miércoles, 18 de junio de 2014

Las protestas en Brasil y la representación colectiva

Barómetro Internacional


Porto Alegre, Goiânia, San Pablo y Río de Janeiro son capitales con algo en común, las protestas sociales. Estos centros metropolitanos están pasando por un momento contradictorio. Por un lado el orgullo en torno a la realización de la copa del mundo abre precedentes para los discursos modernizadores, y de cajón para la asunción de discursos de valoración urbana, que afianzan los derechos de la ciudad. Por otro, las protestas recientes contra el aumento de los pasajes de autobús revela un sector de la población consciente de estos derechos y queriendo subordinar los contratos con las empresas concesionarias al poder otorgante. Considerando que la escalada de movilizaciones no estaba prevista en la víspera de la Copa de Confederaciones de fútbol, los gestores de estos municipios –y los respectivos gobiernos estatales– acabaron endureciendo el brazo represor.

La última década fue de profunda transformación en la sociedad brasilera. Se vive mejor, tenemos consumo accesible –casi suntuoso– oferta masiva de créditos y visibles avances materiales en las condiciones de vida. La versión nada agradable de este avance es el cogobierno entre casi todas las fuerzas políticas, saliendo victorioso ideológicamente el Consenso de Brasilia...

...La representación colectiva tiene dos grandes motivaciones. La primera de ellas es el peso de la ideología anarquista. Al contrario de lo que se afirma en red nacional, a pesar del silencio de buena parte de los grandes medios, el conjunto de ideas que orienta estos actos es de base libertaria y tiene la incidencia directa del anarquismo, tanto en su forma más difusa como en la orgánica vinculada a la Coordinación Anarquista Brasilera (CAB). Son la presencia de este conjunto de ideas y formas de acción las que alimentan el repudio a la presencia de banderas político-electorales, mismo aun de partidos más a la izquierda como el PSTU y el PSOL. La tesis anarquista es simple: fortalecer a las entidades de base y a las redes de movimientos populares. A partir de la fuerza de estas colectividades ir a conquistar derechos, disminuyendo el margen de actuación de empresarios y gobiernos.
Otra motivación para el repudio a la presencia de banderas político-electorales es la relación directa de éstas con el llamado oportunismo. La paranoia está suelta y basta leer los medios de Internet más vinculados al gobierno de Dilma para ver que circula en el aire un discurso de “golpe electoral”. Una preocupación más probable es que en el pleito de 2014, legítimamente surjan candidatos de izquierda tomando como bandera su participación en estos actos. El problema –para quien escoja la vía electoral– es que la mayor parte de los activistas que ocupan las calles de capitales y ciudades de mediano tamaño del país, repudian esta forma de capital político. Luego, llevar banderas rojas o amarillas, asociadas a una sigla electoral, es hoy una actividad mal vista.
Delante de este universo de actitudes políticas, es casi inevitable el ataque a los símbolos de los poderes constituidos, sean estos estatales o privados. El avance de este movimiento puede solidificar otra forma de hacer política en el país.

Bruno Lima Rocha es científico político, profesor de relaciones internacionales y de periodismo

Rebelión - 18/6 - Leer Completo

Contra la opresión, asambleas
¿Cómo es posible que nos roben absolutamente todo y no seamos capaces de dar una respuesta? ¿Cómo se estrangula a una clase trabajadora entera sin que ni siquiera sea capaz de toser por ello? Algo así no se consigue en dos días, sino que es fruto del tenaz esfuerzo del poder durante décadas para amordazar a los/as trabajadores/as y destruir toda su capacidad real de lucha.
Y lo han conseguido de la forma más maquiavélica y refinada posible. Ya desde sus comienzos el capitalismo encontró un medio muy eficaz de paralizar la fuerza de los/as obreros/as organizados/as. Les convencieron de que tienen los mismos intereses que los empresarios, que lo que es bueno para el empresario es bueno también para sus trabajadores/as. Así se llega hasta nuestros días defendiendo la necesidad de favorecer a los empresarios porque éstos “crean trabajo”. Esto supone una estafa tremenda, pues los patrones se han hecho ricos toda la vida a base de robar lo que producen los trabajadores. Y aquí no hay diferencia entre sector público o privado, pues: en ambos los grandes beneficiados son los dueños de grandes empresas. En el sector público además hay toda una casta de políticos y dirigentes que viven como reyes a base de explotar y robar.
Pero, si todo eso es cierto ¿cómo es que aún no nos hemos levantado contra tal opresión? ¿Cómo es que ni siquiera somos capaces de hacer movilizaciones lo suficientemente duras como para obligar a que nos devuelvan los derechos que nos han burlado impunemente?...

La viceprimer ministra escocesa, Nicola Sturgeon, presentó en la Universidad de Edimburgo el borrador de la constitución de una Escocia independiente. Tal y como definió Sturgeon, «el documento gira en torno a la soberanía del pueblo». El borrador cuenta con 37 apartados sobre los que se debe basar la Escocia independiente y que deben ser desarrollados una vez se declare la independencia del nuevo estado.

Desde Endavant consideramos que ahora mismo se dan las condiciones idóneas para resquebrajar aún más, en los Països Catalans, la legitimidad del actual régimen político.

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