domingo, 24 de agosto de 2008

“Pino” Solanas presentó su última película sobre la tragedia actual de los trenes


En una función exclusiva para la prensa, Fernando “Pino” Solanas exhibió su último film “LA PRÓXIMA ESTACIÓN. Historia y Reconstrucción de los Ferrocarriles”. Tras la presentación, en una charla con los periodistas, Solanas afirmó: “La reconstrucción de un Tren Para Todos, que implica un servicio público confortable, eficiente, accesible a todos, pero también la reconstrucción de las industrias ferroviarias, con sus ingenieros y trabajadores, es una urgencia económica y una batalla cultural”.
“Acá se tratan temas importantísimos” –sostuvo Solanas- “que todavía no se han destapado, como el éxodo a las ciudades de un millón de personas de los pueblos del interior hoy convertidos en fantasmas. La vida y suerte de estas personas quedó en manos de empresarios que tenían intereses en la destrucción del ferrocarril”.

Solanas también se refirió a la indiferencia de la justicia ante el saqueo: “Desde Menem hasta hoy, permanecen los mismos concesionarios: Cirigliano, Romero, Roggio, Urquía, Macri, Techint, Unión Ferroviaria y las brasileras Camargo Correa y A.L.L. Ningún gobierno exigió revisar el inventario de los bienes entregados, ningún fiscal se atrevió a investigar. La película es una buena lupa sobre la complicidad vergonzosa de la Justicia argentina.”

“La Próxima Estación” es la cuarta realización testimonial sobre el saqueo, la resistencia y las capacidades argentinas. Luego de “Memoria del Saqueo”, “La Dignidad de los Nadies” y “Argentina Latente”, el nuevo film hace un recorrido histórico desde la construcción de los ferrocarriles hasta su privatización, que desembocó en la actual crisis ferroviaria, con el pésimo servicio público que brindan los concesionarios, la destrucción de las industrias estatales y el saqueo de los 37 grandes talleres ferroviarios, los 80 mil trabajadores despedidos, los 800 pueblos fantasmas creados y la caída de las economías regionales.

La película es enfocada integralmente en el marco de la gran crisis del transporte en el país, que provoca anualmente la muerte por accidentes de más de 8 mil personas y el maltrato de todos los pasajeros. Recogiendo historias y testimonios, entrevistando técnicos, trabajadores, pasajeros, magistrados y funcionarios, el film indaga y construye un fresco problemático que es un espejo del país.

Carta de Pino Solanas a los Espectadores


I) A comienzos de los años 90, las empresas del Estado se privatizaron con la promesa de modernizar sus servicios y brindar mejor atención: los trenes interurbanos fueron suprimidos; miles de pueblos quedaron aislados y un millón de habitantes emigró hacia las capitales. El maltrato al pasajero se hizo norma. Los robos y accidentes se multiplicaron. Con la privatización de las aerolíneas también se eliminaron rutas provinciales y los pasajeros son abandonados en los aeropuertos. Jamás se vivió en el país una crisis del transporte semejante. Al suprimir el 80% de los trenes, el transporte de cargas y pasajeros pasó al automotor. Las carreteras quedaron saturadas y los accidentes fueron en aumento: sólo en el 2007 la 'guerra del automotor' provocó más de 8000 muertos y miles de heridos.

La confusión sobre lo público y lo privado sigue vigente. Los trenes se privatizaron porque daban pérdidas, pero los servicios públicos ¿están para dar ganancias o para servir a la comunidad? ¿Acaso deben dar renta las escuelas o los hospitales públicos? Si los ferrocarriles perdían 1 millón de dólares por día, hoy cuestan 3 millones diarios pero sólo funciona el 20% de los trenes que teníamos antes.

II) La construcción de los ferrocarriles fue una de las grandes epopeyas industriales del país. En 1857 comenzó a circular el Ferrocarril del Oeste - una empresa de capitales argentinos- y años después, llegarían las compañías inglesas y francesas. Casi un siglo más tarde, el gobierno de Perón nacionaliza todos los ferrocarriles y la red alcanza los 50.000 km.; nacen las escuelas ferroviarias; se fabrican locomotoras diesel y a vapor y todo tipo de vagones; el tramo Buenos Aires-Rosario se cubría en 3,30 hs. Con el gobierno de Arturo Frondizi comienza la reducción del ferrocarril. Su ministro A.Alsogaray pone en ejecución el Plan Larkin, del Banco Mundial: se eliminan tranvías y trolebuses y desembarcan las multinacionales de camiones y neumáticos. El tiro de gracia lo dio el gobierno de Carlos Menem: los trenes fueron privatizados o transferidos a las provincias. Desde entonces y hasta Kirchner, siguen los mismos concesionarios: Cirigliano, Romero, Roggio, Urquía, Macri, Techint, Unión Ferroviaria y las brasileras Camargo Correa y A.L.L. El gobierno paga hasta el último salario ferroviario, y todas las roturas y reposiciones de material. Por cuenta del Estado, los concesionarios reparan vagones, locomotoras y estaciones: lo que vale 1 peso es facturado varias veces más. El negocio es cobrar el subsidio estatal.

III) El ferrocarril no tiene reemplazo:' es el único transporte que puede llegar a destino en las peores condiciones climáticas'. Es el medio de transporte más seguro, menos contaminante y más económico. Es 8 a 10 veces más barato que el transporte automotor: una locomotora arrastra la carga de 50 camiones o de 20 ómnibus de pasajeros. Para financiar el 'tren bala' - que sólo servirá a las capas pudientes de Buenos Aires, Rosario y Córdoba y no transfiere tecnología- el gobierno endeuda al país por 30 años. Con la mitad de lo que costará la obra, se pueden reconstruir a nuevo los ferrocarriles interurbanos de las provincias del país, con 7.000 km. de vías para trenes de pasajeros, 11.000 km. para los cargueros y 310 locomotoras nuevas. La reconstrucción de los ferrocarriles y su industria, es una urgencia económica y una batalla cultural. Después de tanto fracaso, hay que avanzar hacia un modelo de gestión que incluya a los pasajeros, los trabajadores y los transportistas de cargas para construir el 'tren para todos': un tren público, cuidado por todos y al servicio de todos.

Los trenes volverán, como vuelven los días, los meses, las estaciones…

Los trenes volverán, para seguir uniendo pueblos, regiones y ciudades…

Los trenes volverán, como van y vuelven, los pasajeros, las cargas y mensajes…

Los trenes volverán, simplemente, por el placer de viajar:

como el agua, la luz o el amor, no es posible vivir sin ellos.

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