domingo, 23 de febrero de 2014

Nunca tan fuerte un mediodía atado con alambre en Espinillo

¡Federales! No siervos”. Así reza un pasacalle de diez metros prendido en el alambrado a pasitos del arroyo Espinillo. Rojo intenso para el “federales” y el signo de admiración.
En medio de la soledad y la lluvia, el cartel interpela.
Fue colgado por manifestantes bajo un intenso chaparrón, en el mediodía de este sábado 22 de febrero, cuando se cumplieron 200 años de la Batalla del Espinillo.
Y no está solo, en verdad. Más allá, otro cartel dice “200 años de lucha federal. Basta de entrega”. Al lado uno enorme, blanco, con letras rojas sangrantes: “A los combatientes”.
En la esquina de enfrente, en un montecito: “Fuera Monsanto, Chevrón, UPM, Goldman S. Aratirí”. Y junto al  monolito que recuerda la Batalla y saluda a José Artigas: “Sí a la soberanía federal. Basta de centralismo”.


Aguacero sobre el Espinillo, a 25 kilómetros de Paraná, en el momento que manifestantes de distintos puntos de la región llegaban por la ruta nacional 18 y los caminos vecinales para protagonizar una “rueda de mate”, en la que acordaron leer documentos alusivos a la independencia, el federalismo, contra el capitalismo, contra el imperialismo; declaraciones por la vida comunitaria y cooperativa, por la integración del hombre en la naturaleza como mandan las antiguas sabidurías de Abya yala, América.
En los alambrados, bajos los árboles, se desparramaron como hormigas con palas, tenazas, alambres, cañas, plastilleras pintadas, para decir “presente” a los combatientes del Espinillo,en el bicentenario de una batalla que los gauchos entrerrianos y orientales libraron contra una invasión centralista que irrumpió para matar a Artigas. Para abortar la incipiente revolución social independentista.
Allí se vio a las chicas y los muchachos mojados de la cabeza a los pies, tensando las plastilleras, cortando los yuyos para que sus mensajes se vieran mejor.
El encuentro duró una hora y media, lo que llevó atar los carteles y tomarse unos mates bajo los paraguas. El  temporal impidió que continuaran los actos en ese lugar.
Entonces los manifestantes de la Junta Americana por los Pueblos Libres, el Foro Artiguista Entrerriano, los docentes de Agmer, algunos campesinos de la zona, varios estudiantes, se dirigieron a una casa vecina que se llama La Soñada, nada menos, para leer, bajo techo, las consignas, e intercambiar ideas sobre el significado del federalismo y de las luchas por la independencia que, según los artiguistas reunidos allí, deben continuar.
Había profesores universitarios, obreros, cooperativistas, periodistas, niños incluso. Todos mojados, leyendo y escuchando documentos medulosos que fueron redactados con jornadas de debates e intercambios.
Las declaraciones terminaban, y no por casualidad, en frases como “Artigas vuelve por el otro lado”, o “Artigas vuelve con los que luchan”, en sintonía con un eslogan que está labrado en el mármol, en el monolito del Espinillo, que dice “Lanza ayer, hoy camino, Artigas vuelve”.


Bajo un quincho hablaron, entonces, historiadores, pensadores, militantes sociales y gremiales, cantó Jorge Méndez y recitó unos poemas, y hubo lugar también para saludar la presencia activa de un artiguista censurado en estos días, Mario Alarcón Muñiz.
Los textos fueron firmados por agrupaciones de entrerrianos, santafesinos y orientales, y sus interpretaciones de la realidad actual, a la luz de las luchas federales independentistas y republicanas, merecen un capítulo aparte.
Bajo la lluvia tronó el “Mueran las multinacionales”, y se escucharon análisis medulosos en torno del auxilio que presta el estado, sea nacional o provincial, a los grandes grupos financieros, y contra los intereses de los trabajadores y campesinos. Eso, ayer y hoy.
No sintetizaremos aquí documentos que darían para decenas de páginas. Nos quedamos con la imagen de las chicas y los muchachos provistos de palas y carteles y alambres para alzar sus ideales con las fibras más fuertes que son las del conocimiento y el amor.
Un 22 de febrero nació Entre Ríos en el campo de batalla, con un pueblo sostenido en los principios de aquellas Instrucciones del año 13 y en siglos de resistencia de nuestros pueblos a la invasión europea.
Un 22 de febrero se plantó el federalismo frente al atropello de la oligarquía, que ya quería cambiar al mandón de España por un mandón en Buenos Aires, para que todo siguiera más o menos parecido.


Las organizaciones sociales, culturales, gremiales, han izado nuevamente la banda roja y no hay modo de desviar la savia profunda, milenaria, que mana de una fecha rescatada desde el pie. Esas organizaciones dicen unidad, dicen que hay que recuperar en la soberanía de los pueblos, la soberanía originaria para ponerla al servicio de la unidad. Y le gritan un rotundo no a la uniformidad, en cambio, con que el poder instituido pretende consolidar sus mercados.
¿Pero es que son masas compactas, en acuerdo absoluto? No. Son militantes que buscan honestamente sus caminos. Unos dicen “reforma agraria integral y sustentable con el objetivo de consolidar nuestra soberanía alimentaria… La tierra para el que la trabaja y la cuida, con chacras mixtas y cooperativas, con otro modelo político y social de producción”. Otros dicen “la especie humana del Abya yala desconoce los títulos de propiedad particular sobre grandes superficies porque aquí el hombre es de la tierra, no la tierra del hombre. Y menos aún acepta patentes sobre semillas toqueteadas en su genética. Esas son repudiables expresiones del genocidio de occidente”.
Unos ponen el acento en las luchas revolucionarias. Otros se sostienen en la armonía del hombre y la naturaleza que sintetiza el “sumak kawsay”, el Buen vivir, en equilibrio con el entorno. Las miradas se complementan. Y lo que en principio parece una confluencia de voces, a poco se torna voz nueva y antigua al mismo tiempo, una voz que dice que la Liga de los Pueblos Libres sigue latiendo, no en las declamaciones de arriba sino en las mateadas de abajo.

¡Salud, combatientes del Espinillo! ¡Salud, fantasmas desdibujados bajo la lluvia, sembrando conciencia en la estimulante soledad del Espinillo!

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