La crisis económica en la que nos encontramos inmersos carece de precedentes en la historia del capitalismo contemporáneo.
De entrada, existen rasgos de carácter cuantitativo que marcan una diferencia sustantiva con otras crisis anteriores. Entre ellos podrían destacarse la virulencia con la que ha sacudido a la economía mundial y, especialmente, al selecto grupo de economías desarrolladas; la magnitud de las turbulencias que han hecho tambalearse a los mercados financieros internacionales provocando pérdidas de riqueza financiera de incalculable valor; el efecto encadenado que ha afectado a casi todos los mercados de productos financieros internacionales sin que se sepa aún cuando tocará fondo ni si dejará alguno de ellos sin afectar; o la rapidez con la que esas turbulencias se han trasladado hacia la economía real incidiendo de forma desproporcionada en el empleo y sin que se perciban perspectivas ciertas de recuperación de éste a corto y medio plazo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario