Frantz Fanon fue un hombre relevante de su tiempo como lo es de nuestro presente. Su pensamiento y su entrega a la lucha por la descolonización y el antirracismo lo convirtieron en una referencia obligada para los movimientos de liberación en África y en América Latina. Pero también para los intelectuales comprometidos (Sartre, Simone de Beauvoir, Giovanni Pirelli, etc) y los jóvenes críticos del sistema capitalista-racista en los países ricos Fanon se convirtió en un referente. Influyó en el movimiento del 68 con su perspectiva solidaria con el Tercer Mundo.
La ofensiva neoliberal global desde fines de los años setenta y los regímenes dictatoriales en varios países, silenciaron su voz a través de la censura y la autocensura. Sus libros se escondieron o se quemaron, dejaron de recomendarse en las universidades. Desde los ochenta se ha apelado también a una lectura reduccionista de Fanon: considerándolo sólo el teórico de la violencia revolucionaria. El neoliberalismo - asumido o no - de tantos intelectuales y políticos, se contraría ante esta lúcida cólera de los oprimidos, pasando por alto la violencia del hambre, las persecuciones, las enfermedades. El profundo pensamiento de Fanon sobre el colonialismo, el racismo, el nacionalismo y el papel de las burguesías nacionales, como también sus trabajos en el campo de la psiquiatría tendían a ser marginados, olvidados. El retorno del Fanon en los años noventa se realiza a través de los estudios culturales y postcoloniales con los trabajos de Edward Said, Homi Bhabha, Stuart Hall, Partha Chatterjee.
Frantz Fanon no ha perdido vigencia. El preocupante crecimiento del racismo `ese fracaso de la humanidad´ hace imprescindible la lectura de Los Condenados de la Tierra y de su primer libro, Piel Negra y Máscaras Blancas. Ambos libros son un camino a entender el mundo actual, el neocolonialismo, el racismo y el impacto de los mismos a nivel colectivo y a nivel individual.
Los estudiosos de las migraciones, entendidas como procesos políticos, culturales y sociales, pueden abrevar en Fanon: en su adentrarse en los aspectos sociales del racismo y en la consecuente transformación de las relaciones personales y afectivas. Se podrán entender entonces a las segundas generaciones de inmigrantes en su revalorización, incluso de los aspectos conservadores, de las culturas de sus padres. Se entenderá a los inmigrantes y refugiados, sus miedos, malestares, desarraigos y asimilaciones, las formas de renunciamientos en pos de algún tipo de inclusión, real o imaginada.
“Cada generación, dentro de una relativa opacidad, tiene que descubrir su misión, cumplirla o traicionarla … Hay que abandonar la costumbre, ahora que estamos en el corazón del combate, de reducir al mínimo la acción de nuestros padres o fingir incomprensión frente a su silencio, su pasividad ” (Fanon: 188).
Fanon nos permite observar nuestras sociedades de América Latina, su racismo abierto o su racismo sutil y negado. Ese racismo latinoamericano introducido durante la colonia y renovado en la actualidad como racismo de clase. Una sociedad latinoamericana, especialmente en sus sectores medios, que vive de la comparación de la búsqueda constante del reconocimiento externo, de la `mímica´.
Fanon nos habilita a discutir los “multiculturalismos desde arriba” que engendran enclaves culturales, folklóricos, divisivos.
“La cultura no tiene jamás la traslucidez de la costumbre. La cultura evade eminentemente toda simplificación. En su esencia, se opone al hábito que es siempre un deterioro de la costumbre” (Fanon: 204).
Fanon nos habilita a reaccionar ante la foklorización de los seres humanos, en sus países de origen o como inmigrantes. Esa folklorización despolitiza y fosiliza social y culturalmente. Fanon prevé lo que los movimientos antirracistas contemporáneos están comprendiendo ahora, que el compromiso anti-racista no puede reducirse a una reivindicación exclusiva de la diversidad cultural...
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