sábado, 17 de enero de 2015

Mansilla y París: Calveyra y nuestro doble horizonte global

Ha muerto en París, justo en éste momento de París, el gran poeta entrerriano Arnaldo Calveyra, nacido panza verde en los campos del pueblo provincial de Mansilla. El contexto de su muerte, que lamentablemente no está en la portada de la mayoría de los medios, y una lectura propia de la excelente nota que Pablo Gianera escribió hoy para La Nación (“ArnaldoCalveyra: el poeta argentino era uno de los autores más originalesde la literatura en lengua española”), nos lleva a expresar algunas reflexiones, diciendo con la mayor claridad de que lectura somos culpables, como planteaba Louis Althusser -¿Sui Charlie hoy también, o no?- en la primera parte de “Para leer El Capital”.




TIERRA, PUEBLO Y LETRAS

El padre de Calveyra trabajaba en el campo y la madre era maestra. La influencia directa e indirecta, y el legado cultural del magisterio entrerriano son extraordinarios, infinitos. Arnaldo fue a estudiar Letras después a La Plata. Da la sensación de que forjó, articuló, una de las mejores combinaciones federales y culturales de su época: la sensibilidad profunda de nuestra tierra y del pueblo con la sensibilidad y la profundidad del estudio y de las letras universitarias. El resultado no pudo ser mejor. Nunca puede fallar esa combinación.

A su manera, Calveyra, como seguramente tantos otros, superó el falso dilema de “civilización o barbarie”, superó -como diría Manuel Claps analizando las ideas del gran educador oriental José Pedro Varela- el doble error, “el error de la ignorancia y el error del saber presuntuoso”.

LAS SEÑALES Y EL CAMINO DE LAS BOLITAS

Y Calveyra murió -sin irse nunca de nuestro mundo de la vida- en París, en el París más global que nunca que discute ser o no ser Charlie Hebdo. No recordaremos a Calveyra por haber provocado a nadie: parece una señal cultural que nuestro poeta haya abandonado físicamente París y el mundo en éstos días.

Como todas las señales que daba en sus obras y que da al principio de “Sucedió en Ganduxer”: la bella historia que grandes y chicos pueden disfrutar juntos sucede con la “bolita” que cae del bolsillo de un niño y se va a rodar la vida por Barcelona, buscando el mar, buscando el abrazo del agua, y el autor no dejó de usar la palabra “bolita” al comienzo de la historia. La edición de Adriana Hidalgo (BsAs, 2013, ilustraciones de Mercedes Miró) aclaró en la primer página que, “en tiempos de la infancia del autor, los niños utilizaban la palabra “bolita” en los juegos de canicas”.




No tuvo vergüenza cultural Calveyra de escribir y contar bolitas, ni en París ni en Barcelona ni en ningún lado. Es una extraordinaria señal semiótica y cultural de un autor extraordinario, que hoy sale a rodar el cielo y las redes de la cultura global como esa bolita, como esa bolilla.

EL DOBLE HORIZONTE, LA CUARTA DIMENSIÓN

Calveyra nunca dejó de sentir su tierra, sea cual sea, el lugar donde estuviera. Dice bellamente Gianera, “La experiencia del campo entrerriano no lo abandonó nunca del todo. Decía que cuando abría la ventana de su departamento parisino podía ver el horizonte de provincias. "Doble horizonte", llamaba a esa experiencia o también "cuarta dimensión". El poeta habitaba en un lugar entre distancias.”

Hay una mirada allí que no se deja colonizar y hay un planteo, una propuesta: lo local y lo global están conectados, pero conectados de la mejor manera posible. Porque la madre naturaleza y los pueblos trabajadores viven, sufren y sienten en común, a la par de que conviven -hoy como pueden- con sus ricas diferencias culturales.

Veo París y veo Mansilla, veo Mansilla y veo París. Veo María Grande, veo Paraná, veo Entre Ríos, veo Sudamérica y veo Marsella, Roma, las banlieues -las barriadas humildes parisinas-, Madrid y los indignados, veo Frankfurt y las ciudades alemanes donde se discute si pasan o no el racismo y el fascismo. Veo el Sena y veo el Paraná. Veo el Rin, veo el Támesis y veo el Río Uruguay. No veo palmeras donde las hay.

Calveyra nos interpela a profundizar la doble mirada sensible, profunda y comprometida, la mirada amplia en un doble horizonte común, local y global. La mirada auténticamente federal, justo en al año del Bicentenario del Congreso artiguista de los Pueblos Libres. Ya Amaro Villanueva se y nos preguntaba si llegará alguna vez el “federalismo universal”. La mirada sensible hacia un doble horizonte ayudará a que la necesaria democracia global federal llegue algún día.

La doble mirada, nos permitimos interpretar, que defienda lo mejor de lo nuestro y respete a los otros, porque una democracia pluralista y popular. Multidimensional, comunitaria y sustentable tendrá que superar los límites del liberalismo individualista tan burgués como hipócrita y tan cómplice como siempre con la colonialidad del poder.

CONVOCATORIA A LA LECTURA, MÁS QUE NUNCA.

Calveyra ahora es un clásico que nos convoca a la lectura, pero no a cualquier lectura, a una lectura sensible y comprometida con lo nuestro y con el mundo, que son dos aspectos entrelazados de lo común que necesitamos liberar.

Prof. Mauricio Castaldo
María Grande, Entre Ríos

17/1/2015

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