domingo, 24 de agosto de 2008

Los Socialismos Latino-caribeños

Por Narciso Isa Conde

No deberán ser calco, ni tampoco inspirarse en los modelos fracasados.

Este tema trascendente nos exige sí volver a Marx, Engels, Lenin,
Trotsky, Mao, Mariategui, el CheŠrescatar sus aportes estancados,
violados, cosificadosŠ y abrirnos a la creatividad desde un análisis
profundo del capitalismo y del imperialismo actual, desde los avances
en la teoría de género, desde el ambientalismo consecuente y desde las
culturas de nuestros pueblos.

Y desde ese punto de partida, habría entonces que diferenciar el
tránsito revolucionario al socialismo del socialismo como meta
superior.

Porque la socialización de la economía, la democratización y posterior
extinción el poder estatal, la culturaŠ los cambios en la conciencia
individual y colectiva, no son procesos automáticos ni tampoco de
corta duración.

El capitalismo en general, y el latinoamericano-caribeño por igual, no
es solo un modo de producción, sino sobretodo un sistema de dominación
integral. Y si en la economía es inviable una socialización
instantánea, también lo es en los demás aspectos de la vida en
sociedad.

En nuestra América está clarísimo que los primeros pasos de esa
transición al socialismo tienen por misión desmantelar el modelo
neoliberal que nos han impuesto y avanzar hacia la sociedad
pos-neoliberal, desprivatizando, socializando progresivamente.

Sin embargo, la desprivatización, la modificación de las relaciones de
propiedad que estoy planteando, no equivale a la ya fracasada
estatización, menos aun a la estatización generalizada.

En el proceso de transición es necesario combinar diversas formas de
propiedad y gestión social (empresas estatales cogestionadas,
cooperativas, autogestionadas), junto a individuales y privadas.

El tipo de administración, las características de la gestión
empresarial, las formas de escogencia de los gerentes y ejecutivos
técnicos, no están de ninguna manera desvinculadas de la socialización
y de sus esencias democráticas. La participación de los colectivos
laborales en la gestión de las empresas y la participación de la
sociedad en las decisiones y en la fiscalización de sus procesos es
consustancial a la intención de socializar.

Otro capítulo trascendente es todo lo relativo a las regulaciones del
mercado, al comercio exterior y a la progresiva transformación de la
economía de mercado en economía de valores y equivalencias.

El socialismo, claro está, no es solo economía: Y de ahí lo necesario
de la democracia participativa e integral, sustentada en nuevos
sistemas constitucionales, creados y desarrollados por la vía de la
participación popular, de procesos y poderes constituyentes autónomos,
capaces de superar las ³democracias² estrictamente electorales,
representativas, liberales y neoliberales.

La transición al socialismo y los programas de desarrollo integral son
inseparables de la adopción de políticas y planes que reformulen
profundamente la relación seres humanos naturaleza, deteniendo y
revirtiendo la depredación, la desertificación, la contaminación, el
empobrecimiento de la naturaleza y la injusta y bárbara distribución
de la misma que le asigna las partes más empobrecida y riesgosa a
los(as) más pobres.

La opresión de clase esta atravesada y potenciada por otras variantes
de opresión-discriminación-subordinación, entre ellas por el poder de
los adultos contra los niños (as) y los jóvenes y por la opresión de
género. Y ella a su vez la atraviesa a todas.

La sociedad en crisis que nos proponemos reemplazar, no es solo
capitalista-dependiente, sino además de patriarcal (machista),
adulto-céntrica, estructurada por imponer el reino, los intereses, las
ideas y privilegios a favor de los adultos. La nueva sociedad a crear
deberá ser todo lo contrario y diferente en cuanto a suma de
felicidades y bienestar social y ejercicio de libertades.


--
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