si bien con signo diverso del que siempre tuvieron. Necesitamos acercarnos
de nuevo al griego y al romano, no en cuanto modelos, sino, al contrario,
en cuanto ejemplares errores. Porque el hombre es una entidad histórica y
toda la realidad histórica —por tanto, no definitiva— es, por lo pronto, un
error. Adquirir conciencia histórica de sí mismo y aprender a verse como
un error, son una misma cosa. Y como eso —ser siempre, por lo pronto y
relativamente, un error— es la verdad del hombre, sólo la conciencia
histórica puede ponerle en su verdad y salvarle...”
JOSÉ ORTEGA y GASSET,
“Miseria y Esplendor de la Traducción” (1937)
https://ellectordeortegaygasset.blogspot.com/
“...Finalmente, los hechos que conmueven al mundo
no conmueven los espíritus. Y los que nada habían
previsto, nada aprenderán con lo que está sucediendo
en todas partes a nuestro alrededor. Hasta que la
humanidad no abandone su falso dios del progreso
necesario, para volver a la creencia en una voluntad
libre que puede influir bien o mal en las circunstancias
absolutamente determinadas, no podrá dominar los
acontecimientos cuyo peso la oprimen ahora”
JULIO IRAZUSTA
“Las revoluciones del mundo”, 19/10/1931, en
“El pensamiento político nacionalista.
El estatuto del coloniaje”
“...En el mundo, las cosas siguen invariablemente un curso sinuoso.
Por ejemplo, cuando se anda un camino, siempre es sinuoso el
recorrido. ¿Estuvieron ustedes alguna vez en la montaña Mokan?
Allí, tanto para ascender como para descender, uno tiene que dar
dieciocho vueltas. La sociedad avanza siempre en forma de espiral...”
MAO TSE TUNG
“Rechazar la ofensiva de los
derechistas burgueses”
9/7/1957
El mundo del primer cuarto del Siglo XXI confirma dramáticamente que sus paradigmas del progreso llegaron al límite de lo sostenible. Las ciencias sociales contemporáneas han venido reconociendo la complejidad y la diversidad social y cultural como también la pluralidad temporal. Levi Strauss sacudió la antropología y las humanidades a mediados del Siglo XX con su valoración de la multiculturalidad y del pensamiento silvestre y mágico como una forma de respuesta social a los enigmas y desafíos vitales, diferente pero no menor al pensamiento científico moderno. Luhmann planteó una sociología de sistemas -vida, conciencia, sociedad- y subsistemas sociales -política, economía, cultura, ciencia, ética, derecho- con acciones y respuestas específicas de cada colectivo humano según su época y su circunstancias. José Ortega y Gasset se había anticipado a estas reflexiones con su filosofía vitalista de la razón histórica: cuando caen las idolatrías ideológicas y mentales, a los seres humanos les queda la historia, su historia, las respuestas que los pueblos construyeron, en cada momento epocal, a los problemas que fueron surgiendo. La filosofía europea occidental vio una cadena dialéctica y contradictoria de acontecimientos que apuntaban al progreso histórico de la libertad, pensada en forma idealista y espiritual por algunos, y en forma material y social por otros. Ese progreso ilustrado y pretendidamente mecánico nos mostró su grueso error de cálculo en el siglo XX pero no por eso abandonó la carrera: el siglo XXI se debate entre el colapso ecológico planetario y las nuevas formas de tiranía y control biotecnológicas contra las viejas y nuevas búsquedas de equilibrio, democracia y justicia ambiental y social.
MÉTODOS, PREGUNTAS, RESPUESTAS Y COLORES VARIADOS
Ulrich Beck activó la alarma sobre la sociedad de riesgo global en la que vivimos desde hace unos cuantos años. Jared Diamond se preguntó como era el mundo ayer y que podemos aprender de él. Paul Feyerabend deconstruyó la soberbia universalista del método científico moderno occidental proponiendo un anarquismo o dadaísmo metodológico. Boaventura de Sousa Santos, en una línea similar, nos habla de la necesidad de forjar una ecología de saberes. Cada comunidad, cada cultura, ha tenido y tiene distintos métodos teóricos y prácticos de conocimientos y saberes y ninguno puede pretender superioridad sobre el otro. Ilya Prigogine ha sostenido la diversidad de los tiempos vitales, reconociendo aquí la intuición anticipatoria de cosmovisiones nativas de nuestro continente como la de la civilización maya. John Berger pensó un diálogo entre tiempo cíclico y tiempo lineal, y Walter Benjamin consideró el tiempo-actual de los momentos revolucionarios del pasado que laten por su herida. La intelectualidad crítica latinoamericana y sus colegas altermundialistas del Sur planetario plantean con fuerza los estudios decoloniales y la reafirmación de los valores profundos del Buen Vivir-Sumak Kawsay de los pueblos nativos de Nuestra América-Abya Yala. En todo el mundo, distintas organizaciones sociales afirman alternativas a la enloquecida carrera capitalista extractiva y biotecnológica. Las respuestas son variadas, complejas y multicolores. El mundo parece girar metáforicamente como un cubo mágico, un cubo o cuboide de Rubik: cuando parece armar el rompecabezas político y cultural en un lado, se desarma y se desordena en el otro. Y si extendemos la hipótesis, podemos llevarla al análisis de toda toda la historia humana: desde que los homo sapiens se asentaron en el Neolítico, sembraron, cosecharon y organizaron aldeas, pueblos, ciudades y después múltiples culturas y civilizaciones, el propio devenir humano -la Babel humana- parece moverse como un cubo o cuboide de Rubik. Si se quiere, a nuestra manera estamos extendiendo el análisis teórico de Niklas Luhmann: hay una compleja y diversa interacción de sistemas y subsistemas sociales. Y en este sentido, es injusto e inadecuado comparar hechos y pensamientos del presente con hechos e ideas del pasado, es decir, es injusto juzgar al pasado con categorías del presente y es injusto juzgar el tiempo histórico pretérito sin juzgar crítica e integralmente el tiempo contemporáneo. ¿Cómo encontrar la justa medida del análisis histórico y crítico? ¿Son la prudencia ecológica y la equidad social -la buena o mala influencia humana en las circunstancias- las varas para medir cada acción y pensamiento humanos?. ¿Cómo combinar inteligente y equitativamente colores y lados del cuboide global para tener un mundo mejor? ¿Es necesario que coincidan los colores en todo?. Michael Walzer ha sugerido discutir una pluralidad de criterios, mecanismos y regímenes distributivos para hacer posible la igualdad en sentido complejo. Ese es el objetivo de su trabajo “Esferas de la Justicia”.
LAS VUELTAS HISTÓRICAS DEL CUBOIDE
Podemos pensar simbólicamente las esferas generales de la vida social y cultural como colores del cuboide histórico. El verde puede representar cada ecosistema, cada base natural, cada ambiente; el rojo, las creencias y valores morales; el blanco, las ideologías y las leyes; el azul, la economía política y las clases sociales y el amarillo, las técnicas o tecnologías. La versión del juego de Rubik que más se acerca a la forma terrestre es, para nosotros, el Tuttminx. En cada época y en cada región, las sociedades buscan ordenar los colores de la vida social como les parece mejor, como sea posible o como se pueda. El juego social es conflictivo y complejo. Cuando parece acomodarse una línea de colores se desordena la otra. Cuando los humanos prehistóricos y antiguos forman pueblos y ciudades logran asentarse y multiplicarse, pero la desconfianza, el miedo, los intereses, las ambiciones los llevan a las guerras, a la esclavitud y a las primeras formas de imperialismo. Aparecen las filosofías y las religiones tratando de organizar el cuboide pero la mayoría de las veces quedan atrapadas en el rompecabezas, o lo complican peor. La modernidad y la ilustración europeas superan la inquisición del cristianismo imperial, pero su ideología capitalista del progreso inicia la sociedad del riesgo ecológico global en la que vivimos. Los liberales que defienden supuestamente la libertad se olvidan de la igualdad social, de la responsabilidad y a veces de la libertad también. Los mal llamados comunistas se fijaban en la igualdad y la libertad quedaba para otra ocasión. La normalidad y la locura no terminan de encontrar su combinación de colores. El cubo giraba y gira sin encontrar la vuelta. Los nativos de Abya Yala nos enseñaron -y la lección debe ser repasada más que nunca- a respetar y cuidar a la Madre Naturaleza, mientras soportaban algunos gobernantes déspotas y después a conquistadores europeos peores que sus propios gobernantes. Los criollos y las clases subalternas se enfrentan a los españoles desde 1810 pero quedan después gobernados por los impresentables burgueses porteños y sus patrones británicos. Artigas y San Martín terminan exiliados. Y así podríamos analizar los movimientos del cubo con la política de cada caudillo, de cada movimiento, de cada época, hasta llegar a la cacareada y no bien comprendida discusión entre salud, vida y economía en la crisis generada por el coronavirus. En otras partes, el rompecabezas tiene formas parecidas: España afirma una monarquía parlamentaria desde 1978 -después de 40 años de dictadura franquista- pero hoy busca a su ex rey Juan Carlos fugado a algún emirato donde pueda salvar sus aparentemente inexplicables cuentas bancarias y los imposibles secretos de alguna amante. Francia ama la liberté, pero debe ser un amor difícil, según cuentan los chalecos amarillos y las víctimas y victimarios de la violencia terrorista. Alemania tiene una Escuela de Frankfurt, reconocida por su teoría crítica, pero la misma tuvo que desarrollar sus primeros grandes trabajos en el exilio, ante la amenaza del régimen nazi. Gran Bretaña es parte de Europa, pero el conservadurismo inglés rompió con la Unión Europea: el cubo no puede acomodar el interés nacional y el interés federal. Japón es súper moderno pero todavía no puede limpiar y descontaminar el desastre de Fukushima. Los norteamericanos dicen ser defensores de la libertad mientras arrojan bombas atómicas y químicas, asesinan a sus presidentes demócratas y a sus líderes por los derechos civiles. Trump defiende la seguridad nacional cuestionando Tik Tok, mientras una serie de puebladas responden al maldito racismo criminal de las fuerzas policiales de los Estados Unidos. En 2010, el artista Pete Fecteau y su equipo comprendieron como nadie el drama de su tiempo: con 4242 cubos de Rubik construyeron un retrato triple de Martin Luther King. La bella obra se tituló “Dream Big”, el gran sueño.
BUSCANDO FORMAS AL ROMPECABEZAS
¿Puede solucionarse el rompecabezas histórico del mundo? Hay países y pueblos que parecen haber acomodado algunos lados del cubo o cuboide, pero no por eso dejan de tener complicaciones. Los índices de Desarrollo Humano de Naciones Unidas o los de de inversión en educación pública muestran a las sociedades más diestras o prácticas en el juego político. Para los estudiosos, el juego que Rubik patentó en la Hungría soviética, en 1974, permite matemáticamente unas 43 millones de permutaciones y combinaciones. Tal vez el comunismo verdadero se realizó en este descubrimiento creativo y no en otras fórmulas cerradas y dogmáticas. La Hungría de los últimos años giró el cubo de la combinación comunista pero parece haberse complicado más: su democracia capitalista ultraconservadora es hoy un cubo dentro del cubo. El gobierno húngaro podría aprender del propio Erno Rubik un poco de humildad, reserva, dedicación y prudencia. Es llamativo que uno de los nombres comerciales que se propusieron para el cubo mágico fuera “Oro Inca”: una metáfora patente del violento delirio moderno, de su espíritu burgués de geometría. De todas maneras, las fallidas racionalidades hegemónicas de la modernidad pueden ser útiles como abono para un nuevo pensamiento político realmente democrático. Enrique Dussel, investigador crítico de las filosofías a ambos lados del Atlántico y preciso crítico contra la colonialidad en sus distintas formas, nos invita a pensar que la época de la filosofía mundial que está surgiendo necesita transitarse como una transmodernidad. Dussel parece haber encontrado un algoritmo político preciso para ordenar el cubo. Otras y otros estudiosos también han pensado una vuelta práctica al rompecabezas: Hans Küng ha propuesto las bases de una ética mundial a partir del encuentro ecuménico de los valores más profundos de las religiones; Habermas, un diálogo democrático argumentado y parejo; Jacques Attali, una CiviLego, donde personas y pueblos recombinan elementos culturales globales a gusto; Boaventura de Sousa Santos, una declaración de los derechos de los pueblos que supere las contradicciones ideológicas del eurocentrismo; Francois Houtart, una Declaración Universal del Bien Común. Son modos constructivos de intentar resoluciones al cuboide global de Rubik. La manera más lúcida parece llevarla a la práctica el pueblo kurdo con el confederalismo democrático sintetizado por su líder prisionero Abdullah Occalan. Nuestro compatriota panza verde Arturo Sampay fue miembro en los años ´70 de la Comisión contra la Discriminación Racial de las Naciones Unidas. Como pudo y con notable claridad y tesón, Sampay le buscó la vuelta al cubo político. Seguramente coincidiría hoy con la idea de que uno de los lados del rompecabezas global del futuro debería tener los colores de nuestra Whipala.
Prof. Mauricio Castaldo
María Grande, Entre Ríos
mauriciocastaldo@yahoo.com
29/8/2020
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