El segmento de la población con más bajo nivel socioeconómico es el que más está sufriendo los efectos de la crisis.
El impacto se traduce en un incremento significativo de la tasa de desempleo y en un deterioro de la calidad de las ocupaciones. En concreto: se eleva el porcentaje de personas que están subocupadas en tareas inestables, lo cual se traduciría en un avance del cuentapropismo informal, de tareas muchas veces intermitentes, y disminuye el índice de ocupados plenos en puestos laborales precarios, lo que podría explicarse por destrucción de puestos asalariados en la economía no registrada. Esa caída es más pronunciada que la observada en el universo de empleos en blanco.
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