sábado, 22 de junio de 2013

¡Brasil, despierta, un profesor vale más que Neymar!

Fútbol y solidaridad




La primera víctima ha sido un joven que murió atropellado la noche del jueves en Ribeirao Preto. En esa población tuvo lugar una de las manifestaciones en demanda de mejores servicios públicos que han movilizado a más de un millón de brasileños en al menos 80 ciudades del país. La segunda, una mujer barrendera que inhaló gas lacrimógeno lanzado por la Policía en la ciudad de Belén. Ha muerto de un paro cardíaco. Era Cleonice Vieira de Moraes, de 54 años, empleada de la compañía de limpieza pública de Belén.Los choques en la noche del jueves dejaron al menos 62 heridos en Río de Janeiro y 50 en Brasilia, pese al carácter pacífico de la mayoría de las manifestaciones. Las protestas comenzaron la semana pasada en Sao Paulo, contra la subida de precio del transporte público. Luego se añadieron otras reivindicaciones: mayores inversiones en salud y educación pública, y críticas a los elevados gastos del Gobierno para organizar eventos como el Mundial de fútbol de 2014.
Algunos aficionados a las puertas del templo futbolístico de Brasil, han subrayado que Maracaná es la estampa perfecta de lo que condena el pueblo [1]. “El coste de la renovación se disparó respecto al presupuesto inicial y al final ha supuesto más de 300 millones de euros”.
“No estamos contra el fútbol, sino contra la corrupción”, se leía el pasado miércoles, 19 de junio, en varias pancartas desplegadas en el estadio de Fortaleza, en el encuentro entre Brasil y México. Unas 15.000 personas habían intentado bloquear los accesos.
Los futbolistas, esta vez sí, han sentido la necesidad de intervenir. La inmensa mayoría se ha posicionado a favor de los manifestantes.
Horas antes del partido Brasil-México, corrió por la rede la idea de que los aficionados brasileños dieran la espalda al himno al inicio de los protocolos del encuentro.
Juninho Pernambucano, ex internacional con la Canarinha, apoyó la idea desde Estados Unidos.
Alves, el defensa del Barça, se solidarizó por Instagram. “Por un Brasil sin violencia, mejor, en paz, educado, con salud, honesto y feliz”.
Hulk, interior derecha titular, escribió en la red: “La gente de Brasil necesita mejoras”.
El defensa David Luiz también dijo la suya: “Me parece bien que la gente proteste por sus derechos”.
Neymar, el nuevo jugador del Barça, el icono actual del fútbol brasileño, reconoció estar “triste” por lo que sucede estos días en su país. “Siempre tuve fe en que no sería necesario que llegáramos al punto de tirarnos a la calle para exigir mejores condiciones de transporte, sanidad, educación y seguridad, sobre todo porque es una obligación del Gobierno. Mis padres trabajaron mucho para poder ofrecerme a mí y a mi hermano un mínimo de calidad de vida… Hoy, gracias al éxito que ustedes [aficionados] me proporcionan, podría parecer demagógico por mi parte .pero no lo es- levantar la bandera de las manifestaciones que recorren todo Brasil; pero soy brasileño y amo a mí país (…) Quiero un Brasil más justo, más seguro, más saludable y más honesto. En el partido contra México entro en el campo inspirado por esas movilizaciones, estamos juntos”. Durante el choque con México, Neymar gesticuló una y otra vez hacia la grada.
Uno de los gritos en los aledaños del partido fue: “Brasil, despierta, un profesor vale más que Neymar”.
No faltaron varios ex jugadores. Al frente, no podía faltar Pelé.
Pero el gran Pelé metió la pata (siempre ha estado más o menos cercano al poder). Colgó un vídeo en la Red: “Pido a los brasileños que no confundan las cosas. Estamos preparando la Copa del Mundo, vamos a apoyar a la selección, vamos a olvidar la confusión que reina y vamos a olvidar las protestas”.
Romario, el inolvidable Romario, el actual diputado federal por Río, le pidió callar –“Pelé en silencio es un poeta”- y criticó con dureza la “escandalosa” inversión estatal para el Mundial (sin contar la que tendrá que abordar Brasil para Río 2016).
En las redes las cargas contra Pelé acumularon detractores. El embajador del Mundial 2014 intentó rectificar: “Siempre he luchado contra la corrupción, tras mi gol mil hablé sobre la importancia de la educación, no me entiendan mal, solo pido no descargar nuestras frustraciones en la selección”.
Para Rivaldo, uno de los grandes jugadores de todos los tiempos [2], “es una vergüenza que el Mundial se vaya a celebrar en Brasil con las desigualdades existentes, con gente pasando hambre”. Y añadió: “Yo fui pobre y sentí el no tener un buen servicio sanitario. Mi padre fue atropellado y murió por no haber sido atendido en un hospital público de Recife.”
¿Y la Rja? ¿Dónde está la Roja? ¿Villa no dice nada? ¿Y Xavi? ¿Iniesta tampoco? ¿Piqué no sabe de qué va la cosa? ¿Sergio Ramos también está callado? ¿Iker? ¿Y Del Bosque, una persona razonable y sensata, no tiene nada que decir? ¿No van con ellos, no va con todos?
PS: Boaventura de Sousa Santos da alguna claves de la situación en un reciente artículo: “El precio del progreso” [3]:
Este Brasil está hecho de tres narrativas y temporalidades, señala...

Rebelión - 22/6 - Leer Completo






CLOC - Vía Campesina


Brasil ha presenciado esta semana movilizaciones que tuvieron lugar en 15 capitales y centenas de ciudades. Estamos de acuerdo con sus declaraciones, que afirman la importancia para la democracia brasileña de estas movilizaciones, conscientes de que los cambios necesarios en el país pasarán por la movilización popular.Más que un fenómeno coyuntural, las recientes movilizaciones demuestran la reanudación gradual de la capacidad de lucha popular. Es esa resistencia popular que permitió los resultados electorales de 2002, 2006 y 2010. Nuestro pueblo insatisfecho con las medidas neoliberales votó a favor de un proyecto diferente. Para poder ser implementado, este proyecto, enfrentó gran resistencia, principalmente del capital rentista y sectores neoliberales que siguen con mucha fuerza en la sociedad.
Pero también se enfrentó a los límites impuestos por los aliados de última hora, una burguesía interna que en la disputa de las políticas del gobierno impide la realización de las reformas estructurales, como es el caso de la reforma urbana y la del transporte público.
La crisis internacional ha bloqueado el crecimiento y con él la continuidad del proyecto que permitió ese gran frente que hasta el momento, ha sostenido el gobierno.
Las recientes movilizaciones son protagonizadas por una juventud muy diversa, que participa por primera vez de movilizaciones. Este proceso educa a los participantes permitiéndoles entender la necesidad de enfrentar a los que impiden que Brasil avance en el proceso de democratización de la riqueza, del acceso a la salud, a la educación, a la tierra, a la cultura, a la participación política, a los medios de comunicación...

Rebelión - 22/6 - Leer




Rousseff: “Tengo la obligación de oír la voz de las calles”- Clarín




Declaración de los compañeros del MRS de Brasil llamando a la Huelga General contra el gobierno







Brasil: no se globaliza sólo el capital, también la protesta

POR MARCELO CANTELMI

La primera dimensión del impactante estallido popular en Brasil es global. El gigante sudamericano se suma a un fenómeno que ha cruzado el mundo ensamblando de otro modo a la democracia que parece organizarse ya no en torno a las instituciones sino a partir de la calle. Es una reacción sanguínea contra formas de la república que han perdido espesor y diluido el poder ciudadano con retrocesos impactantes -el caso europeo es paradigmático- en el rol protector del Estado.
La otra dimensión, es la que surge de la propia cuestión nacional brasileña. El furor se alimenta ahí en la frustración de una extensa capa de clases medias que, pese a los números macro que muestra el país, han venido perdiendo espacio en el reparto.
No es sencillo ver una sin observar a la otra. Estas dos grandes superficies, la global y la doméstica, se conectan con una multiplicidad de puntos en común.
El movimiento planetario de indignados ha sido, para algunos observadores, la emulación a ese nivel global de la toma de la plaza Tahrir en Egipto que fue la cabecera de una revolución popular que acabó con una dictadura de medio siglo. Hubo en ese proceso elementos que se reiteraron en el otro extendido fenómeno de protesta. Uno de ellos, el uso de las redes sociales a nivel asambleario y organizativo. Otro, la presencia de vanguardias de sectores medios que si bien lograron la victoria gracias a las huelgas de los grandes sindicatos obreros egipcios, estuvieron al frente de la batalla con códigos nuevos.





Barómetro Internacional


Porto Alegre, Goiânia, San Pablo y Río de Janeiro son capitales con algo en común, las protestas sociales. Estos centros metropolitanos están pasando por un momento contradictorio. Por un lado el orgullo en torno a la realización de la copa del mundo abre precedentes para los discursos modernizadores, y de cajón para la asunción de discursos de valoración urbana, que afianzan los derechos de la ciudad. Por otro, las protestas recientes contra el aumento de los pasajes de autobús revela un sector de la población consciente de estos derechos y queriendo subordinar los contratos con las empresas concesionarias al poder otorgante. Considerando que la escalada de movilizaciones no estaba prevista en la víspera de la Copa de Confederaciones de fútbol, los gestores de estos municipios –y los respectivos gobiernos estatales– acabaron endureciendo el brazo represor.
La última década fue de profunda transformación en la sociedad brasilera. Se vive mejor, tenemos consumo accesible –casi suntuoso– oferta masiva de créditos y visibles avances materiales en las condiciones de vida. La versión nada agradable de este avance es el cogobierno entre casi todas las fuerzas políticas, saliendo victorioso ideológicamente el Consenso de Brasilia, como es referido en la literatura política y de relaciones internacionales, la suma de ortodoxia macroeconómica con el peso puesto en la generación de empleo directo y el fortalecimiento del mercado interno. Tal Consenso genera acomodación de fuerzas sociales y poco o ningún espacio para la política institucional más a la izquierda. En períodos de reflujo, nos queda el Internet. Se protesta mucho a través de las redes sociales en Brasil y esta opinión encuentra eco en los poderes de facto. La consecuencia es la canalización de estas demandas legítimas, colocando contra la pared al Brasil moderno e inclusivo que se quiere vender hacia fuera...






Carta Maior


El movimiento, que se inició como resistencia al aumento de las tarifas del transporte, fue inédito y sorprendente. Quién crea que puede captar de inmediato todas sus dimensiones y proyecciones futuras, muy probablemente tendrá una visión reduccionista del fenómeno, forzando la realidad para defender planteamientos previamente elaborados, para confirmar sus argumentos, sin dar cuenta del carácter multifacético y sorprendente de las movilizaciones.

No vamos a intentar esto en este artículo, solo queremos sacar algunas conclusiones que nos parecen claras.

1. La anulación del aumento (de los pasajes) constituye una victoria del movimiento y muestra la fuerza de las movilizaciones, más aún cuando se apoyan en una reivindicación justa y posible, tan es así que se pudo concretar.

2. Esa victoria, en primer lugar, refuerza concretamente el criterio de que las movilizaciones populares merecen la pena, sensibilizan a la gente, permiten hablar a toda la sociedad y sirven como fuerte factor de presión sobre los gobiernos.

3. Además de eso, el movimiento puso en discusión una cuestión esencial en la lucha contra el neoliberalismo: la polarización entre intereses públicos y privados, y el tema de quién debe financiar los costes de un servicio público esencial que, como tal, no debería estar sometido a los intereses de las empresas privadas, movidas por el lucro.

4. La conquista de la anulación del aumento se traduce en un beneficio para las capas más pobres de la población, que son las que usualmente utilizan el transporte público, demostrando que un movimiento debe buscar abarcar no sólo las reivindicaciones de cada sector de la sociedad en particular, sino atender las demandas más amplias, especialmente las que tiene a ver con los sectores más necesitados de la sociedad y que tiene más dificultades para movilizarse.

5. Tal vez el aspecto más esencial de las movilizaciones haya sido el de posibilitar que amplios sectores de la juventud entren en la vida política, sectores no contemplados por las políticas gubernamentales y que, hasta aquí, no habían encontrado sus formas específicas de manifestarse políticamente. Esta puede ser la consecuencia más permanente de las movilizaciones...

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