Al
compañero Mauricio Castaldo
Editor
de la página del Foro Artiguista Entrerriano:
Agradezco
este mensaje gremial y saludo, a vuelta de correo, a todos los
colegas que con enorme esfuerzo y sin reconocimientos cumplen su
oficio de modo honrado, estudiando, seleccionando los temas con
responsabilidad, buscando los resquicios para dar a conocer lo que el
poder político o económico, político - económico, desean ocultar
por todos los medios.
Verán
que me inclino ante los amigos de la JAPL, la Junta Americana, y me
extiendo a otros colegas.
Los
periodistas debemos hacernos un lugar para la reflexión, el
conocimiento, el estudio, para dejar que los conocimientos afloren
sin presiones, y lo digo porque vivimos muy apretados por las
circunstancias, bajo estructuras mafiosas, y también apretados por
los cierres, por el apuro, y así solemos ofrecer cositas ni siquiera
corregidas, y a veces tan ligeras que sería preferible callar. No lo
negaré.
Y
bueno, en esta observación está nuestro derecho a trabajar no sólo
con todas las de la ley sino además con una serenidad de base,
cuando de periodismo de interpretación y explicación se trata.
Hay
numerosas orientaciones en este bello oficio. En cada rubro se
encuentran personas con dignidad.
Deseo
detenerme hoy en la que le hace cosquillas al poder económico, al
poder político, al poder corporativo, que muchas veces son un solo
poder en connivencia aunque parezcan incluso enemistados. Todo por
arribita nomás, ya sabemos.
Saludo
entonces en este día a los colegas de los pueblos pequeños que
deben hacer malabares para ejercer el oficio y seguir viviendo allí,
y que aprovechan las rendijas que se le escapan al poder económico y
político corrupto al mango, las aprovechan para sostenerse en la
dignidad, comprometidos con la búsqueda de la verdad y seguros de
que la libertad no se negocia. Por trillado que aparezca, compañeros,
es así, no se negocia.
Quizá
no sean mayoría, no importa, están allí y muchas veces no se
dimensionan ni se consideran las tensiones internas de cada cual. Por
eso no opinamos de cada cual, porque en el fondo no sabemos cuánto
lucha cada uno por la dignidad, y suponemos que son más de los que
imaginamos los que dan su batalla íntima en cada jornada.
Y
los saludamos porque sabemos de esos esfuerzos, mientras algunos con
pretensión de “representantes” buscan el modo de congraciarse
con el poder en este Día, con el poder mafioso, aplaudiendo
leyecitas que son como aspirinas ante el cáncer, engañapichanga,
tratando de sonreírle a un poder que nos ataca por todos los
flancos.
¿A
quién representan más que a los funcionarios de turno, o al poder
oligarca enquistado en los grandes medios de alcance?
Jamás
el periodismo puede ser representado por chupamedias del poder de
turno, ni lo piensen, no pierdan tiempo.
Los
engranajes del régimen falaz no son más que eso. Y los periodistas
que cada día se levantan pensando cuántas presiones deberán
soportar en la jornada de trabajo, tienen que soportar también que
pretendidos “representantes” les bajen línea, les digan que
tienen que estar agradecidos, en síntesis: nos tomen el pelo.
Con
amigos así...
Saludo
a los que tienen actitud, a los que luchan por los caminos de la
independencia, a los que se saben cruzados por los valores en cada
noticia, cada nota, cada título, cada párrafo; a los que quizá no
puedan decir algo hoy pero le pasarán el dato al amigo, o buscarán
otro medio donde desarrollar su trabajo; a los que no se resignan a
callarse la boca ante la podredumbre de presidentes, vicepresidentes,
ministros, titulares de corporaciones, ultra corruptos y ultra
ricachones, que roban por todas las vías a su alcance y, como
práctica habitual, cuando se enfrentan con vecinos que los
denuncian, buscan destruir lo poco que queda de justicia, de
república, para poner las instituciones a su servicio, al servicio
de la impunidad. Eso en la Argentina y en Entre Ríos por igual.
Los
saludo porque en esa resistencia diaria pierden dinero, pierden
tiempo, pierden posibilidades de “ascenso”, y muchas veces son
incomprendidos. (Nada los iguala más a los antiguos pueblos del
AbyaYala y a su digna pobreza).
¡Salud,
compañeros periodistas de la Junta Americana! ¡Salud, periodistas
de Santa Elena, de Concordia, de Ibicuy, de Villaguay! ¡Salud,
periodistas de Paraná, de Concepción, de Gualeguaychú, de Larroque
mi pueblo, de María Grande, de Colonia Avellaneda, de Chajarí, de
Federal, de cada pueblo nuestro y se me escapan doscientos! ¡Salud
los que resisten de una punta a la otra de este territorio
maravilloso!
Está
el robo personal, el robo para el partido, el soborno en la relación
promiscua con las grandes multinacionales del dinero, de la minería,
del petróleo, de las exportaciones, del comercio minorista a escala,
de la industria de ensamblaje; el robo con la patria contratista,
robo impresionante por estos pagos; todo ello en la Argentina y en
Entre Ríos, a un punto que da asco, y quedan periodistas con
preparación integral para conocer y denunciar este estado de cosas
que es calamitoso, y del que se valen los grupos de poder para hacer
de nuestro territorio una cancha de negocios sucios a gran escala,
mientras se hacina a las familias o se las expulsa.
Entre
Ríos, patria del destierro, de los pueblos fantasmas, país de las
taperas, del trabajo precario, hoy país arrodillado ante el poder
central metropolitano ultra corrupto a todas luces, corrupto y
soberbio, ricachón y gritón, y arrodillado ante los pooles de la
especulación que se pasean como Pancho por su casa porque son jefes
del poder político, es decir: los “gobernantes” son sus
felpudos.
Los
periodistas nos encontramos con la altísima responsabilidad de
conocer el estado de cosas, de saber del grado de sumisión del
capitalismo entrerriano que agobia a las familias hasta expulsarlas.
¡Qué alto compromiso nos depara el oficio!
Saludo
a todos esos colegas que no se arrodillan, que ven los modos de
dársela al poder oligarca, banquero, terrateniente, darle el
hondazo, tarde o temprano, sea a la oligarquía enquistada en el
gobierno (bajo camuflajes diversos, ayer y hoy) como en las
corporaciones y los trust y las sociedades anónimas que son los
titiriteros de estos títeres llamados ministros, gobernadores,
secretarios.
Saludo
a las chicas y los muchachos de las FM, las revistas, las
cooperativas, las páginas digitales, me inclino ante los que se
plantan aunque quizá nadie los considere, nadie los aplauda ni los
tenga en cuenta en las bancas de las pretendidas academias de
periodismo.
Compañeros,
no están solos. Esa soledad aparente es un resguardo de una unidad
profunda que no necesitamos que se exprese a diario pero está, la
sentimos en el corazón.
Saludo
a los jóvenes y no tan jóvenes de algunos espacios en los diarios
de gran alcance o los chicos, en la televisión, todos con enorme
sentido de la responsabilidad. Saludo a los viejos que están sin
trabajo porque no tranzaron, me saco el sombrero señoras, señores.
Ellos cuando dicen Walsh no se cagan en Walsh. No manosean a los
maestros.
Los
saludo, y a la vez los invito a no esperar reconocimientos sino
desprecios en sectores de poder; cuando haya algún reconocimiento
desde esos sectores hay que estar atentos porque por ahora no hay
visos de arrepentimientos o cambios, de modo que nada tenemos que
esperar ni aceptar de ellos.
No
nos engañemos: cuando llega la hora, el poder busca a los que saben
sobar las patas.
Saludo
con orgullo a los colegas que estudian, a esas chicas y a esos
muchachos que si tienen que leerse dos libros para una sola columna
lo leen, si tienen que buscar cinco testimonios los buscan; saludo a
los que se están formando en la calle o en la universidad y lo hacen
con el corazón, sabiendo la altísima responsabilidad que les
espera, pero además con humildad, conscientes de los límites de su
oficio, de manera que serán respetuosos luego a la hora de dar
espacios a los que han pensado, estudiado, a los que han hecho un
camino, personas a las que recurriremos solos, sin que la fama y el
ruido nos llame, sin que las chapas nos encandilen.
Saludo
a los que siguen los temas, no aceptan desvíos o cajoneos, a los que
cambian sus agendas para dar espacio a otros, a los que no se limitan
a una estrecha agenda y están dispuestos a abrirse incluso a
aquellos que no les caen simpáticos, los saludo. Y saludo a
los que jamás firmarían una columna a favor del poder que traiciona
todos los principios históricos que son valores irrenunciables de
los entrerrianos.
El
periodismo entrerriano no nació para chupar las medias al poder, sea
el poder expresado en los grupos económicos como el poder enquistado
en los gobiernos amigos de las expresiones más denigrantes del
neocolonialismo, y es el caso del gobierno actual.
(Ya
lo dijo el poeta: al falluto no lo cuento porque ese no es
entrerriano).
Esa
colonialidad de los de arriba se expresa en su casamiento con los
brazos del imperialismo, en la permanente denigración de valores
regionales maravillosos, de tradiciones genuinas, en el vaciamiento
de ámbitos de la cultura, en la rotura de lazos hondos de unidad,
todo muy propio de poderes organizados para aplastar las culturas,
para trabar los caminos naturales de la relación del hombre en su
entorno y de los pueblos con los pueblos, es decir, organizaciones
mafiosas que siembran división, ignorancia, atomización, para
convertirse en imprescindibles y desde entonces hacer lo que mejor
hacen: aumentar sus fortunas.
No
nacimos para avalar dictaduras (que lo diga Wenner), ni democracias
truchas (plutocracias) donde los temas importantes jamás se
consultan, donde las asambleas son desalentadas, y en las que
predomina el interés de los grupos de poder. Por eso no nacimos para
lavar a Clarín ni nacimos para ponerle el hombro a los Menem, a los
De la Rúa, a los Kirchner, todos peones de las multinacionales
pagados por nosotros, con los impuestos aplicados por una raza de
ricos al pobrerío a la hora de comprar un kilo de arroz, increíble
injusticia sostenida con uñas y dientes por la oligarquía en el
gobierno; peones de las corporaciones como sus seguidores locales,
todos responsables principales del estrago que están haciendo en
nuestro territorio, en la biodiversidad, en la salud, en el trabajo,
en la sociedad, en las expectativas.
Y
si más o menos estamos avispados, no entraremos en paralogismos: no
creemos que el enemigo de nuestro enemigo sea nuestro amigo, de
ningún modo, pero además sabemos que entre ellos son “enemigos”
de corto aliento, y con una unidad de fondo en el capitalismo
extractivo colonial que les junta la cabeza a ellos y que atropella a
nuestros pueblos.
Agradecido,
pues, por el saludo que me envían por el Día del Periodista, he
querido retribuir con un gesto similar.
Basta
de farsa, basta de presentar como “potable” a la oligarquía
aliada a Monsanto, a Walmart, a la Barrick y a otras diez
multinacionales, basta de lavar a esa porquería. Los periodistas no
nos tragamos el verso, el doble discurso es para los giles no para
los que abrazamos este oficio con responsabilidad.
Si
una profesión debe denunciar el doble discurso, el atropello, la
propaganda engañosa pagada con plata del pueblo (vicio insoportable
del actual gobierno farsante y de otros grupos mafiosos); si un
oficio debe denunciar las arbitrariedades del poder político, toda
esta inmundicia, la compra de medios masivos por particulares del
gobierno que le roban la plata al pueblo pero ponen las escrituras a
nombre propio; si un oficio debe denunciar los aprietes, el manejo
arbitrario con la pauta oficial que es moneda corriente en este país
y en esta provincia (y eso también es corrupción); si alguien debe
acompañar toda lucha necesaria contra la concentración de la
propiedad de los medios, contra todo tipo de injerencia del poder
corrupto en los medios, esos somos los periodistas.
Saludo
a todos, entonces, con la expectativa de saber que vamos logrando
tomar conciencia de que los chupamedias de Clarín, los chupamedias
de Menem, los chupamedias de los Kirchner, los chupamedias de la
Sociedad Rural, los chupamedias de la UIA, están en las antípodas
de nuestros principios. Que los chupamedias de Página 12, los
chupamedias de La Nación, los chupamedias de las multinacionales y
los bancos que promocionan en sus medios (es decir, que los bancan),
los chupamedias de los cien corruptos a toda prueba que están
asolando al país, no tienen cabida en este Día del Periodista, son
los que atacan a diario los derechos del pueblo a informarse, a
enterarse por múltiples vías, a preguntar y encontrar respuestas
cuando de temas comunes se trata.
Los
que llevan la genuflexión en su ADN, son vomitados por la tradición
honrada del periodismo entrerriano que supo hacer frente a las peores
calamidades, como por ejemplo a la guerra de la oligaquía y el
imperialismo al Paraguay, y el periodismo que entregó la vida en
tiempos violentos.
Si
hubo periodistas que dieron su esfuerzo, su tiempo, su vida en la
lucha por la verdad, contra los atropellos en los peores momentos del
país, nosotros somos sus herederos y no vamos a convertirnos en
permeables y elásticos frente a las arbitrariedades tan en boga. No
tenemos derecho.
Por
supuesto, los que se opusieron al poder corrupto, oligarca, querendón
con la diplomacia del imperio, fueron históricamente denostados por
el establishment, sepultados por los cagatintas del poder. Fueron
agraviados, se ganaron todos los motes negativos habidos y por haber.
Ese
es el destino de los que se le animan al poder, pero no son pocos los
entrerrianos, las mujeres y los hombres, que desde el periodismo
(como desde otros oficios) se cagan en los maltratos y las calumnias
y siguen con la cabeza en alto. Entrerrianos nativos o adoptados, lo
mismo. Hacen lo que deben hacer, así de sencillo, sin esperar
aplausos.
Están
en medios alternativos, buscan las rendijas en todos lados, pocas
veces reciben un Feliz Día aunque el oficio del periodismo les lleve
horas y horas de trabajo mal pago, muchas veces en forma gratuita,
por amor a la verdad.
Los
hay que han dado su vida entera para denunciar a los responsables de
los principales hechos de corrupción, sea en la política, la
economía, los profesionales, la justicia, la iglesia, y han abierto
espacios para interpretar y señalar el sistema opresor.
Sabemos
de periodistas de primera que ni siquiera son reconocidos como tales,
¡y hay cada farsante con máscara!
No
pocos hacen esfuerzos también para, en el lugar que están, a veces
con algún cargo, abrir rendijas, dejar que entre aire, y ese es un
valor también. No es justo meter a todos en la misma bolsa, en este
día debemos exprimir nuestra capacidad de discernimiento y saludar
esos gestos que dan un lugarcito para que luego cada cual haga su
esfuerzo o desarrolle su talento, lo aproveche.
Saludo
a los que sí pueden saludar con orgullo paisano a sus hijos, a sus
amigos, en este Día del Periodista. Los demás se ocuparán de
escribir parrafitos lisonjeros que, antes de difundir, pasarán por
sus jefes de los grandes grupos y las corporaciones para el visto
bueno, o serán colados por sus jefes del gobierno, allí donde
medran. Y siempre tendrán alguna seña al poder, alguna venia. Lo
que significa, lisa y llanamente, cagarse en el periodismo.
Así
están las cosas, no es una guerra, los periodistas están haciendo
lo suyo y no están solos. Están tratando de ejercer el periodismo
en condiciones malas y empeorando, pero son porfiados, no los barrerá
el primer vientito, y menos los barrerán esos que llegan al poder y
se creen allí dueños y señores. ¡Estúpidos! ¿Cuánto les va a
durar el copete alzado?
Los
difusores del poder de turno y de los grupos concentrados (es decir,
del mismo capital colonialista), esos cagatintas buscan esconderse, y
para eso se colocan caretas de periodistas, para lucrar con el
esfuerzo ajeno, para libar de un prestigio que el oficio da pero que
ellos carcomen cada día desde su parasitismo.
¡Salud,
salud en este Día a los periodistas con la frente en alto!
En
este Día del Periodista, cómanles el sanguchito, tómenles el vino,
y rindan homenaje silencioso a José Hernández, a Olegario Andrade,
a Evaristo Carriego, a los que dieron todo para denunciar el
genocidio al Paraguay. Silencioso homenaje a Alberto Larroque, Alejo
Peyret, Rodolfo Walsh, Atahualpa Yupanqui, Salvadora Medina Onrubia,
Fermín Chávez, Beatriz Bosch, Ángel Borda; a Marcelino Román,
Amaro Villanueva, Alberto Gerchunoff, Antonio Ciapuscio, María
Esther de Miguel; a Tito Paoletti (nos llegan las mentas a través de
Alfieri), a Juan Balsechi y Tilo Wenner que no eran mancos para
atacar al sistema y estoy citando de memoria, cuántos se nos
escapan, claro, pero con estos antecedentes, y la base de siglos de
resistencia de nuestros hermanos a la invasión, ¿cómo callar los
atropellos de hoy?
Si
fueron periodistas varios de los mártires que recordamos cada
Primero de Mayo en el Día del Trabajador, ¿cómo ejercer este digno
oficio si no es con dignidad? ¿Cómo ejercerlo, si no es
colocándonos en nuestro sitio de trabajadores, lejos de contubernios
políticos y empresarios de allá arriba, enemigos declarados de los
trabajadores?
Un
periodista entrerriano tiene que arraigar en los miles de año de
historia de este pueblo que no se rinde, que no tranza, y por eso
debe ser muy mal visto por los sectores de poder alineados al
colonialismo. No hay vueltas. No hay formas de estar con el capital
financiero usurero, con las multinacionales y sus gobiernos aliados,
y ejercer el periodismo. O una cosa o la otra.
Un
periodista debe saber que está en una tierra arrasada por el
capitalismo colonial extractivo y que los daños se muestran en
pequeñas cosas, en el barrio, en el campo, en una oficina, en grupos
de gente “bien”… el periodista siempre debe encontrar una
rendija por donde denunciar esta estructura perversa, en lo más
grande, en lo pequeño, sin perder de vista la dimensión grave del
contexto; es decir, denunciar un sistema que lleva ya varios siglos y
que hoy, a pesar de los discursitos de ocasión, se consolida y
profundiza.
Periodista
que negocia con Monsanto, con Walmart, con las multinacionales,
directa o indirectamente, que negocia con los usureros y sus amigos
(en gremios, en el poder estatal, etc), no está haciendo otra cosa
que medrar con el prestigio ajeno. Es decir, no es periodista. Obvio.
Y
bien, ¡salud, compañeros ignorados, compañeros empobrecidos en lo
económico y enriquecidos en la dignidad!
Los
saludo agradecido, por la compañía. Y agradecido también con los
miles y miles que nos alientan, que no ignoran sus derechos a la
información y reconocen el trabajo genuino y sincero, aún con
errores pero honesto, e incluso con talento a veces. Y agradecido con
los profesores y maestros que tantas veces, rompiendo con la
burocracia y la desidia, nos abren el panorama, sea en la
universidad, sea en la redacción, sea en reuniones de amigos. Hoy
debemos decirles que ninguno de sus hondos mensajes cae en saco roto.
Por
las dudas aclaro que no represento a nadie. Sólo levanto un mate
amargo por la gran rueda de mate que nos expresa, aún a la
distancia, y en la que decimos y diremos nuestros silencios, en esta
hora de tanto ruido, hora de los farsantes.
Nuestros
silencios, compañeros, silencios que nos llevan primero a los hijos
de los periodistas desocupados a veces, atormentados otras veces por
cumplir con un oficio y alumbrarnos en eso un sendero.
Cuando
veamos desde la distancia estos esfuerzos podremos saludarnos, con la
certeza de haber cumplido con un deber, nada más, y que la tierra
nos trague.
Tirso
Fiorotto
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