sábado, 26 de diciembre de 2009

Patear las deudas con los chicos

Las víctimas entrerrianas de la concentración económica se hacen oír

Daniel Tirso Fiorotto

Especial par ANÁLISIS

El “Fondo del Bicentenario para el desendeudamiento”, para pagar deuda externa, anunciado por la presidente Cristina Kirchner, se choca con las necesidades de trabajadores, desocupados y pequeños comerciantes y productores que constituyen la deuda interna del país. ANÁLISIS dialogó con productores pymes de Entre Ríos al borde de la desaparición, que explican detalles de un sistema que los expulsa. Citricultores que cobran menos de 25 centavos el kilo de naranja, y tamberos que reciben 90 centavos el litro de leche que les cuesta 1,20 producirlo, son ejemplos de los desafíos que plantea el año 2010 y para los que el gobierno no ofrece respuestas.

Más producción con menos personas, parece ser el slogan de los gobernantes, y el resultado está a la vista: las mismas estadísticas demuestran que los gobiernos de Carlos Menem y el matrimonio Kirchner terminaron con más de 170 mil chacras.

Hoy, para dar un ejemplo de las vísperas del éxodo, miles de productores de agrios en el nordeste entrerriano están cosechando 10 ó 12 toneladas de frutas donde debieran cosechar 40 y 50 toneladas, porque no pueden invertir en mejoras para sus plantaciones caídas.

En ediciones anteriores, ANÁLISIS planteó las deudas de los gobiernos con trabajadores de los hospitales y las escuelas, con desocupados, y con pequeños comerciantes, mientras se apoya la concentración de los recursos en el gobierno nacional, y se facilita la expansión de hipermercados y shopping, en Paraná y otras ciudades.

En esta oportunidad, el panorama se completa con algunos rubros de pequeños empresarios que generan ocupación y, como los trabajadores y comerciantes, no se sienten escuchados tampoco por los gobiernos nacional o provincial.

Los citricultores pequeños y medianos, que son mayoría en esta provincia, van de mal en peor por sus dos adversarios de los últimos años: el tiempo y los sucesivos gobiernos.

Sus problemas y obstáculos se llaman heladas, sequías, nula rentabilidad, mercado interno deprimido, Kirchner, Urribarri, y así podrían seguir enumerando.

Como en la antigua canción, piden pan, no les dan, piden queso les dan hueso. Los citricultores solicitan planes para lograr rentabilidad, galpón de empaque, sistemas de riego, energía sin impuestos, fertilizantes, y el gobierno les promete una fábrica de jugos que comprará a 5 centavos (cinco) una fruta que vale un peso el kilo.

Obligados a una economía sólo para el autosustento, y en caída, los citricultores entrerrianos y sus familias no pueden mimar a las plantas para que produzcan mucho y bueno, y entran en un círculo vicioso cuyo final cantado es la expulsión.

Pero aseguran con datos precisos que los gobernantes de la nación y la provincia no alcanzan a comprender el fenómeno productivo, el fenómeno de mano de obra intensiva.

Regar, por ejemplo, es vital pero casi imposible a los costos actuales. Y la fertilización exige inversiones gruesas. Todo sería fácil si los gobernantes comprendieran las ventajas de tener población bien distribuida en las chacras, no hacinada en los barrios de la capital.

La situación, para muchos citricultores y tamberos, entre otros, resulta “desesperante”, y eso mismo provoca discusiones internas incluso en el seno de la Federación Agraria Argentina. La Ley de arrendamientos propuesta por la FAA es uno de los puntos de la disputa.

Rentabilidad nula

Veamos lo que dice ante la consulta de ANÁLISIS el productor Daniel Calgaro, de Chajarí, presidente de la nueva filial de la Federación Agraria Argentina en su zona.

“Vinimos hace un mes a una entrevista con el secretario de la producción, Roberto Schunk, en representación de unos 50 productores de 15 colonias de la zona de Chajarí. Planteamos la situación difícil que atravesamos. Hemos padecido varios años de heladas y sequías. Nuestra gente está en un momento de escasa rentabilidad, o nula, por el bajo nivel de producción que tenemos. A las quintas les faltan fertilizantes, poda, trabajos diversos, y están rindiendo al 50 % o menos: la falta de rentabilidad es absoluta”.

“Es el segundo viaje para hablar con Schunk. Le planteamos un proyecto para que resuelva la situación de los pequeños productores. Creemos que es indispensable la ayuda de los gobiernos provincial y nacional. Y creemos que este proyecto es la única manera de salvar a nuestra citricultura”.

El plan consiste, en principio, en una ayuda para comprar insumos, y en una segunda etapa los productores plantean la construcción de un galpón de empaque para uso comunitario, a través de una cooperativa, más algunas maquinarias para el uso común.

Lo del galpón se explica fácil. La mayoría de los citricultores trabajan en galpones no habilitados, y cuando están habilitados, la cantidad de fruta que manipula cada familia no justifica una máquina y un galpón. “Con un galpón de empaque a través de una cooperativa resolveríamos por ejemplo el tema de empleados. Así, de esta manera actual, nos obligan a tener gente en negro trabajando en empaque, o en la cosecha”, dice Calgaro.

Los “oligarcas”

Algunos de estos citricultores estaban protestando en las rutas por la falta de rentabilidad cuando alguna presidenta habló de “los piquetes de la abundancia”.

Calgaro explica quiénes son: “somos productores de unas 40 o 60 hectáreas por familia. Y no todo es citrus. Por lo general andan en un promedio de 20 hectáreas por productor. Alguno puede tener 40 hectáreas pero otros tienen diez, y tenemos productores con 4 hectáreas. Cultivamos todas las variedades de citrus, principalmente naranja de jugo, de invierno y verano”.

Al contrario de lo que podría esperarse, Calgaro dice que la citricultura crece “pero sólo entre los grandes”, y aclara: “para el Secretario (de la Producción, Roberto Schunk), para ellos, la citricultura es una sola. Para nosotros no es así, y se lo he dicho. Tiene varios escalones, y nosotros estamos en el escalón más bajo. Somos cincuenta nucleados, pero hay muchísimos más en iguales condiciones”.

“Cada productor tiene uno, dos, y hasta tres hijos trabajando en la producción. Si hoy no es rentable para una familia, ¿qué va a ocurrir a corto plazo cuando esos hijos se casen y tengan su familia, y vivan con sus padres? Serán expulsados. Hicimos estudios de costos de producción y nos dimos cuenta que la citricultura chica, más en esa zona, no es rentable hoy”.

-¿Cómo subsiste la gente?

-Un productor de 20 hectáreas tiene diez o quince para criar algunos animales: cerdos, gallinas, pollos, va manoteando de allí para poder llegar, y le va quitando a la quinta. No le devuelve lo que necesita. Si tiene que invertirle 10.000 pesos le invierte 5, le roba 5, entonces el próximo año no podrá rendir. Eso está pasando. Van desapareciendo las producciones, cada vez más miseria. El que quiere hacer estudiar un hijo no puede, eso pasa en la mayoría. Y si un hijo forma su familia, tiene que decirle buscate un trabajo afuera, aquí no vas a poder vivir. Hacer estudiar un hijo en la universidad, imposible para muchos.

Y agrega Carlos Molo, de Colonia Freitas: “Le sacamos la parte a la quinta y bajan los rindes. Pero en la colonia estamos toda la familia trabajando, podemos tener un ternero para la carne, la vaca para la leche, zapallo, verdura, gallina, pero si es por la producción citrícola no subsistimos. Hay que tener una inversión de años, herramientas, tractor, fumigadora, y la rentabilidad es negativa.

Mercado interno saturado

Raúl Bachmann tiene una pequeña parcela en Mandisoví, departamento Federación. Son 12 hectáreas de mandarinas, y trabaja con su hijo. Él también integra la filial de FAA de Chajarí.

-¿Qué respuesta recibieron del gobierno?

-Ellos están muy entusiasmados con la fábrica de jugos. Hay un proyecto de fábrica de jugos, en forma cooperativa. A nosotros, a los pequeños productores, nos ayuda pero no nos soluciona la situación que atravesamos, y los tiempos que vienen. Las plantas están muy decaídas, producto de años de heladas. Cuando las temperaturas están en grados bajo cero sufren un deterioro que cuesta recuperar. Y le sumamos dos años de sequía en 2008 y 2009. Esa combinación fue fatal para el citricultor. Cuando hay heladas, pérdidas por fruta deteriorada. Cuando hay sequía, falta de calidad, falta de calibre, de tamaño. Eso da una rentabilidad escasa, y el productor no puede fertilizar la quinta. Con la falta de fertilización caen los rindes y la calidad. Y caen los precios. Una quinta de estas condiciones produce en algunos casos al 20 %, pone a algunos pequeños productores al borde de la subsistencia.

-Y el productor chico trabaja en el mercado interno.

-El mercado interno está con muy poco poder adquisitivo. El pequeño productor vuelca el 100 % de su producción allí. Durante toda su vida productiva, por ejemplo en los años 2002, 2003, 204, 2005. Los exportadores, en esos años hacían la diferencia porque el mundo no había entrado en caída. Qué ocurre con la crisis: se cortan las exportaciones de citrus. Los exportadores vuelcan la masa productiva al mercado interno que ya está deprimido y que ya está abastecido con nuestra fruta, entonces se produce una situación explosiva.

-¿Han pensado cambiar de rubro?

-En la zona es difícil cambiar de rubro. Por eso se cayó en esta suerte de monocultivo. Suelos arenosos o muy erosionados por años de laboreo. Y eso se parceló en tiempos de inmigrantes, con colonias de 50 hectáreas. Hace unos años el sistema quiere eliminar a los pequeños productores.

Respecto de la fábrica de jugos, agrega Daniel Calgaro: “Schunk cree que la fábrica de jugos nos va a resolver nuestra situación. No es así. Para nosotros esa fábrica está bien, es una partecita y nos viene bien que se instale. Siempre y cuando sea para el pequeño y mediano productor. Ahora, si va a ser para los exportadores… es diferente. Pero hay muchos productores que no tienen producción para mandar siquiera a la fábrica de jugos. Nosotros necesitamos primero levantar nuestra producción, con insumos. Que nos ayuden de alguna manera”.

Y en seguida Carlos Molo da otro ejemplo: “Schunk entiende que nosotros tenemos la vaca gorda para el frigorífico, y la verdad es que nosotros tenemos que preparar la vaca para echar en cría. Esa es la diferencia”.

Santiago Lower reconoce que vinieron “con la esperanza de alguna respuesta, porque ya le habíamos planteado el panorama”, pero los funcionarios les hablan de la fábrica de jugos como una solución y “el valor de la fruta para jugo no pasa los 5 centavos el kilo. Es la fruta de descarte”.

Entonces insiste Bachmann: “la fábrica sirve porque en ese caso no habría necesidad de mandar al mercado fruta de mala calidad, que a veces no cubre los costos. No es mala fruta pero es mala calidad de presentación. Pero no hacemos nada si no tenemos una planta bien fertilizada. Es como un animal, si el vacuno no está bien alimentado va a tener poco rinde. Tenemos que levantar los rindes. En nuestra zona estamos en 12 toneladas por hectárea cuando para ser rentables tendríamos que andar en 50 toneladas por hectárea en naranja y 30 o 40 toneladas en mandarinas. Necesitamos fertilizantes, y la hectárea de cítricos lleva mucho, de 1.000 a 1.200 kilos de fertilizante por año, agregando algo de orgánico también, guano de pollo por ejemplo”.

Los marginados

Que las leyes no están hechas para los productores chicos, lo demuestra en estos días la situación de las familias que tienen algunos corderos y se hacían expectativas con mejorar sus ingresos en diciembre.

Ocurre que en el norte entrerriano, por caso, no hay matarifes y menos frigoríficos que se encarguen de la faena, de modo que los campesinos carnean en la rama de un árbol, y más aún los pequeños propietarios o arrendatarios de la economía de subsistencia. Pero Gendarmería los detiene en la ruta y les decomisa el cordero, así sea para consumo familiar.

¿Qué solución les da el gobierno? Ninguna. Sencillamente, no hay modo de comercializar corderos en blanco. Entre las mil soluciones posibles, con recorridas de veterinarios, capacitación diversos controles previos, el estado desaparece, hasta la hora en que el productor necesita de un ingreso para las fiestas. Allí se acuerda, entonces, el estado de sus obligaciones bromatológicas.

La nación ha implementado planes que resultan paliativos para algunos. En el plan “Más terneros”, por caso, salieron unos pocos créditos para cría. En algunas zonas de la provincia se pidieron 50 créditos para que sólo cinco tuvieran respuesta.

Pero al mismo tiempo, los planes ya existentes y bien promocionados, se van diluyendo.

Hay proyectos interesantes aunque también paliativos, en que el gobierno pagaba un técnico para acompañar la capacitación y el seguimiento de un grupo asociativo de pequeños productores, y con el tiempo el sueldo de ese técnico debía ser afrontado por los productores, pero la situación no mejoró para los microemprendedores, y el gobierno empezó a retirarse igual. Como conclusión, los técnicos del plan terminan cobrando en algunos casos 300 pesos mensuales por el asesoramiento.

En otros rubros como el algodón, el clima jugó en contra porque no encontraron suelo propicio para la siembra, y cuando pensaban sembrar 400 hectáreas sembraron 200.

Hay que decir que para las necesidades de tierra de los productores actuales y potenciales, 200 hectáreas o 400 no pasan de lo anecdótico.

Pero los productores aseguran que además existen leyes que parecen premeditadas para expulsar a la gente de la actividad agropecuaria, como la imposibilidad que tienen los jubilados de entregar hacienda a los frigoríficos, por caso.

El empleo no es prioridad

Los algodoneros siembran 5 hectáreas cada uno, mientras un solo empresario foráneo puede acumular en Entre Ríos una superficie que equivalga a 10.000 parcelas como esa, sin que nadie le exija ningún compromiso en materia de empleo.

¿Puede un empresario de afuera contar con 20.000 hectáreas y sólo 10 empleados? Sí, no hay ninguna ley que le exija nada más. ¿Puede un productor de 10 hectáreas tener dos empleados en blanco y uno en negro? No, porque será considerado “negrero” y perseguido. Aunque esté dando mil veces más empleo que su vecino terrateniente.

¿Puede un empresario grande no invertir ni un peso en riego? Sí, está en todo su “derecho” de no producir. ¿Puede un citricultor de 5 hectáreas realiza riego artificial? Sí, pero el estado le cobrará más del 100 % del costo de la energía que consuma, en impuestos. Sin atenuantes. Así, un empresario de 30.000 hectáreas puede pagar cero peso en energía para riego, porque decide no regar, y uno de 5 hectáreas pagar 1.000 pesos mensuales de impuestos porque decide regar, es decir, producir.

Con el tiempo, el de 30.000 hectáreas tendrá 30.005, como ha ocurrido a lo largo de todo el último medio siglo, y en particular en los últimos 20 años.

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Tamberos de mal en peor

Decir que aumentaron en algo los ingresos de los tamberos por una mejora en los precios internacionales de la leche en polvo resultaría engañoso. Los productores de leche medianos y pequeños están cada vez peor.

El ejemplo más claro de las dificultades de la producción láctea lo acaban de dar los cordobeses, que demostraron que en dos años crecieron un 17 % en producción y bajaron al mismo tiempo al 50 % los productores. Es decir, lo que sobrevive es la gran escala.

“El subsidio quedaba el gobierno era por tres meses, diciembre es el último, y les llegó a menos del 20 % de los tamberos. Al pequeño productor, de hasta 600 litros, en líneas generales no le llega, no tiene posibilidades contables por la perversidad del sistema, y entrega parte en negro”, apuntó el productor Juan Echeverría, del grupo Chacareros de la Federación Agraria Argentina.

“Estamos 20 ó 25 centavos por debajo de los costos. Subsisten los grandes, y algún tambero de tipo familiar con austeridad extrema, que ni piensa en mandar los chicos a estudiar, o tomarse vacaciones una semana, está lejísimos de eso. Con suerte se está pagando 90 centavos el litro, y nosotros pedimos 1.25 en abril de 2008. Hoy no debiera bajar de 1.35. Entonces, lo de siempre: los chicos están apretados, van siendo empujados al abismo”.

“Perdimos 106 mil chacras con Carlos Menem, 66 mil con Kirchner. Y se nota en todo: Entre Ríos sembró trigo con 1.000 productores menos. En soja se va a sembrar mucho, pero donde participaban 7.000 habrá menos de 5.000 productores. En todas las actividades el pequeño productor desaparece, por la voracidad fiscal el estado, que en algunos casos toma de un ingreso en bruto, como las retenciones, y obliga a trabajar a inmensas escalas. El grande abarata costos, el pequeño desaparece. La situación para muchos es desesperante”, aseguró el dirigente.

En la ganadería, dijo, la situación también lleva a la expulsión, aunque en los últimos 25 días mejoró el precio del kilo vivo, pero ya el gobierno empezó aponer trabas a la exportación, de manera que suponen que será una situación pasajera.

“Algunos dirigentes están muy callados, pero los productores están pidiendo una lucha seria no sólo para frenar el éxodo sino para revertir esta situación, recuperar las chacras que mataron Kirchner y Menem”, señaló.

“Estos gobiernos tienen una formidable deuda social, en todo sentido. Con los trabajadores, con los desocupados, con los pequeños productores y comerciantes. Para 2010 tenemos grandes desafíos en el campo. Uno de ellos, como una punta de lanza, es la ley de arrendamiento según el proyecto de la Federación Agraria Argentina. Y para llevarlo adelante no hay que priorizar la unidad con los grandes propietarios, hay que seguir los postulados de la FAA”, insistió Echeverría.

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Riego, sólo para elegidos

-Qué recibe el productor por la fruta.

Carlos Molo: -Hoy un cosechero de naranjas de 38/40 kilos vale 8 pesos. Menos de 25 centavos el kilo. Eso nos pagan más o menos en la quinta. De ahí tenés que sacar abono, cura, poda, mano de obra, tractor, combustible. Por eso el bajo rinde y el déficit.

Hay mucha gente que no entiende el tema de la citricultura. Necesitamos 8 años para sacar una rentabilidad. Hay que sembrar el trifolio, injertar, trasplantar, esperar a que produzca. Cuando viene un mal tiempo, nos lleva al año siguiente. Es crítico el tema. Son inversiones a largo plazo. Una helada en setiembre nos embroma la fruta que tenemos en planta para la cosecha, y la floración para el año que viene. Una pedrada ahora, por ejemplo, nos barre lo que tenemos en la planta y la frutita para el año que viene.

-¿Las mandarinas también se vendieron mal?

-La mandarina anduvo bien en precio, ahora cayó.

Daniel Calgaro: -La mandarina anduvo mejor para el que tuvo mandarina. De 50 productores en nuestra entidad hay uno solo que tuvo mandarinas con buen precio porque pudo regar a pulmón con su hijo en invierno y verano. No con riego automático a goteo, sino a pulmón. En mi caso tengo esa variedad y no he cosechado un solo cajón. La sequía, primero. Y cuando cayeron unos milímetros de agua, esa fruta que tenemos es delicada, tiene un crecimiento rápido cuando recibe agua, y parte (la cáscara). Eso pasó con 8 o 10 milímetros, pero después siguió seco. Podía valer un peso el kilo, algunos llegaron a cobrar un peso en la quinta, pero al ser una fruta chica hubo gente que vendió a 25 centavos, y otros no cosecharon nada.

Santiago Lower: -Yo tengo unas hectáreas con riego por goteo. En enero me dediqué a regar, porque es muy distinto. El tema, cuando llegó la boleta de la luz: 2.000 pesos. Es un motor eléctrico, y si fuera diesel sería peor. Como somos responsables no inscriptos 27 % de IVA más el resto de impuestos: 2.100 pesos.

-¿Dónde está la solución?

Lower: -En primer lugar, en el insumo. Si la planta está bien, tiene más follaje y más frutas, más kilos por hectárea. Una planta deficiente no rinde.

-¿Tienen sistema de riego?

-Hace falta. Se habló de unos canales pero fueron palabras. Se ha implementado riego con agua de pozo, pero hay que ver qué puede pasar si todos perforamos. Después, es muy costoso. Hay que hablar de 5.000 pesos por hectárea, aparte del pozo, la bomba, las instalaciones. Si la producción fuera rentable, no sería tanto problema. Pero si hacés ese gasto en años malos…

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