«La reconquista de un grado de autonomía creadora en un dominio particular reclama otras reconquistas en otros dominios" (FÉLIX GUATTARI, "Las tres ecologías")
En
una columna publicada por el diario Clarín este sábado 28 de Julio
y titulada “Ya no quedan tesoros que saquear”, el historiador
Luis Alberto Romero ha hecho un repaso de lo que entiende son las
raíces de las resistencia al ajuste fiscal que hoy está ejecutando
el gobierno macrista. En primer lugar, el Prof. Romero se remonta a
la época del primer peronismo para cuestionar una política que
condujo a la sociedad argentina “a vivir por encima de sus
posibilidades”, citando a Tulio Halperín Donghi para hacer
referencia a aquellos “años dorados” que van de 1946 a 1948 (1).
El
aumento del empleo estatal y el reparto de subsidios, privilegios y
prebendas a empresarios, el proteccionismo ineficiente y la elevación
del consumo popular, son algunas de las grandes causales de esa
deformación estatal y económica que tanto preocupa a Romero como a
muchos otros políticos, empresarios, periodistas y ciudadanos
argentinos. Derechos sin contrapartida de obligaciones es el
argumento central de ésta crítica. El historiador reconoce que los
grupos de interés organizados -las corporaciones- “nacieron y
crecieron junto al Estado” pero a la hora de hablar de los que
“mordieron privilegios” sólo cita a los azucareros tucumanos en
1876. Esto, entre otras consideraciones que lamentan una política
que no siguió las “reglas del mercado”, que se acostumbró a la
emisión y a la creación de impuestos, y que al final siempre
sobrevive gracias a la gran gallina agropecuaria de los huevos de oro.
El Gral Perón y su ministro
Miguel Miranda
Es
extraño que, a estas alturas del debate histórico-político, un
estudioso como el Prof. Romero repita, más o menos, el discurso del
sentido común liberal y conservador argentino. Claramente, nos vemos
obligados a refutar el planteo del autor de ésta nota, y para ello
vamos a seguir la reflexión histórica que Rodolfo y Julio Irazusta
hicieron en “La Argentina y el Imperialismo Británico”, aquel
memorable trabajo que dio comienzos al revisionismo histórico
nacionalista en nuestro país, y que fue escrito como respuesta
profunda al infame Tratado Roca – Runciman, que la Argentina
liberal firmó con el gobierno británico en 1933.
EL DESPILFARRO Y EL GASTO A CUENTA VIENEN DE LEJOS
Podemos
y debemos discutir, por supuesto, los errores y contradicciones del
peronismo, como los errores, arbitrariedades y traiciones al pueblo
de los demás gobiernos, lo que no podemos es endilgarle a un sólo
gobierno ciertos defectos estructurales de nuestra política y
nuestra economía. Si vamos a buscar antecedentes de una política
que quiso vivir por encima de nuestras posibilidades, debemos
remontarnos hasta la llegada de Bernardo Rivadavia al poder y hasta
el inicio de la deuda externa con aquella primer gran estafa liberal
en Argentina que fue el empréstito Baring Brothers.
En
la misma línea ideológica del presidente de unos pocos que hizo
famoso el sillón donde los mandatarios se sientan a hacer éste tipo
de política, podemos sumar el decreto de libre comercio que, a
pedido de los capitalistas británicos, firmó la Primera Junta el 26
de Mayo de 1810 o, un poco más atrás, la Representación de los
Hacendados escrita por Mariano Moreno, que parece ser el molde
ideológico del que han salido casi todos los discursos liberales en
ésta tierra, hasta llegar al del propio Romero. ¿No es vivir por
encima de nuestras posibilidades, vivir en la lógica del “libre”
mercado y del endeudamiento permanente? ¿Quién dice cuales son las
posibilidades y para quienes son?.
El
libro de los hermanos Irazusta termina con una imprescindible
“Historia de la Oligarquía Argentina”. En ella, se ubica a
Rivadavia como parte de los partidarios del “progreso” cuyos
principios eran “habilidad o riqueza”, contrariamente a los
partidarios de la “independencia”, cuyo principio era “el
patriotismo sobre todo” (2). Hoy podemos ampliar aquel trabajo
histórico pionero de esos nacionalistas entrerrianos, pero no
podemos dejar de valorar su línea de reflexión y la documentación
de los hechos que la sustentan.
Portada del gran libro de los Irazusta
que inició el revisionismo histórico en 1934
¿No
fueron despilfarro e irresponsabilidades todas las leyes y políticas
que los gobiernos argentinos han ejecutado a favor del capital
extranjero? ¿No fueron irresponsables las leyes a favor de los
ferrocarriles y frigoríficos británicos, por ejemplo? ¿No fue
contra la inmoralidad administrativa la Revolución del Parque en
1890? ¿No fue para acomodo político de algunos de sus miembros y
familiares que la oligarquía promovió el golpe de 1930? ¿No eran
cuestionados los modos punteriles del caído yrigoyenismo por esos
mismos golpistas? ¿No han sido despilfarro e irresponsabilidades
todas las políticas argentinas a favor de las empresas
transnacionales y del capital financiero buitre? ¿No fue despilfarro
la estatización de la deuda privada que Domingo Cavallo decidió
como funcionario de la última dictadura cívico-militar? ¿No fue el
propio gobierno peronista de Menem el que “achicó el Estado” con
su política neoliberal? ¿Qué tipo de discriminación se juega
cuando quiere definirse sesgadamente la idea de despilfarro estatal o
de irresponsabilidad política?.
Don
Julio Irazusta insistía en que la nacionalización forzada y mal
administrada de los ferrocarriles llevada adelante por el gobierno
peronista -lo mismo que otros acuerdos- había sido una nueva página
del Tratado Roca-Runciman: buen negocio para los británicos, mal
negocio para la Argentina. “Perón repite a Julio Roca” subtituló
provocadoramente Julio Irazusta un capítulo de su libro “Perón y
la crisis argentina”, escrito en 1956. Y sobre la emisión, la
inflación y la irresponsabilidad política y fiscal, el propio
historiador de Gualeguaychú señaló detalladamente como el régimen
conservador anterior a Perón ayudó a pagar la guerra a Gran Bretaña
dando grandes facilidades y privilegios a la astuta Albión,
agravando así los desequilibrios estructurales de la economía
argentina. El gobierno militar de 1943 -del que Perón fue parte- no
modificó este régimen, y tampoco el peronismo en lo macro, según
Irazusta (3).
PUJAS SIN REMEDIO
En
otra parte de su nota, el Prof. Romero dice bien que, después de
1955 -del golpe contra Perón- se desplegó una puja intercorporativa
para dominar el Estado cuya burocracia fue colonizada, pero luego
agrega que ni el propio líder justicialista pudo contener el propio
conflicto político y social, y fracasó en 1974. Nadie discute las
grandes contradicciones del peronismo en esa época; tampoco vamos a
desconocer las grandes contradicciones de la época en sí. Hay un
sólo problema: el Frejuli tenía un Plan Trienal pero Perón murió
el 1ro de Julio del año citado por Romero como año de su fracaso.
No ya historiográfica y políticamente sus simplificaciones son
discutibles, sino también filosófica, espiritual y biológicamente.
Es tan cierto que a Perón le costó contener el debate y las luchas
populares como que les costó tanto o más a los gobiernos
anteriores. Por otro lado, es difícil entender como parte de luchas intercorporativas a aquellas luchas por la liberación nacional y social que cuestionaban fuertemente al burocratismo político y gremial.
Luego
Romero nos dice que “desde 1976, el remedio fue achicar el Estado”
y es una enorme pena no leer aquí ni una línea reflexiva y crítica
sobre la barbarie política desatada por el golpe de ese año nefasto
de la historia argentina. Tampoco el autor dice nada sobre el
discurso liberal procesista como coartada para sostener la más
grande estafa económica y política -y tal vez la más criminal- de
nuestra historia. Como ya Rodolfo Walsh lo dijo todo con claridad en
su Carta Abierta a la dictadura, eso nos exime de mayores comentarios
(4).
En
seguida, el Prof. Romero dice que “durante los siguientes cuarenta
años, cada uno de los gobiernos, con distintas intenciones y
argumentos contribuyó a la erosión de un estado cada vez más
gordo, dadivoso y vulnerable, afectando su capacidad de gestión y
control, su burocracia e institucionalidad”. Se nota entonces que
“el remedio del achique” no fue tal -o que se achicaron algunas cosas y otras no-, y que si el estado engordó
de burocracia y clientelismo, lo que se erosionó es otra cosa, será
la capacidad política y estratégica del Estado, más que la de
gestión. Es cierto que con más burocracia hay peor gestión, pero
más cierto es que la pobreza de la gestión se define primero por
las políticas que se aplican, especialmente las económicas, que son
decisivas en la vida social. A mayor ajuste y dependencia del capital
transnacional usurario, más pobreza de gestión política. O dicho
de otro modo, a mayor vaciamiento de la política como herramienta de
transformación social, mayor desarrrollo de la política como
negocio electoral y estatal. Para muestra, mirar la realidad.
LAS DOS CARAS DE LA IRRESPONSABILIDAD POLÍTICA
No
se entiende como la “caída estatal” puede definirse sólo por
las estadísticas de incremento de la burocracia ni mucho menos como
sólo ésto puede conducir a una sociedad al aumento de la pobreza.
Claro que el clientelismo y el burocratismo son una cara de la
irresponsabilidad política, pero la otra -o la primera- es el
despilfarro de los recursos del pueblo a favor del capital
multinacional, especialmente los miles de millones que se tiran a los
grandes buitres de las finanzas. Y ésto como parte de las políticas que benefician a unos pocos de afuera y de adentro. ¿Sólo un desocupado con plan
social o un pobre asistido son vagos que viven a costa de los
impuestos que paga el pueblo? ¿Y la otra vagancia sentada en los
directorios de los bancos y de los fondos buitres?. ¿Y los políticos
que hace años viven de la política, es decir de la plata del pueblo
¿Vamos a mirar la irresponsabilidad política con un sólo ojo?. ¿No
es una irresponsabilidad ser funcionario y tener la plata en otro
país?. Por lo demás, ¿qué tipo de “vida más allá de sus
posibilidades” tiene un jubilado común en Argentina?. ¿No debería
la política aprender del pueblo trabajador, que se las arregla con
lo que tiene? ¿No debería la política tomar algo del ejemplo de la ancestral ética nativa del buen vivir equilibrado social, cultural y
naturalmente? ¿No debería el debate público evitar un simplismo ideológico que termina siendo funcional al saqueo que no quiere ver, como el lado oscuro de la luna?.
Para
Romero, como para otros, el gobierno actual fue votado “para
normalizar el país” y éste es “un cambio digno de Hércules”
que resisten las organizaciones de la Argentina corporativa. Estas
“no piensan más allá de sus intereses en el interés colectivo”.
¿Recortar jubilaciones, sueldos y empleos es pensar en el interés
colectivo? ¿Recortar derechos sociales y pagar 47% de interés
bimillonario a la banca por la compra y recompra de “letras” de
crédito es pensar en el interés colectivo? ¿Todos los derechos son
prebendas? ¿No es prebenda y privilegio el 47% de interés en un
préstamo? ¿No se podría generar ahorro interno de distintas
maneras y una distribución justa de la austeridad, empezando por los
que más tienen y más ganan en la política, las empresas y las
finanzas? ¿No fue con exigencia de sacrificio parejo como San Martín
construyó una movilización liberadora desde la gobernación de
Cuyo?.
La gran timba política y financiera de las Lebacs
con la plata y el sacrificio del pueblo
Termina
Romero diciéndonos que hoy “hay un consenso genérico de la
necesidad de recortar el gasto fiscal” y que “no hay más Estado
potente ni tesoros que saquear”. Primero habría que analizar
quienes son los consensuadores genéricos, si tienen ese consenso del
que hablan, y después ver de nuevo que entienden por recortar el
gasto fiscal, o mejor dicho, que parte del gasto fiscal piensan
recortar y cuál no. Insistimos en pensar con justicia como dijimos
más arriba: como dijo Arturo Jauretche, “o es para todos el
invierno, o es para todos la cobija”. Y sobre los tesoros,
preguntarle a las petroleras instaladas en Vaca Muerta, a los
empresarios de la bioeconomía, a los evasores y saqueadores de las
empresas mineras, a los grandes monopolios cerealeros y al negocio
agrotóxico, a los marketineros de la vida y las emociones sociales, a los que viven de los intereses de los créditos y
a los norteamericanos que felicitan y tientan a los jóvenes cerebros
argentinos, como a esos brillantes estudiantes de la UTN que hoy
distribuyen manos ortopédicas gratuitas con su ONG Atomic Lab (5).
¿No
agravamos, con éste tipo de afirmaciones, el viejo complejo de
inferioridad política y el derrotismo que los liberales argentinos
se han empeñado en inyectar permanentemente a la sociedad? ¿No
sería mejor pensar otras ideas y otras políticas para salir
adelante con justicia y responsabilidad entre todos? ¿No sería
mejor evitar que nuestra historia también sea objeto de saqueo
ideológico?.