El Paraíso Perdido según William Blake
“Podemos comprender la
relación del ser de los humanos
con el ser de todos los
seres si seguimos la indicación
del pensamiento simbólico”
PAUL
RICOEUR
“Los hombres sintieron
primero necesidad; después buscaron
utilidad; seguidamente se
preocuparon de su comodidad;
todavía después se
divirtieron placenteramente; más tarde,
el lujo los volvió
disolutos y finalmente, se han vuelto
locos y han perdido su
sustancia”
GIAMBATTISTA
VICO
Principios
de Ciencia Nueva
“Se
trata de pasarse de la raya. Sí, tiene que ver con eso.
No
lo había pensado, pero sí, claro. O sea, en definitiva
todo
el conflicto viene porque se pasaron de la raya”
SELVA
ALMADA
“Inconfundible
luz de provincia”
Entrevista
de Patricia Kolesnicov, Revista Ñ,
BsAs,
12/9/2020
El
Génesis Bíblico ha dado lugar a innumerables interpretaciones. ¿Qué
lecturas podemos hacer hoy en medio del drama histórico
postmoderno?. ¿Hay hay alguna clave de lectura que no hemos
explorado?. Para nosotros, simbólicamente puede pensarse la imagen
del árbol del bien y del mal como un límite ecológico a la par que
moral. Primeramente, antes de avanzar en la biohermenéutica
ecológica de la introducción bíblica que proponemos, trataremos de
establecer algunas bases de acuerdo sobre la idea de Dios, para que
tratemos de entendernos creyentes y no creyentes. El trabajo
hermenéutico es un trabajo de interpretación, de diálogo cuidadoso
y crítico a la vez, y sobre todo es un trabajo de comprensión del
horizonte histórico y cultural de las y los autores de un texto, de
los debates y la complejidad de su contexto y de la articulación del
análisis de esa experiencia con nuestro propio horizonte epocal.
Para
los cabalistas como Michael Laitman, cuando hablamos de la Naturaleza
o de las leyes de la Naturaleza nos referimos al Creador, y
viceversa, cuando hablamos del Creador nos referimos a la Naturaleza
o a sus leyes como sinónimos. Para Leonardo Boff, Dios es energía
suprema, espíritu, futuro absoluto, pasión infinita de comunicación
y expansión. Concepciones como éstas, cercanas al panteísmo o al
panenteísmo -al Dios que es Naturaleza o al Dios que es Naturaleza y
Universo aunque los trasciende- nos permiten establecer puentes de
diálogo con otras religiones y cosmovisiones, y nos permite buscar
un entendimiento entre los que creen y los que no creen.
En
los capítulos del Génesis pueden observarse dos concepciones
vitales: la primera, que historiadores como Lynn White han denominado
“monárquica” nos muestra a los seres humanos, creados a imagen y
semejanza de Dios, que reciben el mandato de llenar la tierra y
someterla (Gen 1, 28). En la segunda concepción, Dios ha creado el
Jardín del Edén, el paraíso, y ha puesto a las y los humanos a
cultivar y cuidar el mismo (Gen 2, 15). En seguida el
Dios-Yahvé-Naturaleza marca un límite: “puedes comer de cualquier
árbol que haya en el jardín, menos del árbol de la Ciencia del
bien y del mal; porque el día que comas de él, morirás sin
remedio” (Gen 2, 16-17). Las y los estudiosos de los textos
sagrados nos explican que “Adán” y “Eva” son conceptos
simbólicos, que el primero está refiriéndose a la Humanidad y el
segundo a la Vida. Las y los escribas bíblicos están reflexionando
profundamente sobre los dramas humanos en el marco de su espacio de
experiencia. El drama ampliado que vivimos a principios del Siglo XXI
donde la deforestación, la contaminación, el saqueo de los bienes
comunes, la superexplotación ambiental y social, ponen en peligro la
vida en el planeta, parece aclarar aquel mandato de reconocer los
límites para no morir sin remedio. Las dos concepciones que se
atravesaban en esos debates y luchas del Cercano y Medio Oriente
asiático parecen mostrar las dos posibilidades, los dos caminos que
los humanos tenían en su transición al neolítico.
EL
DRAMA NEOLÍTICO, LAS POSIBILIDADES Y TENSIONES HUMANAS
“La neurosis es la forma
de evitar la nada
evitando el ser”
PAUL
TILLICH
“El
coraje de existir”
“Padre
decidme
qué
le han hecho al río
que ya no canta.
Resbala
como
un barbo
muerto bajo un palmo
de espuma blanca...”
JOAN
MANUEL SERRAT
“Padre”
“...La
Biblia no descarga la culpa en los otros, sino que
devuelve el problema y pone
al hombre ante su propia
conciencia.
Ella quiere que cada uno descubra en sí
a
Adán y a Eva...”
CARLOS
MESTERS
“Paraíso
terrestre. ¿Nostalgia o esperanza?”
Génesis
2, la introducción del yahvista, explica Ariel Alvarez Valdez,
contiene las tradiciones más antiguas de Israel, el pueblo de Dios,
el pueblo trabajador y oprimido del Cercano y Medio Oriente antiguos.
Fue escrito probablemente hacia el Siglo VIII aC. Génesis 1 es
posterior, se le atribuye a un grupo de sacerdotes judíos del siglo
VI aC en el marco del cautiverio de su pueblo en Babilonia. Para
reafirmar su fe en el marco de las tentaciones culturales-zoomórficas
y materiales babilónicas, estos sacerdotes expresan un reinado del
ser y del espíritu más allá de esas idolatrías. Esa concepción
religiosa a la defensiva fue interpretada después lamentablemente
como “monárquica”, como legitimación del dominio humano sobre
la Naturaleza. La compilación bíblica, que incluye las dos
versiones del Génesis y que conocemos hoy, fue realizada hacia el
siglo IV aC. Quién la haya realizado prefirió arrancar con la
visión sacerdotal. Nosotros volveremos sobre la tradición más
antigua, la del Génesis 2, que conecta con las tradiciones,
creencias y mitos más lejanos de esos pueblos que entre los ríos
Tigris y Eufrates iniciaban la revolución meso y neolítica, la
etapa en que los primeros humanos pasaban de ser
cazadores-recolectores a habitantes de las primeras ciudades en el
marco del descubrimiento de las técnicas de la agricultura y la
ganadería. La y/o el o los escribas de Génesis 2, inspirados por su
fe, expresaron simbólica y éticamente los dramas y las alternativas
vitales de esas primeras sociedades humanas mesopotámicas.
Reinterpretaron y discutieron las creencias de su región y de su
época de manera poética y profunda: fueron hermeneutas
extraordinarios.
En
medio del Edén estaban el árbol de la Vida y el árbol de la
Ciencia del bien y del mal (Gen 2, 9). Yahvé pone a Adán, a la
humanidad y a Eva, la vida, a cuidar ese paraíso ecológico
originario, con un mandato de prudencia. Tentada y engañada por la
serpiente, la vida social neolítica come del fruto prohibido, se
pasa del límite ambiental y moral sostenible e inicia lo que la
tradición religiosa explica como la caída y que nosotros
traduciremos como el distanciamiento de la sustentabilidad natural y
vital. Para Paul Ricoeur, la serpiente bíblica simboliza la
animalidad humana. Para nosotros, simboliza una posibilidad de esa
animalidad sapiens: la posibilidad de decidir solos, egoísta,
egocéntrica, antropocéntrica e irresponsablemente, producto del
miedo, el deseo, la necesidad y la inseguridad mal manejados. Había
dos posibilidades para las y los dramaturgos de ese Edén mesolítico:
una era cultivar y cuidar la Naturaleza respetando límites y la
otra, hacer lo que se les antoje o los que les parezca sin pensarlo
mucho. En nuestra lectura, la primer opción era ser naturalmente
humanos y la segunda -jugando con título nietzschiano- era ser
demasiado humanos. Los datos científicos y los hechos nos muestran
que predominó la segunda opción, pero también que la primera nunca
dejó de estar latente. En la naturaleza humana, que es siempre una
naturaleza abierta en situación, en situaciones cambiantes y
complejas, están las posibilidades del bien y del mal. Nuestro ser
batalla todos los días entre ser naturalmente humano y ser demasiado
humano, demasiado ideológicamente humano.
Según
Félix Ortiz Fernández, pueden considerarse dos sentidos a la idea
del dominio en el Génesis. Por un lado, el dominio puede ser
entendido como explotación y por el otro, como responsabilidad. El
dominio como explotación, líbido dominandi -deseo de dominio- según
San Agustín, es la cosmovisión que algunos caracterizan como
“monárquica” y el dominio como responsabilidad, como autodominio
si se quiere para no caer en un contrasentido, es la línea de
reflexión edénica, equilibrada, natural y ecológica. Esta
dialéctica, esta tensión, esta contradicción entre dominio y
equilibrio, entre abuso y justicia, puede verse en varios capítulos
del primer libro de la Biblia. La conflictividad social de la
transición neolítica mesopotámica se expresa en las tensiones
interpretadas y narradas por las y/o los escribas de la Biblia, según
sus tradiciones y concepciones. Así del equilibrio de los árboles
del jardín edénico y del deseo reptil de dominio pasamos a la
disputa del labrador Caín y su hermano, el pastor Abel (Gen 4, 2) y
después a la dialéctica de Noé, salvado por justo junto a su arca
ecológica de la tormentosa justicia natural y divina, aunque después
no pudiera evitar entrar en conflicto con sus hijos (Gen 9, 20-25).
En la historia de Noé pueden verse las concepciones de dominio (Gen
9, 1-3) y de compromiso y equilibrio (Gen 7, 1-4 y Gen 9, 8-11). El
camino del patriarca Abraham y de su familia es dramático también,
pero después de un pacto político prudente con Abimelec, Abraham
plantó un árbol en Bersebá y allí, invocó el nombre de Yahvé,
Dios Eterno (Gen 21, 33). Un claro símbolo cultural y espiritual de
prudencia ecológica, de cuidado de la Naturaleza, de la Creación.
La tensión interna está en el poema que recita Isaac: se canta a la
fertilidad de la tierra, pero también se canta a la futura
servidumbre de las naciones ante los suyos (Gen 27, 27-29). Después
tenemos la extraordinaria historia de José, vendido por sus hermanos
celosos y crueles como esclavo, sobreviviente en la cárcel egipcia y
lúcido interpretador de sueños. José es el único que pudo
interpretar los atribulados sueños del Faraón, anticipándose a las
teorías que Freud, Jung, Fromm y tantas y tantos otros desarrollaron
miles de años después. José le dice al rey egipcio que las siete
vacas hermosas y las siete espigas que ha soñado son siete años de
abundancia y que las siete vacas raquíticas y feas, y las siete
espigas feas y quemadas serán siete años de hambre (Gen 41, 25-31).
José aconseja que los funcionarios reales recauden la quinta parte
de la cosecha durante los siete años de abundancia y que recojan y
almacenen víveres a nombre del Faraón para evitar la muerte por
inanición cuando sobrevenga la época mala (Gen 41, 34-36). La
lucidez política de José lo eleva al cargo de primer ministro. Su
gestión es exitosa: sus hermanos terminan a sus pies, se reencuentra
con su padre, perdona a los que lo maltrataron y paso a paso, José
va estatizando todas las tierras de Egipto que los habitantes
entregan a cambio de protección y alimentación. El Faraón será
dueño de las tierras, pero sólo quedará con una quinta parte de la
cosecha, ya que lo demás será para los propios campesinos
labradores (Gen 47, 20-24). La política de José, respetuosa de los
ciclos naturales, prudente, planificadora y equitativa, se emparenta
a la política inca del ayllú y a la política misionera jesuítica
del tupambaé y el abambaé. Alcira Argumedo ha analizado nuestras
culturas nativas como de sociedades de amparo. José se
aproxima a la felicidad de su fe porque trata de respetar los
equilibrios naturales y sociales. No hay Edén, porque el edén
ecológico, social y moral originario se perdió, pero hay un camino
político, moral y ambiental donde lo natural y lo justo tratan de
contener y evitar lo demasiado humano. De lo que se trata es de la
sustentabilidad en todos los órdenes: en el gobierno de José
conviven su Dios con el embalsamamiento egipcio (Gen 50, 2).

La paloma de Noé
ADN
QUERUBÍN: LOS SECRETOS DE NUESTRA NATURALEZA
“La lechuza de Minerva
remonta el vuelo al atardecer”
GEORG
HEGEL
“Es
ese admirable, ese inmortal instinto de lo bello el que nos lleva
a
considerar la tierra y sus espectáculos como un compendio,
como
una correspondencia del Cielo. La sed insaciable de todo lo
que
está más allá, y que revela la vida, es la más viva prueba de
nuestra
inmortalidad. Es a la vez con la poesía y a través de la
poesía,
con la música, como el alma vislumbra los esplendores
situados
más allá de la tumba; y, cuando un exquisito poema lleva
las
lágrimas al borde de los ojos, esas lágrimas no son la prueba
de
un exceso de gozo, antes bien son el testimonio de una irritada
melancolía,
de una súplica de los nervios, de una naturaleza
exiliada
en lo imperfecto que querría adueñarse de inmediato,
en
la tierra misma, de un paraíso revelado”
CHARLES
BAUDELAIRE
“Edgar
Allan Poe”
“...Resta decir que, en
La historia universal, la naturaleza es una
presencia constante, algo
así como la sombra inseparable de
toda experiencia humana, el
metrónomo que marca el compás
de la vida. De ahí la
importancia de la figura del árbol, así
como también de los
insectos y otros seres vivos...”
SOFÍA
TRABALLI, “En el infinito espectro de lo posible”,
comentario
a “La historia universal” de la escocesa
Ali
Smith, Revista Ñ, BsAs, 22/8/2020
En
“El Gran Código, una lectura mitológica y literaria de la
Biblia”, Northrop Frye propone pensar que hay dos niveles
espirituales en la relación entre los humanos y la naturaleza según
el libro sagrado. El nivel inferior está explicado en el pacto de
Dios con Noé después del diluvio, y es la idea de dominio, de
reinado que comentamos cuando repasamos Génesis 9. El nivel superior
de esta relación, explica el brillante crítico canadiense, es el
que se le asigna a Adán y Eva en el jardín del Edén, y es la idea
del cuidado, de la prudencia ecológica, de la integración en el ser
natural contra la idea de distanciamiento que expresa la ideología
de la dominación.
Nosotros
ponemos un matiz en la inspiradora interpretación de Frye, diciendo
que nos parece que los dos niveles o concepciones se expresan a la
par, dialécticamente, en cada capítulo bíblico. En la historia de
Noé también hubo un momento ecológico aunque claro, no igual al
momento originario del Edén. Lo importante acá es que, como piensa
Frye, el mundo paradisíaco desapareció y los humanos retrocedieron
vitalmente, trabajando con el sudor de su frente ante una naturaleza
que ahora se les presenta indiferente y extraña. De todas maneras,
nos dice el crítico literario, “existe un elemento del trabajo que
es una imagen que el hombre perdió, pero que todavía puede
recobrar” y que nunca recordará verdaderamente hasta que no
conozca a la perfección el Infierno, y no se dé cuenta de que el
placer que obtiene dominando y explotando, ya sea a su prójimo o a
la naturaleza misma, es parte de ese mundo infernal. Cuando nos
separemos por completo de ese mundo, el orden natural adquirirá un
aspecto muy diferente. Frye recuerda la sentencia de Schopenhauer:
los animales viven en un infierno del cual los hombres son los
demonios. El canadiense cita los pasajes de Isaías 11, 6-9 y de
Oseas 2, 2 donde se anuncia un posible futuro de convivencia
maravillosa entre todos los seres de la Naturaleza. Para Frye, “los
secretos fundamentales de la naturaleza no serán revelados hasta que
el hombre haya cesado en su labor autodestructiva, que le impide ver
en qué clase de mundo está”. A comienzos del Siglo XXI,
aproximarse a compartir los secretos de la naturaleza es estudiar y
afirmar la ecología profunda en forma multicultural y promover la
biofilia y la biomímesis, esa ciencia que investiga la Naturaleza
como fuente de inspiración de tecnologías innovadoras y
sustentables. En nuestra lectura, estas claves permiten comprender
mejor muchas cosas: Génesis 3, 24, nos dice que después de expulsar
a los humanos del Edén originario, Dios puso querubines al cuidado
del Jardín. Los querubines son animales mitológicos híbridos que
simbólicamente pueden verse en distintas culturas. Las antiguas
sabidurías surgidas en las orillas de los ríos de Asia y en las
orillas de todos los ríos intuían y pensaban las potencias de la
Naturaleza mezcladas en formas de querubines. Esas potencias marcaban
y marcan un límite a la soberbia del humano desalmado, distanciado,
demasiado humano, que pone en peligro -demoníacamente,
negativamente- la vida en el planeta. La biofilia y la necrofilia
-eros y tánatos, las pulsiones de vida y muerte- laten en cada ser
humano abierto a las situaciones, complejas y apremiantes. El
pecado original, el error original, es un pecado ecológico. La
esencia contradictoria de la técnica, surgida en el neolítico, se
muestra en esta dialéctica religiosa y cultural. Para salvar al
mundo, la noosfera -el intelecto general vital- debe recombinarse
como biomímesis. El antropólogo, filósofo y matemático español
Jesús Mosterín explicó que desde esta etapa de la denominada
prehistoria ha estado actuando la selección artificial, además de
la natural, y que el genoma humano contiene genes procedentes de
prosimios, reptiles, peces y bacterias. Son los querubines que
llevamos dentro. Es el secreto ecológico de nuestro ser que hoy se
nos revela en el marco de un diálogo constructivo entre la genética,
la antropología, la eco-historia, la religión, la semiótica y la
hermenéutica. Jesús Conill propone la noción de biohermenéutica.
Somos naturaleza creada, natura naturata, existencialmente lábil e
insegura, abierta a las posibilidades del ser naturalmente humanos o
demasiado humanos, inseguros, soberbios, violentos y vitalmente
peligrosos. Con Heidegger, pero sin caer en su política de Caín,
podemos pensar en la diferencia entre una existencia del ser -dasein-
auténtica, apropiada -eigentliche- o como diríamos nosotros,
natural, equilibrada, sustentable y un modo de ser o una existencia
inauténtica, inapropiada -das man-. El problema es que los dos modos
de ser laten permanente y contradictoriamente en nuestra existencia:
debemos fortalecer los caminos políticos, éticos, ecológicos,
educativos, culturales y espirituales que nos permitan reencontrarnos
con nuestro ser social natural. Contra los discursos de la
“sosteniblablá”, el escritor y militante español Jorge
Riechmann propone una nueva ética política basada en el principio
de precaución, la biomímesis, la autolimitación, la ecoeficiencia
y el reconocimiento de la finitud humana. Franco “Bifo” Berardi
afirma que la destrucción ambiental sistemática es prueba de que no
creemos en la mortalidad. Félix Guattari propuso hace tiempo una
Ecosofía, basada en la triple ecología ambiental, mental-personal y
social. Edgar Morin, recuerda hoy, después de la crisis abierta por
el coronavirus, la necesidad de practicar una ecología de la acción.
Lucía Carbonell piensa en una ecosofía transcultural y
transreligiosa. La cuestión es cada vez más urgente.
ADN
EDÉN: EL TIEMPO ES ÁRBOL
“...¿Qué significa
“teología” para Walter Benjamin?
El interrogante se aclarará
a medida que examinemos
las tesis, pero el término
remite a dos conceptos
fundamentales: la
rememoración (Eingedenken) y la
redención mesiánica
(Erlösung)… ambos son
componentes esenciales del
nuevo “concepto de historia”
construido por las
tesis...”
MICHAEL
LÖWY
“Walter
Benjamin. Aviso de Incendio”
“...Si bien los
documentalistas aseguran que la nostalgia fue
identificada por el flaco
Johannes Hoffer en el Siglo XVII,
no significa que antes no
haya existido. Me da la impresión
de que mucho antes, Adán y
Eva fueron el primer par de
nostálgicos
irredimibles...”
LUIS
E. JACOBI, “El génesis de la nostalgia”,
Mangrullo,
Paralelo 32, Crespo, E.Ríos, 29/8/2020
“...Jürgen
Habermas se
centra en la fuerza explosiva en el siglo XII y XIII
con
la disputa sobre la transmisión de Aristóteles
por el
arabismo al que
se
opondrá Tomas
de Aquino. El
nominalismo escolástico preparará el
camino
para una contemplación imparcial y empirica de la naturaleza.
Con
ello cierra el paso para descubrir un manuscrito divino en el libro
de
la naturaleza. Este hecho es trascendental. Prepara el camino una
epistemología
que asigna a la naturaleza convertirse en el objeto de las
ciencias
naturales...”
JORDI
ORTEGA
“Jürgen
Habermas cumple 90 años publicando
‘Auch
eine Geschichte der Philosophie’”
La
Vanguardia, Barcelona, 9/9/2019
La
antropología nos muestra hoy las pruebas de ese paraíso perdido en
la transición neolítica. En su Antropología Cultural, Barbara
Miller explica que la revolución neolítica comenzó en el Creciente
Fértil mesopoptámico asiático unos 10.000 años antes de Cristo o
12.000 años antes del presente y comprende una rápida
transformación tecnológica relacionada con la domesticación de
plantas y animales, y la creación y el uso de herramientas como
hoces o piedras de moler. Hacia el 10.000 aC, los pobladores de la
región delineada por los ríos Tigris y Eufrates habían domesticado
el centeno, y después del 9.000 aC el trigo y la cebada. El
desarrollo del sedentarismo neolítico no fue tan sencillo: quizá a
causa de la creciente sequedad del entorno y la sequedad excesiva -
“maldita sea la tierra por tu culpa” (Gen 2, 17) – la población
de gacelas, que era la base de la alimentación, había disminuido y
los animales domésticos ocuparon su lugar como fuente de carne. La
escasez tal vez impulsó la sustitución, piensa Miller. “El
paraíso perdido” es un subtítulo que el antropólogo Mircea
Eliade coloca en el capítulo dedicado a la revolución del
mesolítico y del neolítico. El mismo subtítulo emplea páginas más
adelante cuando habla del relato de Caín y Abel en el primer tomo de
su libro “Historia de las creencias y las ideas religiosas”. El
periodista español Guillermo Altares confirma esta conflictividad
neolítica cuando repasa los últimos avances de la antropología y
la genética en su trabajo “Esta sí fue una auténtica revolución”
publicado en el diario El País de Madrid en Abril de 2018. Con Yuval
Harari, Altares nos explica que la revolución agrícola iniciada en
el neolítico hizo que la vida fuera más difícil, y con James Scott
afirma polémicamente que vivíamos mejor como
cazadores-recolectores. Para Scott, el neolítico es un proceso de
idas y vueltas, donde los logros humanos se combinan con epidemias,
deforestación, salinización del suelo y cambios climáticos.
Altares redondea conceptualmente su nota con una apreciación del
antropólogo francés Jean Guilaine: un entorno natural transformado
bien regulado puede alimentar gran número de bocas, pero está claro
que este mensaje sublime puede ser pervertido. La dialéctica cuidado
vs dominio, integración natural y social vs distanciamiento y
conflicto está confirmada en estos estudios. La o el o los escribas
yahvistas de Génesis 2 expresaron estas tensiones y este drama
humano iniciado en el neolítico y no concluido aún. Los dos árboles
centrales del Edén son el símbolo de estas posibilidades. En un
trabajo colectivo de la Sociedad Argentina de Profesores de Sagrada
Escritura, titulado “Mito y Hermenéutica”, coordinado por
Severino Croatto y publicado en 1973, Francisco García Bazán
interpreta que el árbol de la vida simboliza la posibilidad hacia el
ámbito cósmico-espiritual, como perduración en el ser, y que el
árbol de la ciencia del bien y del mal simboliza el extravío del
límite de la sustancialización separadora. Lo extraordinario es que
hoy, la correspondencia y el diálogo entre ciencias y humanidades
puede llevarnos a grados profundos de la comprensión de nosotros
mismos, a reencontrarnos con la conciencia del ser expresada de
diferentes maneras históricas, culturales y religiosas. El notable
biólogo Edward Wilson, padre del concepto de biodiversidad, cita en
su trabajo “Los origenes de la creatividad humana” la hipótesis
de la sabana de Gordon Orians. En un interpelante trabajo de
campo, Orians confirma el instinto de selección de hábitat:
“cuando se les
ha preguntado, personas de diversas culturas han expresado
preferencia por la siguiente ubicación del hogar: situado sobre
terreno elevado que se abre a una amplia extensión de sabana
tachonada de pequeños árboles y bosquecillos, con una elevación de
superficie rocosa o de bosque denso en la parte de atrás que actúa
como barrera; y finalmente, cerca de un lago, un río u otra masa de
agua. Su paisaje deseado se acerca mucho al ambiente africano en el
que se originaron nuestros antepasados humanos y prehumanos”.
Todavía hay mucha Madre Naturaleza en nuestros genes, afirma Wilson.
Incluso más, explica Orians,
“la forma de
los árboles ampliamente usados por los jardineros (desde los templos
de Kioto hasta las fincas baroniales de Inglaterra) posee rasgos en
común con las acacias dominantes en las sabanas africanas”. Es lo
que podríamos denominar metafóricamente nuestro ADN Edénico. En
los mitos se expresan memorias y reflexiones antiguas de las
culturas. La memoria del paraíso perdido del Génesis parece
articular simbólicamente dos dimensiones temporales, la del paraíso
perdido de los primeros sapiens movilizados en el paleolítico común
africano y la del edén perdido en la transición neolítica del
Cercano Oriente asiático. Giambattista Vico ha explicado, en forma
genial, las naturalezas poética, heroica y humana que se despliegan
como formas de conciencia social en los ciclos históricos. Buscando
sobrevivir, esos Adanes-Evas paleolíticos y neolíticos fueron
distanciándose, paso a paso, de la vida natural originaria. Los
trabajos y los días les permitieron evolucionar conflictivamente en
el marco de diferentes modos socializados de ser, pero la procesión
del paraíso perdido iba y va por dentro. Estaban y estamos
naturalmente equivocados, estamos equivocados en la relación con
pretensión dominante que hemos establecido con la Naturaleza y
estamos equivocados porque es una de las posibilidades naturales de
nuestro ser, lo mismo que la posibilidad de la enmienda. Estamos
histórica, política y ecológicamente equivocados pero no sabemos
como resolver la contradicción. Es la larga dialéctica de Adán y
Eva: ser naturalmente humanos y ser demasiado humanos.

El camino bíblico de Abraham
DIALÉCTICA
DEL PODER CULTURAL Y COSIFICACIÓN. RESPONSABILIDAD Y HORIZONTES. EL
REGRESO A LA VIRTUD DE LA SENCILLEZ
“Lo natural generó un
derecho común y
la usurpación creó el
derecho privado”
SAN
AMBROSIO
“...El
15 de agosto de 1964, cuando el Che entregaba a un grupo
de
trabajadores reconocimientos por su actitud de vanguardia
en
el trabajo, aclaraba que el poema no era de su autoría, sino
«de
un hombre desesperado (…) un viejo poeta -León Felipe-
que
está llegando al final de su vida», y recitaba de memoria:
«Pero
el hombre es un niño laborioso y estúpido/ que ha
convertido
el trabajo en una sudorosa jornada,/ convirtió el
palo
del tambor en una azada/ y en vez de tocar sobre la tierra
una
canción de júbilo,/ se puso a cavar./ Quiero decir que nadie
ha
podido cavar al ritmo del sol,/ y que nadie todavía ha cortado
una
espiga con amor y/ con gracia».
DAILY
PÉREZ GUILLÉN
“Ernesto
Che Guevara y León Felipe: una amistad entrañable”
Juventud
Rebelde, 28/11/2015
“El
hombre es un ser en situación… tiene sin dudas
compromisos
que cumplir”
CARLOS
“BETO”
SFORZA
“Comentario
a Gabriel Marcel”
En
“El Ocaso de la Edad Moderna”, Romano Guardini expuso esos
riesgos en los que estaba y está inserta la vida social humana: la
creación de cultura era una construcción de seguridades vitales
frente a una naturaleza no comprendida ni dominada por los seres
humanos primitivos. Así, la naturaleza se transformó en fuente de
bienes inagotables hasta que entramos en la denominada modernidad
eurocéntrica: el riesgo tiene ahora su origen en las mismas
creaciones culturales que habían servido para enfrentar aquel primer
riesgo, aquellas primeras inseguridades. El poder humano, técnico y
político no domina sus efectos. El poder, insiste Guardini, tiene
poder sobre las cosas pero no tiene poder sobre el poder mismo. El
poder fue por un camino histórico demasiado humano. En “El coraje
de existir”, Paul Tillich abordó contemporáneamente a Guardini la
misma cuestión: la seguridad humana que quedó garantizada por el
buen funcionamiento de mecanismos para el control técnico de la
naturaleza, por el refinado control psicológico de la persona, por
el rápidamente creciente control organizacional de la sociedad fue
comprada a un alto precio, y es que los humanos se convierten en un
medio al servicio de los medios. La humanidad moderna y consumista
cae bajo la esclavitud de los objetos que ella misma ha creado,
alienadamente. Aquí Tillich repasa la crítica de los filósofos
europeos de la vida, como Pascal, Kierkegaard, Marx y Bergson contra
este poder destructivo de la auto-objetivación. Hemos de agregar
que, después de Tillich, Hans Georg Gadamer afirmó magistralmente
en el mismo sentido que “el ser natural hombre (Naturwesen
Mensch) rebasa “por naturaleza” (“von Natur”) su propia
determinación natural”. Volviendo a las ideas de Tillich,
teólogo luterano fallecido en 1965, debemos decir que describió con
precisión las tres angustias que aparecen en la conciencia humana y
que coexisten, más allá de que en cada epoca histórica una pueda
predominar sobre las otras. Tillich analiza la angustia de la muerte,
la angustia del absurdo, de la vaciedad y de la pérdida de
significado y la angustia de la culpa y la condenación. ¿Es la
angustia postmoderna una suma de angustias existenciales? ¿Podrá la
conciencia ecológica globalizarse desde la angustia existencial
movilizadora?. Cuando Hans Jonas escribió en “El Principio de
Responsabilidad” (1979) que tenemos que obrar de tal modo que los
efectos de nuestra acción sean compatibles con la permanencia de una
vida humana auténtica en el planeta, estaba creando una clave
histórica necesaria para fortalecer el coraje de existir, y a su
manera, estaba actualizando el mandato bíblico de no comer de los
frutos prohibidos. Hemos hecho y seguimos haciendo sistémicamente
mucho daño ambiental: tenemos que trabajar con sensatez en la
regeneración ecológica y social sin esperar respuestas inmediatas
de la Madre Naturaleza. El sendero de la salvación es una
posibilidad con la responsabilidad colectiva, pero no es segura: la
Gaia, la Naturaleza decidirá en el futuro si perdona los excesos
generados desde que se inició el Antropoceno y el Capitaloceno. El
futuro está abierto para ver si la sostenibilidad social y ambiental
genera -como piensa Thomas Berry- una época Ecozoica o si caemos en
un caos Tecnozoico y ecocida. La vieja discusión de Lutero contra
Erasmo sobre el libre o servo arbitrio parece inclinarse, en el
contexto de crisis ambiental y civilizatoria hacia la idea del servo
arbitrio luterano: nuestra voluntad está determinada,
esclavizada por el pecado ecológico. Hay libertad de opciones para
comprometerse a reparar el daño o para no hacer nada, pero la
segunda posibilidad es una irresponsabilidad que pone en peligro al
mundo de la vida propio y global. Michel Serres reclamó un nuevo
contrato natural y aseguró que “solo depende de nosotros
que todo no dependa de nosotros”.
Wilhelm
Dilthey explicó a finales del Siglo XIX y principios del XX que
podemos encontrar tres concepciones del mundo en la filosofía
occidental: el naturalismo, como el de los epicúreos, donde los
humanos están determinados por la naturaleza, el idealismo subjetivo
como el de Kant en el que existe una conciencia separada de la
naturaleza por su libre albedrío y el idealismo objetivo, como el de
Hegel, Spinoza y Giordano Bruno donde los humanos son conscientes de
su armonía con la naturaleza. A principios del Siglo XXI habría que
revisar esas concepciones de Dilthey desde un punto de vista
decolonial y transmoderno para y evaluar que tanta diferencia hay en
el fondo entre ellas y que diálogo enriquecedor pueden tener con
otras concepciones culturales. Nuestras ideas de ser naturalmente
humano y demasiado humano tratan de ser una vuelta de tuerca en este
asunto. Habría que hacerle justicia a Kant, que supo ver como origen
del mal al interés propio de los humanos. La serpiente bíblica tal
vez sea, como hemos visto, un símbolo de ese interés propio mal
manejado. Rousseau fue por un camino parecido en su “Discurso sobre
el Origen de la Desigualdad entre los Hombres”.
El
ginebrino afirmó que el primero que dijo “esto es mío” fundó
la sociedad civil, y que a partir de ahí la inocencia natural quedó
ahogada por ese arranque reptil, aunque latente en el marco del
desarrollo de la historia política y social. Para Rousseau, nuestra
tarea es “medir la distancia entre el hombre del hombre, el ser
histórico, y el hombre de la naturaleza”, es decir entre el ser
demasiado humano o históricamente humano y el ser naturalmente
humano. Tenemos que desentrañar que hay de originario en los
procesos históricos, que le han añadido las circunstancias y el
denominado progreso al fondo natural de los humanos. Este ejercicio
de reflexión nos debe predisponer a pensar las bases del derecho
natural, donde el interés por la conservación vital debe volver a
desplegarse sin dañar a otro ser sensible, salvo por la propia
necesidad de conservación. Sigue siendo certera la crítica de
Rousseau a Hobbes: la causa que le impide a los “salvajes” usar
la “razón” es la misma que les impide abusar de sus facultades.
El sentimiento natural debe volver a tener la satisfacción y la
tranquilidad de hacer el bien con el menor daño posible. La
degradación de ser se evita, según el autor del Discurso y del
Contrato Social, con una vida sencilla. El gran Alejo Peyret encontró
una clave en estas ideas del romanticismo ilustrado cuando sentenció
que “es cierto que Rousseau no conoció la ley del progreso; pero
sin tener conciencia de ello, lo preparó y cuando pedía el regreso
al estado de naturaleza, a la selva primitiva, en realidad empujaba a
las sociedades al porvenir”. La ética política
rousseauniana-europea se emparenta con las antiguas sabidurías de
otros continentes. Los asiáticos denominan wu-wei y wabi sabi a la
conducta consciente humana que acompaña el ritmo natural de las
cosas sin forzarlas, sin desequilibrarlas y sin obsesionarse por
ninguna perfección antinatural. En Nuestra América – Abya Yala,
esa ética nativa se expresa como sumak kawsay, como búsqueda
filosófica y práctica del buen vivir y del buen convivir entre los
humanos y con la Madre Tierra.
INTERCAMBIO
ORGÁNICO E INORGÁNICO. ¿RESOLVEREMOS EL ENIGMA?. EL DEVENIR DE LOS
ADANES EUROPEOS
“...La rueda única del
arado canta el salmo de
las siembras fecundas y a
lo lejos, el trapo rojo
se despliega con orgullo de
bandera; el gurí
acecha a una víbora que se
despereza al sol...”
ALBERTO
GERCHUNOFF, “El Surco”, en
“Los
gauchos judíos”
“...El hombre, como el
vegetal, tiene sus raíces hondas en la tierra.
Lo telúrico influye en los
modos de la conducta. No obstante el
paisaje, que va en sus
ojos, toca a sus aspectos exteriores, quizás a
los valores estéticos que
posee, pero en la profundidad del ser está
la totalidad de la tierra
con sus formas de sustentación, la influencia
social y las estructuras
económicas y el devenir de los acontecimientos
lugareños, en el
impresionante panorama de la historia”
ELIO
LEYES
“Esencia
de lo entrerriano”, en
“Voz
telúrica en Gerchunoff”
“...Falso
y contra natura, el ideal racista de una sola rama
que
acapara para sí sola toda la savia del Árbol y que se
eleva
sobre la muerte de todas las otras ramas. Hace falta
nada
menos que el crecimiento combinado del ramaje
entero
si se quiere llegar hasta el Sol...”
TEILHARD
DE CHARDIN
“El
fenómeno humano”
Theodor
Adorno también pensó, en “La idea de historia natural”, que
debemos comprender todo ser o todo ente como ensamble el ser
histórico y el ser natural y que el elemento dialéctico en los
mitos trágicos puede observarse en la posibilidad de reconciliación
que acompaña a la caída y a la culpa. Karl Löwith analizó
críticamente las diferencias entre la vida de las personas comunes y
las teorías intelectuales. En “El sentido de la historia”
aseveró que “más inteligente que la superior visión de los
filósofos y teólogos, es el sentido común del hombre natural, y el
menos común del creyente en Cristo, que no pretende ver en el
cañamazo de la historia humana el designio de Dios o del mismo
proceso histórico. Más bien trata de liberar al hombre de la
historia opresiva del mundo, sugiriendo una actitud, ya de
escepticismo o de fe, que tiene ciertamente sus raíces en una
experiencia histórica, aunque se halle separada de ella y la
sobrepase en alcance, permitiendo de esta forma al hombre soportarla
con una resignación completa y una confiada esperanza”. Una de las
filosofías que Löwith pasó por el tamiz de la teología fue la de
Karl Marx, pero se le escapó el potencial ecológico -que hoy
podemos ver mejor- de la dialéctica marxista bien leída,
especialmente la de los Manuscritos Económicos-Filosóficos del
socialista alemán.
En
“El concepto de naturaleza en Marx”, Alfred Schmidt dedicó un
capítulo a la concepción de intercambio orgánico
-stoffwechsel- entre hombre y naturaleza y sus aspectos
especulativos. Este intercambio orgánico está vinculado con las
leyes naturales que preceden a los hombres, resume Schmidt, y
recupera aquella idea de Marx de que “el hombre sólo puede
proceder en su producción como la naturaleza misma, es decir, sólo
puede cambiar las formas de la sustancia”. La conciencia ecológica
postmoderna le da un nuevo sentido hoy a las nociones de orgánico e
inorgánico. Una lectura ambientalista del Marx profundo puede
generar un encuentro entre la utopía concreta y el principio de
responsabilidad. Tal vez sea tiempo de reescribir el Prefacio
marxista para la Contribución a la Crítica de la Economía
Política: en la producción social y material de su vida, las
sociedades han establecido diferentes relaciones con la Naturaleza y
a partir de allí, distintas relaciones sociales y culturales de
producción e intercambio, llegando en el mundo moderno, capitalista,
imperialista, colonialista, racista y eurocéntrico a niveles
políticamente suicidas de explotación y degradación natural y
social. Rita Segato ha recuperado, en el marco de la crisis del
coronavirus, la idea de ruptura metabólica o desequilibrio de
la relación entre los seres humanos con la naturaleza, planteada por
Marx. En los Manuscritos de 1844, Marx pensó la democratización
socialista revolucionaria de todas las relaciones vitales como un
reencuentro liberador con el ser natural, enriquecido por las largas
luchas históricas. Una lectura ecológica y democrática de esas
líneas hoy tiene una fuerza impresionante. Los seres humanos
organizados de un modo diferente, autodeterminados cooperativa y
comunitariamente con justicia y autosustentables se reencuentran con
el paraíso perdido. Escribió Marx: “El comunismo como superación
positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del
hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana por y
para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto
hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y
efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el
presente. Este comunismo es, como completo naturalismo = humanismo,
como completo humanismo = naturalismo; es la verdadera solución del
conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el
hombre, la solución definitiva del litigio entre existencia y
esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y
necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la
historia y sabe que es la solución”.
El
pecado original de Occidente es haberse separado filósoficamente de
la Tierra. Leyendo a contrapelo unas líneas de “La rebelión de
las masas” de Ortega y Gasset encontramos una clave histórica.
Para el pensador español, era positivo que los griegos antiguos
hubieran fortalecido una segunda naturaleza histórica, política,
social y cultural y se hubieran separado “de la planta y el
animal”. Aquí Ortega cita a Sócrates, quien afirmó: “yo no
tengo que ver con los árboles en el campo, yo sólo tengo que ver
con los hombres en la ciudad”. La lucha histórica entre la ciudad
“racional” y el campo “vegetal” no ha dado buenos resultados.
Löwith -a mediados del Siglo XX- recordaba aquella sentencia de
Arnol Toynbee: el curso normal de desintegración de las denominadas
civilizaciones es exactamente tres latidos y medio y se supone que el
Occidente ha sobrepasado ya latido y medio. A principios del Siglo
XXI, el capitalismo globalizado produce en dos semanas el equivalente
a todo lo producido en el año completo de 1900 y el consumo excede
hace tiempo la capacidad natural del planeta. Los ambientalistas
reclaman que debemos cuidar nuestra huella ecológica y aliviar la
mochila consumista. Ortega y Gasset llamó la atención, en la obra
citada, sobre el “novísimo Adán” egocéntrico que surgía en el
Siglo XIX con el desarrollo de la Segunda Revolución Industrial, y
que empezaba a perder contradictoriamente su propia cabeza. Las
ciencias sociales europeas contemporáneas buscan fortalecer esta
autocrítica: el economista alemán Ulrich Brand expresa que no
podemos salvar el planeta sin luchar por la emancipación social, y
aporta un corte epistemológico con una noción de postdesarrollo que
va más allá de las lógicas del capitalismo y del mercado e integre
la concepción andina del Buen Vivir y el Buen Convivir. Las nociones
de “progreso” y “desarrollo” probablemente deberíamos
tacharlas para siempre. André Gorz pensó círculos de cooperación
social más allá del interés y del dinero. Enrico Berlinguer avisó
en la Italia de los ´70 que la austeridad entendida como sencillez
igualitaria, como sobriedad y no como ajuste, podía ser una palanca
de superación de la alienación sistémica. El ecologismo político
y cultural se expresa de diferentes maneras hoy en Europa y en el
mundo: Dinamarca afirma una economía 100% orgánica y renovable,
todavía en un marco mercantil aunque controlado públicamente; en
Alemania, el partido moderado de Los Verdes gobierna el estado de
Baaden-Württemberg desde 2011, liderado por el militante católico y
ambientalista Winfried Kretschmann. En esa región germana se
encuentra la Selva Negra donde Heidegger tenía su cabaña y donde el
poeta Paul Celan esperó infructuosamente una autocrítica política
del filósofo. Los modos propios, impropios, adecuados, inadecuados y
poéticos de ser se mueven como las hojas de los árboles del bosque.
Los Verdes franceses avanzan en las elecciones municipales de 2020:
ya Voltaire profetizó en el “Cándido” que lo más sensato era
aprender de las otras culturas y empezar a cultivar nuestro propio
jardín. El ex ministro griego, Yanis Varoufakis propone una
transición a la sustentabilidad global basada en un Plan Marshall
ecológico que apueste por las tecnologías verdes, que democratice
empresas y que se construya en base a un acuerdo verde internacional.
La investigadora y activista canadiense Naomi Klein se suma, en la
Internacional Progresista, al reclamo de un plan de reparación
cívico e intergeneracional que reconstruya las relaciones naturales
y sociales rotas antes de la pandemia del coronavirus y patentizadas
por ella.
Francois
Houtart ha propuesto una Declaración Universal del Bien Común. Hans
Küng una ética mundial basada en el encuentro y el diálogo de los
mejores valores de todas las religiones. Las teologías comprometidas
vienen afirmando su conciencia ecológica: a la Encíclica Laudato Si
del Papa Francisco se suma la Declaración Islámica sobre el Cambio
Climático Global que comienza diciendo claramente que “no tenemos
derecho a oprimir al resto de la Creación o a causarle daño”. La
Iglesia Evangélica Metodista Argentina expresa públicamente su
compromiso de movilizarse con todos los que luchan por la defensa de
nuestra Casa Común y promueve una ciudadanía ecológica. El
metodismo se declara contra la megaminería contaminante y reza sin
ingenuidad por la quema de nuestras islas y de nuestros ecosistemas
diciendo: “Dios de amor, te damos gracias por la creación que nos
has dado, por sus montes, sus valles, sus llanuras y humedales.
Queremos pedirte que la protejas del fuego, que preserves la vida de
las personas pobladoras que pueden perderlo todo, como así también
que guardes y fortalezcas a quienes combaten el fuego con gran
vocación de servicio. Te pedimos que el humo no nos impida descubrir
quienes están detrás de estos incendios, enriqueciéndose a tan
alto costo. Que tu justicia se revele en medio nuestro. Oramos en el
nombre de Jesús. Amén”. El encuentro ecuménico resulta
prometedor con estas iniciativas.

La chakana andina
UNA
FE COMÚN PARA VOLVER A LA TIERRA. NUESTRO PECADO Y LA OTRA
SERPIENTE. LA TRANSOBJETIVIDAD
“Tiene,
pues, ella -la rata- una forma bellísima según su género,
las
patitas tan finas y los pelitos tan suaves, de manera que
parece
que debe haber sido creada por la Palabra de Dios.
Por
eso admiramos también esta criatura y obra de Dios.
Lo
mismo también podría decirse con respecto a las moscas.
MARTIN
LUTERO
Comentario
al Génesis
“El
día que la ciencia de la historia decida regir sus especulaciones
por
estos misterios de los orígenes y de las postrimerías conquistará
una
visión del mundo y del acaecer mundano tan libre y válida
como
es el fluir de ese acontecer”
HÉCTOR
A. MURENA
“Sabemos que toda la
creación sigue con sus gemidos
y dolores de parto”
SAN
PABLO, “Carta a los Romanos” (8, 22)
De
las entrañas del árbol de la sabiduría oriental, la hindú Vandana
Shiva viene hace muchos años dando ejemplo de coherencia y pacifismo
activo y movilizado por la justicia ambiental y social. El abrazo que
salva árboles -Chipko- y el feminismo se integran en una lucha por
la Democracia de la Tierra. Shiva asesoró al gobierno de Bután, que
prefirió empezar a medir la Felicidad Nacional Bruta y no el
Producto Bruto Interno. En los EE.UU, Donna Haraway busca articular
ecologismo, feminismo y un uso sustentable, democrático y liberador
de la tecnología cyborg que ya forma parte de nuestros cuerpos y de
nuestras mentes. La joven sueca Greta Thunberg lidera la indignación
de la Generación Pulgarcita -el concepto es de Michel Serres-
animando el movimiento Viernes por el Futuro. A fines de setiembre de
2020, la televisión pública alemana DW TV presenta un informe
titulado “Menos estrés en el campo, ¿porqué?” y muestra una
investigación de campo que confirma que los campesinos tienen más
anticuerpos biológicos que los “urbanitas” para manejar mejor
momentos y procesos estresantes. Hay que volver a la tierra y que hay
forjar un nuevo equilibrio vital entre ciudad y campo, comprendidos
como partes de una nueva cultura sostenible de la Tierra. La
colonización agraria, el cooperativismo y la sustentabilidad son
ejes fundamentales del “Plan San Martin” para el desarrollo
humano integral que la Unión de Trabajadores de la Economía Popular
(UTEP) y algunas organizaciones gremiales presentaron públicamente
en agosto de 2020. En la misma línea, la Unión de Trabajadores de
la Tierra (UTT) presenta el proyecto de ley para poner en marcha un
Plan Procrear Rural.

Quetzalcoatl
¿Cuál
fue el pecado original de Nuestra América? Héctor Alvarez Murena,
traductor argentino de Walter Benjamin y de los autores de la Escuela
de Frankfurt, pensó autobiográficamente con ese interrogante que
tanto colonizadores como inmigrantes tres siglos después vinieron
con un espíritu de “campamento americano”, desafiando a la
Naturaleza por no sentirse salidos de su vientre. El pecado original
era sentimentalmente, para muchos europeos, percibirse expulsados de
su tierra a la que mitificaban como un paraíso. Es una pena que
Murena no haya leído las excepciones de Alejo Peyret o Alberto
Gerchunoff pero es cierto que ese resentimiento colonial y gringo se
instaló fuerte en nuestro país generando un complejo ideológico de
inferioridad falso pero política y culturalmente dañiño, muy a
medida de las distintas poses adoptadas por el liberalismo, las
elites y el medio pelo. Murena pensó que si no encontramos “el
nombre secreto” de nuestra tierra seremos sepultados por su
fertilidad nunca apaciguada. Hoy tenemos los nombres: Abya Yala, Ivy
marä ey, Sumak Kawsay, Ayllú, Whipala, Tupambaé, es decir el
mosaico confederal de nombres nativos para decir tierra viva, tierra
sin mal, buen convivir, comunidad, biodiversidad y propiedad
colectiva cristiana-guaraní. Murena planteó lúcidamente el símbolo
de la serpiente bíblica como la condena de la tecnocracia
hegemónica. Para evitar caer en la trampa, el autor de “El pecado
original de América” propuso forjar una transobjetividad,
una filosofía que vaya más allá de los objetos -como también
vimos en Tillich y otras y otros autores- de las cosas fetichizadas,
de la objetividad científico técnica impuesta desde el Norte,
cosificadora, enajenadora, opresiva y mutiladora de la vida social,
natural y cultural. Murena echó las bases de una hermenéutica
soberana que hoy puede avanzar mucho más desde un punto de vista
transmoderno -como dice Enrique Dussel- y decolonial.
Rodolfo
Kusch, por su parte, diferenció el ser nativo con fuertes raíces en
la Madre Tierra de la “civilización” artificial y ficticia. Otra
serpiente, Quetzalcoatl, fue interpretada por Kusch como símbolo de
la frustración de las culturas originarias del centro geográfico de
nuestro continente. La serpiente emplumada une sin fundir, para este
antropólogo, la verdad de la tierra -simbolizada por la
serpiente/coatl con la verdad del cielo, simbolizada por el
pájaro/quetzal. Debemos seguir estudiando y pensando toda esta
extraordinaria mitología y sus significados abiertos. Quetzalcoatl,
además de ser una divinidad, es el nombre de un rey de Tula
(895-947) -Acatl Topiltzin Quetzalcoatl- que terminó engañado y
desterrado y que después de conversar con el dios del fuego, algún
día volverá como niño. Gobernó con prudencia y justicia, dejando
de lado por ejemplo los sacrificios humanos. La llegada de los
conquistadores europeos confundió a muchos nativos que esperaban a
su rey-mito liberador. La historia ecológica del continente ya se
viene estudiando, lo mismo que la necesaria historia ambiental
mundial, y es importante evaluar la sostenibilidad en todos los
órdenes antes y después del genocidio europeo en nuestra tierra.
Para nosotros, el pecado original de Nuestra América-Abya Yala se
simboliza en la entrega de la Malinche a los europeos -esos Adanes
malditos del Siglo XVI- por parte de nuestros pueblos originarios.
Entregar nuestras Malinches, nuestras vidas humildes como fruto sin
prohibiciones al colonialismo, a la explotación y a la violencia en
todas sus formas sigue siendo un símbolo de nuestras graves y
peligrosas contradicciones como pueblo.

La maravillosa e imprescindible obra de
Juan L. Ortíz
UNA
POLÍTICA POÉTICA: LOS DERECHOS DE LA NATURALEZA. EL REENCUENTRO CON
EL SER
“...Tierra: aquí mi amor
se reparte y se construye.
Aquí está mi destino
verdadero.
Aquí planto el horcón,
aquí abro el surco,
aquí es donde me afirmo
para llegar al cielo.
Aquí estoy con el árbol,
con el trigo y la rosa,
donde repunto sueños,
donde aseguro mi cantar.
Volveré al fin, puñado de
tierra sosegada,
a tu seno materno,
calladito y en paz”
MARCELINO
ROMÁN
“Tierra
de amor”
“...La
santidad de vida está más cerca de lo que pensamos
del
sentido de la preservación de la naturaleza”
JOSÉ
FRANCISCO SERRANO OCEJA
“Bautizar
el ecologismo”
Diario
ABC, Madrid, 15/12/2019
“Para
que los hombres no tengan vergüenza de la belleza de las
flores,
para que las cosas sean ellas mismas: formas sensibles o
profundas
de la unidad o espejos de nuestro esfuerzo
por
penetrar el mundo,
con el semblante emocionado y pasajero de
nuestros sueños.
o la armonía de nuestra paz en la soledad de
nuestro pensamiento,
para que podamos mirar y tocar sin
pudor
las flores, sí, todas las flores,
y seamos iguales a
nosotros mismos en la hermandad delicada,
para que las cosas no
sean mercancías,
y se abra como una flor toda la nobleza del
hombre:
iremos todos hasta nuestro extremo límite,
nos
perderemos en la hora del don con la sonrisa
anónima y segura
de una simiente en la noche de la tierra.”
JUAN
L. ORTIZ
“Para
que los hombres...”, en
“La
rama hacia el este”
Primavera bajo el velo
el sol de los espinillos
nos recuerda la vida
Anónimo
de El Tala
Las
luchas ambientales, nativas y populares en nuestra macroregión
impulsan la noción jurídica de la Naturaleza como sujeto de
derechos. Bolivia y Ecuador incorporan en sus nuevas Cartas Magnas la
concepción del Buen Convivir pero las contradicciones políticas y
sociales dejan el articulado legal como intención que sólo
sostienen los movimientos campesinos e indígenas. En 2016, por
iniciativa de diferentes organizaciones sociales, la Corte
Constitucional de Colombia declaró al Río Atrato sujeto de
derechos, en medio de enfrentamientos violentos y un desprecio al río
y a su ecosistema. Antes los ríos Ganges de la India y el Wanganui
de Nueva Zelanda también habían logrado el mismo status legal. Es
un hermoso y necesario paso teórico, epistemológico, es la
superación formal del pecado ecológico que necesita después los
pasos prácticos para ser realidad concreta. En Entre Ríos, el Foro
Ecologista y otras organizaciones han planteado con justicia que el
Delta también sea sujeto de derechos. Habrá que pelear por esa
bandera: toda la poesía y la cultura entrerriana, especialmente toda
la poesía del gran Juan L. Ortiz está detrás de esta
reivindicación. La ontología orticiana es una síntesis
maravillosa y necesaria de las preocupaciones multiculturales y
políticas por el reencuentro con el ser común natural y la
liberación de lo sagrado en la alegría eterna e infinita de la
sencillez, la sensibilidad y la fraternidad. Ser el Delta, ser el
río, ser-el-río y ser-la-tierra en un mundo de la vida soberano.
La
poética profunda entrerriana es una poética ecológica. “Nuestra
identidad es romper fronteras” afirma Tirso Fiorotto y se refiere a
los límites epistemológicos instituidos y hegemónicos que el arte
entrerriano y litoraleño atraviesa permanentemente a través de su
historia. Es un aspecto de la transobjetividad planteada por Murena y
de la hermenéutica mundial transmoderna reclamada por Dussel. “Mirar
la cultura en la naturaleza” dice Fiorotto, sin separarlas, y
recuerda los ejemplos de Aníbal Sampayo, Linares Cardozo, Héctor
Jorge Deut, Miguel “Zurdo” Martínez, Juan L. Ortiz, Atahualpa
Yupanqui y Romildo Risso. De este poeta oriental, Fiorotto subraya
aquel verso que rezaba “si hay leña cáida en el monte/ yo no v’ia
cortar un árbol. Po’el aire no puedo dir/ de no, ni pisaba el
pasto”. Hay una ética del ser naturalmente humano en esas bellas
líneas, hay un compromiso de evitar el pecado ecológico, de
respetar los tiempos de la Madre Tierra. La misma ética del ser y la
misma ontología orticiana se expresa en el pensamiento de
Fortunato Calderón Correa: “cuando vemos pasar un río -escribe el
periodista y ensayista entrerriano- sentados a la orilla, la paz no
se interrumpe con la idea de que el agua fluye con esfuerzo y podría
detenerse. Nada nos sugiere esa idea, estamos ante una imagen de la
eternidad y momentáneamente participamos de ella, somos eternos
también nosotros”.
En
su maravillosa obra de teatro “El eclipse de la pelota”, el
escritor entrerriano Arnaldo Calveyra pensó creativamente un
encuentro abierto de culturas. La diosa griega Deméter, que busca a
su hija, es uno de los personajes. Por el otro lado están los
mellizos Ixbalanqué y Hunahpú y la familia Xibalba: Calveyra afirmó
que se inspiró en el Popol Vuh de los mayas. En un momento de la
obra, el narrador dice “hace mucho, mucho tiempo, los animales
estaban más avanzados que los seres humanos en el conocimiento de
ciertos productos de la tierra. En épocas de hambre, les enseñaban
a los hombres a alimentarse de esas plantas”. Era el wu wei del
Edén, donde la biomímesis potenciaba los querubines que llevamos
dentro para forjar los primeros pasos del ser naturalmente humano.
Nuestras abuelas y nuestras madres trataron de no perder esa
sabiduría antigua. Tenemos que defender y continuar esa tradición
cultural. En otro momento de la obra de Calveyra, el cuervo le ofrece
a la víbora blanca tragarla para volar juntos y llegar hasta la
cancha, y la víbora agradece y acepta la gentileza. Podemos
imaginarnos hoy una nueva obra calveyrana, donde la serpiente
emplumada está volviendo al Edén después de un largo y complicado
recorrido. La gente está mejor, más tranquila y feliz. Un gurí
juega con los pichones de Quetzalcoatl mientra su familia corta las
espigas por primera vez con amor: ahora empezamos a entender mejor a
Alberto Gerchunoff y a León Felipe. La obra puede titularse, si
queremos, “Reencuentro en el Paraíso”. El viento grita que pasa
algo increíble. En el nuevo Edén están los árboles y las plantas
de todas las culturas del mundo: nadie toca lo que no debe tocar.
Durante años, los descendientes de Adán, Eva y de los Xibalba han
restaurado y regenerado la biodiversidad terrenal. El árbol de la
ciencia del bien y del mal recuperó su identidad: es el árbol
“inútil” del que habla la antigua sabiduría oriental, es el
árbol que simboliza la vida natural y social más allá de la
maldita lógica de la utilidad y del interés. El viento sigue
gritando algo. Amaro Villanueva abre el portillo y nos explica que el
árbol que está al lado del “inútil” es el Nalladigua de los
mocovíes, el ombú que los nativos litoraleños plantaban al lado de
cada tumba con la esperanza de que se pudieran restituir las ramas
cortadas por el egoísmo y llegar así al cielo. El viento nos empuja
y nos envuelve, feliz: llegamos al centro del Paraíso. El árbol de
la vida es un sauce y se ve una luz delicada que lo rodea. Juan L.
nos sonríe mientras acaricia a su gato: admiramos a su lado el aura
del sauce.
Prof.
Mauricio Castaldo
María
Grande, Entre Ríos
mauriciocastaldo@yahoo.com
NOTAS:
La
concepción de Naturaleza de MICHAEL LAITMAN en su “Kabalá para
aprendices”, introducción de Ervin Laszlo, Santiago de Chile,
Editorial Norma, 2008. El Génesis lo leemos en nuestra BIBLIA
Latinoamericana, LXXXII Edición, Ediciones Paulinas Verbo Divino. La
de Leonardo Boff en JUAN NAVARRETE CANO, “La eco-teología de la
creación de Leonardo Boff”, Revista Palabra y Razón, Nro 1,
Universidad Católica del Maule, Chile, 2012, p.125, ver
http://revistapyr.ucm.cl/issue/view/30.
Una introducción a la teoría de LYNN WHITE Jr en
https://counterbalance.org/enviro/intro-frame.html.
La aclaración de ARIEL ALVAREZ VALDÉS, “Porqué en la Biblia hay
dos creaciones del mundo?” en Revista Criterio, Nro 2434, Año
2017, ver
https://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2017/03/11/por-que-en-la-biblia-hay-dos-creaciones-del-mundo/.
La interpretación de PAUL RICOEUR en su trabajo compartido con
ANDRÉ LACOCQUE, “Pensar la Biblia. Estudios exegéticos y
hermeneúticos”, Barcelona, Herder, 2001, capítulo “Grietas en
el Muro”. Los dos conceptos de dominio en FÉLIX ORTIZ FERNÁNDEZ,
“Postmodernidad, ecología y cuidado de la creación”,
Protestante Digital,
11/8/2011,https://protestantedigital.com/print/26261/Postmodernidad_ecologia_y_cuidado_de_la_creacion.
El gran libro de NORTHROP FRYE, “El Gran Código. Una lectura
mitológica y literaria de la Biblia”, Barcelona, Gedisa, 1988,
pp.101-102. Una introducción al trabajo de JESÚS MOSTERÍN, “La
naturaleza humana”, en
https://core.ac.uk/download/pdf/71044678.pdf.
La biohermenéutica de JESÚS CONILL, en “¿Puede mantenerse hoy el
concepto de naturaleza humana”, Revista Fronteras CTR, Universidad
Comillas, ver
https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/2018/10/24/puede-mantenerse-hoy-el-concepto-de-naturaleza-humana/.
Los cambios en el neolítico del Cercano Oriente, analizados por
BARBARA MILLER en “Antropología Cultural”, Pearson Educación,
Uned, 2011, pp. 61-62 y por MIRCEA ELIADE en “Historia de las
creencias y las ideas religiosas”, Tomo I, Barcelona, Paidós,
1999, p.55 y p.219. El imprescindible artículo de GUILLERMO ALTARES,
“Esta si fue una auténtica revolución”, Diario El País de
Madrid, 21/4/2018, ver
https://elpais.com/elpais/2018/04/20/ciencia/1524219983_369281.html.
El libro “Mito y Hermenéutica”, dirigido por Severino Croatto,
BsAs, El Escudo, 1973, ver
http://files.jcjarquin-com-ni.webnode.es/200000024-f0bb3f2aef/mito%20y%20hermeneutica%20-%20varios%20autores_Jguzman.pdf.
El ADN edénico en EDWARD WILSON, “Los origenes de la creatividad
humana”, cap 13, Barcelona, Planeta, 2018. El poder sin control en
ROMANO GUARDINI, “El ocaso de la edad moderna”, 1963, pp.66-67 y
en PAUL TILLICH, “El coraje de existir”, Barcelona, Estela, 1968,
p.41 y p.132. La interpelación de HANS JONAS en “El principio de
responsabilidad”, Barcelona, Herder, 1995. Las reflexiones críticas
de JEAN JACQUES ROUSSEAU en el “Discurso sobre el origen de la
desigualdad entre los hombres”, Madrid, Alba, 1998, y las de ALEJO
PEYRET en sus “Discursos”, BsAs, Lajuane, 1907, p.91. El ensamble
de THEODOR ADORNO en su trabajo “La idea de historia natural”,
ver
https://bancodelecturas.wordpress.com/2016/08/20/theodor-w-adorno/
y el hombre natural según KARL LÖWITH en “El sentido de la
historia”, BsAs, Aguilar, p. 4 y p.20 la cita de Toynbee. ALFRED
SCHMIDT, “El concepto de naturaleza en Marx”, Madrid, Siglo XXI
Editores, 1976, p.84. El enigma resuelto según Marx en la p.150.
RITA SEGATO, “Coronavirus: todos somos mortales. Del significante
vacío a la naturaleza abierta de la historia”, La Tinta,
29/4/2020, ver
https://latinta.com.ar/2020/04/coronavirus-mortales-significante-vacio-naturaleza/.
JOSE ORTEGA Y GASSET, “La rebelión de las masas”, Barcelona,
Biblioteca de los Grandes Pensadores, 2004, p.186 y p.310. La
traducción de la cita de LUTERO del latín al castellano se la
debemos a la generosidad del Prof. RENÉ KRÜGER. En setiembre de
2020, “Una rata detectora de minas fue premiada por su valor”,
publicó Página 12. ¿Otra tesis comprobada de Lutero?. Ver la nota
en
https://www.pagina12.com.ar/294649-una-rata-detectora-de-minas-fue-premiada-por-su-valor.
El Plan San Martin, analizado por LAURA VALES el diario Página 12,
BsAs, 11/8/2020, ver
https://www.pagina12.com.ar/284306-el-plan-marshall-criollo-para-la-post-pandemia
y la propuesta de la UTT, “Trabajadores de la tierra reclaman un
procrear rural”, en
https://vaconfirma.com.ar/?articulos_seccion_716/id_11881/trabajadores-de-la-tierra-reclaman-un-procrear-rural.
Una introducción al pensamiento de H.A. Murena por HÉCTOR SCHMUCLER
en https://www.espaciomurena.com/7310/
y el repaso de MARÍA ROSA LOJO a las ideas de Murena y Kusch en
“H.A. Murena y Rodolfo Kusch: «Barbarie» como seducción o
pecado”, ver
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=52129.
Los bautismos populares y la lucha para que el Río Atrato no quede
sólo en formalidad jurídica, analizada por MILO DEL CASTILLO y
JAVIER SULÉ ORTEGA, “Tres ríos en el mundo tienen derechos. Uno
es este y vive amenazado”, Diario El País de Madrid, 20/4/2019,
ver
https://elpais.com/elpais/2019/03/25/planeta_futuro/1553542771_231121.html.
La noticia “Amparo para declarar al Delta sujeto de derecho”,
10/7/2020, en
http://www.justiciaambiental.org/2020/07/17/amparo-para-declarar-el-delta-parana-como-sujeto-de-derecho/.
La epistemología poética transfronteriza y transobjetiva de TIRSO
FIOROTTO en “Nuestra identidad es romper fronteras”, El Miércoles
de C. del Uruguay, 18/2/2016, ver
https://www.elmiercolesdigital.com.ar/nuestra-identidad-es-romper-fronteras/.
El libro de FORTUNATO CALDERÓN CORREA, “A la luz de la tradición
eterna”, Rosario, Ultimo Recurso y JAPL, Junta Abya Yala por los
Pueblos Libres, p.21. Recomendamos el capítulo sobre los árboles
sagrados en las pp. 127 y 129, como así también las páginas
dedicadas por Calderón a Juan L. Ortiz, Rodolfo Kusch y Vandana
Shiva. El pluriverso transmoderno de ENRIQUE DUSSEL en “Pablo de
Tarso en la filosofía política actual y otros ensayos”, México,
Ediciones Paulinas, 2012, ver
https://enriquedussel.com/txt/Textos_Libros/64.Pablo_de_Tarso.pdf.
El “Eclipse de la pelota” de ARNALDO CALVEYRA en su “Teatro
Reunido”, Paraná, Eduner, 2012, pp. 537-591.-