Los
trabajadores y el pueblo no vamos a pagar los platos rotos de una
fiesta ajena
La
devaluación de la semana pasada completa una serie de medidas que
responden a un contexto económico difícil, que marca las
contradicciones que acumuló el modelo en los últimos años y en
donde el gobierno nacional terminó haciendo lo que prometió que no
haría. Sin duda, la devaluación del peso, con el precio
del dólar oficial que saltó de 6 a 8 pesos en menos de un mes,
tendrá un claro impacto regresivo para los sectores populares.
Una
vez más, como en toda depreciación de la moneda nacional, quienes
salen favorecidos son los grandes exportadores y el gran capital,
vinculados a los sectores transnacionales, que venían demandando una
devaluación. Mientras que
los grandes perjudicados somos los trabajadores y el pueblo, que como
siempre sufrimos con la disminución en el poder de compra de
nuestros ingresos.
De esta forma, hoy se cristalizan las
transformaciones estructurales siempre pendientes; sumándose
esta fuerte devaluación del peso a una serie de medidas
“pro-mercado” que el gobierno nacional tomó en los últimos
meses, intentando evadir
sin éxito las tormentas que le sugirieron distintos sectores
políticos y empresariales.
Claro ejemplo de esta orientación es
la búsqueda de un arreglo
con Repsol por 5.000 millones de
dólares (reconociéndole el pago de una indemnización después de
haber saqueado durante años nuestros recursos); los acuerdos
con cinco multinacionales en el marco del CIADI (tribunal
internacional del saqueo que actúa como árbitro entre estados
soberanos y empresas transnacionales), por lo cual nuestro país
pagará cuantiosos montos en dólares, mermando la soberanía del
Estado para juzgar en el propio territorio. En la misma línea, del
baúl de los recuerdos salió el intento
de acordar con los acreedores del Club de París,
postergado desde 2008, con la expectativa de conseguir crédito
internacional a costa de endeudar nuevamente al país.
En síntesis, el
gobierno profundiza una inserción económica subordinada a los
grandes grupos monopólicos, así como al CIADI, al Banco Mundial y
al FMI, sumándose en estos
días la discusión de un acuerdo de libre comercio entre el MERCOSUR
y la Unión Europea, que de concretarse perjudicaría gravemente a
los trabajadores y a la soberanía del Estado.
Sin
embargo, estos no son los únicos compromisos del gobierno con el
empresariado local e internacional. Otros se han venido tejiendo
desde hace años y les han permitido “llevársela con pala”, como
reconoció hace tiempo ya Cristina Fernández de Kirchner. No fueron
acuerdos gratuitos, sino que se montaron sobre un escenario económico
frágil y que fue sumando contradicciones, permitiendo cierta
recuperación del nivel de empleo y los salarios, al tiempo que se
concretó el pago de 173.000 millones de dólares de
deuda externa (el famoso “desendeudamiento”), la cual no solo no
ha evidenciado una reducción significativa y hoy asciende a
us$200.000 millones, sino que con la vuelta al crédito internacional
se espera que esta se expanda nuevamente.
Ante
tamaña sangría de recursos, el gobierno se desespera ahora por
obtener dólares, ya sea intentando volver al crédito internacional
con los organismos multilaterales; inclinándose ante inversiones
extranjeras con condiciones draconianas (y hasta secretas y
potencialmente contaminantes como con Chrevron); procurando acuerdos
con China (como el fallido intento de la construcción de dos
represas) o intentado infructuosos blanqueos de capitales no
declarados (posiblemente provenientes del lavado de dinero).
Sin
embargo, los sectores empresariales concentrados quieren todavía más
y apuestan a una devaluación aún mayor del peso para aumentar sus
ganancias. Con tal de salvaguardar sus ingresos no dudan en
incrementar los precios de los productos que ellos venden y nosotros
producimos, alegando aumentos de insumos.
Es evidente que este panorama de
devaluación no se reduce únicamente de una disputa entre los de
arriba sino que se hará sentir por abajo. La
precariedad ataca la vida de más de la mitad de los trabajadores y
trabajadoras de nuestro país, que contamos con ingresos por debajo
de los 4.000 pesos para más del 50% de las y los laburantes
(mientras el sector financiero ganó 34.000 millones de pesos sólo
entre enero y noviembre de 2013).
Por su parte, los acuerdos de precios
firmados por el Secretario de Comercio, Augusto Costa, el sucesor de
Moreno, ya convalidaron
precios altos de alimentos, a lo que se sumará el impacto de esta
reciente devaluación que sin duda no va a pasar desapercibida en las
góndolas de los supermercados.
Otra
vez los de arriba van a querer que la clase trabajadora pague los
platos rotos, con nuevos incrementos de tarifas, combustibles,
alimentos y medicamentos, entre otros bienes de primera necesidad.
Por eso, las organizaciones abajo
firmantes llamamos a poner en pie iniciativas que permitan sostener
el nivel de ingresos de las y los trabajadores, impulsando la
organización y la lucha desde las bases para impedir
que las paritarias sean la variable de ajuste; defendiendo cada
puesto de trabajo, reclamando salarios iguales a la canasta familiar,
el incremento de los planes sociales, el control popular de precios y
de los servicios públicos, y la aplicación de la Ley de
Abastecimiento.
Asimismo, frente a la suba de la
inflación reclamamos la eliminación
del IVA a los productos de la canasta básica y a los medicamentos,
así como la nacionalización del transporte, la energía y los
combustibles bajo control de los trabajadores y el pueblo.
Para
que la grave situación económica no golpee a los sectores de menos
recursos, es fundamental que se impulsen medidas como la
nacionalización del sistema financiero y el comercio exterior, que
permitan cerrar la fuga de divisas sin castigar el bolsillo popular.
Por
último, exhortamos al gobierno nacional a recuperar la soberanía,
desconociendo al CIADI como tribunal con jurisdicción para los
litigios con las multinacionales; y a no pagar la deuda externa que
se ha comprobado que es ilegal, ilegítima y fraudulenta.
Porque
queremos un país con soberanía alimentaria, energética y
financiera.
¡Por
una Argentina sin entrega ni explotación!
¡Por
una alternativa política de los de abajo!
Primeras
firmas:
COB
La Brecha – Frente Popular Darío Santillán (FPDS) – Movimiento
por la Unidad Latinoamericana y el Cambio Social (MULCS) –
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) – OP Fogoneros –
Agrupación Domingo Menna – Organización de Trabajadores
Revolucionarios (OTR)
Foro Artiguista Entrerriano
SUBE TODO MENOS LOS SALARIOS
Tosco… no es nuestro candidato, es nuestro ejemplo
Llamamiento
De Sacco y Vanzetti a los petroleros de Las Heras
Por PTS - Indymedia
La devaluación del peso argentino
¿En la última década América Latina ganó autonomía o reforzó su condición dependiente? ¿Amplió o redujo su margen de soberanía?
No hay comentarios:
Publicar un comentario