Ahora nos quieren confundir con esto de los “fondos buitres”.
Pero los buitres chicos que gobiernan la Argentina, para que nos
saqueen sus patrones los buitres grandes, siguen mintiendo. Tenemos
que entender cómo funciona todo, para acabar con todos los buitres.
La sociedad argentina se halla inserta dentro del sistema mundial
capitalista, que es la forma de organización social que abarcar la
casi totalidad de nuestro planeta. No obstante, en el caso de nuestro
país, se trata de una inserción dependiente y subordinada a los
centros de poder mundial. Esto ha llevado a lo largo de su historia a
tener diferentes modalidades de dependencia, con distintos modelos de
funcionamiento económico y social, que se suceden luego de sucesivas
crisis estructurales que le ponen fin a cada etapa.
En los primeros años de la década del setenta del siglo XX la
sociedad argentina vivía una situación compleja, donde coexistía
una creciente conflictividad social con importantes avances en
términos económicos, sociales, laborales, educativos, etc. Eran los
años de la culminación de un ciclo expansivo de la segunda fase de
industrialización por sustitución de importaciones (ISI), que había
puesto a la Argentina en un lugar privilegiado dentro de los países
sudamericanos.
A pesar de que se trataba de un país capitalista dependiente y
periférico, las condiciones generales eran relativamente buenas. La
pobreza era casi excepcional y limitada a núcleos muy reducidos de
algunas zonas del territorio, la desocupación estaba en niveles
mínimos, el grueso de los trabajadores con empleo formal y protegido
por la legislación laboral y previsional, el sistema educativo
estaba entre los de mejor calidad de todo el continente y cumplía un
rol importante como igualador de oportunidades sociales. La economía
mostraba avances significativos en la sustitución compleja de
importaciones, con una industria más integrada y núcleo central del
crecimiento, un agro más diversificado, y desarrollos del sistema
científico-tecnológico que ponían una base esperanzadora sobre el
potencial futuro del sector. Una movilidad social ascendente y
generalizada y una clase media extendida en la estructura social
mostraban a la Argentina como uno de los países de menor desigualdad
distributiva.
A mediados de los años setenta se desató un vendaval que hizo
retroceder al país por muchas décadas. Un proyecto de
concentración, saqueo y genocidio provocó una de las crisis más
profundas y prolongadas de nuestra historia. Importantes cambios
estructurales iniciados por la última dictadura y profundizados por
el justicialismo en la década del ’90, llevaron a una
reprimarización distorsionada de la economía y una creciente
desintegración social y cultural.
En la segunda mitad de esa década nefasta se esbozaron las grandes
líneas de un nuevo modelo de capitalismo dependiente en la
Argentina, en este caso neocolonial depredador, de saqueo y
corrupción, que pasará durante los últimos diez años por una
primera fase expansiva de consumismo y subsidios clientelares, que ya
se ha agotado.
La notable expansión económica que se produce a partir del 2003
pondrá en evidencia ese nuevo modelo económico-social, que
delineado en los últimos años del siglo XX se desplegará con
fuerza desde entonces, y llevará a la Argentina por un crecimiento a
tasas elevadas como nunca antes se habían conocido. En paralelo, el
gobierno justicialista agitará nuevamente un discurso setentista e
insistirá en señalar que se ha retornado a períodos de
industrialización y justicia social similares a los tiempos de la
ISI. Un relato que también ha intentado diferenciarse de las
políticas neoliberales de los años noventa.
No obstante ese relato fantástico, valen dos aclaraciones. Una, que
no se trata de realidades similares, ya que la ISI de los años ’60
y ’70 del siglo XX no tiene nada que ver con el neocolonialismo
depredador, de saqueo y corrupción, vigente en lo que va de este
siglo. La otra, que además, estamos asistiendo al fin de esa primera
etapa del modelo neocolonial, de consumismo y subsidios clientelares,
y asoma una nueva fase mucho más preocupante, de mayor ajuste y
represión.
Nada que ver con la ISI…
Si observamos en términos comparativos los principales indicadores
económicos y sociales de la Argentina de los setenta y los de esta
década desperdiciada, veremos que no se trata de la misma economía
ni de la misma sociedad.
A pesar del crecimiento económico inédito que tuvimos, la pobreza
azota a más de un cuarto de la población, los problemas de
desempleo, subempleo y precarización laboral impactan sobre más de
la mitad de la PEA, se ha desintegrado el cuerpo social y hay un
deterioro fenomenal de los sistemas de salud y educación, todo ello
en el marco de una fuerte desigualdad distributiva, niveles de
corrupción oficial escandalosos y una inseguridad creciendo hasta el
infinito. La economía sigue concentrada y extranjerizada en un
puñado de grandes corporaciones transnacionales, y en el agro existe
un avanzado proceso de monoproducción de soja transgénica en
detrimento de la diversidad productiva, de la soberanía alimentaria
y de la sustentabilidad social y ambiental.
De consumismo y subsidios clientelares, a más ajuste y represión
Para el año 2012 ya se observaban los primeros síntomas del fin de
un ciclo expansivo (iniciado en el año 2003), a medida que se fueron
agotando los motores que favorecieron el crecimiento en este período.
Y en lo que llevamos de este año 2014 sólo quedan algunos factores
de orden externo que favorecen de manera excepcional a la Argentina,
en especial el astronómico precio de la soja en el mercado mundial,
y la aún importante demanda del mercado chino, cuyos valores han
permitido elevados ingresos a las arcas públicas y con ello ocultar
hasta ahora los graves desequilibrios económicos y sociales que ha
generado este nuevo modelo económico que denomino neocolonial
extractivista, de saqueo y corrupción.
En este contexto, el mismo gobierno que venía pregonando la plena
vigencia de los derechos humanos (aunque limitado a lo sucedido en la
Argentina de hace treinta años, y muy parcialmente), comienza a
mostrar cada vez más su cara represiva y concentradora, lo que
evidencia un claro cambio de rumbo. Y a pesar de las muestras
notorias de sumisión a la usura internacional y a las corporaciones
del imperio, nos quiere confundir con esta supuesta lucha contra los
buitres.
Comprender esta realidad, ver cómo llegamos a esta situación,
analizar la falta total de sustentabilidad hacia el futuro de este
modelo y las posibles perspectivas para los próximos años, son
algunos de los objetivos del seminario intensivo que se desarrollará
durante cinco días, a partir del lunes 4 de agosto y hasta el
viernes 8 de agosto (de 18 a 21 horas), organizado por el Programa de
Extensión “Por una nueva economía, humana y sustentable” de la
Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER. La actividad es
abierta, libre y gratuita.
Para inscripción o mayor información, escribir a alguno de los
siguientes correos electrónicos: info@porunanuevaeconomia.com.ar
y luis.lafferriere@gmail.com
Luis Lafferriere – 24/7/2014
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