Proponemos aquí una lectura antropológica y
ecológica del Génesis bíblico en diálogo intercultural con otras
filosofías, otras teologías y otras poéticas culturales del mundo.
La crisis ambiental, política, económica y social que vivimos nos
interpela: no puede demorarse el encuentro y la movilización de las
conciencias.
El Árbol del Edén
Carlos Luis Murrieta García
“Podemos
comprender la relación del ser de los humanos
con el
ser de todos los seres si seguimos la indicación
del
pensamiento simbólico”
PAUL
RICOEUR
“Los
hombres sintieron primero necesidad; después buscaron
utilidad;
seguidamente se preocuparon de su comodidad;
todavía
después se divirtieron placenteramente; más tarde,
el lujo
los volvió disolutos y finalmente, se han vuelto
locos y
han perdido su sustancia”
GIAMBATTISTA
VICO
Principios
de Ciencia Nueva
“Se
trata de pasarse de la raya. Sí, tiene que ver con eso.
No lo
había pensado, pero sí, claro. O sea, en definitiva
todo el
conflicto viene porque se pasaron de la raya”
SELVA
ALMADA
“Inconfundible
luz de provincia”
Entrevista
de Patricia Kolesnicov, Revista Ñ,
BsAs,
12/9/2020
El Génesis Bíblico ha dado lugar a innumerables
interpretaciones. ¿Qué lecturas podemos hacer hoy en medio del
drama histórico postmoderno?. ¿Hay hay alguna clave de lectura que
no hemos explorado?. Para nosotros, simbólicamente puede pensarse la
imagen del árbol del bien y del mal como un límite ecológico a la
par que moral. Primeramente, antes de avanzar en la biohermenéutica
ecológica de la introducción bíblica que proponemos, trataremos de
establecer algunas bases de acuerdo sobre la idea de Dios, para que
tratemos de entendernos creyentes y no creyentes. El trabajo
hermenéutico es un trabajo de interpretación, de diálogo cuidadoso
y crítico a la vez, y sobre todo es un trabajo de comprensión del
horizonte histórico y cultural de las y los autores de un texto, de
los debates y la complejidad de su contexto y de la articulación del
análisis de esa experiencia con nuestro propio horizonte epocal.
Para los cabalistas como Michael Laitman, cuando
hablamos de la Naturaleza o de las leyes de la Naturaleza nos
referimos al Creador, y viceversa, cuando hablamos del Creador nos
referimos a la Naturaleza o a sus leyes como sinónimos. Para
Leonardo Boff, Dios es energía suprema, espíritu, futuro absoluto,
pasión infinita de comunicación y expansión. Gianni Váttimo
habla, en este sentido, de Dios como “la posibilidad buena”.
Concepciones como éstas, cercanas al panteísmo o al panenteísmo
-al Dios que es Naturaleza o al Dios que es Naturaleza y Universo
aunque los trasciende- nos permiten establecer puentes de diálogo
con otras religiones y cosmovisiones, y nos permite buscar un
entendimiento entre los que creen y los que no creen.
En los capítulos del Génesis pueden observarse
dos concepciones vitales: la primera, que historiadores como Lynn
White han denominado “monárquica” nos muestra a los seres
humanos, creados a imagen y semejanza de Dios, que reciben el mandato
de llenar la tierra y someterla (Gen 1, 28). En la segunda
concepción, Dios ha creado el Jardín del Edén, el paraíso, y ha
puesto a las y los humanos a cultivar y cuidar el mismo (Gen 2, 15).
En seguida el Dios-Yahvé-Naturaleza marca un límite: “puedes
comer de cualquier árbol que haya en el jardín, menos del árbol de
la Ciencia del bien y del mal; porque el día que comas de él,
morirás sin remedio” (Gen 2, 16-17). Vamos a denominar “ecológica”
a esta segunda manera de pensar. Las y los estudiosos de los textos
sagrados nos explican que “Adán” y “Eva” son conceptos
simbólicos, que el primero está refiriéndose a la Humanidad y el
segundo a la Vida. Las y los escribas bíblicos están reflexionando
profundamente sobre los dramas humanos en el marco de su espacio de
experiencia. El drama ampliado que vivimos a principios del Siglo XXI
donde la deforestación, la contaminación, el saqueo de los bienes
comunes, la superexplotación ambiental y social, ponen en peligro la
vida en el planeta, parece aclarar aquel mandato de reconocer los
límites para no morir sin remedio. Las dos concepciones que se
atravesaban en esos debates y luchas gestadas en el Cercano y Medio
Oriente asiático parecen mostrar las dos posibilidades, los dos
caminos que los humanos tenían en su transición del neolítico al
desarrollo complejo y contradictorio de aquellas civilizaciones
antiguas.
EL DRAMA NEOLÍTICO, LAS POSIBILIDADES Y
TENSIONES HUMANAS
“La
neurosis es la forma de evitar la nada
evitando
el ser”
PAUL
TILLICH
“El
coraje de existir”
“Padre
decidme
qué
le han hecho al río
que ya no canta.
Resbala
como
un barbo
muerto bajo un palmo
de espuma blanca...”
JOAN
MANUEL SERRAT
“Padre”
“...La
Biblia no descarga la culpa en los otros, sino que
devuelve
el problema y pone al hombre ante su propia
conciencia.
Ella quiere que cada uno descubra en sí
a Adán
y a Eva...”
CARLOS
MESTERS
“Paraíso
terrestre. ¿Nostalgia o esperanza?”
Génesis 2, la introducción del yahvista, explica
Ariel Alvarez Valdez, contiene las tradiciones más antiguas de
Israel, el pueblo de Dios, el pueblo trabajador y oprimido del
Cercano y Medio Oriente antiguos. Fue escrito probablemente hacia el
Siglo VIII aC. Génesis 1 es posterior, se le atribuye a un grupo de
sacerdotes judíos del siglo VI aC en el marco del cautiverio de su
pueblo en Babilonia. Para reafirmar su fe en el marco de las
tentaciones culturales-zoomórficas y materiales babilónicas, estos
sacerdotes expresan un reinado del ser y del espíritu más allá de
esas idolatrías. Esa concepción religiosa a la defensiva fue
interpretada después como “monárquica”, como legitimación del
dominio humano sobre la Naturaleza. La compilación bíblica, que
incluye las dos versiones del Génesis y que conocemos hoy, fue
realizada hacia el siglo IV aC. Quién la haya realizado prefirió
arrancar con la visión sacerdotal. Nosotros volveremos sobre la
tradición más antigua, la del Génesis 2, que conecta con las
tradiciones, creencias y mitos más lejanos de esos pueblos que entre
los ríos Tigris y Eufrates transitaban la revolución neolítica, la
etapa en que los primeros humanos pasaban de ser
cazadores-recolectores a habitantes de las primeras ciudades en el
marco del descubrimiento de las técnicas de la agricultura y la
ganadería. La y/o el o los escribas de Génesis 2, inspirados por su
fe, expresaron simbólica y éticamente la memoria cultural, los
dramas y las alternativas vitales de esas sociedades del denominado
mundo antiguo. Reinterpretaron y discutieron las creencias de su
región y de su época de manera poética y profunda: fueron
hermeneutas extraordinarios.
En medio del Edén estaban el árbol de la Vida y
el árbol de la Ciencia del bien y del mal (Gen 2, 9). Yahvé pone a
Adán, a la humanidad y a Eva, la vida, a cuidar ese paraíso
ecológico originario, con un mandato de prudencia. Tentada y
engañada por la serpiente, la vida social neolítica come del fruto
prohibido, se pasa del límite ambiental y moral sostenible e inicia
lo que la tradición religiosa explica como la caída y que nosotros
traduciremos como el distanciamiento de la sustentabilidad natural y
vital. Para Paul Ricoeur, la serpiente bíblica simboliza la
animalidad humana. Para nosotros, simboliza una posibilidad de esa
animalidad sapiens: la posibilidad de decidir solos, egoísta,
egocéntrica, antropocéntrica e irresponsablemente, producto del
miedo, el deseo, la necesidad y la inseguridad mal manejados. Había
dos posibilidades para las y los dramaturgos de ese Edén mesolítico:
una era cultivar y cuidar la Naturaleza respetando límites y la
otra, hacer lo que se les antoje o los que les parezca sin pensarlo
mucho. En nuestra lectura, la primer opción era ser naturalmente
humanos y la segunda -jugando con título nietzschiano- era ser
demasiado humanos. Los datos científicos y los hechos nos muestran
que predominó la segunda opción, pero también que la primera nunca
dejó de estar latente. En la naturaleza humana, que es siempre una
naturaleza abierta en situación, en situaciones cambiantes y
complejas, están las posibilidades del bien y del mal. Nuestro ser
batalla todos los días entre ser naturalmente humano y ser demasiado
humano, demasiado ideológicamente humano.
Según Félix Ortiz Fernández, pueden
considerarse dos sentidos a la idea del dominio en el Génesis. Por
un lado, el dominio puede ser entendido como explotación y por el
otro, como responsabilidad. El dominio como explotación, líbido
dominandi -deseo de dominio- según San Agustín, es la cosmovisión
que algunos caracterizan como “monárquica” y el dominio como
responsabilidad, como autodominio si se quiere para no caer en un
contrasentido, es la línea de reflexión edénica, equilibrada,
natural y ecológica. Esta dialéctica, esta tensión, esta
contradicción entre dominio y equilibrio, entre abuso y justicia,
puede verse en varios capítulos del primer libro de la Biblia. La
conflictividad social de la transición neolítica - civilizatoria se
expresa en las tensiones interpretadas y narradas por las y/o los
escribas de la Biblia, según sus tradiciones y concepciones. Así
del equilibrio de los árboles del jardín edénico y del deseo
reptil de dominio pasamos a la disputa del labrador Caín y su
hermano, el pastor Abel (Gen 4, 2) y después a la dialéctica de
Noé, salvado por justo junto a su arca ecológica de la tormentosa
justicia natural y divina, aunque después no pudiera evitar entrar
en conflicto con sus hijos (Gen 9, 20-25). En la historia de Noé
pueden verse las concepciones de dominio (Gen 9, 1-3) y de compromiso
y equilibrio (Gen 7, 1-4 y Gen 9, 8-11). El camino del patriarca
Abraham y de su familia es dramático también, pero después de un
pacto político prudente con Abimelec, Abraham plantó un árbol en
Bersebá y allí, invocó el nombre de Yahvé, Dios Eterno (Gen 21,
33). Un claro símbolo cultural y espiritual de prudencia ecológica,
de cuidado de la Naturaleza, de la Creación. La tensión interna
está en el poema que recita Isaac: se canta a la fertilidad de la
tierra, pero también se canta a la futura servidumbre de las
naciones ante los suyos (Gen 27, 27-29). Después tenemos la
extraordinaria historia de José, vendido por sus hermanos celosos y
crueles como esclavo, sobreviviente en la cárcel egipcia y lúcido
interpretador de sueños. José es el único que pudo interpretar los
atribulados sueños del Faraón, anticipándose a las teorías que
Freud, Jung, Fromm y tantas y tantos otros desarrollaron tres
milenios después. José le dice al rey egipcio que las siete vacas
hermosas y las siete espigas que ha soñado son siete años de
abundancia y que las siete vacas raquíticas y feas, y las siete
espigas feas y quemadas serán siete años de hambre (Gen 41, 25-31).
José aconseja que los funcionarios reales recauden la quinta parte
de la cosecha durante los siete años de abundancia y que recojan y
almacenen víveres a nombre del Faraón para evitar la muerte por
inanición cuando sobrevenga la época mala (Gen 41, 34-36). La
lucidez política de José lo eleva al cargo de primer ministro. Su
gestión es exitosa: sus hermanos terminan a sus pies, se reencuentra
con su padre, perdona a los que lo maltrataron y paso a paso, José
va estatizando todas las tierras de Egipto que los habitantes
entregan a cambio de protección y alimentación. El Faraón será
dueño de las tierras, pero sólo quedará con una quinta parte de la
cosecha, ya que lo demás será para los propios campesinos
labradores (Gen 47, 20-24). La política de José, respetuosa de los
ciclos naturales, prudente, planificadora y equitativa, se emparenta
a la política inca del ayllú y a la política misionera jesuítica
del tupambaé y el abambaé. Alcira Argumedo ha analizado nuestras
culturas nativas como de sociedades de amparo. José se aproxima a la
felicidad de su fe porque trata de respetar los equilibrios naturales
y sociales. No hay Edén, porque el edén ecológico, social y moral
originario se perdió, pero hay un camino político, moral y
ambiental donde lo natural y lo justo tratan de contener y evitar lo
demasiado humano. De lo que se trata es de la sustentabilidad en
todos los órdenes: en el gobierno de José conviven su Dios con el
embalsamamiento egipcio (Gen 50, 2).
ADN QUERUBÍN: LOS SECRETOS DE NUESTRA
NATURALEZA
“La
lechuza de Minerva remonta el vuelo al atardecer”
GEORG
HEGEL
“Es
ese admirable, ese inmortal instinto de lo bello el que nos lleva
a
considerar la tierra y sus espectáculos como un compendio,
como una
correspondencia del Cielo. La sed insaciable de todo lo
que está
más allá, y que revela la vida, es la más viva prueba de
nuestra
inmortalidad. Es a la vez con la poesía y a través de la
poesía,
con la música, como el alma vislumbra los esplendores
situados
más allá de la tumba; y, cuando un exquisito poema lleva
las
lágrimas al borde de los ojos, esas lágrimas no son la prueba
de un
exceso de gozo, antes bien son el testimonio de una irritada
melancolía,
de una súplica de los nervios, de una naturaleza
exiliada
en lo imperfecto que querría adueñarse de inmediato,
en la
tierra misma, de un paraíso revelado”
CHARLES
BAUDELAIRE
“Edgar
Allan Poe”
“...Resta
decir que, en La historia universal, la naturaleza es una
presencia
constante, algo así como la sombra inseparable de
toda
experiencia humana, el metrónomo que marca el compás
de la
vida. De ahí la importancia de la figura del árbol, así
como
también de los insectos y otros seres vivos...”
SOFÍA
TRABALLI, “En el infinito espectro de lo posible”,
comentario
a “La historia universal” de la escocesa
Ali
Smith, Revista Ñ, BsAs, 22/8/2020
En “El Gran Código, una lectura mitológica y
literaria de la Biblia”, Northrop Frye propone pensar que hay dos
niveles espirituales en la relación entre los humanos y la
naturaleza según el libro sagrado. El nivel inferior está explicado
en el pacto de Dios con Noé después del diluvio, y es la idea de
dominio, de reinado que comentamos cuando repasamos Génesis 9. El
nivel superior de esta relación, explica el brillante crítico
canadiense, es el que se le asigna a Adán y Eva en el jardín del
Edén, y es la idea del cuidado, de la prudencia ecológica, de la
integración en el ser natural contra la idea de distanciamiento que
expresa la ideología de la dominación.
Nosotros ponemos un matiz en la inspiradora
interpretación de Frye, diciendo que nos parece que los dos niveles
o concepciones se expresan a la par, dialécticamente, en cada
capítulo bíblico. En la historia de Noé también hubo un momento
ecológico aunque claro, no igual al momento originario del Edén. Lo
importante acá es que, como piensa Frye, el mundo paradisíaco
desapareció y los humanos retrocedieron vitalmente, trabajando con
el sudor de su frente ante una naturaleza que ahora se les presenta
indiferente y extraña. De todas maneras, nos dice el crítico
literario, “existe un elemento del trabajo que es una imagen que el
hombre perdió, pero que todavía puede recobrar” y que nunca
recordará verdaderamente hasta que no conozca a la perfección el
Infierno, y no se dé cuenta de que el placer que obtiene dominando y
explotando, ya sea a su prójimo o a la naturaleza misma, es parte de
ese mundo infernal. Cuando nos separemos por completo de ese mundo,
el orden natural adquirirá un aspecto muy diferente. Frye recuerda
la sentencia de Schopenhauer: los animales viven en un infierno del
cual los hombres son los demonios. El canadiense cita los pasajes de
Isaías 11, 6-9 y de Oseas 2, 2 donde se anuncia un posible futuro de
convivencia maravillosa entre todos los seres de la Naturaleza. Para
Frye, “los secretos fundamentales de la naturaleza no serán
revelados hasta que el hombre haya cesado en su labor
autodestructiva, que le impide ver en qué clase de mundo está”. A
comienzos del Siglo XXI, aproximarse a compartir los secretos de la
naturaleza es estudiar y afirmar la ecología profunda en forma
multicultural y promover la biofilia y la biomímesis, esa ciencia
que investiga la Naturaleza como fuente de inspiración de
tecnologías innovadoras y sustentables. En nuestra lectura, estas
claves permiten comprender mejor muchas cosas: Génesis 3, 24, nos
dice que después de expulsar a los humanos del Edén originario,
Dios puso querubines al cuidado del Jardín. Los querubines son
animales mitológicos híbridos que simbólicamente pueden verse en
distintas culturas. Las antiguas sabidurías surgidas en las orillas
de los ríos de Asia y en las orillas de todos los ríos intuían y
pensaban las potencias de la Naturaleza mezcladas en formas de
querubines. Esas potencias marcaban y marcan un límite a la soberbia
del humano desalmado, distanciado, demasiado humano, que pone en
peligro -demoníacamente, negativamente- la vida en el planeta. La
biofilia y la necrofilia -eros y tánatos, las pulsiones de vida y
muerte- laten en cada ser humano abierto a las situaciones, complejas
y apremiantes. El pecado original, el error original, es un
pecado ecológico. La esencia contradictoria de la técnica, surgida
en el neolítico, se muestra en esta dialéctica religiosa y
cultural. Para salvar al mundo, la noosfera -el intelecto general
vital- debe recombinarse como biomímesis. El antropólogo, filósofo
y matemático español Jesús Mosterín explicó que desde esta etapa
de la denominada prehistoria ha estado actuando la selección
artificial, además de la natural, y que el genoma humano contiene
genes procedentes de prosimios, reptiles, peces y bacterias. Son los
querubines que llevamos dentro. Es el secreto ecológico de nuestro
ser que hoy se nos revela en el marco de un diálogo constructivo
entre la genética, la antropología, la eco-historia, la religión,
la semiótica y la hermenéutica. Jesús Conill propone la noción
de biohermenéutica. Somos naturaleza creada, natura naturata,
existencialmente lábil e insegura, abierta a las posibilidades del
ser naturalmente humanos o demasiado humanos, inseguros, soberbios,
violentos y vitalmente peligrosos. Con Heidegger, pero sin caer en su
política de Caín, podemos pensar en la diferencia entre una
existencia del ser -dasein- auténtica, apropiada -eigentliche- o
como diríamos nosotros, natural, equilibrada, sustentable y un modo
de ser o una existencia inauténtica, inapropiada -das man-. El
problema es que los dos modos de ser laten permanente y
contradictoriamente en nuestra existencia: debemos fortalecer los
caminos políticos, éticos, ecológicos, educativos, culturales y
espirituales que nos permitan reencontrarnos con nuestro ser social
natural. Contra los discursos de la “sosteniblablá”, el escritor
y militante español Jorge Riechmann propone una nueva ética
política basada en el principio de precaución, la biomímesis, la
autolimitación, la ecoeficiencia y el reconocimiento de la finitud
humana. Franco “Bifo” Berardi afirma que la destrucción
ambiental sistemática es prueba de que no creemos en la mortalidad.
Félix Guattari propuso hace tiempo una Ecosofía, basada en la
triple ecología ambiental, mental-personal y social. Edgar Morin,
recuerda hoy, después de la crisis abierta por el coronavirus, la
necesidad de practicar una ecología de la acción. Lucía Carbonell
piensa en una ecosofía transcultural y transreligiosa. La cuestión
es cada vez más urgente.
ADN EDÉN: EL TIEMPO ES ÁRBOL
“...¿Qué
significa “teología” para Walter Benjamin?
El
interrogante se aclarará a medida que examinemos
las
tesis, pero el término remite a dos conceptos
fundamentales:
la rememoración (Eingedenken) y la
redención
mesiánica (Erlösung)… ambos son
componentes
esenciales del nuevo “concepto de historia”
construido
por las tesis...”
MICHAEL
LÖWY
“Walter
Benjamin. Aviso de Incendio”
“...Jürgen
Habermas se
centra en la fuerza explosiva en el siglo XII y XIII
con la
disputa sobre la transmisión de Aristóteles por
el arabismo al que
se
opondrá Tomas
de Aquino. El
nominalismo escolástico preparará el
camino
para una contemplación imparcial y empirica de la naturaleza.
Con ello
cierra el paso para descubrir un manuscrito divino en el libro
de la
naturaleza. Este hecho es trascendental. Prepara el camino una
epistemología
que asigna a la naturaleza convertirse en el objeto de las
ciencias
naturales...”
JORDI
ORTEGA
“Jürgen
Habermas cumple 90 años publicando
‘Auch
eine Geschichte der Philosophie’”
La
Vanguardia, Barcelona, 9/9/2019
“...El hombre “natural”
está ahí siempre, debajo del
mudable hombre histórico…
Por
otra parte, el hombre se entiende como un ser que
se
ha escapado de la naturaleza y que ha emprendido
empresas
«naturalmente» imposibles…”
JESÚS
CONILL-SANCHO
“La
superación del naturalismo
en
Ortega y Gasset”
“...La
Biblia describe los alrededores del Jardín en Génesis 2,
incluso
utilizando los nombres de lugares reconocibles
como
Etiopía”, señala John
D. Morris,
investigador de la
Universidad
de Oklahoma…”
DENISSE
CHARPENTIER
“¿Dónde
está el Jardín del Edén? Revisa las teorías al respecto”
Radio
Bio Bio de Chile, 4/4/2015
La antropología nos muestra hoy las pruebas de
ese paraíso perdido en la transición neolítica. En su Antropología
Cultural, Barbara Miller explica que la revolución neolítica
comenzó en el Creciente Fértil mesopoptámico asiático unos 10.000
años antes de Cristo o 12.000 años antes del presente y comprende
una rápida transformación tecnológica relacionada con la
domesticación de plantas y animales, y la creación y el uso de
herramientas como hoces o piedras de moler. Hacia el 10.000 aC, los
pobladores de la región delineada por los ríos Tigris y Eufrates
habían domesticado el centeno, y después del 9.000 aC el trigo y la
cebada. El desarrollo del sedentarismo neolítico no fue tan
sencillo: quizá a causa de la creciente sequedad del entorno y la
sequedad excesiva - “maldita sea la tierra por tu culpa” (Gen 2,
17) – la población de gacelas, que era la base de la alimentación,
había disminuido y los animales domésticos ocuparon su lugar como
fuente de carne. La escasez tal vez impulsó la sustitución, piensa
Miller. “El paraíso perdido” es un subtítulo que el antropólogo
Mircea Eliade coloca en el capítulo dedicado a la revolución del
mesolítico y del neolítico. El mismo subtítulo emplea páginas más
adelante cuando habla del relato de Caín y Abel en el primer tomo de
su libro “Historia de las creencias y las ideas religiosas”. El
periodista español Guillermo Altares confirma esta conflictividad
neolítica cuando repasa los últimos avances de la antropología y
la genética en su trabajo “Esta sí fue una auténtica revolución”
publicado en el diario El País de Madrid en Abril de 2018. Con Yuval
Harari, Altares nos explica que la revolución agrícola iniciada en
el neolítico hizo que la vida fuera más difícil, y con James Scott
afirma polémicamente que vivíamos mejor como
cazadores-recolectores. Para Scott, el neolítico es un proceso de
idas y vueltas, donde los logros humanos se combinan con epidemias,
deforestación, salinización del suelo y cambios climáticos.
Altares redondea conceptualmente su nota con una apreciación del
antropólogo francés Jean Guilaine: un entorno natural transformado
bien regulado puede alimentar gran número de bocas, pero está claro
que este mensaje sublime puede ser pervertido. La dialéctica cuidado
vs dominio, integración natural y social vs distanciamiento y
conflicto está confirmada en estos estudios. La o el o los escribas
yahvistas de Génesis 2 expresaron -como memoria cultural-estas
tensiones y este drama humano iniciado en el neolítico y no
concluido aún. Los dos árboles centrales del Edén son el símbolo
de estas posibilidades. En un trabajo colectivo de la Sociedad
Argentina de Profesores de Sagrada Escritura, titulado “Mito y
Hermenéutica”, coordinado por Severino Croatto y publicado en
1973, Francisco García Bazán interpreta que el árbol de la vida
simboliza la posibilidad hacia el ámbito cósmico-espiritual, como
perduración en el ser, y que el árbol de la ciencia del bien y del
mal simboliza el extravío del límite de la sustancialización
separadora. Lo extraordinario es que hoy, la correspondencia y el
diálogo entre ciencias y humanidades puede llevarnos a grados
profundos de la comprensión de nosotros mismos, a reencontrarnos con
la conciencia del ser expresada de diferentes maneras históricas,
culturales y religiosas. El notable biólogo Edward Wilson, padre del
concepto de biodiversidad, cita en su trabajo “Los origenes de la
creatividad humana” la hipótesis de la sabana de Gordon Orians. En
un interpelante trabajo de campo, Orians confirma el instinto de
selección de hábitat: “cuando se les ha preguntado, personas de
diversas culturas han expresado preferencia por la siguiente
ubicación del hogar: situado sobre terreno elevado que se abre a una
amplia extensión de sabana tachonada de pequeños árboles y
bosquecillos, con una elevación de superficie rocosa o de bosque
denso en la parte de atrás que actúa como barrera; y finalmente,
cerca de un lago, un río u otra masa de agua. Su paisaje deseado se
acerca mucho al ambiente africano en el que se originaron nuestros
antepasados humanos y prehumanos”. Todavía hay mucha Madre
Naturaleza en nuestros genes, afirma Wilson. Incluso más, explica
Orians, “la forma de los árboles ampliamente usados por los
jardineros (desde los templos de Kioto hasta las fincas baroniales de
Inglaterra) posee rasgos en común con las acacias dominantes en las
sabanas africanas”. Es lo que podríamos denominar metafóricamente
nuestro ADN Edénico. En los mitos se expresan memorias y reflexiones
antiguas de las culturas en forma poética y simbólica. La memoria
del paraíso perdido del Génesis parece articular simbólicamente
dos dimensiones temporales, la del paraíso perdido de los primeros
sapiens movilizados en el paleolítico común africano y la del edén
perdido en la transición neolítica del Cercano Oriente asiático.
Giambattista Vico ha explicado, en forma genial, las naturalezas
poética, heroica y humana que se despliegan como formas de
conciencia social en los ciclos históricos. Buscando sobrevivir,
esos Adanes-Evas paleolíticos y neolíticos fueron distanciándose,
paso a paso, de la vida natural originaria. Los trabajos y los días
les permitieron evolucionar conflictivamente en el marco de
diferentes modos socializados de ser, pero la procesión del paraíso
perdido iba y va por dentro. Estaban y estamos naturalmente
equivocados, estamos equivocados en la relación con pretensión
dominante que hemos establecido con la Naturaleza y estamos
equivocados porque es una de las posibilidades naturales de nuestro
ser, lo mismo que la posibilidad de la enmienda. Estamos histórica,
política y ecológicamente equivocados pero no sabemos como resolver
la contradicción. Es la larga dialéctica de Adán y Eva: ser
naturalmente humanos y ser demasiado humanos.
DIALÉCTICA DEL PODER CULTURAL Y COSIFICACIÓN.
RESPONSABILIDAD Y HORIZONTES. EL REGRESO A LA VIRTUD DE LA SENCILLEZ
“Lo
natural generó un derecho común y
la
usurpación creó el derecho privado”
SAN
AMBROSIO
“...El
15 de agosto de 1964, cuando el Che entregaba a un grupo
de
trabajadores reconocimientos por su actitud de vanguardia
en el
trabajo, aclaraba que el poema no era de su autoría, sino
«de un
hombre desesperado (…) un viejo poeta -León Felipe-
que está
llegando al final de su vida», y recitaba de memoria:
«Pero
el hombre es un niño laborioso y estúpido/ que ha
convertido
el trabajo en una sudorosa jornada,/ convirtió el
palo del
tambor en una azada/ y en vez de tocar sobre la tierra
una
canción de júbilo,/ se puso a cavar./ Quiero decir que nadie
ha
podido cavar al ritmo del sol,/ y que nadie todavía ha cortado
una
espiga con amor y/ con gracia».
DAILY
PÉREZ GUILLÉN
“Ernesto
Che Guevara y León Felipe: una amistad entrañable”
Juventud
Rebelde, 28/11/2015
“El
hombre es un ser en situación… tiene sin dudas
compromisos
que cumplir”
CARLOS
“BETO” SFORZA
“Comentario
a Gabriel Marcel”
En “El Ocaso de la Edad Moderna”, Romano
Guardini expuso esos riesgos en los que estaba y está inserta la
vida social humana: la creación de cultura era una construcción de
seguridades vitales frente a una naturaleza no comprendida ni
dominada por los seres humanos primitivos. Así, la naturaleza se
transformó en fuente de bienes inagotables hasta que entramos en la
denominada modernidad eurocéntrica: el riesgo tiene ahora su origen
en las mismas creaciones culturales que habían servido para
enfrentar aquel primer riesgo, aquellas primeras inseguridades. El
poder humano, técnico y político no domina sus efectos. El poder,
insiste Guardini, tiene poder sobre las cosas pero no tiene poder
sobre el poder mismo. El poder fue por un camino histórico demasiado
humano. En “El coraje de existir”, Paul Tillich abordó
contemporáneamente a Guardini la misma cuestión: la seguridad
humana que quedó garantizada por el buen funcionamiento de
mecanismos para el control técnico de la naturaleza, por el refinado
control psicológico de la persona, por el rápidamente creciente
control organizacional de la sociedad fue comprada a un alto precio,
y es que los humanos se convierten en un medio al servicio de los
medios. La humanidad moderna y consumista cae bajo la esclavitud de
los objetos que ella misma ha creado, alienadamente. Aquí Tillich
repasa la crítica de los filósofos europeos de la vida, como
Pascal, Kierkegaard, Marx y Bergson contra este poder destructivo de
la auto-objetivación. Hemos de agregar que, después de Tillich,
Hans Georg Gadamer afirmó magistralmente en el mismo sentido que “el
ser natural hombre (Naturwesen Mensch) rebasa “por naturaleza”
(“von Natur”) su propia determinación natural”. Volviendo a
las ideas de Tillich, teólogo luterano fallecido en 1965, debemos
decir que describió con precisión las tres angustias que aparecen
en la conciencia humana y que coexisten, más allá de que en cada
época histórica una pueda predominar sobre las otras. Tillich
analiza la angustia de la muerte, la angustia del absurdo, de la
vaciedad y de la pérdida de significado y la angustia de la culpa y
la condenación. ¿Es la angustia postmoderna una suma de angustias
existenciales? ¿Podrá la conciencia ecológica globalizarse desde
la angustia existencial movilizadora?. Cuando Hans Jonas escribió en
“El Principio de Responsabilidad” (1979) que tenemos que obrar de
tal modo que los efectos de nuestra acción sean compatibles con la
permanencia de una vida humana auténtica en el planeta, estaba
creando una clave histórica necesaria para fortalecer el coraje de
existir, y a su manera, estaba actualizando el mandato bíblico de no
comer de los frutos prohibidos. Hemos hecho y seguimos haciendo
sistémicamente mucho daño ambiental: tenemos que trabajar con
sensatez en la regeneración ecológica y social sin esperar
respuestas inmediatas de la Madre Naturaleza. El sendero de la
salvación es una posibilidad con la responsabilidad colectiva, pero
no es segura: la Gaia, la Naturaleza decidirá en el futuro si
perdona los excesos generados desde que se inició el Antropoceno y
el Capitaloceno. El futuro está abierto para ver si la
sostenibilidad social y ambiental genera -como piensa Thomas Berry-
una época Ecozoica o si caemos en un caos Tecnozoico y ecocida. La
vieja discusión de Lutero contra Erasmo sobre el libre o servo
arbitrio parece inclinarse, en el contexto de crisis ambiental y
civilizatoria hacia la idea del servo arbitrio luterano:
nuestra voluntad está determinada, esclavizada por el pecado
ecológico. El Papa Francisco ha subrayado públicamente que “Dios
perdona siempre, los humanos a veces y la Naturaleza nunca”. Hay
libertad de opciones para comprometerse a reparar el daño o para no
hacer nada, pero la segunda posibilidad es una irresponsabilidad que
pone en peligro al mundo de la vida propio y global. Michel Serres
reclamó un nuevo contrato natural y aseguró que “solo
depende de nosotros que todo no dependa de nosotros”.
Wilhelm Dilthey explicó a finales del Siglo XIX y
principios del XX que podemos encontrar tres concepciones del mundo
en la filosofía occidental: el naturalismo, como el de los
epicúreos, donde los humanos están determinados por la naturaleza,
el idealismo subjetivo como el de Kant en el que existe una
conciencia separada de la naturaleza por su libre albedrío y el
idealismo objetivo, como el de Hegel, Spinoza y Giordano Bruno donde
los humanos son conscientes de su armonía con la naturaleza. A
principios del Siglo XXI habría que revisar esas concepciones de
Dilthey desde un punto de vista decolonial y transmoderno para
evaluar que tanta diferencia hay en el fondo entre ellas y que
diálogo enriquecedor pueden tener con otras concepciones culturales.
Nuestras ideas de ser naturalmente humano y demasiado humano tratan
de ser una vuelta de tuerca en este asunto. Habría que hacerle
justicia a Kant, que supo ver como origen del mal al interés propio
de los humanos. La serpiente bíblica tal vez sea, como hemos visto,
un símbolo de ese interés propio mal manejado. Rousseau fue por un
camino parecido en su “Discurso sobre el Origen de la Desigualdad
entre los Hombres”.
El ginebrino afirmó que el primero que dijo “esto
es mío” fundó la sociedad civil, y que a partir de ahí la
inocencia natural quedó ahogada por ese arranque reptil, aunque
latente en el marco del desarrollo de la historia política y social.
Para Rousseau, nuestra tarea es “medir la distancia entre el hombre
del hombre, el ser histórico, y el hombre de la naturaleza”, es
decir entre el ser demasiado humano o históricamente humano y el ser
naturalmente humano. Tenemos que desentrañar que hay de originario
en los procesos históricos, que le han añadido las circunstancias y
el denominado progreso al fondo natural de los humanos. Este
ejercicio de reflexión nos debe predisponer a pensar las bases del
derecho natural, donde el interés por la conservación vital debe
volver a desplegarse sin dañar a otro ser sensible, salvo por la
propia necesidad de conservación. Sigue siendo certera la crítica
de Rousseau a Hobbes: la causa que le impide a los “salvajes”
usar la “razón” es la misma que les impide abusar de sus
facultades. El sentimiento natural debe volver a tener la
satisfacción y la tranquilidad de hacer el bien con el menor daño
posible. La degradación de ser se evita, según el autor del
Discurso y del Contrato Social, con una vida sencilla. El gran Alejo
Peyret -francés de largo magisterio político en Entre Ríos en la
segunda mitad del siglo XIX- encontró una clave en estas ideas del
romanticismo ilustrado cuando sentenció que “es cierto que
Rousseau no conoció la ley del progreso; pero sin tener conciencia
de ello, lo preparó y cuando pedía el regreso al estado de
naturaleza, a la selva primitiva, en realidad empujaba a las
sociedades al porvenir”. La ética política rousseauniana-europea
se emparenta con las antiguas sabidurías de otros continentes. Los
asiáticos denominan wu-wei y wabi sabi a la conducta consciente
humana que acompaña el ritmo natural de las cosas sin forzarlas, sin
desequilibrarlas y sin obsesionarse por ninguna perfección
antinatural. En Nuestra América – Abya Yala, esa ética nativa se
expresa como sumak kawsay, como búsqueda filosófica y práctica del
buen vivir y del buen convivir entre los humanos y con la Madre
Tierra.
INTERCAMBIO ORGÁNICO E INORGÁNICO.
¿RESOLVEREMOS EL ENIGMA?. EL DEVENIR DE LOS ADANES EUROPEOS
“...La
rueda única del arado canta el salmo de
las
siembras fecundas y a lo lejos, el trapo rojo
se
despliega con orgullo de bandera; el gurí
acecha a
una víbora que se despereza al sol...”
ALBERTO
GERCHUNOFF, “El Surco”, en
“Los
gauchos judíos”
“...El
hombre, como el vegetal, tiene sus raíces hondas en la tierra.
Lo
telúrico influye en los modos de la conducta. No obstante el
paisaje,
que va en sus ojos, toca a sus aspectos exteriores, quizás a
los
valores estéticos que posee, pero en la profundidad del ser está
la
totalidad de la tierra con sus formas de sustentación, la influencia
social y
las estructuras económicas y el devenir de los acontecimientos
lugareños,
en el impresionante panorama de la historia”
ELIO
LEYES
“Esencia
de lo entrerriano”, en
“Voz
telúrica en Gerchunoff”
“...Falso
y contra natura, el ideal racista de una sola rama
que
acapara para sí sola toda la savia del Árbol y que se
eleva
sobre la muerte de todas las otras ramas. Hace falta
nada
menos que el crecimiento combinado del ramaje
entero
si se quiere llegar hasta el Sol...”
TEILHARD
DE CHARDIN
“El
fenómeno humano”
Theodor Adorno también pensó, en “La idea de
historia natural”, que debemos comprender todo ser o todo ente como
ensamble entre el ser histórico y el ser natural y que el elemento
dialéctico en los mitos trágicos puede observarse en la posibilidad
de reconciliación que acompaña a la caída y a la culpa. Karl
Löwith analizó críticamente las diferencias entre la vida de las
personas comunes y las teorías intelectuales. En “El sentido de la
historia” aseveró que “más inteligente que la superior visión
de los filósofos y teólogos, es el sentido común del hombre
natural, y el menos común del creyente en Cristo, que no pretende
ver en el cañamazo de la historia humana el designio de Dios o del
mismo proceso histórico. Más bien trata de liberar al hombre de la
historia opresiva del mundo, sugiriendo una actitud, ya de
escepticismo o de fe, que tiene ciertamente sus raíces en una
experiencia histórica, aunque se halle separada de ella y la
sobrepase en alcance, permitiendo de esta forma al hombre soportarla
con una resignación completa y una confiada esperanza”. Una de las
filosofías que Löwith pasó por el tamiz de la teología fue la de
Karl Marx, pero se le escapó el potencial ecológico -que hoy
podemos ver mejor- de la dialéctica marxista bien leída,
especialmente la de los Manuscritos Económicos-Filosóficos del
socialista alemán.
En “El concepto de naturaleza en Marx”, Alfred
Schmidt dedicó un capítulo a la concepción de intercambio orgánico
-stoffwechsel- entre hombre y naturaleza y sus aspectos
especulativos. Este intercambio orgánico está vinculado con las
leyes naturales que preceden a los hombres, resume Schmidt, y
recupera aquella idea de Marx de que “el hombre sólo puede
proceder en su producción como la naturaleza misma, es decir, sólo
puede cambiar las formas de la sustancia”. La conciencia ecológica
postmoderna le da un nuevo sentido hoy a las nociones de orgánico e
inorgánico. Una lectura ambientalista del Marx profundo puede
generar un encuentro entre la utopía concreta y el principio de
responsabilidad. Tal vez sea tiempo de reescribir el Prefacio
marxista para la Contribución a la Crítica de la Economía
Política: en la producción social y material de su vida, las
sociedades han establecido diferentes relaciones con la Naturaleza y
a partir de allí, distintas relaciones sociales y culturales de
producción e intercambio, llegando en el mundo moderno, capitalista,
imperialista, colonialista, racista y eurocéntrico a niveles
políticamente suicidas de explotación y degradación natural y
social. Rita Segato ha recuperado, en el marco de la crisis del
coronavirus, la idea de ruptura metabólica o desequilibrio de la
relación entre los seres humanos con la naturaleza, planteada por
Marx. En los Manuscritos de 1844, Marx pensó la democratización
socialista revolucionaria de todas las relaciones vitales como un
reencuentro liberador con el ser natural, enriquecido por las largas
luchas históricas. Una lectura ecológica y democrática de esas
líneas hoy tiene una fuerza impresionante. Los seres humanos
organizados de un modo diferente, autodeterminados cooperativa y
comunitariamente con justicia y autosustentables se reencuentran con
el paraíso perdido. Escribió Marx: “El comunismo como superación
positiva de la propiedad privada en cuanto autoextrañamiento del
hombre, y por ello como apropiación real de la esencia humana por y
para el hombre; por ello como retorno del hombre para sí en cuanto
hombre social, es decir, humano; retorno pleno, consciente y
efectuado dentro de toda la riqueza de la evolución humana hasta el
presente. Este comunismo es, como completo naturalismo = humanismo,
como completo humanismo = naturalismo; es la verdadera solución del
conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el
hombre, la solución definitiva del litigio entre existencia y
esencia, entre objetivación y autoafirmación, entre libertad y
necesidad, entre individuo y género. Es el enigma resuelto de la
historia y sabe que es la solución”.
El pecado original de Occidente es haberse
separado filósoficamente de la Tierra. Leyendo a contrapelo unas
líneas de “La rebelión de las masas” de Ortega y Gasset
encontramos una clave histórica. Para el pensador español, era
positivo que los griegos antiguos hubieran fortalecido una segunda
naturaleza histórica, política, social y cultural y se hubieran
separado “de la planta y el animal”. Aquí Ortega cita a
Sócrates, quien afirmó: “yo no tengo que ver con los árboles en
el campo, yo sólo tengo que ver con los hombres en la ciudad”. La
lucha histórica entre la ciudad “racional” y el campo “vegetal”
no ha dado buenos resultados. Löwith -a mediados del Siglo XX-
recordaba aquella sentencia de Arnol Toynbee: el curso normal de
desintegración de las denominadas civilizaciones es exactamente tres
latidos y medio y se supone que el Occidente ha sobrepasado ya latido
y medio. A principios del Siglo XXI, el capitalismo globalizado
produce en dos semanas el equivalente a todo lo producido en el año
completo de 1900 y el consumo excede hace tiempo la capacidad natural
del planeta. Los ambientalistas reclaman que debemos cuidar nuestra
huella ecológica y aliviar la mochila consumista. Ortega y Gasset
llamó la atención, en la obra citada, sobre el “novísimo Adán”
egocéntrico que surgía en el Siglo XIX con el desarrollo de la
Segunda Revolución Industrial, y que empezaba a perder
contradictoriamente su propia cabeza. Las ciencias sociales europeas
contemporáneas buscan fortalecer esta autocrítica: el economista
alemán Ulrich Brand expresa que no podemos salvar el planeta sin
luchar por la emancipación social, y aporta un corte epistemológico
con una noción de postdesarrollo que va más allá de las lógicas
del capitalismo y del mercado e integre la concepción andina del
Buen Vivir y el Buen Convivir. Las nociones dominantes de “progreso”
y “desarrollo” probablemente deberíamos tacharlas para siempre.
André Gorz pensó círculos de cooperación social más allá del
interés y del dinero. Enrico Berlinguer avisó en la Italia de los
´70 que la austeridad entendida como sencillez igualitaria, como
sobriedad y no como ajuste, podía ser una palanca de superación de
la alienación sistémica. El ecologismo político y cultural se
expresa de diferentes maneras hoy en Europa y en el mundo: Dinamarca
afirma una economía 100% orgánica y renovable, todavía en un marco
mercantil aunque controlado públicamente; en Alemania, el partido
moderado de Los Verdes gobierna el estado de Baaden-Württemberg
desde 2011, liderado por el militante católico y ambientalista
Winfried Kretschmann. En esa región germana se encuentra la Selva
Negra donde Heidegger tenía su cabaña y donde el poeta Paul Celan
esperó infructuosamente una autocrítica política del filósofo.
Los modos propios, impropios, adecuados, inadecuados y poéticos de
ser se mueven como las hojas de los árboles del bosque. Los Verdes
franceses avanzan en las elecciones municipales de 2020: ya Voltaire
profetizó en el “Cándido” que lo más sensato era aprender de
las otras culturas y empezar a cultivar nuestro propio jardín. El ex
ministro griego, Yanis Varoufakis propone una transición a la
sustentabilidad global basada en un Plan Marshall ecológico que
apueste por las tecnologías verdes, que democratice empresas y que
se construya en base a un acuerdo verde internacional. La
investigadora y activista canadiense Naomi Klein se suma, en la
Internacional Progresista, al reclamo de un plan de reparación
cívico e intergeneracional que reconstruya las relaciones naturales
y sociales rotas antes de la pandemia del coronavirus y patentizadas
por ella.
Francois Houtart ha propuesto una Declaración
Universal del Bien Común. Hans Küng una ética mundial basada en el
encuentro y el diálogo de los mejores valores de todas las
religiones. Las teologías comprometidas vienen afirmando su
conciencia ecológica: a la Encíclica Laudato Si del Papa Francisco
se suma la Declaración Islámica sobre el Cambio Climático Global
que comienza diciendo claramente que “no tenemos derecho a oprimir
al resto de la Creación o a causarle daño”. La Iglesia Evangélica
Metodista Argentina expresa públicamente su compromiso de
movilizarse con todos los que luchan por la defensa de nuestra Casa
Común y promueve una ciudadanía ecológica. El metodismo se declara
contra la megaminería contaminante y reza sin ingenuidad por la
quema de nuestras islas y de nuestros ecosistemas diciendo: “Dios
de amor, te damos gracias por la creación que nos has dado, por sus
montes, sus valles, sus llanuras y humedales. Queremos pedirte que la
protejas del fuego, que preserves la vida de las personas pobladoras
que pueden perderlo todo, como así también que guardes y
fortalezcas a quienes combaten el fuego con gran vocación de
servicio. Te pedimos que el humo no nos impida descubrir quienes
están detrás de estos incendios, enriqueciéndose a tan alto costo.
Que tu justicia se revele en medio nuestro. Oramos en el nombre de
Jesús. Amén”. El encuentro ecuménico resulta prometedor con
estas iniciativas.
UNA FE COMÚN PARA VOLVER A LA TIERRA. NUESTRO
PECADO Y LA OTRA SERPIENTE. LA TRANSOBJETIVIDAD
“Tiene,
pues, ella -la rata- una forma bellísima según su género,
las
patitas tan finas y los pelitos tan suaves, de manera que
parece
que debe haber sido creada por la Palabra de Dios.
Por eso
admiramos también esta criatura y obra de Dios.
Lo mismo
también podría decirse con respecto a las moscas.
MARTIN
LUTERO
Comentario
al Génesis
“El
día que la ciencia de la historia decida regir sus especulaciones
por
estos misterios de los orígenes y de las postrimerías conquistará
una
visión del mundo y del acaecer mundano tan libre y válida
como es
el fluir de ese acontecer”
HÉCTOR
A. MURENA
“Sabemos
que toda la creación sigue con sus gemidos
y
dolores de parto”
SAN
PABLO, “Carta a los Romanos” (8, 22)
De las entrañas del árbol de la sabiduría
oriental, la hindú Vandana Shiva viene hace muchos años dando
ejemplo de coherencia y pacifismo activo y movilizado por la justicia
ambiental y social. El abrazo que salva árboles -Chipko- y el
feminismo se integran en una lucha por la Democracia de la Tierra.
Shiva asesoró al gobierno de Bután, que prefirió empezar a medir
la Felicidad Nacional Bruta y no el Producto Bruto Interno. En los
EE.UU, Donna Haraway busca articular ecologismo, feminismo y un uso
sustentable, democrático y liberador de la tecnología cyborg que ya
forma parte de nuestros cuerpos y de nuestras mentes. La joven sueca
Greta Thunberg lidera la indignación de la Generación Pulgarcita
-el concepto es de Michel Serres- animando el movimiento Viernes por
el Futuro. A fines de setiembre de 2020, la televisión pública
alemana DW TV presenta un informe titulado “Menos estrés en el
campo, ¿porqué?” y muestra una investigación de campo que
confirma que los campesinos tienen más anticuerpos biológicos que
los “urbanitas” para manejar mejor momentos y procesos
estresantes. Hay que volver a la tierra y que hay forjar un nuevo
equilibrio vital entre ciudad y campo, comprendidos como partes de
una nueva cultura sostenible de la Tierra. La colonización agraria,
el cooperativismo y la sustentabilidad son ejes fundamentales del
“Plan San Martin” para el desarrollo humano integral que la Unión
de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y algunas
organizaciones gremiales argentinas presentaron públicamente en
agosto de 2020. En la misma línea, la Unión de Trabajadores de la
Tierra (UTT) presenta el proyecto de ley para poner en marcha un Plan
Procrear Rural.
¿Cuál fue el pecado original de Nuestra América?
Héctor Alvarez Murena, traductor argentino de Walter Benjamin y de
los autores de la Escuela de Frankfurt, pensó autobiográficamente
con ese interrogante que tanto colonizadores como inmigrantes tres
siglos después vinieron con un espíritu de “campamento
americano”, desafiando a la Naturaleza por no sentirse salidos de
su vientre. El pecado original era sentimentalmente, para muchos
europeos, percibirse expulsados de su tierra a la que mitificaban
como un paraíso. Es una pena que Murena no haya leído las
excepciones de Alejo Peyret o Alberto Gerchunoff pero es cierto que
ese resentimiento colonial y gringo se instaló fuerte en nuestro
país generando un complejo ideológico de inferioridad falso pero
política y culturalmente dañiño, muy a medida de las distintas
poses adoptadas por el liberalismo, las elites y el medio pelo.
Murena pensó que si no encontramos “el nombre secreto” de
nuestra tierra seremos sepultados por su fertilidad nunca apaciguada.
Hoy tenemos los nombres: Abya Yala, Ivy marä ey, Sumak Kawsay,
Ayllú, Whipala, Tupambaé, es decir el mosaico confederal de nombres
nativos para decir tierra viva, tierra sin mal, buen convivir,
comunidad, biodiversidad y propiedad colectiva cristiana-guaraní.
Murena planteó lúcidamente el símbolo de la serpiente bíblica
como la condena de la tecnocracia hegemónica. Para evitar caer en la
trampa, el autor de “El pecado original de América” propuso
forjar una transobjetividad, una filosofía que vaya más allá
de los objetos -como también vimos en Tillich y otras y otros
autores- de las cosas fetichizadas, de la objetividad científico
técnica impuesta desde el Norte, cosificadora, enajenadora, opresiva
y mutiladora de la vida social, natural y cultural. Murena echó las
bases de una hermenéutica soberana que hoy puede avanzar mucho más
desde un punto de vista transmoderno -como dice Enrique Dussel- y
decolonial.
Rodolfo Kusch, por su parte, diferenció el ser
nativo con fuertes raíces en la Madre Tierra de la “civilización”
artificial y ficticia. Otra serpiente, Quetzalcoatl, fue interpretada
por Kusch como símbolo de la frustración de las culturas
originarias del centro geográfico de nuestro continente. La
serpiente emplumada une sin fundir, para este antropólogo, la verdad
de la tierra -simbolizada por la serpiente/coatl con la verdad del
cielo, simbolizada por el pájaro/quetzal. Debemos seguir estudiando
y pensando toda esta extraordinaria mitología y sus significados
abiertos. Quetzalcoatl, además de ser una divinidad, esfuerzo
cotidiano y esperanza alada, es el nombre de un rey de Tula (895-947)
-Acatl Topiltzin Quetzalcoatl- que terminó engañado y desterrado y
que después de conversar con el dios del fuego, algún día volverá
como niño. Gobernó con prudencia y justicia, dejando de lado por
ejemplo los sacrificios humanos. La llegada de los conquistadores
europeos confundió a muchos nativos que esperaban a su rey-mito
liberador. La historia ecológica del continente ya se viene
estudiando, lo mismo que la necesaria historia ambiental mundial, y
es importante evaluar la sostenibilidad en todos los órdenes antes y
después del genocidio europeo en nuestra tierra. Para nosotros, el
pecado original de Nuestra América-Abya Yala se simboliza en la
entrega de la Malinche a los europeos -esos Adanes malditos del Siglo
XVI- por parte de nuestros pueblos originarios. Entregar nuestras
Malinches, nuestras vidas humildes como fruto sin prohibiciones al
colonialismo, a la explotación y a la violencia en todas sus formas
sigue siendo un símbolo de nuestras graves y peligrosas
contradicciones como pueblo.
UNA POLÍTICA POÉTICA: LOS DERECHOS DE LA
NATURALEZA. EL REENCUENTRO CON EL SER
“...Tierra:
aquí mi amor se reparte y se construye.
Aquí
está mi destino verdadero.
Aquí
planto el horcón, aquí abro el surco,
aquí es
donde me afirmo para llegar al cielo.
Aquí
estoy con el árbol, con el trigo y la rosa,
donde
repunto sueños, donde aseguro mi cantar.
Volveré
al fin, puñado de tierra sosegada,
a tu
seno materno, calladito y en paz”
MARCELINO
ROMÁN
“Tierra
de amor”
“...La
santidad de vida está más cerca de lo que pensamos
del
sentido de la preservación de la naturaleza”
JOSÉ
FRANCISCO SERRANO OCEJA
“Bautizar
el ecologismo”
Diario
ABC, Madrid, 15/12/2019
“Para
que los hombres no tengan vergüenza de la belleza de las
flores,
para que las cosas sean ellas mismas: formas sensibles o
profundas
de la unidad o espejos de nuestro esfuerzo
por
penetrar el mundo,
con el semblante emocionado y pasajero de
nuestros sueños.
o la armonía de nuestra paz en la soledad de
nuestro pensamiento,
para que podamos mirar y tocar sin
pudor
las flores, sí, todas las flores,
y seamos iguales a
nosotros mismos en la hermandad delicada,
para que las cosas no
sean mercancías,
y se abra como una flor toda la nobleza del
hombre:
iremos todos hasta nuestro extremo límite,
nos
perderemos en la hora del don con la sonrisa
anónima y segura
de una simiente en la noche de la tierra.”
JUAN L.
ORTIZ
“Para
que los hombres...”, en
“La
rama hacia el este”
Las luchas ambientales, nativas y populares en
nuestra macroregión impulsan la noción jurídica de la Naturaleza
como sujeto de derechos. Bolivia y Ecuador incorporan en sus nuevas
Cartas Magnas la concepción del Buen Convivir pero las
contradicciones políticas y sociales dejan el articulado legal como
intención que sólo sostienen los movimientos campesinos e
indígenas. En 2016, por iniciativa de diferentes organizaciones
sociales, la Corte Constitucional de Colombia declaró al Río Atrato
sujeto de derechos, en medio de enfrentamientos violentos y un
desprecio al río y a su ecosistema. En 2022, el nuevo gobierno de
ese país promete ser un ejemplo de transición ecopolítica. Antes
los ríos Ganges de la India y el Wanganui de Nueva Zelanda también
habían logrado el mismo status legal. Es un hermoso y necesario paso
teórico, epistemológico, es la superación formal del pecado
ecológico que necesita después los pasos prácticos para ser
realidad concreta. En Entre Ríos, el Foro Ecologista y otras
organizaciones han planteado con justicia que el Delta también sea
sujeto de derechos. Lo mismo pensamos para el Paraná, el Uruguay y
todos nuestros ríos. Habrá que pelear por esa bandera: toda la
poesía y la cultura entrerriana, especialmente toda la poesía del
gran Juan L. Ortiz está detrás de esta reivindicación.
La ontología orticiana es una síntesis maravillosa y
necesaria de las preocupaciones multiculturales y políticas por el
reencuentro con el ser común natural y la liberación de lo sagrado
en la alegría eterna e infinita de la sencillez, la sensibilidad y
la fraternidad. Ser el Delta, ser el río, ser-el-río y
ser-la-tierra en un mundo de la vida soberano.
La poética profunda entrerriana es una poética
ecológica. “Nuestra identidad es romper fronteras” afirma Tirso
Fiorotto y se refiere a los límites epistemológicos instituidos y
hegemónicos que el arte entrerriano y litoraleño atraviesa
permanentemente a través de su historia. Es un aspecto de la
transobjetividad planteada por Murena y de la hermenéutica mundial
transmoderna reclamada por Dussel. “Mirar la cultura en la
naturaleza” dice Fiorotto, sin separarlas, y recuerda los ejemplos
de Aníbal Sampayo, Linares Cardozo, Héctor Jorge Deut, Miguel
“Zurdo” Martínez, Juan L. Ortiz, Atahualpa Yupanqui y Romildo
Risso. De este poeta oriental, Fiorotto subraya aquel verso que
rezaba “si hay leña cáida en el monte/ yo no v’ia cortar un
árbol. Po’el aire no puedo dir/ de no, ni pisaba el pasto”. Hay
una ética del ser naturalmente humano en esas bellas líneas, hay un
compromiso de evitar el pecado ecológico, de respetar los tiempos de
la Madre Tierra. La misma ética del ser y la misma ontología
orticiana se expresa en el pensamiento de Fortunato Calderón Correa:
“cuando vemos pasar un río -escribe el periodista y ensayista
entrerriano- sentados a la orilla, la paz no se interrumpe con la
idea de que el agua fluye con esfuerzo y podría detenerse. Nada nos
sugiere esa idea, estamos ante una imagen de la eternidad y
momentáneamente participamos de ella, somos eternos también
nosotros”.
En su maravillosa obra de teatro “El eclipse de
la pelota”, el escritor entrerriano Arnaldo Calveyra pensó
creativamente un encuentro abierto de culturas. La diosa griega
Deméter, que busca a su hija, es uno de los personajes. Por el otro
lado están los mellizos Ixbalanqué y Hunahpú y la familia Xibalba:
Calveyra afirmó que se inspiró en el Popol Vuh de los mayas. En un
momento de la obra, el narrador dice “hace mucho, mucho tiempo, los
animales estaban más avanzados que los seres humanos en el
conocimiento de ciertos productos de la tierra. En épocas de hambre,
les enseñaban a los hombres a alimentarse de esas plantas”. Era el
wu wei del Edén, donde la biomímesis potenciaba los querubines que
llevamos dentro para forjar los primeros pasos del ser naturalmente
humano. Nuestras abuelas y nuestras madres trataron de no perder esa
sabiduría antigua. Tenemos que defender y continuar esa tradición
cultural. En otro momento de la obra de Calveyra, el cuervo le ofrece
a la víbora blanca tragarla para volar juntos y llegar hasta la
cancha, y la víbora agradece y acepta la gentileza. Podemos
imaginarnos hoy una nueva obra calveyrana, donde la serpiente
emplumada está volviendo al Edén después de un largo y complicado
recorrido. La gente está mejor, más tranquila y feliz. Un gurí
juega con los pichones de Quetzalcoatl mientra su familia corta las
espigas por primera vez con amor: ahora empezamos a entender mejor a
Alberto Gerchunoff y a León Felipe. La obra puede titularse, si
queremos, “Reencuentro en el Paraíso”. El viento grita que pasa
algo increíble. En el nuevo Edén están los árboles y las plantas
de todas las culturas del mundo: nadie toca lo que no debe tocar.
Durante años, los descendientes de Adán, Eva y de los Xibalba han
restaurado y regenerado la biodiversidad terrenal. El árbol de la
ciencia del bien y del mal recuperó su identidad: es el árbol
“inútil” del que habla la antigua sabiduría oriental, es el
árbol que simboliza la vida natural y social más allá de la
maldita lógica de la utilidad y del interés. El viento sigue
gritando algo. Amaro Villanueva abre el portillo y nos explica que el
árbol que está al lado del “inútil” es el Nalladigua de los
mocovíes, el ombú que los nativos litoraleños plantaban al lado de
cada tumba con la esperanza de que se pudieran restituir las ramas
cortadas por el egoísmo y llegar así al cielo. El viento nos empuja
y nos envuelve, feliz: llegamos al centro del Paraíso. El árbol de
la vida es un sauce y se ve una luz delicada que lo rodea. Juan L.
nos sonríe mientras acaricia a su gato: admiramos a su lado el aura
del sauce.
Prof. Mauricio Castaldo
María Grande, Entre Ríos
NOTAS:
La concepción de Naturaleza de MICHAEL LAITMAN en
su “Kabalá para aprendices”, introducción de Ervin Laszlo,
Santiago de Chile, Editorial Norma, 2008. El Génesis lo leemos en
nuestra BIBLIA Latinoamericana, LXXXII Edición, Ediciones Paulinas
Verbo Divino. La de Leonardo Boff en JUAN NAVARRETE CANO, “La
eco-teología de la creación de Leonardo Boff”, Revista Palabra y
Razón, Nro 1, Universidad Católica del Maule, Chile, 2012, p.125,
ver http://revistapyr.ucm.cl/issue/view/30.
Una introducción a la teoría de LYNN WHITE Jr
en https://counterbalance.org/enviro/intro-frame.html.
La aclaración de ARIEL ALVAREZ VALDÉS, “Porqué en la Biblia hay
dos creaciones del mundo?” en Revista Criterio, Nro 2434, Año
2017,
ver https://www.revistacriterio.com.ar/bloginst_new/2017/03/11/por-que-en-la-biblia-hay-dos-creaciones-del-mundo/.
La interpretación de PAUL RICOEUR en su trabajo compartido con ANDRÉ
LACOCQUE, “Pensar la Biblia. Estudios exegéticos y hermeneúticos”,
Barcelona, Herder, 2001, capítulo “Grietas en el Muro”. Los dos
conceptos de dominio en FÉLIX ORTIZ FERNÁNDEZ, “Postmodernidad,
ecología y cuidado de la creación”, Protestante Digital,
11/8/2011,https://protestantedigital.com/print/26261/Postmodernidad_ecologia_y_cuidado_de_la_creacion.
El gran libro de NORTHROP FRYE, “El Gran Código. Una lectura
mitológica y literaria de la Biblia”, Barcelona, Gedisa, 1988,
pp.101-102. Una introducción al trabajo de JESÚS MOSTERÍN, “La
naturaleza humana”,
en https://core.ac.uk/download/pdf/71044678.pdf.
La biohermenéutica de JESÚS CONILL, en “¿Puede mantenerse hoy el
concepto de naturaleza humana”, Revista Fronteras CTR, Universidad
Comillas,
ver https://blogs.comillas.edu/FronterasCTR/2018/10/24/puede-mantenerse-hoy-el-concepto-de-naturaleza-humana/.
Los cambios en el neolítico del Cercano Oriente, analizados por
BARBARA MILLER en “Antropología Cultural”, Pearson Educación,
Uned, 2011, pp. 61-62 y por MIRCEA ELIADE en “Historia de las
creencias y las ideas religiosas”, Tomo I, Barcelona, Paidós,
1999, p.55 y p.219. El imprescindible artículo de GUILLERMO ALTARES,
“Esta si fue una auténtica revolución”, Diario El País de
Madrid, 21/4/2018,
ver https://elpais.com/elpais/2018/04/20/ciencia/1524219983_369281.html.
El libro “Mito y Hermenéutica”, dirigido por Severino Croatto,
BsAs, El Escudo, 1973,
ver http://files.jcjarquin-com-ni.webnode.es/200000024-f0bb3f2aef/mito%20y%20hermeneutica%20-%20varios%20autores_Jguzman.pdf.
El ADN edénico en EDWARD WILSON, “Los origenes de la creatividad
humana”, cap 13, Barcelona, Planeta, 2018. El poder sin control en
ROMANO GUARDINI, “El ocaso de la edad moderna”, 1963, pp.66-67 y
en PAUL TILLICH, “El coraje de existir”, Barcelona, Estela, 1968,
p.41 y p.132. La interpelación de HANS JONAS en “El principio de
responsabilidad”, Barcelona, Herder, 1995. Las reflexiones críticas
de JEAN JACQUES ROUSSEAU en el “Discurso sobre el origen de la
desigualdad entre los hombres”, Madrid, Alba, 1998, y las de ALEJO
PEYRET en sus “Discursos”, BsAs, Lajuane, 1907, p.91. El ensamble
de THEODOR ADORNO en su trabajo “La idea de historia natural”,
ver https://bancodelecturas.wordpress.com/2016/08/20/theodor-w-adorno/ y
el hombre natural según KARL LÖWITH en “El sentido de la
historia”, BsAs, Aguilar, p. 4 y p.20 la cita de Toynbee. ALFRED
SCHMIDT, “El concepto de naturaleza en Marx”, Madrid, Siglo XXI
Editores, 1976, p.84. El enigma resuelto según Marx en la p.150.
RITA SEGATO, “Coronavirus: todos somos mortales. Del significante
vacío a la naturaleza abierta de la historia”, La Tinta,
29/4/2020,
ver https://latinta.com.ar/2020/04/coronavirus-mortales-significante-vacio-naturaleza/.
JOSE ORTEGA Y GASSET, “La rebelión de las masas”, Barcelona,
Biblioteca de los Grandes Pensadores, 2004, p.186 y p.310. La
traducción de la cita de LUTERO del latín al castellano se la
debemos a la generosidad del Prof. RENÉ KRÜGER. En setiembre de
2020, “Una rata detectora de minas fue premiada por su valor”,
publicó Página 12. ¿Otra tesis comprobada de Lutero?. Ver la nota
en https://www.pagina12.com.ar/294649-una-rata-detectora-de-minas-fue-premiada-por-su-valor.
El Plan San Martin, analizado por LAURA VALES el diario Página 12,
BsAs, 11/8/2020,
ver https://www.pagina12.com.ar/284306-el-plan-marshall-criollo-para-la-post-pandemia y
la propuesta de la UTT, “Trabajadores de la tierra reclaman un
procrear rural”,
en https://vaconfirma.com.ar/?articulos_seccion_716/id_11881/trabajadores-de-la-tierra-reclaman-un-procrear-rural.
Una introducción al pensamiento de H.A. Murena por HÉCTOR SCHMUCLER
en https://www.espaciomurena.com/7310/ y
el repaso de MARÍA ROSA LOJO a las ideas de Murena y Kusch en “H.A.
Murena y Rodolfo Kusch: «Barbarie» como seducción o pecado”,
ver https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=52129.
Los bautismos populares y la lucha para que el Río Atrato no quede
sólo en formalidad jurídica, analizada por MILO DEL CASTILLO y
JAVIER SULÉ ORTEGA, “Tres ríos en el mundo tienen derechos. Uno
es este y vive amenazado”, Diario El País de Madrid, 20/4/2019,
ver https://elpais.com/elpais/2019/03/25/planeta_futuro/1553542771_231121.html.
La noticia “Amparo para declarar al Delta sujeto de derecho”,
10/7/2020,
en http://www.justiciaambiental.org/2020/07/17/amparo-para-declarar-el-delta-parana-como-sujeto-de-derecho/.
La epistemología poética transfronteriza y transobjetiva de TIRSO
FIOROTTO en “Nuestra identidad es romper fronteras”, El Miércoles
de C. del Uruguay, 18/2/2016,
ver https://www.elmiercolesdigital.com.ar/nuestra-identidad-es-romper-fronteras/.
El libro de FORTUNATO CALDERÓN CORREA, “A la luz de la tradición
eterna”, Rosario, Ultimo Recurso y JAPL, Junta Abya Yala por los
Pueblos Libres, p.21. Recomendamos el capítulo sobre los árboles
sagrados en las pp. 127 y 129, como así también las páginas
dedicadas por Calderón a Juan L. Ortiz, Rodolfo Kusch y Vandana
Shiva. El pluriverso transmoderno de ENRIQUE DUSSEL en “Pablo de
Tarso en la filosofía política actual y otros ensayos”, México,
Ediciones Paulinas, 2012,
ver https://enriquedussel.com/txt/Textos_Libros/64.Pablo_de_Tarso.pdf.
El “Eclipse de la pelota” de ARNALDO CALVEYRA en su “Teatro
Reunido”, Paraná, Eduner, 2012, pp. 537-591.-
"La dialéctica de Adán y Eva": trabajo corregido en Setiembre de 2022