Hoy, 26 de junio de 2009, me he levantado a las 6 de la mañana, he encendido el ordenador (como siempre), he abierto una de mis cuentas de correo electrónico (como siempre) y he recibido, como una pedrada contra el pecho, un email de Rúben Aguiar, un gran músico cubano, un gran amigo. Ya desde el "asunto" del mensaje, rotundo y claro, tristemente poético ("Ha muerto Michel Jackson: ahora sí que hemos llegado a viejos"), comencé a sentirme literalmente desolado, triste, y lo más raro, lo peor: comencé a envejecer rápidamente. Y así estoy todavía, varias horas después: desolado, triste, viejo. Una grieta profunda atraviese mi adolescencia habanera, mi Alexis del Diezmero y se asoman por esa grieta novias y amigos, Tinito sobre todo, aquel morito sanmiguelino que era quien más se parecía a Michael, para envidia de todos: su misma piel (de entonces), su mismo pelo, su belleza y su físico.
«La reconquista de un grado de autonomía creadora en un dominio particular reclama otras reconquistas en otros dominios" (FÉLIX GUATTARI, "Las tres ecologías")
sábado, 27 de junio de 2009
Murió Michael Jackson: ahora sí que hemos llegado a viejos
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