...Por cierto que Gramsci usaba a menudo el epíteto “libertario” y había disputado con Angelo Tasca, autoritario inveterado que defendía un concepto antidemocrático de la “dictadura del proletariado”, reducía los consejos de fábrica a simples instrumentos del Partido Comunista y acusaba de “proudhoniano” el pensamiento gramscista...
Siguiendo el ejemplo de lo sucedido en Rusia, inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, los anarquistas italianos caminaron por un tiempo del brazo con los partidarios del poder de los soviets. La revolución soviética había tenido profunda repercusión entre los trabajadores italianos, especialmente entre los metalúrgicos del norte de la península, que estaban a la vanguardia del movimiento obrero. El 20 de febrero de 1919, la Federación Italiana de Obreros Metalúrgicos (FIOM) obtuvo la firma de un acuerdo por el cual se establecía que en las empresas se designaran “comisiones internas” electivas. Luego, mediante una serie de huelgas con ocupación de los establecimientos, la federación intentó transformar dichos organismos de representación obrera en consejos de fábrica que propenderían a dirigir las empresas.
La última de esas huelgas, producida a fines de agosto de 1920, tuvo por origen un cierre patronal. Los metalúrgicos decidieron unánimemente continuar la producción por sus propios medios. Prácticamente inútiles fueron sus intentos de obtener, mediante la persuasión, primero, y la fuerza, después, la colaboración de los ingenieros y del personal superior. Así librados a su suerte, tuvieron que crear comités obreros, técnicos y administrativos, que tomaron la dirección de las empresas. De esta manera se avanzó bastante en el proceso de autogestión. En los primeros tiempos, las fábricas autoadministradas contaron con el apoyo de los bancos. Y cuando éstos se lo retiraron, los obreros emitieron su propia moneda para pagar los salarios. Se estableció una autodisciplina muy estricta, se prohibió el consumo de bebidas alcohólicas y se organizó la autodefensa con patrullas armadas. Las empresas autoadministradas anudaron fuertes vínculos solidarios. Los metales y la hulla pasaron a ser propiedad común y repartíanse equitatitavamente...
...Dicha ala izquierda poseía una teoría, un órgano y un portavoz. El primer número del semanario L’Ordine Nuovo apareció en Turín el 1° de mayo de 1919. Su director era el socialista de izquierda Antonio Gramsci, a quien secundaban un profesor de filosofía de la Universidad de Turín, de ideas anarquistas, que firmaba con el seudónimo de Carlo Petri, y todo un núcleo de libertarios turineses. En las fábricas, el grupo de L’Ordine Nuovo contaba principalmente con el apoyo de dos anarcosindicalistas militantes del gremio metalúrgico Pietro Ferrero y Maurizio Garino. Socialistas y libertarios firmaron conjuntamente el manifiesto de L’Ordine Nuovo, acordando que los consejos de fábrica debían considerarse como “órganos adaptados para la futura dirección comunista de las fábricas y de la sociedad”...
...Por cierto que Gramsci usaba a menudo el epíteto “libertario” y había disputado con Angelo Tasca, autoritario inveterado que defendía un concepto antidemocrático de la “dictadura del proletariado”, reducía los consejos de fábrica a simples instrumentos del Partido Comunista y acusaba de “proudhoniano” el pensamiento gramscista...
DANIEL GUERIN
EL ANARQUISMO EN LOS CONSEJOS DE FÁBRICA ITALIANOS
LA CNT Y EL CAMBIO DE AIRES EN LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA:
DANIEL GUERIN
EL ANARQUISMO EN LOS CONSEJOS DE FÁBRICA ITALIANOS
LA CNT Y EL CAMBIO DE AIRES EN LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA:
El programa de Zaragoza define con cierta precisión cómo debe funcionar una democracia aldeana directa: la asamblea general de los habitantes elige un consejo comunal integrado por representantes de diversos comités técnicos. Cada vez que los intereses de la comuna lo requieren, la asamblea general se reúne a petición del consejo comunal o por voluntad de los propios aldeanos. Los distintos cargos de responsabilidad carecen totalmente de carácter ejecutivo o burocrático. Sus titulares (con excepción de algunos técnicos y especialistas en estadística) cumplen su tarea como simples productores que en nada se distinguen de los demás, y al fin de la jornada de trabajo se reúnen para discutir cuestiones de detalle que no necesitan ratificación de la asamblea general.
Cada trabajador en actividad recibe una tarjeta de productor en la cual constan los servicios prestados, evaluados en unidades de días de trabajo cumplidos y contra cuya presentación puede obtener mercancías de valor equivalente. A los elementos pasivos de la población se les entrega una simple tarjeta de consumidor. No existen normas absolutas: se respeta la autonomía de las comunas. Si alguna de ellas considera conveniente implantar un sistema de intercambio interior propio, puede hacerlo libremente, pero a condición de no lesionar en lo mínimo los intereses de las demás. En efecto, el derecho a la autonomía comunal no excluye el deber de mantener la solidaridad colectiva dentro de las federaciones cantonales y regionales en que se unen las comunas.
El cultivo del espíritu es una de las preocupaciones preponderantes de los congresistas de Zaragoza. La cultura debe hacer que, durante su existencia, cada hombre tenga acceso y derecho a las ciencias, las artes y las investigaciones de todo género, en compatibilidad con su tarea de contribuir a la producción de bienes materiales. Merced a esta doble actividad, el ser humano tiene garantizados su equilibrio y su buena salud. Se acabó la división de la sociedad en trabajadores manuales e intelectuales: todos son simultáneamente lo uno y lo otro. Una vez finalizada su jornada de productoç el individuo es dueño absoluto de su tiempo. La CNT piensa que, en una sociedad emancipada, don- de las necesidades de orden material estén satisfechas, las necesidades espirituales se manifestarán más imperiosamente...
...El comunismo libertario no acepta más correctivos que los métodos preventivos de la medicina y la pedagogía. Si un individuo, víctima de fenómenos patológicos, atenta contra la armonía que debe reinar entre sus semejantes, se dará debida atención a su desequilibrio a la par que se estimulará su sentido de la ética y de la responsabilidad social. Como remedio para las pasiones eróticas, que acaso no puedan refrenarse ni siquiera por respeto a la libertad de los demás, el congreso de Zaragoza recomienda el “cambio de aire”, recurso eficaz tanto para los males del cuerpo como para los del amor. La central obrera duda, empero, de que en un ambiente de libertad sexual pueda existir semejante exacerbación...
... (Diego Abad de) Santillán no es hombre de quedarse atrás, sigue el ritmo de su tiempo. Tiene conciencia de que “el formidable desarrollo de la industria moderna ha creado toda una serie de nuevos problemas, otrora imprevisibles”. No debemos pretender retornar al arado romano ni a las primitivas formas artesanales de producción. El particularismo económico, la mentalidad localista, la patria chica, tan adorada en la campaña española por quienes añoran la Edad de Oro, la “comuna libre” de Kropotkin, de espíritu estrecho y medieval, deben quedar relegados al museo de antigüedades. Son vestigios de conceptos comunalistas ya caducos.
Desde el punto de vista económico, no pueden existir las “comunas libres”: “Nuestro ideal es la comuna asociada, federada e integrada en la economía total del país y de las demás naciones en revolución”. El colectivismo, la autogestión, no deben consistir en la sustitución del propietario privado por otro multicéfalo. La tierra, las fábricas, las minas y los medios de transporte son obra de todos y a todos han de servir por igual. Hoy la economía no es local, ni siquiera nacional, sino mundial. La vida moderna se caracteriza por la cohesión de la totalidad de las fuerzas de producción y distribución. “Es imperioso, y corresponde a la evolución del mundo económico moderno, implantar una economía socializada, dirigida y planificada”.
Para llenar las funciones de coordinación y planificación, Santillán propone un Consejo Económico Federal que no sea un poder político, sino un simple organismo de coordinación encargado de regular las actividades económicas y administrativas. Este Consejo ha de recibir las directivas desde abajo, a saber, de los consejos de fábrica confederados simultáneamente en consejos sindicales por rama industrial y en consejos económicos locales. Será, pues, el punto de convergencia de dos líneas, una local y otra profesional. Los órganos de base le suministrarán las estadísticas necesarias para que en todo momento pueda conocer la verdadera situación económica. De tal modo, estará capacitado para localizar las principales deficiencias y determinar cuáles son los sectores donde resulta más urgente promover nuevas industrias y nuevos cultivos...
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