viernes, 29 de agosto de 2008

LAS ESTRUCTURAS INTERNACIONALES

Koeyu

Jorge Gómez Barata


Para bien y para mal, en la era de la globalización, la evolución de los más importantes procesos locales, regionales y mundiales dependen también de las estructuras internacionales que sostienen la hegemonía imperial y un sistema político mundial basado en la dependencia política y el atraso económico y cuya transformació n, en la América Latina de hoy es un cometido y una prioridad para las vanguardias avanzadas del momento.

Aunque con objetivos y proyectos diferentes, prácticamente todos los líderes políticos de la modernidad colocaron en los primeros planos a los ámbitos internacionales. En 1826 Bolívar convocó el Congreso de Panamá para promover la temprana unión latinoamericana y en 1864, cuando apenas existían en Europa sindicatos y partidos políticos, Carlos Marx apoyó a la Primera Internacional de Trabajadores; José Martí abogó por la unidad de “Nuestra América”, Wilson y Roosevelt trabajaron para crear la Sociedad de Naciones y la ONU respectivamente, mientras desde los años sesenta, Fidel Castro y Che Guevara insistieron en el carácter global y continental de la lucha revolucionaria.

Todo indica que las mentes esclarecidas perciben mejor la dialéctica entre las luchas y procesos nacionales y el entorno externo, asumiendo que un contexto internacional positivo favorece los procesos nacionales y viceversa. Aunque con resultados tácticos y consecuencias diferentes, estratégicamente ninguno se ha equivocado.

Una de las características del actual liderazgo latinoamericano, encabezado por figuras ilustradas y experimentadas, que han llegado al poder de modo legítimo y lo ejercen democráticamente, es una perfecta comprensión del significado del entorno internacional, cuya modificación avanza más rápidamente incluso que los procesos nacionales.

Proyectos como PETROSUR Y PETROCARIBE, concertaciones multinacionales o bilaterales, entre Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador relativas a las soberanía energética y alimentaría, planes de interconexión vial que abarcan a varios países y benefician prácticamente a toda Sudamérica, UNASUR, TELESUR, Banco del Sur, Operación Milagro, los programas de alfabetizació n y atención a la salud, el ALBA y otras muchas empresas multinacionales, avanzan a ritmos acelerados.

Es visible el enorme impacto de tales proyectos en los planes de desarrollo de cada uno de los países, que a partir de ellos adquieren energía, desarrollan capacidades para la refinación de su petróleo y el procesamiento del gas, reciben capitales y asesoramiento técnico, forman médicos, profesores y deportistas, desarrollan sus redes viales, adelantan planes agroalimentarios, fomentan la producción de fertilizantes y las industrias de la construcción y avanzan en decenas de otras realizaciones.

Estas acciones además de influir en el desarrollo de las fuerzas productivas, crear ofertas preferenciales e intercambios originales, por ejemplos a base de truques, generan empleos, permiten cierta independencia respecto al FMI y el Banco Mundial, amplían las opciones para la óptima utilización de ciertos ahorros y de un modo innovador y enteramente nuevo, contribuyen a la dinamización de las economías y la actividad social.

Esa percepción explica la exitosa proyección internacional que realiza el presidente venezolano Hugo Chávez que repercute exitosamente sobre la consolidación del proceso revolucionario en su país y en otros países del continente. Nunca antes un gobernante latinoamericano, ponente de un proyecto, renovador había alcanzado tal capacidad de convocatoria.

Quienes crean que ello se debe al petróleo deben recordar que el oro negro estuvo siempre allí y sirvió para enriquecer generaciones de capitalistas extranjeros, hacer millonarios a burgueses y oligarquías, deformar las estructuras económicas del país, empobrecerlo y corromperlo políticamente.

Criticar a Chávez por utilizar los recursos naturales de los que su país dispone para crear una concertación positiva en torno al mismo, elevar su capacidad de convocatoria y su vigencia internacional, influir positivamente sobre el clima político de la región y mostrarse generoso con sus hermanos, es como criticar a quien ejerce defensa propia y lo hace sólo con sus manos.

El hecho de que otros países hayan preferido pactar con Estados Unidos y enajenar cuotas de soberanía virtualmente a cambio de nada, no es un argumento válido. Es probable que en algún momento en torno a estas políticas, en el marco del MERCOSUR, UNASUR o de otros mecanismos de integración, Argentina ponga en la balanza su capacidad para producir alimentos, Brasil su desarrollo tecnológico, se utilice el capital humano que ya Cuba ofrece y entre todos se logre lo que por separado es más difícil de lograr.

A quienes acusan a Chávez de regalar el petróleo o de ser excesivamente generoso con su utilización, habría que decirle que nunca antes se empleó mejor y que jamás Venezuela resultó tan beneficiada como ahora. En general, los que así opinan aplaudían, se beneficiaban o miraban para otro lado cuando el dinero de la factura petrolera, ni siquiera ingresaba al país para ir a engrosar los bolsillos de transnacionales y élites minoritarias y explotadoras.

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