Unos 200 hombres y mujeres armados entraron el sábado en Parácuaro, una ciudad de 25.000 habitantes en el Estado de Michoacán, al sureste de México. Los recibieron a tiros desde los tejados. Uno de ellos cayó muerto por un disparo. Consiguieron llegar a la alcaldía, detuvieron a los 11 policías locales y los encerraron en la cárcel. Parácuaro es el décimo municipio que los grupos de autodefensa controlan en la región, uno de los principales puntos de producción de drogas del país. Se levantaron en armas porque estaban hartos, según dicen, de los crímenes del cartel del narco que controla la zona. Si lo que ocurre en Michoacán no es una guerra, se le parece mucho.
En Michoacán, uno de los Estados más violentos de México, murieron violentamente 990 personas en 2013, la mayor cifra en 15 años. En España, en 2012, hubo 78 homicidios. El año pasado falleció ahí, en una emboscada, el vicealmirante de la Marina Carlos Miguel Salazar, el rango militar más alto asesinado en el país desde que iniciara la ofensiva contra el narcotráfico hace siete años.
Fue ahí también donde un comando de encapuchados arrojó cinco cabezas decapitadas en un bar en septiembre de 2006, en uno de los primeros (y más recordados) episodios de la sangrienta guerra contra el crimen organizado. La costumbre no se ha perdido, pero ya no sorprende. En la capital, Morelia, aparecieron cinco cuerpos degollados hace días...
Razones que explican el escaso arraigo en la región
Respuestas posibles a las denuncias que se apilan en los últimos 100 años sobre el destierro de miles de entrerrianos. Planes para que emprendan la vuelta. Ideas para compartir en vacaciones.
PAISAJE. AQUÍ, EN ESTA PROVINCIA HAY PARA CASI TODOS LOS GUSTOS.
Y LUGAR ES LO QUE SOBRA.FOTO UNO/ARCHIVO
Tirso Fiorotto/ De la Redacción de UNO
tfiorotto@unoentrerios.com.ar
Empecemos con unos versos: “más naides se crea ofendido/ pues a ninguno incomodo,/ y si canto de este modo,/ por encontrarlo oportuno,/ no es para mal de ninguno/ sino para bien de todos”.
Aprovechamos la estrofa en la que José Hernández se despide para arrancar nosotros con esta columna dirigida más a la conciencia de la entrerrianía que contra los enemigos. Que nadie se enoje, pues. Y si alguien tiene para rebatir, aquí está el espacio.
Diremos que con bajo desarrollo industrial y alta concentración de la propiedad y la tenencia del suelo, el destino de los entrerrianos tiene un sello y dice destierro.
La provincia no logra salir del sitial que ocupa desde hace décadas, como principal expulsora de habitantes en el país, pero hay algo más grave: que los propios ciudadanos no tomamos conciencia de la gravedad del estado de cosas, de la tremenda injusticia que cometemos al escuchar con desidia el éxodo de un compañero, un familiar, un vecino.
Quienes ponen en tela de juicio las industrias contaminantes y la aglomeración, por las razones que esgrimen hoy los estudiosos del ambiente sobre los efectos negativos de esas prácticas, y quienes observan que la tecnología ha sido puesta al servicio del mercado y las multinacionales, y no de la mujer y el hombre de trabajo, todos ellos vuelven los ojos a la relación de la especie humana con el suelo para la vida austera y digna, sin lujos pero sin hambre ni explotados, y con lugar para todos.
Alimentos y biodiversidad
Para dar un ejemplo, tomaremos el territorio de la provincia de Entre Ríos en relación con sus habitantes actuales para imaginar otro tipo de distribución demográfica...
Y LUGAR ES LO QUE SOBRA.FOTO UNO/ARCHIVO
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