jueves, 25 de abril de 2013

BREVE HISTORIA DE LA EXPERIENCIA DEL PODER POPULAR CHILENO.


Un Primero de Mayo, hace ya 126 años, una Huelga General en Chicago, termina con una gran masacre en la que caen numerosos trabajadores y sus dirigentes luego de ser encarcelados son, en su mayor parte, condenados a muerte.
Desde entonces los trabajadores de todo el mundo rinden homenaje, cada año en esta fecha, a sus compañeros caídos conmemorando su combatividad y espíritu de lucha.
Como Colectivo Poder Popular queremos también rendir un homenaje a estos compañeros y a todos los trabajadores que siguen hoy su ejemplo luchando, hasta en los lugares mas apartados del mundo, por la liberación total de los trabajadores.
Y que mejor homenaje que el recuerdo de algunas de las luchas que han llevado a cabo los trabajadores desde hace ya más de un siglo en nuestro país. Luchas duras, heroicas, combativas. Luchas que no siempre lograron un triunfo inmediato, pero que si lograron siempre hacer crecer, madurar y hacerse mas fuerte a nuestra clase obrera.
Empecemos con lo que ocurrió en el gobierno de Pedro Montt, cuando el capital extranjero era el amo y señor en las provincias salitreras y la miseria de la clase trabajadora se hizo mas evidente  porque sus salarios fueron disminuidos a menos de la mitad por la baja del cambio de 18 a 8 peniques, cuando los accionistas en Inglaterra recibían suculentos dividendos, producto del salitre que llegaba a fertilizar las tierras de otros países mezclado no solo con el sudor, sino con la carne y la sangre del trabajador pampino, puesto que muchas veces caían obreros en el “cachucho” hirviendo a 115 grados y se fundían en una sola mezcla con el salitre.
En esta situación de espantosa explotación empieza un movimiento reivindicativo por mejores salarios, medidas de seguridad, escuelas, protección contra el despido arbitrario, etc. Después de largas tramitaciones, el 13 de diciembre de 1907 se hizo efectiva la huelga. Esta comenzó en la oficina Jazpampa y se extendió por toda la pampa de Tamarugal.
Los obreros inician una larga marcha a pie hasta Iquique, ya que los patrones del salitre paralizaron los trenes. En cada empalme del camino se va engrosando la columna de trabajadores decididos a hacerse oir por las autoridades. La masa obrera tiene fe en sus gobernantes, tiene confianza en que se le hará justicia. Los patrones de las salitreras, alarmados ante la inmensa muchedumbre decidida a luchar, piden el envio de la tropa. Se movilizan los regimientos de todas las provincias del Norte, y se envían transportes desde Valparaiso y Rancagua.
Mientras tanto, en Iquique siguen las tramitaciones. Se pide a los obreros que vuelvan a sus faenas, para continuar con las negociaciones y como los obreros se niegan a regresar, se lanza a la tropa contra miles de trabajadores, mujeres y niños que se encuentran refugiados en la Escuela Santa María.
Un rio de sangre había corrido entre los ricos y el pueblo. Los trabajadores aprendieron que el gobierno no era su gobierno si no que defendía los intereses de unos pocos privilegiados y no los intereses del pueblo.
Pero los trabajadores aprenden con sus derrotas, corrigen sus errores se organizan mejor, confían menos en las conversaciones con los patrones, confían más en su propia forma de resolver conflictos.
Concurrido tres años ya de la Masacre en el norte salitrero, el 9 de marzo de 1910 se desata la Gran Huelga del Carbón. Esta huelga fue muy bien preparada. Pradenas, presidente del consejo provincial de la FOCH de Concepción tenía la responsabilidad de dirigir la huelga. Sabe que para que la cosa marche bien no puede dirigirla desde su escritorio. Se dicide, por lo tanto, a conseguir papeles falsos para él y un grupo de compañeros, demasiados conocidos como elementos “subversivos” por los patrones como para poder hacerlo con sus verdaderos papeles, y se presentan a solicitar trabajo. Desde el fondo de la mina, desde el laboreo mismo, empiezan a trabajar por la implantación de la jornada de 8 horas en lugar de la de 12 horas que regia hasta entonces. En la superficie de la mina, trabaja otro equipo preparando el ambiente mediante panfletos y periódicos obreros.
La huelga se generaliza y se extiende durante 45 días. A Playa Blanca en Coronel, donde se instala un campamento y una olla común, llega la solidaridad de todos los sectores del país. Mientras tanto, en Concepción continúan las conversaciones.

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