Lunes 1ro. de octubre 2018

-Los estudiantes se mostraron atentos con el tema propuesto, interesados, cuatro de ellos muy participativos. Los profesores explicaron que en la zona son “bicheros” porque viven cerca del río, con espacios abiertos. De los once, diez se mostraron abiertos a recibir capacitación en temas de la producción y alimentos.

1-Una estudiante explicó que en su casa tienen unas quince gallinas, con pollitos, alimentadas con maíz quebrado, cuatro patos, conejos, y supo tener una nutria.
Dice que cuando ella era chiquita su madre cultivaba una “huerta gigante” pero ya no, porque se mudaron y carecen de espacio.
Otra alumna dijo que se crio en la zona rural de Tabbosi, conoce de campo, tambo, andar a caballo y ha visto colmenas.
Otros explicaron que conocen rudimentos de huerta gracias a los profesores que se encontraban presentes. La escuela tiene un predio pequeño.
Un estudiante dijo que sus abuelos vivían en el campo y se vinieron a la ciudad. Admite que esos conocimientos se fueron perdiendo, pero en su casa se habla de asuntos rurales.

2-Los estudiantes no dieron detalles importantes sobre el éxodo. Una alumna explicó que sus primos del campo se fueron a estudiar a Paraná y Santa Fe y estimó que no regresarán a su zona.

3-Casi todos coincidieron en que la fuente de sus alimentos es la verdulería y la carnicería, no hay productos del barrio.
Una alumna dijo que una vecina (medio pariente) los convida con calabazas, choclos, que saca de su huerta. Casi todos se mostraron alejados de la producción de alimentos, aunque admitieron en algunos casos tienen un par de naranjos, por caso, o un limonero. En el barrio, una de las alumnas tiene verdulería en su casa, pero compran afuera, no hay producción propia. Algunos saben que pasan vendedores ambulantes, pero no es habitual que sus padres les compren.
Consultados sobre el espacio en sus casas, la mayoría admitió que tendría un pequeño lugar donde cultivar alimentos. No tienen gallinas ni huerta, pero de los 13 presentes (incluidos los profesores), 11 admitieron que sí tienen entre uno y dos perros y otras mascotas.

4-Sobre la contaminación, admitieron que la costa del río está contaminada y que existen minibasurales. En varios casos explicaron que vándalos quemaron los contenedores colocados por el municipio.  Reconocieron que desde hace un tiempo ha disminuido la quema de basura en el Volcadero, ubicado a dos cuadras de la Escuela. Admitieron que la mayoría de sus casas no tienen cloacas.
Invitados por los profesores, varios alumnos participan de marchas a favor del ambiente y contra el uso del glifosato, que se realizan los mares en el centro de Paraná.

5-Sobre la posibilidad de emprender trabajos en relación con el suelo, cuatro de ellos dijeron que sí lo harían, si existieran posibilidades. En los otros no hubo mayor interés.

7-“Yo me quiero ir a vivir al campo”, dijo una estudiante. Otros admitieron que lo harían, pero en una zona cercana a la ciudad. Todos, con excepción de uno, dijeron que les gustaría tener una casa por autoconstrucción.

8-Sólo una alumna, de los 11, dijo que le gustaría trabajar en algo comunitario, asociativo. Todos optaron por una labor individual.  ¿Las razones? “Los vecinos son una lacra de mierda”, sintetizó una de ellas. Otra dijo: “son malas personas, se roban mutuamente”. La que estuvo de acuerdo con lo comunitario hizo bromas pero dijo que mientras en otros lugares los vecinos se pelean, no ocurre eso con sus propios vecinos. Ella misma se mostró muy participativa y desenvuelta.

9-Los aspectos positivos de vivir en un barrio, según los estudiantes: -jugar al fútbol con amigos; -todos van a la escuela caminando, les queda entre dos y cinco cuadras, y lo mismo el centro de salud. Los negativos: -a mala onda con algunos vecinos, la inseguridad. “Este año en mi barrio hubo sólo dos muertos”, celebró una joven. Dijeron que también en la escuela el año anterior se vivieron varios episodios de violencia interna, y en este ciclo la situación se había calmado. Lo mismo reconocieron los profesores “En enero, al empezar el año, mis vecinos se cagaron a trompadas”, explicó una estudiante.
Otra hizo hincapié en algo que consideró muy negativo: la venta de drogas. “Hay muchos vendedores”, lamentó. Nadie la contradijo.
Otro aspecto negativo: hay muchos estudiantes que dejan la escuela y se van a trabajar al “Volca” (por el Volcadero de residuos).

10-Todos los estudiantes se mostraron dispuestos a recibir capacitación en temas vinculados a los alimentos. Aunque sus expectativas pasan por otro lado: una quiere estudiar enfermería, otra ser peluquera, los demás proyectan estudiar abogacía, artes visuales, contabilidad, educación física, diseño gráfico (o veterinario de exóticas) y uno militar.
La escuela da el título de bachiller. Los estudiantes admitieron que salen sin un oficio definido.
Todos los estudiantes se mostraron desenvueltos y con ánimo, participativos y atentos. Casi todos admitieron que en su familia podrían pagar sus estudios aunque con esfuerzos, pero algunos (tres o cuatro) dijeron que trabajarán y estudiarán al mismo tiempo. No supieron decir en qué rubro. “Yo pienso pedir en el municipio para tener algo aunque sea”, arriesgó un estudiante. Pese a ello, se mostraron dispuestos a encarar diferentes oficios.

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26-PARANÁ– MIRCOLES 3 DE OCTUBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Segunda Encuesta Escuela Guadalupe de Paraná
16 chicas y muchachos más un profesor.

Sólo cuatro de los 16 estudiantes reconocieron que aún no tienen decidido qué estudiarán.
Los demás eligieron educación física, acompañante terapéutico, gendarmería, maestra jardinera, contadora, criminalística, escuela Sargento Cabral, bioingeniería, trabajo social. Todos se mostraron dispuestos a una capacitación en rubros de la producción, y entusiasmados con la auto construcción de sus viviendas. En general, no tienen conocimientos de producción de alimentos pero sí lazos a través de sus vecinos, parientes, y abuelos que fueron campesinos. Aunque son de Paraná, están terminando el secundario y sólo dos de los 16 dijeron que saben nadar. Tampoco el profesor sabe. Como en otros casos, mostraron cierta tensión con la vecindad, y por eso poco entusiasmo por probables emprendimientos comunitarios, aunque sí se mostraron dispuestos a vivir en zonas rurales o semiurbanas.

1-Los estudiantes dijeron conocer poco sobre agricultura y chacra en general. Su vida es más urbana. Pero a poco de indagar, una dijo que sus vecinos tienen gallinas, otro que tienen una pequeña huerta con calabazas y cebollas. Uno tiene una parra con uvas negras en casa, otra toronjas, dos hablaron de sendos limoneros, otro un naranjo,  otro tiene un vecino con níspero y los convida.
Un estudiante dijo que tiene abuelos cerca de Rincón del Doll y que suele visitarlos, por eso conoce algo de animales y sabe andar a caballo.
Otro sabe que sus abuelos vinieron desde el norte, en el límite entre Paraná y La Paz, donde eran peones en ganadería. Una estudiante dijo que sus abuelos vinieron de Nogoyá, adonde quedaron unos tíos con los cuales no se visitan. Lo mismo dijeron otros, que tienen un tío en la zona de Nogoyá, en una ciudad que no recordaban si es Hernández o Aranguren, donde crían pollos.

3-El origen de los alimentos que consumen es la verdulería, la carnicería, los comercios vecinos, el supermercado Walmar que queda a 12 cuadras de allí. En casi todos los casos.
Una dijo que tienen orégano y albaca en casa, otra comentó que en el patio tienen algo de perejil y otra, lechuga, pero en general, nadie sabe de huertas con excepción del estudiante que había comentado de sus abuelos en Rincón del Doll.
Consultados por el espacio en sus casas para hacer una huerta, 4 de los 16 dijeron que no cuentan con espacio, los demás tienen terrenos aunque pequeños. Y 5 no tienen perros, los demás tienen uno o dos perros en cada familia, una estudiante tiene 4 y otro más de 7 u 8 perros. Nadie tiene gatos. Uno tenía, pero se lo mataron los perros. Por eso deduce que sería difícil tener gallinas. Lo de perros sí, huertas no, se reitera en muchas entrevistas.

4-De los problemas ambientales no hubo quejas importantes. Sí dijeron que se forman minibasurales alrededor de los contenedores, que en el volcadero suelen producir humo aunque todos coincidieron en que el problema es menor que en años anteriores, y que la planta recicladora larga cierto olor. Dijeron que el río está contaminado, pero no agregaron más, y consultados por los agrotóxicos, no agregaron nada.

7-Preguntados por la posibilidad de la construcción de viviendas propias, hubo una respuesta positiva con entusiasmo. “Sería un sueño cumplido”, sintetizó un estudiante. Sólo una de las entrevistas dijo que no le gustaría porque en caso de pelearse con su pareja no sabrían qué hacer, y ese comentario sirvió de comidilla para distintas bromas. Uno adelantó que le gustaría vivir en la tranquilidad del campo.

8-Sobre probables emprendimientos comunitarios, cooperativos, la respuesta de todos casi por unanimidad fue contraria. Prefieren acciones individuales. “Teniendo en cuenta cómo son los vecinos, prefiero algo individual”, dijo uno y recibió la aprobación de los demás.
Otro se preguntó por qué no intentar algo en grupo. Una agregó que “si no queda otra”, trabajaría en grupo.
Para resumir, insistimos en preguntar si harían algo con los vecinos y respondieron que no. Alguien aportó “depende con qué vecinos, porque algunos son unas víboras”.
“Cuando no los precisás salen a chusmear, cuando los precisás porque te roban, nadie aparece”, agregó una alumna.

9-Preguntados sobre aspectos positivos del barrio, reconocieron que la cercanía con la escuela, la atención de la salud y los comercios. Todos gozan del servicio de agua potable aunque reconocieron que se corta varias veces en el año.
“Lo positivo de mi barrio es que los vecinos te dan hielo cuando no tenés heladera, y yo los convido con sal”, dijo una estudiante como ejemplo.

Entre los aspectos negativos mencionaron, en principio. “la música a pleno, siempre”.
Luego mencionaron los olores de la planta de reciclado. La violencia “trompadas todos los días”, “un par de muertos”, “bastante droga”, sumaron.
Sobre la inseguridad dijeron que son habituales los robos del celular. Preguntamos a quién le han robado el celular, y alguien dijo “a quién no”, pero luego admitieron que sólo dos de los 16 habían sufrido ese tipo de robo.
Consultados sobre la posibilidad de vivir en una zona rural o semi urbana, casi todos dijeron que les gustaría contar con un terreno grande con árboles, y hubo expresiones de entusiasmo en ese sentido.

10-En general los alumnos eligen carreras vinculadas a los servicios (como anticipamos en el primer párrafo), pero con la excepción de una sola estudiante, todos se mostraron dispuestos a una capacitación en temas de la producción, sea sobre apicultura, gallinas, huerta, etc.
La mayoría de ellos no trabaja actualmente, sólo una dijo que hace changas, y otro reconoció que en vacaciones es albañil.
Una alumna asiste con su hija de dos años, y otras dos tienen familia.

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27-PARANÁ– 30 DE OCTUBRE 2018
Encuesta del vivir bien y bello y buen convivir.
Encuestados: 27 estudiantes y profesores, de ambos sexos, de la Escuela Neuquen en turno noche, que involucra a los barrios Belgrano, Mitre, la Delfina y Villa 351 de Paraná.

Los estudiantes y docentes se mostraron participativos e interesados en la problemática del arraigo, el origen de los alimentos, la producción, y a la vez bastante alejados de las tareas de la chacra pero con algunos vínculos por sus abuelos. Solo una chica de los 27 entrevistados dijo que no estaba interesada en capacitación, por caso.
Fue llamativo que, luego de hacer una valoración conjunta de las prácticas comunitarias y asociativas en nuestra historia regional, todos se manifestaron a favor de trabajos individuales y no comunitarios.
En el grupo nos encontramos con estudiantes y docentes con padres y abuelos en Carcarañá, Villaguay, Nogoyá y Diamante, que en esas localidades tenían relaciones con la tierra, criaban animales y hacían huerta. Pero ellos, en Paraná, no pueden en general por falta de espacio o de costumbre.

A la pregunta primera sobre los conocimientos, una decena de los 27 aportó algún vínculo con las huertas. Una alumna tiene en su casa un espacio de cuatro por cinco metros, más o menos, con choclos y zapallos. Una profesora planta aromáticas en macetas.  Sus abuelos, que vinieron de Mendoza, tenían huertas y olivares. También tienen en su casa un limonero, una lima y frutillas.
Un alumno anotó en su casa un naranjo y un pomelo. Una docente dijo que un vecino tiene níspero. Otra docente, que su mamá tiene frambuesas, frutillas, limoneros y naranjos. “Siempre tuvimos terreno, mi papa tenía huerta, y mi abuela gallinero cuando éramos chicas”.
Una profesora apuntó que sus sobrinos en Rosario reciben conocimientos de huerta desde el jardín de infantes, y por eso su mamá (la hermana de la encuestada) se mudó de un departamento a una casa con terreno, para hacer huerta.
Una estudiante dijo que sus padres y abuelos son de Carcaraná (Santa Fe). Su abuelo criaba pollos y trabajada en un frigorífico.  Pero hoy ella vive en un departamento en Paraná.
Otra docente explicó que tiene abuelos en Villaguay. Siempre tuvieron gallinas, cerdos. Algunos de sus tíos siguen trabajando en el campo en la zona de Villaguay. Tiene sobrinos que hacen compost y cuentan con una pequeña huerta con perjil…
Otra docente explica que es oriunda de Nogoyá. Sus abuelos por parte materna vivían en el campo. En Nogoyá queda parte de la familia.
Otra encuestada es de Diamante, sus abuelos crían animales (en la actualidad). Ella vive en un departamento en Paraná. “A los nietos no nos interesa mucho el campo, es mucho trabajo, todos los días, levantarse temprano”…


Pregunta 2. Sobre el éxodo. No hubo respuestas. No fue visto, en este grupo, como un problema. La mayoría dejó la impresión de que no conocen el éxodo. Solo una profesora dijo que tiene una prima mayor que se fue de Villaguay a una zona rural de Santa Fe a hacer el tambo con su familia.

Pregunta 3. Sobre el origen de los alimentos. La mayoría absoluta admitió que compra en comercios del barrio, verdulerías, carnicerías, y algunos en supermercados. Un estudiante dijo: “Mi abuela tiene huerta pero saca para consumo de ella nomás”, lo cual provocó la risa de sus compañeros.
Quedó claro que nadie produce sus alimentos, y nadie tiene vecinos que compartan algo de la huerta o huevos.
Una encuestada explicó que, como es celíaca, su madre le prepara mermeladas y dulces con frutillas de su casa u otras frutas regaladas, duraznos por caso.
Un estudiante dijo: “es mejor cosechar en casa”. Con la idea de que los frutos serán frescos y sanos.
Una profesora aportó que los dueños del departamento que ella alquilaba solían comprar en el campo y convidarla. Otros valoraron algunas ferias donde se venden verduras y productos caseros, incluso algunas ferias organizadas por el sindicato Agmer.

Pregunta 4. Contaminación. Lo primero que se escuchó fue: basura en el barrio, y pesticidas en el campo.
“Tengo un conocido que alquila campo y la mamá tiene cáncer culpa de los agroquímicos”, dijo un estudiante.
Sobre los basurales, dijeron que hay menos que antes, pero en general ¡es una mugre!
Los residuos domiciliarios no se separan, y algunos contenedores de basura son quemados por vándalos.
Dos estudiantes dijeron que ha disminuido la plantación de árboles en el frente de las casas y en los fondos.

Pregunta 5. Si imaginan trabajando en relación con el suelo. Varios admitieron que sí, imaginan trabajar la tierra. “Mi  gusta, mi abuela me inculcó hacer una huerta”, dijo un estudiante. Otro dijo que lo haría para consumo personal. No hubo rechazo a esta alternativa.

Pregunta 7. Sobre los servicios para vivir en zona rural y la vivienda por autoconstrucción. Se escucharon expresiones de aceptación, con la idea de hacer viviendas incluso con materiales de la zona.  Una profesora puso como reparo el problema de la distancia con el trabajo actual. Respecto de los servicios necesarios apuntaron: luz, agua, gas, internet, cable, asfalto o vivir cerca de la ruta.
“Yo me iría pero cerca de la ciudad, tengo miedo de arrepentirme”, comentó una profesora.

Pregunta 8- Sobre emprendimientos comunitarios o individuales. Lo primero que se escuchó fue: “individual, porque hay uno más vivo que el otro”.  Lo siguiente: “mis vecinos son aislados, tienen una frialdad… ni pelota te dan”. Un estudiante aclaró: “tendría que haber mucha confianza”. No hubo, entre los 27, ni un solo comentario a favor del cooperativismo o la vida o el trabajo comunitario. La pregunta se prestó para ciertas bromas sobre la vecindad.

Pregunta 9. Los aspectos positivos de la vida en el barrio. “Todo cerca, el quiosco, el transporte, la carnicería, la escuela. La mayoría vive a dos o tres cuadras de la escuela Neuquén, con excepción de un estudiante o que dijo vivir a 20 cuadras. También valoraron tener a los familiares cerca y a los amigos.
En cuanto a los aspectos negativos, mencionaron “los robos”, y una alumna relativizó: “hay de todo”. Dijeron que se vive cierta violencia, pero no lo presentaron como un tema inquietante.
¿Y en la escuela? Preguntamos. “A la noche es tranqui, pero a la tarde y a la mañana vienen los peores. Los otros días entré y se estaban peleando en la puerta”.
Nadie mencionó la palabra “droga”. Tampoco preguntamos específicamente sobre el asunto.

Preguntamos a los estudiantes si tienen elegida una carrera o un oficio, para cuando egresen: dijeron enfermería, administración de empresas, profesorado de matemáticas, policía, arquitectura, educación física, maestra jardinera… Ninguno tiene el propósito de seguir alguna carrera vinculada con la tierra. “Yo pensaba  en veterinaria, pero cuando me dijeron que tenía que meter un termómetro en el…”, bromeó una alumna.
Sólo uno de los estudiantes dijo que trabaja desde hace 5 años, en una fábrica de aberturas.

Preguntados sobre la posibilidad de capacitación en distintos rubros vinculados a la chacra, hubo aceptación general. “Me gustaría trabajar con animales, me gustaría”, confesó una de las alumnas con entusiasmo.

Sobre el espacio para desarrollar cultivos o tener gallinas en casa, dialogaron sobre la falta de espacios pero sí admitieron que cuentan con lugares pequeños con excepción de cuatro o cinco que habitan en departamentos pequeños. De los 27consultados sólo dos dijeron que no tienen en casa ni perros ni gatos. Una alumna comentó que en su casa hay 6 perros y 5 gatos. Otra explicó que no sería problemas la convivencia porque un vecino suyo “tiene como siete perros y gallinas y pollos”.


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Junta Abya yala por los Pueblos Libres
Programa Por Una Nueva Economía, Humana y Sustentable de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER
Colectivo Trabajadores Por la Ventana
Grupo de Reflexión Ambiental Mingaché


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Encuesta del vivir bien y bello y el buen convivir

Organizaciones sociales del litoral lanzaron el 22 de abril de 2018 en Entre Ríos la Encuesta del vivir bien y bello y el buen convivirpara conocer las expectativas en zonas urbanas y rurales en torno de la vida en armonía con la naturaleza y la producción de alimentos sanos y en cercanía, y las posibilidades de promover chacras biológicas comunitarias.
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La Encuesta se propone tomar conciencia de la distancia actual entre el ser humano, la naturaleza y el cultivo de los alimentos y sus efectos degradantes en las personas y en todas las especies, con vistas a propiciar caminos para el reencuentro, y descolonizarnos. También buscaobservar las demandas de diversas formas de relación con la tierra. Permitirá alentar estudios, reunir conocimientos dispersos, difundir el estado de cosas y, una vez concluida la consulta, presentar el panorama para que los pueblos recuperen vínculos con su entorno y decidan con autonomía los pasos a seguir.
Desde nuestras organizaciones aclaramos que no es lo nuestro repartir tierras sino conocer experiencias sociales y de la agricultura, relacionarlas y difundirlas; analizar las derivaciones de esa distancia notable entre lo urbano y lo campesino, y estimular el amor a la Pachamama (madre tierra en equilibrio), la sintonía del ser humano en el paisaje y la producción de alimentos como un hábito en la solidaridad, bajo el principio de mínima invasión.
Con la determinación de no dar recetas sino de crear puentes y abrir caminos tal vez clausurados, somos cuidadosos de la autonomía de las comunidades para darse sus propios modos y relaciones. Por eso entendemos a la chacra en un sentido amplio, como un conjunto de situaciones, vínculos y actividades en la relación ser humano/tierra en forma armónica, integral, con particular inclinación en este caso a la producción de los alimentos y acento en la salud y la diversidad.
Biológica alude a la producción orgánica, no sostenida en herbicidas, insecticidas o transgénicos, y sobre una base de respeto al suelo y la biodiversidad. Y comunitaria porque esta iniciativa busca conocer causas y efectos del individualismo, y promover el uso sustentable de las riquezas y en grupo, con criterios solidarios, de cooperación, y con respeto a la soberanía particular de los pueblos, es decir: esos modos propios del relacionamiento, contra las fórmulas niveladoras de las diferencias, impuestas por el colonialismo.
La Encuesta de tipo exploratoria permitirá conocer problemas de los barrios hacinados, bajo la luz del antiguo contacto de esas comunidades con la producción y el amor a la naturaleza, de donde fueron expulsadas, con la intención de descubrir caminos de retorno a la vida plena desde la infancia.
La soberanía particular de los pueblos sintoniza con los principios de las luchas feministas que buscan revertir el patriarcalismo etnocéntrico. La mirada integral y la valoración de las identidades regionales (con distintos modos de conocer y relacionarse), son expresiones de resistencia a la opresión vertical, uniformadora, colonial, imperialista, patriarcal. El conocernos mediante el diálogo, la comunicación, será entonces un modo de curarnos de colonialidad, es decir: superar el estado de resignación.
El principio de complementariedad entre especies, comunidades, personas, donde importan el equilibrio, el paisaje, supera las jerarquías que reducen al “otro” a un estado de servidumbre.

Diagnóstico
1-Por un lado la situación actual de la biodiversidad en la Argentina y países hermanos, con los graves efectos de la tala rasa, la fumigación con sustancias químicas peligrosas en la agricultura, la erosión del suelo y la contaminación por distintas vías, sobre la vida en todas sus expresiones.
2-Por otro lado, el amontonamiento de millones de personas en barrios sin servicios adecuados, con dificultades para acceder a los alimentos sanos por la miseria que padecen, con una acumulación de problemas sociales que se potencian mutuamente y dejan a multitudes bajo la línea de lo humano (racismo). El hambre, la malnutrición y la dependencia alimentaria nos exigen una respuesta. Millones de personas han sido víctimas del destierro de sus lugares por falta de trabajo, con la consiguiente pérdida de culturas lugareñas (epistemicidio), y frente a ese flagelo estamos atentos a los conocimientos preservados de una u otra forma, con vistas a una paulatina recuperación.
3-El buen vivir supone tiempo para la contemplación y la emancipación, y que las libertades, oportunidades, capacidades y potencialidades de las comunidades se amplíen y florezcan en el equilibrio. Ese mundo contrasta con el apuro de hoy, la violencia impuesta a nuestros barrios, la dominación de unos sobre otros y el saqueo capitalista de los bienes.
4-La distancia ficticia generada por el sistema entre millones de seres humanos, por una parte, y por otra parte amplios espacios hoy deshabitados, usados en muchos casos para una economía de escala con enormes máquinas y prácticas impuestas por intereses ajenos; un sistema que no contempla los daños producidos por el desarraigo y el amontonamiento, ni los derroches de energía, y que es responsable principal del ecocidio en amplias zonas.
5-La naturalización de un vicio muy extendido que permite la apropiación de vastas superficies por particulares (50 mil hectáreas, 200 mil hectáreas, un millón de hectáreas),mientras se talan los montes, y millones de personas son condenadas al destierro; y la necesidad de recuperar tradiciones que ven en la tierra no una mercancía para la especulación y el saqueo sino a la Pachamama donde el ser humano comparte su vida con los demás seres, en sintonía y equilibrio, y con la convicción de que la tierra no es del hombre sino el hombre de la tierra.

Vida comunitaria y
emancipación desde la niñez
La Encuesta del vivir bien y bello y el buen convivir será desarrollada desde el 22 de abril en homenaje al Día internacional de la Madre Tierra, hasta el 10 de setiembre en memoria del revolucionario Reglamento de Tierras de Artigas. No se nos escapa que estamos en el territorio de la Liga de los Pueblos Libres, de antiguas y vigentes resistencias, y donde el apellido Artigas trascendió a Don José a través de su hijo Santiago Artigas, para la época fundacional de las comunidades de inmigrantes, promovidas en tiempos de la Confederación y de Alejo Peyret.
La Encuesta será un mapeo de conocimientos y expectativas de familias que aspiren a vivir en relación armónica con el resto de la naturaleza, lo cual incluye la producción de alimentos sanos, diversos y en cercanía, la elaboración de esos alimentos, y el despliegue de múltiples actividades en base a la filosofía del vivir bien. Se anotarán facilidades y obstáculos, así como puntos vinculados a la organización, la tenencia de la tierra, el consumo de los alimentos, la comercialización, la salud, la conciencia solidaria, por ejemplo.
No vamos por nuevas apropiaciones capitalistas. No buscaremos remedios en la enfermedad. Promovemos una vida comunitaria, no individualista; una vida de complementariedad con las distintas especies y no de saqueo; una vida basada en el compartir y no en el competir, en la comunidad y no en la ganancia, donde el concepto biodiversidad incluya a los árboles, los ríos, el aire sano, los animales y entre ellos el ser humano con su cultura, sus conocimientos, sus artes, sus oficios, sus luchas, sus modos regionales. Y una vida que permita, desde el primer momento, liberar a la niñez del flagelo del hacinamiento que se ha convertido en hereditario, y recuperar los valores de la comunidad, la soberanía alimentaria y la soberanía particular de los pueblos, como bases para la constitución de un país plurinacional, federal e independiente, en hermandad con los demás países de la región. Sabemos que en un estado conviven varias naciones, que la confusión del estado con una nación ha marginado a muchos, y sabemos que las autonomías fortalecen la unidad.

Intenciones
La Encuesta permitirá escuchar voces acalladas, familiarizar a los habitantes de la región con las riquezas naturales (a la comunidad en general), intercambiar conocimientos, abrir horizontes impensados, analizar con espíritu crítico a la tecnología, y facilitar a las comunidades el trazado de planes con participación multisectorial para revertir el proceso de hacinamiento del ser humano y su distanciamiento con el resto de la naturaleza. Eso nos ayudará a poner sobre la mesa un problema clave. Los propósitos se sintetizan en:
1-Facilitar en el ser humano las condiciones para una relación serena con la naturaleza. Revalorizar la conciencia del vivir bien y bello y el buen convivir, la armonía y la complementariedad, que heredamos de nuestras culturas milenarias, bajo el lema “nadie es más que nadie”. Superar los daños de la concepción antropocéntrica y eurocéntrica.
2-Recuperar las actitudes y las posibilidades de vida y trabajo comunitarios. Subrayar el valor de la gauchada y la solidaridad como fuentes de vida sustentable, y curarnos del individualismo.
3-Conocer experiencias de contaminación y depredación, y preservar vastas superficies de la presencia predadora del humano.
4-Analizar las posibilidades de compartir superficies fértiles con sentido comunitario, donde cultivar alimentos sanos en cercanía, en base a la consigna artiguista: “que los más infelices sean los más privilegiados”.
5-Compartir el agua.
6-Combatir el nuevo racismo, liberándonos del hacinamiento.
7-Devolver los caminos al trabajo y la vida serena para todos, frente al terrible flagelo de la desocupación masiva, cuando se presentan multitudes desprovistas de herramientas y oficios porque el mismo sistema pretende convertirlas en sobras.
8-Evitar transportes de grandes volúmenes a grandes distancias, con el consiguiente ahorro en energías, rutas y riesgos.
9-Aniquilar los problemas crecientes de inseguridad por la falta de servicios elementales para muchos, y por el abismo que separa a los sectores miserables de las mercaderías que ofrece la propaganda y que exhiben los ricos.
10-Generar expectativas personales, familiares, sociales, plurinacionales, no con el consumismo y el crecimiento económico sino con la vida plena y austera, el conocimiento, el amor al paisaje y el trabajo digno y compartido. Vida feliz y austera en el sentido de evitar excesos y derroches, evitar el gasto de energías no renovables o contaminantes.
11-Tomar conciencia del rol de los sectores concentrados y minoritarios de la economía que dominan la propiedad y el uso de la tierra, el comercio, los precios, el poder, los medios, la propaganda, y los votos por sus prerrogativas en el acceso a medios y propagandas.
12-Ayudar a nuestras comunidades a sanar heridas del desarraigo, el destierro y el hacinamiento, con medidas reparadoras, y prevenir nuevos ataques a la biodiversidad.

Gradual
La Encuesta será desarrollada como plan piloto de abril a setiembre de 2018 en el territorio de la provincia de Entre Ríos.
Esta elección se fundamenta en que Entre Ríos es (con Santa Fe) la provincia más expulsora de habitantes de la Argentina, donde el desarraigo ha generado miles y miles de taperas y pueblos fantasmas, al mismo tiempo que las familias expulsadas se amontonan en los barrios de las ciudades mayores y en otras urbes del país como Rosario, Buenos Aires o Córdoba.
También se explica porque Entre Ríos posee suelos feraces, clima benigno y geografías cercanas a sectores de alto movimiento económico, lo cual hace más injustas las migraciones.
Se agrega a ello una tradición de luchas, en el litoral, por el arraigo de las familias, el reparto de la tierra y la diversidad biológica y productiva (frutas, pollos, huevos, cereales, carnes, montes, pesca, etc), que contrastan con la resignación al proceso migratorio expulsivo.
Son incontables los llamados de atención de historiadores, economistas, agraristas, políticos, artistas, docentes, periodistas, sindicalistas, cooperativistas, sociólogos, a lo largo de los siglos, y más aún los testimonios de campesinos, en torno de los daños del sistema sobre las comunidades, muchas de ellas literalmente destruidas por la expulsión, el desmonte y la concentración de las riquezas en pocas manos. Adioses, taperas y nostalgias por la comunidad perdida marcan el cancionero regional y la literatura. “Paraná, enferma del mismo mal que todo Entre Ríos, no sabe retener a sus hijos. Los entrerrianos emigran”, escribía Arturo Capdevila hace ya 80 años.
La energía puesta por decenas de asambleas ecologistas en estas dos décadas colabora con la comprensión. También sabemos que la conciencia contra el extractivismo, la contaminación y la puesta en peligro de la salud y el ambiente no puede estancarse en el rechazo o el repudio a las nuevas embestidas del sistema, sino que requiere de una puesta en cuestión del sistema mismo. De lo contrario nos quedaremos llorando o en el mejor de los casos enfrentando los efectos, con dificultades crecientes para cubrir todos los flancos.
Los habitantes del litoral argentino ya no nos podemos hacer los distraídos ante la expulsión porque los resultados hieren los oídos y los ojos. Las voces de alarma no bastaron para revertir el proceso, de modo que las normas siempre resultaron parches, gotas de agua en el mar. Y lo llamativo es que todos los partidos, reformistas o conservadores, han manifestado en sus orígenes inquietudes por el problema del arraigo, y los continuadores suelen relativizar los alcances del mal.
En esto de llorar consecuencias en sociedades alienadas por el amontonamiento, no faltan algunos que buscan un consuelo bajando la edad de imputabilidad, por caso, es decir: cargando las responsabilidades históricas sobre los niños.
Desde nuestras organizaciones hemos estudiado la relación del ser humano y la tierra, hemos recibido colaboraciones diversas, y promovimos en su momento la declaración del maíz como semilla venerable e inviolable, en homenaje a la biodiversidad, a la soberanía alimentaria y la simbiosis del ser humano y sus alimentos. En todos nuestros documentos redactados durante una década figura la inquietud por el paisaje, desde una mirada de cuenca.
La Encuesta se constituirá en una fuente de información e interpretación fundamental para el necesario análisis de situación de la economía, y de la sociedad argentina víctima de macrocefalia y migraciones forzadas. También facilitará el encuentro de familias en situación de hacinamiento y con actitud para emprender otros compromisos.

Requisitos
Mientras se desarrolle la Encuesta durante cinco meses, nuestras organizaciones evaluarán con sus miembros y distintas entidades hermanas e instituciones los requisitos necesarios para cumplir con el arraigo y la organización de comunidades, y con la preservación del ambiente sano.
Temas: encuentros de estudio y concientización, saberes de los pueblos sobre la relación con la naturaleza; trazado de corredores de biodiversidad en las cuencas de los principales ríos y arroyos; modos de preservar, recuperar y difundir conocimientos campesinos; estado de la educación pública; experiencias cercanas de agricultura familiar; capacitación, herramientas, intercambios; caminos transitables, tecnología de comunicación; tierras del estado, modos de adquisición de parcelas en cercanía de las centenares de comunas de la región para el trabajo comunitario; estado de las distintas comunas y zonas que en los últimos 70 años perdieron habitantes y condiciones para revertir el proceso; participación de personas, organizaciones e instituciones y modos de decisión en base a los conocimientos.
A la vez se analizarán con mayor detenimiento (y con el auxilio de estudiosos de estos temas), los obstáculos que se presentan en los distintos barrios, no sólo las villas miseria sino también otros asentamientos, para el cumplimiento de condiciones de vida saludables y el desarrollo de lazos comunitarios. Y se observarán las ofertas de trabajo real de las zonas con mayor concentración de la propiedad de la tierra, considerando que no pocos terratenientes ofrecen un puesto cada 1.000 hectáreas, con el auxilio de tecnología no apropiada.

Compromisos
Todas las actividades de nuestras organizaciones son gratuitas, sin excepción, tanto los encuentros de concientización como la Encuesta en sí, las gestiones y la difusión del proyecto.
Los resultados de la Encuesta ayudarán a diagnosticar el estado de cosas con mayor amplitud, y promover un cambio profundo en la concepción del humano en relación con la Pachamama. Y servirán para la organización de las comunidades con fines propios, autónomos. Convencidos de que el conocimiento colaborará con la emancipación.
Paraná, Entre Ríos. Verano de 2018.

*Junta Abya yala por los Pueblos Libres
*Programa Por Una Nueva Economía, Humana y Sustentable de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER
*Colectivo Trabajadores Por la Ventana
*Grupo de Reflexión Ambiental Mingaché

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Cuestionario.
1-¿Qué conocimientos tienen en torno de la chacra, el cultivo de vegetales, la crianza de animales, la labranza del suelo, los usos medicinales de las plantas? ¿Dónde los aprendieron?
2-¿Cómo se ha manifestado el éxodo rural en la zona que conocen?
3-¿Cómo participan las comunidades de esa zona en la producción? ¿Cuál es el origen de los alimentos que consumen?
4-¿Qué han visto y qué les preocupa en torno de la protección o la contaminación del ambiente?
5-¿Imaginan a los chicos y los jóvenes trabajando en relación con el suelo, en algún rubro, o descartan esa posibilidad para el futuro? En caso que les interese ese camino, ¿qué se los impide?
6-En el supuesto de que decidieran hacer huertas en la familia, ¿cuántas hectáreas creen que necesitarían? ¿Y qué otros servicios y herramienta? ¿Y para el  intercambio o el comercio de los productos?
7-¿Qué servicios consideran fundamentales para arraigar en zonas menos pobladas? ¿Tienen vivienda propia? ¿Les gustaría tener vivienda por auto construcción? ¿Dónde les gustaría vivir?
8-Ven disposición entre ustedes y sus vecinos para emprendimientos comunitarios, asociativos? ¿O prefieren actividades individuales?
9-¿Cuáles son los aspectos positivos de la vida en los barrios, y cuáles los negativos? Entre la vida urbana y la vida rural, ¿prefieren una de las dos? ¿O les da lo mismo?
10-¿En qué rubro trabajan actualmente (ustedes o sus padres) y en qué les gustaría trabajar en el futuro? Si por algún motivo recibieran la posibilidad de realizar tareas en relación con el suelo en forma cooperativa, ¿qué es lo primero que se les ocurre? ¿Qué herramientas aportarían, qué necesitarían? ¿Aceptarían capacitación? (Abejas, tambo, gallinas, polos, huertas, agricultura, frutales, ganadería, maderas, textiles, trabajos artesanales e industriales vinculados, alimentos, herramientas, comercialización, viviendas, otras posibilidades, etc.)











[1] Digresión del editor humano (bastante antiguo): El software editor (moderno) ni siquiera reconoce el término sulky en ninguna de sus formas de escritura.