-Apuntes para la Historia del Mundo Entrerriano y para Otra Historia de
la Historia-
El
22 de Febrero de 1814 se produce el gran triunfo federal en el Combate del
Espinillo, a pocos kilómetros de la Bajada del Paraná, hoy capital de Entre
Ríos. Entrerrianos y orientales juntos, al mando de Eusebio Hereñú y Fernando
Otorgués derrotan a las fuerzas directoriales enviadas desde BsAs y comandadas
por el Barón de Holmberg, militar alemán
que un par de años atrás había llegado a la capital-puerto de las Provincias
Unidas junto a José de San Martín y otros hombres de guerra. Entre los
derrotados, dicen las crónicas históricas, estuvo el santafesino Estanislao
López (1) quién, parece, aprendió la lección pero muy a su manera, como otros
después, también muy a su manera.
EL
ÉXODO ORIENTAL, LA SOLIDARIDAD ENTRERRIANA Y LA LUCHA POR LAS INSTRUCCIONES DEL
XIII. 6.000 PESOS POR ARTIGAS:
El
gobierno de BsAs había iniciado una guerra frontal a las Instrucciones del
XIII, a la posición política y al proyecto que el artiguismo había formalizado
de cara a los debates en la nunca bien analizada y siempre sobrevalorada
contradictoria Asamblea de las provincias del mismo año, reunida y dirigida por
los logistas monárquicos de la capital portuaria. Esas Instrucciones definían y
proponían independencia sin especulaciones, república, división de poderes,
confederación de los pueblos y capital fuera de BsAs. Era mucho para la
burguesía porteña, que rechazó a los diputados orientales, y que ya venía
hostigando a Artigas y a su movimiento desde antes, intentando contenerlo
conservadoramente sin lograrlo. Ya Sarratea, intrigante jefe burgués porteño y
monárquico, había venido a “comandar” en 1812 -y sin suerte, aunque no dejó de
ser dañino- el extraordinario movimiento rebelde, revolucionario y solidario
que se había generado entre los pueblos orientales y occidentales del Uruguay,
rebeldes a la entrega de la Banda Oriental y de Entre Ríos que el gobierno de
BsAs había hecho en “Armisticio” al gobierno español atrincherado en Montevideo
y apoyado por los portugueses dueños todavía por ese tiempo del Brasil.
El
histórico éxodo oriental al Ayuí –la Redota-, en la zona de Concordia, la
solidaridad y la lucha conjunta y coordinada de los pueblos rebeldes había sido
la respuesta a la transa infame del Triunvirato porteño. El prestigio político
y social de Artigas y su proyecto, y el desprestigio de los gobiernos de BsAs
fueron permanentes y a la par después de esos enormes hechos históricos
generados entre 1811 y 1812. Ese prestigio hizo que los propios jefes militares
directoriales como Rondeau, demoraran en publicar –a principios de 1814 y por
considerarlo política y posiblemente contraproducente- el decreto del Director
Supremo Posadas declarando a Artigas “infame y traidor”, ofreciendo la fortuna
de 6.000 pesos de esa época al que lo entregara vivo o muerto y ordenando fusilar
inmediatamente a Artigas y a sus seguidores donde se los encontrara. La intuición política no le falló esa vez a
Rondeau. Posadas acusaba de “traidor” a Artigas por abandonar el segundo sitio
a la ciudad de Montevideo, que –insistimos- estaba tomada por las fuerzas
coloniales españolas. El gobierno centralista que negociaba cobarde y vilmente
con españoles, portugueses e ingleses y que había entregado a las provincias y
sólo quería someterlas a su política y a sus intereses –que son lo mismo- acusaba
impunemente de traición al que se la jugaba en la lucha junto a los pueblos. No
era muy creíble.
LAS
TRINCHERAS DEL LITORAL Y EL CIVISMO CHARRÚA ENTRERRIANO, MÁS ALLÁ DE LAS
TERTULIAS DEL PODER:
Artigas se había retirado, provocadora, indignada y estratégicamente a fines de 1813 ante los atropellos de Rondeau, del gobierno de BsAs y de la Asamblea reunida en la ciudad-puerto. Después de rechazar a los diputados orientales y sus Instrucciones, el gobierno central había convocado otro Congreso y otra elección en la Banda Oriental –el Congreso de la Capilla de Maciel- y Artigas, por supuesto, desconoció esa “segunda” elección. El jefe de los orientales, y ya máximo referente federal, deja algunos lugartenientes en el sitio y se retira a la campaña oriental y a organizar la lucha estratégica en Entre Ríos y en todo el Litoral. Montevideo está al caer –Brown derrotará a la flotilla española pocos meses después- y hay que estar atentos, como se dice hoy futboleramente, a la “segunda jugada” que se venga contra las pretensiones porteñas.
Artigas se había retirado, provocadora, indignada y estratégicamente a fines de 1813 ante los atropellos de Rondeau, del gobierno de BsAs y de la Asamblea reunida en la ciudad-puerto. Después de rechazar a los diputados orientales y sus Instrucciones, el gobierno central había convocado otro Congreso y otra elección en la Banda Oriental –el Congreso de la Capilla de Maciel- y Artigas, por supuesto, desconoció esa “segunda” elección. El jefe de los orientales, y ya máximo referente federal, deja algunos lugartenientes en el sitio y se retira a la campaña oriental y a organizar la lucha estratégica en Entre Ríos y en todo el Litoral. Montevideo está al caer –Brown derrotará a la flotilla española pocos meses después- y hay que estar atentos, como se dice hoy futboleramente, a la “segunda jugada” que se venga contra las pretensiones porteñas.
A
principios de ese año de 1814, las fuerzas despliegan sus estrategias y sus
movimientos. El gobierno de BsAs envía a Holmberg y a sus hombres a La Bajada
(Paraná) con el objetivo después de marchar hasta el punto clave del Arroyo de
la China (Concepción del Uruguay) a reunirse con las fuerzas del comandante
directorial de esa zona, Hilarión de la Quintana –que ha relevado al Coronel
Galván allí después del fracaso conciliatorio de éste y de una sublevación de
milicianos correntinos-, y con las fuerzas oficialistas de Perez Planes, que
debían venir desde Corrientes. Artigas mantiene comunicación y envía armas e
instrucciones a los jefes entrerrianos como Hereñú, y sabe que cuenta con mucha
fuerza y adhesión popular en Entre Ríos y en todo el Litoral. Tiene contactos y
hombres dispuestos en Corrientes. Igualmente dispone que Otorgués con una
división importante de hombres cruce el Uruguay y venga a reforzar la lucha en
esta Banda Occidental Entrerriana.
De
la Quintana también se percata de que ese fantasma político que es Artigas –que
nadie del poder central sabe donde está- y que lo vuelve loco, cuenta sin dudas
con el apoyo de la población entrerriana. De la Quintana, sólo con sus soldados
y su política vertical, escribe desesperado al Director Supremo:
“El
edificio está por desplomarse; los habitantes y las milicias de Entre Ríos
están decididos a recibir con agrado a los anarquistas. Mi situación es poco
menos que insostenible” (2)
Es extraordinaria esta decisión política del pueblo entrerriano en ese contexto apremiante. Y es una continuidad del histórico espíritu de lucha que nuestro pueblo, que después de Mayo de 1810 se había jugado a favor de una revolución en serio sin especulaciones, a favor de la soberanía particular, de la defensa de la tierra y la seguridad laboral y vital, en medio de una fuerte solidaridad entre los que luchaban. Haciendo gala de esa virtud cívica charrúa –como diría el gran Cesar Blas Perez Colman- el pueblo entrerriano en armas, comandado por líderes como Bartolomé Zapata y otros había derrotado a los españoles aquí en 1811, y los seguía enfrentando sin treguas –especialmente las incursiones de la flotilla española fuerte en nuestros ríos-, al igual que a los portugueses. El propio Artigas había venido como jefe de blandengues, del ejército colonial de frontera, y se había vuelto revolucionario a la Banda Oriental.
Es extraordinaria esta decisión política del pueblo entrerriano en ese contexto apremiante. Y es una continuidad del histórico espíritu de lucha que nuestro pueblo, que después de Mayo de 1810 se había jugado a favor de una revolución en serio sin especulaciones, a favor de la soberanía particular, de la defensa de la tierra y la seguridad laboral y vital, en medio de una fuerte solidaridad entre los que luchaban. Haciendo gala de esa virtud cívica charrúa –como diría el gran Cesar Blas Perez Colman- el pueblo entrerriano en armas, comandado por líderes como Bartolomé Zapata y otros había derrotado a los españoles aquí en 1811, y los seguía enfrentando sin treguas –especialmente las incursiones de la flotilla española fuerte en nuestros ríos-, al igual que a los portugueses. El propio Artigas había venido como jefe de blandengues, del ejército colonial de frontera, y se había vuelto revolucionario a la Banda Oriental.
Es
la movilización horizontal y revolucionaria del pueblo entrerriano, junto a los
demás pueblos de la región y el continente, la que hay que valorar y revalorar
en los análisis históricos –y enseñarla, porque la buena memoria histórica es
la que generará otra conciencia y otro futuro-, y no las tertulias de Belgrano
con los capataces de Candioti y de Gregoria Pérez de Denis en Paraná. Zapata,
sus gauchos y el pueblo en armas –como la División de Pardos y Morenos que
envió BsAs, como la joven adolescente María Boché (3)- fueron los que
defendieron a Entre Ríos de la invasión española comandada por Michelena en
1811, no Belgrano –toda la vida contradictorio, monárquico y unitario- que en
su marcha a Paraguay, no dio importancia a esa invasión. Algunos dirigentes
culturales hoy, siempre tocando historiográficamente de oído, y a veces, ni
eso, podrían dejar alguna vez los versos históricos eternamente cómplices –su
negocio de baratijas históricas y culturales- a la continuidad del saqueo y la
entrega.
DIRECTORIALES
EN RETIRADA Y LAS GUERRILLAS EN EL ESPINILLO, DESDE EL AMANECER:
De
la Quintana es derrotado por las fuerzas orientales y entrerrianas al mando de
Otorgués en el Arroyo de la China. Perez Planes es derrotado paso a paso por
los artiguistas en Corrientes –Curuzú Cuatiá, Concepción, La Cruz-. De la
Quintana retrocede con las fuerzas que le van quedando, después de la derrota,
el desbande y las deserciones, y vuelve a ser derrotado en el Paso de
Gualeguaychú y se retira a BsAs. Holmberg avanza desde Paraná hasta Nogoyá sin
mucha suerte: no consigue hombres, no consigue caballos, nada, y lo hace constar.
Un remanente de fuerzas directoriales derrotadas en Concepción del Uruguay
quiere imponer autoridad y reprime en Gualeguay. Pinto Carneiro –oficial del
ejército directorial- fusila al patriota Juan Castares –artiguista, ex alcalde
local- en Gualeguay y esto enardece los ánimos populares que ya estaban
caldeados (4). Samaniego y sus hombres expulsan a Pinto Carneiro y sus
secuaces, y éstos marchan hacia la zona de Nogoyá.
Retroceden
desde allí los directoriales reunidos hasta la Bajada del Paraná, que ha sido
tomada por Hereñú y sus milicianos, y se produce el Combate del Espinillo,
donde las fuerzas centralistas son completamente derrotadas por los
entrerrianos que han recibido el refuerzo oriental y federal al mando de
Otorgués.
En
el parte de Holmberg –que consta en el Archivo Artigas-, comunicando la derrota
y la capitulación al gobierno de BsAs, puede leerse:
“…fueron
todos de acuerdo ser imposible resistir por más tiempo, a causa de la mucha
pérdida que se había sufrido en la acción que al amanecer de éste día habían
sostenido y en las guerrillas que en lo más del día no habían cesado, y ser
mucho más imposible la retirada, por no haber por donde salir…” (5)
Después
del triunfo artiguista, y después de las discusiones sobre las condiciones de
la rendición de los directoriales, los prisioneros son enviados al Campamento
de Artigas en Purificación (en la región de Paysandú) y son bien tratados por
el jefe federal, quién además explica el sentido de la lucha y del proyecto
político, buscando convencer a los vencidos, a quienes después libera, para que
marchen a BsAs. Sólo son fusilados los criminales como Pinto Carneiro, Ribeiro
y Suarez (6), que habían cometidos los atropellos infames en Gualeguay.
El
Espinillo significó para Entre Ríos la afirmación histórica del ideal de independencia
política y social de BsAs y de toda dominación extranjera, de soberanía
particular y la consolidación de la solidaridad federal revolucionaria gestada
dos años atrás en el éxodo oriental al Ayuí –“momento constitutivo”, para
decirlo como René Zavaleta- y formalizada políticamente en las Instrucciones
del XIII, que se defendieron a muerte en los campos de batalla de nuestra
tierra y de todo el Litoral.
Artigas
vió una reforma política sistémica en marcha con estas movilizaciones
revolucionarias. Escribe el 29 de Marzo de ese 1814 al Cabildo de Corrientes,
diciéndole:
“…Todos los pueblos situados a lo largo del Uruguay y del Paraná están bajo su mismo pié de reforma y han saludado el restablecimiento de la armonía general, de la prosperidad, la vida y la paz con los sucesos de Gualeguaychú, Espinillo, Bajada, Concepción y La Cruz, y luego que se fije en todo el territorio el plan de su seguridad, se verificará la organización, consultando cada una de las provincias sus ventajas peculiares y respectivas y quedarán todas en una perfecta unión entre sí mismas…” (7)
“…Todos los pueblos situados a lo largo del Uruguay y del Paraná están bajo su mismo pié de reforma y han saludado el restablecimiento de la armonía general, de la prosperidad, la vida y la paz con los sucesos de Gualeguaychú, Espinillo, Bajada, Concepción y La Cruz, y luego que se fije en todo el territorio el plan de su seguridad, se verificará la organización, consultando cada una de las provincias sus ventajas peculiares y respectivas y quedarán todas en una perfecta unión entre sí mismas…” (7)
LA
SEGUNDA VUELTA DE LA RESISTENCIA POPULAR ENTRERRIANA:
Pero
el poder central no iba a dejar la cosa allí. Después de firmar un Acuerdo con
Artigas por intermedio de Alvear –otro infame- que no cumplieron, el Directorio
vuelve a invadir, atacar e intentar controlar Entre Ríos y el Litoral
–incluyendo la Banda Oriental por supuesto-, en lo que resta de ese 1814. Antes,
el gobierno de BsAs había enviado a Amaro y Candioti a negociar con Artigas,
pero éstos estaban más a favor del federalismo que otra cosa y el acuerdo no
fue aprobado en la capital-puerto. Artigas, por su parte había designado como
representante en Entre Ríos a su hermano Manuel, a quién presentó el 3 de Junio
de ese año, dirigiéndose “a los Occidentales del Uruguay y Orientales del
Paraná”, como “Jefe de los Orientales y Protector de Entre Ríos”, y haciendo
votos por “la libertad, la prosperidad y el reposo” (8).
Manuel
Artigas será parte fundamental de un nuevo movimiento de extraordinaria
resistencia popular entrerriana y federal. El Directorio crea arbitraria y
administrativamente las provincias –departamentos diríamos, para el poder- de
Entre Ríos y Corrientes -el decreto dice el 10 de Setiembre que “ambos países
–hablando de Entre Ríos y Corrientes; subrayamos: países- exigen una autoridad
inmediata… bajo la debida dependencia de la suprema del Estado” (9) y designa
por las suyas a Blas Pico como gobernador-interventor de Entre Ríos, y éste
desembarca en Gualeguaychú con 600 hombres, dirigiéndose a la capital de esa
época que era el Arroyo de la China uruguayense.. Además, el gobierno central
aprovecha las ambiciones y resentimientos de caudillos y jefes como Hereñú en
Entre Ríos y Perugorría en Corrientes para sumarlos a su política y a su
reparto de migajas de poder. Dorrego –el Dorrego instituído a posteriori como
federal- conduce los ataques directoriales en la Banda Oriental. La situación
se complica para los artiguistas.
La
continuidad de la resistencia popular entrerriana y litoraleña aquí es más
potente que nunca. Ni Pico ni ningún otro interventor, antes y después pudieron
conseguir nada del pueblo entrerriano, que ya tenía una definición política. Como
explica Filiberto Reula, “Díaz Vélez, gobernador –directorial- de Santa Fe, el
14/10/1814 informa a Posadas que, en el interior de Entre Ríos, se forman
grupos armados de opositores que interceptan las comunicaciones de Hereñú con
Pico”, y que éste, el 18 de Noviembre, también expone a Posadas la situación
adversa, opinando que, para reducir a los entrerrianos y extirpar todo intento
de resistencia era necesario fusilar a los rebeldes y sacar de la provincia
quinientas familias” (10). Si hoy sigue siendo una idea tremenda, más sería en
aquella Entre Ríos de poco más de 15.000 habitantes.
LA
NECESIDAD DE UNA HISTORIA MÁS SOCIOLÓGICA Y DE UN REENCUENTRO CON NUESTRA
TIERRA:
Una
lectura a contrapelo y sintomática de esa declaración nos muestra la
extraordinaria decisión y acción de lucha del pueblo entrerriano con el
proyecto de Artigas. Una historia “sociológica” a fondo, como la que propuso a
su manera Fermín Chávez pero que nosotros debemos actualizar y profundizar hoy,
nos muestra que desde los primeros movimientos de Artigas con la lucha criolla
en 1811 –y hemos visto que antes también-, ya la movilización democrática y
popular fue notable y ejemplar en Entre Ríos. “En nuestra provincia, dice
Beatriz Bosch cuando habla de la Entre Ríos bajo la influencia política de
Artigas, se tiene noticias de elección de autoridades en reuniones populares
verificadas en Nogoyá, Gualeguaychú, Paraná, Tala y Gualeguay” (11). Pinto
Carneiro por su parte supo informar a sus superiores del peligro de “las
reuniones en el Montiel a favor de Artigas”. Un extraordinario movimiento
popular democrático y contrainstitucional, pero que por distintas causas y
apremios no llegó a consolidar un poder constituyente confederal, una
confederación de derecho, y eso sumaría complicaciones a la larga también.
Blas
Pico no pudo concretar por suerte su plan represivo. La resistencia popular
entrerriana, litoraleña y sudamericana se lo impidió. El pueblo forzó a Hereñú
a volver sobre sus pasos y reacomodarse en el movimiento federal. Blas Basualdo
se vino con sus paisanos de Corrientes a la Costa entrerriana del Uruguay y
ayudó a resistir heroicamente a los directoriales –tanto sintió después Artigas
la pérdida de Basualdo-, Rivera –todavía artiguista- derrotó a Dorrego en el
Guayabo y los porteños se retiraron a BsAs. La Liga de los Pueblos Libres pudo
afirmarse y Hereñú izó la Bandera Federal en Paraná el 1ro. De Marzo de 1815.
Lo que no pudo concretar Blas Pico en 1814, lamentablemente lo concretaría el
Presidente Sarmiento en 1870.
La
resistencia entrerriana en el Siglo XIX es uno de los procesos políticos y
sociales más extraordinarios de la Historia de Nuestra América-Abya Yala, y
probablemente del mundo. A su manera notable, Entre Ríos fue el “Vietnam del
Siglo XIX”. Hoy, y después de tantos golpes, ese espíritu está disperso en las
luchas del pueblo trabajador, especialmente en la lucha ambiental, que
seguramente deberá ser profundizada antes de que la Madre Naturaleza se enoje
aún más con nosotros. Recordar el Combate del Espinillo y todas las luchas por
la soberanía particular y la política confederal debe ser, más que nunca,
reafirmar nuestro compromiso en la defensa soberana y el cuidado de nuestra
tierra y nuestro mundo de la vida. Recordar las luchas por la soberanía y el
federalismo no significa arrancar palmeras y no puede ser hoy mendigar un 15%
de “coparticipación” federal al poder central. La memoria histórica profunda
del pueblo entrerriano no es una memoria de pedido de limosnas.
LA
PRESIÓN FEDERAL, LA DECLARACIÓN Y LA TRAICIÓN DEL CONGRESO DE TUCUMÁN:
La
lucha federal continuó y Artigas avanzó con la Liga política hacia Santa Fe en
1815, sumándose después Córdoba. Entrerrianos y orientales, gauchos, nativos,
milicianos de todos los colores combatieron solidariamente con los
santafesinos, liberándolos, paso a paso, del dominio porteño. Ante el temor del
avance artiguista hacia BsAs, donde ya contaba con buena cantidad de
adhesiones, el poder central cambia momentáneamente de política. Desobedeciendo
la orden directorial de reprimir a los federales en Santa Fe, el ejército se
subleva en Fontezuelas, cerca de Pergamino, y provoca la renuncia de Posadas.
Rondeau, en funciones militares en el Norte es designado Director Supremo, pero
deja su lugar interinamente a Alvarez Thomas. El nuevo directorio avanza con
dos cuestiones: una, abriendo un diálogo con Artigas –que a mediano plazo se
verá que es solo ganar tiempo para seguir con la misma política- y otra, convocando
a un Congreso de las provincias en Tucumán. BsAs seguía pensándose, como en
Mayo de 1810, como la “hermana mayor” (12).
Algunos
historiadores han hablado exageradamente de la “Revolución Federal de
Fontezuelas”, pero más allá de las apreciaciones de cada uno, está claro que la
presión federal artiguista provocó la nueva política del Directorio, que en el
fondo y a la larga no va a ser tan nueva, más allá de la mitología
historiográfica y política oficial. En ese 1815 entonces Artigas y su movimiento
han logrado un poder contrahegemónico muy fuerte. BsAs envía la Misión Pico y
Rivarola a negociar con Artigas en Purificación pero ésta queda en nada porque
los porteños como mucho ofrecen la “independencia” de la Banda Oriental. A los
pocos días de ésta reunión se desarrolla el Congreso de Oriente en el Arroyo de
la China, afirmando las intenciones independentistas y federales –impensables
una sin la otra, y defendidas con las armas desde las Instrucciones escritas de
1813- y buscando volver a negociar con BsAs, con la que se necesita contar en
una confederación integral y ante la defensa de un posible contraataque
imperial español del que se hablaba mucho.
BsAs
siguió rechazando las propuestas federalistas y la guerra civil continuó a la
par, o siendo parte de la guerra continental americana. Los gobiernos centrales
siguieron proyectando monarquías, unitarismo, principado de las Provincias
Unidas con príncipe y/o princesa extranjero y reprimiendo a los provincianos
que no entendían ni entienden esos extraños conceptos de “patria” y de
“independencia”.
LOS
DEBATES EN 1816-1820 Y LA MITOLOGÍA MONÁRQUICA NAC Y POP:
El
Congreso de Tucumán se dio en éste contexto y también fue parte de esa política
hegemónica. Si uno lee detallada y críticamente una obra como la “Historia del
Congreso de Tucumán” de Leoncio Gianello puede ver que uno de los pocos
diputados que dio debates fuertes –y en minoría- al poder hegemónico en Tucumán
fue el cordobés Miguel Del Corro, federalista que había estado antes en el
Congreso de Oriente y que había sido parte de la comisión que ese congreso
artiguista había enviado a renegociar a BsAs. El federal cordobés del Corro
estuvo activo en los dos congresos por la independencia entonces y es una
figura política histórica que merece destacarse en un balance luces, sombras y
grises, que debe evitar simplismos e infantilismos pedagógicos. El propio
Congreso Nacional –que denominamos Congreso de Tucumán” envió a Del Corro como
mediador a Santa Fe, donde el poder porteño se había empantanado políticamente
ante la lucha confederal artiguista. Santa Fe (en la Liga Federal) tenía
designado un diputado, y Gianello dice que Artigas no hubiera tenido problemas
en hacer la elección, pero BsAs no envió una misión de negociación exigida a la
Banda Oriental que además sospechaba de algunos movimientos de barcos armados
de BsAs. ¿Hubiera valido la pena enviar más diputados federales a Tucumán? ¿Se
podía en medio de la doble guerra contra portugueses y directoriales? ¿En qué
hubiera terminado?.
En
la sesión secreta del 6 de Julio de 1816, el Congreso escucha al Belgrano
monárquico y directorial, derrotado y desconocido por su tropa sublevada en
Santa Fe, sin ninguna legitimidad política en ese contexto, proponer una
monarquía designando a un Inca. Mal que les pese a los historiadores
románticos, el inca pensado era Dionisio Yupanqui, un nativo políticamente
correcto que había actuado militarmente al servicio de la corona española. Era
la figura absurdamente pensada por el inoperante Belgrano como figura
conciliatoria: monárquico políticamente correcto para el poder, inca para
obtener la adhesión de los pueblos nativos que se necesitaban más que nunca
como tropa. El propio Belgrano, tiempo después, y como lo comentó Eduardo Azcuy
Ameghino, reconoció en una carta el oportunismo desopilante de su propuesta. Artigas
antes le había dado instrucciones al Comandante Andresito –guaraní- que
dispusiera la elección y envío de diputados indígenas al Congreso de Oriente.
Era bastante más coherente y democrático.
En
esa misma sesión, cuyo acta está documentado y puede consultarse en internet,
Belgrano dijo que con el Rey Juan de Portugal no habría problemas, porque
luchaba contra la “infección” del artiguismo. Los portugueses estaban
invadiendo nuestra Provincia Oriental desde el Brasil y atacaron después todo
el Litoral y Entre Ríos. Completa la intervención de Belgrano ese 6 de Julio
debe ser impugnada históricamente por nosotros y declarada críticamente como infame.
CONSTA
EN ACTA LA LUCHA CONTRA LA TRANSA Y LA TRAICIÓN:
El 9
de Julio –hoy bicentenario- y en medio de todas esas luchas y debates se
declaró formalmente la independencia de España. A los pocos días, la discusión
hizo que se agregara “y de toda dominación extranjera”, ante las sospechas de
un acuerdo de la política del Directorio y del Congreso con los portugueses
(que después encima se dió). Obviamente era el movimiento federal encabezado
por Artigas el que expresaba públicamente esas sospechas fundadas. Obviamente
que la declaración de Tucumán es una respuesta para contener el debate y la
presión federal. Más claro y directo: evidentemente, la presión federal
artiguista logró que se declare formalmente en Tucumán la independencia de todo
poder extranjero.
El
Acta del 9 de Julio de 1816 es producto y parte de un proceso de debates y
luchas que venían y siguieron, antes y después –y en contra también- del Congreso.
El movimiento federal siguió luchando por sus ideales. Ese Congreso Nacional en
Tucumán, y después trasladado a BsAs, proyectó monarquías, intentó acordar con
los portugueses invasores, redactó una Constitución unitaria y monárquica en
1819 –el Director Supremo Pueyrredón intentó negociar un principado francés- y
al final fue derrotado por los federalistas en Cepeda en 1820.
El
movimiento federal artiguista –representado contradictoriamente por Ramírez y
López en 1820- puso fin a la traición del Congreso, cumpliendo y superando el
propio Acta histórico que el Congreso había redactado y lamentablemente
abandonado. Tanto escribe y dice la política oficial y después abandona…
Pero
Artigas fue derrotado por los portugueses, y los porteños ganaron a Ramírez
para otra política. Los patéticos y sintomáticos proyectos monárquicos fueron
derrotados, pero el proyecto confederal revolucionario también. La política
sistémica desarrollaría otras versiones, la lucha popular también.
Prof.
Mauricio Castaldo – 21/2/2016
Sec.de
Formación de Agmer María Grande
Facebook:
Mauricio Castaldo
Twitter: @CastaldoEdgar
Actividadentrerios.blogspot.com.ar
Foro Artiguista Entrerriano
NOTAS:
(1)
Facundo Arce y Manuel Demonte
Vitali, “Artigas, Heraldo del Federalismo Rioplatense”, citados por Leoncio
Gianello, “Historia de Entre Ríos”, Paraná, 1951, p. 209.-
(2)
Cesar Blas Perez Colman, “Entre
Ríos. 1810-1821”, en “Historia de la Nación Argentina” (dirigida por Ricardo
Levene), Vol.IX, BsAs, El Ateneo, 1946, p.227.-
(3)
María Boché de Munita, encarcelada
a los 16 años de edad por luchar, citada por Beatriz Bosch, “Historia de Entre
Ríos”, BsAs, Plus Ultra, 1978, p.35 y 53.-
(4)
Leoncio Gianello, ob.cit, p.209, y
C.B.Perez Colman, ob.cit, pp.227-228.-
(5)
F.Arce y D.Vitali, citados en
Archivo Artigas, Director Juan Pivel Dovoto, Tomo XIV, pag 92 del tomo (pag 148
del doc en formato pdf), Montevideo, Monteverde y Cía, 1976. El Archivo Artigas
puede consultarse casi en su totalidad en internet, hay un enlace directo en la
página del Foro Artiguista Entrerriano, actividadentrerios.blogspot.com.ar.-
(6)
Leoncio Gianello, ob.cit, p.209.-
(7)
Filiberto Reula, “Historia de
Entre Ríos” (Tomo I), Santa Fe, Castellví, 1971, p.131.-
(8)
Oscar R. Tavani Perez Colman,
“Ramírez y Artigas. Una nueva interpretación”, Colón, ER, Birkat Elohym, 2007,
p.87.-
(9)
C.B.Perez Colman, ob.cit, p.230.-
(10)Filiberto
Reula, ob.cit, p.135.-
(11)B.Bosch,
ob.cit, p.44.-
(12)Leoncio
Gianello, “Historia del Congreso de Tucumán”, BsAs, Academia nacional de
Historia, 1966, p.28.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario