“...Cuando llegamos al límite del Depto de Gualeguay, el mayor
Ponciano Alarcón, nuestro jefe, licenció por dos semanas (un
decir, una orden postrera, más aparente que real) a unos hombres
castigados en su moral, algunos heridos, muertos de hambre,
rotosos, sucios. Parecerá mentira, pero muchos de ellos
cumplieron la orden y volvieron a filas. La idea federal tendría
mucho que agradecerles, pero nunca lo hizo...”
JUAN JOSÉ MANAUTA
Las Doradas Colinas de Octubre
En la muy provocadora nota publicada en El Diario y titulada “Caseros y la libertad”, el autor -Rubén Darío Gil Muñoz- nos señala, con justicia y al repasar hoy la Batalla de Caseros, que “Rosas fue la expresión, la materialización de algo anterior a él: Buenos Aires. Lucha sin igual entre las provincias y Buenos Aires que busca un equilibrio a través de la historia y que todavía no termina por resolverse”, pero en la misma nota afirma al final que “Caseros fue la piedra angular sobre la que se construyó posteriormente la civilidad y modernidad argentina, pasando de un modelo arcaico y caduco a uno nuevo en donde la libertad fue, entre otras virtudes, uno de sus dogmas sagrados”.
Varias preguntas y comentarios caben hacer aquí para avanzar en un debate democrático. Para empezar, si hasta el día de hoy hay una hegemonía de “Buenos Aires” (noción que necesita ser aclarada y que después ampliaremos) y la concentración, el centralismo y las injusticias continúan, no vemos ningún cambio estructural de modelo ni mucho menos una realización de “la libertad”.
En Caseros, una célula política e ideológica de esa “Bs.As” estuvo del lado de Urquiza. Sarmiento resume fuerte esa imagen y esa alianza- Por eso, nuestro problema histórico -nuestra cuestión meridional- no es sólo un problema geográfico, sino un problema político, social y cultural. No es Bs.As sólo como entidad geográfica nuestra enemiga, sino los intereses, las políticas y las ideologías que los gobiernos nacionales centrados en Bs.As. han defendido, desarrollado y difundido.
Es cierto que las ideologías hegemónicas penetran en todos los estratos sociales, pero si lo que se busca es un cambio de fondo, de lo que se trata es, entonces, de tener en claro quienes constituyen el bloque de poder hegemónico y cuáles son las líneas ideológicas hegemónicas para poder pensar e impulsar un bloque de poder popular contrahegemónico y una reafirmación cultural propia y alternativa.
Bs.As ha sido el lugar de concentración del poder hegemónico y el nodo principal -pero no el único- de desarrollo de intereses coloniales y neocoloniales. No se trata entonces, insistimos, de combatir sólo a Bs.As sino a los intereses, ideologías y mentalidades que se concentran y difunden desde allí, pero que todos portamos de alguna manera o de otra.
Esos gobiernos nacionales han defendido ciertos intereses de clase y cierta cultura hegemónica -liberal, conservadora, unitaria, dependiente y eurocéntrica- que ha destrozado a este país. Pero si el unitarismo se ha sostenido en el tiempo ha sido porque las clases poderosas de las provincias han compartido y/o aceptado ese proyecto hegemónico.
El proyecto federal de Caseros -los anhelos de la multitud subalterna litoraleña combatiente, más que las ideologías de algunos líderes- no se pudo realizar por las propias contradicciones sociales, políticas, ideológicas y culturales que ese proyecto llevaba en sí mismo, por las Buenos Aires que cargaba en sus adentros.
Creemos que no es oportuno ni acertado citar a Alberdi o hablar de “medidas progresistas” de la Asamblea del Año XIII. Alberdi fue uno de los que buscó “comprender” a Rosas y si hay algo que caracteriza a esa Asamblea -unitaria, monárquica y conservadora- es iniciar la guerra contra el federalismo, ya que fue esa Asamblea la que rechazó a los diputados orientales artiguistas que llevaban las históricas Instrucciones del XIII, la propuesta de constituir una república verdaderamente libre y auténticamente federal.
La defensa de un federalismo simbólico y formal dejándose llevar por la historiografía unitaria y liberal no es la mejor manera de repensar el pasado y el presente y reafirmar así la lucha por el federalismo sustancial y la justicia social.
Nuestra tarea es, nos parece, dar nuevos pasos en la revisión histórica nacional y latinoamericana (nuestraamericana, si se nos permite el concepto) ayudados por la teoría crítica postcolonial, postoccidental y por los denominados estudios de la subalternidad (Walter Mignolo, Gayatri Spivak, Aníbal Quijano, Gonzalo Abella, Eduardo Azcuy Acevedo). Todo ésto reforzado desde el análisis y la reafirmación de nuestra propia genealogía entrerriana, litoraleña y nuestraamericana, tarea que muchos ya vienen realizando casi silenciosamente.
La lucha contra la concentración geográfica -uno de los veinte puntos de las Instrucciones del XIII que fundaron el federalismo- es sólo un aspecto de la lucha contra la concentración política, económica y cultural. No se puede combatir el unitarismo pensándose sólo como una variante o un matiz del mismo.
Para la multiculturalidad subalterna litoraleña -artiguista antes de Caseros, jordanista después-, el federalismo era un proyecto de pueblos autónomos, de culturas populares libres, de distribución justa de la riqueza y sobre todo, de unidad y hermandad sudamericana.
El federalismo será de nuevo hoy eso, o no será.
Prof. Mauricio Castaldo
María Grande, 3/2/2009
Publicada en El Diario de Paraná
Epoca anterior de El Diario
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