Entre Ríos, la
espalda política del proyecto artiguista.
Artigas
es tan entrerriano, como oriental, federal y sudamericano. Es
fundamental repasar la historia profunda del Protector de los Pueblos
Libres con la tierra entrerriana, para reafirmar la idea de que
Artigas es un caudillo y un prócer tan o más nuestro que otras
figuras renombradas de la historiografía oficial. La tarea de
revisar y pensar la documentación, los hechos y los debates de hace
doscientos años nos llevará también a comprender el sentido
profundo de la concepción soberanista, plural, solidaria y
democrática del federalismo revolucionario original, que además
está latente, está pendiente y nos interpela hoy, y más que nunca,
en nuestro contexto.
Nosotros
proponemos estudiar y pensar activamente la relación dialéctica
creadora de Artigas y su proyecto político con Entre Ríos en seis
momentos históricos, haciendo antes una aclaración.
AUTONOMISMO
A DOS BANDAS. Hay un fuerte espíritu autonomista en ambas Bandas,
oriental y occidental-entrerriana del Río Uruguay en la era
colonial, ese espíritu autonomista tiene complejas bases
geográficas, económicas, sociales y culturales. En la época
colonial y en la “edad del cuero” regional, había ciertas
libertades y un celo por las mismas, dentro del marco sistémico y
especialmente en la zona rural. Al relativo autonomismo económico
paisano y gaucho, y en ese marco, se le suma el autonomismo ético y
cultural del pueblo charrúa, y la fuerza de los hermanos guaraníes
en la guerra contra españoles y portugueses por la entrega de las
Misiones. En Entre Ríos además, la preocupación y la lucha contra
la especulación burguesa porteña con tierras entrerrianas había
sido abordada por el gobernador colonial Tomás de Rocamora, a fines
del Siglo XVIII, tal como lo señala Pivel Devoto en el Archivo
Artigas (1).
I)
DE BLANDENGUE A REVOLUCIONARIO DECIDIDO, ATRAVESANDO EL RÍO. El
primer momento que vamos a señalar de la relación histórica y
política de Artigas con Entre Ríos se da entre fines de 1810 y
principios de 1811: Artigas viene como jefe militar de Blandengues
-todavía al servicio de la corona española, que resiste con sus
funcionarios virreinales en Montevideo a la Junta de Mayo- a reprimir
a los rebeldes en Entre Ríos y se vuelve revolucionario, desertando
al poco tiempo del poder colonial. En Noviembre de 1810, Artigas es
enviado por el gobierno colonial de Montevideo a poner órden en
Entre Ríos, en el marco de una rebelión que va creciendo. Juan El
Chileno, uno de los hombres del caudillo rebelde entrerriano
Bartolomé Zapata, ha saqueado por la causa la estancia del alcalde
colonial de Gualeguaychú, García Petisco, y Artigas llegó hasta
Nogoyá en sus persecuciones. Zapata hace constar la deserción de
blandengues que pasan a luchar a su lado. El 15 de Febrero de 1811,
Artigas sigue a Rondeau y a los demás, y también deserta del
ejército colonial. El 18 de Febrero, Zapata toma Gualeguay con sus
gauchos, y después junto a Samaniego y su gente, recuperan
Gualeguaychú y Concepción del Uruguay. Hay contagio político y
solidaridades potenciadoras de la lucha, a dos bandas, haciendose más
fuerte atravesando el río, construyendo fuerza en el movimiento
dialéctico, atravesando la frontera instituída.
II)
LUCHA REVOLUCIONARIA A DOS BANDAS Y REDOTA CONJUNTA. El Artigas ya
revolucionario pasa por Entre Ríos a la ida y a la vuelta de su
marcha a BsAs a ofrecer sus servicios a la Junta. El 28 de Febrero de
1811 cuando se produce el Grito de Asencio y el pueblo oriental
formaliza su insurrección revolucionaria, Artigas está en Nogoyá,
en Entre Ríos, articulando fuerzas y comunicaciones en su marcha. La
guerra contra el absolutismo virreinal se formaliza, Artigas conduce
un ejército popular y multicultural, un pueblo -o unos pueblos- en
armas, solidarios y en movimiento. Se producen el primer triunfo
criollo en Las Piedras y Primer Sitio a Montevideo. Los españoles de
la capital oriental piden ayuda a sus aliados portugueses del Brasil,
y BsAs, en un contexto complejo, decide el peor camino: entregarle la
Banda Oriental y Entre Ríos a los españoles en un “acuerdo de
paz”. Tanto los orientales, que formalizan a Artigas como se jefe,
como los cabildos entrerrianos del Arroyo de la China -Concepción
del Uruguay-, Gualeguaychú y Gualeguay, rechazan ese acuerdo. Hay un
rechazo revolucionario a dos bandas, y en ese marco, se produce la
redota, el éxodo oriental al Ayuí, en la región entrerriana del
Salto Chico, de Concordia. Allí se reagrupan los que luchan en una
redota política conjunta (1811/1812). Artigas vuelve a venir a Entre
Ríos, nombrado “Comandante de las Misiones”, sabiendo que acá
tiene su espalda política segura.
III)
LA DEFENSA FEDERAL DE LAS INSTRUCCIONES DEL XIII. El Protector tuvo
que enfrentar en el Ayuí las intrigas de Sarratea, tan porteño y
centralista como monárquico, burgués y pro-imperial, y tuvo que
empezar a hacer precisiones y definiciones políticas cada vez más
fuertes. Las milicias populares artiguistas se suman al Segundo Sitio
a Montevideo, y en el marco de ese nuevo momento de la lucha, el
gobierno de BsAs convoca a comienzos de 1813 a la Asamblea de las
provincias, a la hoy muy sobrevalorada y poco estudiada y discutida,
Asamblea del Año XIII. En la extraordinaria Oración de Abril, en el
Congreso de Tres Cruces y en las notables y precisas Instrucciones
políticas y constituyentes de 1813, el artiguismo define su proyecto
republicano, democrático, federal y popular. Pero los diputados
artiguistas son rechazados por los burgueses monárquicos y
centralistas porteños y el enfrentamiento interno se va a agudizar.
En Diciembre, Rondeau -al servicio de BsAs- convoca a otro congreso
en la Banda Oriental, al Congreso de la Capilla de Maciel, para
tratar de generar otros representantes orientales, desautorizar a
Artigas y desarrollar una política provincial más favorable a las
especulaciones centralistas. La maniobra no prospera, pero Artigas va
a empezar otro movimiento. En 1814, el poder español está por caer
en Montevideo, y el 20 de enero de ese año Artigas se retira del
segundo sitio. Es una retirada estratégica al norte oriental, al
campo, al encuentro de los pueblos, “al centro de sus recursos”,
como el mismo jefe federal dice. Y va a preparar el contraataque,
para cuando BsAs derrote a los españoles y ocupe Montevideo. Artigas
deja igual un par de lugartenientes en el sitio y en febrero de ese
año clave de 1814 ordena a Otorgués pasar con sus milicianos a
Entre Ríos y ayudar a los que luchan en ésta Banda, y que están
pública y decididamente con el proyecto político de Artigas. En el
Archivo Artigas se puede ver claramente, entre otras cosas, que el
Protector está informado ya desde diciembre de 1813 de que los
entrerrianos están a muerte y en masa con su proyecto (2), y que,
como dice Pivel Devoto en los comentarios introductorios de ese
extraordinario archivo histórico y político, “el centro de la
conmoción artiguista fue Entre Ríos”. En Junio de 1814, los
porteños toman Montevideo, pero para esa fecha el artiguismo ya se
ha hecho fuerte en Entre Ríos y el Litoral, después de los combates
del Arroyo de la China, del Paso de Gualeguyachú, del Espinillo -que
define la soberanía particular entrerriana y la fraternidad política
federal-, y que después se fortalecerá con la avanzada federal en
Mandisoví -Federación- y en Curuzú Cuatiá -Corrientes-, a la que
se sumará el triunfo federal contra los porteños también en el
Guayabo, en enero de 1815, quedando la Banda Oriental en manos de los
federalistas, junto a todo el Litoral, tal como lo había planeado
Artigas.
IV)
LA BANDERA FEDERAL A DOS BANDAS Y EL CONGRESO DE LOS PUEBLOS LIBRES
EN ENTRE RÍOS. En 1815 el artiguismo va a tener su propia bandera,
el “pabellón de la libertad”, nuestra bandera federal, y va a
organizar el primer congreso por la independencia no en Montevideo
sino en el Arroyo de la China uruguayense, entrerriano. La propia
bandera federal es también, como todo el proyecto político
artiguista una creación y recreación dialéctica a dos bandas. La
enseña que Artigas mandó a izar en su cuartel oriental de Arerunguá
era una azul y blanca con dos listones rojos encima de las franjas
azules. Hereñú y su gente, interpretaron y recrearon una bandera
con diagonal roja y la izaron el 1ro de marzo de 1815 en Paraná.
Artigas siguió buscando una identificación y al final se decidió
por la banda roja. Claro que es entrerriana nuestra bandera, más
allá de alguno que se apura a hablar y escribir sin estudiar y sin
pensar. Es entrerriana, oriental, federal, artiguista, sudamericana y
revolucionaria. Esa diagonal roja, que hoy sigue estando en la
bandera de Artigas, en ambas bandas del Uruguay, contiene el secreto
de una creación y recreación dialéctica de la fraternidad política
federal sudamericana y libertaria. Esa bandera fue consagrada en el
Congreso de los Pueblos Libres, que ante las dudas y especulaciones
de los cabildantes burgueses de Montevideo, se realizó en nuestra
tierra entrerriana, en la Banda Oriental del Paraná o Banda
Occidental del Uruguay, la espalda política siempre segura del
artiguismo. Momentos antes del Congreso de Oriente, Artigas rechaza
la propuesta de independizar sólo la Banda Oriental, que realizan
Pico y Rivarola, enviados por BsAs. La independencia y la
emancipación sólo se iban y se van a dar con la confederación
solidaria de los pueblos libres. Esta genealogía histórica y esta
semiótica política tricolor nos interpela, como siempre y más que
siempre, junto al concepto revolucionario de Pueblos Libres, en la
era del saqueo extractivista imperial y de la sociedad de riesgo
global.
V)
LA RESISTENCIA ARTIGUISTA ENTRERRIANA, CON Y MÁS ALLÁ DE RAMÍREZ
(1816-1820). En 1816 se va a producir la invasión portuguesa a la
Provincia Oriental y a la Liga Federal, acordada por el gobierno de
BsAs y el Congreso de Tucumán. La resistencia oriental, entrerriana
y federal a los ataques de portugueses y porteños va a ser enorme,
hasta que en 1820 la Banda Oriental cae en manos portuguesas, y poco
tiempo después, Pancho Ramírez y Estanislao López tiran a la
basura el triunfo de Cepeda y abandonan el proyecto artiguista. Las
milicias populares panza verdes se mantuvieron junto al Protector y
su política, incluso cuando Ramírez se enfrentó a Artigas. El
propio Oscar R. Tavani Perez Colman, quién escribió un libro para
tratar de reivindicar a Ramírez frente a Artigas, reconoce en sus
páginas que Ramírez no contó con entrerrianos en su infantería
(3). De todas maneras, la fuerza popular y federal no pudo contra la
modernidad militar y política del acuerdo de portugueses y porteños
con los que traicionaron a Artigas en ambas bandas, y el jefe federal
se exilió y murió en Paraguay en 1850. Los ideales de república y
federalismo van a triunfar, en 1820 y en 1852, pero sin Artigas y sin
el contenido artiguista quedarán como un federalismo formal,
funcional, vacío, contradictorio, dependiente, y minimizado
geográfica y políticamente. Esa “república federal” producto
del pacto entre Urquiza y Mitre será una república subordinada al
imperio británico, quién desde su embajada estratégica en Río de
Janeiro estuvo manejando a sus títeres políticos del Plata en todo
este proceso político, en su cara hegemónica.
VI)
EL ESPÍRITU FEDERAL ARTIGUISTA EN NUESTRAS LETRAS, NUESTRA CULTURA Y
NUESTRAS LUCHAS. La historiografía oficial argentina, mitrista,
intentó borrar a Artigas y al movimiento federal original, pero más
allá del fuerte y lamentablemente silenciamiento oficial, el
espíritu artiguista siguió resistiendo, atomizado, en nuestras
letras y en nuestras luchas. El ideario de Artigas continuó en las
letras profundas, como las de Juan L. Ortíz, las de Juan Jose
Manauta, las de Delio Panizza y tantos otros, contiuó en nuestra
música y en nuestra cultura, y salió fuerte a discusión cuando
arrancó la lucha de la Asamblea de Gualeguaychú y de toda la Costa
del Uruguay contra las pasteras contaminantes. A partir de allí se
inició un proceso de relecturas y debates militantes donde podemos
destacar la reivindicación del Combate del Espinillo como día del
nacimiento político de Entre Ríos, realizada por el Foro Artiguista
Entrerriano y la Junta Americana-Abya Yala por los Pueblos Libres, y
la realización del acto conjunto por los Días de Nuestras Banderas,
los 19 y 20 de Junio, promovido por Agmer María Grande, y tomado
después por otros, aunque todavía no está totalmente internalizado
en todos los establecimientos escolares. Esta acción pedagógica le
dió contenido auténtico a la presencia de la Bandera de Entre Ríos
en los actos, decretada tiempo atrás más con un sentido urquicista
y hueco que con un criterio profundamente federal y sudamericano.
Falta ahora incorporar reflexiones sobre el 29 de Junio de 1815 y el
Congreso Federal en los actos del 9 de Julio, y falta avanzar en un
19 de Junio a dos Bandas. Voces oficiales han intentado ponerse la
camiseta de Artigas, pero tanto la camiseta, como el debate, como la
realidad crítica en la que vivimos, les ha quedado muy grande. El
ideario artiguista vuelve, pero vuelve con los que luchan contra el
saqueo, la entrega, la concentración, la exclusión, la desigualdad,
la marginalidad y la violencia sistémica en todas sus formas, que
claramente están en las antípodas del concepto político de Pueblos
Libres.
Prof.
Mauricio Castaldo
Sec.de
Formación de Agmer Ma Grande.
Editor
del Blog del Foro Artiguista Entrerriano
5/7/2015
NOTAS:
(1)
Pivel Devoto, Advertencia preliminar, en Archivo Artigas, Tomo XIV,
Montevideo, Monteverde y Cia, 1976, p.11, volumen completo en
http://www.bibliotecadelbicentenario.gub.uy/innovaportal/v/53049/51/mecweb/archivo-artigas
(2)
En varios y extraordinarios pasajes del Tomo XIV del Archivo Artigas,
ya citado, pueden leerse documentos que prueban esa solidaridad
estratégica entre el conductor Artigas y el pueblo entrerriano en
armas: el 31/12/1813, Pastor Hereñu escribe desde Nogoyá al jefe
federal ratificando la adhesión total panza verde a su política, y
son notables las advertencias de Hilarión de la Quintana y Rondeau
(centralistas) al Director Supremo Posadas antes del combate del
Espinillo y de los combates anteriores. “Hay que guarnecer Entre
Ríos” escribe y pide desesperado Quintana (27/1/1814), que se ha
dado cuenta de la estrategia de Artigas. “El edificio está para
desplomarse” insiste desesperado. “Hay un estado de insurrección
de todos los pueblos”, a favor de la política de Artigas, confirma
el gobernante centralista de Corrientes, Pérez Planes, quién tenía
que concentrar fuerzas con Quintana y Holmberg en el Arroyo de la
China, plan desbaratado por los triunfos federales que se sucedieron
en Febrero de 1814, confirmando la sensación política de los
militares y funcionarios directoriales.
(3)
Cfr. Oscar R.Tavani Perez Colman, “Ramírez y Artigas. Una nueva
interpretación”, Colón, E.Ríos, Birkat Elohym, 2007, p.306.
Artigas y los orientales del Paraná: el secreto histórico y político de la diagonal roja federal
Artigas y los orientales del Paraná: el secreto histórico y político de la diagonal roja federal
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