-Unos
apuntes para la Otra Historia de la Historia
y
para la Historia del Mundo Entrerriano-
Atardece
en el Palacio San José ese Lunes 11 de Abril de 1870. El gobernador,
y ex presidente Urquiza, está tomando mate debajo del corredor,
charlando de sus negocios políticos con algún colaborador.
Subestima las amenazas contra su vida. Subestima al pueblo profundo
entrerriano y a los milicianos federales y sudamericanos. Tiene
mucho, mucho dinero, riquezas, poder económico y político, y con
eso, poder policial y militar. Cree que será intocable para siempre.
Dice, intuye públicamente, desde hace unos nueve años que ha hecho
“sacrificios” políticos y que será ferozmente incomprendido,
pero no hace caso a los avisos de sus partidarios.
El Palacio San José, en Concepción del Uruguay
Hace
pocos días, en Febrero del mismo año, ha recibido con honores
excesivamente fastuosos al Presidente Sarmiento en el Palacio. Quiso
el General Urquiza hacer ostentación amable y paritaria de su
riqueza y de su poder “civilizados” para asombrar al presidente
unitario. El sanjuanino ha llegado a Entre Ríos en un buque llamado
“Pavón”. Duelo de chicanas entre políticos burgueses
“civilizados”. Pavón es uno de los peores recuerdos para los
panzas verdes: es el lugar de una batalla que se entregó a los
porteños sin luchar hasta el final, es el día maldito de 1861 (hace
nueve años) en que Urquiza eligió el camino de la subordinación al
poder central para potenciar sus intereses privados. Hasta ahí, sus
intereses se combinaban con expansión política y esa expansión
contenía y movilizaba la dignidad popular entrerriana.
El
pueblo trabajador mirá asombrado, revuelto y lleno de indignación
ese espectáculo político bochornoso del poder. Para muchos es la
gota que rebalsa el vaso. “El General se ha vendido a los porteños”
repiten muchos desde ese 1861. Urquiza le da la espalda a las
rebeliones federales en toda la Confederación Argentina -El Coronel
Berón en La Paz fue uno de los espíritus rebeldes de ese momento
inmediatamente posterior a Pavón-. Las montoneras allá en las
provincias y acá le reclaman al caudillo públicamente jugarse, y
nada. Avanzan Mitre y cía masacrando a los pueblos. Los enemigos de
los pueblos libres de Sudamérica -mitristas, colorados uruguayos,
burgueses brasileños- se unen y destruyen Paysandú a principios de
1865. Muchos entrerrianos combaten y mueren solidariamente en la
tierra sanducera junto a Leandro Gómez por convicción federal,
americana y popular. Urquiza nada. Peor, hace negocios con la guerra.
Paysandú bombardeada
Esas
oligarquías enemigas formalizan su “Triple Alianza”, aliada al
imperialismo británico como siempre y más que nunca, y masacran
también al pueblo paraguayo en una guerra infame. Urquiza ha
acordado con Mitre ir a esa maldita guerra, pero una parte de la
tropa popular entrerriana se le subleva en Basualdo y Toledo. Su
autoridad ya no es tal porque está subestimando al pueblo. Se enoja,
hace perseguir a los rebeldes, le pide al propio y leal López Jordan
que “respecto a los autores de la deserción de Nogoyá y del
Paraná se hace necesario capturarlos, procesarlos y remitirlos
tanto, como digo, los de Nogoyá como los de María” (1). Es la
moral política del pueblo y su lucha la que forja los grandes
momentos históricos, los caudillos ascendien y descienden según
interpreten y conduzcan -a su manera, que hay que discutir-
esa moral política popular. Algún día el
pueblo se dará cuenta que no necesita caudillos y que puede sólo.
En
1868, el General pierde la “elección” de Presidente que gana
Sarmiento, apoyado por Mitre, y toma la peor decisión que podía
tomar: se presenta a la reelección -ese mismo año- como gobernador
de Entre Ríos, cerrando el camino -una vez más- a su fiel
lugarteniente e inquieto Ricardo López Jordán (hijo), coronel
ascendido a General por el último presidente confederal, Santiago
Derqui.
Justo José de Urquiza
Es
unánime el criterio entre todos nuestros historiadores, y sobre todo
los historiadores urquicistas -Beatriz Bosch, Leoncio Gianello,
Leandro Ruiz Moreno, Facundo Arce- del grave error reeleccionista de
Urquiza. Esa decisión política -que será la gran decisión
política final- del gobernador, ahoga las expectativas de defensa
soberana de la dignidad entrerriana, de los anhelos federales y de un
mejor futuro político y social, y le aclara definitivamente el
panorama a muchos en Entre Ríos: el último Urquiza es el Urquiza
real, y ese Urquiza que parecía representar y potenciar al
pueblo va a tener que dejar paso al pueblo al que ahora claramente
está oprimiendo.
Es
mucho ya lo que se le soporta a Urquiza. Ha entregado, ha privatizado
parte de la recaudación tributaria de la provincia y el
arrendamiento de los campos dejando todo en manos de Antonio
Fragueiro -el “Contrato Fragueiro”-. Todo siempre a cambio de
recaudación arbitraria y apremiante, créditos, guita fácil,
supuesta gobernabilidad, pero ahora todo más patético, miserable,
patente, inoportuno e inaceptable que nunca. El pueblo mastica
bronca, los intelectuales militantes del periodismo no ahorran
críticas públicas al ex presidente: se expresan con fuerza, y
luchando contra presiones y censura, Francisco F. Fernandez, Olegario
V. Andrade (un tiempo), Evaristo Carriego y José Hernandez quien un
par de años después compondrá el mítico Martin Fierro, muy
probablemente inspirado en la rebelión y derrota jordanista, pero
con una interpretación muy subjetiva, de clase, compleja y tan rica
y contradictoria, del propio Hernandez.
Se
escucha el galope cercano de los caballos que vienen con sus jinetes
ese atardecer del 11 de Abril. Urquiza no da importancia, será uno
de los tantos mensajes que espera o alguna consulta, o alguna visita.
El galope no se detiene. Se escuchan gritos. “¡Muera el traidor
Urquiza, Viva López Jordán!”. El tiempo cotidiano se corta de
pronto, como el aliento, y la conciencia tal vez se da cuenta de que
está entrando en otro tiempo, el tiempo histórico. Urquiza manda a
cerrar los portones del Palacio: ya es tarde, la Historia ya pasó
por la puerta sin pedirle permiso, por primera vez sin pedirle
permiso, y será sin permiso para siempre.
Urquiza
no lo sabe, pero está todo planeado hace varios días. Los
revolucionarios están encabezados por los infatigables e
irreductibles hermanos Querencio -Mariano y Carlos- y José
Mosqueira, entre otros. Varios de ellos han estudiado en las escuelas
que ha creado el propio Urquiza hace tiempo, como el gran Colegio del
Uruguay que dirigió Alberto Larroque, y vienen a demostrar que los
frutos de la dinámica educativa pueden ir más allá de las
intenciones del sistema y del poder hegemónico. O que pueden hacerle
saber al poder, en cualquier momento, que está traicionando las
cosas que hace enseñar en las aulas y en los actos, y que el pueblo
tiene derecho a hacerselo saber de la manera que le parezca, buscando
con justicia salir de la impunidad y la hipocresía.
Carlos Querencio, a la derecha, en
Fermín Chávez, "Vida y Muerte de López Jordán"
Casi
cien años después, hombres de Fe, solidarios y comprometidos,
tuvieron que concluir con claridad que se debe comprender y no se
debe confundir la violencia injusta de los opresores que sostienen
este “nefasto sistema”, con la justa violencia, la justa defensa
propia popular y la acción de los oprimidos, que se ven obligados a
recurrir a ella para lograr su liberación.
Urquiza
corre a buscar un arma, sus hijas le gritan que se proteja. Lo hace,
pero será inútil. Hace tiempo la Historia Entrerriana lo busca para
ajustarle cuentas. Se ha preparado estratégicamente su final. Ha
habido reuniones en Concordia, donde mastican odio y sed de revanchas
“blancos” orientales traicionados en Paysandú. Ha habido
reuniones en la estancia de López Jordan, en Arroyo Grande, punto
estratégico entre Colón y Concordia. Pero López Jordán sólo
quiere que apresen al General y lo envíen al exilio, tal vez a
Europa. Los revolucionarios le dicen que sí, pero harán otra cosa:
van a cortar el mal de raíz, van a liquidar a Urquiza y a sus hijos,
a sus posibles sucesores políticos. Los revolucionarios están
decididos a todo, sólo quieren que la prestigiosa figura de López
Jordán encabece el gobierno posterior a la revolución.
Urquiza
dispara e hiere al pardo Ambrosio Luna, pero un tiro del tuerto
Alvarez -o del propio
Negro Luna- hiere al
General en el pómulo. Su fin está cerca. Es grande para caer, pero
ya cae. “El general
cayó en el vano de la puerta y en esa posición Nico Coronel le pegó
dos puñaladas y tres el cordobés Luengo, que
venía de militar” (2), dicen las crónicas. Entrerrianos
-algunos quieren contar el número, como
en las elecciones-,
orientales, correntinos y cordobeses han hecho justicia. Un
día se tenía que terminar tanta infamia política y social. Son
los espectros heroicos de Pavón, de Paysandú, de Basualdo y de
Toledo que vienen a buscarlo.
Va a tener que hacerles compañía en el infierno que el propio
General ha pactado y desatado. Son
su mano de obra de siempre, que
están hartos de la política transera y
versera, que por una
noche
decidieron no ser sus
peones.
Representación de la muerte de Urquiza
Los
milicianos federales han realizado una acción revolucionaria que se
clava para siempre como
bandera en la Historia
y la conciencia de los entrerrianos, de
los provincianos
federalistas y de los
sudamericanos. Van a
tener que hablar para siempre de atentado y revolución los que
hablen del pueblo entrerriano y repasen sus gobernantes, sus
políticos y su historia. Podrán
entregar y saquear la provincia y
el país, podrán
intentar esconder o maquillar la historia con sus discursos de salón
o su anecdotario historiográfico insípido y berreta, pero el hecho
estará para siempre, latente,
soberano
e interpelante. Es
la decidida acción revolucionaria del pueblo la que hace la historia
grande.
“Una
muerte mil veces merecida”, escribe el jordanista José Hernandez
sobre la acción del 11 de Abril. Y
el designado nuevo gobernador de Entre Ríos, Ricardo López Jordán
dice sincera y públicamente en su memorable mensaje de asunción:
Ricardo López Jordán (h)
“...He
deplorado que los patriotas que decidieron salvar la instituciones,
no hubieran hallado otro camino que la víctima ilustre que se
inmoló, pero no puedo pensar en una tumba cuando veo ante mis ojos
los hermosos horizontes de los pueblos libres y felices.." (3).
La
revolución entrerriana tuvo que resistir después la infame invasión
del ejército nacional sarmientino. La dignidad y el coraje panzas
verdes, casi siempre a caballo, resistió masivamente en muchas
batallas por la defensa de la soberanía entrerriana -repetimos, se
habla de soberanía en los documentos históricos, y no de
“autonomía”- hasta que fue derrotada militarmente por las
“modernas y civilizadas” ametralladoras nacionales sarmientinas y
roquistas. Los Querencio masticarán bronca estratégica contra Lopez
Jordán en su exilio oriental después (4). De todas maneras, quedará
para siempre en la conciencia de los buenos entrerrianos la consigna
jordanista frente al atropello, el ajuste centralista y la entrega:
“¡El
que no defiende a Entre Ríos es un traidor” (5).
Defender la soberanía entrerriana,
impreso jordanista del 20/8/1870, en
Leandro Ruiz Moreno, "Entre Ríos 1862-1930"
(Historia Arg.Contemporánea, Academia Nacional de Historia,
El Ateneo, BsAs, 1967, p.223)
Prof.
Mauricio Castaldo – 2/4/2016
María
Grande – Entre Ríos
Urquiza
tal vez alcanzó a pensar, tal vez sintió -aquel 11 de Abril- que su
poder dejó de ser real porque el pueblo se había dado cuenta que
era un poder ideológico. La pólvora, los puñales y la sangre
fueron testigos de la Historia.
PALACIO SAN JOSÉ
Sigue
siendo irreal. Un espejismo
que
atravesó los mares y la historia.
Un
perenne artificio. La ilusoria
visión
de un General. El egoísmo
o
la compleja vanidad de un hombre
que
concibió el esplendido escenario
para
su eternidad, y el temerario
puñal
de la traición sobre su nombre.
Nada
es real. Ni el lago ni la alfombra
de
rosas que a Sarmiento recibiera,
ni
la sala de espejos, ni la sombra
de
un fugaz centinela de ceniza.
Solo
una cosa, acaso, es verdadera.
Una
mancha de sangre: la de Urquiza.
Juan
Manuel Alfaro
NOTAS:
(1)
Fermín Chávez, “Vida y Muerte de López Jordán”, BsAs,
Theoría, 1957, p.150.-
(2)
“El
asesinato de Urquiza”,
en
http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/organizacion_nacional/el_asesinato_de_urquiza.php
(3)
“Documentos
y Proclamas Jordanistas”, en
https://sites.google.com/site/eljordanista/Home/proclamas-jordanistas
(4)
Fermín
Chávez,
ob.cit,
p.268.-
(5)
Leoncio Gianello, “Historia de Entre Ríos”, Paraná, 1951,
p.457.-
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