Fragmento de nuestro libro "Hacer lo imposible. Apuntes sobre Ética y Política en la época del Post-Antropoceno", publicado en Paraná, en 2006. Notas de la Revista Actividad de María Grande, Provincia de Entre Ríos, Argentina. Compartimos nuevamente estos apuntes tan juveniles como actuales.
“La zapatista es apenas una casita, acaso la más pequeña,
en una calle llamada “México”, en un barrio llamado
“Latinoamérica”, en una ciudad llamada “Mundo”. “
SUBCOMANDANTE MARCOS
24 de Julio de 2005
“La democracia revolucionaria es la transición, el puente,
el camino hacia el socialismo del Siglo XXI”
Presidente HUGO CHÁVEZ
República Bolivariana de Venezuela-20/7/2005
“Los banqueros de la gran banquería del mundo, que
practican el terrorismo del dinero, pueden más que los
reyes y mariscales y más que el propio Papa de Roma...”
EDUARDO GALEANO
El libro de los abrazos
“La política ya no es creíble como instrumento de
cambio social”
GRACIELA RÖMER
Clarín, 31/7/2005, pag. 11
“Estamos frente a una realidad demasiado conflictiva
como para que puedan solucionarla nuestros gobernantes”
ANTONELLA KUNZI
Estudiante de 5°Año del I.P.E.L-Seguí, 2/8/2005
“...Que Dios, la Patria y las generaciones futuras se lo
demanden”
Comunicado de la Asamblea Ambientalista de
Gualeguaychú, Clarín, 24/7/2005, pag. 50
I-EL
HOMO SAPIENS-CROMAÑÓN, EL (NUESTRO) CLIMA, EL (NUESTRO) AGUA Y EL
FIN DE LA CIENCIA FICCIÓN:
La Revista
Actividad
y nuestras
luchas sociales
son también unas casitas, también pequeñas, del mismo barrio
llamado “Latinoamérica”, y de la misma ciudad llamada “Mundo”,
y en la Era
del Post-Antropoceno,
en el límite posthistórico de los colmos, de la brutalidad y de las
fechorías de los últimos hombres, de los Homo
Sapiens-Cromañón.
¿Podremos encontrar y/o construir y caminar
juntos
los caminos que nos unan y nos liberen?. El desafío es urgente,
dramático. La Humanidad
sujetada,
es decir gobernada y explotada por las redes de poder imperial
capitalista, se encuentra frente a un abismo
ético, político e histórico o posthistórico.
El cambio climático es alarmante: la última es días de invierno con 31 grados de calor. Se anuncian grandes sequías para el Siglo XXI si la industrialización capitalista no es detenida. Los profetas apocalípticos anuncian guerras por el agua, la gran riqueza del tiempo que se viene. Estamos pasando del Holoceno al Antropoceno, aunque tal vez deberíamos hablar mejor de Post-Antropoceno, y ya vamos a explicar porqué. Según Paul Crutzen, científico ganador del Premio Nobel, “en diez mil años transcurridos desde la última glaciación (derretimiento de los hielos producido por cambios climáticos, MC), la humanidad ha vivido en el período conocido como holoceno, que es cuando la temperatura del planeta se asentó, y con ella la humanidad. Comenzamos a vivir en aldeas y poblados, y desarrollamos la agricultura, la escritura y demás instrumentos que hacen posible la vida. En el curso de los milenios, los humanos hemos evolucionado para vivir en las condiciones que brinda el holoceno. Son las únicas que hemos visto. Pero hay un problema: el holoceno está llegando a su fin. Comenzó a morir en el decenio de 1780, cuando James Watt inventó la máquina de vapor y sin darse cuenta cambió el curso de la historia.
De entonces a la fecha, una criatura –el hombre- se ha vuelto tan numerosa y poderosa que ahora está alterando el planeta en escala geológica. Hemos extraído y quemado tantos combustibles fósiles que estamos cambiando la física y la química del planeta en que vivimos. El hombre ha inaugurado una nueva era climatológica –Crutzen la llama antropoceno- y las personas del siglo XXI vivimos en esa transición. Es un experimento colosal e inaudito, y no tenemos ningún otro lado adónde ir si no nos gustan los resultados. Sólo ahora comenzamos a ver qué aspectos tendrá esta nueva era geológica. Si no se adoptan hoy drásticas acciones preventivas, vamos a llegar en los próximos años a las temperaturas más altas desde que evolucionó nuestra especie, y una de las mayores diferencias radicará en la ubicación y confiabilidad de las reservas de agua del planeta. El año pasado, Naciones Unidas, después de realizar un sondeo entre los principales científicos del mundo, emitió una sombría advertencia.
En las próximas dos décadas, el 30% de la reserva de agua potable del mundo no estará en condiciones de uso, y eso que ya ahora 1.200 millones de personas no tienen acceso al agua potable.” (1). Estas investigaciones anticipan también que, si no cambiamos el sistema de vida social global, la lluvia no caerá en los mismos lugares o en la misma temporada que antes, con la consecuencia de más hambre y sed endémicas, entre otras cosas. No inventamos nada nuevo cuando reafirmamos que el día después de mañana es hoy. En otro trabajo, que me llegó por internet como el anterior, Gustavo Castro Soto confirma que, “cada año mueren once millones de personas por falta de agua o por enfermedades transmitidas por el agua”, que el Sur Global es el que más sufre y sufrirá el “estrés de agua” y que la hidromafia imperial, constituída por la OMC (Organización Mundial del Comercio), la banca multilateral, el Banco Mundial, el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el BID (Banco Interamericano de desarrollo), junto a empresas multinacionales como Monsanto, Bechtel, Vivendi y Suez buscan privatizar y controlar el agua a nivel global (2).
¡Y nosotros vivimos en una provincia que se llama “Entre Ríos” y estamos dentro del Acuífero Guaraní!. Propongo entonces pensar mejor en un Post-Antropoceno, porque debemos conectar la noción de antropoceno con los conceptos de postmodernidad y de posthistoria. Para algunos pensadores, la genética, la clonación, la automatización, la robótica y la informática nos están llevando a un mundo posthumano, porque los seres humanos ya no están sólos (o solamente acompañados por los animales y la naturaleza) en el planeta. Robots, clones y cyborgs son presente o futuro de la mátrix postmoderna y posthumana (tuve que volver y reescribir esta frase, ¡porque la computadora sola cambió “mátrix” por “matriz”!). . Además, hasta el desarrollo de la genética, la evolución de las especies se dio por azar, adaptación y supervivencia. La Revolución genética cambia esto -cambia la perspectiva, porque, como dijo Ignacio Lewkowicz, parece que vivimos un darwinismo (una supervivencia del más fuerte) sin evolución, una babel sin torre-.
El hombre puede ahora conocer, controlar y manipular la evolución de las especies. El abismo (post) histórico es enorme. El Homo Sapiens-Cromañón está jugando con fuego, con el fuego sagrado de la vida y nos estamos quemando feo. No queremos vivir en un Planeta Cromañón. Eso sí: no estamos en contra del desarrollo científico y tecnológico: queremos un desarrollo biotecnológico al servicio de la liberación de las necesidades, del desgaste y del cansancio de los seres humanos y de la naturaleza. Y queremos un desarrollo social pluralista, que respete tanto al que quiera usar como al que no quiera usar la biotecnología. Lo que no queremos es que los que –por ahora- deciden sobre estas cosas nos lleven por un camino del que después no sepamos o no podamos volver. Hace pocos días, por ejemplo, Jeremy Rifkin hizo pública un proyecto de la Universidad de Stanford (EE.UU), “para inyectar (con fines terapéuticos) células (humanas) cerebrales en un ratón”. Y este pensador inteligente se pregunta, “¿qué pasaría si un día alguno de esos ratones escapa del laboratorio y queda suelto y perdido en la Naturaleza?” (3).
Unos estudiantes me dijeron que esos serían los “Mickey Mouse Postmodernos” o los “Mouse-Men”. Yo le agregué que ya no podríamos decirle ni en joda a algún amigo: “que rata que sos”, porque uno de esos Mickeys nos haría callar la boca. En la misma nota, se comenta que ya existe en Escocia la ovecabra: animal con cabeza de cabra y cuerpo de cordero. Parece que vivimos el fin de la ciencia ficción: todo lo que parecía fantástico, ficción, imposible, hoy puede ser o ya es realidad. No hay más ciencia ficción: lo que hay es ciencia, (i)rracionalidad científica global. Pienso en algunas películas o series que me maravillaron y me siguen fascinando: “2001: Odisea del Espacio”, “La Guerra de las Galaxias”, “Blade Runner”, “Viaje a las Estrellas”, “Battlestar Galáctica”, “El Hombre Bicentenario”, “1984”, “Mátrix” y tantas otras. Recuerdo ese “zoológico” intergaláctico que se encuentra en un bar del futuro a tomar unas copas. Veo al enorme gorila valiente, leal e inteligente “Chewbacca”, al robot “R-2” y al androide “C-3PO”, trabajando, viviendo y luchando junto a los jedis y a los últimos humanos. ¿Era una película de ciencia ficción y hoy es un noticiero o un reality show del futuro que se viene?. Pienso en la mítica escena de “2001” –esa película genial- donde la computadora HAL-9000 (que conduce y comanda la nave) se rebela, mata cortando el oxígeno a todos los que duermen y no quiere dejar entrar al único humano que queda, y que estaba afuera haciendo reparaciones. “HAL: abre la puerta, por favor”. “No”. Hasta ahí la cuento: recomiendo mirarla y recomiendo, porque es imperdible, un sitio en internet donde se ve, en forma animada, “2001 Explicada” (4).
El cambio climático es alarmante: la última es días de invierno con 31 grados de calor. Se anuncian grandes sequías para el Siglo XXI si la industrialización capitalista no es detenida. Los profetas apocalípticos anuncian guerras por el agua, la gran riqueza del tiempo que se viene. Estamos pasando del Holoceno al Antropoceno, aunque tal vez deberíamos hablar mejor de Post-Antropoceno, y ya vamos a explicar porqué. Según Paul Crutzen, científico ganador del Premio Nobel, “en diez mil años transcurridos desde la última glaciación (derretimiento de los hielos producido por cambios climáticos, MC), la humanidad ha vivido en el período conocido como holoceno, que es cuando la temperatura del planeta se asentó, y con ella la humanidad. Comenzamos a vivir en aldeas y poblados, y desarrollamos la agricultura, la escritura y demás instrumentos que hacen posible la vida. En el curso de los milenios, los humanos hemos evolucionado para vivir en las condiciones que brinda el holoceno. Son las únicas que hemos visto. Pero hay un problema: el holoceno está llegando a su fin. Comenzó a morir en el decenio de 1780, cuando James Watt inventó la máquina de vapor y sin darse cuenta cambió el curso de la historia.
De entonces a la fecha, una criatura –el hombre- se ha vuelto tan numerosa y poderosa que ahora está alterando el planeta en escala geológica. Hemos extraído y quemado tantos combustibles fósiles que estamos cambiando la física y la química del planeta en que vivimos. El hombre ha inaugurado una nueva era climatológica –Crutzen la llama antropoceno- y las personas del siglo XXI vivimos en esa transición. Es un experimento colosal e inaudito, y no tenemos ningún otro lado adónde ir si no nos gustan los resultados. Sólo ahora comenzamos a ver qué aspectos tendrá esta nueva era geológica. Si no se adoptan hoy drásticas acciones preventivas, vamos a llegar en los próximos años a las temperaturas más altas desde que evolucionó nuestra especie, y una de las mayores diferencias radicará en la ubicación y confiabilidad de las reservas de agua del planeta. El año pasado, Naciones Unidas, después de realizar un sondeo entre los principales científicos del mundo, emitió una sombría advertencia.
En las próximas dos décadas, el 30% de la reserva de agua potable del mundo no estará en condiciones de uso, y eso que ya ahora 1.200 millones de personas no tienen acceso al agua potable.” (1). Estas investigaciones anticipan también que, si no cambiamos el sistema de vida social global, la lluvia no caerá en los mismos lugares o en la misma temporada que antes, con la consecuencia de más hambre y sed endémicas, entre otras cosas. No inventamos nada nuevo cuando reafirmamos que el día después de mañana es hoy. En otro trabajo, que me llegó por internet como el anterior, Gustavo Castro Soto confirma que, “cada año mueren once millones de personas por falta de agua o por enfermedades transmitidas por el agua”, que el Sur Global es el que más sufre y sufrirá el “estrés de agua” y que la hidromafia imperial, constituída por la OMC (Organización Mundial del Comercio), la banca multilateral, el Banco Mundial, el FMI (Fondo Monetario Internacional) y el BID (Banco Interamericano de desarrollo), junto a empresas multinacionales como Monsanto, Bechtel, Vivendi y Suez buscan privatizar y controlar el agua a nivel global (2).
¡Y nosotros vivimos en una provincia que se llama “Entre Ríos” y estamos dentro del Acuífero Guaraní!. Propongo entonces pensar mejor en un Post-Antropoceno, porque debemos conectar la noción de antropoceno con los conceptos de postmodernidad y de posthistoria. Para algunos pensadores, la genética, la clonación, la automatización, la robótica y la informática nos están llevando a un mundo posthumano, porque los seres humanos ya no están sólos (o solamente acompañados por los animales y la naturaleza) en el planeta. Robots, clones y cyborgs son presente o futuro de la mátrix postmoderna y posthumana (tuve que volver y reescribir esta frase, ¡porque la computadora sola cambió “mátrix” por “matriz”!). . Además, hasta el desarrollo de la genética, la evolución de las especies se dio por azar, adaptación y supervivencia. La Revolución genética cambia esto -cambia la perspectiva, porque, como dijo Ignacio Lewkowicz, parece que vivimos un darwinismo (una supervivencia del más fuerte) sin evolución, una babel sin torre-.
El hombre puede ahora conocer, controlar y manipular la evolución de las especies. El abismo (post) histórico es enorme. El Homo Sapiens-Cromañón está jugando con fuego, con el fuego sagrado de la vida y nos estamos quemando feo. No queremos vivir en un Planeta Cromañón. Eso sí: no estamos en contra del desarrollo científico y tecnológico: queremos un desarrollo biotecnológico al servicio de la liberación de las necesidades, del desgaste y del cansancio de los seres humanos y de la naturaleza. Y queremos un desarrollo social pluralista, que respete tanto al que quiera usar como al que no quiera usar la biotecnología. Lo que no queremos es que los que –por ahora- deciden sobre estas cosas nos lleven por un camino del que después no sepamos o no podamos volver. Hace pocos días, por ejemplo, Jeremy Rifkin hizo pública un proyecto de la Universidad de Stanford (EE.UU), “para inyectar (con fines terapéuticos) células (humanas) cerebrales en un ratón”. Y este pensador inteligente se pregunta, “¿qué pasaría si un día alguno de esos ratones escapa del laboratorio y queda suelto y perdido en la Naturaleza?” (3).
Unos estudiantes me dijeron que esos serían los “Mickey Mouse Postmodernos” o los “Mouse-Men”. Yo le agregué que ya no podríamos decirle ni en joda a algún amigo: “que rata que sos”, porque uno de esos Mickeys nos haría callar la boca. En la misma nota, se comenta que ya existe en Escocia la ovecabra: animal con cabeza de cabra y cuerpo de cordero. Parece que vivimos el fin de la ciencia ficción: todo lo que parecía fantástico, ficción, imposible, hoy puede ser o ya es realidad. No hay más ciencia ficción: lo que hay es ciencia, (i)rracionalidad científica global. Pienso en algunas películas o series que me maravillaron y me siguen fascinando: “2001: Odisea del Espacio”, “La Guerra de las Galaxias”, “Blade Runner”, “Viaje a las Estrellas”, “Battlestar Galáctica”, “El Hombre Bicentenario”, “1984”, “Mátrix” y tantas otras. Recuerdo ese “zoológico” intergaláctico que se encuentra en un bar del futuro a tomar unas copas. Veo al enorme gorila valiente, leal e inteligente “Chewbacca”, al robot “R-2” y al androide “C-3PO”, trabajando, viviendo y luchando junto a los jedis y a los últimos humanos. ¿Era una película de ciencia ficción y hoy es un noticiero o un reality show del futuro que se viene?. Pienso en la mítica escena de “2001” –esa película genial- donde la computadora HAL-9000 (que conduce y comanda la nave) se rebela, mata cortando el oxígeno a todos los que duermen y no quiere dejar entrar al único humano que queda, y que estaba afuera haciendo reparaciones. “HAL: abre la puerta, por favor”. “No”. Hasta ahí la cuento: recomiendo mirarla y recomiendo, porque es imperdible, un sitio en internet donde se ve, en forma animada, “2001 Explicada” (4).
La
era del Post-Antropoceno
es tambien la era de lo que Toni Negri, Paolo Virno, André Gorz y
otros llaman –retomando un concepto de Karl Marx- la era del
General
Intellect
–del intelecto general globalizado- (5). Teilhard de Chardin supo
hablar –en este sentido- de Noosfera
(6).
El general intellect controlado, explotado y gobernado por los
intereses capitalistas puede meternos en una pesadilla posthistórica
infernal, pero por otro lado los saberes
sociales insurrectos
pueden llevarnos a la emancipación
social global,
a la liberación de las necesidades y las fatigas humanas gracias a
la proliferación de las máquinas puestas al servicio humano (7)
Obviamente, que para que esto se de, hace falta profundizar
la batalla ética y biopolítica
que viene dando la
Multitud Global.
Seremos
multitud o no seremos nada.
Demos vuelta el mundo. El
mundo está de (la) cabeza: hay que ponerlo de pié...
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