domingo, 29 de diciembre de 2024

¿CUÁNDO DEJAREMOS DE VERNOS COMO LOS BUENDÍA?

 -Una mirada sobre Cien años de Soledad en Netflix-


1) LITERATURA, STREAMING E HISTORIA

Muy interesante la primera temporada de “Cien años de soledad” en Netflix. Confieso haberla empezado a mirar con el prejuicio de estar frente a un negocio más de esa plataforma norteamericana, ahora con la obra de un grande de la literatura latino – latidoamericana, prejuicio recargado además porque horas antes pude leer una crítica despiadada a esta puesta en escena en el instagram del diario El País de Madrid. Por suerte, no era tan malo como lo pintaban, y si bien está claro que no hay que pedirle al cine o a la producción de series para plataformas que sea exactamente igual a la Literatura o a la Historia, no dejamos de mirar con cierta desconfianza el camino artístico y siempre  -aunque haya gente que por opción personal no quiera hablar de esto- ideológico que traza el creador o adaptador. El resultado es positivo, interpelante, movilizador.

Mi lectura juvenil del libro de García Márquez -allá por 1995/96- fue más bien existencialista. Yo recién empezaba el profesorado de Historia y disfruté de una obra divertida, desopilante en algunas páginas y para mí en ese momento, crítica de ciertas costumbres sociales en las que nos movíamos. Si me quedó una idea de drama social, de tiempo circular de las frustraciones populares, y esa idea quedó ratificada ahora que vi la serie, pero ya con una mirada más amplia de nuestra historia, de la política y con una dirección creo más clara de la reflexión sobre el sentido de “Cien años”. Cuando falleció el Premio Nobel Colombiano, en abril de 2014, escribí unos apuntes en internet dónde me preguntaba porqué no había por ejemplo una novela de García Márquez sobre la Revolución Cubana, siendo conocida su amistad pública con Fidel Castro. Hoy intentaré volver sobre ese tema.

Miré la primer temporada de la serie con 23 años de trabajo docente y con mucha más formación que aquel jovencito pretendida y necesariamente rebelde frente a la Argentina menemista. Pude apreciar el trabajo artístico, tanto del escritor como de los directores ahora, desde un punto de vista tanto o más histórico que existencial y social. La serie me hizo pensar no sólo en los dramas y tragedias amorosas, vitales, cotidianas si no en las grandes contradicciones y limitaciones de la historia política latinoamericana.

2) SÍMBOLOS DE LA SOLEDAD POLÍTICA LATINOAMERICANA

...Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento en las redes sociales,
el incansable Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota
en que su padre lo llevó a conocer la cancha de fútbol... Tiempo antes había
hecho un descubrimiento paradójico mirando series de plataformas:
todo -aunque no lo parezca, aunque haya grandes similitudes- era irrepetible
desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años
de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra...”
Versión libre del adscripto para una posible versión de
Doscientos años de soledad” 

LA DIALÉCTICA MACONDINA: En cada capítulo de la serie iban apareciendo personajes y situaciones que no pude dejar de pensarlas como símbolos de nuestra historia y de nuestra cultura. Así, la fundación de Macondo y sus primeros pasos como pueblo me hicieron reflexionar sobre la contradicción pasada y presente de nuestra subjetividad política como latino – latidoamericanos: la intención utópica de fundar pueblos libres, autónomos -la hermosa música afro y afro-criolla de la serie era, a su manera, la música de las repúblicas de los quilombos, de esos negros y negras que se escapaban de la esclavitud en nuestra macro-región- y por otro lado -por el mismo lado, pero desde otro costado- una subjetividad colonial, colonizada, copada por los intereses, las lógicas desgraciadas y las violencias de la civilización moderna europea. Somos esa subjetividad política y social contradictoria, utópica por un lado y colonizada por el otro, al mismo tiempo. Queremos la libertad y la autonomía de Macondo pero nos enloquecemos, o nos enloquecen, o las dos cosas, con la búsqueda de las fórmulas de la alquimia, en sus formas actuales. Los inicios de Macondo me llevaron a recordar el concepto de barroco latinoamericano, elaborado por el estudioso ecuatoriano -nacionalizado mexicano- Bolívar Echeverría. Claro está que esa resistencia social y cultural mestiza, muy nuestra, enfrenta una complejidad y unas tensiones más que complicadas. Macondo aparerece por momentos como una experiencia social de lo podríamos definir barroco latinoamericano tardío, pero es una experiencia que queda disciplinada, dominada por la formación de nuestros estados nacionales (1850-1900) modernos, burgueses, burocráticos, oligárquicos, liberales - conservadores.

FORMAS DE LA ALQUIMIA: La figura de Melquíades, el gitano, es un símbolo de la racionalidad instrumental alquimista. La ciencia como gitana de la vida moderna es una idea provocadora, si cuidamos la apreciación respetuosa de la cultura gitana. Melquíades aporta racionalidad para seguir superando supersticiones en Macondo pero también trae la ilusión alquimista, el anhelo intenso de encontrar la fórmula para llegar al oro fácil -la pucha si no es la ideología colonial-, al enriquecimiento rápido, al realismo mágico capitalista. Los diálogos entre el primer Buendía de Macondo y Melquíades son uno de los ejes simbólicos más fuertes y profundos de la serie.

Desde aquel gitano literario al presente, podemos pensar las variadas formas que el alquimismo ideológico ha adoptado en nuestra región y en el mundo globalizado: votar candidatos tan psiquiátricos como algún Buendía para llegar a la dolarización de una economía sin pensar las consecuencias, volverse adictos a las apuestas digitales, jugar con bit-coins, con seguidores en Youtube y en las redes, proyectar startups, usar “inteligencia artificial”, soñar manijeado con ser Maradona o Messi sin estudiar, sin trabajar -en medio de una economía política hegemónica nefasta que conspira contra el trabajo digno-, sin defender valores democráticos...hay tantas formas de alquimismo ideológico y social. Las biotecnologías avanzan con clonación y robótica: Yuval Harari nos avisa que nuestra especie hoy se cree el Homo Deus. “El Alquimista” incluso ha sido el título de un exitoso libro de autoayuda de Paulo Coelho. ¿Tan lejos estamos de José Arcadio Buendía?. Por otro lado, no podemos olvidar el dato histórico que una parte importante de la ciencia europea moderna empezó como experimento alquimista: ahí está la biografía de Isaac Newton para confirmarlo. La racionalidad científico – técnica occidental no está tan lejos en la historia de las ferias gitanas, mal que les pese a las y los fundamentalistas del viejo y nuevo positivismo.

GESTOS DECOLONIALES: Hay escenas de la serie que podemos pensarlas en clave decolonial, por ejemplo cuando Ursula encuentra los caminos que unen a Macondo con el mundo junto a un grupo de nativos. De todas maneras, el símbolo fuerte de la opresión es la niña nativa abandonada y adoptada, que come tierra por las noches: el ensayista argentino Bernardo Canal Feijóo supo hablar -en términos psicoanalíticos- de la forclusión, de ese rechazo ideológico y cultural “moderno” al sufrimiento de los pueblos originarios que quedó en el inconsciente de nuestro folklore y nuestra cultura. En Macondo, esa forclusión se paga con un insomnio permanente y al no dormir para vivir trabajando y pensando en acumular bienes y riquezas. Forclusión y plusvalía perpetua, no dormir y trabajar todos los días para que otros, para que un grupo de políticos, empresarios y mafiosos de la clase dominante se enriquezcan a costa del pueblo mientras hacen el verso de “seguir haciendo un esfuerzo”: “Cien años” se transforma aquí en una gran denuncia al delirio del capitalismo posmoderno y de los discursos neoliberales.

Arcadio Buendía, el improvisado maestro de escuela que se transforma en jefe político y militar liberal en la guerra civil, se inspira en una imagen de Napoleón Bonaparte para vestirse. ¿Es una crítica al militarismo eurocéntrico moderno o es una ironía literaria y ahora cinematográfica contra las pretensiones estratégicas de este Buendía al que se le suben todos los humos en la patética lucha política?...¿O es un poco las dos cosas?... Las batallas entre liberales y conservadores católicos son batallas latinoamericanas entre dos variantes, dos opciones del mundo ideológico europeo, colonial e imperialista que, como se ve, sangraron a nuestros pueblos para poco y nada. Eso sí, las impresentables contradicciones de estos liberales napoleónicos -que no demoraran más tarde en entenderse con los conservadores contra las “amenazas” de los obreros socialistas y comunistas- nos remiten a “El Mito Liberal” del intelectual marxista argentino Héctor P. Agosti.

DOSCIENTOS AÑOS: Hay otras escenas simbólicas, sintomáticas, proféticas. Del daguerrotipo a las selfies, las y los seres humanos idiotados por la tecnología del mercado, pasaron de querer capturar a Dios en una imagen a tratar de verse como dioses con filtros digitales o fotoshop... El gitano Melquíades capaz tenía más sentido común que nosotros... Hay mucho más para hablar en esta primera temporada de la versión plataforma del libro de García Márquez: el amor libre y las pasiones contra las convenciones sociales -la potencia del deseo tropical-, los dramas existenciales -la tremenda muerte de la chica embarazada-, los guachos – gauchos de la vida popular, Ursula como símbolo del sentido común que tenían nuestras madres y abuelas, las madres de la sociedad patriarcal del deber pero con suficiente coraje para forjar sus espacios de autonomía y decisión, y Aureliano, ese Leandro N. Alem colombiano luchando, muchas veces en soledad, por un liberalismo político y por una democracia formal que nunca llega, y que ni sus propios correligionarios terminan acompañando... Doscientos años son ya, más de doscientos, de independencia política latino – latidoamericana del imperio español y sin embargo la soledad política continúa. ¿De qué soledad son tantos años? De la soledad de la subjetividad política colonizada, individualista, en cualquiera de sus formas ideológicas.

3) LOS RIESGOS Y LA SUPERACIÓN DEL REALISMO MÁGICO:

La serie basada en la obra de García Márquez es un hecho positivo, lo mismo que la versión Netflix de Pedro Páramo de Juan Rulfo. Ojalá despierte más interés por la literatura y la cultura latidoamericanas, y ojalá movilice la reflexión crítica sobre nuestra historia, nuestra política y nuestra vida ideológica y social. Ha sido importante que los hijos del gran escritor condicionen a la empresa de streaming a producir todo en Colombia: es importante que no se pierda la soberanía cultural frente a los intereses del espectáculo. Habrá cosas que se escaparan al condicionamiento respetuoso: una escena amorosa, secundaria tal vez en el libro puede transformarse en una escena más que erótica en la pantalla, porque la ideología Netflix no resignará ciertas cosas, pero bueno, es parte de las reglas del juego.

Gabriel García Márquez escribió “Cien años de soledad” en medio de los interminables enfrentamientos políticos y sociales que frustraban el desarrollo humano en Colombia en los años ´60. Conflictos parecidos nos han hecho mucho daño a todos en toda la región. Podemos pensar esta gran novela como una crítica irónica y creativa a la situación, cuando ya todo el continente hablaba de la Revolución Cubana, triunfante en 1959 y movilizadora de esperanzas y militancias juveniles, populares y realmente revolucionarias. No hubo ficción del Gabo sobre la revolución conducida por su amigo Fidel Castro porque su decisión literaria fue que la lucha revolucionaria no era una ficción. Las extraordinarias “Notas de prensa” del autor de “Cien años” son el necesario complemento a la lectura de su literatura: sus ideas políticas, progresistas y democráticas están muy claras en estas notas. El denominado “realismo mágico” corre su riesgo: para gente sin mucha formación puede dejar la imagen de nuestra región como un show cultural bizarro y patético, mediocre y sin salida. José Pablo Feinmann supo llamar la atención sobre este riesgo artístico, tan a gusto de la mirada eurocentrada o globalizada. ¿Cómo hacer para dejar de vernos como los Buendía? Es decir, para forjar otra imagen política y cultural latidoamericana y para nosotros mismos dejar de vernos con la mirada colonial – neocolonial...

UN QUILOMBO LINDO, MÁS ALLÁ DE MACONDO: Colombia hoy nos da el ejemplo de un aprendizaje político y cultural. Uno lee o mira los avances del gobierno del Pacto Histórico encabezado por Gustavo Petro y Francia Márquez y no puede sino aplaudir algunas medidas que buscan superar una larga soledad. Lo dijimos hace poco en una charla en Concepción del Uruguay: “en este mes de Julio de 2024, leímos en el twitter -la red X- del Partido Comunista Colombiano dos noticias muy destacables del proceso político de ese país hermano. Por un lado, el Presidente Petro, insta al nuevo Ministro de Educación Daniel Rojas -quien antes estaba a cargo del ente nacional encargado de las expropiaciones a los narcotraficantes- a “romper dentro de su ministerio y de la educación superior las deficiencias de la misma, que convierte a los colombianos en obreros y obreras de un sistema en dónde unos hacen las ganancias y los demás trabajan para ellos”. Por su parte, la Ministra de Agricultura y Desarrollo Agrario Martha Carvajalino, afirma al entregarle tierras expropiadas a cien familias campesinas en el marco de Reforma Agraria que, “la hoja de coca fue su sustento, hoy siembran alimento de verdad”, y convoca a todos a “asumir la reforma agraria para una Colombia Potencia Alimentaria y Potencia Mundial de la Vida”. Redistribución justa de la tierra en un marco político y educativo popular, multicultural, originario, afro criollo, feminista y ecologista como parte de un proceso difícil y complejo de revolución democrática -atacado permanentemente por los medios y las redes sucias del poder dominante resentido”. El pueblo profundo de Colombia parece empezar a dejar de comer tierra. ¿Qué escribiría hoy el Gabo? ¿Quién hará alguna serie sobre estos hechos tan o más extraordinarios que los que sucedían en Macondo?...Colombia nos muestra el camino actualizado de los quilombolas y de la tierra sin mal. Citando al filósofo italiano Gianni Váttimo, dijimos en “La Señorita Renée” que, “...sin utopías, sin proyectos grandes, la historia es pura repetición. Incluso desde un punto de mirada filosófico, el ser acontece en la medida en la cual hay novedades, hay transformaciones de los sistemas sociales, de las relaciones de producción…”

SER O NO SER UTOPÍA: ¿Dónde estaba la utopía en Macondo para no vivir repitiendo frustraciones y fracasos? ¿En la idea original de un pueblo autónomo, liberado de políticos burócratas, de violencias instituciones e ideológicas y de dogmas religiosos conservadores? ¿En el amor familiar abierto a las adopciones interculturales? Lo cierto es que el pueblo colombiano entendió que tal vez la literatura es la verdadera alquimia universal y que la lucha política y social debe ser algo diferente a una búsqueda alquimista. Es la generación de acontecimientos colectivos profundamente democráticos y transformadores las que superar los ciclos de opresión, supervivencia, dramatismo y resistencia en todas sus formas. ¿Dónde está nuestra utopía política concreta hoy para no ser como los Buendía? Y no es una pregunta para buscar lejos o para caer en un imposible: miremos la valentía y la constancia de tantas organizaciones del campo popular, la economía social, los movimientos de derechos humanos, las mujeres contra el machismo, los pueblos originarios, los jóvenes por las universidades y la educación, el compromiso del arte y la cultura, los colectivos ambientalistas que son una gran esperanza...¿Qué falta para encontrarse y ser utopía?...

Mauricio Castaldo



Brindemos contra la peste de la soledad

Culminamos el año con la Gabomanía desatada por culpa de la serie Cien años de soledad, que obviamente ha originado diversas reacciones. Cada una de las decenas de millones de personas que hemos leído la novela, en cualquiera de los cincuenta y tantos idiomas diferentes en que ha sido traducida, teníamos nuestra propia y muy particular serie en el imaginario.

Por: Jaime Cedano Roldán

Pero realmente la invitación de esta columna es a que, mirando el contexto político mundial, hablemos de la estrecha relación que existe entre la novela y el discurso “La soledad de América Latina”, que García Márquez pronunciara en Estocolmo en 1982, al recibir el Premio Nobel. Un discurso, que, como el libro, es necesario volver a leer, o hacerlo por primera vez si aún no se ha hecho. Macondo y siete generaciones de sus familias fundadoras sufrieron cien años de soledad, de guerras fratricidas, de pestes, de olvidos y derrotas. Pero no era solo una terrible realidad colombiana, lo era también de toda nuestra América Latina, andina, amazónica y caribeña...

P.C. Colombiano - Leer Completo


lunes, 29 de julio de 2024

AGOSTI y GRAMSCI CONTRA LOS FANTASMAS DE LA MITOLOGÍA LIBERAL


...¿Nada le dice a usted todo esto? Pienso que la crítica liberal,

y advierta que parto siempre del supuesto de los liberales de buena fe

y no de los que simulan gárgaras de democracia tras de haber sido

ministros del fraude justista o de la dictadura uriburista…”

HÉCTOR P. AGOSTI, “El Mito Liberal” (1959)


I – HÉCTOR P. AGOSTI, SU OBRA Y SU CONTEXTO HISTÓRICO:


A) Un intelectual militante del Siglo XX: Cuando Agosti inició su militancia juvenil en el Partido Comunista Argentino, en los años ´30 del siglo que pasó, la Revolución Rusa llevaba un par de décadas y era una esperanza para millones de almas obreras en todo el mundo. Un estado fuerte, conducido por el partido de los trabajadores y campesinos, dueño solidario de las principales fuentes de riqueza nacional, para asegurar soberanía, trabajo para tod@s, salud, educación, ciencia, cultura, desarrollo económico propio y justicia social sin medias tintas fue el modelo político socialista -el modelo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas- en esa época y en todo el siglo XX. Fue el modelo también para las luchas de liberación nacional que se dieron en todas las geografías del planeta, especialmente en la Revolución Cubana triunfante en 1959. Dejar el control de la economía a las grandes empresas monopólicas bajo el discurso tramposo de la “libertad” del mercado era abrir el gallinero a los zorros y generar hambre y sufrimiento al pueblo. Los hechos están a la vista. El denominado mundo comunista, es decir el conjunto de países que seguían el modelo soviético, se derrumbó con la caída del Muro de Berlín a partir de 1989 -o tal vez antes, con el desastre ambiental de Chernobyl en 1986- y desde allí, el capitalismo y las políticas neoliberales han avanzado -más allá de ciertos vaivenes coyunturales- sin miedo, como supo decir el historiador británico Eric Hobsbawn. Está claro entonces que, los estados benefactores en cualquiera de sus formas y los derechos sociales podían sostenerse o disputarse con cierto éxito gracias a ese contrapoder popular y a la utopía socialista concreta que se desarrollaba en cada país y en la geopolítica internacional. Cuando esa fuerza declina, los tiburones del capital, avanzan saqueando economías y destruyendo derechos. La construcción de poder popular, unido en la diversidad, gremial, social y político es imprescindible para pensar unos niveles mínimos de democracia y de dignidad humana.

Agosti sufrió persecuciones, cárcel y exilio durante la denominada década infame de la historia política argentina en los años ´30 y ´40, década larga hegemonizada por políticos oligarcas y conservadores y militares afines, socios en el fraude y la explotación servil a los intereses del imperialismo británico. En un exilio montevideano, el intelectual militante argentino conoció e hizo gran amistad con Rodney Arismendi, líder y referente del Partido Comunista del Uruguay durante tantos años. Esa época nefasta de fascismo y conservadurismo anticipó el anticomunismo que vendría después con la Guerra Fría, esa gran competencia política, económica, ideológica, militar y tecnológica que a nivel mundial llevaron adelante los Estados Unidos como baluartes del capitalismo y la Rusia soviética con la bandera roja del socialismo revolucionario. La obra de Agosti, como militante comunista se desarrolló en este contexto: no era fácil plantear ciertos debates, lecturas nuevas o aperturas más allá de la ortodoxia partidaria que nunca dejaba de ser solidaria con la revolución rusa. A los debates internos que Agosti daba respetuosa pero activamente dentro de las lógicas partidarias -que en 1956 reciben el baldazo de agua fría de las denuncias contra los crímenes y la violencia política de José Stalin en la Unión Soviética-, se sumaban las discusiones externas, las que daba con intelectuales y dirigentes liberales y tambíen, por supuesto con figuras notables del pensamiento nacional y popular como Juan José Hernández Arregui. Las relaciones entre comunismo y peronismo fueron complejas, complicadas, chocantes muchas veces y contradictorias. Hubo un desencuentro largo de estos dos universos políticos -cada uno tiene su parte de responsabilidad, y en cualquier caso el resultado ha sido trágico para el país- como hubo también encuentros: los diálogos entre la filosofía marxista-leninista y el pensamiento nacional – popular va a producir las grandes obras de la historiografía y la ensayística argentina. El debate, los acuerdos, desacuerdos y matices que se dieron, por ejemplo, entre Agosti y Hernández Arregui fueron uno de los puntos más altos de nuestra conciencia histórica y política. Arregui aplaudía el nacionalismo de los trabajos de Agosti. Esos libros, esos trabajos tienen mucho para decir todavía, especialmente si los actualizamos con toda la rica producción académica y crítica que se viene dando en nuestras ciencias sociales. Hay que decir, que en los años ´70, peronismo, comunismo y otras fuerzas hablaban políticamente de liberación nacional aunque sin terminar de entenderse. El tiempo gremial fue, en ese momento, más consciente, solidario y lúcido que el tiempo político: el liderazgo pluralista y democrático que el “gringo” Agustín Tosco llevó adelante junto a la clase obrera en Córdoba fue una lección que la dirigencia política y partidaria nacional no pudo, no supo o no quiso aprender y emular.

B) Agosti en Entre Ríos. Agosti y los entrerrianos del palo: En 1964 Héctor P. Agosti estuvo presente en Paraná, en una asamblea de la SADE, la Sociedad Argentina de Escritores, que lo contaba como un animador muy activo, tal como lo explica Alexia Massholder en su libro “El Partido Comunista y sus intelectuales”. Escritores, periodistas y poetas de la talla de Juan L. Ortiz, Luis Gudiño Kramer y Amaro Villanueva firmaban con Agosti y otras figuras los manifiestos de la SADE. Villanueva colaboró en los Cuadernos de Cultura que Agosti dirigió en su madurez. En los trabajos de estos escritores entrerrianos claramente puede percibirse una intención dialéctica, aportar a la transformación del sentido común popular en sentido crítico, en buen sentido, en conciencia política de pueblo trabajador frente a la explotación, la alienación y los discursos de resignación a lo poco o nada posible. Es destacable el trabajo a pulmón de Amaro Villanueva: sus estudios sobre el lenguaje del mate y el arte de cebar, sobre José Hernández y el Martin Fierro, sobre los milicianos federales, como también sobre la cultura del lunfardo, pueden señalarse como un anticipo extraordinario de lo que más adelante se denominará semiótica y lo que hoy son los estudios de la subalternidad en las ciencias sociales contemporáneas. Es un lindo desafío releer y actualizar estas investigaciones y estos ensayos.

C) La introducción del pensamiento de Gramsci: En los años ´40, Agosti va a promover la traducción y edición de los trabajos del pensador revolucionario italiano Antonio Gramsci. En nuestros días los libros de Gramsci o sobre Gramsci abundan en las universidades y en los estudios sociales y culturales críticos y profundos. Las categorías gramscianas de hegemonía y contrahegemonía, sentido común y buen sentido, lucha prefigurativa, guerra de posiciones y otras, forman parte del panorama educativo, intelectual, periodístico. Muchas veces nos encontramos con un Gramsci leído con chucker, edulcorado sin mucho compromiso político y social concreto, es decir, un Gramsci no gramsciano. Agosti nos dio el ancho de espadas del análisis filosófico, ideológico, político, pedagógico y cultural: el problema es con una carta sola no se gana el partido. Puede leerse en internet los insultos nerviosos de ciertos militantes ultraliberales contra Gramsci: es la sombra terrible que los persigue y que paradójicamente los inspira para su construcción ideológica legitimadora del saqueo económico, el empobrecimiento, el hambre y la destrucción de derechos sociales. El pensamiento de Gramsci debe ser muy bueno y muy positivo: mirá el desastre que hacen los que lo critican.

En todo el mundo se desarrollan lecturas de Gramsci, en diálogo con otras y otros autores, en forma interdisciplinaria, para tratar de comprender en profundidad los tiempos que corren e impulsar alternativas políticas y sociales en medio de los discursos y las redes del individualismo, del resentimiento, del odio, de la meritocracia, del racismo, de la frustración, de la depresión permanente y de la culpa en todas sus formas. Ahí están por ejemplo las obras del sloveno Slavoj Zizek sobre la ideología, las del italiano Paolo Virno sobre la impotencia resentida y las pasiones tristes y tantas otras. Los trabajos actuales y los clásicos como “El Medio Pelo en la sociedad argentina” de Arturo Jauretche, tienen mucho para decir, leídos con cuidado y no para profundizar grietas entre sectores populares, sino para establecer puentes de diálogo y entendimiento que nos saquen de la dispersión y la fragmentación que nos dejan siempre en el peor escenario de supervivencia y de lucha. Lo importante es aquí no olvidar una de las máximas de Gramsci: una hegemonía nunca es absoluta.

La ilusión de la juventud peronista en los ´70


II – CLAVES DE EL MITO LIBERAL:

...De tanto dejarse estar

estamos donde nos llevan.

Pero ninguno se dice

si es por maulas o trompetas…”

AMARO VILLANUEVA

Escolástico Junco”


A) El liberalismo real: En su libro El Mito Liberal, publicado en medio del transformismo frondizista que giraba de nacionalista a liberal desarrollista, Agosti realiza una caracterización histórica del liberalismo, afirmando que esta ideología se organiza como dogma político contra el avance del proceso generado por la revolución francesa. Agosti marca la diferencia entre el liberalismo burgués y conservador por un lado y el auténtico espíritu democrático por el otro. Los hechos históricos muestran que las políticas liberales se desarrollaron desde el siglo XIX contra las demandas y las iniciativas democráticas de los trabajadores y los pueblos. El liberalismo real nace contra las ideas de Rousseau y de los jacobinos, explica el intelectual comunista argentino, en un libro que está escrito en forma de una Carta Abierta a un Demócrata Honesto. A nuestro autor tampoco se le escapa discutir, deconstruir diríamos hoy, palabras, ideas y conceptos como “hombre” y “libertad” contra los significados ideológicos engañosos que construyen sobre estas expresiones ciertos partidos o intelectuales orgánicos del poder hegemónico. Años después, el filósofo argentino radicado en Europa, Ernesto Laclau, planteó el desafío que generan los significantes flotantes, las palabras y discursos lanzados a la esfera pública y que se transforman en significados hegemónicos por las operaciones ideológicas gestadas en las usinas de la clase dominante. El sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos explica en nuestros días el pensamiento abismal de los discursos eurocentrados: el abismo de silencios, negaciones, exclusiones e injusticias que puede haber cuando alguien desde el poder dominante y desde la colonialidad occidental habla de libertad, desarrollo, justicia, igualdad, progreso, democracia y/o civilización. Por lo demás, Agosti anticipa las diferencias que más adelante realizará el politólogo italiano Norberto Bobbio entre democracia formal y democracia sustancial, cuando discuta la democracia formalmente aplicada. El militante argentino escribe indignado, varias veces, contra las gárgaras que los liberales se hacen con la libertad y la democracia y propone el debate y la movilización de ideas y fuerzas por una Nueva Democracia. Organizaciones sociales de nuestro país, como el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, en el primer cuarto del siglo XXI y ante el fracaso trágico de la democracia liberal, hablan de luchar por una Nueva Democracia. El pensamiento dialéctico está más vivo que nunca. En 2023, la Revista Digital Jacobin publica una entrevista al filósofo francés Etienne Balibar -discípulo de Louis Althusser- donde se explica las diferencias entre las concepciones individualista y democrática de la libertad. Es un camino similar al que había emprendido Héctor P. Agosti.

B) Debates intensos y actuales sobre nuestra historia, nuestra política y nuestro modo de producción: Agosti discutía con los historiadores y ensayistas del nacionalismo y del peronismo la interpretación de la historia argentina. El PC Argentino reivindicaba la tradición liberal de Mayo de 1810 como primer paso de una revolución democrática frustrada y cuestionaba como feudal el poder de los caudillos políticos del siglo XIX. El nacionalismo -federal y católico- reivindicaba a esos caudillos y criticaba fuertemente el servilismo neocolonial de la ideología liberal en todas sus formas. El gran historiador peronista entrerriano Fermín Chávez discutía el “mayismo” de los escribas liberales y también del PC. Agosti tomaba en cuenta parte de estos argumentos para procesarlos dialécticamente. Habla por un lado, en El Mito Liberal, del conflicto dramático que se desata con la Revolución de Mayo y que probablemente no tendrá una resolución cercana. Y por otra parte, cuando el intelectual comunista repasa el problema de la tierra en Argentina, escribe que Moreno, Rivadavia y Echeverría por lo menos plantearon el tema, y subraya “bien o mal”. Hay aquí una apertura en el análisis que está evitando cualquier interpretación esquemática y cerrada como también cualquier simplismo. ¿Cómo leer estos aportes y debates junto a toda la buena producción historiográfica y académica de los últimos años?. La tarea es interpelante y estimulante.

Los fantasmas de la ideología liberal argenta siguen rondando en los discursos de la clase dominante y sus gerentes: en 2024, el gobierno derechista lanza su “Pacto de Mayo” dónde se vuelven a expresar las políticas de Rivadavia, de Mitre, de Juárez Celman, de la cambalachesca década infame -¿no es la Ley Bases una caricatura del Tratado Roca-Runciman?-, de Krieger Vasena, de Martínez de Hoz y de Cavallo. ¿No es el neolibertario Caputo una versión tragicómica de Bernardino Rivadavia?…

El problema de la concentración de la tierra en pocas manos, y en manos de la especulación, el saqueo y el extractivismo, sigue siendo motivo de debates y luchas en toda Nuestra América – Abya Yala. En este mes de Julio de 2024, leímos en el twitter -la red X- del Partido Comunista Colombiano dos noticias muy destacables del proceso político de ese país hermano. Por un lado, el Presidente Petro, insta al nuevo Ministro de Educación Daniel Rojas -quien antes estaba a cargo del ente nacional encargado de las expropiaciones a los narcotraficantes- a “romper dentro de su ministerio y de la educación superior las deficiencias de la misma, que convierte a los colombianos en obreros y obreras de un sistema en dónde unos hacen las ganancias y los demás trabajan para ellos”. Por su parte, la Ministra de Agricultura y Desarrollo Agrario Martha Carvajalino, afirma al entregarle tierras expropiadas a cien familias campesinas en el marco de Reforma Agraria que, “la hoja de coca fue su sustento, hoy siembran alimento de verdad”, y convoca a todos a “asumir la reforma agraria para una Colombia Potencia Alimentaria y Potencia Mundial de la Vida”. Redistribución justa de la tierra en un marco político y educativo popular, multicultural, originario, afro criollo, feminista y ecologista como parte de un proceso difícil y complejo de revolución democrática -atacado permanentemente por los medios y las redes sucias del poder dominante resentido-: Agosti, Arismendi, Gramsci, el Che, Rosa Luxemburg y tantos otros deben estar en algún lugar poético sonriendo con satisfacción.

Héctor P. Agosti

Contra los gobernantes argentinos actuales que no nos representan y que faltan el respeto a los pueblos hermanos de Latino – Latidoamérica, saludamos y abrazamos a esos pueblos, aplaudimos su lucha y trabajamos todos los días porque Argentina vuelva a ser política, cultural y ambientalmente latino – latidoamericana. Una Confederación soberana, una Patria Grande sincera y solidaria, una CELAC de las y los trabajadores y los pueblos es, más que nunca el horizonte de la esperanza y de la Segunda Independencia.



Prof. Mauricio Castaldo

Equipo Directivo CEFMA Filial Entre Ríos


Intervención realizada en Concepción del Uruguay,

Entre Ríos, el 26/7/2024 en el marco del relanzamiento

del CEFMA -Centro de Estudios y Formación Marxista

Héctor P. Agosti- a nivel provincial.