viernes, 10 de junio de 2011

Melodrama Para Perder

(Mirar Llorar Notar - Tirar)

Breve pieza tragicómica

“Hace décadas, en un pequeño reino, una poderosa organización tenía un plan para tomar el poder: era el plan Hipopótamo; también tenía otro plan, el Collar; y otro más, el Tatú y otros muchos, muchos planes más; planes de ocasión. Pero como todo es negociable...

Ahora, uno de aquellos jefes históricos gobierna el pequeño reino desde su quincho.

Cualquier similitud en esta historia con hechos y personajes reales no es ninguna coincidencia aunque sí una desgracia.”

Personajes:

Elustroso Felando Huidizo

Julius Marxenbaldes

Pepus Musticia

Lucrecia Laintrigansky

Malvicio Rostrostone

Rufus (espectro)

Rufito (hijo de... el espectro)

Centinelas: Bienblando y Mancebo

ACTO I

Escena primera

(En un amplio quincho, escasamente iluminado, Pepus y Lucrecia toman mate y escuchan una radio que transmite canciones populares; Julius camina con el Manifiesto en la mano y murmura; arrastrándose, entra en escena Elustroso)

Elustroso:

La vamos a encontrar; ¡la vamos a encontrar! Por más que se nos vuelva aguja en un pajar.

Lucrecia:

¿Ta cantando el Elustroso, Pepus?

Pepus:

No es de ahora, vieja.

Lucrecia:

Esa canción me suena, Pepus... pero no es lo que está de moda en la radio.

Pepus:

¡Elustroso! ¿Qué hacés, hermano?

Elustroso:

Estoy buscando una cosa, Pepus. La vamos a encontrar...

Pepus:

¿Se puede saber qué es, Elustroso?

Elustroso:

La estrategia, Pepus; la estrategia. Nos quedamos sin estrategia pero la vamos a encontrar.

Pepus:

¿Pero así, compañero? ¿Arrastrándose por el suelo le parece que la va a encontrar?

Elustroso:

Es la costumbre Pepus; años de costumbre.

(Entra en escena Julius, dando gritos y con una actitud destemplada)

Julius:

¡Lucha armada, lucha armada! ¡Pólvora, revolución, granada!

(Pepus ceba otro mate a Lucrecia y, enarcando las cejas, comenta por lo bajo)

Pepus:

Tibio y lavado...

Lucrecia:

¿El mate? Si recién lo preparé Pepus.

Pepus:

No vieja, no. Como te digo una cosa te digo la otra.

Lucrecia:

No entiendo, viejo.

Pepus:

Ya sé, Lucrecia; no importa.

Elustroso:

¡Julius! ¡Julius! El imperio se ha vuelto más agresivo; debemos aguardar que el proletariado asuma su papel en los países centrales.

Julius:

¡Lucha armada! ¡Lucha armada! ¡piedras, bazucas, granadas!

Pepus:

Ta dado vuelta...

Lucrecia:

Viejo; ¡te dije que recién lo preparé! ¿No me entendés?

Pepus:

¡No-ha-blo-del-ma-te! Traé unos bizcochos, Lucrecia, y no hay apuro; tomate tu tiempo.

(Lucrecia hace mutis por el foro)

Pepus:

¡A ver, ustedes dos! ¿Qué carajo les pasa?

Julius:

¡Hay que tomar el poder! ¡Lucha armada! ¡miguelitos, molotovs, granadas!

Elustroso:

El poder también puede ser des-construido... Aunque si vamos a tomar algo me anoto.

Pepus:

(susurrando)

Es lo que hay, valor...

(Fin de la primera escena)

Escena segunda

(Entra Lucrecia con una bolsa de bizcochos; Julius hace malabarismos con tres granadas)

Lucrecia:

¡Pepus! ¡¿Qué hace Julius?! Vamos a volar todos por el quincho.

Pepus:

No te preocupes vieja; dice que ya las probó y no funcionan.

Lucrecia:

Viejo, sé que parece mentira pero cada vez entiendo menos.

Pepus:

Dice que se está entrenando.

Lucrecia:

Pensar que antes íbamos a Libia y lugares así.

Pepus:

Viejita... andá a dar una vuelta por la quinta. Y no hay apuro; tomate tu tiempo.

(Lucrecia, otra vez, hace mutis por el foro)

Pepus:

¡Elustroso! Vení, arrimate un poco.

(Arrastrándose, Elustroso llega a los pies de Pepus)

Pepus:

Voy a confesarte algo, hermano, mientras el Julius acciona.

¿Sabés que todas las noches sueño y me despierto sudando y agitado en la catrera y después me cuesta un disparate dormirme de vuelta?

Elustroso:

A mí me pasa lo mismo, Pepus. Pero el mío es un sueño recurrente. ¿Con qué soñás, Pepus?

Pepus:

Depende, hermano, depende. Como sueño una cosa sueño la otra pero después me despierto y no hay caso; no puedo volver a pegar un ojo.

La otra noche, por ejemplo, soñé con Saravia.

Elustroso:

¡Aparicio! Debe ser una señal, Pepus.

Julius:

¡Aparicio! ¡Aparicio! ¡Lucha armada! ¡A las cuchillas, sable en mano, granadas!

Pepus:

Me está empezando a caer pesado...

Elustroso:

Dejalo; es puro método y lo que necesitamos es estrategia. Hablame de Aparicio.

Pepus:

¡Ma qué Aparicio ni qué ocho cuartos! Soñé con el que era senador y de repente resultaba que llegaba a presidente, Elustroso; ¿Te das cuenta? No pude dormir más.

Elustroso:

Ta jodido... ¿Y qué más soñaste?

Pepus:

A veces sueño que me cagaron a tiros.

Elustroso:

Los sueños sueños son...

Pepus:

(mirando hacia Elustroso con cierta molestia)

Otras veces sí que tengo pesadillas; sueño con Rufus. Sueño que aparece y me mira; serio, me mira.

Elustroso:

¿Y te habla?

Pepus:

Dice no me entrego; no me entrego.

(Silencio)

Elustroso:

Yo te entiendo Pepus. ¿Puedo contarte el sueño recurrente?

Pepus:

Contame.

Elustroso:

Sueño que voy a una tienda de mascotas.

Pepus:

¿Estás con resaca, Elustroso?

Elustroso:

Imposible, Pepus; para tener resaca hay que parar de tomar y yo...

Pepus:

¿Pero qué carajo es eso de la tienda de mascotas?

Elustroso:

Dejame contarte, Pepus. Voy a una tienda de mascotas y pregunto si tienen un hipopótamo, pregunto. Me dicen que tienen uno; me lo traen. Cuando lo miro... no sabés, Pepus. ¡Me entró una emoción!

Pepus:

¿Vos estás bien, Elustroso? Me parece que no quedaste bien.

Elustroso:

Escuchame. Cuando veo el hipopótamo casi lloro; era enorme, precioso. Hasta un collar tenía; un collar con cuentas de colores. Dije: ¡Me lo llevo!

Julius:

¡Rinocerontes! ¡Rinocerontes! ¡Lucha armada! ¡Tatú, insurrección, granada!

Pepus:

Por qué mierda habrá dejado la carpintería...

Elustroso:

Escuchame a mí, Pepus. Me lo llevé; salió carísimo pero yo dije: después se lo vendo a cualquiera y me hago unos mangos en el pasamano pero mientras, Pepus... ¡Pepus! No sabés.

Pepus:

Hacela corta, Elustroso.

Elustroso:

Yo me subía al hipopótamo y desfilaba por 18; la gente desde los balcones y las veredas me aplaudía, me ovacionaba, me arrojaba flores, guirnaldas y así, bajo palio, llegaba hasta la estatua de Artigas; me bajaba del hipopótamo y me subía a babuchas de Don José, me subía.

Pepus:

¿Y el hipopótamo?

Elustroso:

Se lo cambié a un blandengue que bajaba la bandera; me dio una petaca.

Pepus:

¿Y el collar?

Elustroso:

Me lo tuve que meter en el culo pero qué importa; a esa altura... Digo: desde esa altura.

Pepus:

¿Y después?

Elustroso:

Después me bajaba; ¡pero la plaza estaba tan florida!

Pepus:

Andá a la quinta a ver si encontrás a la Lucrecia; y tomate tu tiempo; o lo que quieras... no hay apuro.

Fin del primer acto

*

Acto II

Escena primera

(Entra Lucrecia seguida , al rastro y al rato, por Elustroso)

Lucrecia:

¡Pepus! ¡Viejo! Los centinelas han visto una sombra; han visto...

Pepus:

La cagué; el Elustroso los convidó con algo.

Lucrecia:

No, Pepus, te juro; yo no vi nada pero los centinelas...

Pepus:

¿Qué vieron esos?

Lucrecia:

Dicen que una sombra; un espectro.

Julius:

¡Lucha armada! ¡Lucha armada! ¡Comunismo, liberación, granadas!

Pepus:

Dale al Julius una que explote... pero antes decime algo, en serio: ¿Elustroso los convidó con algo?

Lucrecia:

¡Pepus! Elustroso va cuando yo vine; se arrastra. ¡Lo sabés, viejo!

Pepus:

¡Llamá a los centinelas! Y andá a preparar algo pa la cena; tomate tu tiempo. No hay apuro.

Lucrecia:

¿No te interesa escuchar lo que me dijeron?

Pepus:

Andá a hablar con Julius; tomate un rato. No hay apuro, dije. Si no querés cocinar llamá al delivery, llamá.

Lucrecia:

No entiendo...

Pepus:

Andá Lucrecia; andá.

(Lucrecia, una vez más, hace mutis por el foro)

(entran dos centinelas: Bienblando y Mancebo)

Bienblando:

¡Eminencia! ¡eminencia! ... ¡He; minencia! ¡Musticia!

Pepus:

¡Santo y seña!

Centinelas a coro:

¡Tatucera y torta frita!

Pepus:

(susurrando)

Solo yo...

(gritando)

¡Por el culo y servilleta!

Mancebo:

Eminencia; hemos visto una sombra...

Pepus:

Soy todo oídos; díganme...

Centinelas a coro:

Me... ¡mee!

Pepus:

¿¡Me están jodiendo!?

(entra Lucrecia)

Mancebo:

Eminencia; con respeto. Hemos visto un espectro.

Lucrecia:

Sería Elustroso, sería.

Pepus:

¿Que han visto qué?

Centinelas a coro:

¡Un espectro! ¡un fantasma!

Julius:

¡Lucha armada! ¡lucha armada! ¡Recorre el mundo! ¡organización, internacional, granada!

Pepus:

¡Basta! ¡basta! Lucrecia: hacé lo que te pido; y si no... mutis por el foro.

Lucrecia:

¿Y yo qué hice?

Pepus:

Y vos: ¡Julius! Dejate de joder que la cosa está salada.

Julius:

(totalmente fuera de sí y blandiendo el Manifiesto)

¡Lucha armada, lucha armada! ¡mueran Gramsci y Feuerbach!; Hipótesis, tesis y antítesis. ¡Al brumario Bonaparte! Ho Chi Min y Tao Te King... muera Moscú; muera Pekin; muera Cuba, por las dudas, y también muera Fidel. ¡Lucha armada, lucha armada, chau Pinela y la ortodoxia! Y si sobran otras cosas... ¡lo que falta es por hacer! ¡Lucha armada, lucha armada! ¡A la guerra, a la bomba, a la granada!

(jadea)

Pepus:

Lo único que me falta es que ahora aparezca Malvicio y estamos todos.

Fin del segundo acto

*

Acto III

Escena primera

Pepus:

A ver, centinelas; díganme qué vieron; con calma y de a uno.

Bienblando:

Un fantasma, eminencia.

Mancebo:

Para mí que era un espectro.

Bienblando:

Sin embargo tenía forma de fantasma, tenía.

Mancebo:

Era un espectro, Bienblando.

Pepus:

Si era bien blando entonces era un fantasma.

¿Qué hacía?

Centinelas a coro:

Miraba para el quincho y se agarraba la cabeza.

Pepus:

¿Y tenía aspecto reconocible?

(Bienblando y Mancebo se miran y dudan)

Pepus:

¡Respondan! ¡No sean nabos!

Centinelas a coro:

Igualito al Rufus, eminencia; igualito.

Pepus:

¡Salgan y vigilen!

(susurrando y tomándose la cabeza con ambas manos)

Agarrate Catalina...

(Fin de la primera escena)

Escena segunda

(Anunciándose, con las palmas, ingresa al quincho Malvicio Rostrostone)

Malvicio:

Que qué hacés, Pepus ¿co cómo andás?

Pepus:

Mal pero acostumbrado; viniste sin avisar, Malvicio.

Malvicio:

¿Mal mal momento?

Pepus:

No... ¡bárbaro! Ahí tenés al Julius en acción directa; la Lucrecia en babia, como siempre; el Elustroso haciendo surcos por ahí y de remate los centinelas me dicen que vieron un fantasma igualito al Rufus, igualito. Y ahora llegaste vos. Falta que aparezca Danilus con algún impuesto nuevo y otro video en interné y cartón lleno.

Malvicio:

Yo yo venía para mostrarte el libro que que acabo de terminar, Pepus.

Pepus:

¿Otro cuento más, Malvicio?

Malvicio:

No es cuento, Pepus. Es puro teatro.

Pepus:

Si lo escribiste vos da lo mismo, Malvicio. ¿Cómo se llama?

Malvicio:

Los ilícitos económicos en en clave Morse y las las volteretas afuera de un aljibe.

(reptando, entra Huidizo; atrás Lucrecia... es tan lenta...)

Elustroso:

Sé que no me van a creer pero afuera hay una sombra; un espectro. Un fantasma.

Lucrecia:

Se multiplican, Pepus. ¡Se multiplican!

(Pepus mira a Lucrecia de una manera lastimosa)

Lucrecia:

Ya sé; me voy.

(Otra vez más, Lucrecia hace mutis por el foro)

Julius:

¡Gigante bobo! Gigante bobo! ¡Lucha armada, lucha armada! ¡honda, chumbito, granada!

Pepus:

¡Los tres!; vayan a tomar algo; no se les ocurra volver enseguida.

(Velozmente, incluso Huidizo, que se contorsiona, hacen mutis por el foro con rostros de satisfacción)

Pepus:

(a solas y en un susurro)

Voy a llamar a Rufito para que encare a la sombra; espero que le dé la nafta, espero.

Fin del tercer acto

*

Acto IV

Escena primera

(afuera del quincho aguardan centinelas; salen Pepus y Rufito que ha llegado rapidito)

Centinelas a coro:

¡Eminencia, eminencia! Ya se acerca la presencia.

(aparece la sombra; con un gesto llama a Rufito; éste acude; donde lo llaman, acude)

Rufito:

¡Papi, papi del alma!...estás hecho un espectro.

Rufus:

Hijo... hijo de... vos estás hecho un fantasma. Y ellos... ellos, son innombrables.

Rufito:

Así les llamaban antes, papi.

Rufus:

He venido hasta aquí porque ha llegado la hora de la venganza; deberás elegir si renuncias a mí, definitivamente o, en cambio, serás mi instrumento.

Rufito:

Papi, todos me piden lo mismo; yo así no puedo.

Rufus:

¡Callate y escuchá!

Rufito:

¿Viste? Todos me dicen lo mismo; yo así no sé.

Rufus:

¡Basta! Es hora que asumas tu papel; deberás poner mucha energía en esta industria.

Rufito:

Bueno, yo en los papeles estoy en industria y energía.

Rufus:

No hables más, te lo pido; sólo escuchame y hacé exactamente lo que te voy a decir.

(Rufito asiente; está preparado para eso. Pepus y los centinelas observan a la distancia sin oír el monólogo que acontece)

(Fin de la primera escena)

Escena segunda

(Rufito se acerca a Pepus con semblante confuso)

Pepus:

¿Decime, Rufito... ¿era él?

Rufito:

Mismo...

Pepus:

¡¿Qué te dijo?! ¡Decime!

Rufito:

Que las papas queman, que meta huevo, que la revuelva y que haga algo.

Pepus:

Carajo... ¿Y qué vas a hacer?

Rufito:

No tengo otra alternativa que seguir su consejo.

Pepus:

¿Nos dejás, Rufito?

Rufito:

Y sí; me voy a casa a hacer la tortilla que me pidió papá. Nos vemos mañana.

Pepus:

(en un casi inaudible susurro)

No sos normal...

Fin del cuarto acto

*

V y último Acto

Escena primera

(Los centinelas permanecen afuera; Pepus se halla otra vez en el quincho; han regresado Huidizo, Julius y Malvicio; ingresa Lucrecia con la cena pronta)

Lucrecia:

¡A la mesa! Vamos que se enfría.

Pepus:

¿Qué preparaste, Lucrecia?

Lucrecia:

Para vos y para mí una pulpita jugosa; para el resto falda pero les decimos que es asado y ya está.

(Se acercan Huidizo, que se instala a los pies de Pepus; Julius y Malvicio, que toman asiento a los lados; Pepus ocupa la cabecera; Lucrecia sirve la comida y toma su lugar frente a su esposo)

Elustroso:

¡La encontré! ¡la encontré!

Pepus, Julius y Malvicio a coro:

¡¿La estrategia?!

Elustroso:

No; la carne. Entre la grasa y los huesos la encontré; ¡La encontré!

Pepus:

(Con su rostro ensombrecido y luego de un largo silencio, cosa rara, dice)

Hagamos un pacto.

Lucrecia:

¿No estaba hecho hace rato?

Pepus:

Terminá de comer y andá a lavar los platos; dejame con estos tres que tenemos que hablar en serio.

(La cena transcurre en silencio; finalmente Lucrecia hace mutis por el foro, por última vez)

Pepus:

Escúchenme los tres; hay que refundar el reino; si nos tenemos que tragar sapos y abrazarnos con las culebras no importa. Necesito alguien que se encargue de hacer un plan.

Elustroso:

¡A mi juego me llamaron! Me ofrezco como voluntario, Pepus.

Pepus:

Tenés cuarenta y ocho horas; ¿tenés claro lo que quiero, hermano?

Elustroso:

¡Un plan! ¡un plan para refundir el reino!

Pepus:

¡Huidizo!; dije refundar, no refundir.

Elustroso:

Ah... paso.

Pepus:

Andá a tomar aire, Elustroso; no hay apuro para nada. Tomate tu tiempo.

Elustroso:

Me llevo la botella, me llevo.

(Huidizo se dirige hacia el exterior; al llegar afuera dice, en voz alta, a los centinelas)

Elustroso:

¡No disparen! Soy Huidizo...

Centinelas a coro:

El que toma y no convida tiene un sapo en la barriga.

Elustroso:

Ni en pedo; la yatebo en mía.

Centinelas a coro:

Recibirás tu merecido.

(Dicho esto pisan, patean y escupen los restos de Huidizo y huyen hacia la oscuridad; la Sombra observa y sonríe)

(Fin de la primera escena)

Escena segunda

(En el quincho, Pepus, Julius y Malvicio, discuten acaloradamente)

Pepus:

¡Yo soy un derrotado por Harvard pero no me banco la idea de que el Saravia llegue a presidente y menos que menos que el que te dije vuelva en el 2014; ¡Quiero un plan!; los escucho.

Malvicio:

Ha hablá con La La Larañaba y y hacemos el frente gra grande, hecemos.

Julius:

¡No! ¡no! Tenemos que volver a las fuentes. ¡Lucha armada! ¡lucha armada! ¡dialéctica, insurrección granada!

Malvicio:

E esa película ya la vimos, Julius. Ahora te tenemos que ser tácticos, tenemos.

Julius:

¡Armas tácticas! ¡armas tácticas! ¡tecnología, face buk, granada!

(Pepus mantiene su cabeza contra la mesa y se la agarra a dos manos; la cabeza)

Malvicio:

¡No Ju Julius! El arma es es la cultura, la hege hegemonía.

Julius:

¡Reformista! ¡reformista! Tu cultura es la revista; ¡documentos, documentos! ¡coordinador, clandestinidad, granada!

Pepus:

(Con el rostro desencajado y con la paciencia agotada, grita)

¡De-jen-sen-de-jo-der! ¡Va-yan-sen-pa-fue-ra! ¡Carajo! ¡Nabos! ¡quiero una solución no más problemas! Tienen media hora pa volver con el plan y si no, ¡no vuelvan!

(Malvicio y Julius hacen mutis por el foro: afuera no encuentran rastros de los centinelas, ni de la estrategia, ni de las soluciones, ni de un plan; sólo unos restos difusos en el piso)

(Fin de la segunda escena)

Escena tercera y última

Monólogo de Pepus:

(puede ser transmitido por radio tres veces al día pero aún así es un monólogo)

Compatriotas, contertulios, compañeros; nos encontramos frente a una coyuntura difícil pero a la vez facilísima. Tenemos que caminar y esperar que aclare para que el camino que esperamos sea claro como la espera que nos aguarda al final del camino que no vamos a andar porque es de sabios quedarse donde uno está cuando no tiene idea ¡de pa-don-de-tie-ne-que-ir! Es simple. No hay dificultad que no podamos superar si nos juntamos todos para seguir separados para que podamos estar unidos ¡más-tem-pra-no-que-tar-de!

Contertulios, compatriotas, compañeros: Lo importante es ¡la-u-ni-dá! Y si pa mantener la unidá nos tenemos que dividir en cien, mil, un millón de-pe-da-zos, ¡lo-va-mos-a-ha-cer!

Nos vienen a convidar a arrepentirnos; ¡a nosotros, contertulios! ¡justo a nosotros! Ya nos hemos arrepentido hasta de habernos a-rre-pen-ti-do y ¡de-e-so-tam-bién!

Nos vienen a convidar a tanta mierda; ¡justo a mí, compatriotas! ¡a Pepus! Ya estoy hasta la coronilla na-dan-do-en-mier-da; pero es el abono de la refundación del reino, compañeros.

(afuera se escucha la detonación de una granada)

(Pepus piensa; todos tienen derecho a equivocarse; hasta Julius)

¡Compañeros, contertulios, compatriotas!

Una luz puntual nos ilumina al final del camino; habrá que pagar la factura, que cada vez es más alta. Pero queridos contertulios, compañeros, compatriotas... qué importa una factura más ¡si-ha-ce-ra-to-que-so-mos-bo-le-tá!

¡Queridos con tertulios, patriotas, ñeros! La patria, la de Artigas, ¡la-va-mos-a-en-con-trar!

Por más que en esas pajas sea cuestión de azar.

Cae el telón

(Pepus continúa hablando, hablando, hablando...)

(Se escuchan sirenas; afuera, una sombra se toma la cabeza y murmura: no me entrego... no se entreguen)

(Otras sombras se multiplican; una a una suman diez; diez a diez, cientos; ciento a ciento, miles)

La Sombra crece; y sonríe.

¿FIN?

Mengueche

Perdonen que yo sospeche

(Puede reproducirse, publicarse, interpretarse, pasarse de mano en mano, de correo en correo, boca o boca u hoja a hoja; siempre citando la fuente: “Mengueche”)

Ablando de oja... Me voy a tomar un Hoja de Otonio, me voy; ya vendrá la primavera ques inesorable, es.


Desde Montevideo
QUINO
www.columna-quino.blogspot.com

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