Muchos hombres y mujeres dentro de los pueblos de nuestra Patria Grande creen ingenuamente que su rincón natal parió a un hombre o a una mujer cuya gesta fue incomparablemente superior al resto de los revolucionarios del continente.
Pero no fue así en el siglo XIX ni fue así en el siglo XX. Una pléyade de hombres y mujeres extraordinarias jalonaron los 500 últimos años de lucha en nuestra América-Abyayala.
Es absurdo hacer comparaciones, porque sería desconocer contextos y coyunturas diferentes. Además a los héroes los necesitamos a todos. En lugar de comparaciones, necesitamos encontar los nexos; y son sorprendentes. Cuanto más grande fue un revolucionario más se sintió hermano, y no conductor, de los hombres y mujeres que lo acompañaron.
Las banderas del Continente son un diálogo de colores y diseños que nos recuerdan esa vocación de Patria Grande. Los libertadores de Cuba tomaron los colores de la bandera chilena y hasta su diseño, con los colores rojo y azul invertido; por eso la primera bandera cubana ya tenía la estrella solitaria en fondo rojo. Después Cuba cambió su bandera al diseño actual, diseño que imitaron los libertadores de Puerto Rico invirtiendo nuevamente los colores; así la estrella borinqueña quedó nuevamente en fondo azul, como la chilena, pero en un diseño igual al de la nueva bandera cubana. La bandera que diseñó Belgrano en 1810 (tres franjas horizontales azul, blanco y azul) que es hoy la bandera argentina (más celeste actualmente, más oscura en la época de Rosas) inspiró las banderas artiguistas que pusieron listones rojos sobre la bandera de Belgrano; pero inspiró también las banderas de Nicaragua, El Salvador y Honduras. Esta última puso en la franja blanca las cinco estrellas que además representaban la unidad centroamericana. Por su parte, las banderas de Venezuela, Colombia y Ecuador muestran, las tres en el mismo orden, los colores que había propuesto Miranda para la Patria Grande latinoamericana y caribeña.
Todo nos demanda la unidad, la abolición de las mal llamadas fronteras "nacionales". Todos los pueblos latinoamericanos son nuestros compatriotas; los extranjeros todavía están en los ministerios y en las presidencias que nos quedan por conquistar.
La carta de Artigas a Bolívar, donde el jefe oriental se proclama hermanado al gran caraqueño en los sueños y las esperanzas, es un extraordinario testimonio de este sentimiento fraternal. Lo que Artigas logró en profundidad, haciendo de la causa de los más pobres su brújula suprema, Bolívar lo logró en inmensidad geográfica. Pero si Artigas también soñó inmensidades de Patria Grande, Bolívar por su parte también entendió el profundo contenido social del proyecto libertador.
Es precisamente la inmensidad geográfica de su gesta que hace de Bolívar un referente más identificable a nivel continental. Pero decir que el artiguismo es nuestra expresión local del bolivarianismo no supone comparar ni subordinar; supone simplemente delimitar en qué espacio humano el nombre de determinado libertador se vuelve más comprensible en su llamado a la Segunda Independencia. El hecho de que Artigas haya puesto mayor énfasis en lo social y Bolívar advirtiera más claramente sobre la amenaza norteamericana, sólo demuestra coyunturas y contextos diferentes de dos héroes hermanos de una misma gesta. Ni más grande ni menos que ambos fue Manuel Rodríguez, ni más grande ni menos fue Manuelita, la inmortal ecuatoriana. Tampoco se empequeñece ante ellos Felipe Varela, quien anduviera levantando pueblos armados en suelo argentino décadas después. ¡Y tantos y tantas que no nombro por ser obviamente evocados en el corazón de todos!
Nos decimos bolivarianos porque es la forma continental de decirnos revolucionarios y compatriotas de todos los pueblos de nuestro Continente en liberación. Nos decimos bolivarianos porque es nuestro compromiso hacia un horizonte que nos espera por el camino que anduvo el Libertador,y que como adviertiera Artigas, exige "destrozar tiranos o ser infelices para siempre".
G.Abella-Movimiento Continental Bolivariano-R.O.del Uruguay
Pero no fue así en el siglo XIX ni fue así en el siglo XX. Una pléyade de hombres y mujeres extraordinarias jalonaron los 500 últimos años de lucha en nuestra América-Abyayala.
Es absurdo hacer comparaciones, porque sería desconocer contextos y coyunturas diferentes. Además a los héroes los necesitamos a todos. En lugar de comparaciones, necesitamos encontar los nexos; y son sorprendentes. Cuanto más grande fue un revolucionario más se sintió hermano, y no conductor, de los hombres y mujeres que lo acompañaron.
Las banderas del Continente son un diálogo de colores y diseños que nos recuerdan esa vocación de Patria Grande. Los libertadores de Cuba tomaron los colores de la bandera chilena y hasta su diseño, con los colores rojo y azul invertido; por eso la primera bandera cubana ya tenía la estrella solitaria en fondo rojo. Después Cuba cambió su bandera al diseño actual, diseño que imitaron los libertadores de Puerto Rico invirtiendo nuevamente los colores; así la estrella borinqueña quedó nuevamente en fondo azul, como la chilena, pero en un diseño igual al de la nueva bandera cubana. La bandera que diseñó Belgrano en 1810 (tres franjas horizontales azul, blanco y azul) que es hoy la bandera argentina (más celeste actualmente, más oscura en la época de Rosas) inspiró las banderas artiguistas que pusieron listones rojos sobre la bandera de Belgrano; pero inspiró también las banderas de Nicaragua, El Salvador y Honduras. Esta última puso en la franja blanca las cinco estrellas que además representaban la unidad centroamericana. Por su parte, las banderas de Venezuela, Colombia y Ecuador muestran, las tres en el mismo orden, los colores que había propuesto Miranda para la Patria Grande latinoamericana y caribeña.
Todo nos demanda la unidad, la abolición de las mal llamadas fronteras "nacionales". Todos los pueblos latinoamericanos son nuestros compatriotas; los extranjeros todavía están en los ministerios y en las presidencias que nos quedan por conquistar.
La carta de Artigas a Bolívar, donde el jefe oriental se proclama hermanado al gran caraqueño en los sueños y las esperanzas, es un extraordinario testimonio de este sentimiento fraternal. Lo que Artigas logró en profundidad, haciendo de la causa de los más pobres su brújula suprema, Bolívar lo logró en inmensidad geográfica. Pero si Artigas también soñó inmensidades de Patria Grande, Bolívar por su parte también entendió el profundo contenido social del proyecto libertador.
Es precisamente la inmensidad geográfica de su gesta que hace de Bolívar un referente más identificable a nivel continental. Pero decir que el artiguismo es nuestra expresión local del bolivarianismo no supone comparar ni subordinar; supone simplemente delimitar en qué espacio humano el nombre de determinado libertador se vuelve más comprensible en su llamado a la Segunda Independencia. El hecho de que Artigas haya puesto mayor énfasis en lo social y Bolívar advirtiera más claramente sobre la amenaza norteamericana, sólo demuestra coyunturas y contextos diferentes de dos héroes hermanos de una misma gesta. Ni más grande ni menos que ambos fue Manuel Rodríguez, ni más grande ni menos fue Manuelita, la inmortal ecuatoriana. Tampoco se empequeñece ante ellos Felipe Varela, quien anduviera levantando pueblos armados en suelo argentino décadas después. ¡Y tantos y tantas que no nombro por ser obviamente evocados en el corazón de todos!
Nos decimos bolivarianos porque es la forma continental de decirnos revolucionarios y compatriotas de todos los pueblos de nuestro Continente en liberación. Nos decimos bolivarianos porque es nuestro compromiso hacia un horizonte que nos espera por el camino que anduvo el Libertador,y que como adviertiera Artigas, exige "destrozar tiranos o ser infelices para siempre".
G.Abella-Movimiento Continental Bolivariano-R.O.del Uruguay
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