domingo, 24 de abril de 2011

Las Piedras y la revolución federal sudamericana naciente



...Se trabó el fuego con mis guerrillas y las contrarias aumentando

sucesivamente sus fuerzas, se reunieron en una loma distante

una legua de mi campamento...”

JOSE ARTIGAS

Fragmento del Parte de Batalla

a la Junta de Buenos Aires



...San José, San Lorenzo, Suipacha,
ambas Piedras, Salta y Tucumán,
La Colonia y las mismas murallas
del tirano en la Banda Oriental.
Son letreros eternos que dicen:
aquí el brazo argentino triunfó,
aquí el fiero opresor de la Patria
su cerviz orgullosa dobló...”

Marcha Patriótica 1813

Himno Argentino original




Este 18 de Mayo se cumplen 200 años del triunfo sudamericano y popular en la Batalla de Las Piedras, territorio ubicado en la Banda Oriental, una de las Provincias Unidas del Sur. Ver este hecho histórico sólo como una fecha uruguaya o peor, como la fecha que simbolizaría el nacimiento del Ejército uruguayo es tan erróneo como ver aislada o parcialmente cualquier hecho o acción referida a lucha común por la primer independencia de Nuestra América.


El complejo proceso político abierto en Mayo de 1810 había entrado en serias dificultades: Belgrano había fracasado al intentar intervenir y someter, en nombre de la Junta de Buenos Aires a un Paraguay que va a dar una gran lección de afirmación de soberanía particular, y el Alto Perú era un dolor de cabeza y una preocupación política permanente. En la suma de males de un contexto complicado, los españoles se habían hecho fuertes en Montevideo al mando de Elío y ponían en peligro todo el movimiento de cambio en las Provincias Unidas. Sólo Bartolomé Zapata y sus gauchos habían parado a los europeos en Entre Ríos y habían apoyado así el grito revolucionario que ya nacía en la Provincia Oriental.


Artigas, subordinado en ese momento a la Junta de BsAs, conduce a los paisanos y al pueblo al triunfo en el difícil escenario de Las Piedras. Su tropa aguerrida y valiente es un ejército federal, popular y multicultural en formación: lo acompañan milicianos entrerrianos y tropas de BsAs. Indios, negros y criollos combaten todos a sus órdenes: el ejército revolucionario artiguista naciente no es nada parecido a esos ejércitos estatales modernos que tantas llagas han abierto entre nosotros. La denominada revolución de mayo no se realiza ni se afirma en un cabildo o en un sólo lugar: la revolución se desarrolla en todos los campos de batalla de Nuestra América y las clases populares son las que dan la vida por ella. El mapa de las luchas en toda Latinoamérica y las caras del pueblo -no las figuritas de algunos políticos- son las imágenes educativas que deben estar en nuestras escuelas y en todos los ámbitos de la comunicación social.


El Himno Argentino original de 1813 reconoce el triunfo de Las Piedras. Dice “ambas Piedras” porque también reconoce un triunfo de Belgrano y su tropa en la batalla del Río de las Piedras, en Salta, en 1812. Y nosotros tenemos que recuperar esa mirada sudamericana en un Bicentenario que tiene que ser el Bicentenario de los pueblos en lucha. El espíritu de Las Piedras no está en los actos y las imágenes del poder, en ninguna de las Bandas: el espíritu de lucha antiimperialista y anticolonialista de Las Piedras está disperso entre los que luchan por la tierra, la libertad, la igualdad y la justicia, contra el saqueo, en todo el terreno de Nuestra América.


Después de varias horas de duro combate, entre el mediodía y la tarde de aquel glorioso y estratégico 18 de Mayo de 1811, el artiguismo triunfa y el jefe oriental proclama “clemencia para con los vencidos”. Ningún militar uruguayo ni ningún militar sudamericano tuvo después esa clemencia para con los luchadores populares, que fueron torturados, asesinados y desaparecidos sin piedad. El espíritu de Las Piedras no está en los genocidas ni en la conciliación con ellos: está en los que lucharon y luchan contra la impunidad y la injusticia. El espíritu histórico de Las Piedras caerá encima ahora de aquellos que ya no tienen más leyes que le garantizan impunidad.



En Las Piedras hubo una expresión de la fraternidad de pueblos combatientes en lucha bajo el mando de Artigas. Fué un triunfo fundamental para el proceso revolucionario sudamericano, pero fue también el primer paso del encuentro federal en los campos de batalla de nuestra región. Después de Las Piedras, Artigas pone sitio a esa gran trinchera de los españoles que era Montevideo, pero las especulaciones porteñas no lo dejan avanzar. Poco tiempo después las especulaciones de los gobernantes de BsAs se transforman en traición abierta: le entregan la Banda Oriental y una parte de Entre Ríos a los españoles en un “acuerdo” que nada tiene que ver con la revolución de mayo, que claramente era abandonada. La revolución, la verdadera revolución, iba a ser la revolución federal.


Entonces Artigas comandó el extraordinario éxodo oriental a tierras entrerrianas para reagrupar fuerzas. Los pueblos traicionados por el gobierno de BsAs se volvían a hermanar, y de allí para siempre, en un nuevo encuentro federal sudamericano que crecía con cada paso. Está claro que, en nuestra vasta región, el federalismo nació primero con la tierra, con las características propias de nuestra geografía y de nuestro ecosistema, y luego con las culturas originarias, primeros intérpretes del espíritu y la realidad de nuestra tierra -por lo demás, decir biodiversidad es una forma de decir federalismo auténtico-. El proyecto artiguista revolucionario fue y es una nueva interpretación del espíritu de la tierra, una coordinación política y cultural que convoca a defender las soberanías particulares como así también a la hermandad multi e intercultural fraterna, cooperativa y solidaria. Así se plasmó claramente en las históricas Instrucciones del XIII que hicieron público el sueño federalista y libertario.


La situación actual de nuestro continente y del mundo nos convoca a una nueva interpretación política, federal, abyamericana y revolucionaria. Cada trinchera de lucha política, social y cultural de Nuestra América debe ser vista como una trinchera común, como una trinchera a defender entre todos y después avanzar hasta la victoria liberadora. Así lograremos entre todos que el alba se transforme en una hermosa madrugada.


Mauricio Castaldo

María Grande-Entre Ríos

mauriciocastaldo@gmail.com


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