Después de tres meses de crisis, una brusca explosión de violencia en el centro de Reykjavik alcanzó para que el primer ministro Geir Haarde -desestabilizado por los furiosos cacerolazos de la multitud- anunciara su retiro de la vida pública, prometiera elecciones anticipadas y aceptara la renuncia de su ministro de Comercio.
Las protestas tienen un marcado contenido antiglobalización, anticapitalismo y antirreformas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario