La de la Caldera de Halbe (Jalbskii kotel para los rusos, Kessel von Halbe para los alemanes) fue una de las últimas batallas de la Segunda Guerra Mundial en Alemania. En los últimos días de abril de 1945, las tropas del Mariscal Konev destrozaron allá a los restos del noveno ejército del General Busse replegado desde la línea del Oder. Además de los 50.000 muertos militares (20.000 soviéticos y 30.000 alemanes) unos 10.000 civiles perecieron en aquella ratonera boscosa. Muchos eran vecinos huidos de Fürstenberg, una ciudad ribereña del Oder, que creían escapar de la guerra cuando se metieron sin querer en el centro de una de sus últimas tormentas. Al concluir la contienda, la región del Oder y toda la zona de ocupación soviética que luego sería República Democrática Alemana, mucho más pobre y menos industrial que la zona anglo-franco-americana, era una ruina. La cuarta parte de su población, más de cuatro millones, la componían refugiados expulsados de Silesia y Prusia Oriental, zonas anexionadas a Polonia o la URSS. La gente se prestaba a trabajar, literalmente, por un plato de sopa.
«La reconquista de un grado de autonomía creadora en un dominio particular reclama otras reconquistas en otros dominios" (FÉLIX GUATTARI, "Las tres ecologías")
sábado, 27 de junio de 2009
En la ciudad del acero
Cómo Eisenhüttenstadt, ciudad socialista modelo de la ex RDA, sobrevive a la crisis
La Vanguardia
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