domingo, 25 de julio de 2010

(La defensa de nuestra tierra) Urgente: detener el despojo

Mario Alarcón Muñiz


La tierra constituye el mayor potencial productivo de nuestro país, sosteníamos el domingo pasado. Todos lo sabemos. También lo entendió hace dos meses el gobierno nacional al anunciar su plan agroalimentario y agroindustrial, cuya elaboración aún no comenzó. Resta completar ese buen proyecto con la defensa de la tierra, pues de seguir las cosas al ritmo de los últimos diez años, en poco tiempo quizá tengamos un plan, pero sin la tierra. Será ajena. Es decir extranjera. Lejos de las profecías tremendistas, esta es una lógica interpretación de las estadísticas, muchas de ellas oficiales. Indican que en forma paulatina empresas multinacionales o en su mayoría de capitales estadounidenses, ingleses, italianos, malayos y chilenos están apoderándose de la tierra de los argentinos.
De 170 millones de hectáreas productivas con que cuenta nuestro país, en la actualidad la propiedad foránea llega al 20 por ciento, vale decir 34 millones. Comparemos para interpretar mejor la magnitud de este despojo de la riqueza nacional: la superficie total de la mayor provincia argentina, Buenos Aires, es de 31 millones de hectáreas; las tres provincias mesopotámicas suman poco menos de 20 millones. Mayor claridad, si cabe: la propiedad extranjera de tierras en la Argentina equivale a más de cuatro veces la superficie de Entre Ríos.
De seguir así, a corto o mediano plazo no seremos dueños de nada. En 2002 la tenencia foránea de la tierra sumaba 7 millones de hectáreas. En sólo ocho años casi se ha quintuplicado al llegar a los 34 millones citados. Si este ritmo de ocupación persistiera, en 2020 no nos quedaría a los argentinos un metro cuadrado de suelo nuestro. No es un vaticinio apocalíptico, sino un simple cálculo matemático, pues para entonces habrán ocupado el total del área productiva (170 millones). Eso y algo más, pues compran todo: tierra, lagos, ríos, bosques, rutas, pueblos, minas o potenciales zonas de explotación minera y desde luego el subsuelo con sus codiciados reservorios de agua.


El Diario-25/7-Leer

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