Nos enfrentamos a una de las mayores ofensivas contra los derechos y las condiciones de vida de la clase trabajadora. Nos han instalado, desde hace años, en una situación de crisis permanente que sirve de justificación para todo tipo de agresiones y recortes de derechos.
El paro ha crecido hasta los 6 millones de trabajadores y trabajadoras, y sigue sumando, a resultas de las decididas políticas de destrucción de empleo impulsadas por el gobierno al dictado de la patronal y de las instituciones financieras internacionales, y funciona como coacción permanente para facilitar que los trabajadores se plieguen a los recortes de salarios y derechos impuestos por la patronal.
Una deuda ilegítima, que no hemos contraído, es agitada por las instituciones europeas y los gobiernos para justificar los recortes y el desmontaje de los servicios públicos más básicos, y se constituye en mecanismo de chantaje permanente contra los sectores más débiles de la sociedad.
El sistema político y económico que nos ha dominado durante los últimos 30 años, hace aguas y está en bancarrota, evidenciando de forma cada vez más cotidiana su feroz carácter de clase, y el conflicto entre unas políticas cada vez más agresivas contra los sectores populares, practicadas de forma muy similar por las distintas opciones políticas cuando alcanzan el gobierno, y el discurso “democrático” que sirve para justificarlas.
La corrupción, que forma parte intrínseca de este sistema, se extiende por las principales instituciones y se hace más evidente ante la dificultad de continuar las dinámicas especulativas que durante años han engrasado el sistema y contentado a los distintos grupos de poder, ante la incapacidad de generar nuevas burbujas especulativas que agitar como zanahoria ante la clase trabajadora para que continuemos sosteniendo el sistema.
Desde el gobierno se pretende que este negro panorama instale en los sectores populares la desesperación, el miedo y la parálisis, los mejores aliados del poder.
Por contra desde CNT, en este primero de mayo, decimos que es hora de decir basta y de luchar, pero no podemos hacerlo desde el entramado sindical institucionalizado, imperante durante todos estos años, cómplice durante años de las políticas que nos han llevado a la actual situación, firmante de sucesivos pactos para recortar nuestros derechos e instalado en la concertación y la cesión permanente, incapaz de enfrentar de forma contundente, sostenida y coordinada o siquiera honesta, los ataques más graves que, como trabajadores, estamos sufriendo, atascado en su dependencia del poder.
[Madrid] Acción Banco España: Toda la riqueza y el poder para el pueblo
En el aniversario de la muerte de Antonio Gramsci (1891-1937)
“Hace 30 años daba Radio Barcelona la noticia de la muerte de Antonio Gramsci (el 27 de abril de 1937,.a los 46 años de edad y a los seis días de haber cumplido condena bajo el primero de los fascismos europeos”. Así iniciaba Manuel Sacristán, en 1967, su texto sobre “La formación del marxismo de Gramsci” (Sobre Marx y Marxismo, Icaria, Barcelona, 1983, pp. 62-84). La noticia, si no ando errado, fue dada por el bridagista internacionalista italiano, el gran anarquista Carmelo Berneri.Años después, unos textos de urgencia en su honor, sobre la obra del autor de los Quaderni, en este 76 aniversario de su prematuro fallecimiento, de dos grandes gramscianos hispánico-internacionalistas. Ambos, Sacristán y Fernández Buey, penetraron como pocos en la filosofía, en la política y en la vida del revolucionario sardo. Sea este “¿qué es el hombre?” de Sacristán, de 1969 a título de ejemplo: “Gramsci propone un marxismo al que llama “filosofía de la práctica”. Esta filosofía de la práctica no es un pragmatismo, sino un modo de pensar que historiza los problemas teóricos al concebirlos siempre como problemas de cultura y de la vida global de la humanidad... La filosofía ha de entenderse en la práctica de la humanidad, “concretamente, es decir, históricamente”. Por eso el tema del hombre es “el problema primero y principal de la filosofía”, de la práctica.
En la concepción marxista de Gramsci la cuestión “¿qué es el hombre?” entendida como cuestión filosófica no pregunta por la naturaleza biológica de la especie sino por otra cosa que él formula del modo siguiente: “¿Qué puede llegar a ser el hombre? Esto es, si el hombre puede dominar su propio destino, si puede “hacerse”, si puede crearse la vida”. Piensa Gramsci que todas las filosofías han fracasado hasta ahora en el tratamiento de esa pregunta porque han considerado al hombre reducido a su individualidad biológica. Pero la humanidad del individuo comporta elementos de tres tipos: primero, el individuo mismo, su singularidad biológica; segundo, “los otros”; tercero, “la naturaleza”. El segundo y el tercer elementos son de especial complejidad: el individuo no entra en relación con los otros y con la naturaleza mecánicamente, sino ”orgánicamente” (con los otros) y “no simplemente (con la naturaleza) por ser él mismo naturaleza, sino activamente, por medio del trabajo y de la técnica” (incluyendo en este último concepto también los “instrumentos mentales”, esto es, la ciencia y la filosofía)” (...) Esas relaciones..., son activas, conscientes, es decir, corresponden a un grado mayor, o menor de inteligencia de ellas que tiene el hombre. Por eso puede decirse que uno se cambia a sí mismo, se modifica, en la medida misma en que cambia y modifica todo el complejo de relaciones del cual él es el centro de anudamiento. Con eso ultima Gramsci su reelaboración del concepto de “naturaleza humana” de Karl Marx: “que la “naturaleza humana” es el “complejo de las relaciones sociales” (como ha escrito Marx) es la respuesta más satisfactoria, ya que incluye la idea de devenir... Puede también decirse que la naturaleza del hombre es la `historia’” (“Gramsci, Antonio”, PM II, pp.414-416).
Rebelión - Leer
En la concepción marxista de Gramsci la cuestión “¿qué es el hombre?” entendida como cuestión filosófica no pregunta por la naturaleza biológica de la especie sino por otra cosa que él formula del modo siguiente: “¿Qué puede llegar a ser el hombre? Esto es, si el hombre puede dominar su propio destino, si puede “hacerse”, si puede crearse la vida”. Piensa Gramsci que todas las filosofías han fracasado hasta ahora en el tratamiento de esa pregunta porque han considerado al hombre reducido a su individualidad biológica. Pero la humanidad del individuo comporta elementos de tres tipos: primero, el individuo mismo, su singularidad biológica; segundo, “los otros”; tercero, “la naturaleza”. El segundo y el tercer elementos son de especial complejidad: el individuo no entra en relación con los otros y con la naturaleza mecánicamente, sino ”orgánicamente” (con los otros) y “no simplemente (con la naturaleza) por ser él mismo naturaleza, sino activamente, por medio del trabajo y de la técnica” (incluyendo en este último concepto también los “instrumentos mentales”, esto es, la ciencia y la filosofía)” (...) Esas relaciones..., son activas, conscientes, es decir, corresponden a un grado mayor, o menor de inteligencia de ellas que tiene el hombre. Por eso puede decirse que uno se cambia a sí mismo, se modifica, en la medida misma en que cambia y modifica todo el complejo de relaciones del cual él es el centro de anudamiento. Con eso ultima Gramsci su reelaboración del concepto de “naturaleza humana” de Karl Marx: “que la “naturaleza humana” es el “complejo de las relaciones sociales” (como ha escrito Marx) es la respuesta más satisfactoria, ya que incluye la idea de devenir... Puede también decirse que la naturaleza del hombre es la `historia’” (“Gramsci, Antonio”, PM II, pp.414-416).
Rebelión - Leer
No hay comentarios:
Publicar un comentario