lunes, 29 de diciembre de 2008

Revolución Cubana: 50 años de victorias, resistencia y dignidad

"Del Che nunca se podrá hablar en pasado" Fidel Castro Ruz


Revolución Cubana
50 años
de victorias, resistencia y dignidad
En menos de 28 meses cambió el modo de vida del pueblo Desde 1994 se inició una fase de recuperación económica

GERMÁN SÁNCHEZ OTERO*
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Caracas, Domingo 28 de Diciembre de 2008
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Cuba fue la última colonia de España en América Latina en alcanzar la independencia formal (1902). Apenas 57 años después, el 1° de enero de 1959, emprendió un meteórico proceso de cambios que le permitió dar el salto hacia el inicio de un rumbo socialista original. ¿Paradoja o destino histórico? La primera guerra (1868-1878) duró 10 años de cruento bregar. José Martí concibió y organizó la que él llamó "guerra justa y necesaria" (1895-98), con un propósito histórico descomunal: impedir con la independencia de Cuba que Estados Unidos extendiera su dominio en América Latina y el Caribe e iniciar así las luchas por la segunda y definitiva independencia de esas naciones.

Aunque Martí murió en combate muy pronto (mayo de 1895), el pueblo en armas logró vencer a la metrópoli, que en 1898 estaba exhausta. Fue entonces cuando el naciente imperialismo norteamericano intervino en la guerra, usurpó las principales riquezas de la isla y le impuso un modelo de dominación neocolonial inédito en el mundo. Las ideas egoístas del capitalismo, el horror al socialismo y el llamado modo de vida americano fueron inculcadas a la población. Pero en el seno de la nación hubo resistencias y surgieron nuevos líderes. La revolución de 1933 (frustrada) mostró el potente sesgo de liberación nacional y social del proceso histórico cubano.

El 26 de julio de 1953, Fidel Castro encabezó un movimiento revolucionario que se propuso hacer realidad el ideario de Martí. Fue el estallido de decoro y lucidez que se requería para iniciar la revolución. En el Moncada surgió la estrategia acertada de combate, el programa de cambios, la dirigencia y el líder excepcional: fue como un motor pequeño, muy poderoso, que impulsó al pueblo.

Cinco años, cinco meses y cinco días después, el ejército de la dictadura fue derrotado. Fidel y Raúl con sus tropas guerrilleras tomaban Santiago de Cuba, mientras el Che y Camilo entraban a La Habana con sus heroicas columnas invasoras. El pueblo esta vez inició la revolución y no se detuvo hasta coronarla.

Estos primeros cincuenta años nos entregaron un ramo multicolor de aciertos, emociones y conquistas humanas proverbiales, junto a las espinas del sacrificio necesario y luminoso. Ninguna revolución en el planeta generó tantos cambios esenciales en el modo de vida de un pueblo en tiempo tan breve: menos de 28 meses. Entre el 1° de enero de 1959 y los días 16 y 19 de abril de 1961 -fechas emblemáticas del triunfo insurreccional, de la proclamación del carácter socialista de la revolución y de la primera derrota militar de Estados Unidos en la región-, ocurrieron mutaciones que iniciaron una nueva etapa de la historia cubana y de todo el continente.

Durante 1959 se disuelve el ejército represor y criminal, sustituyéndose por el victorioso Ejército Rebelde. Fueron erradicadas la malversación de fondos públicos y las prebendas. Una ley rebaja el 50% de los alquileres de viviendas. Y, en mayo de ese año, se dicta la primera Ley de Reforma Agraria, que enfrenta a la revolución con los intereses de la oligarquía apátrida y del gobierno imperialista del Norte y sus grandes empresas, propietarias de las mejores tierras del país.

Estados Unidos comenzó una escalada para derrotar a la revolución en un plazo inmediato. Dejó de vender y comprar a Cuba todo tipo de productos. Realizaron acciones de sabotaje y terrorismo contra instalaciones económicas, organizaron decenas de planes para asesinar a Fidel y otros líderes. Lanzaron el zarpazo armado por playa Girón. Buscaron aislarnos del mundo y lograron que la mayoría de los gobiernos latinoamericanos rompieran relaciones con Cuba y se sumaran a la agresión. Todo les resultó inútil.

A cada golpe del imperio, la revolución respondió con decisiones sagaces, valientes y de profunda reivindicació n nacional y social. En aquella encrucijada nuestro pueblo no tenía otra opción que avanzar para terminar de una vez con el pasado ominoso: ¡el futuro había llegado! Entre agosto y octubre de 1960, el gobierno revolucionario nacionaliza la banca y todas las empresas extranjeras y cubanas que se habían sumado a la conspiración de la administració n gringa. Las mayorías humildes y buena parte de los sectores medios, fueron los protagonistas de esa osadía sin precedentes en el hemisferio. En apenas 22 meses la muchedumbre insubordinada comprendió por qué Martí calificó al vecino norteño como "el monstruo revuelto y brutal que nos desprecia".







En apenas 22 meses la muchedumbre insubordinada comprendió por qué Martí calificó al vecino norteño como "el monstruo revuelto y brutal que nos desprecia".

El pueblo se armó de fusiles y de ideas.

Y se unió en un haz de combativas organizaciones de masas que abarcaron a toda la sociedad civil. Surgió un partido unido, conductor de la revolución, formado por los ciudadanos más destacados y comprometidos.

Vinieron jornadas y logros memorables: erradicación del analfabetismo; salud y educación gratuitas y de alta calidad para todos; cese del racismo, la prostitución y la discriminació n de la mujer; desaparece el desempleo; organización y planificación de la economía con métodos y principios socialistas; 85% de las familias se convierten en dueñas de sus viviendas; la cultura y el deporte se masifican y alcanzan niveles de excelencia; uno de cada diez científicos latinoamericanos es cubano y desarrollan importantes hallazgos; desaparecen los mendigos y los barrios marginales; el sector agropecuario se moderniza y desarrolla; la industrializació n, la infraestructura vial y
el transporte público exhiben avances inéditos... Me detengo, porque habría que sumar muchas páginas y cifras a esta lista.

También hubo errores y rectificaciones. Se enfrentaron desviaciones sectarias y burocráticas, anhelos idealistas de quemar etapas en la transición socialista e influencias negativas del fracasado "socialismo real" originado en la ex Unión Soviética. Esos y otros desatinos nunca tuvieron un alcance estratégico. Al tomarse conciencia de ellos fueron expuestos a la opinión pública, en especial por Fidel, encarándose sin afectar la unidad de los revolucionarios con el consenso del pueblo y su decisiva participación.

Cuando estábamos en el apogeo de un proceso de rectificación de errores entre 1986 y 1991, que buscaba sacudir las nocivas influencias que se copiaron del modelo socialista foráneo en crisis, aconteció la desintegració n de los países seudosocialistas del Este europeo y de la Unión Soviética. Una interrogante surgió en el mundo: ¿Podría Cuba sobrevivir sin ellos? Comenzó así la peor crisis de la economía cubana en el siglo pasado. El PIB cayó 34% y todo escaseó menos las reservas morales, el ímpetu y la creatividad de nuestra gente.

Los ideales patrios y el sentido histórico bolivariano y martiano de la revolución se convirtieron en fuentes motivadoras de la resistencia y la unión nacional a cualquier precio: la llama del socialismo y de la liberación no podía extinguirse en el planeta.

Estados Unidos pensó que había llegado el momento del jaque mate a Cuba. Llevó a extremos insospechados el bloqueo económico y el cerco diplomático, las agresiones de su propaganda mentirosa, y el apoyo a grupúsculos mercenarios internos.

Las irreductibles posiciones de Cuba despertaron más admiración y solidaridad en el orbe. Nuestro pueblo, de raigal vocación internacionalista, recibió el aliento universal a sus luchas. Venezuela, como siempre, se puso al frente y en 1998, con el triunfo del presidente Hugo Chávez y el despegue de la Revolución Bolivariana recibimos un formidable estímulo para seguir en el combate.

El camino por el que optó Cuba ante la crisis de los noventa fue una ruta inédita.

Adoptó la estrategia de preservar el socialismo con un sesgo aún más cubano, introduciéndole reformas y cambios diversos, sin apresuramientos, en orden y acordes con las nuevas realidades del mundo en las cuales debíamos reinsertarnos. Nadie quedó desamparado y desde 1994 el país inició una fase de recuperación económica y social muy difícil pero sostenida. La expectativa de vida ya alcanza 77,5 años y la mortalidad infantil es menor a los 6 por mil nacidos vivos.

Nuestro pueblo tiene muchas razones para sentirse feliz en este 50° aniversario y seguro en su esperanza sobre el futuro. No es Cuba la que está aislada y derrotada, sino la política inhumana y anacrónica de Estados Unidos. Hoy es más luminosa la nación digna, culta, rebelde, libre, educada, sana, justa e independiente, que nuestra gente ha logrado tejer con los hilos de acero y amor aportados por sus hijos más fieros y tiernos. Y entre ellos resplandece Fidel, síntesis insuperable de las virtudes de todas las generaciones de la patria.

*Embajador de Cuba en Venezuela
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