Lo han señalado recientemente Albert Recio y Rosa Cañadell que nunca hablan a modo de tertulianos pluriempleados: “El sistema educativo catalán es profundamente clasista”. La Nueva Ley de Educación catalana, aprobada el 1 de julio, ratifica el dictamen. La fecha debería pasar a la historia universal del entreguismo, el disparate político-cultural y la claudicación de fuerzas políticas autodenominadas de izquierda.
¿Con qué votos se ha aprobado la ley? Con los de CiU, PSC y ERC. La oposición del PP y Ciutadans tiene razones de apariencia lingüística y motivaciones netamente electoralistas: añadir leña al fuego controlado de su electorado españolista o tratado como tal.
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