lunes, 5 de noviembre de 2012

Cristinismo, progresismo y cacerolazos, en la mirada de Claudio Katz

Durante sus primeros años el kirchnerismo se abocó a restaurar el estado y el sistema político tradicional amenazados por la sublevación popular.




El gobierno ha quedado tironeado por los grupos capitalistas concentrados -que exigen la convalidación de sus altas ganancias con ajuste y represión- y un movimiento social muy activo, que reclama con huelgas y piquetes. Frente a esta encrucijada ha predominado la oscilación gubernamental.
En los últimos meses hubo ley antiterrorista, Proyecto X de espionaje, procesamiento de militantes, ataques presidenciales a los docentes, agresiones en el INDEC, penalización de los salarios con el impuesto a las ganancias y una ley de riesgos de trabajo diseñada por la UIA.
Pero en el mismo lapso se ampliaron los juicios a los genocidas (con perpetua para Astiz y condenas por la masacre de Trelew), hubo mejoras con las paritarias y se lograron derechos de avanzada, como el matrimonio igualitario o el voto a los 16 años. Se reactivó además la demanda por Malvinas con estrategias de sostén latinoamericano, junto a una política exterior anti-golpista (Paraguay, Honduras) y negociaciones con Irán que irritan a Estados Unidos.

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