domingo, 4 de marzo de 2012

El escenario: Agronegocios en Uruguay

Años 2003 al 2011. En apenas ocho años, la superficie dedicada a la soja transgénica pasó de 10.000 a más de 850.000 hectáreas

Para convertirse en el principal producto de exportación uruguayo, desplazando a la carne y la lana. La implantación y expansión del proyecto sojero ha sido la principal transformación que ha sufrido el Uruguay Productivo, ella revela el rumbo del proceso económico y social y, por consiguiente, el rol que cumplen los gobiernos progresistas que lo aplauden y estimulan.

La soja transgénica es el “agronegocio” de la MONSANTO y de otras corporaciones que controlan la producción agrícola mundial; también de los capitales financieros que especulan en la bolsa de Chicago con los precios a futuro de la oleaginosa; de la empresa naviera griega que controla el puerto de Nueva Palmira por donde sale el 88% de la soja, y de los “gerenciadores” argentinos que siembran el 60% de la soja producida en el Uruguay. Por rebote, sin mover un sólo dedo, los estancieros se enriquecieron al crecer el valor de la tierra y arrendar sus campos a precios que nunca imaginaron.

La proyecto de “sojización” del Uruguay no estaba en el programa del Frente Amplio, ni nunca fue una política reconocida por los gobiernos progresistas, no obstante lo cual se toman medidas claras para proteger la rentabilidad de los dueños del “agronegocio”. En primer lugar, se exoneran de impuestos las exportaciones de soja sin industrializar (el 95% de la cosechada), política económica que deja sin la necesaria protección estatal a la industria y a la mano de obra nacionales. En segundo lugar, porque los gobiernos progresistas protegen el desarrollo de los enclaves extranjeros establecidos al amparo de la Ley de Zonas Francas y de la Ley de Inversiones.

J.Zabalza - La Haine - Leer Completo


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