La flexibilización laboral ha llegado al sector docente, donde los trabajadores soportan la reducción de salarios, el aumento de las horas de trabajo, junto con la imposición del neotaylorismo. La precarización laboral en el mundo educativo tiene la misma finalidad que la flexibilización en cualquier sector productivo, esto es, aumentar las ganancias vía el incremento de la productividad de los trabajadores. Aunque resulta extraño usar la noción de productividad para referirse a los profesores, no lo es tanto, porque en la nueva jerga empresarial el Banco Mundial concibe la educación como un negocio en el que se “fabrica capital humano”. Paralelamente, se aplican en las instituciones educativas programas de productividad y calidad de estilo empresarial para determinar los niveles salariales a partir del rendimiento individual de los trabajadores, así como rendición de cuentas y estímulos personales. Por su parte, la imposición del neotaylorismo pretende que los profesores asuman una demanda creciente de estudiantes, y para hacerlo posible se fragmenta el acto educativo, que ya no será impartido de manera prioritaria en las aulas sino a distancia, a través de Internet.
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En las escuelas públicas han ido penetrando las ideologías instrumentales de tipo tecnocrático tanto en lo que se refiere a la formación de los profesores como a la pedagogía en el aula. El énfasis en los factores instrumentales y pragmáticos de la vida escolar se sustenta en postulados diversos de clara índole tayloriana: proclamar la separación entre la concepción y la ejecución; propender por la estandarización del conocimiento escolar para gestionarlo y controlarlo en concordancia con los intereses empresariales; devaluar el trabajo crítico y reflexivo de los profesores y estudiantes, con el imperativo de adecuarse a las exigencias del mercado. Mirado desde la óptica capitalista, las innovaciones tecnológicas, y la informática no es la excepción, buscan parcelar los trabajos para simplificarlos, facilitar su control y poder prescindir de los trabajadores en cualquier momento.
Rebelión - 6/8 - Leer Completo - Debate
MARIANO FERREYRA: El juicio contra el otro modelo
Indymedia
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En las escuelas públicas han ido penetrando las ideologías instrumentales de tipo tecnocrático tanto en lo que se refiere a la formación de los profesores como a la pedagogía en el aula. El énfasis en los factores instrumentales y pragmáticos de la vida escolar se sustenta en postulados diversos de clara índole tayloriana: proclamar la separación entre la concepción y la ejecución; propender por la estandarización del conocimiento escolar para gestionarlo y controlarlo en concordancia con los intereses empresariales; devaluar el trabajo crítico y reflexivo de los profesores y estudiantes, con el imperativo de adecuarse a las exigencias del mercado. Mirado desde la óptica capitalista, las innovaciones tecnológicas, y la informática no es la excepción, buscan parcelar los trabajos para simplificarlos, facilitar su control y poder prescindir de los trabajadores en cualquier momento.
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Los estados capitalistas dependientes que, en América Latina tienen gobiernos llamados progresistas que se rehúsan a aplicar las políticas impuestas por el Consenso de Washington, están atrapados en un engranaje que devora continuamente los esfuerzos en pro de un cambio económico y social, mecanismo que reproduce y agrava el pasado, afirmando de paso las políticas neoliberales que esos gobiernos declaran rechazar.
Sus economías viven cada vez más de la exportación de commodities, sobre la base del cultivo de unos pocos productos exportables; además, necesitan inversiones extranjeras para impulsar una industrialización de base y la creación de infraestructuras porque el gran capital controla el ahorro nacional y lo exporta, y los grandes capitalistas extraen y se llevan legal o ilegalmente capitales y ganancias por cientos de miles de millones de dólares.
Los bancos, las grandes industrias exportadoras o productoras de alimentos y bienes de consumo e incluso buena parte de la tierra están, en efecto, en manos extranjeras y su producción y exportaciones son, en realidad, un comercio interno entre la matriz y diversas filiales de empresas transnacionales.
Los autos argentinos, por ejemplo, son Fiat, Ford, GM o de otras marcas similares; el acero argentino es de la transnacional Techint; los granos exportados, de Cargill, Bunge y Dreyfus, grandes transnacionales del sector, y la propiedad del gas, del petróleo y de la electricidad sigue en manos extranjeras, pues la cacareada renacionalización de YPF se limitó meramente al control del Estado de 51 por ciento de las acciones del ex socio mayoritario –Repsol–, que continúa formando parte de la empresa, la cual es mixta, no estatal; mientras, 68 por ciento de los yacimientos argentinos son explotados por otras firmas igualmente privadas, en su inmensa mayoría de otros países. Petrobras, por su parte, no es brasileña, sino una compañía mixta, y lo mismo sucede con la gran mayoría de las palancas de la economía boliviana o ecuatoriana.
Sus economías viven cada vez más de la exportación de commodities, sobre la base del cultivo de unos pocos productos exportables; además, necesitan inversiones extranjeras para impulsar una industrialización de base y la creación de infraestructuras porque el gran capital controla el ahorro nacional y lo exporta, y los grandes capitalistas extraen y se llevan legal o ilegalmente capitales y ganancias por cientos de miles de millones de dólares.
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Los autos argentinos, por ejemplo, son Fiat, Ford, GM o de otras marcas similares; el acero argentino es de la transnacional Techint; los granos exportados, de Cargill, Bunge y Dreyfus, grandes transnacionales del sector, y la propiedad del gas, del petróleo y de la electricidad sigue en manos extranjeras, pues la cacareada renacionalización de YPF se limitó meramente al control del Estado de 51 por ciento de las acciones del ex socio mayoritario –Repsol–, que continúa formando parte de la empresa, la cual es mixta, no estatal; mientras, 68 por ciento de los yacimientos argentinos son explotados por otras firmas igualmente privadas, en su inmensa mayoría de otros países. Petrobras, por su parte, no es brasileña, sino una compañía mixta, y lo mismo sucede con la gran mayoría de las palancas de la economía boliviana o ecuatoriana.
Educación Superior en Chile: Un Sistema caro y que no sirve - El Ciudadano
ENTREVISTA | CAYO LARA, COORDINADOR GENERAL DE IZQUIERDA UNIDA
«Si se hace una huelga general, tiene que llevar un punto final»
Nació en Argamasilla de Alba (Ciudad Real) en 1952. Su vida se ha desarrollado siempre a la izquierda; compatibilizando la actividad política y sindical. Dirigió el ayuntamiento de su municipio entre 1987 y 1999. También fue uno de los impulsores del sindicato COAG. Miembro del PCE, ejerce como coordinador general de IU desde diciembre de 2008.
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