jueves, 30 de noviembre de 2023

Tánatos o Sumak Kawsay - Lilia Moyano

 

Una bella imagen de Pablo Latzina, 

baquiano del Río Uruguay en Colón, Entre Ríos.


Si la naturaleza no es más que un lugar de paso en el camino entre las cosas que deseamos, y no queremos despertar a la conciencia para entenderla como a un sistema vivo, es la pulsión de muerte quien comienza a gobernar.

Si todo lo que vive es una mercancía, es un bien que se canjea, la muerte es la que hace ese negocio.

En la mitología griega, Tánatos es la personificación de la muerte. Es el hijo de la noche y hermano gemelo del sueño (Hipnos).

La oscuridad y la ausencia de conciencia lo convocan.

La selva amazónica es un mundo de otro plano filosófico, de otros saberes de la vida.

Los kichwas amazónicos son pueblos que escaparon del español invasor. Vivían en las montañas y se refugiaron en la selva. Hoy este pueblo que no se resignó al yugo de la esclavitud y se aventuró por caminos peligrosos para preservar su integridad, son unos de los mayores guardianes de sus territorios. Principalmente las mujeres, que defienden el derecho al agua porque saben que no se negocia, no es un objeto.

El agua es parte del Todo, es parte del Cosmos. Es un sistema vivo.

Mujeres y hombres se organizan para no permitir que se extraiga petróleo de sus tierras.

Ante todas las advertencias científicas escuchadas o leídas a diario sobre la necesidad de detener la extracción de combustibles fósiles, mayor responsable de llevar la vida en la tierra a niveles inhabitables, las y los amazónicos llevan esta gesta adelante.

Y no necesariamente porque se lo hayan advertido los científicos, estas comunidades de la selva conviven con la maldad del petróleo.

En su filosofía de vida, el bien más preciado es adquirir el Sumak Kawsay

Sumak que es realización, Kawsay que es vida.

Esta filosofía del buen vivir implica armonía con los cercanos y los lejanos, con los semejantes y con quienes no los son, comprender a lo ajeno para brindarle respeto por su existir. Es que ellos no objetivizan a la selva, forman parte de ella y gracias a ella, respiran.

Algo tan básico como respirar, como preservar el agua. Algo tan básico como proteger y acuñar la vida.

En definitiva, el Sumak kawsay es la realización de la vida.

Los amazónicos comprenden la existencia de este modo tan sencillo, que a todos nos resuena, pero esta visión del mundo que nos es propia la vemos ajena.

Nos parece una filosofía de paraíso perdido al cual no podemos aspirar y nos conformamos con este modelo donde Tánatos nos impele a la destrucción.

Somos sujetos de consumo. Estamos sujetos al consumo. Estamos enfermos porque nos hemos escindido de nosotros mismos y esa escisión nos conduce a un vacío que no tenemos el coraje suficiente para mirarlo, encararlo, cuestionarlo y permanecer en el para ver que es de lo que él surge. No tenemos la suficiente valentía de habitar nuestra dignidad de Ser, de reconocernos como piezas únicas dentro de este Cosmos. Tememos de nosotros mismos, nos escondemos detrás nuestro.

Estamos viviendo en un sistema que nos dice que todo lo que vive son cosas, y creemos tanto en esa mentira que hasta nosotros mismos somos cosas. Somos objetos del consumismo.

Mueren niños de hambre, frio, desnutrición o violencia. Lo miramos, nos duele un poco, pero inmediatamente lo naturalizamos como cosas que pasan. Son cosas.

Nuestra integridad y dignidad están en juego. Sabemos que todos y todo está interrelacionado, pero nos comportamos como si no lo estuviera.

Delegamos nuestras elecciones de vida a la voluntad de las trasnacionales, de los gobiernos, de los líderes, del negocio de las armas y de todos los tánatos disfrazados que a diario se presentan, ofreciéndonos una vida que sabemos que allí no está.

Todos lo sabemos y generamos excusas escuchando al tánatos que vive dentro nuestro. El neoliberalismo nos va horadando el erotismo a la vida.

Nos alejamos del familiar, del vecino, del barrio, de la comunidad que nos acoge. No sabemos escuchar, lo único que escuchamos es nuestra propia necesidad. Y en nuestra falta de oído hacia nosotros, nuestra necesidad se transforma en un animal voraz, ilimitado.

No creemos en nosotros mismos. Nos hemos sumido en la oscuridad que nos lleva a un profundo sueño donde bajamos la guardia, confiamos a ciegas en nuestros verdugos.

Creemos que la libertad es individual y al aceptar esto como una verdad, lo que estamos aceptando es la desarmonía como único camino.

Pero la realidad es que somos gregarios y gracias a esa bendita capacidad que nos otorgó la naturaleza, es que por miles de años estamos en la tierra.

¿Cuál es este nefasto último hechizo de tánatos que nos hace creer lo contrario?

Las personas que viven en la selva tienen un estar en el mundo que es admirable. La naturaleza para ellos son seres vivos con espíritu, como ellos. No hay sin sentido de vida porque la vida es, estamos de paso y eso es, y detrás de ellos vienen otros que tienen el mismo derecho de vivir como ellos lo hicieron y eso es.

La muerte como parte de la vida y eso es. Solo son inmortales los espíritus del agua, del yaguareté, de la boa, del árbol. Ninguna cosa puede alejarlos de esa realidad, nada los acercará a la poción mágica de la eternidad, no hay cosas, productos, cirugías estéticas, bienes de consumo que los engañe.

Pero nosotras y nosotros vivimos en este sistema de la relevancia de las cosas, donde nos engañan porque nos engañamos primero. No somos capaces de mirar nuestro abismo interno, entonces creamos el abismo afuera para sacarnos el exorcismo.

Necesitamos desexorcizarnos.

Y ese abismo interno se habita de significados profundos cuando se aprende a escuchar al amigo, mirar al que necesita, ir a la búsqueda de voluntades para resolver problemas, cuando se rechaza el daño, se aprende del silencio, se accede a la ternura, se reverencia la tierra y sus frutos y sus seres procurando ese equilibrio frágil, atento, pero posible llamado armonía.

El Sumak kawsay invita a mirar el insondable abismo, se sumerge, lo enfrenta con audacia, no le teme.

En la filosofía de la Otredad con el Yo, el camino hacia la libertad es un acto colectivo del bien hacia lo que vive.

La mirada de lo humano con mayor franqueza; con el velo descorrido de la astucia, la avidez, la carrera en circulo, de la mano que retiene.

Mirar a la América profunda con su filosofía de vida comunitaria, del bien compartido, de la mesa servida, de sus decisiones en conjunto, de la importancia de la palabra y su significado; puede ser una opción que no miramos por estar encandilados por el oropel o sorprendidos por el horror de este sistema de vida occidental que ni siquiera nosotros, que lo creamos, entendemos como continúa sosteniéndose.

América profunda con todas sus savias y su sabiduría, con sus rituales a la Pachamama, Madre de las madres.

América profunda como la Matria, la tierra que nos ampara y nos resguarda. Y la posibilidad de la realización de la vida en el Sumak Kawsay, como el lucero en el firmamento de este enorme cielo sudamericano.



Lilia Moyano

Rio de los Pájaros

Colon, Entre Ríos

Argentina


La sombra de la codicia en el Rio de los pájaros pintados - Lilia Moyano 

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