El rostro duro, la mirada que brilla esperando un mañana donde vivir. Las manos acompañan, invitan a ocupar un lugar sobre la tierra dónde poder criar a sus hijxs, cobijar a los adultos y descansar luego de extensas jornadas de trabajo mal pago.
Madres solteras viviendo hacinadas con sus hijxs, compartiendo en una misma habitación el espacio para dormir, comer, estudiar, descansar más de tres o cuatro personas. No es vida la que le toca vivir a quién no tiene acceso a un techo, a una vivienda digna.
La tierra seca, luego de años de sembrado de soja, los vecinos, las vecinas, muchxs niñxs enfermos por la fumigación criminal de los sojeros a escasos 15 km , del centro, y a metros de las casas de Barrio Cabildo. El Estado ausente, pese a todas las restricciones para fumigar en zona urbana y poblada.
Hoy el mimo Estado que dice desconocer la demanda de los vecinos de Barrio Cabildo, no duda en hacer sentir su presencia, de forma policial, garantizando que se cumpla el “derecho” que esta por encima de la vida, el de la propiedad. Una vez más garantizar el derecho de los poderosos, sobre tierras que sirven a la especulación inmobiliaria es la norma legal que determina que es lo prioritario en nuestro sistema.
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