Los grandes mitos nacionales, las perspectivas apolíticas de la Argentina y la crisis global.
PERFIL
Juan José Sebreli es probablemente el intelectual argentino que ha circulado por la mayor cantidad de terrenos imaginables, con la tenacidad y el rigor del especialista que dedica una vida a un solo campo. Alternó abordajes sociológicos e históricos con análisis políticos y literarios o enfoques filosóficos y psicológicos para desmenuzar fenómenos que van desde el peronismo y el futbol a las vanguardistas artísticas o el ocio de los argentinos. Desde la publicación de Buenos Aires, vida cotidiana y alienación (1964) sus libros tuvieron una legión de lectores fieles que le permitió moverse al margen de cualquier férula del mundo cultural, con una independencia poco común. En su obra se destacan El asedio a la modernidad, El vacilar de las cosas y El olvido de la razón, una trilogía involuntaria que condensa su lucha obsesiva contra el irracionalismo.
Evita y el Che
- En una entrevista televisiva reciente, Felipe Solá dijo: “el peronismo no se debate; se siente o no se siente”.
- Eso lo dicen todos los peronistas.
- Y esa definición es análoga a la que usted aplica a los mitos en Comediantes y mártires, su último libro. Los define como verdades irrefutables. ¿Son peligrosas esas concepciones para la vida democrática?
- Mucho. Hubo dos intentos de forjar una sociedad democrática en la Argentina. Una en 1916, que fracasó porque la línea democrática, la de Lisandro de la Torre, perdió. La línea que triunfó fue la vertiente populista que representó el yrigoyenismo. Otro intento democrático fallido se produjo durante el gobierno frustrado de Ortiz, en el que estaban dadas las condiciones. La muerte de Ortiz, de Alvear y de Justo, seguidas por el golpe del 43, abrieron las puertas a un ciclo militarista que duró 40 años. Allí entran el peronismo y el gobierno de Frondizi, que fue un gobierno civil dominado por los militares. En el 83 hay un nuevo intento, que yo recibí con un optimismo injustificado y que terminó en el 2001. Ahora estamos en una seudodemocracia, de la que no sé bien cómo saldremos.
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