Es una opción, seguramente con más probabilidad de ser concretada. El “arreglo de veredas”, la cosmética y lo superficial, el cambiar algo para que nada cambie, es tan viejo como el mundo. No hay nada novedoso en esas palabras. Quizás, para algunos desprevenidos, o muchos, lo novedoso es que lo diga Mujica. Que lo viene repitiendo pero no se escucha o no se quiere escuchar.
El mensaje es claro, no admite segundas lecturas.
Hasta Quino con su Mafalda decía “apurémonos a cambiar el mundo antes que el mundo nos cambie a nosotros”.
Los años de cárcel también cumplen su cometido: dejar en carne viva y marcar a fuego la imposibilidad del cambio, utilices el método que utilices. Podés arreglar lo hecho, mejorarlo, hasta darle un rostro humanizado, pero ni se te ocurra cambiarlo, no se puede.
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