lunes, 3 de agosto de 2009

Rara ecuación - Marxismo + Sexo= Retro cura enojado

Hace apenas unos días el arzobispo de La Plata Héctor Aguer, el mismo que en el año 2003 salió de garante del pago de una fianza de un millón de pesos para liberar a Francisco Trusso, (un banquero que años antes había estafado a 30.000 ahorristas) criticó duramente un documento sobre educación sexual impulsado por el Ministerio de Educación (2007), por considerarlo "neomarxista".

No cabe ninguna duda que el resto de las declaraciones del obispo en relación a la educación sexual son retrógradas, extemporáneas y absolutamente irrespetuosas con aquellos que tenemos una mirada diferente con respecto a la sexualidad.

No menos extemporánea resulta la idea de asociar, a aquellos funcionarios o colaboradores del gobierno que elaboraron el documento, con las ideas de Marx.

En tal sentido, intuyo y casi me atrevo a afirmar, que la inmensa mayoría de los especialistas que propician la implementación de una educación sexual, abierta, madura y adecuada a los tiempos que corren, no necesariamente han leído al filósofo alemán en cuestión y mucho menos adhieren políticamente al marxismo.

Finalmente, cualquiera que haya incursionado mínimamente en la lectura de Marx, sabe que este gobierno (el que impulsó la política de educación sexual en cuestión) hace referencia permanentemente a la posibilidad de un “capitalismo humanizado” y por consiguiente, dista mucho del proyecto político del pensador que inauguró la más sólida teoría crítica en contra del capitalismo.

Son graves las deformaciones teórico- conceptuales en la que incurre el obispo y su visión retrógrada en relación a la sexualidad, pero no menos grave es el silogismo o el falso razonamiento que al mejor estilo de Hitler o sus acólitos dictadores latinoamericanos de los años setenta, realiza el sacerdote cuando para descalificar o mostrar como diabólica a la educación sexual impulsada en las escuelas, la asocia con el marxismo, puesto que en definitiva el razonamiento trasmitido por el religioso sería el siguiente: La sexualidad es un pecado, la sexualidad se asocia al marxismo, luego ser marxista es un pecado.

No tengo el gusto de conocer al obispo en cuestión, y dudo que él tenga algún interés en conocerme, por consiguiente, no tengo oportunidad de decírselo cara a cara, y si pudiera hacerlo, me atrevo a decir sin ánimo de equivocarme, que no me escucharía.

De todos modos, señor obispo, le digo a través de estas humildes líneas que el filósofo, historiador, sociólogo, economista, escritor y pensador socialista alemán Karl Marx, ese mismo al que usted teme y aborrece, ha aportado a la humanidad un extraordinario corpus teórico-epistemológico y filosófico (el materialismo dialéctico), que sin duda alguna ha inspirado a toda una mitad de los cientistas sociales, historiadores, filósofos y economistas durante los últimos 150 años.

Sus preocupaciones por las profundas desigualdades sociales provocadas por el capitalismo, su crítica sustentada en un riguroso estudio de la realidad y su propuesta política de transformar revolucionariamente la sociedad capitalista para convertirla en un nuevo sistema socioeconómico al que llamó socialismo y al que imaginó más justo, más humano, más solidario y más igualitario, han inspirado a la inmensa mayoría de las luchas y las conquistas sociales obtenidas por los trabajadores y los pueblos a lo largo de este último siglo y medio.

Con sus errores a cuesta, con los defectos propios de cualquier ser humano, Marx puede reconocerse, sin lugar a dudas, como uno de los más extraordinarios pensadores y luchadores de la historia de la humanidad.

Demás está decir que en esta imperfecta democracia en la cual vivimos no está prohibido ser marxista, muy a pesar de quienes piensan como Aguer y por suerte para nosotros.

Por eso, señor obispo, como un humilde servidor, apenas un imperfecto humano que trabaja, que cría hijos, que ama, que sueña, que piensa, quiero decirle a usted que se ha equivocado y advertirle para su preocupación que no soy neo marxista, sino algo que seguramente debe parecerle mucho peor:

Sepa, santo y casto señor que: ¡me reivindico marxista, pero bien marxista!

Juan R. Menoni.

Concordia-E.R

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