Los vecinos de la localidad catamarqueña de Alijilán, a 20 kilómetros de Ancasti, no podían creer el espectáculo desgarrador que tenían ante sus ojos. Como si se tratara de una de las siete plagas del Antiguo Testamento, el embalse de Ipizca –que baña las costas del pequeño poblado– amaneció atestado de peces muertos. Más de 200 mil pejerreyes aparecieron flotando panza arriba o en las costas rocosas del ojo de agua azul que irrumpe en pleno corazón de la precordillera, a mil metros de altura sobre el nivel del mar.
Fuentes oficiales confirmaron que existe suma preocupación porque “el dique abastece de agua a Ancasti y si las aguas están contaminadas podría afectar a la población”.
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