Etcétera
“Citius, altius, fortius”, es el lema de los Juegos Olímpicos que, presumiblemente, se desarrollan a partir de una premisa casi lúdica de hermanar a las naciones a través del deporte. Ese es un fin loable. Es sabido que las actividades deportivas contribuyen a la cohesión social, amén de mejorar la calidad de vida de las personas. Asimismo, el deporte tiene importantes consecuencias para la salud: en 2003, la Organización Mundial de la Salud (OMS) puso en marcha la iniciativa “por tu salud, muévete”, debido a que ya se ha documentado ampliamente por parte de diversos especialistas que la falta de actividad física, junto con una alimentación poco saludable, son los principales factores de riesgo que contribuyen a la morbilidad y mortalidad por enfermedades crónicas en el mundo.1
Por lo tanto, el deporte “se reivindica como una actividad humanista, destinada a favorecer el desempeño deportivo de los hombres, a mejorar la salud pública, participar en la expansión del ludismo y a convertirse en un factor de integración y amistad. Contribuye a la emancipación de las mujeres, a la lucha contra el racismo y la xenofobia, a la aceptación, por parte de los individuos, de los valores republicanos y a la manifestación, para los más afortunados, del ascenso en la escala social”.2
El deporte, por lo tanto, recibe cada vez más atención de parte de las sociedades. Ello es positivo, pero también plantea el desafío de que las autoridades de cada país lo someten al quehacer político, buscando derivar beneficios particulares, alejados del bien común. Por tanto, “el deporte está lleno de tensiones, entre el pueblo y las élites dominantes, entre innovación y restauración, entre liberación y colonización. Cuando se pretende armonizar estas contradicciones, se ignoran aspectos relevantes y esenciales del deporte”.3
Puesto que la política deportiva es responsabilidad del Estado, un evento como los Juegos Olímpicos posibilita que los países proyecten una imagen de liderazgo y poder ante el mundo. Es una forma de mostrarle a otras naciones los logros de las políticas de determinado Estado en el terreno deportivo y en rubros relacionados –como el alimentario, el educativo, etcétera. Los deportistas exitosos, por su parte, pueden convertirse en genuinos embajadores promotores de una imagen positiva del país del que proceden. Todo ello se resume, en que el deporte es una herramienta al servicio del poder, aunque también de la economía.
Rebelión - 5/8 - Leer Completo
Por lo tanto, el deporte “se reivindica como una actividad humanista, destinada a favorecer el desempeño deportivo de los hombres, a mejorar la salud pública, participar en la expansión del ludismo y a convertirse en un factor de integración y amistad. Contribuye a la emancipación de las mujeres, a la lucha contra el racismo y la xenofobia, a la aceptación, por parte de los individuos, de los valores republicanos y a la manifestación, para los más afortunados, del ascenso en la escala social”.2
El deporte, por lo tanto, recibe cada vez más atención de parte de las sociedades. Ello es positivo, pero también plantea el desafío de que las autoridades de cada país lo someten al quehacer político, buscando derivar beneficios particulares, alejados del bien común. Por tanto, “el deporte está lleno de tensiones, entre el pueblo y las élites dominantes, entre innovación y restauración, entre liberación y colonización. Cuando se pretende armonizar estas contradicciones, se ignoran aspectos relevantes y esenciales del deporte”.3
Puesto que la política deportiva es responsabilidad del Estado, un evento como los Juegos Olímpicos posibilita que los países proyecten una imagen de liderazgo y poder ante el mundo. Es una forma de mostrarle a otras naciones los logros de las políticas de determinado Estado en el terreno deportivo y en rubros relacionados –como el alimentario, el educativo, etcétera. Los deportistas exitosos, por su parte, pueden convertirse en genuinos embajadores promotores de una imagen positiva del país del que proceden. Todo ello se resume, en que el deporte es una herramienta al servicio del poder, aunque también de la economía.
Rebelión - 5/8 - Leer Completo
EEUU prepara un plan de transición para la Siria post-Asad
Entrevista al director de ANNCOL encarcelado en Bogotá desde abril de 2011
Agencia de Noticias Nueva Colombia (ANNCOL)
Santos trabaja denodadamente por acallar la voz de la agencia Anncol y no lo ha logrado. Desde nuestra redacción se ha tomado el camino firme de no dejarnos doblegar, no acceder al chantaje político y continuar con el rumbo prefijado.
Lo dice con orgullo Joaquín Pérez Becerra, director de ANNCOL encarcelado en la Picota, Bogota, en una entrevista con preguntas escritas enviadas por correo. La página de la Agencia de Noticias Nueva Colombia, desde el año 1995 ha tenido una dinámica en ascenso, fue creciendo y cada vez son más los lectores que visitan el sitio web. Se han contabilizado más de 800 mil visitas diarias y ese es un record que da fe de la importancia del espacio, a la vez que deja bien claro que todo el trabajo que se viene realizando está cargado de transparencia, independencia y profesionalismo. Esos parámetros donde debe apoyarse un medio alternativo y no sólo porque allí se viertan las situaciones del terrible problema colombiano, sino porque es el deber que tiene cada profesional de la información.
Lo dice con orgullo Joaquín Pérez Becerra, director de ANNCOL encarcelado en la Picota, Bogota, en una entrevista con preguntas escritas enviadas por correo. La página de la Agencia de Noticias Nueva Colombia, desde el año 1995 ha tenido una dinámica en ascenso, fue creciendo y cada vez son más los lectores que visitan el sitio web. Se han contabilizado más de 800 mil visitas diarias y ese es un record que da fe de la importancia del espacio, a la vez que deja bien claro que todo el trabajo que se viene realizando está cargado de transparencia, independencia y profesionalismo. Esos parámetros donde debe apoyarse un medio alternativo y no sólo porque allí se viertan las situaciones del terrible problema colombiano, sino porque es el deber que tiene cada profesional de la información.
El socialismo de los productores como imposibilidad lógica
http://grupokrisis2003.blogspot.com.es
Original alemán: “Die verlorene Ehre der Arbeit”, en revista Krisis nº 10, Erlangen, 1991. Disponible en www.krisis.org, así como la versión italiana, “L'onore perduto del lavoro”, Manifesto Libri, Roma, 1994. Versión portuguesa, “A honra perdida do trabalho”, en Grupo Krisis http://planeta.clix.pt/obeco, 29.11.02. Traducción del portugués al español: Round Desk. |
No es posible socialismo alguno en los horizontes de la ontología del trabajo, o sea que la forma de mercancía de la reproducción social sólo puede ser superada juntamente con el «trabajo». Sin embargo, ello es impensable tanto para la concepción del socialismo típica del viejo movimiento obrero como para su antagonista burgués. Incluso en Marx esta cuestión no está aún completamente resuelta, queda en la ambigüedad. Por un lado, éste afirma (sobre todo en los escritos de juventud) la necesidad de una superación del «trabajo», pero por otro desarrolla en muchos pasajes una ontología de este mismo trabajo. Se podría tratar, por tanto, sólo de la superación de las formas histórico-sociales siempre diversas que asumió el «trabajo», y no de su existencia presupuesta como eterna.
Esta contradicción se explica a partir de las condiciones de desarrollo todavía insuficientes del proceso capitalista de socialización y cientifización. El contenido del socialismo no puede ser «liberar el trabajo», sino única y exclusivamente «liberar del trabajo». Conviene aclarar desde luego que no se trata de la forma de la actividad humana tout court, o del «proceso de metabolismo con la naturaleza», sino siempre y sólo del «trabajo abstracto» encarnado en la forma del valor o de la mercancía, del «gasto de fuerza de trabajo humana» como fin en sí mismo bajo las condiciones materiales establecidas por la competencia de los sujetos en el mercado. Es importante explicar mejor tal identidad entre el concepto de trabajo en general y el trabajo abstracto en la forma de mercancía, identidad ésta que hace imposible una superación de la mercancía y del dinero en el interior de la ontología del trabajo.
Esta contradicción se explica a partir de las condiciones de desarrollo todavía insuficientes del proceso capitalista de socialización y cientifización. El contenido del socialismo no puede ser «liberar el trabajo», sino única y exclusivamente «liberar del trabajo». Conviene aclarar desde luego que no se trata de la forma de la actividad humana tout court, o del «proceso de metabolismo con la naturaleza», sino siempre y sólo del «trabajo abstracto» encarnado en la forma del valor o de la mercancía, del «gasto de fuerza de trabajo humana» como fin en sí mismo bajo las condiciones materiales establecidas por la competencia de los sujetos en el mercado. Es importante explicar mejor tal identidad entre el concepto de trabajo en general y el trabajo abstracto en la forma de mercancía, identidad ésta que hace imposible una superación de la mercancía y del dinero en el interior de la ontología del trabajo.
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