Taeli
Gómez Francisco
Después
de años de salir a la calle, de poner los heridos y los muertos, el
movimiento estudiantil debe dar un salto cualitativo.
Si
la sociedad de manera genérica fuera una comunista, una isla
feliz, la ciudad del sol que plantea
Campanella o la sociedad ideal platónica, sería viable sentarse a
soñar ¿cómo nos gustaría que fuera la educación?, ¿qué le
cambiaríamos para que fuera la educación de calidad que queremos y
proclamamos en los pasillos? Pero el ejercicio es utópico,
irrealizable, a lo menos, en esta sociedad.
a- Formación
: educarnos para un tipo de sociedad
La
historia nos ha demostrado y bien lo prueba Aníbal Ponce con su
libro Educación y Lucha de Clases, que la
educación es un proceso que prepara a los niños y personas para la
sociedad; en consecuencia, es fundamental hacerse una pregunta
estratégica: la educación actual, la que nosotros cuestionamos,
¿prepara para participar en la sociedad?, la respuesta es afirmativa
y lo hace bien. El problema es el tipo de sociedad
contradictoria existente.
Los
antiguos que vivían en las comunidades primitivas educaban a sus
hijos viviendo; seguro que les enseñaban a sacar los frutos maduros
y no los verdes, a hacer el fuego, a cazar, en fin, era una educación
para ese tipo de sociedad; gracioso sería pensar que las
pinturas rupestres, eran los pizarrones de antaño. Por su parte, las
sociedades esclavistas que supieron de forma brutal de la lucha de
clases, preparaban a sus hijos y a las personas para reproducir esas
sociedades. Al esclavo le enseñaban a sacar el mineral, a cultivar y
a cómo sobrevivir, para seguir haciendo lo mismo, al otro
día. Mientras sus amos aprendían a serlo, y a, lo que es
más complejo aún, validarlo. Asistían a escuchar las
fundamentaciones que daban sus líderes sobre la diferencia entre
hombres y entre estos con las mujeres. Los feudales supieron
reproducir por siglos sus sociedades y cultivaron una doctrina
religiosa, que mantuvo una pirámide, una diferencia social basada en
la ley eterna divina.
Igualmente,
en los orígenes de las sociedades capitalistas, surge la necesidad
de preparar a unos para ser obreros y otros para ser
burgueses y capitalistas. Esta formación se dio a través de un
proceso de disciplinamiento que extrajo a nuestros pobres de la
tierra y los puso frente a una máquina; devenir que separó a
nuestros hijos de sus padres y les diseñó un espacio particular
para recibir la formación, a puertas cerradas. Pero la burguesía no
sólo hizo eso, a través, de colegios, sino también se valió de
hospitales y cárceles. En fin, una sociedad nueva -la capitalista-,
trajo una educación para ella, para reproducirla y validarla. Todos
sus valores son enseñados universalmente, así por ejemplo, los
niños compiten en las aulas, leen un libro para obtener una nota,
hay una utilidad que reporta su lectura y no precisamente,
por placer.
En
el caso chileno, y en general, el de las sociedades latinoamericanas,
las sociedades republicanas, postindependencia, tuvieron la misión
de fundar una nueva nación. Con ella, avanzar a un particular
progreso y crecimiento -capitalista-. Había que asentar una sociedad
que funcionara en su conjunto, para beneficiar a la burguesía
criolla, y que alejara a los trabajadores de la Pachamama, para ser
educados al alero de la dicotómica Civilización y
Barbarie, sarmentiana.
Este
proceso fundacional de la nueva nación bajo el diseño bellista,
impuso nuevas reglas para hablar, pensar y escribir, nuevas
relaciones sociales reguladas por la ley civil, propició también,
una formación diferenciada. Una para las clases dominantes, que
debían pasar por las universidades y obtener los títulos
de abogados, ingenieros, médicos, muy distinta
de los obreros, mineros, peones, que seguían preparándose
para cumplir su cometido histórico de
sobrevivencia. Posteriormente, el capitalismo
–desarrollista-, requirió la formación de los recursos humanos
indispensables para lograr la industrialización, aumentado la
cobertura educacional, por supuesto, se masificó la educación
técnica, y la avanzada universitaria de profesionales, sirvió para
la investigación de apoyo.
En
todo este período, el Estado fue docente, dado que su participación
debía desplegarla como un buen administrador de estos procesos.
La sociedad docente que vino después, será
aún peor:
b- La
educación: producción de plusvalía.
Con
las dictaduras militares, no sólo se eliminaron los peligrosos y
terroristas, avalado con políticas públicas aniquiladoras; sino
además, la educación pasó a manos privadas. Pero a diferencia de
la historia anterior, ya no sólo cumpliría el encargo de formar,
educar, para actuar y participar en las sociedades de
clase, sino que ahora, nos cosificaría en su interior como
mercancías.
Todo
pasó a ser –descarnadamente- una mercancía, la salud humana, el
agua, la vida, las pensiones y la educación. Es decir, el
estudiante, de ser un futuro trabajador, pasó a convertirse en una
mercancía; lo que implica que, en el proceso de su
producción, se extrae plusvalía.
En
este contexto, la educación, ella misma se transformó en un
lugar de producción de mercancías. Pues anteriormente, de
manera más sutil, nos formaban para trabajar e incorporar
valor y producir mercancías, lo que acontecía después
de salir del ámbito educativo. Ahora, de manera violenta, se produce
la plusvalía en la actividad misma de estudiar; y en
consecuencia, para los dueños de los medios de producción
involucrados, la educación en su conjunto, es un pretexto para la
ganancia. Que de ello resulte algo interesante ¡bien!, recordemos
que las mercancías necesitan acreditarse en el mercado.
En
la lógica-productiva financiera del capitalismo mundial, el avance
hacia la cobertura y gratuidad en tanto discurso compartido con
muchos burgueses, tienen que ver, no sólo con mejorar la mano de
obra, sino también, con cumplir con las exigencias de la
acreditación que exige la comunidad económica internacional (sucede
igual con las normas ambientales y laborales). De otra manera, Chile
no puede negociar. El negocio debe ser competitivo y cumplir con las
reglas del mercado.
Todo
lo que sucede en el ámbito educativo, es en última instancia, una
gama enorme de rubros y negocios adjuntos. Los profesores incorporan
valor en sus estudiantes, proceso no remunerado; producen
artículos, investigaciones, incorporan valor a los procesos
históricos, naturales, físicos, químicos, y no son retribuidos por
su trabajo, sólo se pagan salarios, como dice Marx, por
el desgaste, en este caso, de sus neuronas y los músculos que mueven
las manos y la vista. Corren la misma suerte, los cursos de
capacitación, libros, carreras de pregrado, los post títulos,
etcétera; y todos los negocios pululantes a los que se les da
oportunidades, como la construcción, acreditaciones, seguridad,
lavanderías, entre otros.
En
última instancia, la fórmula de Marx dinero –mercancía
–dinero acumulado, se explica con la producción de
plusvalía producida en el proceso de “producir la mercancía
educación”; en consecuencia, no es sólo la gratuidad o
el lucro, en un sentido banal, de lo que se trata, en tanto ámbito
productivo, es de socializar los medios de
producción, también, los de laeducación.
UN
PUNTO DE INFLEXIÓN: EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DEBE HACER UNA MIRADA
ESTRATÉGICA:
Hay
un diálogo imposible de dar en una sociedad, que no lo considera
válido. Si hablamos fuerte, producimos desórdenes y violencia; y
cuando nos controlan y callan, hay paz y gobernabilidad.
En
la desesperación por ser escuchados en la lógica de una democracia
burguesa, pasa lo siguiente
Nosotros: pedimos
una nueva educación, de calidad, con todas las imprecisiones que
ello significa (porque podría ser una educación de calidad para
mejorar los procesos productivos y no para revolucionarlos), se pide
gratuidad (para ser explotado), se pide igualdad, en una base social
contradictoria y desigual. Pero de todas formas, estas
reivindicaciones, se realizan desde y para el imaginario de una
sociedad ideal,
utópica platónica. Se
quiere unaeducación
ideal, para
una sociedad real.
Ellos: quieren
mejorar la ganancia, apuestan a la producción de una plusvalía
absoluta – aumentan las jornadas-, se incentiva el ingreso temprano
de niños al sistema educativo, y de paso, liberan las fuerzas
productivas de las madres; más calidad y nuevos negocios
se crean para velar por ello...
La
forma de dialogar nuestra, termina con gritos desmoralizados en la
calle; sin embargo, ellos, no los escuchan. Somos tan sólo su
pretexto de ganancia, tal como lo es el agua, o las semillas, que de
ser vida, pasan a ser una cosa que reporta ganancia, al igual que los
enfermos, los viejos... Pedirle peras al olmo, es un buen dicho
popular, más sabio que mil consignas!.
La
crisis está en la sobreproducción, en la apropiación privada de
una historia social y natural; en fuerzas productivas
frenadas por las relaciones sociales que se benefician de ellas.[1]
Una
educación no nos hará libres, ni cambiará la sociedad, ni
propiciará la utópica movilidad social. Esa es la real crisis del
movimiento estudiantil, la ilusa reivindicación, y en el mejor de
los casos, una conciencia de clase espontanea no asumida, tan vieja
como muchas de las enseñanzas del movimiento popular. Asumamos la
necesidad de saltos cualitativos. Definitivamente, debemos
recuperarnos como clase, sólo desde ahí, se
puede avanzar estratégicamente.
La
educación, desde una mirada de clase, necesariamente, debe apuntar a
transformar una sociedad clasista, sólo ahí terminará la
apropiación privada de nosotros y de nuestra educación.
Una
educación liberada debe estar al servicio de la
vida y no para su destrucción; debe formar seres humanos para
desarrollar a las fuerzas productivas y no a las actuales
destructivas. Una educación de calidad, no consiste en mejorar la
clase de historia o de matemáticas. Hablamos de una verdadera
calidad!, de una que nos recupere como seres humanos-no
humanos, no queremos menos.
Para
ello, debemos transformar al conjunto de las relaciones sociales,
pues hoy nos están arriesgando como humanidad.
Y
ahí, solo ahí!, en esa sociedad que conseguiremos luchando, el
cambio de la educación, sólo será un trámite hermoso…
TAELI GOMEZ FRANCISCO
Académica de la Universidad de Atacama, (taeli@unete.com)
Doctorante de Filosofía Universidad de La Habana, Cuba
Académica de la Universidad de Atacama, (taeli@unete.com)
Doctorante de Filosofía Universidad de La Habana, Cuba
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